Al juego del que hablaré, una televisora lo llama "Pata bola" (por su denominación en inglés), otros medios informativos lo llaman "el juego del hombre" (a pesar de que también lo juegan las mujeres); algunos comentaristas deportivos le llaman: "la guerra en calzones" o "el negocio del siglo", pero hoy, aquí le llamo: "el juego de las cuatro bolas" y enseguida le explico porqué:
La primera bola:- Para jugarlo se requiere de una bola, la cual, años atrás era fabricada con gajos de cuero y hoy de vinil y que la presión del aire que se le inyecta puede botar, ya que no es tan pesada y fácilmente se puede empujar con el pie. Es tan importante esta bola que se requieren acuerdos internacionales para fabricarla y adornarla, sin ella no se podría jugar; unos le llaman: balón.
La segunda bola:- La constituyen 22 extravagantes seudo-jugadores divididos en dos equipos de 11 peloteros cada uno, los cuales, en calzón y camiseta, pateando como locos la primera bola, la tratan de meter en un llamado arco o portería, formada por tres palos y una red que se coloca en los extremos del campo y así, en un va y viene, en un ir y venir, durante 90 minutos divididos en dos tiempos, dándose patadas, empujones y maltratadas, se entretienen a fin de ganar... dinero, mucho dinero que se lo van a sacar a la tercera bola, la bola de... que atarantados por la propaganda, asisten al lugar donde se juega ¿se juega? y al cual llaman: estadio.
La tercera bola:- Como ya dijimos, esta bola la forman los miles y miles de desquehacerados, algunas veces hasta 100 mil, que jueves, sábados, domingos y días festivos, en vez de trabajar, van a pagar por ver algo que ya no es deporte, porque desde que una compañía televisiva lo convirtió en un fabuloso negocio, dejó de llamarse así, esos desocupados, asoleados, bañados con líquidos que no es agua, entre gritos y sombrerazos, ven cómo la segunda bola a patada limpia, tratan de ganarle al contrario la primera bola y para evitar que se medio maten en el intento, se nombra al que llaman árbitro o nazareno (que por cierto nunca queda bien) y al que ayudan dos jueces de línea y un suplente, completando así a quienes dirigen el juego según las reglas de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), la fofa y la fufa. Se piensa que sin esta bola que ya es muy grande, no podría existir el espectáculo-negocio y se tendría que volver al tiempo de cuando el juego sí era deporte, por eso, en cada encuentro, como señuelo y evitar que disminuya el tamaño, se rifan automóviles, televisores y se presentan espectáculos con mujeres vestidas de charros o en paños menores o sea, es un extraordinario negocio para los organizadores y una "extraordinaria explotación de la pobreza de quienes asisten".
La cuarta bola:- Esta bola es la más grande de las cuatro, enorme, de millones de lerengos y de la cual, yo, Marta Elpidia y Yoana-Juana formamos parte al estar sentados frente a la caja idiota (la televisión) viendo y oyendo a un perro pelón que nos dice lo que no está sucediendo entre los animales que se patean que es un gusto y así vemos a las chivas patear a las águilas, los canarios comerse a los desplumados tecolotes.
¿Qué dirán de nuestras diversiones quienes dentro de 50 años o más lean estas líneas? ¿Lo llamarán fenómeno social o simple actividad lúdica? o ¿pensarán que sólo fueron puras... tarugadas? Si le choca esa palabreja, usted anote lo que piensa que creerán quienes con el tiempo nos van a juzgar.
Adolfo Martínez López
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 4 de julio de 2006).
¡ES EL JUEGO DEL HOMBREEEEEE!
Angel Fernández
(Recibido por e-mail el 30 de noviembre de 2009).
Antonio Salcedo Morales
(v.pág.2 del suplemento "ocio" del periódico Público del 11 de diciembre de 2009).
Los jugadores de futbol, en general, por su propia formación, son proclives al descuajeringue -o, para decirlo en mexicano, al 'descuajirongue'-; es decir, al descuido, al relajo. Empero, una cosa es que en su vida privada los futbolistas profesionales tengan derecho a saltarse las trancas, y otra muy diferente que los dirigentes de los clubes y la propia Federación no deban establecer determinadas pautas, puesto que el deporte es un espectáculo y debe ser, por ende, un vehículo para la educación de la niñez y la juventud.
"Sobre gustos -dicen- no hay nada escrito".
Falso. Hay mucho escrito... Y si hay lineamientos sobre modales y normas elementales de buen gusto que todo mundo entiende y acata, el futbol mexicano no tiene que ser un territorio en que esas normas no se apliquen.
Jaime García Elías
(v.pág.4-C del periódico El Informador del 25 de abril de 2011).
En el futbol americano la especulación, el retraso de juego interesado y el movimiento intrascendente de la pelota existe pero es mínimo en relación al que vemos en cada partido de soccer nacional. Ningún juego va a terminar cero a cero en el americano, así que en general podemos ver equipos lanzados hacia el frente, en busca de ampliar o recortar ventajas que a veces pueden ser estratosféricas. Y si bien los tiempos muertos entre jugadas pueden resultar desesperantes para quien no esté acostumbrado, pensemos simplemente en los infinitos y casi continuos tiempos muertos de los partidos locales, entre que un jugador termina de fingir que le dolió la cara por el empujón que le dieron en el hombro, entre que los recogebalones regresaron el esférico y el árbitro terminó de discutir con los inconformes en el campo y las bancas. El esfuerzo y la tensión en los momentos en que se pone en movimiento la pelota en la NFL son tan grandes que resultan imposibles de mantener de forma continua. En el soccer los cambios de ritmo son constantes pero "emocionante" no es un adjetivo que se le pueda aplicar a un partido común, la verdad.
Ya mencioné el asunto de las lesiones. Cuando alguien resulta lastimado en la NFL, cosa más o menos común porque el americano es un deporte de contacto, la escena habitual es ver un hombre abatido, quieto, sacado con todo cuidado del terreno. En el soccer es un ritual lo contrario: retorcerse, llevarse las manos al rostro, crispadas, gimotear y arrastrarse ante las cámaras y el árbitro para intentar que el rival sea amonestado o echado del campo.
No: el grado de arte del Barcelona de Guardiola cuando movía el balón, el grado de abnegación del Atlético del Cholo Simeone para defender o atacar con 10 jugadores, la maravilla que es James Rodríguez pateando la pelota, son incomparables y nadie las pone en duda. Pero eso no es lo que solemos ver en nuestras canchas.
Y la NFL podrá ser acusada de bestial, de maquinal, de incomprensible (hay gente que ha visto americano por 10 años y no entiende aún nada de lo que pasa) pero nunca de aburrida. No lo es. Es espectáculo, es pan y circo, pero buen pan y mejor circo.
Antonio Ortuño
Un breve repaso de las causas por las que es imposible que algo como la NFL exista entre nosotros.
La más importante de ellas no es, como podría pensarse, el tamaño descomunal (y con ello el rendimiento físico) que alcanzan los jugadores de futbol americano con respecto a nuestros deportistas. Sin embargo, esa causa y casi todas las demás pueden rastrearse en un aspecto muy sencillo: la economía. Se necesita, para ser jugador de la NFL, de una disciplina espartana de entrenamientos, sí, pero también de equipamientos costosos, alimentación al alcance de no demasiados bolsillos y el empujoncito adicional de la genética. Muchos jugadores, claro, provienen de hogares de clase media o directamente baja pero eso es suplido en Estados Unidos por programas escolares y universitarios que sostienen a quienes muestran talento y disposición. Nada como eso sucede en México, desde luego, donde el futbol americano es una actividad que muy pocos fuera de las clases privilegiadas pueden practicar de modo articulado. Ni siquiera puede decirse que exista en el soccer, a pesar de que en años recientes organizaciones como el Pachuca, el Atlas o las propias Chivas se han prodigado en la captación y preparación de jugadores adolescentes.
Es muy probable que esto tenga que ver con el hecho de que los deportes en Estados Unidos, a nivel de lo que acá llamamos "fuerzas básicas" funcionan en el marco de las High Schools y las Universidades y el desarrollo de los deportistas ocurre en un ambiente educativo que trasciende el deporte. Sí, muchos deportistas son brutos para la escuela y las instituciones los hacen avanzar (o al menos les facilitan el camino, y cada tanto hay un escándalo porque una estrella del baloncesto, por ejemplo, no sabe ni firmar sus contratos millonarios) si resultan buenos en el campo, pero unas fuerzas básicas mexicanas, por lo general, no son sino una escuela de futbol para pasar las tardes y no ofrecen nada más que gimnasio, pelota y regaderas. Tanto en un lado como en otro sólo una minúscula parte de quienes se esfuerzan llegarán a las ligas profesionales. Pero de una escuela, con un poco de esfuerzo, salen tipos con alguna clase de preparación para la vida adulta; de unas "fuerzas básicas" no.
Muchos deportistas profesionales ganan fortunas y no saben qué hacer con ellas. No pocos jugadores de la NFL han terminado en incidentes de tiros, golpes, acusaciones varias. Lo mismo en nuestra liga (en donde quizá aumente, comparativamente, el número de accidentes viales relacionados con el alcohol). Pero la liga de futbol americano pena severamente a quien se mete en ese tipo de líos. Acá hay una manga ancha impresionante y un futbolista no va a la cárcel a menos que mate a alguien, como el "Coreano" Rivera hace años.
Antonio Ortuño
Es difícil no estar de acuerdo con el hecho de que el futbol se ha radicalizado por lo menos desde la década de los 80. Paradoja si vemos que los profetas de esos años, como Francis Fukuyama, auguraban un mundo de racionalidad y civilización. Al contrario, desde los años 70, la cifra de muertos en campos de futbol se ha disparado. Sólo por citar algunos ejemplos: 80 muertos en Guatemala, en el marco de un partido clasificatorio entre Guatemala y Costa Rica en 1996; 5 personas son asesinadas durante un partido en Medellín, Colombia, en 1995; al menos 20 personas muertas en un enfrentamiento en un estadio de Ghana en 2001; 14 personas son asesinadas en Honduras. Y problemas entre aficiones de distintos equipos, los vemos casi cada semana. Desde el aficionado gallego asesinado por el Frente Atlético, tras un partido entre el Deportivo de La Coruña y el Atlético de Madrid, hasta los gases irritantes colocados por un aficionado de Boca Junios contra los jugadores de River Plate en la Copa Libertadores.
El futbol es el negocio de la lealtad. Es un negocio que se construye sobre la base de un vínculo identitario con el aficionado. Y es que en el futbol, todo importa menos la racionalidad: ¿No es irracional gastarse miles de pesos en acudir al futbol cuando la labor de un aficionado es tan poco significativa? Así, los equipos de futbol buscan fanatizar al aficionado, hacerlo pensar que su acompañamiento es clave para explicar las victorias y las derrotas. Su presencia o ausencia define el partido, otorgando al aficionado un papel protagonista que no tiene en la realidad. Más que un espectáculo, el futbol se convierte en una adicción que le permite al fanático trazar una frontera entre el "nosotros" y el "ellos". No hay nada más rentable para comerciar que la identidad, por ello los nacionalismos, los particularismos y las religiones son tan buenos mercaderes.
Las mayores tragedias en campos de futbol han ocurrido en países del 3er. mundo. África, sobre todo, aunque también Centro y Sudamérica. Sin embargo, las investigaciones sociológicas y psicológicas que se han llevado a cabo desde los años 90, señalan que no hay un vínculo entre violencia y subdesarrollo. Es decir, no es cierto que la violencia en el futbol aparezca en países con bajos niveles educativos, amplias capas de pobreza y desigualdad estructural. Por el contrario, algunos fenómenos de violencia en los campos de futbol aparecen en países con buenos niveles de desarrollo: Inglaterra, Argentina, Italia, Uruguay o Chile.
Es decir, el fenómeno del "barra brava", "tifosi" o "hooligan", a diferencia de lo que algunos piensan, no es el de un "loco irracional" que ve en el futbol otra arena para delinquir. Y aunque muchos fanáticos que acuden como barristas presentan atrasos educativos y severos problemas con drogas, su actuación se explica a partir de la complicidad interna de los grupos de animación. Las barras reproducen al interior de su organización muchos patrones que "alienan" al individuo: lealtad al grupo; liderazgos absolutos; conducción autoritaria; complicidad criminal; abuso de poder y organización bélica. En este contexto, y tomando en cuenta estas variables, la transformación del individuo en un "soldado" dispuesto a lo que sea por "defender su territorio" es más que probable.
Estudios elaborados en Argentina muestran que los integrantes de las barras bravas pueden provenir de cualquier clase social. Es cierto que detrás del malestar expresado en el futbol se encuentran agravios sociales de muy larga data, sin embargo es difícil adjudicarle alguna dimensión política o de protesta, particularmente en México. A diferencia de nuestro país, en países como España, los "ultras" sí tienen una ideología determinada: a los ultra sur del Madrid se les ha relacionado con posiciones de corte fascista; a los Boixos Nois del Barcelona con el independentismo de Cataluña, y a los bucaneros del Rayo Vallecano con los obreros de izquierda de Madrid. La politización del futbol es un elemento que abona a la polarización y desencadena violencia de otro tipo, cuando en el equipo de futbol se ve no sólo a 11 jugadores, sino también a un cúmulo de ideas políticas determinadas.
No son las condiciones sociales un determinante para explicar la violencia de un barrista. El fanatismo y la defensa de la identidad, que muchas veces se materializa en oposición al rival futbolístico odiado o incluso en contra de la autoridad y la policía, explica mucho mejor el tipo de violencia tanto física como verbal y simbólica que ejercen las barras.
Enrique Toussaint
Desde su inicio, el futbol tiene implícito un origen territorial, donde los equipos representan la colonia, ciudad o país donde residen los aficionados, explica el psicólogo Guillermo Dellamary. Esto lleva a interpretar el deporte como una batalla donde ganar o perder involucra las emociones y sentimientos de las personas.
"El futbol nació con apego a la identidad del lugar donde naces, de la cultura a la que perteneces. Esto lo hace sumamente emotivo o pasional".
Profundiza que ese vínculo de "amor a la camiseta", provoca que en caso de ser ofendido en la cancha o fuera de ella se toma como una ofensa personal, "van a la identidad".
Esta característica no la tienen otros deportes. Esto debido a que los organizadores de las competencias solicitan que no se dé una connotación de rivalidad entre competidores.
"El movimiento olímpico, por ejemplo, ha buscado disminuir que las personas se fanaticen con el nacionalismo de sus representantes".
En comparación, dentro del mundo del futbol, los medios de comunicación se han encargado de infundir en los aficionados la rivalidad con connotaciones bélicas como "el campo de batalla" o "las armas para atacar al enemigo".
(V.pág.3-A del periódico El Informador del 25 de julio de 2015).
Al futbol ya le queda poco de deporte, ahora lo que conocemos como futbol es más un negocio putrefacto que otra cosa.
Andrés Cabrera, periodista deportivo
La agresión entre aficionados de Tigres y Monterrey que manchó el Clásico regiomontano del fin de semana pasado trae a la memoria el caso de los "hooligans" ingleses, el ejemplo histórico más célebre de violencia entre seguidores del futbol.
El desarrollo de ese fenómeno demuestra que una vez iniciada, la violencia entre aficiones tiende a mutar para evadir los intentos de sofocarla, aunque si esos tentativos son serios y decididos, pueden representar un estímulo para lograr cambios positivos.
Entre los últimos años de la década de los 60 y mediados de los 80, la violencia entre seguidores de equipos de futbol era tan característica del futbol de Inglaterra que se conocía como "la enfermedad inglesa".
Los orígenes del "hooliganismo" se remontan a la organización del Mundial de 1966 en Inglaterra. La justa, en la que los anfitriones se coronaron campeones, hizo que muchos jóvenes se interesaran por el futbol, que además comenzó a ser difundido masivamente gracias a la televisión.
Pronto, los jóvenes seguidores comenzaron a reunirse dentro de los estadios, desarrollando una versión más obscena y violenta de la tradicional afición al futbol.
Hacia finales de los 60, esos seguidores violentos adoptaron la identidad de los "skinheads", con pelo muy corto, o rapados, ropa que imitaba la vestimenta de la clase trabajadora, y un comportamiento abiertamente violento.
La 1a. estrategia para contener a los "hooligans" fue la segregación. La separación del resto del público tuvo el efecto indeseado de intensificar el sentimiento de comunidad entre los seguidores violentos, fortaleciéndolos psicológicamente.
El mayor control policial hizo que pronto los encontronazos entre aficionados ocurrieran en zonas alejadas del estadio. A cada innovación en los esfuerzos de contención, los "hooligans" respondieron con nuevas estrategias de evasión.
La violencia entre aficionados alcanzó el punto más alto en 1985, cuando una serie de tragedias obligaron al gobierno inglés a tomar medidas drásticas para sofocar el fenómeno.
En marzo de 1985 un incidente entre el Milwall y el Lutton en el que 47 personas resultaron lesionadas marcó el regreso de la violencia al interior de los estadios, y el punto de no retorno llegó el 29 de mayo, con la tragedia del estadio de Heysel, el inmueble de Bruselas en el que una avalancha de aficionados causó la muerte de 39 personas durante la Final de Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus.
Como consecuencia de los hechos de Heysel, a los equipos ingleses les fue prohibido participar en competiciones europeas entre 1985 y 1991.
La represión del "hooliganismo" se volvió una obsesión del gobierno de Margaret Thatcher, que lo definió como una cuestión de "ley y orden", pero de nuevo, la reacción a la violencia tuvo un efecto paradójico. Los rígidos límites estructurales en el interior de los estadios causaron otra tragedia, la de Hillsborough en 1989.
Después de Hillsborough y el reporte que el juez Peter Taylor hizo sobre el incidente, las autoridades británicas combatieron el "hooliganismo" usando un enfoque basado en recabar inteligencia y en aplicar penas más severas a los culpables de incitar a la violencia. Además, se aumentó el comfort dentro de los estadios, favoreciendo un ambiente familiar.
Raúl Romero
Durante el próximo mes de octubre se planea el estreno a través de Amazon Prime de la nueva serie de televisión brasileña "Dark Soccer", un proyecto del director Paulo Nascimento, quien tiene una amplia trayectoria en la industria fílmica de Sudamérica. A través de la ficción, esta trama hablará de cosas reales que suceden con este deporte, por ejemplo, de extorsiones financieras contra los jugadores, alienación religiosa, futbol internacional y compra de resultados de partidos por la mafia rusa.
"Vamos a estar en streaming yo creo que a partir de octubre de este año, más no sé cómo es el plan para toda América Latina, yo creo que será al mismo tiempo. Esta es una serie que habla mucho sobre nosotros los latinoamericanos, porque esta parte de corrupción en el futbol hay en todo el mundo, pero nosotros tenemos esta cosa más de cómo es el sentimiento de un joven que un día vive en las cercanías de una gran ciudad, sin plata y sin nada y al otro día es millonario. Entonces, conocemos esa transformación donde no hay una preparación (psicológica) y sucede tanto en México, como Brasil y Argentina", comparte en entrevista.
"Yo voy al futbol desde el niño, soy un fanático apasionado, pero yo tenía la idea de contar la historia de un jugador que ya era rico, pero que ya no conseguía jugar bien, que hay muchos casos, principalmente en Brasil. Pero cuando comencé a hacer una pesquisa sobre este mundo del futbol, comencé a descubrir cosas que asustaban sobre este mundo, como la corrupción en juegos, la influencia de la Iglesia, la parte de la prostitución y las drogas, vi que había un mundo mucho más grande de lo que yo pensaba de este tema. Entonces, 'Dark Soccer' se creó como una serie nueva porque no se había hablado sobre este sub mundo del futbol, hay películas y series pero mostrando el desarrollo del deporte, la parte más artística, digámoslo así, pero yo estoy trabajando con la parte más pesada, por eso el nombre de la serie es perfecto".
Sobre si ha recibido amenazas o mensajes negativos de parte de las autoridades del futbol en Brasil o de la propia Iglesia que impulsa a muchos de los jugadores, dice Paulo que no ha pasado y no cree que suceda, pues entonces pondría en evidencia a esos que se manifestaran en contra. En cuanto a por qué no hacer un documental tras obtener toda esta información, resalta: "Porque yo no soy un documentalista, yo no tengo esta práctica, yo soy de ficción".
"Es impresionante porque empecé a hablar con jugadores de la Selección Brasileña, técnicos, empresarios y agentes, y cada uno me contó una cosa diferente y muchas otras graves. Entonces, pensé que con la dramaturgia podría contar esto con más libertad porque es importante de hablar. Las personas que aman el futbol conocerán el sub mundo de este deporte, pero a quienes no les gusta el futbol, verán un drama de familia, un drama de un mundo muy difícil".
(V.periódico El Informador en línea del 31 de julio de 2019).
El "juego limpio" que en el futbol mexicano se invoca antes de cada partido ("en la ceremonia de protocolo", suelen decir impunemente los cronistas, atenidos a que no hay árbitro que sancione las agresiones al idioma), es un buen deseo que muchas veces ahí se queda. Deporte de contacto como es el futbol, el límite entre la fuerza y la violencia muchas veces es imperceptible; y como el jugador, vía de regla, trata de sacar ventaja de todas las situaciones, se asume que tanto la deslealtad en algunos lances como la simulación de lesiones en otros, son "parte del juego".
Eso, en la cancha. En otros niveles del deporte también se dan situaciones anómalas, perversas. Algunas, ocasionalmente, son denunciadas. Botones de muestra -escandalosos, por cierto-, las renuncias de y procesos judiciales contra dirigentes de la FIFA (el mismísimo Joseph Blatter en primerísimo lugar) "en que se mezclan la corrupción, la lealtad y el silencio", como escribe Thomas Kistner en "FIFA Mafia", subtitulada como "la historia criminal de la organización deportiva más grande del mundo".
Jaime García Elías
Yo no tengo nada contra el fútbol. No voy a los estadios por la misma razón por la que no iría a dormir de noche a los subterráneos de la Estación Central de Milán (o a pasear por Central Park, en Nueva York, después de las 6 de la tarde), pero, si se tercia, veo un buen partido con interés y gusto en la televisión, porque reconozco y aprecio todos los méritos de este noble juego. Yo no odio el fútbol, yo odio a los apasionados del fútbol. Pero no quisiera ser malinterpretado. Yo albergo por los hinchas los mismos sentimientos que un partido ultranacionalista o la Liga Lombarda albergan por los inmigrantes: "No soy racista, con tal de que se queden en su casa". Y por su casa entiendo los lugares donde les gusta reunirse durante la semana (bar, familia, club) y los estadios, donde no me interesa lo que sucede, y mucho mejor si llegan los de Liverpool, y luego me divierto leyendo los sucesos, porque si circenses deben ser, que al menos corra la sangre.
No amo al hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres, e insiste en hablar contigo como si tú lo fueras. Para entender bien lo que quiero decir, pongo un ejemplo. Yo toco la flauta dulce (cada vez peor, según una declaración pública de Luciano Berio, y que te sigan tan atentamente los grandes maestros es una satisfacción). Supongamos ahora que estoy en un tren y le pregunto al señor sentado delante de mí, así, para entablar conversación: "¿Ha oído el úl- timo CD de Frans Brüggen?".
"¿Cómo, cómo?"
"Me refiero a la Pavane Lachryme. A mí me parece que ataca demasiado lento."
"Perdone, no le entiendo."
"Hombre, le estoy hablando de Van Eyck, ¿no? (silabeando) El Blockflöte."
"Mire usted es que yo... ¿Se toca con arco?"
"Ah, ya entiendo, usted no..."
"Yo, no."
"Curioso. Pero ¿usted no sabe que para tener una Coolsma hecha a mano hay que esperar 3 años? Entonces es mejor una Moeck de ébano. Es la mejor, al menos de las que pueden encontrarse en las tiendas. Me lo ha dicho incluso Rampal... Y oiga, ¿llega usted hasta la 5a. variación de Derdre Doen Daphne D'Over?"
"La verdad, yo voy a Parma..."
"Ah, ya entiendo, usted toca en fa y no en do. Es más agradecido. ¿Sabe que he descubierto una sonata de Loeillet que..."
"¿Leyeyé, qué?"
"Pero ya me gustaría verle a usted con las fantasías de Telemann. ¿Puede con ellas? ¿No irá a decirme usted que usa la digitación alemana?"
"Yo mire, los alemanes, el BMW será un gran coche y los respeto, pero..."
"Ya entiendo. Usa la digitación barroca. Justo. Mire usted, los de Saint Martin in the Fields..."
Bueno, no sé si he dado la idea. Y estaríais de acuerdo si mi desafortunado compañero de viaje se colgara del timbre de alarma. Pues lo mismo sucede con el hincha. La situación es particularmente difícil con el taxista:
"¿Vio a Vialli?"
"No, debe haber venido mientras no estaba."
"Pero esta noche, ¿verá el partido?"
"No, tengo que ocuparme del libro Z de la Metafísica, ¿sabe?, el Estagirita."
"Bien, véalo y ya me contará. Para mí Van Basten puede ser el Maradona de los 90, ¿usted qué cree? Pero yo no perdería de vista a Hagi."
Y así sucesivamente, como hablar con la pared. No es que a él no le importe nada que a mí no me importe nada. Es que no consigue concebir que a alguien no le importe nada. No lo entendería ni siquiera si yo tuviera 3 ojos y 2 antenas sobre las escamas verdes del occipucio. No tiene noción de la diferencia, variedad e incomparabilidad de los mundos posibles.
Yo he puesto el ejemplo del taxista, pero lo mismo sucede si el interlocutor pertenece a las clases hegemónicas. Es como una úlcera, ataca tanto al rico como al pobre. Aun así, es curioso que criaturas tan firmemente convencidas de que todos los hombres son iguales, luego estén dispuestas a abrirle la cabeza al hincha que viene de la provincia limítrofe. Este chovinismo ecuménico me arranca rugidos de admiración. Es como si los ultranacionalistas dijeran: "Dejad que los africanos vengan a nosotros, así luego los zurramos".
(1990)
Humberto EcoJorge Vergara nunca estuvo de acuerdo con la existencia de las porras en el futbol mexicano, pues años atrás el propietario de Chivas (QEPD) no tuvo empacho para declararse en contra de la existencia de las mismas.
Ahora que la porra de Querétaro protagonizó una barbarie en contra de los aficionados del Atlas que acudieron al Estadio La Corregidora, usuarios de redes sociales retomaron las declaraciones que el empresario emitió en el 2014.
"No importa si son bien portadas, que se acaben las barras, no son necesarias y lo único que son es un foco de infiltración. No digo que todos los chavos son malos, pero se les infiltran los malos y salen perjudicados a final de cuentas", comentó en aquel entonces el mandamás rojiblanco.
Para este fin de semana está programado el clásico nacional entre Chivas y América, y debido a lo que ocurrió en Querétaro, las Águilas no podrán contar con su barra en el Estadio Akron.
(V.periódico El Informador en línea del 7 de marzo de 2022).
Cuando el humorista español Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) escribió que "El futbol es el bacilo de la guerra civil", no estaba profetizando episodios de brutalidad y barbarie como los del sábado pasado en el estadio "La Corregidora" de Querétaro, ni ninguno de cuantos lo han precedido en México y en el ancho mundo. El futbol, en aquellos tiempos, era una bola de nieve que apenas empezaba a rodar: el inicio del alud social y económico que es en la actualidad.
Derrumbes de tribunas, avalanchas humanas, grescas multitudinarias, etc., se han sucedido por doquiera desde principios del siglo pasado.
Sedes, fechas y saldos de algunas de las tragedias más notables (la lista no es exhaustiva) registradas en estadios de futbol: Bolton, Inglaterra, 9 de marzo de 1946, 33 muertos, 43 heridos; Nápoles, Italia, 6 de noviembre de 1955, 152 muertos; Lima, Perú, 24 de mayo de 1964, 328 muertos, 800 heridos; Kaiseri, Turquía, 18 de septiembre de 1967, 40 muertos, 600 heridos; Buenos Aires, Argentina, 23 de junio de 1968, 71 muertos, 200 heridos; Glasgow, Escocia, 2 de enero de 1971, 66 muertos, 200 heridos; El Cairo, Egipto, 17 de febrero de 1974, 49 muertos, 47 heridos; Bradford, Inglaterra, 11 de mayo de 1985, 56 muertos, 265 heridos; Bruselas, Bélgica, 29 de mayo de 1985, 36 muertos, 600 heridos; Sheffield, Inglaterra, 15 de abril de 1989, 96 muertos; Guatemala, 16 de octubre de 1986, 84 muertos; Accra, Ghana, 9 de mayo de 2001, 127 muertos; Port Said, Egipto, 1 de febrero de 2012, 74 muertos, mil heridos...
En México, el inventario se inicia con el incendio del Parque Asturias, el 26 de marzo de 1939; el 26 de mayo de 1985, 8 personas perecieron por asfixia en un túnel del estadio de la Ciudad Universitaria; fueron noticia las grescas en los estadios de León, Torreón, Guadalajara, Monterrey y Querétaro, con decenas de lesionados y múltiples destrozos, aunque -menos mal, como el sábado en Querétaro- sin víctimas fatales.
Garantizar que estas tragedias no se repetirán, es imposible. Intentar, en cambio, que ocurran con la menor frecuencia posible y tratar de reducir el saldo de víctimas o daños, es perfectamente factible.
En ese orden de ideas, aplicar paños calientes (o endosar la culpa a Rasputín, al Monje Loco... o a "los regímenes neoliberales del pasado") sería dejar las cosas dispuestas para que la historia se reedite -en versión empeorada, si cabe-, en cuanto Dios se descuide.
Jaime García Elías
La Federación Mexicana de Fútbol (FMF) perdió a uno de sus aliados, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en su lucha contra el grito homofóbico de cara al Mundial que el país organizará en 2026.
La FMF y el Conapred firmaron en octubre de 2019 un convenio que la institución rectora del balompié presumió como parte de su estrategia para erradicar esta manifestación discriminatoria de los hinchas locales en el que se comprometió a realizar 7 acciones.
El acuerdo estaba vigente hasta el 31 de diciembre de 2022 y a pesar de que la FMF tenía intenciones de "continuar trabajando" con el organismo del gobierno mexicano, no se firmó una renovación. En la asociación entre las instituciones se lograron capacitaciones para 402 trabajadores de la federación y una campaña, sin embargo, nunca se entregó "un diagnóstico de la situación de discriminación en el fútbol mexicano", base del plan de trabajo.
"El diagnóstico será fundamental para establecer la diferenciación de actores en el fútbol, diseñar e identificar estrategias de cómo emitir los mensajes, cómo favorecer la capacitación, qué plataformas usar los mensajes a distintos públicos", explicó el pasado junio de 2021 la entonces funcionaria del Conapred encargada del convenio, Adelina González.
Además de la falta del diagnóstico, en noviembre de 2019, un mes después de la firma del convenio entre ambas instituciones, el Conapred le propuso a la FMF la elaboración de un protocolo para prevenir y atender la discriminación, que no se realizó.
El Conapred intentó sin éxito revisar el Código Fair Play de la FMF, con el que se atienden denuncias de violencia en la federación y que se usó en el caso que involucró a la exseleccionadora sub20 de México, Maribel Domínguez, despedida por "falta de liderazgo y conductas inapropiadas". El plan del Conapred conciliar el código con lo aprendido por los trabajadores de la FMF en los cursos de sensibilización en la no discriminación e igualdad.
Tampoco se realizaron acciones para terminar con la discriminación en el balompié como hacer más accesibles los estadios para personas con discapacidad o medidas para terminar con la discriminación por razones de género entre los trabajadores de la FMF. En 2022, la federación no se comprometió con el Conapred a realizar acciones para combatir la discriminación, a pesar de que en 2021 se firmó una carta compromiso para agilizar el convenio, en la cual presentaron a la Liga MX como otro actor del acuerdo.
Iván Lara, presidente de la Asociación Nacional de Deporte LGBTQ+ (Anade), una de las asociaciones deportivas del país que visibiliza y da proyección a atletas de la diversidad sexual en el país, criticó los resultados de la alianza.
"Fueron acciones lentas y no hubo seguimiento. Solo fue el curso de sensibilización y una campaña que no impactó a los aficionados. Además el curso se tomó en línea y ahí no tienes interacción con las personas LGBTQ+. Conapred no hizo mucho por obligar a que la FMF ponga atención real en nosotros", señaló Lara.
El activista admitió que la institución del gobierno mexicano era un buen aliado para la FMF en su lucha con el grito homofóbico, pero que sólo debía ser un enlace para acercarla a organizaciones civiles como Anade. "Conapred tiene muchas situaciones qué ver en el país como para encargase solo de FMF, pero era la 1a. base. La siguiente somos nosotros, las organizaciones civiles. En nuestro caso cuando buscamos a la federación nos dijeron que el enlace era Conapred y nunca nos acercaron", sentenció.
El grito homofóbico le ha generado más de 10 multas a la FMF por parte de la FIFA, junto a castigos de partidos de la selección mexicana a puerta cerrada y la amenaza con perder la sede del próximo Mundial. Esta manifestación sigue presente entre los hinchas locales, algunos de los cuales la han usado en partidos del equipo mexicano como una protesta a los malos resultados de los directivos, entre los que están ser eliminados en Qatar 2022 en la fase de grupos.
(V.periódico El Informador en línea del 9 de abril de 2023).