Recién casados | Después |
Dos por noche | Dos por mes |
¡Me dejas sin aliento! | ¡Me estás ahogando! |
¡No pares! | ¡No empieces! |
Fiebre de sábado por la noche | Monday night football |
El sonido de la música | Los sonidos del silencio |
Estar a tu lado... | ¡Hazte a un lado! |
Me gustan las mujeres llenitas | ¡Nunca me gustaron las gordas! |
Erótica | Neurótica |
Parece que estamos juntos desde siempre | ¡Siempre estamos juntos! |
Ella adora como controlo las situaciones | Ella dice que soy un manipulador egomaníaco |
Anoche lo hicimos en el sofá | Anoche dormí en el sofá |
Me pregunto: ¿qué haría sin él? | Me pregunto: ¿qué hago con él? |
Había una vez... | ...y este cuento se ha acabado. |
(Basado en el publicado en Ocio del diario Público el 22 de junio de 2001).
(Recibido por e-mail el 12 de junio de 2009).
No sé los demás, pero yo si voy a dos bodas el mismo día, termino con el alma naufragada y con la sola voluntad de aventarme de lo alto del distribuidor vial como seguramente ocurrirá con los corredores el próximo domingo. Y que conste que me administré al máximo. Tengo ya la fórmula perfecta para no presentarme a la iglesia y llegar directamente a la recepción con tiempo para escoger la mejor mesa que es, sin duda, la más alejada de la orquesta. Cuando llegan los papás de los novios, los abrazo efusivamente y les digo que la ceremonia estuvo preciosa, que el templo estaba adornado con muy buen gusto, que la música estuvo muy bien escogida, que la novia parecía madona renacentista y que el cura habló de maravilla, en especial cuando habló de la vida en pareja. Todos se quedan felices, yo me ahorro el templazo y ya voy de gane. La comida en las bodas suele ser de dos tipos (ambos de cuidado): la que te produce intoxicación fulminante y la que en tres meses se manifi esta como esofagitis. Un buen consejo para los novatos: nunca pidan whisky en una boda: sólo tienen whisky Orendáin de gusano (con gaita), u otro de alguna marca dizque escocesa justamente desconocida, Macchupi o algo así.
Luego comienza la música y los poco afectos a las audacias coreográficas pasaremos el resto de la velada intentando hablar a gritos con nuestros compañeros de mesa, y adquiriendo una irreversible otitis degenerativa. Trato de entender y no puedo por qué las mujeres disfrutan tanto al bailar por enésima vez "No rompas más" o "Caballo viejo y cansado" (clarísima alusión al marido). No lo entiendo, pero gozan como morsas en época de celo. Tarde o temprano adviene el momento de sacar a bailar a la Tía Jovita de 94 años que, en cuanto la paran sola, se desploma sobre la tarima con grave riesgo de que le pase por encima el salvaje tropel de los que bailan "A la víbora, víbora de la mar". Comienzan las rencillas entre ambas familias que, si son decentísimas, alojarán en su alma un odio secreto y blindado que sólo acabará con la disolución del vínculo. Si son más entronas, ahí mismo le dan salida a su ira y arman esas grescas que hacen memorable cualquier boda. Las dos a las que yo asistí fueron del primer tipo y todo paró en miradas aviesas y comentarios sesgados del tipo de "va a ser muy pesado para nosotros tratar con familias que no son como uno; aunque lo que realmente importa es que la Nena sea feliz. Lo veo difícil, pero ojalá que sea feliz y si no, siempre puede contar con nosotros... (estos puntos indican que a la matrona que está diciendo esto se le quiebra la voz y comienza a chillar como perro café)".
Todo me sería más llevadero si en las bodas hubiera una sección aislada acústicamente para poder platicar con cuatas y cuates. Nunca ocurrirá algo así.
Germán Dehesa
(v.pág.1B del diario Mural el 29 de mayo de 2003).
-Mi amor, hoy es nuestro aniversario de boda, ¿por qué no matamos un pollo?
-Y qué culpa tiene el pobre pollo. ¿Por qué no matamos al estúpido de tu hermano, que fue el que nos presento?
De regreso de su trabajo el esposo se sentó a la mesa y su mujer le pregunto:
-¿Te sirvo?
-A veces.
-María, ahora que me voy a morir te quiero confesar un secreto.
-¿Qué secreto?
-Que hace poco te engañe con tu mejor amiga...
-¿Por qué crees que te he envenenado?
-María, promete que cuando me muera te casarás con Antonio.
-Pero... ¡si es tu peor enemigo!
-Pues por eso mismo... ¡que se joda!
-A ver, Pepito- pregunta la maestra del jardín de niños. -¿Cómo se llama el esposo de la vaca?
-Buey- responde sin vacilar el tremendo infante.
-No- lo corrige la maestra. -El esposo de la vaca se llama toro.
-Perdone, maestra- se disculpa Pepito. -Yo pensaba que el toro era el amante...
Don Algón trataba en vano de seducir a la joven secretaria. Un día le mandó un recadito escrito en clave: "CPK o CCK". Le dice el mensajero: -Don Algón quiere que le diga si el recado tiene contestación.
-Sí la tiene- responde la muchacha devolviéndole el recado. -Dile que lea estas mismas letras, pero de derecha a izquierda.
La hija adolescente le pregunta a su mamá: -Mami: ¿Qué hace un hombre después de hacer el amor?
-Estorbar- responde la señora.
Algunas de estas anécdotas han sido relatadas por Armando Fuentes Aguirre "Catón".
Un niño le pregunta a su madre: -¿Mamá, cuanto cuesta casarse?
La madre le dice: -No sé, hijo, yo todavía estoy pagando.
-¿Papá, es verdad que en muchos países de Africa un hombre no conoce a su mujer hasta que se casa?
-Eso sucede en todos lados, hijo.
Había una vez un hombre que dijo: -Yo no sabía lo qué era la verdadera felicidad hasta que me casé... y entonces fue muy tarde.
El marido le dice a su mujer: - ¿Me podrías decir, por favor, cuando tengas un orgasmo?
-Pero, mi amor, si me dijiste que no podía llamarte al trabajo.
-Papá, ¿qué son los cuernos?
-No sé, hijo mío, tengo tantas cosas en la cabeza.
El marido le pregunta a su mujer: -Querida, cuando me muera... ¿vas a llorar mucho?
-Claro, sabes que lloro por cualquier tontería...
(Recibido por e-mail el 12 de junio de 2009).
Ella tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, una máquina de hacer pan eléctrica... Un día me dijo: "Caramba, tenemos un montón de aparatos eléctricos y no tenemos nada para sentarnos..." Pensé en comprar una SILLA ELÉCTRICA, pero me contuve...
Yo me casé con doña "Tengo Razón"... Sólo que no sabía que su segundo apellido era "Siempre".
Ya hace 18 meses que no hablo con ella... Es que no me gusta interrumpirla.
Un día se estropeó nuestra cortadora de césped (eléctrica). Mi mujer me colmaba la paciencia dándome a entender que yo debería arreglarla. Por mi parte, siempre acababa teniendo otras cosas más importantes que hacer, tipo: lavar el coche, hacer un informe, en fin, lo que para mi parecía más importante. Un día ella encontró un muy sutil modo de convencerme: Cuando llegué a casa, me la encontré agachada en el césped, que estaba muy alto, recortándolo con su tijerita de costura. Eso me llegó al alma, me emocioné y decidí entrar en la casa y volví después de unos minutos, llevándole su cepillo de dientes. Se lo entregué, y se me ocurrió decirle: "Cuando termines con el césped, podrías también barrer el patio". Después de aquello no me acuerdo de nada. Estoy en blanco. Los médicos dicen que volveré a caminar, pero que cojearé el resto de mi vida.
El matrimonio es una relación entre dos personas, en la que una siempre tiene razón, y la otra es el marido.
(Recibido por e-mail el 31 de diciembre de 2012).