Eso si, nunka asetaremo ke potensia extranjera token kabeyo de letra Ñ. Eñe rrepresenta balore ma elebao de tradision ispanika y primero kaeremo muerrto ante ke aseta bejasione a simbolo ke a sio korason bibificante de itoria katisa española uniberrsa.
Es fácil dar con esas ocasiones en la prensa diaria, en la publicidad, en la televisión, pero también en libros y revistas en que la abundancia de infracciones evidencia la desatención imperante por una materia que acaba por parecer una suerte de superchería inútil. Y no se diga en las comunicaciones veloces que facilita Internet: correos electrónicos, mensajes de texto, Twitter, Facebook, blogs, etc. Lo normal es el error (que ha de distinguirse de la errata, al fin reconocible en su carácter accidental), y lo anómalo es que haya pocos: ¿qué sentido tiene obstinarse en desear que sea de otra forma?
Pienso en esto porque, hace 2 días, se presentó en Madrid la Ortografía Básica de la Real Academia Española: una versión sintetizada de la ortografía de la lengua española dada a conocer en diciembre de 2010 (aquí, durante la FIL) que pretende ser más accesible para el público que, idóneamente, tendría que acudir a ella para escribir sin faltas. Por discutible que sea -recuérdense aquellas disposiciones que causaron revuelo en su momento, como la recomendación de omitir la tilde en «sólo» y suprimirla de plano en «guión», etcéteras-, lo desolador está en sospechar lo poco o nada atendida que llegará a ser. Y en verificar lo que esta tara imperante significa en la descomposición de una sociedad en la que la educación es una catástrofe de proporciones inconcebibles -y uno de sus síntomas lo pésimamente que se escribe y se lee- como Claudio Magris escribió una vez, «la corrección lingüística es la premisa de la claridad moral y de la honestidad». ¿Será una exageración entenderlo así?
José Israel Carranza
(v.pág.7 de la sección "gente!" del periódico Mural del 10 de mayo de 2012).
Para eliminar los estereotipos sexistas del lenguaje no basta con mencionar tanto el masculino como el femenino de un término, como últimamente se hace en los discursos oficiales "incluyentes", en los que se ha puesto de moda mencionar siempre a las y los mexicanos, a las y los ciudadanos, a los alumnos y alumnas, etc.
Además de que la igualdad supuesta en este fastidioso lenguaje "inclusivo" es más de cortesía verbal que de sincera equidad, únicamente aplica en los casos en los que el hablante se refiere a grupos de hombres y mujeres, mas no en el resto de las palabras que por sus desinencias (morfemas finales de las palabras que, entre otras cosas, indican el género) se vuelven masculinas o femeninas. "Pistola", por ejemplo, es una palabra femenina porque termina en "a".
En español hasta las cosas tienen sexo asignado (los vestidos son masculinos, y las camisas femeninas).
Si realmente queremos un idioma inclusivo y atento a la equidad de género habría que crear una especie de dialecto asexuado del español, con nuevas palabras, nuevos artículos, nuevas reglas gramaticales, y no solo aprender a hablarlo y escribirlo, sino a actuar en congruencia.
Palabras como "hombre", en su sentido universal, deberían sustituirse por palabras como "persona, ser, humano, gente". Los artículos masculinos y femeninos (el, la, los, las) habría que sustituirlos por artículos neutros como el "the" del inglés, que no le asigna sexo a las palabras que acompaña.
Habría también que eliminar o cambiar todas las terminaciones a las palabras (las desinencias antes mencionadas) que las hacen masculinas o femeninas y crear nuevas palabras asexuadas como las que hay en otros idiomas. Por ejemplo, "The flag", en inglés, es un término asexuado. "La bandera", en español, es femenina).
Para apreciar cómo sonaría un nuevo dialecto español asexuado, y que se me ocurre llamar "españe", hice un ejercicio con un párrafo de la obra Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, quitándole al texto original todas las connotaciones sexistas que el idioma incluye, utilizando "le" como artículo asexuado y eliminando las desinencias que le asignan un determinado sexo a las cosas y a las ideas.
El resultado es interesante y curiosamente con mucha similitud auditiva al francés y catalán.
El texto original dice:
"Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".
El mismo texto traducido al dialecto "españe" se leería así:
Macondo era entonces un aldee de 20 cases de barr y cañebrav construids a le orille de un ríe de agües diáfanes que se precipitaban por un lech de piedres pulids, blancs y enorms como huevs prehistórics. Le mund era tan reciente que muches coss carecían de nombre y para mencionarles había que señalarles con le ded.
Finalizo en le humor y ritme de este nuev dialect españe, diciéndoles que les únics diferences reals entre mujeres y hombres son les biológics. Tods les demás diferenciaciones como dulzur, fortalez, independence, sumisión, etcétera, son característics histórics, socialmente atribuides a mujeres y hombres, que varían de un cultur a otre y por le tant son modificables.
Para eliminar por complet le machism de le cultur mexican, debems comenzar por cambiar le form en que hablams y tratams a les mujers.
"Les niñes también lloran".
Ricardo Elías, arquitecto y empresarioEl coeficiente intelectual medio de la población mundial, que desde la posguerra hasta finales de los años 90 siempre había aumentado, ha ido disminuyendo en las 2 últimas décadas...
Esto es una inversión del efecto Flynn. Parece que el nivel de inteligencia medido por pruebas está disminuyendo en los países más desarrollados. Puede haber muchas causas de este fenómeno. Una de ellas podría ser el empobrecimiento del lenguaje. De hecho, diversos estudios demuestran la disminución del conocimiento léxico y el empobrecimiento del idioma: no sólo se trata de la reducción del vocabulario utilizado, sino también de las sutilezas lingüísticas que permiten elaborar y formular un pensamiento complejo. La desaparición gradual de los tiempos (subjuntivo, imperfecto, formas compuestas del futuro, participio del pasado) da lugar a un pensamiento casi siempre en tiempo presente, limitado al momento: incapaz de proyecciones en el tiempo. La simplificación de los tutoriales, la desaparición de las mayúsculas y la puntuación son ejemplos de "golpes fatales" a la precisión y variedad de la expresión. Sólo un ejemplo: eliminar la palabra "señorita" (ya obsoleta) no sólo significa renunciar a la estética de una palabra, sino también promover sin querer la idea de que no hay etapas intermedias entre una chica y una mujer.
Menos palabras y menos verbos conjugados implican menos capacidad de expresar emociones y menos capacidad de procesar el pensamiento.
Los estudios han demostrado cómo parte de la violencia en las esferas públicas y privadas proviene directamente de la incapacidad de describir las propias emociones a través de palabras. Sin palabras para construir el razonamiento, el pensamiento complejo se hace imposible.
Cuanto más pobre es el lenguaje, más desaparece el pensamiento. La historia está llena de ejemplos y muchos libros (Georges Orwell - 1984; Ray Bradbury - Fahrenheit 451) han contado cómo todos los regímenes totalitarios siempre han obstaculizado el pensamiento, a través de la reducción del número y el significado de las palabras. Si no hay pensamientos, no hay pensamientos críticos. Y no hay pensamiento sin palabras. ¿Cómo se puede construir un pensamiento hipotético-deductivo sin el condicional? ¿Cómo es posible considerar el futuro sin una conjugación de tiempo futuro? ¿Cómo es posible capturar una temporalidad, una sucesión de elementos en el tiempo, ya sean pasados o futuros, y su duración relativa, sin un lenguaje que distinga entre lo que podría haber sido, lo que ha sido, lo que es, lo que podría ser, y lo que será después de que lo que podría haber sucedido, haya sucedido realmente?
Queridos padres y maestros: hagamos que nuestros hijos, nuestros estudiantes, hablen, lean y escriban. Enseñemos y practiquemos el lenguaje en sus más diversas formas. Aunque parezca complicado. Especialmente si es complicado. Porque en este esfuerzo reside la libertad. Aquellos que afirman la necesidad de simplificar la ortografía, descontando el lenguaje de sus "defectos", aboliendo géneros, tiempos, matices, todo lo que crea complejidad, son los verdaderos arquitectos del empobrecimiento de la mente humana.
No hay libertad sin necesidad. No hay belleza sin el pensamiento de la belleza.
Christophe Clavé