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Tipo | Descripción |
Café | Los mejores. Son ricos, calientes, con cuerpo y te mantienen despierta toda la noche. |
Cemento | Después de esparcidos tardan un buen rato en ponerse duros. |
Chocolate | Dulces, suaves y generalmente se van directo a tus caderas. |
Batidora | Crees necesitar uno, pero no saber realmente para qué. |
Hielera | Llénalos de cerveza y podrás llevártelos a donde tú quieras. |
Fotocopiadora | Sólo sirven para reproducir. |
Rulero del pelo | Siempre están calientes y enredados en tu cabello. |
Zapato de tacón | Una vez que les has tomado la medida son fáciles de pisar. |
Horóscopo | Siempre te dicen qué debes hacer y generalmente están equivocados. |
Rimel | Corren a la primera lágrima. |
Minifalda | Si no tienes cuidado... se te suben por las piernas. |
Lugares para estacionarse | Los buenos ya están ocupados y los que quedan son minusválidos o demasiado pequeños. |
Tormenta de nieve | Nunca sabes cuándo se viene, cuántos centímetros tendrá y cuánto puede durar. |
Internet | De difícil acceso |
Servidor | Está siempre ocupado cuando usted quiere usarlo |
Windows | Todas saben que no sirve, pero nadie vive sin él. |
Powerpoint | Nadie tiene la paciencia para aguantarlo más de media hora |
Excel | Dicen que hace muchas cosas, pero usted sólo lo utiliza para las cuatro operaciones básicas. |
Word | Siempre le tiene una sorpresa reservada y no existe nadie que lo comprenda totalmente. |
DOS | Todas lo usaron algún día, pero nadie lo quiere ahora |
Backup | Usted siempre cree que tiene lo suficiente, pero a la hora de "vamos a ver" siempre le falta algo. |
Virus | También conocido como "esposo". Cuando usted menos espera, él llega, se instala y va apoderándose de todos sus recursos. Si usted intenta desinstalarlo perderá alguna cosa; si no lo intenta, perderá todo. |
Scandisk | Sabe que él es bueno y que sólo quiere ayudar, pero en el fondo no sabe qué es lo que hace en realidad. |
Salvapantallas | No sirve para nada, pero divierte. |
Paintbrush | Sólo sirve para sus hijos. |
RAM | Olvida lo que hace apenas se desconecta. |
Disco duro | Se acuerda de todo siempre. |
Mouse | Sólo funciona cuando es arrastrado y presionado. |
Joystick | La deja usted con la mano sudada y con calambres en el brazo. |
Password | Usted se cree que es la única que lo conoce, pero lo conoce medio mundo. |
MP3 | Todas quieren bajárselo. |
Usuario | No hace nada bien y pide más de lo que necesita. |
CPU | Por fuera parece que tiene de todo, pero por dentro está casi vacío. |
Monitor | Te hace ver la vida con los más lindos colores. |
De cada 10 cosas que dice, 8 son tonterías | |
DVD | Es aquel que se Desnuda, se Voltea y se Duerme. |
DVD-R Plus | Es aquel que se Desnuda, se Voltea, se Duerme y Ronca. |
CD | Es aquel que Come y Duerme. |
IPOD | Es el Inútil Para Otras Diversiones |
MP3 | Es el Muy Muy Muy... Pendejo. |
VHS | Es el bueno para Varias Horas de Sexo. |
Misógino: Se aplica al hombre que siente aversión hacia las mujeres o rehúye su trato.
Labor doméstica | Valor mensual a cobrar |
Aseo general de la casa | $ 1,600 |
Preparar los alimentos | $ 3,500 |
Hacer las camas | $ 3,000 |
Fungir como mesera | $ 1,500 |
Lavar 40 docenas de prendas | $ 1,000 |
Planchar 25 docenas de prendas | $ 625 |
Cuidar a los niños | $ 4,000 |
Ayudar a los niños con la tarea escolar 40 horas al mes | $ 3,200 |
Chofer | $ 5,000 |
Bolero | $ 150 |
Jardinero | $ 300 |
Peluquero | $ 100 |
Cargar compras del súper a la casa | $ 100 |
Psicóloga (dos sesiones al mes) | $ 800 |
Enfermera (cuatro atenciones en el mes) | $ 1,520 |
Reparaciones de ropa (cuatro ocasiones al mes) | $ 480 |
No todos los hombres pueden tener amigas.
Muchos de ellos nacen, viven y mueren atrapados por una sola voluntad inevitable: llevar a la cama a cuanta mujer se les aparezca delante. ¿Estará este ímpetu originado en el deseo frustrado de aquella primera mujer que nadie pudo tener, excepto Edipo, y tan caro le costó?
Aunque no se anime a proponerlo porque sabe que va a ser rechazado, o por timidez, la fantasía de acostarse con esa amiga o compañera lo mantiene agazapado en un perfil bajo, que no significa renuncia o resignación. Y ella -cuando le informamos que ese al que ella llama su "amigo del alma" no sufre de glaucoma sino que los espermatozoides le salen del lagrimal cuando ella aparece- se enoja con nosotros y nos dice que tenemos la cabeza podrida.
Un hombre en general, y el novio de una chica en particular, huele a un kilómetro a ese tipo que lo único que busca es curtirse a su chica envestido en el disfraz de amigo. Su tono de voz, su sonrisa, sus posiciones corporales, todo lo delata, pero ella no lo quiere ver. Ni siquiera cuando la invita a salir a ella sola decenas de veces.
Los denuncio, pues, tratando de iluminar algunos casos comunes:
Si yo fuera mujer, podría publicar
miles de razones del secreto de Don Juan
las carcajadas nos harían llorar.
Si yo fuera mujer, a mi no me tocaban
un tonto con coche, música de fondo y pose de John Wey,
me daría el gusto, de violarle a él.
Y así, nada de igualdad
muerte al violador, premio a la infidelidad
les haría probar eso que ellos llaman nuestra libertad.
Si yo fuera mujer, si fuera mujer
yo me tendría que querer.
Si yo fuera mujer no me casaría
nada de sostén, nada de pastillas, que las tome él
y ahora que lo sabes, ahora tómame.
En el momento en el que nuestro presidente Vicente Fox incertó la precisión "chiquillos y chiquillas", varios miles de mujeres quedamos estupefactas y no sabíamos si celebrar o llorar. Luego, toda vez que su esposa Marta Sahagún también adoptara términos muy inclusivos, lo mismo que conceptos tan feministas como "empoderamiento", las cosas resultaron todavía más complicadas.
Sabemos que somos el nicho de mercado más amplio y generoso para las ganancias de productos, mercancías y servicios. Sabemos también que somos más de la mitad de la población del país y que nuestra fuerza debería ser arrolladora en procesos políticos y económicos, pero hasta ahora somos potencia; todavía estamos en vías de ser actores sociales que aprovechen para sí sus capacidades y poder intrínsecos. Todo nuestro capital humano, político y social, está sujeto a una larga lista de desventajas y a ellas se ha sumado otra más: la de ser preciados objetos de moda en los discursos políticos; la de ser vistas ahora con lamentable condescendencia y la de estar en todas las conversaciones de igualdad y equidad, sin tener la experiencia de ninguno de estos ideales y prácticas.
Como sucede en todos los terrenos, cuando la institucionalidad retoma discursos alternativos como el feminista, logra desgastarlos y neutralizarlos en muchos sentidos, sobre todo si lo que se dice no corresponde con la realidad.
Reponsable de... | Esposa | Ambos esposos | Esposo | Mamá o abuela | Hija | Toda la familia | Los hijos | Otros |
Actividades domésticas | 70.8% | 22.7% | 4.5% | 1% | 0.7% | 0.1% | ||
Educación de los hijos | 29.3% | 64.9% | 4.9% | 0.9% | ||||
Comprar los alimentos | 62.9% | 30.6% | 4.5% | 2.1% |
(Publicado en el diario Público del 9 de marzo de 2007).
Acción de novio | Justificación de la novia | Resultados |
Te indica o comenta cómo vestirte, es decir, te recomienda que no uses ropa ajustada, faldas muy cortas o escotes pronunciados. En un principio lo sugiere, pero al pasar el tiempo lo exige. | Me quiere y por eso le importa cómo me veo. Se fija en los detalles y eso a mí me hace sentir amada y tomada en cuenta. | Empieza a vestirse como el novio le dice; por lo general, desprovista de atractivo. Después de un tiempo empieza a sentir que pierde su encanto y posteriormente, esto mina la seguridad en sí misma. |
No le parecen tus amigas, las critica, piensa que son mala onda, hipócritas, que si te estimaran de verdad, no les importaría que pasaras más tiempo con él que con ellas. | Piensas que en realidad nunca lo habías visto así, tu novio tiene razón. Tus amigas deberían de estar contentas porque estás en compañía de tu príncipe azul. Comienzas a preguntarte: ¿Será que ellas son envidiosas y está celosas de mi relación de pareja? | La joven empieza a alejarse de sus amigas y a pasar más tiempo con su novio. Después de algún tiempo, ella está casi totalmente aislada. |
Celos excesivos, llamadas constantes, interrogatorios extensivos: ¿qué hiciste?, ¿a dónde fuiste?, ¿con quién?, ¿a qué horas?... | Me adora porque está pendiente de todo lo que sucede en mi vida; me llama por teléfono más de cinco veces al día para ver cómo estoy, dónde ando y con quién me encuentro. Nadie me había brindado tanta atención. | Empieza una dependencia hacia las llamadas, pérdida de libertad para ir y hacer lo que le plazca. Esta es una manera de ir domesticando a la chica. |
En la biblioteca:
-Señorita, ¿dónde está el libro Hombre, un ser perfecto?
-Allá al fondo, en la categoría de ciencia ficción.
[Para el webmaster, el gran problema a resolver es el papel que la mujer tiene en la formación de la familia, en el cuidado de los hijos, que la hace, muchas veces, que voluntariamente haga un paréntesis de varios años en su vida profesional del que ya nunca logra recuperarse. Solucionando este punto se vería incrementar la participación de mujeres en los más altos puestos... Las guarderías son una solución mediocre y para muchas mujeres, inaceptable. La familia extendida cada vez es menos extendida, por lo que muchas veces ya no existe como un apoyo... Y la mayoría de las mujeres siguen queriendo formar una familia y los hombres no quieren hacer un paréntesis en su vida profesional, sacrificándola para dedicarse a los hijos... Hay que recordar esa otra discriminación implícita en que después de los 35 años de edad es casi imposible encontrar un buen empleo y de la que muy poco se habla.]
Las mujeres son y serán siempre más cabronas que bonitas, y los los hombres son y serán siempre más calientes que inteligentes.
La realidad es que el país está lleno de hijos que fueron abandonados por sus padres, ya sea emocional, física o geográficamente. De padres que golpean a sus hijos porque les enseñaron que ser hombrecito es ser macho y violento. Hay miles de hijos que juraron no repetir el modelo aunque a veces lo hacen. Padres a quienes les enseñaron que para ser hombre hay que tener mucho sexo y que la mujer es la responsable de evitar el embarazo. Padres que tuvieron que dejar la universidad porque no se pusieron condón, y les forzaron a casarse y a tener una criatura no deseada.
De la maternidad se dice demasiado. De la paternidad nada. Quienes han estado en contra del derecho de las mujeres para tomar decisiones sobre su cuerpo y la maternidad han evitado a toda costa hablar del papel de los inseminadores o de la paternidad no elegida.
De esa forma, las mujeres representan sólo 3.9 por ciento del total de los presidentes municipales.
El mismo panorama se repite en otros niveles de gobierno: de 32 gubernaturas del país, sólo 2 son ocupadas por personas del sexo femenino -Ivonne Ortega, en Yucatán, y Amalia García, en Zacatecas-, lo que significa que 93.7% de los mandatarios estatales son varones.
A pesar de que desde 2002 el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales incluye la Ley de Cuotas, que estipula que 30% de los cargos públicos deben ser ejercidos por mujeres, prácticamente todas las esferas de gobierno están cerradas a ellas. En la Cámara de Diputados, de las 500 curules, sólo 108 están ocupadas por mujeres, cifra que representa 21.6% del total, muy inferior a lo que marca la ley.
En el Senado, donde existen 2 mujeres en la mesa directiva, integrada por 8 legisladores, la representación del género femenino también es marginal: de 128 curules, 24 son de mujeres; es decir, 18.75%, la mayoría postuladas por el blanquiazul.
¿Y cuántos de esos huesos están ocupados por mujeres simplementoe porque son esposas de altos jerarcas partidistas? Pregunta el webmaster.
En un comunicado, indicó que este método ha probado su eficacia en países europeos, y México puede adoptarlo para inhibir ciertos delitos, en especial sexuales, en los que la violencia tiene un fuerte componente hormonal.
El experto mencionó que, según cifras de las procuradurías generales de la República y de Justicia del Distrito Federal, cada hora se comete una violación, por ello la propuesta es reducir esa conducta al disminuir la cantidad de testosterona en la sangre con fármacos conocidos genéricamente como antiandrógenos.
Indicó que existen dos propuestas para establecer la castración química en México, una en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y la otra en Chihuahua.
Una ama de casa, como opina Brenda Jiménez, secretaria de un consultorio y madre de un niño de 5 años, "no tiene hora de entrar o salir, ni dispone de tiempo para el descanso al igual que el resto de la familia. Es el empleo más ingrato que puede existir porque ahí no hay domingos, puentes, días de fiesta ni remuneraciones por lo que haces".
A Roxana N, su marido no la "deja" trabajar, porque dice que no es "de hombres" permitir que sus mujeres lo hagan, pero no se incomoda con los dineros que ésta se procura haciendo pasteles, distribuyendo una línea de cosméticos, vendiendo paletas heladas que los chiquillos acuden a comprar a su casa y mercadeando cuanto le es posible entre sus amistades que admiran su temple luchón y la prudencia con que soporta las reconvenciones de su marido, cuando juzga que algo en casa no está en su lugar porque "la señora anda jugando a trabajar". Amalia, su hermana, es quien relata con indignación los malos hábitos de su cuñado: "Yo misma he llegado a sostener altercados con él, por el poco respeto que le tiene a mi hermana y el desprecio con que se expresa sobre lo que la pobre hace para completar el gasto. Nunca le ha reconocido mayor mérito y no se cansa de burlarse en público de lo que califica como sus 'negocitos piteros'. El quiere una sirvienta de tiempo completo y mi hermana le concede el gusto porque, además, dice sentirse muy feliz como ama de casa. El problema es que sus 2 hijos adolescentes la ven igual y le exigen que los atienda, los lleve, los traiga y les sirva de cenar frente a la televisión. Ya mejor no me meto, porque salgo desplumada por andar, según él, de liberada y sin un marido capaz de meterme en cintura".
Según lo considera la sexagenaria Ramona Valenzuela, hoy viuda y recién jubilada, "la mujer trabaja en casa sin sueldo ni prestaciones, pero lo peor es que, aunque se haga cargo de atender las necesidades domésticas de toda la familia, muchas veces no tiene independencia económica ni derecho a disponer para lo que se le antoje. Cuando es sólo el hombre quien provee en lo económico, es también quien toma las decisiones y, aunque no se puede generalizar, abundan los casos en que el ama de casa no tiene ni voz ni voto, y pasa a ser parte del menaje de una casa".
Hoy tengo dicho libro en mis manos y me digo: "Es serio". Va dirigido a las mujeres sobre todo, y la viudez a la que se refiere es la de que ellas se quiten esos estorbos que las impiden ser ellas mismas y vivir... vivir a gusto.
Afortunadamente con el tiempo las mujeres, algunas, han alcanzado el nivel que merecen y han llegado, como la misma autora, a los puestos de importancia que su calidad y cultura humanas merecen, pero aun hay muchas, y Josefina Vázquez Mota lo recalca, que viven en segundo plano, como si fueran objetos, cosillas sin valor y son golpeadas.
Cuando se habla de la mujer hay que incluir a las indígenas, pobrecillas, y la autora no las olvida. Vean a una de estas mujeres mexicanas cargadas de hijos, de trabajo y de vejaciones del marido, un macho con sombrero ancho.
Pero también las mujeres de las ciudades sufren golpes y humillaciones, muchas. Yo me pregunto cómo fueron sus noviazgos. ¡Una mentira!
Al cabo de un tiempo las desprecian porque guisan mal, no son elegantes, están gordas . Si la esposa culturalmente no llega al nivel del marido, la veja, pero si ella tiene inteligencia, estudios y una profesión que sobrepasa a la del hombre, éste no puede soportarla. ¿Cómo es posible si hasta hace poco las faltas de ortografía y la letra como garabatos de la esposa eran gracias que valoraba el marido? Y éste utilizará muchas veces en público frases dirigidas a ella con el ánimo de achicarla, duele esta humillación tanto como los golpes que reciben otras. Y es de este caso, las cultas mujeres humilladas por el esposo inferior de lo que habla muy poco Josefina, siendo tan importante.
Pero por suerte, los tiempos se van modificando. Hoy en las universidades estudian como camaradas ellas y ellos, y ya he oído decir a los muchachos que hoy no desean una compañera ignorante, sino igual que ellos y admiran a la colega que los supera como admiran al compañero que obtiene 10 en sus exámenes.
Claro que hemos de admitir que cada dama realmente es un caso distinto y no puede generalizarse en total la situación de la mujer, en algo coinciden muchas, pero está el entorno de cada una y los hijos que unen o ¿atan?
Deshecha está la mujer sola con 3 hijos, aunque sea ejecutiva del mejor negocio del mundo y gane una fortuna, trabajo, hijos, hogar... podrá tener quienes la sirvan, pero ella ha de obtener el dinero para todo con un esfuerzo, sonrisas y fingido buen humor.
Buen libro. Buen título.
"Espero con impaciencia el día en que una atleta femenina saudí tome parte en la ceremonia", indicó Rice, en referencia al tradicional desfile de los deportistas de cada país en el ceremonia de apertura.
"Pienso que cuando las mujeres puedan votar, también estarán en los Juegos Olímpicos", estimó Rice.
La funcionaria añadió que muchos países de mayoría musulmana, como Afganistán o Iraq, autorizan ahora a las mujeres a participar en competiciones deportivas, pero no es el caso de Arabia Saudí.
En este último país, los deportes para las niñas están prohibidos en las escuelas públicas y las mujeres, que deben cubrirse la de la cabeza a los pies en público, y además no tienen derecho a conducir.
-Estoy casi seguro de que ya lo operaron- dijo el médico.
-¿Cómo puedo estar completamente segura?- preguntó Allison.
-Observe si el gato hace cosas "de macho".
-Ya se la pasa echado en el sillón todo el día- dijo mi amiga. -Si empieza a acaparar el control remoto se lo traeré.
La especialista explicó que a partir de que cada vez hay más mujeres con mayores niveles de escolaridad, que ya no aceptan el dominio conyugal, que defienden su libertad y ocupan puestos de poder, hay un gran desconcierto por parte de un sector masculino.
"Muchos hombres han perdido los tradicionales espacios de poder que ocuparon durante bastante tiempo", resaltó la académica. Comentó que en los estudios de género se maneja como hipótesis que la crisis de identidad de la masculinidad ha contribuido a que la violencia hacia las mujeres esté en aumento, sobre todo a partir de la última década.
La autora del libro Los hombres y su fantasma de lo femenino resaltó que lejos de que la violencia hacia las mujeres esté en retroceso, como consecuencia de la existencia de una mayor cultura sobre la equidad de género, "lo que vemos es que eso no sucede en la realidad".
Destacó que en México siguen siendo una minoría los hombres que participan en el cuidado de los hijos y en las labores del hogar, así como los que apoyan el desarrollo profesional y personal de las mujeres.
Para la especialista la crisis de identidad de la masculinidad se debe a que muchos individuos "se quedaron atrapados en un esquema tradicional de lo que era ser hombre y eso, ahora, no les funciona".
Mencionó que la mercadotecnia y los medios de comunicación dificultan la construcción de una nueva identidad masculina, porque sigue reproduciendo estereotipos basados en la cultura falocéntrica.
La presidenta de Inmujeres, Rocío García Gaytán, explicó en un comunicado que una de las figuras que se debe derogar cuanto antes es la del homicidio por infidelidad conyugal o por razones de honor, previsto aún en 14 códigos penales del país.
"Especialmente nos preocupan los casos de Campeche, Tamaulipas y Michoacán, en donde la pena mínima para el que prive de la vida a su cónyuge o concubina es de apenas 3 días de prisión. Esto es una licencia para matar mujeres", destacó.
La titular de Inmujeres señaló que debe revisarse con detenimiento el delito de rapto, vigente en 20 entidades federativas.
Se debe proteger a la mujer que es sustraída por un hombre, por violencia física o moral, para realizar un acto erótico sexual o casarse, cuya responsabilidad penal se extingue si el delincuente se casa con la mujer a la que secuestró y abusó sexualmente.
García Gaytán señaló que "las mujeres estamos aprendiendo cada vez más nuevas formas de ejercer el poder en el reconocimiento" y la participación de la población femenina ha sido una constante dentro del desarrollo local.
En muchos municipios, las mujeres son consideradas únicamente como amas de casa, madres de familia, educadoras y sujetas del clientelismo político, sobre todo en época electoral y no vistas como agentes activos, sujetas de derechos y toma de decisiones, acusó.
La ignorancia, el miedo, el amor desaforado, ya no son excusas para ciertos comportamientos y tolerancias.
Cualquier mujer, hasta la más ignorante o estúpida, sabe ahora cosas que antes no sabía. O puede saberlas, a poco que mire. Por eso es tan irritante observar en los hombres, adultos o niños, comportamientos que a menudo son las mismas mujeres, madres, hermanas, esposas, las que los transmiten, alientan y justifican. Es como lo del pañuelo o el velo islámico. Cada vez que veo por la calle, en Europa, a una mujer velada con niños pequeños me pregunto hasta qué punto no será culpable, en el futuro, del velo de esa hija y del comportamiento de ese hijo. Poca diferencia encuentro entre la pava que disculpa al hombre que le sacude estopa y la musulmana que afirma llevar el velo como ejercicio público de libertad personal.
Los datos del segundo trimestre de 2008 indican que en el país 78 de cada 100 hombres y 42 de cada 100 mujeres realizan actividades económicas.
Sin embargo, en promedio, las mujeres trabajan casi 25 horas más a la semana que los hombres al sumar a las actividades laborales el tiempo dedicado a los quehaceres domésticos.
Cifras a 2002 revelan que al mercado laboral los varones dedican 51 horas con 42 minutos y las mujeres 37 horas con 18 minutos, en promedio a la semana, aunque a labores domésticas éstas dedican 54 horas y 24 minutos, contra 15 horas y 18 minutos de los primeros. Así, las mujeres ocupan casi 92 horas y los hombres 67 a ambas actividades.
Es por ello que el cielo debe esperar a quienes en uso de su conciencia han votado, porque su voto no fue sólo una opinión religiosa, sino que significa acompañar a la mujer violada en ese trayecto que, antes, transitaba sola... Ahora será diferente, porque todos los votantes se han hecho responsables de la vida de quienes llegarán; ya nada de miseria, mucho menos de dejarlos en las esquinas aspirando thinner... ahora todo será educación y vida digna. Por ello, es el cielo lo que pueden esperar.
Y para confirmar esto, desde la votación, en las legislaturas ya no hay despilfarros ni parrandas, todos los recursos se abocan a paliar las necesidades de las mujeres violadas, de las mujeres que en peligro de muerte deben pagar costosos tratamientos; ahora ellas ya no tienen de qué preocuparse, la legislatura actual operó un maravilloso cambio de actitud, el que, a pesar de respetar el laicismo, les ganará el buscado cielo.
Y no hay malos entendidos que temer, el cielo está al alcance de su mano porque los legisladores no han expresado su juicio, ni realizado su votación cuidando una fecha electoral, mucho menos haciendo negociaciones en lo oscurito.
Porque los legisladores desde ese día se han encargado de proteger a las mujeres, de hacer que su vida, antes amenazada con todo tipo de peligros, esté ahora cubierta por el respeto: en la calle, en el transporte público, en sus trabajos.
Entonces los legisladores pueden dormir el sueño de los justos sabiendo que no hay peligro, ni de que el cielo se cierre, mucho menos de que los electores ejerzan un voto de castigo... Sus bondades vueltas laureles en sus cabezas, será lo que la mujer tendrá en mente cuando, en peligro de su vida, recurra a la clandestinidad: muerte que los legisladores llevarán atada al cuello en ése, su trayecto al cielo.
Así es que suponían que la inteligencia de la mujer era chiquita, que no podía pensar ni idear como el hombre y durante largo tiempo fue dedicada a labores "propias de su sexo", es decir del "hogar", y en los colegios terminaban sus estudios con la primaria. Si ya sabían leer y escribir ¿para qué más? Y hubo varias damas que no se conformaron y si no podían avanzar en el estudio por ser mujer y llevar faldas, se las quitaron, como Sor Juana Inés de la Cruz, Concepción Arenal y, más exagerada, Aurora Dupin o Jorge Sand y tuvieron la tentación de usar pantalones, traje de hombre, demostrando ser tan inteligentes como ellos en la ciencia y el arte, ahí están madame Curie y madame Elizabeth le Brun, la pintora de María Antonieta y otras más.
¿Que son pocas comparadas con los éxitos de los hombres? Bueno, las trabas que se les ponían en sus caminos las hicieron desistir a muchas de la dura lucha y encerrarse en la cocina y, por las tardes, bordar y remendar calcetines. Hay una mujer, nacida en Galicia, la condesa Emilia Pardo Bazán que, por ser rica, pudo hacer fácilmente lo que quiso. Le gustaba escribir y como vivió de 1851 a l921, ya no eran tan duras las zancadillas que colocaron a su paso. Y escribió. Su principal novela se titula "Los âzos de Ulloa", siendo "âzos" en Galicia lo que aquí llamamos hacienda.
Esta mujer, Emilia Pardo Bazán, figuró mucho en la vida intelectual de su tiempo por mujer lista que, además de sus libros que la hicieron el más importante personaje de la novela en España, para ella se creó la cátedra de Literaturas Románicas y fue directora de la Biblioteca de la Mujer. Lista, pues, y reconocida. Tiene un monumento en Madrid, calle De la Princesa.
Muchas mujeres listas no lo parecieron por la época que les tocó vivir. Hoy esto ha cambiado. La mujer puede estudiar la profesión que desee y ya vemos que hasta presidentas de varias repúblicas hay.
¡Quién se lo hubiera dicho a mi abuela, que leía los libros de la condesa Pardo Bazán!
Uno de los temas que más llama la atención es que el listado de las 50 poderosas está plagado de segundas posiciones. Aparecen en él la directora asociada de investigación de mercados de P&G; la vicepresidenta de recursos humanos de Whirpool; la directora general jurídica de Banorte; la directora de asuntos corporativos de HP. Y así. Todas con gran mérito. Todas ganadoras. No obstante, no hay un número nutrido de mujeres encabezando las grandes corporaciones de capital mexicano.
¿Directoras generales y presidentas de consejos? Muy pocas, y las que hay, varias lo son de empresas subsidiarias de otra empresa más grande... que encabeza un varón. El ranking también muestra que las que llegan a la máxima posición lo hacen en empresas cuyos dueños no son mexicanos: Siemens, Scotiabank, Shell, GMAC, Sabre. ¿Será que los extranjeros valoran más nuestro talento femenino que los propios mexicanos?
Recientemente una amiga europea me preguntó por qué algunas grandes corporaciones de capital mexicano estaban encabezadas por los yernos de los fundadores y no por las hijas herederas (¡ellas eran las herederas!). No tuve una respuesta convincente. Me encantaría preguntarles a ellas.
Se trata de consagrar fórmulas aparentemente solidarias y pertinentes ya que buscan proteger la vida desde el momento de la concepción-fecundación. En Oaxaca, si prospera la iniciativa presentada, ahora el óvulo fecundado será considerado textualmente "un menor de edad", y en Sonora, "desde el momento de la fecundación de un individuo, entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales...". De lógica luego hablamos.
Digo que aparentemente, porque en todos esos congresos la mayoría hizo a un lado los argumentos científicos, los razonamientos de la Corte, los dilemas morales, los derechos de las mujeres y pretenden "resolver" un problema de salud por la vía penal. De tal suerte que la beatería que no pueden esconder esas reformas causará más daños y perjuicios que la despenalización de un recurso al que las mujeres recurren desde tiempos inmemoriales.
La ciencia.- Equiparar un óvulo fecundado a un menor de edad, un cigoto a una persona, no tiene ninguna base científica (ni lógica). Cito al doctor Ricardo Tapia: "no hay nada no biológico, sobrenatural o espiritual en el genoma humano y por lo tanto no hay razones científicas para considerar que un cigoto, un blastocisto, o aun un embrión de 12, 14 o 20 semanas, tiene dignidad humana y es una persona, aunque posea el genoma humano completo". ("La formación del ser humano, el cerebro y el aborto", en Nexos, abril de 2008).
La Corte.- No sólo la resolución de la Corte y la mayoría de las intervenciones de los ministros establecieron con claridad que la despenalización del aborto es constitucional, sino que además para ejercer derechos se requiere que el "sujeto esté determinado" (que sea una persona nacida) (Valls Hernández), que "el embarazo forzado es una forma de esclavitud" (Góngora Pimentel), que en todo caso "los derechos deben ponderarse (Franco González), y no suprimir el de las mujeres", y "que imponerle a la mujer que su embarazo llegue a término (contra su voluntad) afectará definitiva y permanentemente sus derechos, pues se alterarán su vida familiar, laboral, educativa, profesional y social... la vida en su integridad" (Sánchez Cordero) (GIRE).
La moral.- Sabemos que en toda interrupción de un embarazo existe un dilema moral. Pero incumbe sólo a las mujeres resolverlo. Ni las iglesias ni las leyes ni el Estado ni la familia deberían condenar y perseguir a la mujer que decidiera abortar durante las primeras semanas de su embarazo. Cuando se despenaliza ese difícil expediente ninguna mujer está obligada a interrumpir su embarazo (puede o no hacerlo), mientras que cuando se penaliza a todas se les cancela una opción. Quienes militan contra la despenalización suelen no comprender los dilemas morales (propios e intransferibles), y quieren "zanjar" el tema con normas generales y ciegas.
Los derechos de las mujeres.- No se le debe imponer a ninguna mujer un embarazo no deseado. Un derecho elemental y fundamental es el de decidir tener o no un hijo. Si algo distingue a los hombres de los animales es precisamente esa capacidad de trascender el "imperio de la naturaleza" y dotarse de mecanismos que amplían sus posibilidades de opción. La interrupción legal del embarazo es uno de esos derechos de corte liberal que construye diques a la intervención del estado.
La penalización.- Los abortos seguirán dándose. Se trata de un problema cuya dimensión fundamental es la de la salud de las mujeres, que al verse privadas de la atención profesional necesaria y eficiente acudirán a fórmulas antihigiénicas, clandestinas y altamente peligrosas. De tal suerte que el frenesí de los legisladores antiaborto derivará en más muertes de mujeres inocentes.
Hay que repetirlo: el aborto no es una medida anticonceptiva, sino una última y difícil opción. Como país requerimos que los jóvenes reciban información suficiente y clara sobre los métodos anticonceptivos y que los mismos se encuentren a su alcance. Ésa es la mejor vía para prevenir embarazos no queridos. Pero ante la eventualidad (no deseada) de un aborto, el estado debe respetar la decisión de la mujer y prestarle la atención médica necesaria. Eso ya sucede en el Distrito Federal con muy aceptables resultados.
Una mujer llega a casa apresuradamente. Rechina las llantas de su auto en la entrada. Corre dentro de la casa tirando las puertas y grita a todo pulmón a su marido: -¡Apúrate! ¡Empaca tus maletas! ¡Me gané el melaaaaateee!
El marido responde entusiasmado: -¡Dios mío!... ¿Qué debo empacar? ¿Ropa de playa o de montaña?
Ella responde... ¡No importa pendejo! ¡Sólo empaca y LARGATE A CHINGAR A TU MADRE!
Si son guapos | se sienten muy cabrones. |
Si son feos | se creen muy chistosos. |
Si son ricos | se creen influyentes. |
Si son pobres | te quieren dar lástima. |
Con coche | ¡Uf! Ya son grandes. |
Si quieres unas tortas o tacos | eres naca. |
Que "McDonnalds", o sea ¿no? | eres fresita agringadita; además ya ni está de moda. |
Si prefieres "La Mansión" | qué interesada. |
Si les das picones | eres una coqueta. |
Si los buscas | eres una rogona. |
Si tú les hablas | eres una arrastrada. |
Si no les hablas | ¡Qué payasa! Ni que estuviera tan buena. |
Si les das un beso | ¡Qué fácil! |
Si no se los das | ¡Huy morra apretada! Se hace del rogar. |
Si tienes voz dulce | ¡Pinche sumisa babosa! |
Si hablas fuerte | eres una histérica. |
Si estás de acuerdo con ellos | eres una mensa. |
Si no estás de acuerdo | eres una cerrada. |
Si eres seria | eres una mamona. |
Si no lo eres | ¡Pinche vieja hablamucho! |
Si te quieres casar | te huyen. |
Si no te quieres casar | frívola y, además, marimacha. |
Si eres linda y tierna | los empalagas. |
Si eres seca y fría | eres frígida. |
Una mujer puso un aviso clasificado que decía: "Busco marido." Al día siguiente recibió cientos de cartas que decían: "Te puedes quedar con el mío".
¡Muchos hallazgos científicos atribuidos a hombres los hicieron en verdad sus hermanas, esposas e hijas! No se admitía la inteligencia femenina, y la dejaban en la sombra. Hoy, felizmente, hay más mujeres que hombres en la investigación científica: ¡las herederas de Hipatia!
Putas, calenturientas, irresponsables, locas, descuidadas. Los adjetivos que sintetizan estas frases, son de personas reales, recogidos en Facebook, relacionados con el aborto. Putas, calenturientas, irresponsables, locas, descuidadas. Eso piensa la gente al escuchar que las mujeres deben ser libres para decidir si tienen o no un hijo.
Putas, calenturientas, irresponsables, locas, descuidadas. ¿De dónde sacan mujeres y hombres esta idea? ¿En dónde aprendieron que quienes pelean el derecho decidir sobre su cuerpo son ninfómanas de piernas abiertas a la busca de un hombre que las embarace para luego sacarse el feto? ¿Quién les contó este cuento? Putas, calenturientas, irresponsables, locas, descuidadas. Son antónimos de lo que dice la moral religiosa que debe ser una mujer: casta, asexuada, responsable, cuerda, cuidadosa. Igualitas a la Virgen María.
Basta asomarse a la calle, escuchar, ver cómo hombres, y muchísimas mujeres, se dicen "ya párale, pareces vieja", para ver de dónde viene el asunto. Es una antigua conocida, la misoginia. Esa que no permite entender que el cuerpo de las mujeres es de ellas, y de nadie más. Esa que cuando se habla de aborto se niega a aceptar que detrás del derecho de una mujer a decidir si sigue o no con un embarazo, está en juego qué se entiende por familia, qué papel tienen las mujeres en ella, cómo el Estado interviene en nuestras vidas.
Putas, calenturientas, irresponsables, locas, descuidadas. Adjetivos que no nos merecemos. Que no son ciertos. Pero que religiosos y políticos repiten como letanía, para reforzar la opresión sobre nuestras vidas. Son los mismos que se oponían a que las niñas fueran a la escuela. Son los mismos que se oponían a que las mujeres votaran. Son los mismos que dicen que cuando las mujeres salieron de sus casas a ganarse el pan comenzó la desintegración familiar. Son los mismos que dicen: si te pega, aguántate. Son los mismos que blindaron a Jalisco contra el aborto legal y que ahora buscan blindarlo contra el aborto en casos de violación o cuando la vida de la madre corre peligro.
Así que no me extraña que las erizas anden erizadas. En el mundo actual sólo hay algo peor que la cabronada de ser mujer: ser mujer lúcida, consciente de la cabronada que supone ser mujer.
¿Por qué? Porque las mujeres son quienes tienen el poder de perpetuar la especie. Y es en ese terreno difuso, lleno de grises, de mitos y de creencias, en donde cae el aborto. Es desde ahí que el tandem diabólico del clero y los políticos receta leyes para acotar a las brujas, a esas mujeres que creen que pueden decidir solas. Es desde ahí desde donde el estado decide no dejarlas elegir, sino obligarlas a usar su cuerpo para lo que ellos creen que debe ser. En el caso de Jalisco, tierra de machos y panistas, para tener hijos.
A muchos de los que están contra el aborto y gustan de presumir de tolerantes, se les llena la boca con el argumento de que no se puede legalizar una medida que, al final, es un drama para todas las mujeres que lo ejercen, como proabortistas y antiabortistas coinciden. Pero olvidan que la libertad es también poder hacer elecciones dolorosas. Decidir sin que se haya impuesto el punto de vista de otro. En el caso del aborto, como en el de la violencia, como en el de la pobreza, el silencio es la muerte. La muerte de cinco mujeres cada día.
Por eso las mujeres tienen que hablar. Por eso es urgente aprovechar cualquier resquicio que la ley provea para debilitar la teocracia, alejarla de nuestra vida pública, en la que nos merecemos ser libres y soberanas de nuestros cuerpos.
En el foro "El derecho a decidir de las mujeres en México", organizado por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y que se celebró el pasado 28 de septiembre, la espléndida abogada mexicana Leticia Bonifaz fue más clara que el agua: "que en su afán de prohibir este derecho, varias entidades han caído en graves incoherencias, hasta llegar a lo absurdo en la redacción de las reformas a sus constituciones". ¿Cuáles son estas entidades? Baja California, Campeche, Chihuahua, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Querétaro, Oaxaca y, sorprendentemente, Yucatán, gobernado por una mujer. ¿No crees que esto significa no dar un paso atrás sino varios, respecto a un derecho que tenemos las mujeres desde que nacemos, es decir, optar o no optar por ser madres por circunstancias personales que nada más a nosotras incumbe?
¿Qué dice tu conciencia respecto al más de millón y medio de mujeres que, según las organizaciones sociales, abortan clandestinamente? ¿Y de las 1,500 que han muerto en lo que va este año por practicarse el aborto? Y, ¿qué me dices de que en muchos de los 16 estados procesan y encarcelan a las mujeres por abortar, con penas de 25 a 40 años?
Aquí en la ciudad donde tú vives se han cumplido 2 años de las reformas que reconocieron en la Asamblea Legislativa el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad y su cuerpo. Creo que ya has de saber también que, gracias a esta reforma, se han salvado más de 29,000 mujeres que afortunadamente no se vieron en la necesidad de recurrir al aborto clandestino. Y lo que para mí es más importante, y que seguramente estarás enterada de ello, es que el 73% aprueba el aborto y que más del 80% dice que extender esta reforma por todo el país sería positivo.
No entiendo cómo, a estas alturas, estemos en México todavía discutiendo sobre este tema, cuando en otros países ya es un asunto agotado, porque está decidido desde hace muchos años. ¿Por qué no nos dejan decidir a nosotras solitas? ¿Por qué tienen los hombres que tomar la última palabra sobre nuestro cuerpo? No entiendo. Por la noche en mi casa, cuando estoy viendo en la tele algún documental de países en donde todavía obligan a las mujeres a llevar la "burka", como es el caso de Afganistán, en lo primero que pienso es en la injusticia de una sociedad que quedó atrapada en el pasado y en la suerte que tengo de no vivir en un país como ése. Ahora imaginemos a una mujer de otro país, uno mucho más desarrollado que el nuestro, enterándose por la tele que en la mitad del territorio mexicano las mujeres no tienen derecho a decidir, y que las que se atreven son encarceladas hasta por 40 años. ¿Qué le dirías tú a esta mujer si te preguntara?: "¿Por qué en México castigan tan severamente a las mujeres que, por circunstancias que nada más les conciernen a ellas, deciden interrumpir su embarazo?".
En algunos casos, como Baja California, Durango, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Querétaro y Sonora, han colocado en el texto constitucional un auténtico disparate: que a la fecundación se le entiende ("se le reputa") como si se tratara de un niño nacido "para todos los efectos legales correspondientes". No importa la flagrante violación de la lógica o el desconocimiento de los avances científicos, se trata de colocar un dique para impedir que las mujeres puedan interrumpir su embarazo durante las primeras semanas del mismo. Una auténtica pulsión persecutoria.
La despenalización, hay que repetirlo, a nadie obliga a abortar. Se trata de un expediente extremo al que las mujeres recurren por muy diversas razones y nadie (ni el estado ni la Iglesia ni los vecinos) debería inmiscuirse en esa decisión. Por el contrario, la despenalización de una práctica más que extendida ayuda a que las mujeres que así lo deseen cuenten con asistencia médica y no arriesguen ni su salud ni su vida.
Pero además, todo parece indicar que en la sociedad existe una comprensión creciente de que el aborto durante las primeras semanas de la gestación no es un asunto de policías, ministerios públicos y tribunales, sino en todo caso de conciencia, y que cada mujer debe tener el pleno derecho a decidir. Y para no hablar de oídas, las organizaciones que componen la Alianza Nacional por el Derecho a Decidir realizaron entre los capitalinos una encuesta (la tercera, ya que en 2007 y 2008 hicieron ejercicios similares), cuyos resultados son ilustrativos y elocuentes.
El 85% de los encuestados sabe de la existencia de una nueva disposición en el Distrito Federal que permite la interrupción legal del embarazo. El 81% se enteró por la televisión y el 6 por la radio. El 73% dijo estar de acuerdo con la nueva ley. La cifra resulta espectacular porque en 2007 sólo el 38% estaba de acuerdo, y en el año 2008 la aceptación ascendía al 63.
Franjas muy grandes de la sociedad parecen compartir la idea de que lo óptimo es desplegar amplios programas de información y educación para que las personas puedan decidir sobre el ejercicio de su sexualidad y sus capacidades reproductivas. Ello debe ir acompañado de políticas que pongan al alcance de quienes lo deseen los muy diferentes métodos anticonceptivos. Pero si por alguna razón los mismos fallan o no fueron utilizados, la decisión de interrumpir el embarazo debe ser de la mujer (o en todo caso debe ser compartida con su pareja). Y si ello es así, el estado más que convertirse en una entidad atosigante y punitiva, debe ofrecer las facilidades para que las mujeres eviten tener hijos no deseados, durante las primeras semanas de la gestación, en las mejores condiciones de atención a su salud.
Según el análisis, en el que se compararon grupos de 18 países con los mismos niveles de educación y edades, la desigualdad de género persiste aún cuando las mujeres son más educadas que los hombres.
El país con mayor brecha salarial por género es Brasil, sostiene el informe, mientras que en Bolivia y Guatemala las diferencias son pocas.
Respecto a los factores que aumentan la brecha salarial entre hombres y mujeres figuran la maternidad, ya que las personas de sexo femenino tienen que cuidar a sus hijos y "abstenerse del mercado laboral cuando dan a luz".
También, el informe señala que la discriminación hacia el género podría ser otro factor.
12.1% menos de salario perciben las mujeres en México con relación a los hombres, a nivel nacional.
7% es la diferencia tan solo en la región norte del país.
11.2% menos reciben las trabajadoras en el centro de México.
18.3% es la desventaja en sus ingresos en la zona sur del país.
Son las mujeres, dijo, las encargadas de la parcela, labranza, recolección y venta del producto, además de las tareas del hogar y crianza de los hijos, pues los hombres [emigran] principalmente a Estados Unidos y Canadá, como resultado de la depresión del sector rural y la falta de empleo.
Sin embargo, las mujeres rurales son discriminadas en la relación con los intermediarios comerciales durante la venta de sus productos, pues éstos últimos toman ventaja de ellas, indicó en un comunicado la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
El aludido, en su turno, puso los puntos sobre las íes: el marco jurídico de un estado debe "respetar todas las creencias..., incluidas las de aquellos que no tienen creencias". Insistió en algo que a sus acusadores, evidentemente, les cuesta demasiado entender: que nadie está a favor del aborto, pero que es lícito respetar el derecho de la mujer a decidir en los casos en que la ley mexicana -como casi todas las del mundo civilizado- le permite interrumpir el embarazo si éste pone en riesgo su vida, si fue producto de una violación o si las perspectivas para el ser concebido son -desde la perspectiva médica- claramente desfavorables.
Los talleres están abiertos todas las mujeres de Jalisco y son impartidos por instructoras especialistas en trabajo social, derecho y psicología, quienes recibieron formación policial y en prevención de la violencia y victimización de las mujeres. Claudia López Pérez, una de las instructoras y quien se entrenó por más de un año, explicó que el curso está divido en tres sesiones de dos horas cada uno. En ellos se abordan temas teóricos como qué es la violencia, los derechos de la mujer y la legítima defensa, mientras que en la parte práctica se enseñarán distintas técnicas de autoprotección.
Durante el primer taller ofrecido a mujeres de los medios de comunicación, el secretario de Seguridad Pública, Luis Carlos Nájera, explicó que la violencia de género es uno de los delitos que no se han podido erradicar: "Es un llamado a las mujeres que quieran tener herramientas de autoprotección, porque creemos que en los tiempos que estamos viviendo es importante que las personas sepan actuar ante una situación de delito". Explicó que las mujeres son mucho más vulnerables a ser víctimas de un robo y de un asalto y que, de cada mujer que denuncia una violación, entre 2 y 5 no lo hacen.
La interesadas en tomar este curso deben formar un grupo de mínimo 15 mujeres, mayores de 15 años, y solicitarlo en la Dirección General de Prevención del Delito, al teléfono 3668-7970. Los requisitos son no estar embarazada y no tener lesiones físicas o padecer enfermedades cardiovasculares.
[...]
El hombre pasa por la vida utilizando sólo la mitad de su cerebro por culpa de su polla.
Con el voto conjunto y por ello decisivo de las bancadas del PAN y el PRI en todos los casos, han reformado en tal sentido sus constituciones las legislaturas de Aguascalientes, Baja California, Campeche, Chihuahua, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora y ahora Veracruz. En casi todas esas entidades la iniciativa partió de legisladores panistas, sometidos al influjo de militantes obispos católicos.
Voz que paradójicamente ha utilizado para promover la represión estudiantil y para castigar a las mujeres por anhelar su propia libertad para decidir. Aliada a la Iglesia Católica, trabajó para evitar la educación sexual, el uso de anticonceptivos y condones y ha fustigado a las mujeres que quedan embarazadas y se ven obligadas a abortar, cuando ella y sus aliados son quienes han arrebatado la posibilidad de evitar esos embarazos.
Sin el movimiento de las mujeres, Aranda jamás hubiera tenido el privilegio de estudiar una carrera, de convertirse en militante política e incluso de intentar ser gobernadora de Puebla. Estaría preparando mole, lavando los calzones de su marido y los políticos le dirían (como dijeron antes) que las mujeres no tienen cabeza para asuntos públicos.
Ana Teresa, como buena fundamentalista de las elites del poder, está convencida de que su destino era convertirse en líder social para implantar su dogma en la vida de otras mujeres. En 2005 encabezó una reunión con líderes eclesiásticos, el grupo Provida y panistas extremistas.
Planearon (y quedó grabado en video) que, durante el mandato de su candidato Felipe Calderón, lograrían erradicar los derechos sexuales y reproductivos en los 32 estados de la república e hicieron un plan estratégico.
Las leyes que permiten el aborto por violación y peligro para la madre en casi todo México se aprobaron en la década de 1940; se basan en la noción de que el aborto no es un capricho ni es un método de planificación familiar o de control demográfico, sino un recurso extremo. Nadie busca premeditadamente embarazarse para abortar. Las mujeres abortan cuando no encuentran otra solución al embarazo no deseado. Desde entonces cotidianamente los burócratas conservadores entorpecen los trámites de las víctimas de violación para que pasados los tres meses reglamentarios no puedan abortar, y muchos médicos anteponen su dogma a los derechos de las víctimas.
Aunque estuviera penalizado, en realidad no se encarcelaba a las mujeres; hasta ahora.
El mes pasado en Quintana Roo encarcelaron a una mujer indígena por sufrir un aborto espontáneo. Hoy, en pleno siglo XXI, el PAN y el PRI, encabezados por la Iglesia Católica, van por más.
Quién hubiera dicho que Beatriz Paredes, presidenta del PRI que llegó al poder con el movimiento de mujeres, sería la mejor aliada de Aranda y del PAN. Y que el PRI abriría la puerta a la destrucción del Estado laico y a la persecución de las mujeres, a quienes arrebatan las herramientas para protegerse y luego las castigan. Los gobernadores han olvidado el poder del voto femenino, pero las mexicanas no.
Las legisladoras Ana María Rojas y Yulma Rocha, del PRI; Carolina García, Laura E.Ledesma, Kattia Garza y Mariana Ezeta, del PVEM; Olga Luz Espinosa, del PRD, Karla Villarreal, de Nueva Alianza y Anel Nava, del PT, cedieron sus lugares a varones.
En Veracruz, estado que desde siempre ha sido un bastión liberal, al aprobar su congreso la ley antiaborto, el coordinador de la Asociación Ministerial Evangelista declaró: "La decisión de los diputados locales estuvo inspirada por Dios, quien tomó el control del congreso para votar contra el aborto". Es deprimente corroborar que el PRI, ante una convenenciera expectativa electoral, haya abdicado de su liberalismo para aliarse con la reacción para hacer posible -más aún- la derechización de México. Triste e inconcebible maniobra. Las mujeres, con su libre albedrío, tienen derechos indoblegables para tomar decisiones propias sobre su cuerpo, sin la imposición de un esposo, un padre, una madre, un hermano o un sacerdote.
Separar en el transporte público a hombres de mujeres, no es ni de lejos la solución al problema. Puede ser un paliativo inmediato para proteger a las mujeres (las que tengan la suerte de encontrar lugar en los asientos reservados) de posibles molestias o ataques. Pero el problema de fondo es la cultura machista que solapa y protege a los agresores sexuales. Un manoseo u hostigamiento dentro del transporte público es visto u oído sin duda por más de un pasajero, pero lo toleramos casi como parte del paisaje urbano.
La solución de fondo es que podamos estar en el mismo lugar con absoluto respeto al otro.
Un transporte digno y con vigilancia donde sea necesario, es indispensable para reducir estos niveles de violencia contra las mujeres. Una sociedad educada en la convivencia y el respeto, donde se premie más el uso de las neuronas que el de la testosterona, es lo único que resuelve de fondo esta vergonzosa realidad.
La primera intención es buscar adherentes a la organización, por lo que cada mujer que pretenda integrarse, deberá buscar a otras 10 mujeres y hombres y conseguir un millón de firmas.
De esta manera, pretenden aglutinar, sobre todo a mujeres, en un movimiento que surja desde las bases sociales. "Primero vamos a generar la fuerza para que después le presentemos a esos políticos esas firmas y esas propuestas de políticas públicas", dijo Rosario Robles, e incluso, advirtió que cabildearán con los representantes de "todos los colores, todos gobiernan en el Congreso".
En entrevista posterior a la presentación del grupo, Ruth Zavaleta, ex presidenta de la Cámara de Diputados, aseguró que con Las Insurgentes llegarán "hasta donde nos dé. Si nos da para un partido político, para una candidatura presidencial, en los estados, si la gente nos apoya, hasta ahí vamos a llegar".
"Nosotras nunca hemos sido adelitas, nosotras somos insurgentes, mujeres que hemos estado en la lucha al frente de las grandes decisiones de este país y queremos seguir en eso", dijo la ex perredista.
La estrategia del grupo feminista consiste en invitar a mujeres de todo el país, aunque a hombres también a "sumarse a este movimiento, porque por un lado está la clase política que toma decisiones, y por otro, les tenemos que ayudar para presionarlos y que tomen las buenas decisiones".
Rosario Robles advirtió, sin embargo, que no buscan posiciones políticas, porque no estamos viendo hacia arriba. "Estamos queriendo ir allá abajo a organizar a esos miles de mujeres que hoy requieren hablar, ser escuchadas, empoderarse y organizarse".
Por eso nuestras hijas e hijos no saben que la historia ha ocultado que el feminismo sufragista practicó y reinventó formas revolucionarias de manifestación social, la interrupción de oradores, la huelga de hambre, el auto-encadenamiento, los panfletos reivindicativos. Las mujeres que exigían el voto innovaron formas de agitación y replantearon la lucha pacífica, ejemplo que imitaron movimientos políticos posteriores como el sindicalismo y el de los Derechos Civiles. Hace 100 años se decidió reivindicar lo que se venía diciendo hacía 200 años: que el desarrollo social no existe sin la paz y la equidad entre hombres y mujeres. Que el feminismo es filosofía y no guerra de sexos ni pecado, que hizo suya la protesta simbólica, le dio la vuelta a la revolución sexual, desarrolló la teoría del género y acuñó un nuevo significado para el patriarcado y evidenció el daño de la violencia doméstica y sexual.
Por eso había que demostrar cuántas mujeres y niñas eran esclavas, cuántas vivían violencia, cuántas morían por hablar, cuántas eran utilizadas como carne de cañón en guerras y como prostitutas forzadas para tropas enemigas. Había que demostrar al mundo del poder (un mundo eminentemente masculino) que resulta absurdo e injusto que las mujeres sean consideradas inferiores, que se les negara el derecho al voto, a su salud sexual y reproductiva, a la política, a la tenencia de tierras. Si una mujer se queja ante el juez por los malos tratos de su marido, el juez le pregunta ¿y que hizo usted para provocarle? A pesar de la evidencia, el mundo se resiste a la igualdad real.
Algo ha cambiado en 3 siglos, pero no lo suficiente. Millones de mujeres siguen buscando argumentos que les permitan demostrar cabalmente que son ciudadanas en situación de igualdad.
"Muchas veces es la mujer la verdadera cabeza del hogar: la que sale a trabajar, la que lleva dinero a la casa y la que es ordenada con los gastos. No obstante, seguimos pensando que es el hombre quien lleva las riendas de casa, sin preocuparnos de las necesidades de ellas ni de darles las herramientas necesarias para que puedan surgir en la vida".
Idéntica respuesta se obtuvo al consultar si en la compañía había facilidades para empatar el desarrollo profesional con el familiar. Todos definieron que sólo se otorgan a los empleados varones.
El Foro Económico Mundial realizó un estudio comparativo sobre equidad en el trato a las mujeres en el mundo del trabajo, en el que México resultó uno de los peores, al ubicarlo en el lugar 98 de 134 naciones, mejor que países como Japón o India, pero muy por debajo de España o Estados Unidos y, por supuesto, de las naciones del Norte de Europa -Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia- que son las que ofrecen condiciones más adecuadas para que las mujeres combinen su vida personal con el trabajo.
Las legisladoras que pidieron su renuncia para dejar el paso a representantes masculinos en la Cámara de Diputados fueron: 4 del PVEM; 2 PRI; una del PRD y una del PT.
Elvia Carrillo Puerto, en 1923 fue la primera mexicana electa diputada al congreso local por el V Distrito en el Estado de Yucatán y en 1952 llega Aurora Jiménez al cargo de diputada federal.
A casi 100 años de la Revolución Mexicana sólo ha habido 6 gobernadoras: Griselda Álvarez Ponce de León, (Colima); Beatriz Paredes Rangel (Tlaxcala); Rosario Robles Berlanga (Distrito Federal); Dulce María Sauri e Ivonne Ortega Pacheco (Yucatán); y Amalia García Medina (Zacatecas). Mientras que en la historia de México no se lee a ninguna mujer que haya ocupado la presidencia del país y sólo 3 mujeres han sido postuladas al cargo: Rosario Ibarra (1988), Cecilia Soto (1994) y Patricia Mercado (2006).
"No es sólo del infanticidio de niñas, sino también de las niñas no nacidas a raíz del aborto selectivo en función del sexo, lo que causa la escasez de mujeres".
El informe de la ONU divulgado este lunes señala que Asia tiene la más alta tasa de nacimientos de varones, con 119 niños nacidos por cada 100 niñas, a comparar con la tasa mundial de esa relación que es de 107 niños por cada 100 niñas.
China e India totalizan entre ambos 85 millones de las mujeres "faltantes" de Asia.
Asia, y en particular el sur del continente, tiene casi las peores condiciones en el mundo -a menudo más bajas que en África subsahariana- en lo que respecta a la protección de las mujeres contra la violencia, al acceso a la salud, a la educación y al empleo y a la participación política de las mujeres.
El informante recalca la necesidad de promover los derechos de la mujer en 3 sectores claves: el poder político, la participación política y la protección legal.
El organismo detalló que la inserción de las mujeres al mercado de trabajo en el país "se ha incrementado constantemente en las últimas décadas", a pesar de que no se ha generado un cambio similar en la redistribución de la carga de tareas domésticas.
A través de un comunicado, la dependencia explicó que de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, las tasas de participación son más altas para las mujeres jóvenes, en plena etapa reproductiva y una mayor carga de cuidado infantil, llegando a 55% para aquellas que tienen entre 25 y 34 años.
Detalló que "las mujeres son siempre las encargadas del trabajo doméstico, sean amas de casa o trabajen remuneradamente. Las mujeres mexicanas que realizan trabajo extradoméstico tienen una carga semanal de trabajo doméstico de casi 34 horas".
En lugar de priorizar este aspecto, el PAN "le apuesta a que las mujeres participen en trabajos precarios para que se alleguen un ingreso que les impida morir de hambre", indicó Rosario Ortiz Magallón, integrante de la Red de Mujeres Sindicalistas.
Las modalidades de contratación por horas, a prueba y temporales que plantea esta iniciativa, "profundizan" el deterioro laboral en el que actualmente trabaja la mayoría de las mujeres del país.
Al respecto, Manuel Fuentes Muñiz, abogado laboralista, advirtió que esta modalidad panista generaría "mayor inestabilidad en el empleo", debido a la reducción de la seguridad social y prestaciones.
Las mujeres serían las más afectadas, las personas contratadas por horas pierden la posibilidad de "hacer antigüedad" y "difícilmente" podrían reclamar una indemnización al momento de ser despedidas, agregó el especialista.
En el siglo XIX, la Iglesia Católica perdió a la clase trabajadora, en el siglo XX perdió a los intelectuales y a los jóvenes, y en el siglo XXI, como siga en ese camino tan patriarcal, androcéntrico y machista, va a perder a las mujeres.
Serán las mujeres musulmanas las que harán la revolución para arrebatarle a los extremistas el Corán. Sólo ellas. Los ejemplos, silenciosos, gota a gota, empiezan a desvelarse: desde Teherán (hartas de la falocracia confundida con la teocracia), Ankara, Estambul, Yakarta o Sarajevo.
Ahí y no en las armas, ataques e invasiones de Washington, Bruselas o Israel que sólo conducen al eterno laberinto sin salida de la ley del talión.
En la encuesta, realizada por la Secretaría de Educación Pública y respaldada por la Organización de la Naciones Unidas, 8 de cada 10 alumnos creen que el hombre es quien debe ser el principal proveedor del hogar, mientras que las mujeres deben aprender a cuidar a sus hermanitos y hacer la limpieza de la casa.
82.8% de las niñas de primaria ayudan a hacer la comida en sus casas.
11.8% de los niños colaboran en la elaboración de la comida.
85.8% de las niñas lavan y planchen en casa.
14.2% de los niños llevan a cabo dicha labor.
Un análisis del Instituto Nacional de las Mujeres indica que en la pasada contienda, en la que 12 estados eligieron gobernadores, 14 renovaron congresos locales y de éstos 3 integraron presidencias municipales, no todos los partidos cumplieron con las cuotas de género.
Y aunque no es su libre elección, las jóvenes sin oportunidades se encargan de hacer un trabajo no remunerado, como alimentar, cuidar y hacer quehaceres para terceros, mientras que otros salen a buscar empleo y otras opciones; es decir, se reproduce y reafirma la construcción de una cultura machista.
La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2009, indica que las mujeres destinan 29.2 horas semanales a las actividades domésticas, mientras que los hombres sólo 7.8 horas en el mismo periodo.
Las mexicanas dedican casi 20 horas a las labores del cuidado de otros, mientras que los hombres ocupan 8.8 horas a esta tarea.
28.3% de las jóvenes sufre violencia económica: la pareja le reclama cómo gasta el dinero, no le da gasto, se gasta lo que se necesita para la casa o le prohíbe trabajar o estudiar. El 12.9% ha sido víctima en algún momento de su vida de algún tipo de violencia física.
La violencia en el noviazgo aumenta en México (Informe SEP 2009). Los valores y comportamientos asumidos desde la identidad masculina tradicional, son producto de una construcción social que normaliza esos comportamientos e incluso los celebra o minimiza.
Mercado dijo que existen varios obstáculos para que las mujeres ocupen un puesto político, como la evasión de la ley por parte de los partidos.
Los estatutos y reglamentos internos de los partidos, dijo, son en realidad las reglas del juego que protegen las decisiones de los dirigentes partidarios, más que mecanismos de justicia.
Otro obstáculo es la mínima participación política de las mujeres en los estados, que, entre otras cosas, se debe a que el Código Federal Electoral no opera en todo el país, sino que cada estado tiene el suyo, con lo que hay mucha desigualdad en cómo se reglamentan las cuotas de género o simplemente no existen.
Los hombres se siguen resistiendo a que las mujeres ocupen los lugares en los que ellos siempre han estado, y por último, el hecho de que las mujeres "líderes políticas" no han terminado por entender cómo armar equipos y alianzas sólidas y fuertes para poder combatir contra los equipos y lealtades que tienen los hombres.
No hay balance ni equidad, lo que ratifica el machismo nacional.
Ya explicará Su Santidad cuándo, dónde, a quién -y por qué, si no es demasiado pedir- le transmitió "el Señor" esa disposición. En todo caso, había sido San Pablo ("Vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les está permitido hablar": Primera epístola a los Corintios, v. 34), y no "El Señor", quien dejó constancia de su misoginia.
En tanto, el porcentaje de mujeres diputadas en los congresos de Baja California Sur fue de 23.8%; en Coahuila, 19.3%; en Hidalgo, 23.3%; en el Estado de México, 19.4%; en Michoacán, 12.5%, y en Nayarit, 6.6%.
Es decir, en promedio sólo hay 17.5% de mujeres en los congresos locales. Por ello Flor Zamora, ex asesora del Consejo General del Instituto Federal Electoral, sostiene que hay que estar muy atentos a los resultados de estos comicios. Considera además que esta vez las mujeres deben defender sus cargos y no permitir las suplencias de los varones.
Pero ojo. Tampoco admiro a Penélope. Su absurda fidelidad -20 años de abstinencia y mojama entre las piernas- me saca de quicio; y también me repatea el hígado ese palacio lleno de cortejadores gorrones y abúlicos que ni la violan, ni saquean la casa, ni hacen otra cosa que tumbarse a la bartola mientras ella deshoja la margarita. Creyendo esperar a que la presunta viuda escoja, los cretinos, cuando en realidad lo que hacen es dar tiempo a que Ulises llegue, lo reconozca su perro y tense el arco. Y ella, mientras, tejiendo y destejiendo en plan melindres calientapollas, en vez de llevarse al más guapo o al más rico al catre, o agarrar una escopeta con posta lobera, o lo que usaran en el siglo VIII antes de Cristo, y correrlos a todos a fogonazos hasta la orilla del mar color de vino. Hay muchas cosas notables que se han perdido en la historia de la Humanidad porque las mujeres que habrían podido hacerlas, crearlas, se negaron a acostarse con hombres que les daban asco. Pero también, gracias a esas mujeres que no transigieron -vaya una cosa por la otra- se han evitado muchas infamias y muchos prescindibles hijos de puta.
Sin duda soy injusto con Penélope, como lo fui con Emma Bovary. Sólo soy un hombre torpe que mira, y que escribe sobre eso. Que tantea intentando comprender, haciendo frente a su estupidez y sus remordimientos de varón con los personajes femeninos que, mejor o peor logrados, habitan el mundo que narro. Pero de algo estoy seguro. A la hora de escoger héroes para mis novelas, prefiero ser injusto a complaciente. Quiero lobas y no ovejas. En tal sentido, estoy seguro de que la mujer lúcida es el único personaje literario apasionante que nos queda, el único héroe posible en el siglo XXI: soldado perdido en un territorio enemigo, de reglas hechas por los hombres. Mujeres intentando sobrevivir, llegar al mar y volver a casa. O encontrarla, al fin. Una casa propia, una vida normal. Heroínas a su pesar, luchando por el derecho, luego, a ser vulgares. Creo que la capacidad de sorpresa que ofrece el héroe masculino está agotada tras 29 siglos de literatura. El hombre se repite a sí mismo, o lo que resta de él, mientras que la mujer entró en esta centuria haciendo frente a desafíos nuevos, todavía no escritos. Arriesgándose como los exploradores que antaño se adentraban por la tierra incógnita dibujada en los espacios en blanco de los mapas.
¡Ah, qué viejas igualadas éstas! ¿Cómo está eso de que ellas quieren decidir sobre un tema tan delicado como el aborto? Por eso nuestro "máximo tribunal" sólo tiene 2 ministras y 9 ministros. No somos machos, pero somos muchos. Que entiendan que tienen que hacer lo que nosotros les ordenemos. Y ustedes, calladitas... que se ven más bonitas.
Miren, chiquillas, si nosotros decidimos que el aborto está prohibido, ustedes van a tener cuantos hijos les engendremos... y los van a a cuidar... y los van a educar... y los van a mantener. O si los machos decidimos que no los tengan, se amuelan y abortan; porque esos hijos los tienen por su culpa, por dejadotas y calenturientas. Gracias a nuestras leyes del medioevo, los hombres no tenemos ninguna culpa ni obligación si ustedes se embarazan. Las viejas nacieron pa'l metate y pa'l petate.
Esta perspectiva de los magistrados es una visión discriminativa, primitiva y acomplejada, ¿qué rayos hacemos los hombres opinando y juzgando sobre un tema preponderadamente femenino?
Entiendan que soy hombre. No sé lo que puede sentir una mujer cuando se da cuenta de que en su interior se desarrolla un nuevo ser humano. Supongo que la alegría puede ser indescriptible cuando ese hijo es deseado. Pero cuando el hijo es el fruto de un momento de pasión y no es deseado, creo que la sensación de culpa y la responsabilidad que deben de sentir ha de ser abrumadora y desesperante. Pero no lo sé. Tan sólo soy hombre.
La verdad sea dicha, si los hombres pudiéramos quedar embarazados, el aborto no sería un pecado, sería un sacramento.
En este tema del aborto los hombres no debemos opinar y mucho menos decidir si se vale o no se vale. Nosotros la tenemos bien fácil: no nos embarazamos, no parimos, no amamantamos, muchos ni siquiera pagamos el parto, y como pináculo del machismo, ni siquiera nos hacemos responsables de los alimentos y el pago de la educación de esos niños. ¿Pa' que?, si nadie nos castiga por no hacerlo.
Injustamente, la bronca la tienen las mujeres. Entonces ellas tienen el derecho a decidir. Nosotros, afortunadamente, nunca vamos a tener que tomar esa terrible decisión.
Y más nos vale pensarlo muy bien, si llegamos al extremo de meter a la cárcel a una mujer por tomar la píldora del día siguiente o ponerse un DIU, porque se nos podría voltear el chirrión por el palito, y a lo mejor las mujeres se pondrían exigentes y nos podrían meter también al bote por no mantener al chamaco.
Las mujeres deberían ignorarnos olímpicamente y llevar a cabo un referéndum por estado, en el cual, todas las mexicanas de 16 a 50 años definieran si quieren legalizar o no el aborto.
Y nosotros los hombres, los ministros, los legisladores, los políticos, el presidente y hasta el Papa, mejor nos quedamos observando... calladitos nos vemos más bonitos.
Leí en un artículo que el supuesto predominio mental del varón no es más que una fantasía patriarcal; si bien cada género posee una manera particular de lograr resultados, ninguna supera a la otra.
El hombre tiene lo que se llama pensamiento compartimentado. Esto es, que en cada archivo del cerebro guarda una cosa. Mientras que la mujer tiene pensamiento integral, lo que quiere decir que todo lo guarda en un mismo armario mental (ha de ser el mismo de los zapatos y los vestidos). Por ello es que la mujer puede hacer muchísimas tareas a la vez y el hombre simplemente no.
Las mujeres son menos rígidas y más dispuestas a tener en cuenta la excepción a la regla (entiéndase por regla: norma, canon, pauta, y no período menstrual); son más intuitivas e imaginativas a la hora de buscar soluciones, y prefieren hacer planes a más largo plazo.
A los hombres nos cuesta más trabajo suspender lo que estamos haciendo; nos gustan los resultados rápidos (inmediatistas), pensamos de manera más lineal y causal, y preferimos avanzar gradualmente en el logro de los objetivos (análisis por pasos).
Hay que entender que la "diferencia" de género no es lo mismo que la "desigualdad" de género. La diferencia implica que por razones particulares, los hombres tenemos cualidades esencialmente distintas, pero de esto no se deriva una superioridad de uno sobre otro. Hemos confundido la relativa supremacía física con una supuesta y equivocada supremacía intelectual, y a base de fuerza bruta pretendemos imponer una hegemonía del género masculino, sometiendo a las mujeres a injustas y en ocasiones denigrantes condiciones de inferioridad, que se ven reflejadas en sus espacios de mando y en sus remuneraciones económicas. Tan es así, que ha sido necesaria la creación de leyes que les garanticen equidad de género.
Guardando las proporciones y relatividad de las diferencias físicas, no hay diferencia alguna en las capacidades masculinas y femeninas. Sólo podría decir que cada quien tiene su manera de "matar pulgas"; que utilizamos métodos y razonamientos diferentes para lograr los mismos fines, que son complementarios entre sí y que en ciertos casos unos funcionan mejor que otros.
Mientras que otros sectores de la economía nacional aportan, comparativamente, un porcentaje menor, como la industria manufacturera 16.51%, minería y petróleo 8.63%, construcción 6.74%, y agricultura y ganadería 4.09%.
"Eso es lo que nos da la dimensión real de esta actividad, y si se le otorgara un valor económico, su aportación sería superior a lo que produce la industria manufacturera", sostuvo la investigadora Pedrero Nieto.
El trabajo doméstico es toda actividad que se realiza en el seno del hogar de manera no remunerada, lo que incluye no sólo las labores de limpieza y atención a los hijos, sino también el pago de servicios, trámites bancarios y ciertas compras; es decir, las labores que se puedan delegar a una tercera persona.
De acuerdo con el estudio "Valor económico del trabajo doméstico en México, aportaciones de mujeres y hombres", del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), realizado por Pedrero Nieto, a la semana, se destinan en promedio 40 horas para este trabajo.
Aunque amas de casa en las edades medias con niños pequeños tienen con frecuencia jornadas superiores a 50 horas, mientras que en el caso de las estudiantes jóvenes, son mínimas. También depende del estado civil, la edad y la condición laboral.
Este tipo de trabajo, dijo, no se le reconoce porque está invisibilizado al no formar parte del mercado, pero sin él, no podríamos vivir y, por supuesto, contribuye a la economía nacional; al no pagarse, no se le da valor, pero si lo hace una tercera persona a la que se paga o se contrata el servicio, como llevar las camisas a planchar, sí representa un valor económico.
"La estimación que hice fue de acuerdo a los tiempos registrados para cada actividad en la Encuesta de Uso del Tiempo patrocinada por el Inmujeres y operada por el INEGI. Y para cada actividad se buscó su similar en el mercado para calcular el pago por hora".
Por ejemplo, en las actividades culinarias se paga un salario al cocinero y otro al lavaplatos, es así como se determina cuánto reciben por hora los distintos oficios afines y, con eso, se asigna un valor, se suman las horas que se dedican a la semana, cada una con su precio por hora, y se obtiene un total que se compara con el PIB del país.
La académica estimó que las mujeres contribuyen con 80% de esa riqueza (alrededor de cuatro quintas partes), aunque ahora, los varones contribuyen en mayor medida a las actividades familiares, lo que implica no sólo llevar a los hijos a la escuela, sino jugar y ayudarlos con sus tareas.
Cada vez que me topo con este tipo de artículos no deja de sorprenderme que hayamos evolucionado tan poco a este respecto y que los hombres no desmientan su contenido.
Vamos por partes. El tema de que a los hombres no les atraigan (o les asusten) las mujeres exitosas es algo que debería ser cosa del pasado. La participación femenina en el ámbito laboral ha aumentado a pasos agigantados en todo el mundo. Cada vez es más frecuente ver a mujeres en posiciones de poder con éxito y muy bien remuneradas. ¿Por qué asustarse de algo que cada vez es más común? Por otra parte, me llama la atención que los hombres no pongan el grito en el cielo cuando se publican estos artículos, los cuales, no hacen quedar mal a las mujeres quienes han ido tomando lugares de poder en distintos ámbitos con muy buenos resultados, sino a los varones. El que los hombres se sientan amenazados por las mujeres exitosas habla de una profunda inseguridad. Lo que están diciendo es que los hombres en vez de tener a alguien valioso a su lado, prefieren tener a alguien "del montón" para no sentirse menos. Por poner un ejemplo: el que haya una serie que se llame Los caballeros las prefieren brutas, no ofende a las mujeres, sino a los caballeros.
Mucho se ha dicho que los hombres no quieren a su lado una mujer exitosa sino que quieren una mujer que les admire. ¿Por qué la disyuntiva? ¿Por qué pensar que una mujer exitosa no es capaz de admirar a su pareja? El éxito no tiene que ver con el dinero y la importancia del puesto, sino del orgullo del esfuerzo y del trabajo bien hecho. Si alguien entiende el éxito, puede reconocerlo más fácilmente en el otro. De hecho, si bien es cierto que el reconocimiento del éxito más importante proviene de uno mismo, es innegable que la admiración y el reconocimiento son importantes para todos y sobre todo de quienes tenemos en alta estima. ¿No sería más lógico que un hombre prefiriera ser admirado por una mujer destacada que por una "del montón" Siempre he dudado que un hombre inteligente, seguro de sí mismo y sin complejos le tema a una mujer exitosa. Por el contrario, supongo que prefieren compartir su vida con una de ellas.
Es necesario hacer un esfuerzo para despegarnos de las etiquetas y los clichés. Hace un tiempo narré en esta columna como un amigo bien intencionado recomendó a sus amigas solteras que a fin de conseguir novio mintieran, o no hablaran acerca de su sueldo, logros etc. (Seguramente inspirado por la serie de Los caballeros las prefieren brutas). Empezar una relación mintiendo no es una buena idea. Y en caso de que la estrategia tuviera éxito, ¿Quién, en su sano juicio, quiere esa victoria? Imagínense a una profesionista exitosa diciendo: "Yo logré seducir a mi marido haciéndome pasar por una mujer sin preparación, ya que a él le gustan así". Es un absurdo que además, no deja en un lugar digno a ninguno de los dos.
La razón por la cual guardé el artículo fue una frase en la que Bennhold señala que la atracción sexual en el siglo XXI continúa alimentándose de estereotipos del siglo XX. ¡He ahí el meollo del asunto! A hombres y mujeres nos cuesta ver que los tiempos cambian y que estamos obligados que cambiar también. Si las mujeres seguimos manejando un doble estándar, pidiendo por una parte igualdad y por otra exigiendo que sean ellos quienes paguen las cuentas, abran puertas, lleven flores y demás no vamos a llegar a ningún lado. Los hombres, por su parte, tienen que dejar atrás esos clichés de si sus mujeres ganan más dinero que ellos, esto los hace ser inútiles o mantenidos. Además de cambiar nosotros, necesitamos películas y series de televisión que reflejen la realidad romántica del siglo XXI. Ya basta de las princesas que necesitan ser rescatadas por príncipes. Una relación romántica que funcione no puede estar basada en rescatadores y rescatadas, sino en respeto e igualdad. ¿Será que nos estamos tardando en dejar a Los caballeros las prefieren brutas y La Cenicienta en los anales de la historia?
Siguiendo el ejemplo de dichas regulaciones, México adoptará nuevas medidas para el próximo milenio, a fin de regular el comportamiento sexual y social de los varones de todos los grupos socioeconómicos. Se celebrará el castigo comunitario y exhibirá en medios de comunicación a todo hombre que, habiendo sido padre, pretenda desarrollar una carrera profesional que anteponga su éxito profesional a la santidad de la paternidad. Ningún hombre que se precie de ser digno de su género deberá exhibirse en lugares públicos bebiendo o exhibiendo su cuerpo de maneras lascivas frente a mujeres.
A fin de evitar las violaciones a hombres jóvenes, se creará un grupo social para dar placer sexual a mujeres que no deseen establecer relaciones de intimidad; que busquen ejercer poder, someter, maltratar o violar al hombre de su elección. Para ello se establecerán zonas rojas. Los hombres serán sometidos por el Estado a pruebas de sangre y genitales, podrán ser arrestados sin motivo, siempre protegiendo la identidad de su clienta. La violación a los prostitutos no será considerada un delito, dado que su estatus social es moralmente inferior.
Si un varón recurre a las instancias jurídicas para solicitar ayuda al considerar que vive maltrato, humillación, violencia sexual o física, violencia patrimonial y económica, se dudará en todo momento de su testimonio, ya que el sentimentalismo propio de su género, así como su inferioridad intelectual, argumentada históricamente por grandes filosofas y juristas, puede llevarle a mal interpretar el derecho natural que su esposa tiene sobre su cuerpo y su reproducción; ya que es bien sabido que los ciclos hormonales de los hombres les incitan a cometer ciertos actos irracionales que merecen reprimendas normales en el contexto doméstico.
Se sabe que 13% de hombres que pertenecen a las fuerzas militares como cuota de género, muestran cambios de carácter irracionales. En ese contexto se entiende que si un varón trabajando entre cientos de mujeres resulta víctima de violencia sexual, incluido el acoso, no será responsabilidad de las mujeres, sino de aquél que con su conducta impropia les provocara.
Si a usted le parece excesiva o absurda la violencia de género descrita en estas líneas, piénselo 2 veces. Esto ha sucedido y sucede hoy en día a millones de mujeres, sometidas a absurdas regulaciones morales, sociales y jurídicas que aún se sostienen y avalan culturalmente. Hace 20 años comenzó la tarea mundial para erradicar la desigualdad que avala la violencia de género, sólo 125 países tienen leyes al respecto y no todos las cumplen. Hoy hay más feminicidios que hace 20 años. Las mujeres salen de relaciones violentas y los agresores las matan por traicionarlos, a ellos y a los principios culturales que estipulan normas de restricción y control de las mujeres, sus cuerpos y sus libertades.
Su historia se desarrolla en Portezuelos, una comunidad de Tasquillo, Hidalgo, parte de la región de Valle del Mezquital, donde 90% de las comunidades se rigen por usos y costumbres entre las que se incluyen el no dar voz y voto a las mujeres, en muchos casos.
"Acababa de cumplir mis 18 años. Estaba yo por un camino cuando sentí alguien me agarró y me dijo que me iba a ir con él, porque iba a ser su mujer, que así iba a ser. Grité y luché, pero de nada me sirvió. Yo no lo conocía; era la primera vez que lo veía", cuenta.
Griselda Arroyo, dirigente regional de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Ddeser), alerta que en algunas comunidades indígenas del Valle del Mezquital aún se registra la práctica de intercambiar mujeres por bienes materiales o arreglar los matrimonios. "El intercambio de mujeres por animales, maíz o terrenos se sigue dando en las comunidades indígenas. Es una costumbre que se tiene desde los abuelos", señala, y explica que ahí las mujeres a veces no tienen derechos, no opinan y los hombres son los que toman todas las decisiones, así sea una que pueda durar toda la vida, como el caso de Reynalda.
Para el secretario general de la organización Unión Fuerza Indígena y Campesina de esa zona, Juan Ortiz Simón, los usos y costumbres se han convertido en abusos. "Un 90% de las comunidades en esta región mantienen un fuerte arraigo por sus costumbres", menciona.
La autoridad inmediata en las poblaciones es el delegado, pero en muchas comunidades del Valle del Mezquital como Cerritos Cardonal, El Durazno, El Dheca y Vite, mediante asamblea los hombres determinaron que las mujeres no pueden votar para elegir autoridades y mucho menos ser votadas.
En el Valle del Mezquital se presume que el pueblo manda, pero en "el pueblo" no figuran las mujeres.
La directora del Instituto Estatal de las Mujeres, Mirna Hernández Morales, destaca que en las zonas indígenas lo que prevalece es la violencia, por ello la importancia de enseñar a las mujeres sus derechos.
Bueno, ya "lo escribí". Allí está. Es el negro y oscuro secreto que no he querido revelar, pero con el cual cargo. Y se supone que no debemos hablar así porque en los viejos tiempos los hombres solían repetir que las mujeres éramos "superiores". Y lo que en realidad querían decir es que éramos demasiado "maravillosas" para entrar a las universidades, ser presidentas, participar en el gobierno, decidir sobre nuestros propios cuerpos o influir en los temas importantes acerca del futuro del país. Y obviamente esto no es lo que quiero sugerir, sino todo lo contrario.
La inherente superioridad de las mujeres me viene al pensar en las universidades de México. Mujeres que antes no asistían a la universidad ahora -52%- pueblan sus aulas.
Tengo para mí que en México no todos los hombres responderíamos a estas interrogantes de manera similar. Los he oído rechazar la opción de Vázquez Mota, unos por machismo, otros por misoginia y a la gran mayoría por falta de imaginación. Lo más curioso es que este talante no es exclusivo de los varones, entre las mujeres también suele correr el mal síntoma de la discriminación.
En ninguna democracia ha sido sencillo que las mujeres ganen votos suficientes como para hacerse del asiento más elevado en el Estado; de hecho se trata de una moda relativamente reciente dentro de la tradición democrática. En América Latina uno de los casos emblemáticos fue el de Michelle Bachelet, mujer que llegó a la presidencia de su país, entre otras razones, porque previamente hubiera sido ministra de defensa.
En cambio, durante el proceso electoral estadounidense ocurrido hace 4 años, uno de los argumentos que los adversarios de Hilary Clinton utilizaron infundadamente contra la precandidata demócrata fue precisamente el de su insolvencia para conducir al Ejército más poderoso del mundo. Al mismo tiempo que esto sucedía, a través de las pantallas de televisión se transmitió una serie -Commander in Chief- donde tal dilema obtuvo un rol importante.
Del otro lado del Atlántico, en 2007 la batalla entre Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal estuvo marcada por similar impertinencia.
Durante aquella campaña francesa, los conservadores se encargaron de mostrar cuánta debilidad, real o supuesta, pudieron descubrir en la figura de la señora Royal: ¿tendría la candidata socialista el carácter para hacerse obedecer por una de las cinco naciones con mayor capacidad nuclear del planeta?
Hoy sería ridículo en países como Alemania o Inglaterra sostener un debate parecido; lo mismo en la India, en Israel, en Argentina o en Nicaragua. Donde las mujeres ya gobernaron al más alto nivel resulta ocioso preguntarse si ellas cuentan con la estructura genética para imponerse sobre los varones. Acaso más relevante es que, donde ellas ya han gobernado, las instituciones terminaron probándose superiores al viejo y sobrevalorado vaivén de la testosterona; y por tanto el valor de la igualdad entre los sexos obtuvo una victoria irreversible.
Cabe aclarar que no es necesario ver como ganadora a Josefina Vázquez Mota en las próximas elecciones de julio para que esta mutación cultural pueda llegar a buen puerto en nuestro país; el sólo hecho de mirarla candidata oficial del PAN obra ya para que tal evento haya comenzado a producirse.
La mayor carga para las mujeres recae en los quehaceres domésticos y el cuidado de niños, enfermos y ancianos.
A pesar de ser el 51% de la población mexicana, de los 500 diputados federales, 120 son mujeres, y apenas 26, de 128, en el Senado.
Dichos documentos se refieren a las diferentes opciones "políticamente correctas" que se pueden utilizar para hablar o referirse a colectivos, grupos o plurales formados por hombres y mujeres, sin incurrir en un uso sexista o discriminatorio del lenguaje.
Unas de las recomendaciones es utilizar sustantivos colectivos no sexuados, como humanidad, en lugar de hombres; o recurrir a la doble forma, femenino y masculino, como la que comenzó a utilizar Vicente Fox en sus alocuciones (mexicanos y mexicanas).
Estoy de acuerdo en eliminar, como dice la feminista Teresa Meana, "los efectos que produce el silencio sobre la existencia de las mujeres, su invisibilidad, ocultamiento y exclusión (...) las expresiones de desprecio, odio, y la consideración de las mujeres como subalternas, como sujetos de segunda categoría, como subordinadas o dependientes de los hombres".
Pero creo que el uso de formas y convencionalismos lingüísticos que simplemente facilitan la comunicación verbal y la escritura, no significan -o no deben significar- ni deben traducirse en menosprecio y discriminación real hacia las mujeres.
Lo que está mal, en mi opinión, no es utilizar el masculino como genérico, sino el que su utilización se interprete como superioridad de género.
Isaías Lafuente, en su artículo "Sin peros en la lengua" (El País, 7/03/12) decía: "Es verdad que nuestra lengua diferencia entre sexo y género, y así ha acuñado sustantivos de apariencia masculina en los que están incluidas las mujeres, como otros de apariencia femenina en la que nos sentimos incluidos todos los hombres. Yo soy hombre y también persona y periodista, y no creo necesario forzar la lengua para ser persono o periodisto".
La verdad es que, como dijo el director del Diccionario de México, Luis Fernando Lara "la radicalización del uso no sexista del idioma dificulta la expresión fluida".
No es fluido decir siempre: estimados ciudadanos y ciudadanas, doctores y doctoras, socios y socias, etc. Lo impráctico de estas formas se presta a la burla. Recuerdo a Raquel Pankowsky parodiando en una obra de teatro a Martha Sahagún: en el mismo estilo de hablar de Fox, pedía que le mandaran las "patrullas y los patrullos".
Yo no creo que, cuando alguien se refiere a "los mexicanos", en general, las mujeres se sientan excluidas del grupo de referencia.
La equidad de género se practica con acciones igualitarias y no con palabras igualitarias. Ejemplo de ello es lo que el propio Fox hacía: por una parte, igualaba a las mujeres con los hombres en sus radicalizaciones lingüísticas (mexicanos y mexicanas), y por otra, se referiría a ellas como "lavadoras de 2 patas".
Lo que hay que erradicar no es el uso de genéricos, masculinos o femeninos, que facilitan el lenguaje, sino todas las acciones y costumbres machistas o intencionalmente misóginas que existen.
Lo que las mujeres deben reclamar, por lo que realmente deben molestarse, es por la minusvalía y discriminación de que son objeto cuando, por el solo hecho de ser mujeres, un empleador les paga menos; cuando se les impide entrar a ciertos lugares; cuando un padre de familia les bloquea su educación y desarrollo y hasta su herencia; cuando las jerarquías religiosas les dan una categoría espiritual diferente; cuando son vistas como meros objetos sexuales o simples receptáculos de espermas; cuando alguien considera que su único lugar es el hogar y su único rol, el de madre y ama de casa, o sea de nana-sirvienta.
El Código Electoral del Estado no exige la cuota 70-30 y en el tema de las obligaciones de los partidos sólo se señala lo siguiente: "Garantizar la equidad y procurar la paridad entre mujeres y hombres en sus órganos de dirección y en las candidaturas a cargos de elección popular". En resumen, las candidaturas quedan a discreción de los partidos políticos.
"Fue una omisión gravísima del código local. Los legisladores, que en su momento hicieron la reforma, que copiaron con papel carbón la reforma federal, omitieron ese tipo de candados precisamente para no entrar en el problema que están enfrentando los partidos a nivel nacional. Al no marcar un porcentaje, eso queda en el discurso político de la legislación, en un espíritu ambiguo", declara David Gómez Álvarez, ex titular del Instituto Electoral en Jalisco. "Sobre las cuotas de género hay un incumplimiento en todos los partidos, por eso el IFE hizo un pronunciamiento enérgico para invalidar candidaturas. Esto al final puede terminar en tribunales, que podrían obligar a los partidos, pero lo que está de fondo, más allá de la postura del IFE, es un incumplimiento con una cierta dosis de cinismo de las dirigencias partidistas, que, a pesar de que ya sabían del asunto, lo dejaron correr pensando que la autoridad pasaría por alto, o bien que serían los propios tribunales electorales los que determinarían a los partidos el método para resolver la situación. Esto habla de un cierto cinismo de los dirigentes, pero también una falta de compromiso. Los partidos deben poner orden y cumplir la equidad de género".
Pero sí vemos a jóvenes limosneras cuidando a 2 ó 3 niños. Tanto el hombre como la mujer son responsables, "mita" y "mita", de los hijos, pero como no hay quién castigue a estos cobardes, pues, qué más da.
"Esa es su bronca, yo me pelo pa'l otro lado y que se hagan bolas con el chamaco". Actitud típica del macho que nunca es responsable de nada, porque siempre fue protegido por su cabecita blanca, otra mujer abandonada:
"Pobrecito de mi hijito, esa lagartona lo quiere atrapar achacándole un hijo".
[Por experiencia propia al webmaster le parece extremadamente exagerado lo que logró hacer en sus labores del hogar Malepigio. Es algo imposible de lograr aún para una persona experta.]
¿Será posible que esos malditos monstruos hayan logrado lesionar esa mente vibrante y luminosa? Y además del daño orgánico hay que tener en cuenta el daño psíquico, el trauma, el miedo, la angustia: una profunda herida que no se ve, pero que puede quebrarle el espinazo a cualquiera. Por no hablar de otras consecuencias que ahora parecen menores comparadas con la lesión cerebral, pero que también pueden ser terribles: ¿masticará bien, quedará muy desfigurada, padecerá dolores de cabeza durante toda su vida? Qué destrozo tan malvado y tan inútil.
Qué inmensa cobardía la de los talibanes: no se atreven a enfrentarse a una niña inteligente y por eso intentan asesinarla. Sobrecoge el odio que estos energúmenos tienen a las mujeres: son enfermos sociales. Hay algo en ellos que me recuerda la historia del rey Sahriyar, el monarca de Las mil y una noches, que, tras descubrir que su mujer le engañaba, dedicó su vida a la venganza y durante 3 años desfloró (o sea, violó) cada noche a una joven virgen y la mandó degollar al amanecer. Hasta que llegó Shahrazad y le enamoró con sus palabras y con bellos cuentos que ella dejaba suspendidos en un momento de intriga a la salida del sol. Con ello, Shahrazad aspiraba no sólo a salvar su propio cuello (podría haber escapado del reino, pero se presentó voluntaria al suplicio), sino a liberar a todas las mujeres, en primer lugar, de la carnicería decretada por el rey, pero también, y metafóricamente, de la incomprensión y la brutalidad de los hombres. Ya lo dijo el conocido psiquiatra infantil Bruno Bettelheim: "Los mitos y los cuentos nos hablan en el lenguaje de los símbolos y representan el contenido del inconsciente".
Hay un delirio violento que acecha a los varones, un miedo demencial a las mujeres simbolizado en esa esposa que supuestamente engaña al rey Sahriyar, en esa Eva que ofrece una manzana a Adán y lo conduce a la perdición; y cuando Shahrazad se pasa mil noches conversando y conviviendo con el Rey, y tiene 3 hijos con él y lo enamora, también lo está salvando a él de su enfermedad, de la orgía de sangre en la que vivía, de su aterrador instinto asesino. Como dice Bettelheim con expresión moderadísima, "ha curado su depresión". Malala, como Shahrazad, aspira al poder sanador y constructor del conocimiento y la palabra, y esos bárbaros enfermos han intentado arrebatárselo sin comprender que también les salvaría a ellos. Y no se trata sólo de Malala: todas las niñas, todas las mujeres de la zona noroeste de Pakistán (por no hablar de las de Afganistán) están en peligro.
Tras el atentado contra Malala hemos podido ver en televisión las imágenes de las niñas paquistaníes manifestándose en apoyo de su compañera: serias, muy serias, a sus 12, 13, 14 años; dejándose filmar a cara descubierta en un acto de una heroicidad civil tan descomunal (están tan indefensas y tan solas) que se me pone la carne de gallina al recordarlas. Por eso hay que hacer de Malala una bandera, porque las representa y nos representa, porque es el símbolo de la libertad y la convivencia. Levantémosle estatuas en los parques, que las avenidas principales de las ciudades del mundo lleven su nombre, llamemos a las recién nacidas como ella, hagamos que todo este dolor tenga consecuencias luminosas. Malala para siempre. Muchas gracias, niña.
¿A qué ciego, a qué acomplejado se le ocurrió la risible, absurda idea de que las mujeres son el sexo débil? ¿Todas esas hembras que han parido con dolor y estoicismo, que han cuidado de su prole con abnegación, que han defendido a su familia con valerosa furia?
En el trágico México de los últimos años: son las mujeres las que están ocupando unos puestos públicos que nadie más quiere porque suponen una muerte casi segura: las alcaldías, las jefaturas de policía... Una legión callada de heroínas suicidas.
Cuando el varón acaba apenas de ordeñar la vaca, su compañera ya viene con el queso, la mantequilla, la crema y el yogurt. Esto es el resultado de millones de años de evolución natural y cultural. Los problemas de la casa son considerablemente más complejos que los problemas de la caza. La encargada de resolver los de la casa, la mujer, desarrolló entonces más el cerebro y la sensibilidad que su compañero el cazador.
Yo tengo para mí que Eva usó del fuego antes que Adán, y que fue ella quien hizo los primeros cacharros, plantó las primeras semillas y domesticó a los primeros animales, con lo cual hizo que el hombre se hiciera sedentario, y así naciera la civilización.
Hay mujeres que quieren estudiar, aparte trabajar y aparte ser mamás, es una cosa complicada y difícil de lograr.
Los padres deberíamos pagarles a nuestras señoras por educar a nuestros hijos; mínimo, hay que valorar esto. Como no se valora se dice: "Ponte a trabajar, vieja fodonga".
La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) validó que, en caso de divorcio, hasta 50% de los bienes adquiridos en el matrimonio, aun bajo el régimen de separación de bienes, puedan ser destinados al ex cónyuge que se dedicó de manera cotidiana y exclusiva al trabajo en el hogar.
Se debe tomar en cuenta que el aporte del cónyuge que se dedicó a las tareas del hogar.
Para fundamentar su resolución, los ministros retomaron el acuerdo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde se señala que los bienes reunidos durante el matrimonio son susceptibles de ser valorados conforme al contenido de bienes del patrimonio.
Esto significa que se debe tomar en cuenta que el aporte del cónyuge que se dedicó a las tareas del hogar, también aporta un valor al patrimonio común consistente en los bienes inmateriales e incorpóreos, que coadyuvaron a que el cónyuge que se dedicó a los trabajos remunerados pudiera adquirir dicho patrimonio.
Los magistrados subrayaron que una repartición equitativa es protectora del derecho de propiedad al reconocer el trabajo de ambos cónyuges, así que no puede alegarse que se trata de una repartición arbitraria porque se están tomando en cuenta los principios de proporcionalidad y equidad.
La resolución de la Primera Sala derivó de un caso en el que uno de los cónyuges impugnó por inconstitucional el Artículo 4.46 del Código Civil del Estado de México, que prevé la repartición de los bienes adquiridos durante el matrimonio hasta en 50%.
El quejoso alegaba que tal disposición viola el derecho a la propiedad privada, ya que permite al Estado interferir o expropiar la propiedad privada de una persona.
En su demanda, el inconforme alegaba también que ese precepto equipara la relación matrimonial a un acto contractual, ya que prevé la indemnización del ex cónyuge que se dedicaba a las labores del hogar dándole el trato de una trabajadora.
Sin embargo, los ministros recordaron los precedentes emitidos por el propio alto tribunal, donde reiteradamente ha manifestado que la repartición de bienes no tiene efectos indemnizatorios o de sanción, pues, más bien, pretende resarcir las posibles desigualdades en la división de tareas durante el matrimonio.
En otra resolución a favor de la mujer, los ministros de la Primera Sala de la SCJN revocaron una sentencia que había condenado a una mujer a la pérdida de la patria potestad de sus hijos por abandono de domicilio.
Si bien se acreditó que la mujer abandonó el domicilio y por ello se le privó de la patria potestad de sus hijos, en un análisis más profundo se encontró que la mujer abandonó el domicilio conyugal debido a que era víctima de violencia de género.
Así que, haciendo una valoración de los hechos desde una perspectiva de género, los ministros establecieron que la mujer tiene derecho a una vida libre de discriminación y sin violencia y, por lo tanto, en el caso concreto, era necesario valorar la denuncia de la mujer sobre la violencia que sufrió.
En razón de lo anterior, los ministros revocaron la sentencia previa donde el tribunal de origen había otorgado la patria potestad de los hijos al padre y le ordenaron analizar los conceptos de violación denunciados por la mujer desde una perspectiva de género.
"Cada vez más mujeres se incorporan al mercado de trabajo, pero esto se ha dado en condiciones de desigualdad en relación con los hombres. Aunque las mujeres lleven a cabo actividades productivas, han tenido que ajustarse a las condiciones existentes en el mundo laboral sin descuidar las responsabilidades que por cuestiones culturales se les han asignado en el ámbito privado, como las tareas domésticas y el cuidado de las hijas e hijos, las personas adultas mayores, enfermas o con discapacidad".
Si bien a nivel nacional la brecha salarial entre ambos sexos es de 22%, las trabajadoras industriales pueden llegar a percibir un salario hasta 30.5% menor que el de un hombre.
En contraste, en sectores como la agricultura, ganadería y pesca, así como en el sector educación y en los servicios de protección y vigilancia la brecha es menor, oscila entre 0.8% y 2.5%.
El Instituto Nacional de las Mujeres refiere además que la mujer tiene una mayor presencia laboral en el sector informal que los varones.
En Jalisco, la desigualdad salarial es manifiesta: un hombre gana casi un tercio más que una mujer.
Sacó la carne del congelador para la cena del día siguiente, controló si quedaban bastantes cereales, llenó el azucarero, puso las cucharitas y los platos del desayuno en la mesa y dejó preparada la cafetera.
Puso la ropa húmeda en la secadora, la ropa sucia en la lavadora, planchó una camisa y cosió un botón, recogió los juguetes, puso a cargar el teléfono y guardó la guía telefónica. Regó las plantas, ató la bolsa de basura y tendió una toalla.
Bostezó, y se fué al dormitorio. Se paró un momento para escribir una nota a la maestra, contó el dinero para la excursión y tomó un libro que estaba debajo de la silla.
Firmó una felicitación para un amigo y escribió la dirección en el sobre, escribió la lista para el mercado y colocó todo junto a su bolso.
Mamá a continuación se lavó la cara, se puso crema antiarrugas, se lavó los dientes y se despintó las uñas.
Papá gritó "pensaba que te estabas yendo a la cama".
"Estoy yendo", dijo ella.
Puso un poco de agua en el bebedero del perro y sacó el gato al cerró la puerta con llave y apagó la luz de la entrada.
Dio una miradita a los niños, les apagó las luces y la televisión, recogió una camiseta, tiró los calcetines a la cesta de ropa y habló con uno de ellos que estaba todavía haciendo los deberes.
En su habitación puso el despertador, preparó la ropa para el día siguiente, ordenó mínimamente el zapatero.
Añadió tres cosas a las 6 de la lista de las cosas urgentes, dijo sus oraciones y visualizó el alcanzar sus propios objetivos.
En ese momento, Papá apagó la televisión y anunció "me voy a la cama". Y lo hizo, sin otros pensamientos.
¿Nada extraordinario? ¿Te preguntarás por qué las mujeres viven más tiempo? Porque están hechas para los largos recorridos y, no se pueden morir antes, tienen demasiadas cosas que hacer.
El estudio del Inegi señala que las mujeres destinan 65.2% de su tiempo a realizar las actividades del hogar y sólo 3.3 de cada 10 horas al trabajo de mercado.
En cambio, los hombres se orientan al trabajo de mercado y a la producción de bienes de autoconsumo con 76.2% y 2.7%, respectivamente, de su trabajo total. De tal forma que destinan 2.1 de cada 10 horas a las labores domésticas y de cuidados.
Los nuevos roles que desempeña la mujer en la economía aumentaron su carga de trabajo, al sumarse sus labores de mercado con las no remuneradas.
Si su trabajo fuera remunerado, las mujeres que limpian, cocinan, administran y educan desde el hogar aportarían 19.7% del Producto Interno Bruto del país. Sus labores cotidianas tienen un valor económico que asciende a los 3 billones de pesos.
El 76.1% de las tareas del hogar que se realizan en México corren a cargo de las mujeres.
Las mexicanas registran 2,520 millones de horas trabajo a la semana, mientras que los hombres laboran 2,158 millones de horas, según revelan datos del Inegi.
La mayor parte del imprescindible trabajo doméstico sigue en manos de las mujeres. Ellas hacen pericias, maroma y circo para cumplir con estas obligaciones y también para aumentar los ingresos de la familia sin un real reconocimiento, considera Mariana Fernández, presidenta del Instituto Jalisciense de las Mujeres.
"El trabajo en el hogar por desgracia es el trabajo menos visibilizado, menos reconocido y sobre todo no remunerado. Las mujeres que tienen un empleo que no es en la casa, trabajan en promedio 10 horas más que un hombre por todo lo que representa el trabajo en el hogar".
Fernández señala que "lo que tenemos que lograr es que los hombres se involucren en los asuntos privados, porque así como la mujer sale y aporta dinero a la casa, el hombre también tendría que estar cooperando en la casa".
La izquierda de cualquier grupo no debe hacerse cómplice de esa discriminación, opresión y negación de libertad. El programa del PRD reivindica el derecho de las mujeres a disponer libremente del cuerpo propio y, por tanto, se pronuncia a favor de la despenalización del aborto voluntario antes de las 12 semanas de embarazo. Es indefendible que militantes de izquierda traten de impedir reformas legales cuyo objetivo es contrarrestar esa fijación punitiva que consiste en que la mujer que aborta debe ser castigada mediante su encarcelamiento. Al respecto, no hemos escuchado de algunas y algunos más que simples pretextos para objetar la libertad de las mujeres en aras de una moral fuera de tiempo.
Sí, hay una disputa por el cuerpo de las mujeres. Es preciso erradicar de las leyes todo aquello que lo embarga a favor del Estado y reivindicar que sólo pertenece a cada cual.
Las mexicanas terminan -si terminan- la universidad con mejores calificaciones que los hombres y antes de cumplir 30 años ganarán 10% menos que ellos, según los datos de Monitor Global de Estudios de Emprendedores.
Me apena escribir la macha y vergonzosa frase que el ex diputado local priista de Chiapas, Alejandro García Ruiz, dijo en el programa radiofónico "La Chorcha" que conduce en Tapachula, al referirse a las lagunas en las leyes y a las deficiencias de las reformas constitucionales recientemente aprobadas: "Las leyes, como las mujeres, se hicieron para violarlas". Sí, leyó usted bien.
¿Qué se le puede decir a una persona que hace tal comentario en un programa de radio? Fernanda Familiar, en su cuenta de Twitter, simplemente lo llamó: "¡Patán, miserable, gañán!".
Comentarios de este tipo son intolerables y tienen consecuencias.
Salen de personas que tienen asimilado en su fuero interno que las mujeres son, de alguna manera, inferiores a los hombres y deben estar sometidas a sus antojos.
Debido a que la discriminación de la mujer está profundamente arraigada en la cultura y religiones del mundo, muchos ni siquiera se dan cuenta del trato denigrante y ofensivo que por costumbre le dan a "sus" mujeres.
Otros que sí se dan cuenta, no cambian ni reconocen su machismo por conveniencia, ya que perderían a las sirvientas, nanas, cocineras y "tapetes" que mejor les sirven.
Un macho quiere a las mujeres sólo como "sirvientas-putas", y un misógino ni para eso.
Tan arraigado en la cultura está el machismo, que inclusive las academias de la lengua dan al femenino de muchas palabras significados o connotaciones semánticas despectivas.
Una de las frases de mayor contenido misógino-machista la dijo el ex dictador chileno Augusto Pinochet: "a las mujeres no hay que creerles ni la verdad".
Este modo de hablar, de ofender y denigrar voluntaria o involuntariamente a las mujeres debe desaparecer.
Todos los siglos de historia de la humanidad son un relato hiriente de las trabas deliberantemente creadas para impedir la igualdad de la mujer con el hombre. Desde siempre han padecido la violencia activa de la agresión física y la disimulada violencia pasiva que las ha considerado como seres moral, intelectual y físicamente inferiores al varón, burdo complejo de superioridad machista... La valía de las mujeres en el monoteísmo occidental, siempre se ha limitado a una cuestión de alcoba para disfrute o procreación... Los machos y los mochos la han arrinconado desde que se tiene memoria; siempre han sufrido un apartheid cultural que les ha negado los privilegios educativos que de muchos años el hombre chapuceramente se ha reservado para sí... Hoy, las trabas culturales, económicas y políticas creadas por 30 siglos de una cultura misógina y opresiva, siguen manteniendo a la mujer marginada social, cultural y políticamente, aunque guardando tramposamente las apariencias legales y de hecho.
En México, las niñas tienen un menor índice de reprobación que los varones en las pruebas PISA, encontró la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en su más reciente estudio.
El organismo internacional encontró resultados "preocupantemente" altos en los niveles de reprobación de niños y niñas mexicanos en las 3 materias centrales de las pruebas PISA: Lectura, Matemáticas y Ciencias.
De acuerdo con el análisis del informe "ABC de la equidad de género en la educación: aptitudes, comportamiento y confianza", que se presenta hoy, más de una de cada 5 niñas reprobó en estas materias al igual que los varones.
Así cerca del 28% de las niñas reprobó sus exámenes mientras que cerca del 33% de los varones lo hizo. Para la OCDE, la diferencia es de 9% de niñas reprobadas contra casi 15% de los varones.
Aunque poco, en México el reporte también encontró que las niñas pasan más tiempo que los varones haciendo sus tareas.
La Organización Internacional del Trabajo señaló que a escala mundial se estima que la brecha de remuneración entre hombres y mujeres es de 22.9% en promedio, es decir, ellas ganan 77.1% de lo que ganan ellos, pese a que desempeñan trabajos iguales. En México la brecha salarial es de entre 15 y 20% en promedio, sin embargo, ese porcentaje llega a subir hasta 40% cuando se trata de puestos de alta dirección.
El Inegi dio a conocer cifras sobre la participación laboral de las mujeres mexicanas y reveló que en 2013 las labores domésticas que realizaron fueron equivalentes a 15.5% del Producto Interno Bruto.
El trabajo no remunerado del hogar continúa a cargo principalmente de las mujeres y es importante reconocer que estas actividades cotidianas implican un aporte fundamental en el bienestar de la sociedad. De las 2,148 millones horas a la semana que en 2013 la población destinó a estas labores, ellas realizaron el 78% de estas actividades.
En México, las mujeres que habitan en las áreas rurales destinan semanalmente 7.8 horas más a realizar las labores domésticas y de cuidados que las que viven en las zonas urbanas, quienes realizan 42.5 horas a la semana, equivalentes a contribuir con 49,700 pesos al año para cubrir las necesidades de su hogar.
Yucatán es un ejemplo al sector femenino en la política, sin embargo, no es un factor uniforme en todo el país. Aunado a esto existen otras razones que podrían explicar el fortalecimiento de la participación de las mujeres en el ámbito político, una de ellas, es la cuota de género, considera la especialista en Estudios de Género por El Colegio de México, Hilda Monraz.
Aunque la cuota de género tiene como objetivo apoyar la igualdad de participación en la política, Monraz creer que este factor no siempre cumple con su objetivo de promover la participación de las mujeres en la política electoral. "Se supone que este tipo de medidas son emergentes y no deben ser permanentes (...) sin embargo, se han convertido en herramientas que permiten la utilización de algunas mujeres para el incremento de afiliaciones a partidos políticos".
Además, señala que en ocasiones los partidos políticos promueven las candidaturas femeninas en espacios que se dan por perdidos, y en pocas ocasiones se presentan a las mujeres en candidaturas fuertes.
Monraz expone que para lograr una participación equitativa sería necesario tener una base de conciencia política y ciudadana, y promover una educación cívica para dar a conocer entre las mujeres los derechos y obligaciones en la participación electoral y política.
No es comprensible que haya quien diga que los feminismos dejaron de ser necesarios. Quien lo afirme así seguramente se encuentra en un lugar de privilegio desde el cual no alcanza a ver las realidades que vive la mayoría de las mujeres en este país.
Regina Tamés
¿Cuántas convenciones más necesitamos firmar para convencernos de que nuestro respeto hacia la mujer debe tener su origen en la dignidad de la persona y en el reconocimiento de los derechos humanos y no en la idea palurda de que "todos venimos de una"?
Natalia Calero
Todavía en nuestros hogares somos las responsables principales de conectar los afectos, de alimentar, de cuidar, de preservar, de sostener a los hijos, a nuestros padres, a nuestros suegros a menudo, a los enfermos, a las mascotas, a las plantas. Y al mismo tiempo somos parte del mundo patriarcal: del mundo laboral hecho por hombres para hombres. Preciso: hecho por hombres para hombres solteros -sin obligaciones hogareñas- o para hombres con mujeres como nosotras, que les resuelven todo. O casi todo.
Sabina Berman
Vivo en un país que necesita tener camiones y vagones de Metro y Metrobús exclusivos para mujeres.
Sobre el fárrago retórico de miles de pronunciamientos, discursos y las encomiásticas a la mujer, están los hábitos y usanzas, los mitos, la religión y el insepulto machismo.
Mientras que se le dé un sentido de superioridad y de mayor privilegio al varón, las mujeres seguirán teniendo que soportar los intentos de subyugarlas y someterlas.
El pasado viernes se llevó a cabo la Ceremonia de Reconocimiento a Estudiantes Sobresalientes de la Universidad de Guadalajara. Se reconoció a 251 estudiantes sobresalientes, de los cuales 157 fueron mujeres.
Esta es la rutina diaria de muchas mujeres en todo el mundo, empieza por la mañana y continúa hasta altas horas de la noche... Esto se llama "no trabaja".
Ser ama de casa no tiene diplomas, pero cumplen un papel clave en la vida familiar.
Desfrute y aprecie a su esposa, madre, abuela, tía, hermana, hija... porque su sacrificio es invaluable.
Alguien le preguntó: ¿usted es una mujer que trabaja o es sólo "ama de casa"?
Ella respondió: Yo trabajo como esposa del hogar, 24 horas al día...
Soy una madre,
soy mujer,
soy la hija,
soy el despertador,
soy el cocinero,
soy la criada,
soy el maestro,
soy el camarero,
soy la niñera,
soy enfermera,
soy un trabajador manual,
soy un agente de seguridad,
soy el consejero,
soy el edredón.
No tengo vacaciones,
ni tengo la licencia por enfermedad.
No tengo día libre.
Trabajo día y noche,
estoy de guardia todo el tiempo,
no recibo sueldo y...
aún así, suelo escuchar la frase:
"Pero ¿qué haces todo el día?".
Dedicado a todas las mujeres que dan su vida por el bienestar de sus familias.
La mujer es como la sal: su presencia no se recuerda, pero su ausencia hace que todo se quede sin sabor.
Hace poco, Ruiz Massieu recibió su propio reconocimiento, el de Mujer del Año. En Arabia Saudita Ruiz Massieu nunca hubiera recibido una condecoración similar.
Apenas el año pasado, por primera vez, las mujeres saudíes pudieron votar. Lo cual, por cierto, quiere decir poco, como lo explicó The Guardian, el periódico británico:
"Otro de los obstáculos a la participación política es cómo las mujeres pueden llegar físicamente a un centro de votación en un país con el transporte público limitado. El gobierno de Arabia Saudita afirma que no existe ninguna disposición legal que prohíba a las mujeres conducir. Sin embargo, como se destaca en la campaña mundial de Igualdad Ya, para acabar con todas las leyes que discriminan a las mujeres, una fetua de 1990, que se trata para efectos prácticos como ley, establece que las mujeres no pueden obtener una licencia de conducir. Bajo esta fetua, permitir que las mujeres manejen supuestamente sería una 'fuente de vicios innegables' y un medio para cometer haram (lo prohibido)."
En donde gobierna el rey condecorado, Claudia Ruiz Massieu no podría manejar un auto.
Tampoco podría salir de su casa si no es acompañada por un chaperón. Tendría que limitar su contacto con hombres que no sean de su familia, en muchos edificios tendría que entrar por una puerta para mujeres, nadar en una alberca donde hubiera hombres que no sean sus familiares...
En el "Global Gender Gap" del Foro Económico Mundial, que mide la discriminación contra las mujeres, el país del condecorado por México ocupa el lugar 134 entre 145.
Este lunes, la canciller inaugurará, en Mérida, el evento Mujeres: economía, conocimiento e innovación, que se realiza como parte de la conmemoración del centenario del Primer Congreso de Mujeres Feministas de México.
Señora canciller, mujer mexicana del año, ¿cómo se va de una cosa a otra. De la condecoración al rey del país donde usted no podría manejar un coche, a la celebración del feminismo mexicano?
Va una cita de Robert Hughes para la secretaria: "Opresión es lo que hacen en Occidente, lo que hacen en Medio Oriente es 'su cultura'".
Las mujeres y las niñas siguen siendo secuestradas, violadas, prostituidas, mutiladas sexualmente, encerradas en casa, lapidadas, vendidas como mercancía, forzadas al matrimonio, apaleadas hasta la muerte, quemadas con ácido; es que hay 60 millones de niñas sin escolarizar en el mundo y los fanáticos islámicos queman las escuelas femeninas y matan a las crías que quieren estudiar. Es que cientos de millones de mujeres viven una vida de constante abuso y tormento, y las Naciones Unidas no parecen tomarse esta atrocidad muy en serio. Que el indecible dolor de la mujer nunca sea una prioridad política internacional es una muestra del nivel de sexismo de Occidente.
El trabajo no remunerado de las mujeres en México asciende a 3.1 billones de pesos, cifra que equivale a 18% del Producto Interno Bruto del país, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
El organismo estadístico precisa que aun cuando el trabajo no remunerado destinado a las labores domésticas y de cuidados del hogar no se comercializa en la economía, su valor monetario supera al PIB que generaron sectores productivos como la industria manufacturera (equivalente a 16.7%), comercio (15.5%) y/o servicios educativos (4.1%) en 2014.
El organismo señala que las mujeres tienen la mayor carga total de trabajo que los hombres, pues por cada 10 horas que ellas laboran (trabajo remunerado y no remunerado), los hombres realizan 8.3 horas.
Cuando se habla de manifestar ante las autoridades actos de acoso verbal, físico o sexual que cualquier mujer padezca en calles o lugares de trabajo del sector público o iniciativa privada, la realidad no es nada alentadora porque no ha existido un solo caso que motive a generar la llamada cultura de la denuncia.
Para muestra lo que ocurrió en la Ciudad de México con la periodista independiente de origen estadounidense Andrea Noel. El pasado 8 de marzo caminaba por calles de la colonia Condesa cuando un sujeto la sorprendió al paso subiéndole la falda y bajándole las pantaletas. El sujeto huyó. Ella consiguió el video de un local cercano al hecho y lo hizo público en redes sociales. Al principio la solidaridad, después burlas, agresiones y amenazas sustituyeron cualquier muestra de respeto a la humillación e impotencia de lo que pudo haber sentido. Las redes sociales de nueva cuenta fueron la protección cobarde de mensajes con el toque característico del "mexicano que se dice macho", aquí algunos ejemplos de lo que dejaron escrito en el anonimato que permite Twitter: "eso te ganas por mostrar las piernas de más", "por dónde caminas güerita para hacerte lo mismo" y las ofensas fueron más allá que algunos se quisieron sentir Donald Trump, "mejor lárgate a tu país, la próxima te violan".
En Jalisco aunque no exista un estudio que lo demuestre, en muchos lugares de trabajo se viven capítulos de mujeres acosadas. Desde el más frecuente, el del sujeto que escanea con la mirada la figura femenina, hasta el bromista que relaciona todo con el acto sexual a manera de invitación implícita.
El ambiente que rodea el fantasma del acoso sexual está perfectamente adaptado para que continúe. Mujeres que buscan trabajar como cualquier otro ser humano, hombres que manifiestan deseos prohibidos, autoridades laborales -públicas y privadas- inmóviles y al final más víctimas que deben soportar acciones lascivas justificadas en un: "es un piropo", "es una broma, no aguantas nada".
Y en la calle lo mismo, en diciembre pasado se dieron a conocer los resultados de la encuesta de prevención de violencia en el transporte público en la zona metropolitana de Guadalajara: 88% de las usuarias entre empleadas y estudiantes, afirmó sufrir incidentes de violencia de algún tipo en los camiones. La semana pasada integrantes del colectivo FemiBici manifestaron que en sus trayectos hombres se atreven a darles nalgadas o manejar el auto al ritmo de la bici en la que ellas van para lanzarles cualquier tipo de invitaciones.
Del acoso a la denuncia hay un gran paso en cualquier parte de México. Difícil de dar porque el resultado ya se sabe. Por lo pronto se llama Andrea y se apellida Noel.
En universidades británicas, las mujeres musulmanas están demostrando cómo su impulso y motivación las llevan al éxito. Por 1a. vez han superado académicamente a los hombres musulmanes.
25% de las mujeres musulmanas de entre 21 y 24 años se han titulado, en comparación con 22% de los hombres musulmanes de la misma edad.
Estos resultados representan una tendencia importante en las mujeres con educación. Por 1a. vez, más mujeres que hombres estadounidenses se han graduado de bachillerato.
La misoginia es parte de nuestra sociedad. Las tres grandes religiones monoteístas: la católica [cristiana], la judía y la musulmana discriminan, todas de una u otra forma, a la mujer y eso se trasmina a las grandes sociedades, incluyendo por supuesto Occidente. Pero nunca habíamos observado la posibilidad de que un candidato tan explícitamente misógino como Donald Trump pudiera llegar nada menos que a la Casa Blanca.
Nunca ningún candidato contemporáneo en ese país, con todo lo que ello implica, había sido tan agraviante, insultante, con las mujeres, comenzando con su rival, la demócrata Hillary Clinton. Trump no puede debatir con Clinton de política interna o exterior, derecho, justicia social o seguridad nacional, el hombre es neófito en todos esos campos. Es por eso que ha decidido llevar la campaña contra Hillary atacándola por ser mujer y por ser la mujer de Bill Clinton. Una relación sexual consensuada entre adultos sólo debería ser del interés privado: el caso Lewinsky fue una manipulación vergonzosa que tenía como objetivo tirar a un presidente exitoso, independientemente de cualquier devaneo sentimental, y tomar una suerte de venganza por la caída de Richard Nixon.
Para Trump las cosas son sencillas: "Si Hillary no puede satisfacer a su esposo, ¿cómo pretende satisfacer a Estados Unidos?", se preguntó en un debate de campaña. Este fin de semana fue más allá todavía y la acusó de cómplice del hombre que "ha sido el peor agresor de mujeres de la historia política... Hillary ha sido cómplice, trató a esas mujeres de manera terrible", agregó. Es una barbaridad y una falsedad absurda. Es más, esas mujeres, Lewinsky y otras, fueron contactadas por los personajes más oscuros del partido republicano y exhibieron de la peor forma posible unas relaciones reales o inventadas con tal de alcanzar un objetivo político. Las mujeres no condenaron a Hillary por los devaneos de su esposo, aunque muchas pudieran esperar que se divorciara. Como ella misma ha dicho en su libro, ese era un tema personal, de pareja, que debían arreglar entre ellos y en forma privada, no un objeto de exhibición mediática destinado a derrocar un presidente.
Pero, ¿qué se puede esperar de Donald Trump, él sí el mayor agresor (por lo menos en el discurso) de mujeres que ha dado la política estadounidense contemporánea? Estas son algunas de sus célebres frases.
"Ya sabes, da igual lo que los medios escriban de ti mientras tengas junto un culo joven y bonito".
"Darle a tu mujer objetos de valor que pueda cambiar por dinero es un terrible error. Jamás le compraría a mi mujer joyas decentes u obras de arte".
"La belleza y la elegancia, ya sea en una mujer, un edificio o una obra de arte sólo es algo superficial o algo lindo que ver".
"De 6,000 acosos sexuales no reportados en las fuerzas armadas, sólo 238 han sido sancionados. ¿Qué otra cosa esperaban, si mezclaron a los hombres con las mujeres, genios?".
"Si somos políticamente correctos, podríamos decir que el 'look' no importa. Pero la apariencia obviamente es importante", aseguró en el programa Last Week Tonight y agregó dirigiéndose a la presentadora: "Como si tú no tuvieras este trabajo por ser hermosa".
"Desde el principio tienes que dejarle claro a las mujeres qué les va a quedar (en un matrimonio) si las cosas salen mal. Hay 3 tipos de mujeres. La 1a. es la que si realmente ama a su marido, se niega a firmar el acuerdo (prenupcial) por un tema de principios. La 2a. es la que tiene todo calculado y quiere sacar provecho del idiota con el que está casada. La 3a. es la que lo acepta porque prefiere dar un golpe rápido y quedarse con lo que le ofrecen".
Trump se define a sí mismo como "un hombre que tiene claro lo que quiere y hace lo que sea para obtenerlo sin ningún tipo de límites. Las mujeres encuentran que ese poder que tengo es tan excitante como mi dinero". Todos, pero sobre todo las mujeres (porque son las que más perderán), debemos impedir que este tipo se salga con la suya.
Ya tenemos Cámara de Diputadas y Diputados, ¡era lo que hacía falta en el país!, pero ahí mismo, en esa cámara, se considera a la mujer-esposa como cuidadora abnegada. Fíjense: el reglamento de la estancia infantil del órgano legislativo federal dice que tienen derecho a llevar a sus hijos las trabajadoras y los papás viudos o divorciados. Los que tengan esposa no, porque... porque eso significa que tienen cuidadora. ¡Peor aún! El reglamento especifica que los viudos y divorciados pueden llevar a sus hijos "en tanto no contraigan matrimonio o entren en concubinato". ¡De verdad!
¿Creen que es un tema exclusivo de la miopía de los legisladores federales y que a quién le importa si no trabaja ahí? Pues no. Los trabajadores al servicio del Estado, todos los que tienen ISSSTE, viven la misma situación. Pero bueno, dirán ustedes, a quién le importa. Son burócratas. Pero resulta que no es un tema de burócratas. En Jalisco hay cerca de un millón y medio de trabajadores de todos los sectores afiliados al IMSS que están exactamente en la mismísima situación: el artículo 201 de la Ley del IMSS establece que la guardería es un servicio para madres trabajadoras (sin importar si están casadas o no) y para el trabajador viudo o divorciado. ¿Por qué? Pues una vez más: porque si está casado tiene cuidadora. Ser esposa y ser mamá, según el Estado mexicano y su mirada retrógrada plasmada en la ley del IMSS, es ser cuidadora, preparadora de desayunos.
En promedio, las mujeres ganan 16% menos que los hombres por igual trabajo, según el Informe 2016 sobre Desigualdad Salarial presentado por el Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana en Puebla.
No sólo ganan menos y trabajan más si se considera el trabajo doméstico, sino que también se les obstaculiza para ocupar los mejores puestos en sus lugares de trabajo. La brecha salarial no es la única desventaja que enfrentan las mujeres: en Jalisco 20% de las mujeres que trabajan sufre acoso laboral, en promedio, aunque la cifra aumenta hasta 70% en la industria electrónica, según ha reportado la Coalición de Extrabajadoras(es) y Trabajadoras(es) de la Industria Electrónica Nacional. Hablamos entonces no sólo de desventaja salarial, sino de una violencia estructural no sólo en los centros de trabajo, sino también en los hogares y en las calles. Es la violencia patriarcal.
Pero esta violencia sistemática se ve agravada en el contexto de guerra que vivimos en México. Los asesinatos violentos y las desapariciones de mujeres aumentan más que los de los hombres. Según un informe que la Red por los Derechos de la Infancia en México presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el pasado 7 de abril, "de 2012 a 2014, el número de niñas y mujeres adolescentes de 0 a 17 años desaparecidas incrementó 191.8% (de 404 a 1,179), mientras el incremento en las desapariciones de la población masculina del mismo grupo de edad fue de 14.7% (de 580 a 665)", lo que indica que la desaparición de mujeres creció 13 veces más que la desaparición de hombres.
¿Por qué suceden todas estas atrocidades contra las mujeres en el planeta? Las niñas y mujeres secuestradas, rociadas con ácido, quemadas vivas, lapidadas, mutiladas, azotadas, apuñaladas, apaleadas, torturadas, violadas y asesinadas a lo largo y ancho de este espantoso mundo... La respuesta es simple: les hacen eso porque pueden. Porque no hay leyes suficientes, y si las hay no se aplican con celo. Porque los organismos internacionales no se toman en serio este lento, silencioso genocidio. Porque los gobiernos mundiales están enseguida dispuestos a negociar con terroristas (como los talibanes, por ejemplo) aunque para ello condenen a todas las mujeres de la zona a un horrible martirio. El tema de la seguridad de las mujeres, una seguridad tan básica como el derecho a no ser quemada viva por no querer casarse, nunca está sobre la mesa de los negociadores, nunca es prioritario. Nunca hay embargos comerciales por la tortura y esclavitud de la mitad femenina de la población (sí los hubo, sin embargo, cuando se trataba de una mitad de negros, por ejemplo).
Estoy cansada, estoy espantada. En el crecimiento del Islam más retrógrado veo cómo se consolida la opresión de las mujeres, cómo aumenta la crueldad. Y en el miedo de Occidente a la radicalización terrorista preveo nuevas concesiones en materia de derechos humanos. Una vez más la libertad de las mujeres será moneda barata para pagar acuerdos. No podemos permitirlo. No podemos cerrar los ojos, como yo intenté hacer en mi desconsuelo. Hay que reaccionar, organizarse, exigir. Hacer algo.
Aún resuenan los ecos del escándalo creado por Gustavo Cordera, ese viejo rockero argentino de 54 años proveniente de una banda alternativa llamada Bersuit Vergarabat. Cordera, que va de moderno, soltó un roñoso pensamiento arcaico en una escuela de periodismo. Dijo: "Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente". Luego ha intentado justificarse diciendo que se sacaron sus palabras de contexto. Pamemas. Lo que dijo es exactamente lo que dijo, y además añadió otras perlas estupendas. Por ejemplo, preguntado por las denuncias por abusos sexuales contra otros 2 músicos, contestó: "Aldana hace mucho que coge con pendejas [menores], ¿ahora eso es abuso?". Se refiere al también cantante argentino Cristian Aldana, a quien la fiscalía acusa penalmente de 6 casos de abuso sexual agravado y corrupción de menores. Qué criaturitas tan encantadoras estos buenos rockeros.
Pero lo más terrible del asunto no es que hayamos dado por casualidad con unos descerebrados y feroces machistas, con las ovejas negras que toda sociedad tiene. No, lo peor es que no son ovejas negras, sino sucias, esto es, de un color parduzco de lo más común. Transcribo la frase atroz de Cordera sobre las violaciones y lo que me acongoja es pensar en cuántos hombres (y quizá algunas mujeres) sentirán que en el fondo no le falta razón. Y hablo de España en el siglo XXI y de los lectores de El País Semanal, no de los talibanes ni del Isis. Porque a lo que nos estamos enfrentando es a una enfermedad social. Nuestro mundo arrastra una honda, espantosa patología sexista que ningunea, tortura y sojuzga a las mujeres. Si no estuviera tan asentada en nuestro cerebelo la idea de que las mujeres no tienen voluntad propia, de que en el fondo están hechas para el placer del varón y de que el hombre es el dueño de sus cuerpos y de sus destinos, no sucederían hechos tan alucinantes como la presunta violación colectiva de los sanfermines o tantas otras agresiones sexuales semejantes. Veinteañeros aparentemente normales que, de pronto, parecen enloquecer y no sólo violan en masa a chicas jovencísimas, sino que además se sienten tan seguros y tranquilos ante lo que han hecho que incluso se graban llenos de jolgorio mientras las agreden.
Esa violencia real se asienta sobre la violencia mental y verbal de quienes opinan como Cordera. Y por desgracia estamos tan acostumbrados a escuchar semejante tipo de basuras (ya digo que esta sociedad perversa nos educa a hombres y a mujeres dentro del sexismo) que conviene darle la vuelta al argumento para apreciar bien su aberración. O sea, sería como decir que hay hombres que necesitan ser violados analmente porque el prejuicio machista les impide saber lo mucho que les gustaría ser atravesados por un varón. Puede que ese sea exactamente el caso de Cordera, miren por dónde. Puede que la violación de un gigante de 2 metros le salve de sí mismo y de su histeria. A fin de cuentas, ¿qué sabe el rockero de sus propios deseos y de su cuerpo? Quien de verdad sabe lo que él necesita es su violador. En fin, le deseo amigablemente a Cordera que lo encuentre.
En 1993, la Asamblea General de la ONU firmó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Pero 23 años después no hemos avanzado nada: una de cada 3 mujeres que hay en el mundo sigue sufriendo violencia física o sexual. 120 millones de niñas (un poco más de 1 de cada 10) han sufrido un coito forzado, y 200 millones de niñas y mujeres han sido mutiladas en 30 países, la mayoría antes de los 5 años. Y debo añadir aquí algo muy importante: este NO ES UN PROBLEMA DE MUJERES. Es un asunto que nos atañe a todos, porque sin duda los varones también querrán librarse de esa marca infamante de verdugos y de violadores. Se trata de una patología colectiva, y va siendo hora de que los muchos hombres y muchas mujeres a los que nos espanta la situación actuemos de manera radical. O cambiamos la sociedad y la educación desde su misma base, o seguiremos viviendo en la enfermedad y en el delirio.
El machismo hizo que la mujer fuera invisible: no contábamos en la historia, en las artes, en la ciencia, en el gobierno, y todavía hoy nuestro acceso a 1a. fila no es igualitario. Pero se diría que nuestra sexualidad, es decir, nuestra vida íntima y nuestro deseo, han sido especialmente ignorados y ocultados. Desde siempre los tópicos populares han mantenido una imagen casi asexuada de la mujer, como si fuéramos medio frígidas. Ya saben, son esas señoras a las que supuestamente el sexo gusta poco y que alegan dolores de cabeza para no "cumplir" con sus maridos. Los estudios científicos, empezando por el clásico Masters and Johnson, han derrumbado muchos tópicos. Por ejemplo, hay casi tantas mujeres infieles como hombres. Como también hay un buen número de mujeres mayores que mantienen en algún momento de sus vidas una relación sexual con hombres más jóvenes (y las ha habido siempre, aunque clandestinas: incluso la puritana reina Victoria de Inglaterra tuvo un amante menor que ella, Mr. Brown). Total, que ya va siendo hora de que nos hagamos cargo abiertamente de nuestros cuerpos.
La politóloga e investigadora argentina Flavia Freidenberg, impartió una conferencia en Guadalajara que desde el nombre "por qué les cuesta tanto trabajo hacer política a las mujeres", dibujó el ecosistema en el que se encuentra este sector en México. Las respuestas se expusieron: ellas enfrentan obstáculos que por naturaleza no tienen ellos, tardan en creerse lo que pueden alcanzar, además deben luchar contra ideas propias, miedos y autolimitaciones basadas en creencias familiares y sociales muy arraigadas. Luego se busca la conciliación en casa, el equilibrio entre la vida familiar y laboral, para después de la autoelección ingresar -ahora sí- al terreno de la política, escenario en el que impera la estigmatización y estereotipos, como que el electorado crea que el liderazgo sólo es masculino.
Datos de la académica señalan que de 60 partidos políticos en Latinoamérica, sólo en 12% se tiene presidentas o secretarias, aun cuando el 50% de la militancia son mujeres, un dato con el cual se confirma que esa contribución funciona para ganar votos.
Cuando el ascenso comienza hay más dificultades, la más relevante es que el partido las elija con el fantasma de la cuota de género, que obliga a equilibrar la participación. Superada esa prueba llega otra, tener menos recursos para financiar las campañas.
Desde hace años, los movimientos de lucha para proteger los derechos políticos de mujeres avanzan visibilizando la democracia excluyente y a la vez, han movido la agenda con un compromiso más activo con expresiones actuales que llegan a ser polémicas como la plataforma "He for She: movimiento solidario en favor de la igualdad de género", donde algunas -a las que me sumo- cuestionan si el género importa para funcionar."
La profesora de la Universidad de Harvard, Cynthia A. Montgomery en su libro "El Estratega", expone que un líder nunca debe olvidar el propósito para el que trabaja. Si se quieren líderes más competitivas, "menos princesas y más presidentas", como lo dijo Freidenberg, habrá que dejar las selfies y el protagonismo frívolo a un lado. Al final se necesitan más políticos hombres comprometidos con la agenda de género y mujeres que eviten el autoboicot, se preparen igual que ellos, hagan coaliciones y se atrevan a romper la disciplina partidaria.
No, Hillary Clinton no será la 1a. mujer en ser presidenta de los Estados Unidos. No, ese país prefirió el salto a lo desconocido que significa la presidencia de Donald Trump que permitir que una mujer llegara a la Casa Blanca.
Los primeros estudios de opinión comienzan a mostrar con bastante claridad lo ocurrido: Trump ganó con el voto de los hombres, un 53% de ellos votaron por él, pero sobre todo de los hombres mayores de 45 años, que fueron también el 53% de sus electores. Los menores de 45 años no votaron por Trump sino por Hillary pero su participación fue baja. Trump tuvo el voto del 58% de los blancos, pero también del 8% de los afroamericanos y de un 29% de latinos. La preferencia por Trump fue importante entre quienes tienen ingresos superiores a los 100,000 dólares anuales y prácticamente todos los que se consideran a sí mismos conservadores (más del 81%) votaron por él.
En otras palabras, Trump ganó con el voto de los hombres blancos mayores de 45 años y logró mantener en ese grupo social a las mujeres (53%) como una reacción directa de esa población contra Hillary Clinton, son los que no querían una mujer en la presidencia; se quedó con el voto de las personas de mayores ingresos, seguramente gracias a sus promesas fiscales. Se quedó con el voto abrumador de los conservadores: la mezcla de misoginia, racismo (la mayoría dice que votó por Trump por la economía y su postura antiinmigrante), el sí a las armas y el no al aborto le dieron la presidencia.
El 8 de marzo se conmemora otra vez el Día Internacional de la Mujer y por estos días autoridades de todos los niveles preparan campañas puntuales y alusivas -mas no necesariamente francas- para poder cumplir con la efeméride. Cumplir, igual que los partidos políticos con la reforma que en 2014 aprobó -y los obligó- con la paridad de género.
Aunque cueste reconocer, sólo así las mujeres en México han accedido de una forma más sencilla a cargos de elección popular, enfundadas en vestidos o trajes confeccionados a la medida que les permitan presentarse con trayectorias que las avalen, cuando la realidad, la que se murmura, es otra: institutos políticos que deben cumplir con una ley aunque se truenen los dedos por no contar con los perfiles a modo para ocupar distintos cargos. Así han tenido que trabajar y así se preparan para las próximas contiendas electorales, posicionando personajes femeninos labrados en redes sociales y con un vocabulario que incluya las palabras "visibilizar" o "empoderar", como si después de tantos años de trabajo por parte de verdaderas defensoras de los derechos de la mujer se necesitara de algún mecanismo especial para dar poder y ver causas que han estado presentes en la lucha por una igualdad inexistente.
La actual lista nominal del Instituto Nacional Electoral contabiliza 40 millones de mujeres, cifra que contrasta con una única mujer gobernadora en México. Y lo más irónico, aunque ocupen cargos -más por obligación que por respeto y reconocimiento- las mujeres son importantes para los partidos porque el 50% de sus militantes está integrado por ellas, es decir, funcionan para ganar votos. En este sentido, la operación al interior de los partidos sigue mostrando debilidades por estereotipos de género, en donde el verdadero atractivo es aquel que está distante de una carrera política sólida, honesta, coherente y cercano a la construcción de ideas o valores discriminantes, que por un lado permiten ellas mismas y por otro, lo padecen. Hacer campañas en contra de la violencia y misoginia en voz de políticos hombres no significa que lo prediquen, pero -aquí vamos otra vez- tienen que cumplir. ¿Qué están haciendo entonces estas mujeres que supuestamente nos representan? La escritora Sara Sefchovich en el libro "¿Son mejores las mujeres?", dice que existen mujeres que consideran que por haber nacido tales, automáticamente tienen derechos y entonces eligen 2 caminos: o hacerse las víctimas o ponerse a insistir en que se les debe nombrar, elegir, escuchar, incluir o considerar en todas partes. "Más bien parece que quienes hacen esto, solamente se están aprovechando de la biología y de la moda para sus ambiciones personales", sostiene. A ponerse el saco... o vestido, aunque cueste.
La brecha salarial entre hombres y mujeres en México es 18%. Esto es, por un mismo trabajo si a un hombre se le pagan 1,000 pesos a una mujer le pagan 820. Así de simple; así de grave. Lo peor es que esa brecha lejos de mejorar empeoró en el último año, pues en 2015 estaba en 17%, según cifras de la OCDE.
Más terrible aún que la diferencia salarial son la discriminación y el acoso. El machismo sigue siendo una práctica cotidiana en este país y en esta ciudad. Nuestra cultura está impregnada de expresiones machistas que muchas veces las soltamos sin ser siquiera conscientes de lo que implican. La condición de discriminación se agrava además con elementos de clase. Ser indígena en México es terrible, pero ser indígena y mujer es doblemente castigado. Ser mujer y además prostituta implica una de las condiciones más bajas y despreciadas de la escala social.
El acoso es aún peor porque suele justificarse e incluso minimizarse. Los principales acosadores suelen ser los familiares: el padre, el hermano, el tío, el primo. El acoso en el hogar es una práctica común. Pero saliendo de la casa sigue el acoso en el transporte público, en la universidad o en el trabajo. Una de cada 10 mujeres que trabajan ha sido víctima de acoso, pero es un delito silencioso, pues las mujeres prefieren no denunciar por miedo a perder el trabajo (de acuerdo a un estudio del Colegio Jurista, el índice de denuncia es de solo 3 de cada mil casos).
Parte sustancial del comportamiento machista es la normalización y justificación de ciertas prácticas algunas de nombre horrible, como "buitreo" que no es otra cosa que acoso disfrazado de juego. Me temo que en el caso reportado en estos últimos días en el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingeniería el acoso habría quedado en anécdota si no es porque este centro tiene, por 1a. vez, una rectora mujer.
El día de la mujer en Guadalajara en pleno siglo XXI sigue teniendo, tristemente, mucho sentido.
Hace un par de semanas asistí, maravillada, a la monumental manifestación feminista de Madrid del día 8 de marzo. Como poco éramos 60,000 o 70,000 personas. Y hubo récords históricos de participación en muchos otros puntos del planeta, desde la masiva movilización de Asunción (Paraguay) a los 300,000 manifestantes de Montevideo (Uruguay), según cifras de la policía. Algo ha sido distinto este año en el Día de la Mujer. Algo parece estar tomando forma en las calles y en los corazones. Hay un rearme del activismo frente a los vientos de violencia retrógrada que soplan por la Tierra. Creo que los ciudadanos empezamos a comprender que los logros democráticos están en peligro. Las conquistas sociales que nos costaron siglos de muerte y sufrimiento pueden ser borradas de un plumazo por la nueva barbarie, y entre esas conquistas está el anhelo de una sociedad igualitaria. Sí, vamos a peor; el sexismo no sólo sigue perdurando en mayor o menor medida en todo el mundo, sino que ahora, además, hay un neomachismo que avanza pujante.
Recordemos que el machismo es una ideología en la que nos educan a todos, así que hay mujeres sexistas, de la misma manera que hay hombres feministas. Me emocionó comprobar que el 70% de los participantes eran muy jóvenes. Había un buen montón de chicos y sobre todo una multitud de muchachas maravillosas, las hijas y las nietas que no tuve, nuestras sucesoras, así como nosotras sucedimos a generaciones de mujeres que se esforzaron por romper el hielo, aunque para ello tuvieran que regarlo con sangre: las Marie Curie, las sufragistas, las parteras medievales que ardieron en la hoguera. Allí, en esa noche festiva y entusiasta, me sentí formar parte de una larguísima cadena. Viendo a las jóvenes que me rodeaban, comprendí que yo les estaba pasando el testigo. Fue conmovedor.
Y es un testigo precioso y cargado de historia, aunque haya sido siempre una historia silenciada. Ana López-Navajas es una investigadora formidable de la Universidad de Valencia que publicó un estudio en 2014 en el que demostraba la ausencia de figuras femeninas en los contenidos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). De hecho, sólo el 7.6% de los referentes culturales, humanísticos y científicos que aparecen en los libros de texto son femeninos: aprendemos una cultura y una ciencia sólo de hombres. Y no es porque no hayan existido mujeres extraordinarias a lo largo de la historia, sino porque el sistema patriarcal se ha encargado de borrar su memoria. Por eso López-Navajas lleva más de ocho años preparando una base de datos para incluir mujeres en los contenidos de la ESO, un trabajo monumental y épico por el que Ana acaba de ganar el premio Avanzadoras de Oxfam Intermón.
La importancia de esta base de datos es tal que puede dar un vuelco a nuestra concepción del mundo: "Por ejemplo, el nacimiento de la ópera va unido a Monteverdi, pero también a Francesca Caccini, conocida y famosa compositora. Ella fue la 1a. que sacó la ópera de Italia para representarla en Varsovia, y a partir de ahí empezó a difundirse. Fue Sophia Brahe la que realizó en su mayor parte -casi completamente- las tablas que después utilizó Kepler. La primera literatura de autor, más antigua que Gilgamesh y los Veda, es La exaltación a Inanna, de la sacerdotisa acadia Enheduanna, a quien también pertenecen las primeras notaciones astronómicas. Y hay un sinfín más. Tantas, que la historia tal como la conocemos se descompone", explica Ana, que espera tener la base operativa el próximo verano. Unas chicas llevaban en Gran Vía este cartel: "Somos las nietas de todas las brujas a las que no pudisteis quemar". En efecto. Y también de todas esas mujeres prodigiosas que contribuyeron al conocimiento y a la belleza del mundo y que fueron silenciadas por el patriarcado.
Lo reconozco: mi 1a. reacción también fue de rechazo, incluso de cierta repugnancia. Y sigue siendo una opción por la que no siento especial simpatía. Me refiero a los llamados vientres de alquiler. La mera denominación ya resulta zafia, hasta insultante, con esa clara cosificación del cuerpo de la mujer. Hembra útero, hembra incubadora. Una mera vasija.
Pero luego me puse a pensar el asunto con detenimiento para racionalizar el porqué de mi oposición emocional, y entonces todo se hizo enormemente confuso. No he encontrado una frontera ética por la que deban prohibirse los vientres de alquiler. Si sostenemos que las mujeres son dueñas de su cuerpo (como hacemos los partidarios de la despenalización del aborto, por ejemplo), entonces también son dueñas de alquilar su capacidad reproductora. O de trabajar en la prostitución, por citar otro tema polémico con ciertos paralelismos. Colaboro con una asociación feminista, Hetaira, que lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales, y soy partidaria de la legalización de la prostitución; creo que es la medida que más protege a las mujeres y que mejor sirve para luchar contra la trata. No todas las feministas opinan así, desde luego; de la misma manera que también hay feministas y homosexuales que se oponen a los vientres de alquiler.
El punto crucial del argumento en contra, en este caso y en la prostitución, es que cobran por esos servicios. De ahí deducen inmediatamente que esas mujeres no son de verdad libres para vender lo que venden. Vamos, que todas ellas se ven forzadas a hacerlo, esclavizadas por la necesidad. Es un argumento totalmente subjetivo, que va en contra de lo que opinan muchas prostitutas y muchas madres subrogadas y que no se basa en nada externamente mensurable, sino en la propia percepción de quienes sostienen esta idea: creen que es imposible que esas mujeres elijan libremente porque a ellos cobrar por el sexo o alquilar el útero les parece horrible. Pero no todo el mundo siente lo mismo.
En realidad, casi nadie elige libremente en esta maldita sociedad, y para muchos esa falta de libertad es tan extrema que viven una vida laboral de verdadera explotación, casi de esclavos, tan embrutecedora y humillante que comprendo que haya personas para las que gestar el hijo de alguien (o ejercer la prostitución en determinadas condiciones) pueda ser una opción lo suficientemente válida de conseguir una vida mejor.
Además me parece extraordinario que nos pongamos todos tan paternalistas defendiendo a las mujeres de sí mismas en el caso de los vientres de alquiler y que no nos preocupen tanto los muchos embarazos no deseados producto del error, de la violencia o de la presión religiosa o social, por no hablar de las gestaciones insanas, sin suficiente apoyo médico, con alimentación y cuidados inadecuados. Creo que la maternidad y la paternidad están mitificadas, cuando en realidad son un maldito peligro. Para adoptar a un niño tienes que superar un millón de pruebas, lo cual está muy bien (y habría que hacer lo mismo con los vientres de alquiler), pero para tener hijos en directo basta con que dos idiotas se pongan a jugar a los médicos un rato. Pueden ser inmaduros, pueden ser violentos, pueden ser malvados, pero les permitimos un poder absoluto sobre las criaturas más indefensas. ¡Pero si hasta para conducir tienes que pasar un examen! ¿Y para ser padre no? De ahí la abundancia de maltrato infantil, de abusos y de incestos.
Total, no es que la idea me encante, pero lo que veo en los vientres de alquiler son embarazos buscados voluntariamente, gestaciones cuidadas y protegidas, padres investigados y niños intensamente deseados que les harán felices. O sea, veo mucho más bien que el mal supuesto.
Tengo la sensación de que las mujeres del mundo empezamos a estar hartas, terriblemente hartas del paternalismo con el que, a regañadientes, la sociedad nos va aceptando. Se habla de cuotas y de la falta de mujeres como si accediéramos a los puestos y a la vida plena casi por caridad, porque "las pobres también tienen que estar", y no porque nos lo merecemos tanto o probablemente más que muchos. El prejuicio sexista en el que nos educan a todos hace que tendamos a valorar más a los varones. Diversos estudios demuestran esa ceguera selectiva, como el que hizo la Universidad de Yale en 2013 cuando cogió los proyectos de un chico y una chica que aspiraban a un puesto de laboratorio y los envió para su calificación a 120 catedráticos, hombres y mujeres. El varón, qué casualidad, sacó en todo mejor nota; pero resulta que los dos proyectos eran exactamente iguales, salvo que uno lo firmaba John y otro Jennifer (la mitad de los catedráticos leyó el de él y la otra mitad el de ella).
De manera que no, no pedimos que nos dejen pasar porque estamos discriminadas y tienen que ayudarnos. Pedimos tan sólo que se nos juzgue exactamente igual que se juzga a los hombres, lo cual hasta ahora no ha sucedido. Y para ello primero tenemos que convencernos a nosotras mismas de que valemos tanto o más que ellos (ya digo que el machismo también intoxica a las mujeres) y luego alzar de una vez la voz y empezar a patear metafóricamente todas las puertas.
"Hay un rincón de estupidez hasta en el cerebro del hombre más sabio", dijo Aristóteles, probablemente tras haberlo experimentado en sus propias carnes. La necedad brilla de manera más aparatosa cuando nuestra mente colisiona contra los 2 mayores enemigos de la razón y la convivencia: los prejuicios y los dogmas. Los primeros son esos parásitos del pensamiento, anteriores al juicio y por lo tanto inconscientes, que todos padecemos (bien es verdad que unos más que otros). Por ejemplo, y ciñéndonos tan sólo al prejuicio machista, que da mucho juego, diré que el filósofo Locke, defensor de la libertad natural del hombre, pensaba que ni los animales ni las mujeres participaban de esta libertad, sino que tenían que estar subordinados al varón. Rousseau aseguraba que "una mujer sabia es un castigo para su esposo, sus hijos, para todo el mundo". Y el gran Kant, de cuya sabiduría nadie puede dudar, sostenía que "el estudio laborioso y las arduas reflexiones, incluso en el caso de que una mujer tenga éxito al respecto, destrozan los méritos propios de su sexo". En fin, ya se sabe que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, como decía Einstein.
Lejos estoy de llamarme feminista. Encuentro serias deficiencias a las acciones afirmativas para generar equidad e insondables agujeros negros a las cuotas de género.
Eso no significa que no vea discriminación, violencia de género o actitudes cavernarias en nuestra sociedad. Hay mucho que hacer pero el largo trecho no pasa por meter, con calzador, a todos los géneros en el gobierno. Es más, considero que es altamente contraproducente: propicia desigualdad en los niveles de competencia y crea una especie de liga menor absolutamente innecesaria para las mujeres que saben hacer política y muy conveniente para las mediocres.
Por supuesto, no creo que un gobernante sea mejor o peor por usar falda, ser gay o traer bigote, pero dicho esto y aclarado lo anterior, sí sé que los del bigote no consideran siempre a los dos primeros como iguales. Miren, por ejemplo, el escenario electoral de Jalisco. ¿No les parece extraño que no haya ninguna mujer en 1a. línea para la siguiente elección? Morena hará encuesta entre 4 hombres con pocas virtudes. El PRI no tiene candidato y ni por asomo se piensa que no tiene candidata. MC va con sus líderes y con la mala suerte de tener a Limón como representante de sus gobernantes. En la baraja del PAN no asoman más que viejos rostros, todos ellos de un él, con las mismas viejas mañas.
¿Acaso están ciegos? ¡Hay opciones por puños! Olviden a Limón (les digo que una falda no garantiza un buen gobierno), vean el enorme capital que tienen los partidos y la sociedad civil en Jalisco. Políticas guerreras, perversas, experimentadas, hábiles, técnicas, carismáticas, energéticas, necias, unas buenas para la grilla, otras buenas para el territorio, otras buenas para el control en el partido, carismáticas, con marca propia, con buenas ideas, con capital político, con redes ciudadanas, con voz en los medios.
¿Acaso están ciegos? Insisto: una falda no hace mejor a una persona, pero no ver a todas las mujeres que hay en la vida pública de Jalisco es verdaderamente torpe. ¿Quieren un empresario comprometido, con marca, con voz en la sociedad? ¿Por qué diablos voltean a ver al rey de los excesos? ¿No conocen a la Tía Trini? ¿Quieren una persona con trayectoria ejemplar en la sociedad civil? ¿No han oído hablar de Margarita Sierra? ¿Quieren una priista seria con capacidad jurídica? ¿Que no han visto a Rocío Nakamura, que ya lleva 6 curules? ¿Quieren una persona con capacidad de gobierno para suceder a Alfaro? ¿Les suena Guadalupe Morfín? ¿Quieren un cuadro perredista formado en territorio con capacidad de negociación y habilidad para formar un ejército? ¡Volteen a ver a Mónica Almeida! ¿Les gustaría ver a una pieza de ingeniería fregona para cambiar el rostro del grupo UdeG en la política? ¡La doctora Carmen Rodríguez puede grillar y brillar en la NASA!
Puedo pensar en muchos ejemplos, todos ellos con perfiles políticos interesantes y experiencia en la vida pública que no necesitan de cuotas para brillar. Al contrario, podrían jalar a los perfiles de bostezo que se ven ahorita.
Ah, pero ahí andan viendo al Club de Toby, trayendo al siglo 21 a los cartuchos quemados del siglo pasado.
De verdad, qué ceguera.
En los partidos [políticos] se vive un feminismo teórico y un machismo práctico.
Existe un sistema que apoya la idea de que todos tienen la capacidad de decidir sobre la mujer, excepto la propia mujer. Más allá de un esfuerzo por sensibilizarse sobre el dolor físico y la presión psicológica que un aborto conlleva, se establecen políticas conservadoras que son todo excepto un apoyo. Son cercos, limitantes basadas en fobias personales y prejuicios que no consideran que las mujeres tienen también el derecho a ser libres.
Está demostrado que prohibir el aborto no disminuye su práctica, pero sí pone en peligro la vida de las mujeres que requieren un procedimiento de este tipo. Mientras no se regule, optarán por opciones que podrían costarles incluso la vida. A final de cuentas las instituciones de salud no están para cuestionar las decisiones de los ciudadanos a partir de códigos morales. Es su deber informar, prevenir y atender a la población, en todo momento y sin importar la razón. De otra forma el ejercicio de la medicina podría estar sujeto a la valoración personal y no al objetivo de proteger al paciente.
Reducir las alternativas para las mujeres no es la respuesta. Los esfuerzos deberían enfocarse a la tarea de la prevención; a la educación sexual oportuna; a frenar la violencia de género. Por eso esperemos que nuestros legisladores dejen de preocuparse por salvar conciencias y comiencen a pensar en calidad de vida y en el derecho que todo ser humano debe tener sobre su propio cuerpo.
El empresario Carlos Slim dijo que cambiar los programas sociales por salarios para las amas de casa podría ayudar a impulsar la economía de las familias mexicanas.
De acuerdo con Slim el actual sistema de apoyo para las familias favorece la burocracia y la corrupción, mientras que un "salario" entregado de manera directa a las amas de casa ayudaría a empoderarlas e implicaría menos costos.
"Que se le dé a la ama de casa un salario, podría ser el mínimo u otro para que ella decida qué compra, qué le parece, eso sería mucho más barato que programas sociales. Es como una especie de seguro de desempleo", dijo el empresario.
En México existen problemas en equidad de género que se reflejaron en una caída de 15 lugares en el reporte Brecha Mundial de Género 2017 del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), al pasar de la posición 66 a la 81, entre un total de 144 países evaluados.
"Durante los últimos 11 años, México ha cerrado menos de 6% de sus brechas de género, la cual está actualmente en 69%, el más alto nivel desde 2013", señaló el organismo.
Se necesita acortar las diferencias que hay sobre todo en el campo económico, ya que el país se ubicó en el sitio 120 en materia de fuerza laboral, y en el 128 en igualdad salarial para trabajos similares.
Además, el WEF destacó que 62% de las mujeres que trabajan lo hacen sin recibir pago alguno, lo que contrasta con una proporción de 19% de los hombres que trabajan en condiciones similares.
La media mensual de percepciones también destaca por sus diferencias pues, según el reporte, mientras el ingreso anual de las mujeres en Paridad de Poder de Compra se ubicó en 11,277 dólares, el de los hombres es de casi el doble, con 23,415 dólares.
Entre los factores que califica el WEF, la peor evaluación de México fue en participación y oportunidades de la mujer en la economía, en la posición 124, seguida por salud y supervivencia, en el sitio 58.
Los mejores resultados estuvieron en materia de educación y empoderamiento político, en los lugares 53 y 34, respectivamente.
Además, el país logró cerrar la brecha en materia de acceso a la educación primaria, secundaria y terciaria, en donde obtuvo los mejores lugares.
Las mejores prácticas se observan en Islandia, Noruega, Finlandia, Ruanda, Suecia, Nicaragua, Eslovenia, Irlanda, Nueva Zelanda y Filipinas, que ocupan los primeros 10 lugares en igualdad de género.
Estados Unidos se situó en el lugar 49, lo que significó una caída de 4 sitios, mientras que China se ubica en el 100, India 108, Japón 114 y Arabia Saudita 138, entre otros.
El WEF aseguró que la región que tardará más tiempo en cerrar sus brechas económicas de género es Medio Oriente y el Norte de África, con una estimación de 580 años para lograrlo.
Le sigue Norteamérica, con 145 años, así como Asia del Este y el Pacífico, con 122 años.
En tanto, las regiones que tardarán menos son Europa del Este, en 47 años; América Latina, 64 años, y África Subsahariana, con 66 años.
Los nuevos lineamientos del IEPC Jalisco frenan una tendencia histórica: la hegemonía masculina en los partidos políticos.
Ahora sí serán partidos... por la mitad... obligados a dividir sus candidaturas equitativamente -con potencial ganador y perdedor- entre varones y mujeres.
El viernes en el IEPC Jalisco, los representantes de partidos fueron políticamente correctos al criticar las medidas -había mujeres activistas presentes-, pero fue evidente el malestar que escondían.
Un día después, a los jefes partidistas sólo les faltó decir que están "encantados", pero el subconsciente los traicionó con declaraciones como ésta, del albiazul Miguel Ángel Martínez Espinosa:
"Estamos estudiando todas las implicaciones que tienen, en principio, estamos conformes con el espíritu de la norma; en principio, no encontramos razones para oponernos".
Traducción: "por encimita, órales, le entramos. Pero falta la prueba de la lupa, compadres".
Las nuevas reglas en materia de paridad de género en candidaturas serán otro motivo más, como si no hubiera bastantes, para judicializar la próxima elección.
Guillermo Alcaraz Cross, titular del IEPC Jalisco, reconoció esa posibilidad si algún candidato siente que se vulneran sus derechos al ser sustituido por una mujer.
Un supuesto: cierto candidato de la metrópoli quiere reelegirse, pero por paridad le corresponde a una mujer postularse.
¿Se quedará con la manitas cruzadas? Ya verán.
Los datos del Global Gender Gap Report presentados por el World Economic Forum respecto a la igualdad entre hombres y mujeres son contundentes. La igualdad no mejoró, empeoró. En el reporte del 2006 México era el país número 98 en inequidad económica y de oportunidades, en el 2017 pasamos al lugar 124 en esta dimensión. La variable en la que peor lugar ocupa México es la de igualdad salarial para empleos similares. Pero la verdad todos los datos son alarmantes: de quienes buscan trabajo y no encuentran, el 69% es mujer y 30% es hombre. En minutos de trabajo al día, las mujeres laboran 606 minutos y los hombres 580. Y más grave aún, un 60% de las mujeres labora una proporción de su jornada laboral por la que no reciben una paga, mientras que eso ocurre solo en el 19% de los hombres.
Otro dato dramático se refiere a las y los jóvenes: el 30% de las menores de 18 años no está ni en la escuela, ni trabaja; en contraste con un 8% de los muchachos que se encuentra en esta situación.
Por supuesto que hay actividades que para realizarse adecuadamente requieren de determinada fuerza física, que por lo general es superior en un hombre, pero en el terreno de las ideas (o de la responsabilidad, de la honestidad, de la precisión, etc.) la fortaleza física es irrelevante. Las ideas en sí no pesan. Más bien a muchos hombres les pesa ver una mujer intelectualmente superior a ellos, y a algunos les pesa tanto que contrarrestan el peso intelectual femenino con el peso de sus puños.
Históricamente las mujeres han sido consideradas siempre inferiores a los hombres. Vaya, hasta las religiones que supuestamente se ocupan más del espíritu que del cuerpo niegan a la mujer posiciones igualitarias. Afortunadamente, esto ha ido cambiando, a pesar de muchos machos que todavía las consideran subordinadas y las valoran en la medida de su sumisión y obediencia.
Sin embargo la cultura y educación general, particularmente en un país machista como lo es México, sigue considerando a las mujeres débiles e inferiores a los hombres en todos sentidos.
Nos inculcan conceptos e ideas como que los hombres no lloran; no hay que gastar tanto en educar a las niñas porque luego se casan; las herencias son para los hombres, no para las mujeres; ser hombre significa ser valiente y ser mujer significa ser cobarde; existen términos como el de la hombría, pero no de la "mujería", lo cual se ha contrarrestado con expresiones coloquiales como la de "tener muchos ovarios"; etc.
No es posible, ni práctico, evitar por completo el lenguaje sexista, como sería eliminar el uso del masculino como genérico y terminar hablando como lo hacía el ex presidente Fox en su intento por parecer incluyente y considerado con las mujeres, al referirse en lugar de sólo a "los mexicanos" -y que como genérico incluye a todos y todas- a "las y los mexicanos", mientras que por otro lado las llamaba "lavadoras de dos patas". Ese camino nos llevaría al extremo de dar por buenos términos como "tortugo" o "futbolisto".
Lo importante no son los convencionalismos del lenguaje, que para facilitar el habla nos dicen que el término hombre designa a la especie de los mamíferos racionales y se refiere por igual a los individuos de sexo masculino y femenino. Lo verdaderamente importante es el trato, respeto y consideraciones igualitarias que en la práctica se tengan para las mujeres, y como sociedad, inculcar a nuestros hijos (genérico) que llorar es un sentimiento neutro, que la valentía es una demostración de actitud y no de fuerza, y que la inteligencia de las personas radica en el cerebro, no en sus genitales.
Ricardo Elías, arquitecto y empresarioCon esto de los movimientos feministas, me pude percatar que para resolver el tema del machismo, necesitamos ser menos radicales, más pensantes y mucho, mucho más pacientes. Porque realmente en nuestro día a día, podemos ser testigos de una especie de machismo liberal, comercializado y profundamente natural; le explico por qué... El hombre que racionalmente y con toda convicción no quiere ser machista (de estos que conscientemente humillan a las mujeres), vive con la obligación -y esto por educación- de resolverlo todo: A dónde ir, cuándo, cómo, de qué manera. Es una cosa como de "hombría" donde al menor atisbo de creatividad femenina, la censuran, pero no porque quieran -en serio-, así están, así estamos educados. En todo el mundo.
Si bien la adopción de acciones afirmativas, como cuotas de género, para garantizar la representatividad ha sido favorable, lo cierto es que es una medida insuficiente, ya que no en todos los casos se satisface su objetivo, pues las mujeres elegidas no necesariamente han representado a las de su género en forma efectiva.
Incluso la práctica ha demostrado que en algunos casos se asignan las cuotas como mecanismos para fortalecer cotos de poder, impulsando en ocasiones a candidatas que son amantes, esposas o madres de políticos "de carrera".
En estos casos el resultado es contrario a la pretensión del legislador, ya que la mujer depende de las órdenes de quien la impuso, lo cual de ninguna manera permitirá un futuro igualitario, al no ser libres para ejercer sus encargos.
Conozco mujeres brillantes a las que jamás se les ha dado la oportunidad de participar en el entorno político. En cambio, hay otras que han transitado legislatura tras legislatura por un sinfín de cargos públicos, sin los conocimientos mínimos para ello, lacerando duramente a nuestra democracia y el servicio público.
Aspiremos a una sociedad donde estas mujeres brillantes puedan involucrarse, expresarse y ser consideradas. En esa sociedad las cuotas de género ni siquiera serán necesarias.
Tanto Ricardo Anaya, como José Antonio Meade retoman el tema de la igualdad en el ámbito laboral, pero honestamente ¿qué hicieron por resolverlo cuando pudieron? ¿Promueven realmente la equidad en sus equipos, en sus hogares, en sus relaciones personales? ¿Hizo algo López Obrador más allá de lamentar la violencia que sufren las mujeres en todo el país o es solo un discurso que le dijeron que estaba en tendencia?
Mientras crecen los señalamientos de desigualdad por género es justo preguntarse cuál es la raíz de la violencia que experimentan 7 de cada 10 mujeres, según datos proporcionados por el INEGI. Una de las causas es que sigue existiendo una cultura machista que admite algunas conductas como normales.
Recientemente, el Instituto Jalisciense de la Mujer (IJM) realizó un estudio inédito que brinda una interesante perspectiva sobre la forma en la que los hombres dimensionan los problemas de género.
300 hombres participaron en la entrevista enfocada a identificar las actitudes de los participantes en temas como los roles en el hogar, la paternidad, la vida emocional y, por supuesto, la violencia machista en sus diferentes manifestaciones.
Una de las respuestas más alarmantes es que el 60% de los entrevistados cree que las mujeres son capaces de controlar la violencia que reciben, a través de mejorar su autoestima o exigir respeto. Es decir, el famoso dicho popular "el hombre llega hasta donde la mujer quiere" ha sido llevado al extremo. Hay entonces una revictimización evidente: las mujeres no solo sufren la violencia (pensemos por ejemplo en los feminicidios que van al alza en nuestro estado), encima los hombres opinan que es su responsabilidad evitarla. Sin embargo, tanto los entrevistados más jóvenes como los de mayor edad coinciden en la percepción de que las mujeres son débiles. Llama la atención que los hombres de Jalisco crean que las mujeres han sido víctimas por su falta de carácter, por su vulnerabilidad o por salir a la calle de noche, pero ¿a alguno se le ocurrirá que más bien es que hay hombres violentos?
Otro de los datos es que no perciben al acoso como un delito. Entienden a la violencia como agresiones físicas, pero la violencia verbal, sexual o patrimonial se desdibujan. No queda claro cómo se manifiestan y, por lo tanto, podrían no reconocerlas como tal. La Dra. Erika Loya, directora del IJM, mencionó que aunque los hombres saben que la violencia existe, hace falta un esfuerzo mayor para llegar a los segmentos en los que las conductas machistas siguen muy consolidadas.
En pleno 2018 la idea de un machismo vigente suena rancia. Muchas veces creemos que eso quedó muy atrás, pero estos estudios cualitativos son útiles para ubicarnos en un contexto real. Hay mucho trabajo por hacer para abrir espacios que permitan el diálogo y nos sensibilicen tanto a hombres como mujeres para tener espacios más equilibrados. No puede ser que la mujer siga siendo vista como inferior por su pareja, sus compañeros de trabajo, o por quienes transitan las mismas calles. O que sigamos creyendo que Jalisco es una tierra de machos y que deberíamos sentirnos orgullosos al respecto.
Ha circulado por las redes un tuit inquietante que nos informaba de que las señales de infarto en las mujeres son distintas que en los hombres, y que, según un estudio del doctor Fradejas Sastre, nosotras tardamos de media 237 minutos en llegar a urgencias, mientras que los hombres llegan en 98 minutos. Teniendo en cuenta que casi la mitad de los fallecimientos por infarto agudo de miocardio se producen en las 3 o 4 primeras horas desde el comienzo de los síntomas, este retraso resulta catastrófico.
Resumiré esas diferencias: dolor agudo en el pecho que se irradia a la espalda, o a los hombros, al cuello o la mandíbula (en el hombre se irradia al brazo); vómitos; a veces el único síntoma es la falta de aire y la dificultad al respirar; sudor frío; ansiedad inexplicable; presión en el pecho y ardores en la parte alta del abdomen. Cuento todo esto porque sin duda es útil, pero de lo que quería hablar en realidad es del sexismo reinante en el mundo de la salud. Y de cómo las mujeres lo tenemos doblemente difícil a la hora de enfermar.
No sólo el diagnóstico de las dolencias se ha hecho tradicionalmente teniendo como modelo a los varones, sino que la inmensa mayoría de los fármacos se han desarrollado para ellos. Este sesgo machista puede alcanzar cotas asombrosas: en uno de los trabajos sobre la influencia del alcohol en la llamada viagra femenina se experimentó con 25 sujetos, 23 varones y 2 mujeres, aunque se trataba de una píldora que sólo usarían ellas.
Numerosas investigaciones demuestran que en la atención médica primaria, ante los mismos síntomas, a las mujeres se les recetan más ansiolíticos o antidepresivos y a los hombres más pruebas diagnósticas. O lo que es lo mismo: a ellos los creen y a nosotras se nos considera unas neuróticas. Según un informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, el tiempo de espera de las mujeres para acceder a una visita diagnóstica con un especialista es un 13.6% más largo que el de los hombres.
Pero lo que más me sobrecoge es la diferencia en el tratamiento del dolor. Empezando porque los analgésicos se han experimentado casi exclusivamente con ratones machos, como dice el investigador canadiense Jeffrey Mogil en un reportaje de Fermín Grodira. Durante años se ha creído que el dolor se transmitía a través de la microglía, células inmunes del sistema nervioso, y los fármacos se han desarrollado partiendo de ahí. Pero Mogil ha demostrado que la microglía sólo funciona en los machos. Los ratones hembras transmiten el dolor a través de otro tipo de células, como los linfocitos T (pobres ratones, dicho sea de paso: no puedo evitar ese pensamiento).
Además de la menor efectividad de las medicinas, a las mujeres nos dan menos calmantes. Según un estudio estadounidense, los pacientes masculinos sometidos a una operación cardiaca recibieron más analgesia que las pacientes femeninas. Otro trabajo realizado sobre 1,300 enfermos con cáncer demostró que las mujeres tenían un 50% más de posibilidades de ser inframedicadas contra el dolor. Un sesgo sexista que también se da en la infancia: una investigación sobre el dolor posoperatorio en menores reveló que los niños recibían más codeína, un potente analgésico opiáceo, mientras que a las niñas se les daba más paracetamol, que no tiene efecto antiinflamatorio y es de una eficacia muy limitada. Resulta espeluznante.
Sin duda habrá doctoras y enfermeras que participen de esa mirada manchada, porque el sexismo es una ideología en la que nos educan a todos. Aun así, parece que hay cierta diferencia. Según una investigación norteamericana, los médicos dan más calmantes a los pacientes masculinos y blancos y las médicas dan mayores dosis a mujeres y negros. Todos sabemos, en fin, que el color de piel y el nivel social discriminan; pero me temo que prejuicios milenarios hacen que no tengamos tan claras unas desigualdades de sexo como éstas que pueden conducir al maltrato sanitario, a un mayor sufrimiento o incluso a la muerte.
Una ola verde recorre Latinoamérica. Las mujeres en pie de lucha por el derecho a decidir sobre su propio cuerpo han adoptado la pañoleta verde como estandarte para enfrentarse a decisiones que ellas consideran atentan contra sus libertades. No deja de ser curioso, y yo diría maravilloso, que se haya adoptado la pañoleta verde, el símbolo de la lucha de las madres de la Plaza de Mayo, las de hijos y nietos desaparecidos en Argentina, uno de los más profundos movimientos contra el olvido y el derecho a la vida, para luchar ahora, 40 años después, por el derecho de las mujeres a tomar sus propias decisiones.
El aborto es, ha sido y será, uno de los temas más controversiales del último siglo. Ahí se catalizan las ideologías, los temores, las visiones, las formas de control y de liberación de las mujeres. Los grupos conservadores suelen enfocar sus baterías en esta lucha porque detrás de ella hay, a fin de cuentas, una batalla por la sexualidad. A estos grupos no los vemos en las calles exigiendo el derecho a la vida de los miles de jóvenes desaparecidos, o de los migrantes que buscan ganarse el derecho a una vida digna. Su batalla se concentra solo en el aborto, en lo que ellos llaman el derecho del más débil, el no nato; es el útero en manos de la Iglesia. Del otro lado lo que se pelea es algo mucho más que aborto o no aborto, es el derecho al propio cuerpo, a la sexualidad y a la libertad.
La ola verde se hizo presente la semana pasada en el ITESO, la Universidad Jesuita de Guadalajara. Mujeres, en su mayoría jóvenes, exigieron, y ganaron el derecho a discutir abiertamente su sexualidad y su derecho a decidir. En la Ciudad de México tomaron las calles. En Argentina la discusión en las cámaras sobre el tema del aborto se convirtió en un movimiento que fue mucho más allá del derecho a decidir para convertirse incluso en un tema de representatividad. La apostasía voluntaria, esto es la renuncia libre y consciente a pertenecer y a ser representado por la Iglesia Católica se convirtió en un movimiento mucho más allá de aborto o no aborto: filas de mujeres y hombres con pañoleta verde acudieron a los templos a reivindicar el derecho a la apostasía, que significa renunciar a su pertenencia a la comunidad católica porque ésta no los representa. En Brasil las mujeres salieron a las calles a protestar contra lo que consideran políticas fascistas del gobierno conservador de Michel Temer que, de la mano de las iglesias evangélicas y el movimiento Provida, han querido moralizar la vida privada desde el gobierno.
No es pues solo el aborto lo que está a discusión. La ola verde es un movimiento mucho más profundo y tiene que ver con mujeres recuperando lo que es suyo y solo suyo: el derecho y la libertad sobre su propio cuerpo.
Los derechos reproductivos de las mujeres no sólo no deben ser una cuestión pública sino que no deben de depender de la clase social, la religión, la posición económica o cualquier otro factor de desigualdad.
El aborto no es obligatorio, pero el derecho a decidir cuándo y cómo ser madre, debería garantizarse sin condicionamientos, porque la maternidad debe ser deseada o no debe ser.
Las mujeres deben tener el derecho de decidir sin que el Estado, la Iglesia, o cualquier otra entidad se interponga en su decisión. No se debe obligar a una mujer a tener hijos no deseados.
A veces me hago agudamente consciente de la bárbara irregularidad en la que vivimos, del feminicidio en marcha. De los 3 millones de niñas a las que rebanan el clítoris cada año; de las muchachas quemadas vivas por no querer casarse con un viejo. De las niñas y mujeres violadas, apaleadas, mutiladas, rociadas con ácido, vendidas como ganado, usadas como esclavas sexuales, torturadas, empaladas, con los dientes arrancados y los huesos rotos. De todas esas hembras cubiertas por espesos velos, encerradas en sus casas, privadas de educación y de los más básicos derechos. A veces todo ese inconcebible horror y ese dolor caen sobre mí desde el principio de los tiempos, millones y millones de víctimas aullando por las que nadie ha hecho nada. La comunidad internacional ha presionado e impuesto sanciones económicas a regímenes nefastos, como, por ejemplo, cuando el apartheid de Sudáfrica. Pero ante el constante genocidio de media humanidad nunca ha actuado. Antes al contrario, la mujer siempre ha sido un comodín de intercambio diplomático: si hay que firmar un acuerdo con los talibanes, por ejemplo, ya no se vuelve a mencionar la cuestión femenina. ¿Cómo es posible que estemos consintiendo esta situación? ¿Cómo no protestamos?
Hace un par de semanas colgué en mi Facebook un cartel que alguien me había mandado. El texto decía: "Si hay un niño de 14 años borracho en medio de cinco mujeres borrachas no va a ser violado. Fin del comunicado". Se refería a un horrible caso que acaba de suceder en Miramar, Argentina: 5 hombres violaron a una niña de 14 años que al parecer estaba ebria, dato que hizo que algunos culpabilizaran a la chica. Pues bien, en el hilo de esa entrada contestaron unos pocos hombres que se sintieron ofendidos, cosa que me parece pasmosa además de deprimente. Porque no comprendo que personas que seguro que son buena gente se sientan aludidos cuando hablamos de violadores y de una realidad numérica que es simplemente objetiva. ¿Por qué se creen obligados a defender a todos los varones (agresores incluidos) en vez de priorizar la defensa de las víctimas y de intentar preguntarse por qué suceden estas atrocidades y qué podemos hacer para evitarlas? Yo me lo pregunto todo el tiempo, y no sólo respecto a los hombres, sino al ser humano en general.
Supongo que se trata de la ceguera del sexismo, de ese prejuicio milenario en el que nos han educado a todos, a nosotras también, y que hace que algunos se sientan en peligro, cuando no lo están, y personalmente atacados, cuando nadie los señala. Y es el machismo lo que les hace desbarrar y ofrecer argumentos absurdos, como decir que mueren violentamente más hombres que mujeres (sí, por supuesto, a manos de otros hombres) e incluso mentir indecentemente y dar datos falsos sobre denuncias de género o asesinatos de niños, por ejemplo.
La inmensa mayoría de los hombres han sido y son decentes, empáticos, respetuosos: ni que decir tiene que hay y ha habido hombres maravillosos. Ahora bien, creo que es indudable que la ideología machista engorda las estadísticas de los varones, sobre todo en lo que respecta a las agresiones contra las mujeres. Esa es una buena noticia, porque podemos cambiar las cosas por medio de la educación. Y la otra buena noticia es que el cambio ya está en marcha. En el hilo de mi Facebook hubo más hombres a favor del cartel que varones suspicaces. El mundo se está llenando de hombres de corazón blanco que saben que estamos en la misma trinchera, compañeros en la búsqueda de una sociedad mejor. No debería darles las gracias, porque agradecer a un hombre que pelee por un mundo más justo (el antisexismo nos atañe a todos) es como agradecer a tu pareja que ponga la lavadora, pero se las doy, porque aún me emocionan demasiado. A esa legión de hombres inteligentes y sensibles es a la que nos estamos dirigiendo las mujeres. Amigo, hermano, amante, muestra tu corazón blanco y lucha conmigo.
Un ejemplo de que el ejercicio de la política significa demasiados retos para quienes lo ejercen, es la simulación. Es decir, lo que dicen y hacen públicamente para recolectar simpatías es inversamente proporcional a la congruencia con la que actúan en las entrañas de las organizaciones políticas.
El "logro" de la paridad horizontal que se consiguió en México en 2014, que permite la inclusión de mujeres en candidaturas a cargos públicos en igualdad de circunstancias y que obligó a que ellas consiguieran la mitad de estos espacios, sigue siendo una mezquina y a veces silenciosa resistencia de políticos tradicionales a quienes les cuesta aceptar que la realidad debe ser otra.
Feminismo es la noción radical de que las mujeres son seres humanos.
En un día de discursos y loas políticamente correctas a las mujeres, persisten las amenazas en su contra. Ahí están las propuestas para eliminar los subsidios a las estancias infantiles y a los refugios para mujeres golpeadas, o la ley de Nuevo León para encarcelar a las que aborten. Hay que añadir los agravios de siempre, como las leyes que no las protegen en caso de abandono o las que supuestamente buscan defenderlas, pero las castigan por prostituirse o realizar bailes eróticos.
Los políticos quieren hacernos creer que lo que necesitan las mujeres son curules y puestos públicos. Es el año de la equidad de género, pregona el Congreso. Siempre habrá algunas mujeres con ambiciones políticas, pero la mayoría necesita simplemente un trato justo y un lugar para el cuidado de sus hijos.
Millones de mujeres necesitan o quieren trabajar, pero la enorme mayoría no puede hacerlo sin guarderías. En los países escandinavos, la verdadera liberación de la mujer vino de la mano de un amplio y eficaz sistema de guarderías. En México, las instituciones oficiales, como el IMSS y el ISSSTE, no tienen capacidad para cubrir la demanda, mientras que las estancias infantiles, viviendas particulares en que amas de casa prestan el servicio, han cuidado a más de 300,000 niños a un mejor precio y con mejores resultados. Si bien López Obrador se comprometió en campaña a continuar el servicio, y el presupuesto fue aprobado por el Congreso, pronto se echó para atrás y ahora afirma que dará una parte de los recursos directamente a las familias, para que estas decidan si pagan las estancias o si mejor piden a los abuelos que cuiden a los niños.
En los refugios para mujeres violentadas, y como parte del rechazo a las organizaciones de la sociedad, López Obrador decidió suspender los recursos a las asociaciones que los han manejado durante años. Tras las protestas, anunció que no cerraría los refugios, pero que los pondría "bajo la rectoría del Estado". No ha habido ninguna prueba de los supuestos actos de corrupción ni de las estancias ni de los refugios.
En otros temas se aplican también políticas contra las mujeres. La persecución de quienes ejercen la prostitución o realizan bailes eróticos ha afectado a miles y cerrado muchas fuentes de empleo. La falta de disposición de los tribunales y las autoridades para obligar a los hombres a cumplir con las pensiones alimenticias afecta a muchas más. Una nueva ley en Nuevo León pretende sancionar a las mujeres con cárcel por abortar. Es más fácil que una mujer sea encarcelada por abortar que un hombre por violarla.
La sociedad debe proteger a las mujeres y garantizarles un trato equitativo bajo la ley. Las cuotas para cargos públicos o legislativos no sirven para eso. Contar con una red de guarderías que realmente satisfaga la demanda de servicios es indispensable. Lo es también tener refugios para mujeres golpeadas y sus hijos. Hay que contar con un sistema de justicia que realmente castigue la violencia contra las mujeres y proteja a las víctimas. Las autoridades y los tribunales deben dejar de lavarse las manos ante los padres que dejan de cumplir con sus obligaciones financieras o que retienen o secuestran a sus propios hijos.
Los discursos políticamente correctos no sirven para nada. Tampoco repartir curules o puestos públicos. Hay que acercarse a las mujeres para escuchar qué necesitan. No piden mucho y lo que exigen es justo.
Es una paradoja. El presidente día con día, dale que dale, en contra de los "conservadores", pero al mismo tiempo algunos de estos se sienten de lo más a gusto en los tiempos de AMLO, al grado de que en estos meses de nuevo gobierno brotan como hongos iniciativas para limitar derechos a las mujeres.
Con un sentido de la oportunidad que sólo puede ser tomado como un desplante, así de empoderados se sienten, 2 días antes del día que conmemora a las mujeres el senador (¡ay República!) Eruviel Ávila presentó una iniciativa para garantizar "el derecho a la vida" desde la concepción.
Aunque el mexiquense incluyó en su propuesta la idea de también hacer una ley reglamentaria que prohíba encarcelar a mujeres que aborten, la jugada del senador priista está alineada con expresiones que no sólo se han quitado la máscara con la llegada de López Obrador, sino que incluso militan en las filas de Morena (hola senadora, ¡ay República!, Lili Téllez).
Tan sólo la semana pasada, el Congreso de Nuevo León aprobó, con los votos de PRI, PAN, PT y Morena, una ley contra el aborto que llevaba 4 años congelada. Y en esos mismos días, en Chihuahua se anunció la conformación de un bloque partidista en el congreso de ese estado -conformado según reportes de prensa por diputados de Movimiento Ciudadano, PAN, PES, Nueva Alianza, el Partido Verde y el PRI- para impedir que se legisle la interrupción del embarazo.
Parece que abrir la posibilidad de muertes de mujeres -orilladas a abortar en condiciones de alto riesgo- tiene un nuevo permiso a partir del 1o. de diciembre.
Y cómo no se van a envalentonar los portadores de tan retrógrado estandarte si ves al Presidente de la República enviar a 2 candidatas a un puesto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que declaran que están "a favor de la vida".
Para no ir más lejos, Yasmín Esquivel, quien finalmente resultó electa como nueva ministra de la Corte, dijo en su comparecencia ante los senadores que la examinaban para tan importante cargo: "Evidentemente, yo estoy a favor de la vida. Sin embargo, no es un tema personal ni ético, es un tema donde tendremos que ajustarnos a lo que la legislación haya establecido. ¿Por qué? Porque quien conoce mejor la región, quien conoce mejor el estado, pues son los diputados locales, ellos saben cuál es el entorno, y en función de ese entorno van a legislar y nosotros tenemos que ajustarnos a lo que ellos legislen y adaptarnos a favor de lo que ellos decidan en cada caso en particular".
La ministra empodera a las legislaturas locales que podrían ir en contra de criterios ya establecidos por la Corte, como en el caso del matrimonio homoparental con adopción incluida, tema sobre el que Esquivel dijo en el Senado: "Se tiene que revisar si es conveniente para el niño llegar a una familia donde los 2 sean del mismo sexo".
Hay quien piensa que las mujeres podrían ser el verdadero contrapeso para Andrés Manuel López Obrador.
Yo creo que no hay que andar diciendo qué tienen y qué no tienen que hacer las mujeres.
Pero no está de más advertir que quizá estamos en un momento en el que los derechos de las mujeres sirven de moneda de cambio para que políticos conservadores le den al gobierno federal todo lo que les pida, pues coinciden en un conservadurismo que por si fuera poco tiene detrás amplio respaldo económico.
Las mujeres parecen carne de cañón en estos tiempos de demonios conservadores sueltos.
Probablemente si preguntas a tu vecino (o a tu vecina: nosotras también hemos sido educadas y deseducadas por la ideología machista) sobre la capacidad científica de las mujeres, te contestará con campante certidumbre que a las chicas se nos dan mal las ciencias. Se trata de un tópico muy extendido; según el informe Pisa de 2015, las niñas se creen menos capaces para alcanzar objetivos que precisen habilidades científicas. Esa inseguridad parece provenir de una presión social estremecedora. En una investigación de 2017 publicada en la revista Science preguntaron a niños y niñas si, cuando les hablaban de una persona muy inteligente, pensaban que era de su propio sexo; pues bien, hasta los 5 años no había diferencias, pero a partir de esa edad las chicas cada vez se desviaban más y priorizaban al varón. Ese íntimo desdén hacia nosotras mismas, esa sensación de ser segundonas es un aprendizaje. Parafraseando a Simone de Beauvoir, la mujer no nace, sino que se hace (y el hombre también, dicho sea de paso). Todo esto contribuye a que haya menos mujeres en la ciencia, sobre todo en las ingenierías informáticas. Lo cual es una paradoja, dado que el padre de la informática es una madre, Ada Lovelace, autora del primer programa de computación a mediados del siglo XIX.
El pasado 7 de marzo moderé una mesa de mujeres científicas en el Congreso de los Diputados para hablar justamente de todo esto. Algunas de las mentes más brillantes de la ciencia española estaban allí y eran mujeres. Como la química María Vallet Regí, que, entre otras cosas, desarrolla nanopartículas capaces de transportar los fármacos con toda precisión a los tejidos enfermos. O como la ingeniera y doctora en robótica Elena García Armada, fundadora de Marsi Bionics, la única empresa del mundo que desarrolla exoesqueletos pediátricos: ha creado el 1er. exoesqueleto biónico para niños con atrofia muscular. En total eran 7, todas tremendas: Gema Climent (neuropsicóloga), Rosana Rodríguez (matemática), Rocío Vilar Cortabitarte (física)... También estaba Marieta Jiménez, presidenta y directora general de la potente farmacéutica Merck España. "La situación de las mujeres en las empresas depende del CEO (director ejecutivo)", dijo Marieta con la completa seguridad de quien conoce el tema. Por eso en Merck impera la igualdad. Hace años, un alto cargo de la empresa le anunció a Marieta que ella jamás, pero jamás, jamás, llegaría a un puesto directivo. Sí, en efecto sabe de lo que habla.
La 7a., en fin, era María Blasco, esa genio de la biología molecular que dirige desde 2011 el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y que es una de las autoridades mundiales en un área tan rompedora y fascinante como los telómeros y la telomerasa. Los telómeros son los extremos de los cromosomas y sirven para proteger el material genético; se ha descubierto que, a medida que las células se dividen, los telómeros se acortan y la célula se va deteriorando hasta llegar a morir. Esto es la clave del envejecimiento. En cuanto a la telomerasa, es una enzima que fomenta el crecimiento de los telómeros, pero resulta que sólo actúa durante el desarrollo embrionario y después de nacer se silencia. Salvo en los tumores, que consiguen reactivar la telomerasa: gracias a esa enzima, las células cancerígenas son inmortales. Así que estamos hablando de temas tan esenciales como la prolongación de la vida, la vejez o la posible curación del cáncer.
En todo eso trabaja María, una científica excepcional que fue quien aisló el gen de la telomerasa y demostró la importancia de su función. Y es que la ciencia en España, pese a la trágica falta de presupuesto (como me explicaron hace unos días en el CNIO, desde 2009 ha habido un 40% de recortes en los planes estatales de investigación, ya exiguos en su momento), tiene en su haber logros formidables. Enorgullezcámonos del CNIO, que es el 1er. centro de investigaciones oncológicas de Europa y el 4o. del mundo. ¡Y lo dirige una mujer! Cuéntaselo a tu vecino cuando te suelte lo de que las chicas no valen para las ciencias. Y sobre todo dile que no repita tamaña necedad a sus hijas. (¿Quieres hacerte amigo del CNIO? Yo me he hecho. Entra en www.cnio.es y apoya a este centro admirable).
Yo también. La denuncia de las mujeres se expande ahora por los mundos de las artes, las letras, el periodismo y las universidades. Son cientos de casos de abusos, acosos, incomodidades -no todos con la misma consistencia y credibilidad- que hacen visible un fenómeno que se repite con los mismos patrones y, tristemente, la misma no respuesta de las instituciones públicas o privadas.
#MeToo son olas de denuncias que vienen creciendo hace años en el mundo del espectáculo y que recientemente han ido reventando en redacciones de medios grandes y pequeños, universidades públicas y privadas, instituciones de cultura, etc. La ola revienta y deja al descubierto todo lo que arrastra: mujeres violentadas por individuos concretos, con nombre y apellido, renombre y reconocimiento social, en medio de un machismo que sabemos, que conocemos, y que hombres y mujeres practicamos con espeluznante naturalidad en los espacios de trabajo y en la forma de relacionarnos (los primeros porque les es cómodo; las segundas porque no tienen de otra).
En la ola viene de todo. Desde casos terribles de violaciones, manoseos, vejaciones, hasta molestas conversaciones o pequeñas venganzas que aprovechan la ola y el anonimato para desacreditar a una persona en concreto. Es cierto que mezclar todo ello hace que los casos graves se banalicen entre los otros, que se pierda la gravedad de la denuncia concreta, sin embargo, tiene una gran virtud hacerlo en forma de olas: permite hacer visible que no se trata de casos aislados sino de patrones culturales, de un machismo arraigado más allá de lo que los hombres queremos ver.
Algunas instituciones han reaccionado a la ola enfrentándola, generando protocolos de denuncia y atención. Otras simple y sencillamente han quedado pasmadas, se sumergieron con la esperanza de que detrás no llegue la ola que los revuelque. Pero si atendemos el fondo del #MeToo no se trata solo de combatir el machismo como forma básica en las relaciones laborales o de subordinación sino de feminizar el mundo, las instituciones, las empresas, las escuelas, las iglesias, las familias. Pocas palabras pueden aterrorizar tanto a un macho, consciente o inconsciente, como ésta, pues implica, por supuesto, entrar a lógicas que no solo atentan contra un status quo ancestral, sino que implican para el hombre el riesgo de no caber, de no adaptarse en esa nueva forma de gestionar las relaciones, pero sobre todo de perder el control de la cultura, particularmente la cultura laboral.
La solidaridad con las mujeres violentadas quedará solo en un gesto más de machismo perdona vidas si no iniciamos cambios de fondo en las instituciones, pero sobre todo si éstos no se hacen por y desde las mujeres.
He sostenido en múltiples ocasiones que el feminismo es la revolución de lo cotidiano porque cuestiona todo: la sociedad, la política, la economía, los hábitos, las relaciones familiares, los valores. Pero, sobre todo, cuestiona el poder. El Me Too es la denuncia masiva de mujeres en todo el mundo que dan un paso al frente, son valientes, y hacen de su caso una personal, una experiencia para transformar la sociedad. Esperemos que las instituciones señaladas, sean partidos políticos, medios de comunicación o universidades, reflexionen y se transformen en espacios que combatan el acoso bajo todas sus formas. Las valientes mujeres de hoy están luchando por algo que las mujeres del mañana agradecerán.
"No piense mal de mí, señorita; mi interés por usted es puramente sexual". ¿No les parece genial la frase, lo que implica, la cortesía que aporta y la bellaquería explícita? Es de Groucho Marx, ese genio del humor norteamericano cuyos libros no deberíamos de dejar nunca de releer. Para reír, claro, pero también para pensar en los mensajes subyacentes que el humor occidental inteligente trae consigo.
No piense mal de mí, señorita, lo que quiero de usted se lo digo de una vez. Y así, sin engaños, sin extorsión laboral, sin promesas de amor, casa e hijos, un hombre con ganas de sexo deja claro su legítimo anhelo. Porque ojo, querer sexo es absolutamente normal.
Pero ah no, tiene que ser tan retorcido, tan rebuscado, que después de mil vueltas para llevar a una mujer a un sitio más o menos apartado (un rincón oscuro o su casa), algunos hombres pierden el piso y consideran legítimamente ganado lo que consiguieron bajo la retorcida lógica del tabú, de su posición, del engaño.
Con las mujeres no es mejor. En raras ocasiones recurren a grados de violencia física como la que son capaces de imponer los hombres, pero conducen a equívocos muchas cenas, veladas y propuestas sexuales por terror a la intimidad con un hombre y por la incapacidad para decir que sí sin culpa y que no con firmeza.
Muchas propuestas legítimas de interés puramente sexual se quedan alojadas en la historia temprana de las mujeres como un acto asqueroso, terrorífico, propio de monstruos con ganas de hacer el mal que por quién me han tomado.
Ojo, no estoy hablando de los depredadores, para quienes debe haber un infierno especial que espero sea más cruel que el noveno círculo descrito por Dante. Esos que ardan.
Tampoco estoy hablando de las arpías que usan una aparente vulnerabilidad para dañar a los demás subidas en la ola de las denuncias.
No, estoy hablando de nuestra pobrísima educación sexual, de nuestra relación con el erotismo, del daño que los tabús han hecho en nuestro entramado social como para que muchos hombres busquen satisfacción por medios engañosos o abusivos y muchas mujeres se sientan atacadas o peor aún, obligadas, cuando alguien les propone un encuentro íntimo.
Leo ahora en las redes muchas mujeres que, arropadas por el ruido, encuentran la fuerza para acusar a imbéciles depredadores y saludo eso como lo más importante de estos movimientos digitales. Pero también leo muchas denuncias de mujeres auténticamente asustadas porque un colega, un amigo o un idiota les propuso ir a su casa, a su hotel, a su cuarto o a un rincón. Aterrorizadas y asqueadas porque les mandaron mensajes lascivos, porque ellas no supieron cómo reaccionar, cómo rechazar, a quién decirle. Otra vez, los depredadores que ardan. Pero... ¿cómo quitar el miedo a las mujeres asustadas y asqueadas?
Sus relatos describen acontecimientos que deberían ser olvidables cuando no les interesa. Los hombres deberían poder decir con claridad y sin miedo al rechazo que tienen intenciones puramente sexuales, y las mujeres, si no tienen antojo, deben ser capaces de decir: "Caballero, su interés sexual no es compatible con el mío. ¿Tiene usted un colega?".
Y todos tan amigos.
Me siento a la orilla del camino esperando que pase otro movimiento feminista; que sea limpio, crítico y autocrítico, inteligente, no revanchista. Que recoja todos los gritos de quienes queremos que todas las mujeres tengan una vida libre del abuso, la violencia, las ofensas, los agravios y cadenas del machismo, el patriarcado y la misoginia; una vida llena de amigos, novios, compañeros y amantes para vivir la vida. Y en ese desfile quiero ver también a muchos hombres, a mis amigos, mis compañeros, luchando junto con nosotras. Estoy segura que de otra manera no se va a poder.
La lectura de la reciente novela de Nativel Preciado, El Nobel y la corista, en donde hace un genial retrato del Einstein mujeriego, me ha hecho recordar la perturbadora historia de Mileva Mari, la física y matemática serbia que fue la 1a. esposa del científico. Mileva y Einstein se conocieron en 1896 en el Instituto Politécnico de Zúrich, del que eran alumnos. Ella tenía 21 años; él, 17. Fue un amor a primera vista. Mileva había mostrado desde niña tanto talento que su padre decidió darle la mejor educación. Para comprender hasta qué punto esta actitud era rompedora, baste decir que el padre tuvo que pedir un permiso especial para que su hija pudiera estudiar Física y Matemáticas, 2 carreras sólo para varones. Era un mundo que les negaba todo a las mujeres.
Mileva y Albert empezaron a vivir y trabajar juntos, pese a la furibunda oposición de la madre de él. Que su amado la defendiera frente a su propia madre debió de crear en la joven un sentimiento de gratitud inacabable. Y así, cuando el profesor Weber admitió a Mileva para el doctorado, después de haber rechazado a Albert porque no le consideraba preparado, ella supeditó su aceptación a la inclusión de Einstein. Mileva, mejor matemática que él, revisaba los errores de su amante; sus correcciones abundan en los apuntes de Albert: "Ella resuelve mis problemas matemáticos". A la joven le obsesionaba encontrar un fundamento matemático para la transformación de la materia en energía; compartió con Albert esta fascinación (las cartas se conservan) y a Einstein le pareció interesante la idea de su pareja. En 1900 terminaron un 1er. artículo sobre la capilaridad; era un trabajo conjunto ("le di una copia [al profesor Jung] de nuestro artículo", escribió Einstein), aunque sólo lo firmó él. ¿Por qué? Porque una firma de mujer desacreditaba el trabajo. Porque Mileva quería que Einstein triunfara para que se casara con ella (él había dicho que hasta que no pudiera mantenerla económicamente no lo haría). Por la patológica gratitud, dependencia psicológica y enfermiza humildad que el machismo inocula.
Y entonces comenzó, insidiosamente, la desgracia. En 1901, Mileva fue a Serbia a dar a luz secretamente a una niña de la que no volvió a saberse nada: quizá acabara en un orfanato. Poco después Einstein consiguió un empleo como perito en la Oficina de Patentes de Berna y, ya con un sueldo, se casaron. Según varios testimonios, mientras Albert trabajaba sus 8 horas al día, Mileva escribía postulados que luego debatía con él por las noches. Además cuidaba de la casa y del 1er. hijo, Hans Albert. "Seré muy feliz (...) cuando concluyamos victoriosamente nuestro trabajo sobre el movimiento relativo" (carta de Einstein a Mileva). En 1905 aparecieron en los Anales de la Física los 3 cruciales artículos de Einstein firmados sólo por él, aunque hay un testimonio escrito del director de los Anales, el físico Joffe, diciendo que vio los textos con la firma de Einstein-Maric.
Y la desgracia engordó. Tuvieron un 2o. hijo, aquejado de esquizofrenia; Einstein se hizo famoso, se enamoró de su prima, quiso dejar a Mileva y ella se aferró enfermizamente a él. Comenzó entonces (hasta la separación en 1914) un maltrato psicológico atroz; hay un contrato que Einstein obligó a firmar a su mujer, un texto humillante de esclavitud. Pero siendo ese contrato aberrante, aún me parece peor lo que el Nobel hizo con el legado de Mileva: quemó sus cartas, no mencionó jamás su aportación, sólo la citó en una línea de su autobiografía. Los agentes de Einstein intentaron borrar todo rastro de Mari; se apropiaron sin permiso de cartas de la familia y las hicieron desaparecer. También desapareció la tesis doctoral que Mileva presentó en 1901 en la Politécnica y que, según testimonios, consistía en el desarrollo de la teoría de la relatividad. No estoy diciendo que Einstein no fuera un gran científico: digo que ella también lo era. Pero él se empeñó en borrarla, y lo consiguió hasta 1986, cuando, tras la muerte de su hijo Hans Albert, se encontró una caja llena de cartas que tuvieron grandes repercusiones científicas. Pese a ello, Mileva sigue aplastada bajo el rutilante mito de Einstein. Así de mezquinas y de trágicas son las consecuencias del sexismo.
El feminismo corre el peligro de pervertirse si opta por una línea fanática e intransigente de la que hay, por desgracia, muchas manifestaciones recientes, como la de querer revisar la tradición cultural y literaria, corrigiéndola de manera que se adapte al nuevo canon, es decir, censurándola. Y reemplazando el afán de justicia con el resentimiento y la frustración.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 246,329 mujeres en Jalisco de entre 15 y 29 años realizan actividades domésticas que no son remuneradas. En contraste, sólo 28,400 hombres de ese grupo de edad emplean tiempo en esas actividades.
Yo no tengo duda: preferiría un gobierno integrado mayoritariamente por mujeres. Y lo prefiero no porque piense que el género femenino tenga por naturaleza comportamientos éticos superiores a los de los hombres, sino porque creo que tienden a respetar las leyes y las normas sociales más que los hombres. A lo largo de la historia cada cultura ha impuesto pautas de conducta, normas y significados que delimitan y diferencian el actuar en función de la pertenencia a un determinado sexo, lo cual ha obligado a las mujeres a ser las primeras, y en muchos casos las únicas responsables del bienestar y supervivencia de los hijos y de las familias, y a entender que esa responsabilidad superior se cumple mejor cuando se respetan las leyes y normas establecidas, lo cual significa menor o nula corrupción.
Las mujeres no se prestan fácilmente a violar las leyes porque saben que con ello se pone en riesgo el bienestar de las personas que más quieren. Saben que si pierden el trabajo, sus bienes son embargados o son encarceladas, los primeros que sufren son sus hijos.
Los hombres por lo general son (somos) más irresponsables y se atreven con mayor facilidad a participar en actos de corrupción, porque saben que si pierden el trabajo o no llegan a sus casas, sea porque se fueron de parranda o los encarcelaron, cuentan con mujeres responsables que se harán cargo de sus hijos y resolverán de alguna manera el problema.
Independientemente de lo anterior pienso que cuando las mujeres son menospreciadas, víctimas de abusos o traicionadas pueden ser mucho más malvadas que los hombres. Se mueven más en los extremos: Pueden ser las más buenas y leales o las más malas y traicioneras. Pueden amar u odiar más que nadie.
¿Por qué cuesta tanto trabajo entender que las pintas en el Ángel de la Independencia o la vandalización de una parada de camión, por más indeseable y bárbaras que sean, no anulan una manifestación que es en sí misma plural, diversa y discontinua? Lo que deberíamos ver en las marchas del viernes pasado es que la agresión a las mujeres en las calles ha llegado a tal nivel que contingentes profundamente disímbolos entre ellos, grupos que en otra situación quizá no se hubieran reunido, salieron juntos a marchar contra la inseguridad y la estupidez (quizá perversidad) de las instituciones de justicia que siguen procesando de manera aberrante las agresiones a mujeres. Lo que deberíamos estar discutiendo es el castigo al funcionario que filtró el nombre de la menor de edad presuntamente violada por policías y la suspensión del servicio público de quien ideó y filtró los videos que ponen en duda la versión de la joven para salvarle la cara al fiscal y a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Son ellos los que están violentando el Estado de Derecho; son ellos los que están manchando y destruyendo no un monumento, sino una institución.
¿Qué es lo que molesta tanto, que las mujeres no se comporten como el estereotipo socialmente construido o que las manifestaciones pongan en tela de juicio a un gobierno que se dice liberal, de izquierda y presidido por una mujer? Hay que condenar las violencias, todas, pero no perdamos de vista que lo que estamos discutiendo hoy no son las formas de protesta, siempre controvertidas y controversiales, desde cerrar calles hasta realizar pintas y vandalizar comercios, sino el derecho de las mujeres a no ser molestadas, mucho menos agredidas o violentadas, cuando salen a la calle.
Lo que yo vi el viernes fue a miles de mujeres en todo el país levantando la voz, diciendo basta, exigiendo respeto de todos, pero principalmente de las autoridades; vi un montón de puños rosas que me llenan de esperanza de que algún día este país será mejor.
Como hombres, quizá lo que tocaría en esta hora es decir poco o nada. Callar, escuchar y observar. Ver sus marchas, tomar nota de sus demandas, poner atención a sus voces; tratar de entender desde el único lugar en que hemos estado siempre: desde el privilegio.
En general, los hombres no fuimos educados para respetar o ver como iguales a las mujeres. Desde muy temprana hora había que hacer todo para descollar entre machos so pena de parecer hembras. Todo incluso "conquistarlas". Y ya se sabe que el que somete quiere mandar. Y como hombres no sabemos lo que es salir todos los días con miedo a la calle, a sabiendas de que vivirás expuesta a que te agredan, violen o maten.
Es seguro que las mujeres no necesitarán de los hombres para modificar taras sociales que han durado demasiado tiempo. #VaaCaer no es una amenaza, es un augurio de quienes se saben liberadas.
Se ha roto la contención de la agenda feminista. Esta lucha, que lleva mucho más que un par de años, toca la puerta de políticos y si estos no dejan de lado sus paranoias habituales, si no comprenden que están frente a un movimiento inédito, donde las jóvenes rebasan los discursos de las decanas del feminismo, si no se abren a tratar de canalizar el ímpetu, serán desbordados.
Y lo mismo se puede señalar en torno a los gremios patronales y a los medios de comunicación.
Los masculinos lentes desde los que se veía la realidad ya no sirven. La agenda o las incluye a ellas o la ponen ellas: igualdad de oportunidades escolares, de desempeño profesional y en salario; que la calle y el centro laboral estén libres de acoso; que las familias se liberen de golpeadores y violadores (la mayoría del abuso ocurre por un familiar), que la justicia llegue pronto para violadas y asesinadas que nunca debieron ser víctimas.
Las paredes rayadas del Ángel son un mensaje para todas. Y entre todas van a construir un país donde puedan vivir sin miedo. A los demás nos toca corregir y reaprender rápido de lo que por décadas hemos hecho tan mal.
El 1 de octubre de 2018, en este espacio de opinión, hablé acerca de la maternidad libre y por elección y de la marea verde que se apropió de Guadalajara y de varias ciudades del país y del mundo. Miles de mujeres que reclamaron al Estado garantizar el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos.
Me hubiera encantado que a un año de escribir eso, en esta ocasión el debate fuera en torno a lograr la mejor reforma en Jalisco para despenalizar el aborto y con ello, evitar la muerte de mujeres que tienen que recurrir a esta práctica en la clandestinidad y frenar el número de niñas y adolescentes embarazadas que son obligadas a gestar y dar a luz. O mejor aún, que esta columna fuera para celebrar que nuestro estado se convirtió en el 2o. en el país en despenalizar el aborto, pero no, Oaxaca nos ganó y dicho sea de paso, qué bien lo hicieron las feministas oaxaqueñas, qué gran manera de reconocer años y años de lucha.
Pero lamentablemente, en tierras del mariachi y el tequila, seguimos rezagados en una agenda que garantice los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. El caso de Oaxaca y la lucha de miles de mujeres valientes que de nueva cuenta se manifestaron este 28 de septiembre para pintar a la Perla Tapatía de verde, debería poner obligatoriamente el tema en la agenda.
Ahora es el momento para que la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres, en coordinación con las y los diputados del Congreso del Estado de Jalisco, unan fuerzas y trabajen en esta tan anhelada reforma que de una vez por todas acabe con la criminalización de las mujeres que deciden abortar y con la tortura de aquellas niñas que son forzadas a ser madres.
Hace unos días, en la marcha del Frente Nacional por la Familia contra los derechos de grupos de la diversidad sexual, estuvieron presentes el diputado del Partido Movimiento Ciudadano, Esteban Estrada, y el del Partido del Trabajo, Óscar Herrera. Varios legisladores y funcionarios estatales reprocharon esta participación e incluso, se deslindaron de su causa.
Pero este 28S parece que no permeó en el espíritu progresista de quienes se desmarcaron en días previos de la mal llamada marcha por la familia. A excepción de algunas incipientes publicaciones en redes sociales o retuits sobre la marea verde, no ha habido un pronunciamiento concreto de parte de legisladores o funcionarias estatales que nos permita pensar que pronto Jalisco será el 3er. estado que despenalice el aborto. Ni siquiera porque el partido en el poder y con mayoría en el legislativo, es de ideología socialdemócrata. Lo que sea que eso signifique para ellas y ellos.
La moral es un conjunto de normas que consideramos correctas en una sociedad. Es nuestra guía para decidir qué está bien y qué está mal. La palabra "moral" es de raíz latina y está estrechamente vinculada a las costumbres. A diferencia de lo que creen muchas personas, la moral constituye prácticas sociales, creencias sobre el bien y el mal que trascienden a los individuos. Por siglos, la religión fue la única brújula moral. Tuvo el monopolio sobre lo que considerábamos correcto y lo que juzgamos como incorrecto.
No obstante, la gradual secularización de Occidente ha provocado que la religión ya no sea la única fuente de doctrina moral en nuestra sociedad. La filosofía, laica -sin Dios-, pasó a ser importante en las discusiones morales. La ciencia le disputó el campo de la mente y la razón a la religión y, de poco en poco, muchos principios morales de origen religioso comenzaron a ser puestos en tela de juicio. Uno de ellos es la vida misma. La religión sostiene que Dios da la vida, como un soplo existencial en el momento de la fecundación, y, por lo tanto, sólo Dios la puede quitar. El ser humano no se pertenece. El laicismo cuestiona dicha idea y le otorga el control de la vida al propio humano. Desde la época de las luces se concibe a la persona como dueña de sí misma.
Sin embargo, dicha tensión entre preceptos morales y concepciones existenciales está lejos de haber sido superada. En México, un país mayoritariamente católico, en donde una buena parte de la población quiere que sus valores estén codificados en las leyes, la tensión es aún mayor. Que el matrimonio sea entre un hombre y una mujer. Que el Estado sólo reconozca como familia al núcleo tradicional. Que la interrupción del embarazo esté penalizada en las legislaciones. Y el argumento para defender dichas creencias es una supuesta "ley natural" (sólo hombre y mujer pueden procrear); una raíz etimológica (matrimonio viene de máter y no puede unir a 2 hombres); o una mayoría social (la mayoría de los mexicanos está a favor de que así sea).
El aborto es, sin duda, el más sensible de estos temas. Y divide por una sencilla razón: no hay posibilidad de conciliación moral. Las posturas de unas son la antítesis de las posturas de las otras. El debate se mueve en una irresoluble dicotomía que separa a quien busca proteger la vida desde la concepción y quien, por el contrario, privilegia la libertad de decisión de la madre. El problema es que muchas veces se ha querido equiparar ambas posturas. Como si fueran igual de "absolutas". Al grado de que un diario local, el día posterior a la marcha que pedía legislar para proteger la libertad de la mujer para interrumpir un embarazo, titulaba: católicas vs. Feministas. Digo, los portadistas del periódico igual no saben que hay feministas católicas y católicas feministas.
Sin embargo, hay muchos elementos que diferencian la postura de quien defiende el derecho a decidir con respecto a quien busca proteger la vida desde la concepción y criminalizar a la mujer que decida sobre su cuerpo.
1., no es una postura impositiva ni autoritaria. Las feministas, o no feministas, que defienden la interrupción del embarazo, seguro y en libertad, no quieren obligar a ninguna mujer a abortar. No quieren un régimen "a la asiática" en donde se limite la procreación. Por lo tanto, el derecho a decidir no sólo es de aquellas que quieran interrumpir, sino también de las mujeres que deciden ser madres. Por ello, la "marea verde" es, en realidad, un movimiento inclusivo y libertario. Quiere igualdad y a la vez libertad.
2o., buscan mantener la neutralidad del Estado frente a discrepancias morales. Por décadas, en México, hemos tenido una legislación y un Estado que defiende la moral católica. La idea de matrimonio que está en las leyes es la católica. La idea de familia, católica. La idea de maternidad, católica. Sólo el sistema educativo se ha podido mantener razonablemente laico, sin que eso signifique que no haya habido ataques de grupos conservadores que quisieran que en las aulas de la educación pública en México se enseñe la Biblia, Adán y Eva y los sacramentos. Optar por el derecho a decidir es decirle al Estado, ante la diferencia de creencias morales: respeta el derecho que tienen las mujeres a tomar sus propias decisiones, sin paternalismo ni intervenciones judiciales.
3o., saca la maternidad del ámbito penal. En México, mientras escribo esta columna, hay más de 200 mujeres que purgan penas en prisión por haber osado interrumpir un embarazo. Es decir, no sólo tienen que enfrentar el dolor de su situación personal, sino que en lugar de poder buscar ayuda con profesionales para superar un momento complejo en sus vidas, tienen que enfrentarse a años de prisión. ¿Qué evidencia mayor necesitamos para entender que las leyes en México se hacen desde una postura moral que no es neutra? ¿Qué mayor ejemplo de imposición que meter a una persona a la cárcel por no obrar o actuar de acuerdo a la moral religiosa mayoritaria?
Y 4o., el derecho a decidir sólo visibiliza lo que ya ocurre. La moral conservadora suele confundir deseos con realidad. "Estamos en contra del aborto", ergo, no hay abortos. "Estamos en contra de que la gente fume mariguana", ergo, nadie fuma. "Estamos en contra de que se le llame familia a la unión de 2 mujeres o 2 hombres", ergo, son una unión espuria, vergonzante. Pues, malas noticias: las mujeres interrumpen embarazos, en la sociedad se consume mariguana y los homosexuales le llaman familia a su núcleo íntimo. Su imposición moral no altera la realidad. Los jaliscienses ya vivimos de otra manera.
No es casualidad que los países con mayores niveles de bienestar, con sociedades más cohesionadas, sean también las que más han avanzado en la ampliación de derechos y libertades para la ciudadanía. La educación nos permite combatir los dogmas y asumir nuestra vida en plena libertad. No caigamos en guerras que sólo les interesan a quien quiere seguir controlando nuestra moral y nuestros principios. Es posible encontrar un camino que concilie las libertades de todas y todos: el derecho a decidir.
Las mujeres de México trabajan sin remuneración un promedio de 7.1 horas diarias de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estos datos contrastan con Hong Kong, por ejemplo, donde las mujeres dedican a estas labores 2.6 horas al día.
En el informe "Reduciendo y redistribuyendo el trabajo no remunerado: Fuertes políticas para apoyar la Igualdad de Género", se añade que la mujer invierte dos horas más en estas actividades, a nivel mundial, en comparación con los hombres. Incluso "en los países más igualitarios del mundo (como Noruega), las mujeres hacen un 20% más de trabajo no remunerado que los hombres".
Estas labores que desempeñan son principalmente tareas del hogar y el cuidado de niños, enfermos y adultos mayores.
Aquellas que han estudiado más allá de la educación secundaria reducen su trabajo no remunerado sólo en media hora con respecto a las mujeres con menos educación, se refiere en el estudio.
El desarrollo de las economías y la introducción de tecnología a los hogares dan como resultado menos tiempo dedicado a las tareas del hogar.
Los gobiernos deben invertir en infraestructura para suministrar agua, electricidad y acceso a internet pero también tienen que suministrar servicios de atención a niños y ancianos y mejorar la educación de forma tal de ayudar a las mujeres a "reemplazar el trabajo no remunerado por trabajo remunerado", añade.
"No acepten cobrar menos que vuestros colegas hombres. ¡Jamás¡", dijo el martes a las mujeres la nueva directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
En el 1er. día de la reunión semianual de la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI), Georgieva, que lleva un par de semanas en el cargo, se mostró resuelta a batallar por la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo.
Georgieva se pronunció "en favor de las cuotas" para que las mujeres vayan ganando puestos de responsabilidad.
"Las cuotas no son una solución perfecta pero son una solución pragmática", dijo. "Sin cuotas llevaría mucho tiempo" obtener un acceso equitativo a posiciones altas, especialmente en las empresas, dijo.
Cuando una joven le preguntó cómo lograr éxito profesional, respondió: "Debes ser competente y tenerte confianza".
El valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados registró un nivel equivalente a 5.5 billones de pesos en 2018, lo que representó 23.5% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, reportó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Al dar a conocer los resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2018, explicó que dicho porcentaje es el más alto registrado desde 2008, cuando alcanzó 19.3% del crecimiento económico del país.
Detalló que las mujeres destinan 74% de su tiempo a las labores domésticas contra 23.6% de los hombres, en tanto que ellas representan 75.1% cuando se habla en términos del valor económico, al comprarlo con 24.9% de los varones.
El organismo indicó que los resultados muestran que cada persona participó en promedio con el equivalente a 42,602 pesos anuales por sus labores domésticas y de cuidados.
Sin embargo, apuntó, al desagregar este valor según el sexo de quien realizó estas actividades, el trabajo de las mujeres tuvo un valor equivalente a 59,617 pesos y el de los hombres de 22,390 pesos.
Al observar el valor del trabajo doméstico y de cuidados por decil de hogar según el ingreso corriente, refirió que las mujeres con menores ingresos contribuyeron con 63,307 pesos anuales en promedio y los hombres con 19,872 pesos.
Asimismo, las mujeres con mayores ingresos participaron con al menos 56,450 pesos y los varones lo hicieron con 24,076 pesos en el mismo periodo.
La organización, tesitura y contenidos de las marchas que hemos visto a lo largo de este 2019, en las que cientos de miles de mujeres (mayoritariamente jóvenes) han salido a las calles a manifestarse y exigir el cese de la violencia machista, han abierto un flanco de discusión pública que estaba pendiente desde hace ya años, y que es la relativa a la urgente transformación de las condiciones estructurales que permiten y hasta alientan la violencia en razón del sexo o el género de las personas.
Como suele ocurrir ante este tipo de manifestaciones, que son la expresión de algo mucho mayor -y que, en este caso, es una alentadora transformación de las relaciones sociales de desigualdad, discriminación y vigencia de estereotipos-, la respuesta institucional ha sido no sólo tardía, limitada, sino, ante todo, incapaz de reconocer y comprender a plenitud la magnitud de lo que se está exigiendo en las calles.
Es cierto que el motivo que alienta estas marchas es la violencia machista y misógina, el cese de los feminicidios y de la tremenda violencia que se vive en los hogares. Empero, si se pone atención a lo que se está diciendo en estas marchas es la necesaria transformación de las relaciones del Estado con las mujeres (entendida esta relación desde el ámbito institucional), y de las propias mujeres con los hombres.
Se trata de una nueva generación de mujeres que no están dispuestas a "pedir por favor" que haya una transformación de las actitudes y antivalores del machismo, sino que auténticamente parecen estar decididas a no aceptar más relaciones de desigualdad e incumplimiento generalizado de sus derechos.
Una de las cuestiones que se deben comprender es que detrás de estas exigencias están postulados mayores: cuando en las marchas se habla de que "el patriarcado no se va a caer, sino que lo van a tirar", el mensaje es claro: no más una sociedad de desiguales, y no más un Estado con instituciones que reproducen -aun de forma inconsciente- las reglas y estrategias de una cultura sustentada en lo que ya es común denominar como "el patriarcado".
En el análisis de los feminismos contemporáneos, se ha mostrado -con razón- que la lógica de organización del capitalismo es patriarcal; que no hay condiciones de igualdad para la incorporación de las mujeres, pero tampoco de los hombres, a un mercado laboral que hace incompatible el llamado "desarrollo profesional" con la vida familiar.
La exigencia de una sociedad de y para la igualdad ha desbordado a los gobiernos de todos los órdenes, niveles y signos. Desde esta perspectiva, la emisión de la Alerta de Género por parte del gobierno de Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México -sin demeritar la medida y antes bien, destacándola-, refleja lo limitado de los instrumentos de que dispone el Estado mexicano en su conjunto para garantizar que en todas las decisiones públicas se tendrá como eje transversal a la perspectiva de género, la cual, debe recordarse, no es una posición ideológica, sino una metodología científica.
La igualdad es un derecho constitucional garantizado en el Artículo 4; y en ese sentido, si se hace caso a lo que establece el Artículo 26 (también del texto de la Constitución), debería ser uno de los ejes rectores de la planeación del desarrollo nacional, y, por lo tanto, de las políticas públicas y del diseño de los programas y decisiones presupuestales en México.
Desde esta perspectiva, lo que debe destacarse es que en la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación 2020, si algo estuvo ausente fue precisamente construir por 1a. vez un presupuesto con auténtica perspectiva de género, lo cual se verá reflejado el próximo año en decisiones gubernamentales que difícilmente conducirán a una transformación con la velocidad que la urgencia de este tema reclama.
Mientras todo esto ocurre, el día de hoy fallecerán al menos 10 mujeres víctimas de homicidio; de ellas, quizá 3 serán víctimas de feminicidio; al menos 672 mujeres acudirán al ministerio público a denunciar a sus agresores o agresores de sus hijas o hijos por delitos contra la familia; habrá 65 víctimas que interpondrán una denuncia por el delito de abuso sexual; 12 más lo harán por acoso sexual; 48 acudirán ante la autoridad por el delito de violación.
Cuando en las marchas feministas se denuncia "el Estado opresor es un macho violador", se alude en las espantosas cifras del párrafo anterior; porque hay que estar conscientes: la realidad es mucho peor.
Que, en general, las mujeres se quieren a sí mismas menos que los hombres siempre me ha parecido una verdad bastante evidente. La manera en que tantas de nosotras, jóvenes y no tan jóvenes, se quitan importancia y piden torrentes de disculpas innecesarias es algo que cada día llevo peor. Me desespera estar en una reunión social, en una feria literaria, en un simposio, y que llegue una chica y diga cosas como: "El vino lo he comprado yo, así que seguro que será malo". O bien: "Sí, yo he publicado una novela, bueno, es una novelita, una cosita de principiante...". O incluso: "Oh, perdón, perdón, perdón, he puesto mal esta diapositiva, es que soy muy torpe, soy un desastre". Ahora imaginen estas frases dichas por un hombre. No resulta fácil visualizarlos soltando esas cosas, ¿no? Yo lo que veo son tipos encantados con el rioja que han traído y conferenciantes que cambian la diapositiva errónea sin alterarse lo más mínimo. En cuanto al escritor, es probable que aún no haya nacido de madre un hombre capaz de decir que su novela es una novelita.
Y ¿saben qué? Bien por ellos. No son ellos los equivocados: somos nosotras. Porque además no se trata de una encantadora modestia, sino de una desagradable inseguridad. De la penosa falta de autoestima que sufre mayoritariamente la mujer, como ha demostrado un gran estudio publicado este año en la Harvard Business Review. Jack Zenger y Joseph Folkman investigaron a 8,655 personas, el 44% varones, y descubrieron que las mujeres tenemos menos autoestima y menos seguridad que los hombres hasta que cumplimos 40 años. De hecho, a los 25 los chicos nos sacan cerca de un 20% de ventaja. Ahora bien, la seguridad en uno mismo va creciendo con la edad, en nosotras y en ellos, y a los 40 años nos igualamos. A partir de ahí la autoestima va subiendo lentamente y manteniéndose más o menos pareja en ambos sexos, hasta que, después de los 60 años, la confianza de los varones comienza a declinar y nosotras seguimos subiendo y les pasamos. Es un gráfico impresionante. Las viejas son atómicas.
Así que la historia tiene para nosotras un final feliz. Pero la escalada es dura y hay que salir desde muy abajo. Entre los 25 años y los 61 años, que es el periodo de tiempo que mide la investigación (61 y más, pone al final de la tabla crípticamente, como si a partir de esa edad comenzara el abismo), los hombres mejoran su autoestima en un 8.5%. Las mujeres, en cambio, lo hacemos en un 29%. La remontada es muy potente, pero la 1a. parte de la vida está lastrada por un innecesario sufrimiento. Con el añadido de que esos años de juventud son cruciales a la hora de construirse una carrera profesional, y muchas mujeres no los aprovechan debidamente por falta de confianza: no se arriesgan a asumir determinadas responsabilidades porque no se creen capaces; no se saben vender bien para un ascenso porque ellas son las primeras que temen no estar preparadas.
Todo esto es una consecuencia del sexismo, esa ideología milenaria en la que nos han educado a todos, hombres y mujeres, y que nos chupa el cerebro como una insidiosa garrapata. Las cosas están cambiando, pero los prejuicios son tenaces y dejan sombras. Y así, hay un poderoso subtexto social que nos susurra que el mundo exterior no es para las mujeres; que el poder y la profesión son reinos masculinos. Este estudio demuestra que nos cuesta 40 años descubrir que todo eso es mentira. Pero hay consecuencias del sexismo aún más trágicas. En España, el suicidio entre los varones se dispara de manera sobrecogedora a partir de los 70 años, mientras que el suicidio en las mujeres de la misma edad no solo es muy inferior (5 por 100,000 frente a 40), sino que además va descendiendo. Y se me ocurre que las mujeres estamos más preparadas para vivir solas: cultivamos más las amistades, sabemos sacar mejor adelante una casa y una vida. Mientras que los hombres educados tradicionalmente que se quedan viudos no solo pierden a la mujer, sino todo su hogar, sus manos y sus pies. El machismo es un espanto para todos. Hay que extirparse esta maldita garrapata del cerebro.
"No querer a las mujeres cuando se es hombre, es una actitud. No querer a los hombres cuando se es mujer, es una patología". Si quiere tener elementos para conocer, analizar y opinar sobre feminismo desde una experiencia personal y dura, existe un ensayo publicado el año pasado que aprovecha la analogía con la historia de la película King Kong para mostrar de forma ácida y mordaz una faceta más de la revolución femenina.
El texto examina la carga que representa la responsabilidad de ser mujer y vivir para contarlo, de sentirse culpable por lo que le toca sortear a cada una, del burdo consejo sobre el silencio después de una agresión: guardar las heridas para no molestar al torturador, porque "hay que ser una víctima digna".
La autora, Virginie Despentes habla sobre la violación que sufrió siendo muy joven y que la llevó a vivir una vorágine de experiencias que plasma en "Teoría King Kong" (Random House, 2019). Va más allá de las normas impuestas por la sociedad, medios de comunicación y la misma historia de la humanidad sobre la victimización ante un abuso sexual.
Cuestiona la facilidad con la que muchos hombres hablan en nombre de todos los hombres y se atreven a dar lecciones de feminidad, sin trabajar antes en la importancia de la masculinidad saludable y sin violencia. Reniega de la forma sistemática en la que se juzga y compara a la mujer con otras mujeres.
Expone a las mujeres de poder, las que en alianza con los hombres ocupan buenas posiciones y no es por otro mérito que por la capacidad de adaptarse a la dominación masculina, porque "siguen siendo ellos los que aceptan o no a las mujeres en posiciones de poder". Despentes dice que a las demás mujeres, las que cuestionan, las furiosas e incómodas se les traslada a una frontera especial, la de la extinción.
No es un texto sencillo, pero es necesario. Provocará incomodidad y quizá llegue a herir muchas susceptibilidades, no más que las agresiones y brutalidad en contra de las mujeres que hoy más que nunca reclaman un alto y cero impunidad.
Léalo, es doloroso identificar y reconocer la aceptación de modelos de crianza en donde padres de familia impulsan a los niños a gritar y a las niñas a guardar silencio, lo que lleva a consecuencias "imperceptibles" y normalizadas que hoy enfrentamos.
Reinventar la feminidad más allá de la docilidad y el bajo perfil, donde todos, indistintamente si se es hombre o mujer, podamos vivir sin opresión.
El domingo pasado 2 mujeres fueron privadas de la libertad por la mañana. Por la noche supimos que sus cuerpos sin vida fueron localizados en la colonia Lomas de San Juan, en el municipio de El Salto. En 2018 se cometieron 285 asesinatos de mujeres y tan sólo en el mes de enero se registraron 17.
Pese a esta situación, las autoridades no han sido capaces de instrumentar una política pública efectiva que finalice de una vez por todas con la violencia de género. Por el contrario, desde la semana pasada la discusión es entorno a la propuesta del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, de eliminar la tipificación penal del delito de feminicidio.
En la conferencia de prensa matutina de este lunes, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el fiscal refrendó que existe una serie de obstáculos en la investigación de este delito y argumentó que el objetivo es "darles empoderamiento para la defensa de su vulnerabilidad", lo que sea que eso signifique.
Ante la pregunta de si se ha considerado reforzar las facultades del Ministerio Público y las capacidades que tiene para investigar, el 1er. abogado del país respondió: "Tenemos que manejarnos dentro de la capacidad que existe, hacer leyes que no entiendan la realidad de los niveles de competencia que se tienen que ir subiendo y se tienen que ir mejorando, no va en favor de las víctimas".
Con su declaración, el fiscal no sólo reconoce la ineficiencia de los ministerios públicos sino que denota su ideología carente de perspectiva de género en la que se sigue viendo a las mujeres como un grupo vulnerable y no sujeto de derechos. Ignora que han sido las mismas instituciones y quienes las dirigen, en su mayoría hombres, quienes nos han puesto en condiciones de desigualdad y vulnerables ante la violencia que sus congéneres ejercen contra nosotras.
Gertz Manero ignora que la tipificación penal del delito del feminicidio fue un logro, precisamente de las víctimas, las familias mutiladas que perdieron a una de sus mujeres a manos de un hombre. Una lucha que fue acompañada por sociedad civil organizada, activistas y académicas, muchas de ellas hoy convertidas en representantes populares o funcionarias y que, afortunadamente, han rechazado la propuesta. Es el caso de diputadas, senadoras, e incluso integrantes del gobierno federal como la titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, Candelaria Ochoa, y la propia secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
La propuesta del fiscal general de la República no sólo no frenará los altos índices de feminicidios en el país ni dará respiro a las familias que no cesan en su reclamo de justicia, sino que profundizará el problema al invisibilizarlo, porque cuando algo no se nombra, no existe.
Estamos ante una generación de mujeres que no aceptarán la permanencia del régimen patriarcal; pues lo que parece estar gestándose es un movimiento generacional, quizá similar al que se vio en 1968, en el que se pasó de algunas demandas estudiantiles, al cuestionamiento radical de la cultura capitalista contemporánea.
Algo de esa envergadura implica este movimiento: exige la transformación estructural del mercado laboral; implica una modificación del paradigma de procuración e impartición de justicia; del modelo de seguridad pública y de los mecanismos de reparación del daño a las víctimas y la garantía de no repetición para toda la sociedad. A lo anterior se suman cuestiones estructurales como el desorden urbano y su impacto en la reproducción de condiciones que facilitan y alientan las desigualdades entre mujeres y hombres, y la violencia que se ejerce contra ellas.
Lo anterior significa una reforma política mayor. Y eso es lo que en mayor medida ha hecho falta en estos meses de intensas manifestaciones: a un movimiento subversivo -en el sentido más preciso del término-, se le ha intentado procesar con los mecanismos tradicionales de diálogo político: se ha buscado identificar a los liderazgos del movimiento, se han instalado mesas de diálogo, se han publicado boletines, informes y decálogos, y solo para mostrar la ineficacia de estos mecanismos de procesamiento del conflicto.
No ha habido hasta ahora ninguna medida gubernamental, ni en el ámbito federal ni en el local, auténticamente empática con las demandas, todas legítimas, de quienes han salido a la calle a exigir que pare la violencia misógina, lo cual se sintetiza en el hecho de que, según las estadísticas oficiales, 2019 fue el año con mayor número de denuncias por delitos contra la familia y también el de mayor número de denuncias por delitos sexuales. En este contexto, los feminicidios siguen, y para colmo, ocurren hechos tan lamentables como la filtración de las imágenes del atroz feminicidio cometido en contra de Ingrid.
La respuesta en redes sociales frente a esa monstruosidad fue ejemplar: recodar su nombre acompañándolo de imágenes amables, evocadoras de paz y de belleza. Y en eso los feminismos están dando también una lección, porque el mensaje es que la "violencia" aparente que hay en las pintas y el daño a las cosas -siempre reparable-, es una especie de "violencia de reacción y de transición"; porque en realidad, no están dañando ni agrediendo a nadie en sentido estricto, descontando las provocaciones de los grupos de infiltrados que se han colado en las marchas.
Frente a lo anterior, el discurso institucional ha reaccionado tarde y de mala manera, reproduciendo en algunos casos incluso la lógica machista de la "comprensión a las mujeres", y no de reconocimiento de igualdad ontológica y existenciaria que es necesario construir y desplegar en todos los espacios públicos.
El malestar es evidente y manifiesto; la crisis puede ahondarse y las consecuencias de no resolverlas pueden ser graves. Todo ello no se resolverá sin comprender los motivos estructurales del enojo, y también de la ira; lo cual exige de una visión y un actitud políticas renovadas, y capaces de comprender que estamos frente al reto de construir una sociedad en serio igualitaria.
Por obtusa no escuché antes. Ahora me esfuerzo y trato de entender lo que desde el principio plantearon. Siempre hablaron de la destrucción de un sistema y sus estructuras. Le llaman patriarcado, lo conocemos como la forma contemporánea de organización social, o en otras palabras, el sistema.
¡Hace mucho que no había un grito antisistema!
Esa discusión está por venir y vale toda la pena. No funcionan ya nuestros esquemas de organización política, se secaron las arterias que hacían funcionar nuestros arreglos con el poder (la democracia) y para derramar el vaso de agua, el derecho a la vida está en entredicho. Para todos, he de decir, pero el grupo en rebelión es aquel que desde hace mucho tiempo ha sido el más vulnerado, el más atacado, el más silenciado y el más obligado a aceptar las condiciones del status quo. Hoy, con la rabia que genera la mediatización de la violencia de género, se ha levantado algo inmenso, mucho más grande que un sector que reclame atención particularizada. No, ya no se trata de crear cuotas, camiones rosas, taxis especiales, institutos para la mujer, protocolos, refugios o de reelaborar el lenguaje. Se trata de exigir justicia en el sentido más amplio del término. Justicia completa, para todos, desde otra óptica. Una justicia que se debe desde hace siglos y que pasa por destruir los esquemas de relaciones sociales dominantes.
No sé aún si tienen razón al promover que arda todo, pues soy escéptica de las transformaciones radicales. Pero esa discusión vale toda la pena porque lo que hay ya no sirve y la irrupción de las mujeres como un nuevo actor político antisistema aporta una variable paradójicamente mucho más constructiva que las sandeces de Palacio.
Hubo una vez que los directivos hombres de un periódico se las ingeniaron para echar a perder una buena iniciativa de mujeres de esa redacción.
De esto hace unos lustros. Una de las pocas mujeres con puesto de liderazgo en ese diario, y una de las periodistas más generosas de nuestro medio, propuso que en ocasión del día de la mujer la primera plana, y el conjunto de las secciones de la edición de tal fecha, fueran jerarquizadas, editadas y diseñadas solo por mujeres.
Era un ejercicio provocador por la lamentable subrepresentación que tienen las mujeres en los altos cargos en nuestras redacciones, y porque mostraba -así fuera por una vez- que si los diarios escucharan lo que ellas tienen que aportar, muchos espacios informativos habrían diseñado de manera diferente la cobertura y difusión de múltiples asuntos.
Pero la buena iniciativa no fue apreciada por los hombres, que aprovechaban el día para tomar raquetas e irse a jugar, no sin bromas sobre el día de asueto extra que habían ganado al conceder que las periodistas, solo por esa vez, se apropiaran del mando editorial.
O sea, los que tenían que tomar conciencia en realidad tomaban chelas.
Las redacciones de México no son distintas a otros espacios laborales de nuestro país en donde las condiciones de la desigualdad, discriminación, acoso y violencia pesan en contra de las mujeres.
Se da el caso de otro diario que hacía a sus reporteras y editoras un examen de ingravidez. Si estabas embarazada, lástima Margarita, no serías contratada. Los demás callábamos. Ellos y, qué remedio si eran más vulnerables, ellas también.
O medios que sin más prohíben entrar a laborar a periodistas mujeres porque "no van adecuadamente vestidas". Conapreeeeed.
Redacciones donde más de una vez se escuchó que nunca una mujer sería editora de la sección principal. Etcétera.
Esa "normalidad" está volando por los cielos. Para fortuna, sobre todo, de las siguientes generaciones.
Pero no está garantizado que tal evolución suceda realmente, y sobre todo no ocurriría sin enfrentar resistencias.
Si para que proceso de justicia colectiva sea genuino se requiere de verdad, reparación del daño y de que la sociedad asegure medidas para prevenir la repetición de los agravios, falta mucho para que México sea justo con sus mujeres.
Las situaciones de acoso en contra de ellas en calles y centros laborales, y los asesinatos más atroces e inhumanos de jóvenes y niñas tienen hasta hoy el común denominador de que frente a tales fenómenos existe la falta de sentido de urgencia en los espacios de poder más elevados de México.
El pésimo manejo de esta crisis de feminicidios por parte de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum y el Senado morenista no debe servir para pasar por alto que las otras opciones partidistas en los distintos gobiernos han dado suficientes muestras de estar igualmente lejos de un desempeño esperanzador en el tema.
Eso en cuanto al poder político. Pero las empresas y otras organizaciones -por ejemplo universidades públicas y privadas, lo mismo que las iglesias- son lamentables por igual en este rubro.
Y si todo eso ocurre en tantas instancias, es que son el reflejo de una sociedad machista e indolente frente a los reclamos de simple igualdad de las mujeres.
Frente a esa realidad, las mujeres de México están diciendo basta. Y ya no permiten que les dejemos hacer la primera plana un día al año. Ahora se ausentarán el 9 de marzo de muchos centros de laborales y de convivencia para ver si todos entendemos que, sin mujeres, no solo no habría medios, no habría país.
El enfrentamiento que está generando el movimiento #UnDíaSinMujeres, propuesto para el 9 de marzo, está alcanzando niveles sorprendentes. La izquierda, que en otros sexenios habría apoyado esta causa sin chistar, hoy se divide y se lanza descalificaciones entre sí.
La secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, cuestionó la iniciativa porque, a su juicio, busca "que nos quedemos en casa tentadas a lavar platos y arreglar ropa". Para ella, quienes apoyan este movimiento de "derecha" son "fakeministas". Lydia Cacho le respondió que le sorprende que "tú que siempre fuiste libre, ahora descalifiques al movimiento de mujeres y encima digas que 'lavaremos platos'". Sabina Berman, a su vez, afirmó que la iniciativa es "una propuesta auténtica".
Tan dividida está la izquierda que Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente López Obrador, 1o. apoyó el movimiento, solo para después invitar a las mujeres a acudir a trabajar el 9 de marzo... sin ninguna explicación del cambio.
La posición de quienes están cercanas al poder ha sido marcada por el propio presidente, quien ha declarado: "Si las mujeres quieren marchar que marchen. Pero mucho ojo: ya los conservadores se volvieron feministas".
La división se está extendiendo a todo el país. Algunas empresas han apoyado el movimiento mientras que otras se resisten porque saben que puede interrumpir de manera importante sus servicios... o enemistarlas con un poderoso y vengativo mandatario. Las más castigadas serán, injustamente, las que más mujeres tengan contratadas. Hay una gran presión a firmas y organizaciones para unirse al movimiento.
La Concanaco Servytur ha señalado que "no suele promover este tipo de actos", pero que respeta el derecho de manifestación y expresión de las ideas. Si realmente se realiza un paro total de mujeres, sin embargo, calcula que el costo podría ascender a 26,300 millones de pesos. El Consejo Coordinador Empresarial pidió a las empresas "ser empáticas con las mujeres que decidan ausentarse". La Coparmex fue más contundente: "Nos sumamos a la exigencia de justicia, de paz y de igualdad".
¿Mi posición? Hay que tomarla con un granito de sal porque soy hombre y las mujeres deben tomar estas decisiones. Me parece condenable que empresas encabezadas por hombres estén anunciando públicamente si "dan permiso" o no a las mujeres para faltar el 9 de marzo.
Los agravios que expresa el movimiento son verdaderos. Las agresiones a mujeres son una ocurrencia habitual en nuestro país. Pero ni las manifestaciones ni un paro ayudarán en nada a resolver el problema.
Sí creo que el tema se ha politizado. Muchos grupos opositores han encontrado súbitamente un resquicio por el que pueden atacar a un presidente extraordinariamente popular. Pero López Obrador y sus funcionarios no han ayudado a su causa al descalificar de manera tan burda a sus tradicionales aliadas feministas.
A final de cuentas todos se están equivocando. La violencia que sufren las mujeres es tan profunda que realmente hay que tomarla en serio. No se trata de aumentar 5 años las penas por feminicidio, como hicieron los diputados, ni de dejar de ir a trabajar un día, sino de otorgar a las mujeres una protección real del Estado cuando son agredidas, especialmente por sus parejas. En esto todos los mexicanos deberíamos estar unidos. Pero somos más dados a descalificarnos unos a otros.
9 de marzo: este no es un movimiento de feministas, o no sólo lo es ya de feministas, que por cierto sí fueron quienes prendieron la mecha. Hoy se trata de un movimiento amplio de mujeres sin adjetivos que gritan contra la injusticia y violencia de la vida privada, multiplicada e ignorada en la vida pública. Yo me sumo; a mí el 9 nadie me mueve.
La marcha de mujeres programada para el 8 de marzo, y el paro que ha convocado a todas ellas para el lunes 9, ha acelerado el metabolismo femenino. En Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp se puede apreciar la agitación social que ha provocado un hecho inédito en México y sin precedente en el mundo, salvo por una insurrección de género en Islandia en 1975. Hace 44 años, en aquella isla en el Atlántico Norte, el 90% de las mujeres -100,000 personas aproximadamente- marchó por las calles de Reikiavik por la igualdad de género y paralizó el país. Con unos 127 millones de mexicanos, donde por cada 94 hombres hay 100 mujeres, uno puede imaginar lo que será esta nación si las mujeres mantienen la estamina para mandar el mensaje de basta ya.
Sería poderoso. ¿Para cuánto nos gusta el total que marche en la Ciudad de México, el resto del país y en el mundo? ¿En cuánto calculamos que se rebasarán los 37,000 millones de pesos estimados de pérdidas en la economía formal e informal? La racional no es ni debe ser económica. El dato permite dimensionar el vacío que dejan las mujeres en un campo que se puede medir objetivamente, pero el costo infligido, más allá a cualquier argumentación, es menor al agravio que han tenido por generaciones.
La marcha y el paro han crecido exponencialmente en menos de una semana, al que se le suman diariamente colectivos, organizaciones, universidades, gobiernos, instituciones e individuos. Algunos lo han hecho a regañadientes, sin entender el fondo de la protesta, como aquellos que advierten a las mujeres que quienes falten a trabajar tendrán que reponer esas horas o hacer home office, que es aún más absurdo. Hay empresas que piensan tomar ese día como feriado, que también es no entender la esencia de la protesta, o la Iglesia, que ha discriminado históricamente a las mujeres, que cerrará sus parroquias.
El paro propone, justamente, evidenciar la ausencia de mujeres, y los sabotajes inopinados están permeados por la cultura machista en la que estamos inmersos. Pero incluso esta confusión muestra el alto costo que tendría el no sumarse a esta iniciativa que salió de las mujeres, así, sin adjetivos, que fue tomada por colectivos y de ahí brincó a toda la sociedad. La convocatoria metió en una contradicción al propio gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador desde el viernes pasado, y no se ha detenido.
Todavía este martes, mientras se seguían sumando secretarías de estado al llamado de las mujeres y las titulares de Gobernación, Economía y Cultura hacían pronunciamientos impecables de apoyo, el presidente seguía denostando la convocatoria y acusando a sus enemigos, categorizados como "conservadores", de buscar lastimarlo. El extremo ha sido hablar del cacerolismo chileno para caracterizar este reclamo y señalar que se trata de un golpe de estado blando.
La posición del presidente y las posiciones antagónicas dentro de su gobierno mueven a sospecha. No se trata de adoptar al uso político que impregna la retórica de López Obrador, pero no se debe olvidar que suele engañar con la verdad. Hay que tomar sus palabras al pie de la letra. Si habla de cacerolismo -como se ha llegado a definir desde el proceso de desestabilización del presidente Salvador Allende en Chile por parte de la derecha en los 70's-, y de golpe de estado -duro o blando, da igual-, que es como concluyó el gobierno de la Unidad Popular, López Obrador está ideológicamente convencido de que son los "conservadores" quienes están buscando aprovechar la coyuntura y lastimarlo. Eso no lo va a permitir.
Desde la semana pasada, uno de sus principales consejeros en Palacio Nacional comenzó a operar para neutralizar la convocatoria. Habló con el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, a quien le reclamó que hubiera tomado un posicionamiento expedito en apoyo al naciente movimiento. El lunes, durante el acto del Día de la Bandera, habló de mujeres y justicia, pero en tono moderado. También hubo llamadas a columnistas para que no se sumaran a la convocatoria, y de ser posible, que escribieran en contra. Pero la ola es demasiado grande para ignorarla. Tanto, se podría pensar, que las secretarías de la Defensa y la Marina se sumaron al respaldo de las dependencias federales, dejando a conciencia de las mujeres que trabajan en ellas, ir a la marcha y ponerse en paro.
Es insólito ver disidencia en un gobierno que se maneja de manera autocrática. López Obrador controla todo aquello que políticamente le importa o siente que le afecta electoralmente, y no permite que nadie se maneje por fuera de los límites que él mismo establece. Que en su propia casa miembros del gabinete expresen una posición antagónica a su designio sobre la marcha, es impensable por improbable. Para él no hay corrientes de opinión que nutran la discusión interna. Para López Obrador, quien no es incondicional, es traidor. Es falso que existe libertad de expresión e ideas dentro de su gobierno. Sabe qué es el poder, para qué sirve, y lo ejerce como hacía décadas no se veía en México, con mano dura.
Las intenciones nobles del gobierno, en particular de las fuerzas armadas, son motivo de alerta para las mujeres que marcharán y pararán el país. No es para que se llenen de paranoia, sino para que tengan cuidado. Hay intenciones de descarrilar la protesta femenina, descalificarla políticamente y banalizarla, como todo aquello que signifique una afrenta para López Obrador. La oportunidad de abrir un parteaguas está a la vuelta de dos semanas. Que el voluntarismo y la euforia no las cieguen. Enfrente tienen un animal político que buscará a toda costa su fracaso.
El crecimiento del movimiento colectivo y plural de organizaciones feministas contra el creciente problema de la violencia contra las mujeres, en todas sus modalidades como la discriminación, el acoso y su expresión extrema como el feminicidio, que tendrá un momento de máxima visibilidad en las marchas del próximo 8 de marzo y el paro nacional del día siguiente en el marco del Día Internacional de la Mujer, parece ir en aumento directamente proporcional al empequeñecimiento de las respuestas y la ausencia de estrategias de los 3 niveles de gobierno que siguen sin estar a la altura de las exigencias.
Aunque ha tratado de corregir y moderar sus desafortunadas posturas ante esta problemática y las demandas de sus víctimas, el presidente Andrés Manuel López Obrador sigue viendo detrás de este movimiento amplio y con causas urgentes de atención y con plena legitimidad, a los conservadores que se quieren "disfrazar" de feministas cuando son "los verdaderos" machistas. Un reproche que de poco ayuda y que lo regresa a aquella expresión de que los feminicidios eran producto del neoliberalismo.
Esta interpretación parece haber provocado que el gobierno federal no ejerza su liderazgo y apoyo a los gobiernos estatales y de los municipios, para ajustar sus políticas públicas y sus principales instrumentos como las alertas de género y las órdenes de protección, que evidentemente están lejos de ser efectivos para proteger a las mueres amenazadas. Prueba de ello es que en Jalisco el número de feminicidios subió de 32 a 57 del 2018 al 2019, y al paso que vamos en estos primeros 2 meses del año la tragedia podría ser mayor al final del 2020.
Ante esta especie de parálisis gubernamental, ojalá la creciente convocatoria y simpatía a este movimiento sin cabezas ni liderazgos visibles sean un revulsivo para impulsar verdaderos modelos de gobernanza en los que los gobiernos se abran a propuestas de solución de afectadas y expertos en el tema, tan despreciados en los gobiernos de hoy.
Sólo de esa forma se honrará la lucha de las muy combativas feministas de hoy y las que desde hace generaciones iniciaron la batalla para lograr la 1a. declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía en Francia, en 1791, en la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y la instauración del Día Internacional de la Mujer desde 1911 en memoria de las 140 costureras que murieron en Nueva York en un incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, que reveló cómo persistía la opresión y desigualdad contra la mujer.
Desde luego esta evolución ha sido desigual en los distintos países del mundo, y desafortunadamente en México el paso ha sido muy lento. Sin duda una condición que es el resorte para este gran boom feminista que marcará el marzo que viene.
El mensaje del próximo 9 de marzo debe ser fuerte y contundente: ¿Qué pasa cuando no hay mujeres? Cuando no están. ¿Sobrevive nuestra sociedad?
Es una invitación seria a detenerse a reflexionar sobre qué papel, qué importancia se les da a las mujeres cuando, de manera casi natural, por cuestiones culturales, acostumbramos a verlas desde arriba.
En todos los renglones de la sociedad existe un menosprecio a lo femenino; nos llama la atención en el mundo de la delincuencia cómo las mujeres que son ejecutadas (pertenezcan o no a las mafias que mandan en distintos sectores del país) son torturadas, vejadas y ultimadas con mucha mayor crueldad que los hombres.
Al momento de recibir penas, éstas son más severas.
Y cuando ya están ahí recluidas son prácticamente abandonadas por sus amigos y familiares; nada que ver con los hombres presos que siguen recibiendo visitas de familiares y amigos.
Y de ahí para arriba.
La diferencia en roles y remuneraciones que todos conocemos.
Incluso en los medios de comunicación el trato que damos a noticias en que las mujeres son protagonistas (para bien o para mal) es diferente.
La validación de argumentos sufre una suerte parecida: cuántas veces descalificamos algo por venir de una mujer.
Y en el tema de la violencia se minimiza el maltrato emocional y físico que sufren las mujeres. Aquí el mensaje va dirigido a todos (y todas) los que viven del presupuesto público. Hay a nivel estado mexicano descuidos y omisiones para atender el problema.
Incluso las comisiones de Derechos Humanos no hacen lo suficiente.
Todos fallan.
Y fallamos también cuando nos sentimos con el derecho y autoridad para decidir sobre el cuerpo de las mujeres.
La presencia de la ausencia de las mujeres el 9 de marzo la entendemos como una invitación para, por lo menos, reflexionar sobre todo esto.
Hoy, aparte de desigualdad social y una gran cantidad de otros problemas que nos rodean, millones de mujeres mexicanas viven con miedo y están cansadas de la injusticia. Esta es una realidad vergonzosa que no merece controversias sino cambios.
Es nuestra obligación atravesar por un proceso de introspección en el que meditemos nuestro papel en los momentos que vienen de la realidad de nuestro México. Sería verdaderamente penoso pasar a la historia como la generación que no apoyó a las mujeres a llevar vidas más equitativas y libres de peligro. No sólo se expresarán las mujeres, sino que todos tenemos una oportunidad invaluable para unirnos como seres humanos, independientemente de posturas políticas, religiosas y sociales.
Claro que ese día debemos mostrar solidaridad con pequeños actos tales como cubrir a nuestras compañeras en aspectos laborales y académicos y facilitar dichas acciones en la medida de lo posible, pero eso no lo deberíamos ni discutir. Si de algo estoy convencido es que somos una mayoría redundante los que apoyamos estos movimientos y lo que representan. Como bien dice el ministro en retiro, José Ramón Cossío Díaz, las personas que rechazan el movimiento ponen en evidencia la necesidad de la protesta.
En cuanto al gobierno, que termina siendo una columna vertebral del tema, considero que debe atender a las exigencias sociales en un determinado momento con más empatía. No debemos ver como héroes a quienes se manifiesten en apoyar a las mujeres, es su obligación como representantes del pueblo. Para tener una sociedad más humana, las autoridades públicas deben permearse de una actitud más solidaria desde el burócrata de ventanilla hasta el presidente de la república.
Estamos asistiendo a una verdadera revolución cultural que de lograrse establecerá las bases de un nuevo pacto social de proporciones impresionantes. Un nuevo pacto entre el hombre y la mujer.
Desde la antigüedad, por lo menos la escrita, se fue consolidando una cultura social que hizo de la diferencia un fundamento para la desigualdad, y de la desigualdad una justificación para el sometimiento, la presión resultante de este grave error de discernimiento llevó incluso a la depravación, desde el momento en que la parte sometida acabó pensando que eso era lo correcto, incluso, que el sometimiento era su condición natural, hasta su privilegio.
Venimos de una cultura social donde el hombre llegaba a su casa, se sentaba a la mesa, en tanto la esposa iba y venía a la cocina para atenderlo, a él y a los hijos, para luego sentarse ella a comer y a lavar los trastes. Una cultura donde la propia ama de casa, si tenía una trabajadora doméstica, la llamaba despectivamente "sirvienta", o "muchacha".
En esa misma cultura deplorable el marido tenía el privilegio de la infidelidad; la fidelidad sólo obligaba a la esposa, de tal manera que lo que en el marido era "normal", si lo hacía la esposa, constituía un grave delito que se pagaba hasta con la vida.
En nuestro pasado reciente, esta desigualdad se ha reflejado en todos los aspectos: salarios, oportunidades, espacios laborales, vestimenta, acceso a universidades, participación política, etc.
En el mundo judeo-cristiano todo quiso justificarse "bíblicamente", pero interpretando la Biblia desde los prejuicios de una cultura ya bastante hundida en este pacto desigual.
Culpar a la mujer ha sido justamente un grave pecado, el texto del Génesis lo delata, pero sus intérpretes lejos de entenderlo como una denuncia, lo consideraron como un hecho: "la mujer era culpable", error de interpretación de lamentables consecuencias. Adicionalmente, por milenios la exégesis bíblica se atuvo a la interpretación textual, desconociendo por completo los géneros literarios y el aporte cultural humano a la hora de parabolizar la revelación divina. Lo mismo sucedió, desde luego, con las demás religiones, antes y después de Israel, y aún hoy día existen sectas que obligan a las mujeres a andar cubiertas para no "provocar" a los hombres.
Urge un nuevo pacto social que supere esta larga historia de desigualdad e injusticia, que transforme esta cultura y nos lleve al justo medio, trabajo que compete a todos los miembros de la sociedad, y a todas sus instituciones, a fin de que una muy justa lucha no se desvíe hacia nuevas violencias, desquites o posturas pendulares, la vida presente y futura de la humanidad requiere de "nuevas alianzas", de nuevas solidaridades entre los hombres y las mujeres.
Mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se unirán a las protestas y al paro anunciado para el 8 y 9 de este mes, informaron comandantas y coordinadoras del grupo rebelde en Chiapas.
Mediante un comunicado, explicaron que el próximo 8 de marzo "miles de mujeres zapatistas nos reuniremos en nuestros caracoles (comunidades autónomas) y hablaremos de los dolores y las rabias que escuchamos en los 2 encuentros de mujeres que hemos tenido".
Mientras que el 9 de marzo las mujeres no irán a sus comunidades, sino que "nos quedaremos, y en la madrugada de ese día, encenderemos miles de luces. En los caracoles y en los pueblos zapatistas la luz de las mujeres brillará. Ese será nuestro modo de decirles que apoyamos esa idea del 9 de marzo sin mujeres, como una iniciativa más de las mujeres que luchan por la vida. Y como las mujeres indígenas somos mayoría en la autonomía zapatista, pues ese día se va a parar la autonomía zapatista", sostuvieron.
Las lideresas del EZLN señalaron que admiran a las mujeres que participen en el paro. "No están solas, pues con tanta matazón nomás vamos de un luto a otro, de un dolor a otro, de una indignación a otra. Quizá éste sea el plan del maldito sistema: matarnos y desaparecernos para que no tengamos tiempo ni modo para organizarnos y luchar contra el sistema patriarcal y capitalista".
Y llamaron al Congreso Nacional Indígena y del Concejo Indígena de Gobierno, de la Sexta Nacional e Internacional, y de las Redes en Resistencia y Rebeldía, a que analicen y discutan la propuesta de "las hermanas brujas".
"Así como nosotras no le estamos pidiendo permiso a los mandos y autoridades, ni a padres, novios, maridos o amantes, sino que lo vamos a hacer porque no de balde nos alzamos en armas desde el 1o. de enero de 1994".
Es un hecho que aquellas empresas, organismos y entidades que han manifestado apoyo a que sus mujeres paren sin sufrir afectaciones económicas, son lugares en donde ya existe cierta conciencia de género, donde se valora y valida la diferencia, y aunque no se da la oportunidad a las mujeres de competir como iguales, sí son lugares abiertos a la discusión y el análisis.
Ahí habrá espacio para la reflexión.
El problema está en todos aquellos negocios y empresas (que suman la enorme mayoría, y que emplean a la mayoría de las mujeres) que lejos de considerar la posibilidad de apoyar el paro, ya amenazan directa o veladamente a sus trabajadoras con sanciones y descuentos si osan faltar el lunes.
Y son la gran mayoría.
Ahí en ese enorme sector están todas esas mujeres que tienen una urgente necesidad del salario, y que no se pueden dar el lujo de perder ese dinero, o ser sancionadas.
Son las obreras, despachadoras, trabajadoras en general que veremos laborando el día completo, como cualquier otro día.
Y la gran paradoja es que son precisamente esos lugares donde calaría mucho más profundo su ausencia, pero que el próximo lunes, como masa silenciosa, trabajarán total y cotidianamente.
La siembra del movimiento #MeToo que, desde 2016 denunció abusos, acosos y violaciones de hombres de fama y de poder en contra de muchas mujeres, se expresó con una potencia inédita por la era de las redes sociales, y parece florecer y desembocar ahora con toda la fuerza, junto con la rabia provocada por la escalada de violencia que en México, tan sólo en el 1er. mes de este año, sufrieron 73 mujeres que murieron por feminicidio.
En Jalisco las mueve también todo el dolor y la impotencia por ver el crecimiento de este delito que de 2018 al 2019 pasó de 26 a 54, es decir, una mujer asesinada sólo por ser mujer cada semana el año pasado. Sin dejar de señalar que al 31 de enero de este año se contaban ya 1,077 mujeres reportadas desaparecidas por el Gobierno de Jalisco. Cifras que dejan claro que las alertas de género declaradas desde el 2018 en los municipios de El Salto, Guadalajara, Lagos de Moreno, Mezquitic, Puerto Vallarta, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque, Tonalá, Zapotlán El Grande y Zapopan de muy poco han servido para detener las agresiones en su contra.
A las marchas del domingo, en las que participarán muchas mujeres que no pertenecen a ningún movimiento u organización feminista para exigir justicia y acciones contra la violencia en su contra, esta vez se sumará el Paro Nacional del lunes 9 con el que buscan desaparecer para que se dimensione así su verdadero papel en las comunidades. Algo así pasó en Islandia en 1975, donde hartas de la desigualdad en derechos que padecían, su poca representación política y la violencia que sufrían, fueron las primeras en organizar "un día sin mujeres". El 90% paró y colapsaron actividades productivas en el hogar y fuera de él. 5 años después eligieron a su 1a. mujer presidenta y se convirtieron en un ejemplo internacional de igualdad de género.
Este 8 y 9 de marzo las mujeres de México quieren andar ese camino, por eso habrá que estar muy atentos a sus reclamos para llevarlos ahora sí a la agenda y las acciones de los gobiernos que han estado más que desatinados en sus políticas públicas para dar respuesta a estas legítimas exigencias.
El feminismo es la respuesta a la concentración de poder en manos de nosotros, los hombres. Es un cuestionamiento total de la estructura social y su reproducción. No se limita a la cultura, la familia o la escuela, sino que impugna un concepto que lo atraviesa todo: el poder. El poder que tenemos los hombres no sólo para tomar las decisiones más importantes en nuestros entornos más próximos, sino para definir cómo se ejerce la feminidad, cómo hablamos y hasta si deben o no ser madres. El poder del machismo es tal que busca la permanente invisibilización de la mujer en la labor de cuidados, en la casa, en la política, en la arena pública. El poder de no nombrarlas y, por ende, que no existan.
Este domingo miles y miles de mujeres se manifestarán en las principales ciudades de México, y del mundo, exigiendo el fin de la violencia machista y la desigualdad estructural que las afecta. El feminismo ha sacudido la conciencia del país y, hoy en día, es una fuerza política de gran calado que incluso ha logrado poner contra las cuerdas a distintos gobiernos. Hasta hace unas semanas, la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador parecía resistente a lo que fuera. Resbalaba y se equivocaba, pero sus positivos seguían inamovibles por encima del 70%. Sin embargo, su pésima reacción a la ola de feminicidios en México lo puso a la defensiva. Hoy, de acuerdo con la mayoría de las encuestas, su imagen presenta una caída de entre 8 y 10 puntos. Y, siguiendo el estudio demoscópico presentado el jueves por El Universal, el golpe en su popularidad es especialmente pronunciado entre las mujeres (53% de aprobación vs. 61% de los hombres).
En Jalisco, recordemos el inicio de la gestión del actual gobernador, Enrique Alfaro. La desaparición del Instituto Jalisciense de la Mujer, que se hizo con un congreso amurallado y con la mitad de las y los diputados fuera del hemiciclo, supuso un duro golpe en la aprobación de Alfaro. El gobernador corrigió y propuso que la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres se convirtiera en el mecanismo de adelanto. Sin embargo, más allá de las gestiones de las crisis, es innegable que el movimiento feminista ha sido implacable a la hora de poner a los gobiernos contra las cuerdas. La torpe respuesta de las administraciones demuestra hasta qué punto el feminismo ha rebasado la capacidad de reacción de la política convencional.
El asunto de fondo es que el equilibrio de poder en nuestra sociedad no ha cambiado. Se han hecho avances, muchos de ellos más en el plano simbólico que en lo real. Por ejemplo, hay más representación de mujeres en la política. Las paridades horizontal y vertical han servido para que cientos de mujeres alcancen cargos en los cabildos y el congreso. No obstante, la cantidad de mujeres que ejercen la presidencia es muy reducida. Si vemos quienes son los que toman las decisiones relevantes, tanto a nivel estatal como nacional, encontraremos la misma lógica: hombres.
Sin embargo, el desequilibrio de poder no sólo es patente en la política institucional.
Veamos las empresas. Las patronales más importantes del país y de Jalisco, siempre son encabezadas por hombres de negocios. Las fotografías son muy ilustrativas: largas mesas en donde es imposible encontrar la presencia de una mujer. Los medios de comunicación también cojean de la misma pata. Se han integrado decenas de mujeres a hacer labor de reporteo y edición, pero las cabezas editoriales y empresariales siguen siendo hombres. Si hiciéramos un mapa político nos encontraríamos que son poquísimas mujeres que han logrado romper ese "techo de cristal". No sólo deben sacrificar mucho de su vida personal y familiar, sino que aparte se enfrentan a la discriminación constante de aquellos que detentan el poder.
El activismo social es una de las arenas en donde muchas mujeres han destacado. Las organizaciones de la sociedad civil son estructuras menos rígidas, que no tienen las mismas redes de lealtad y que intentan ser más verticales en su ejercicio del poder. No están exentas de reproducir las viejas prácticas de otras instituciones.
El feminismo también reivindica una nueva forma de entender la política. E incluso el ejercicio del poder. En muchas ocasiones, la falta de acuerdos sociales o la excesiva conflictividad provienen de la carga extra de testosterona que vemos en la pugna por el poder. La política está asociada a la virilidad. Incluso, las características que enumeramos de los hombres de poder tienen que ver con la construcción de la política como un espacio hecho para los hombres.
Este domingo veremos multitudinarias protestas en todo el país. Y los hombres tenemos 2 opciones. O minimizamos las protestas e incluso las estereotipamos, o aprovechamos la ocasión para reflexionar acerca de cómo el machismo invade todas las esferas de nuestra vida. A mi no me queda la menor duda: un mundo feminista sería mucho mejor que aquél que hoy tenemos.
Las mujeres son las víctimas, por supuesto. Los hombres son los victimarios, desde luego. No hay forma en que una sociedad se mire a los ojos mientras la mitad de ella sufre violencia o discriminación por el simple hecho de ser mujer. Pero sería terrible creer que ésta es una lucha entre 2 mitades: hombres vs mujeres y viceversa, por más que enfrentamos un sistema de valores, prejuicios y creencias construido en las sociedades patriarcales para discriminar, subordinar y someter al sexo femenino. Es justamente ese sistema de valores y creencias, llamado misoginia, el que tendríamos que desmontar para aspirar a vivir en una sociedad en la que mujeres y hombres puedan gozar de una vida plena.
Sí, las mujeres son las víctimas del machismo, pero no sólo ellas, por más que se lleven la peor parte (eso no está en discusión). Los hombres también son víctimas aun cuando lo sean de otra manera. Cada vez que a un niño le es negada la posibilidad de expresar ternura, externar su debilidad o mostrar su delicadeza en aras de convertirlo en un "varoncito", está perdiendo un pedazo de humanidad. El tránsito que va de ser un niño a un macho es una construcción social y familiar. Una construcción en la que participan los adultos que lo rodean, hombres y mujeres por igual. Las madres a la par que los padres son fábrica de misóginos; tipos que a su vez van a perpetrar la violencia de género que se alimenta de todos los estereotipos con que crecieron. En ese sentido, la misoginia es un comportamiento "congénito" que las familias van transmitiendo a sus hijos e hijas, como eslabones de un patrón de género que se reproduce y perpetúa.
Por eso es que es absurdo encarar el problema como una guerra que define a los hombres como enemigos de las mujeres. El verdadero enemigo es una ideología construida para hacernos creer que los hombres valen más que las mujeres.
Encarar el asunto como una rivalidad de club de Tobis contra club de Lulús es absurdo; hay muchas mujeres que ejercen un comportamiento machista en contra de otras mujeres, además del papel ya mencionado de algunas, como agentes de inseminación de valores y actitudes que refrendan y reproducen el machismo.
Se me dirá que las madres que enseñan a sus hijas a "entender cuál es su lugar", que no es más que la indoctrinación del sometimiento, a su vez son resultado de un condicionamiento previo; no son más que víctimas formando a otras víctimas actuando como cómplices del victimario. Pero lo mismo podría decirse de muchos de esos padres que sin ser violentos tampoco enfrentan a los abusadores, con lo cual se convierten en cómplices pasivos. El problema es la normalización de un comportamiento indigno de unos y de otros.
La esclavitud y la discriminación racial requirieron de una ideología que establecía el derecho genuino de los blancos sobre razas supuestamente inferiores; existieron incluso argumentos presuntamente científicos, bíblicos y económicos para justificar este prejuicio. Y si bien no ha sido erradicado, los avances conseguidos no fueron resultado de una guerra entre blancos y negros, sino de la erosión de una ideología hegemónica que dejó de serlo gracias al esfuerzo de muchos negros y blancos conscientes de esa injusticia.
La literatura feminista ha dejado en claro la manera en que el ejercicio de los micro abusos, muchos de los cuales surgen desde la infancia, van construyendo el clima que lleva a un hombre a sentirse con el derecho de ejercer violencia contra algo que considera inferior y debe estar sometido a su voluntad. No es difícil rastrear en un feminicida al niño al que le fue inculcado que era indigno e inadmisible perder ante una niña.
En ese sentido, el machismo también cercena a un hombre porque lo convierte en un discapacitado emocional, con carencias fundamentales para establecer una relación sana con las mujeres y, en última instancia, con otros hombres.
Hoy, que es el día de la mujer, tendrían que expresarse todos aquellos que desean un mundo en el que exista mayor equidad de género. Hay muchos hombres que desean corregir un estado de cosas que lastima, disminuye y pone en riesgo a las mujeres, entre otras cosas porque son pareja, hermanos o padres de ellas y porque también han sido víctima de este machismo absurdo. Ojalá que las marchistas lo asuman así y conviertan este día en una jornada por la igualdad, un acto de confrontación contra la misoginia, y no una trinchera de agravio entre hombres y mujeres.
Las rutinas de la casa las sostienen las mujeres. Salvo en los casos de hombres que viven solos o participan en serio en las labores domésticas, la mayoría de los hogares están habitados por hombres incapaces de resolver su vida cotidiana y son las mujeres quienes llevan sobre los hombros el peso de las labores del hogar. Esa es la doble jornada.
Si usted, hombre o mujer, sigue pensando que las mujeres son "el complemento" del hombre, "las compañeras de vida", "el sexo débil", "la compañera abnegada", lo que usted tiene es una enfermedad cultural llamada machismo, que se trasmite por parte del padre y de la madre, que se cultiva en iglesias, escuelas, medios de comunicación, centros de trabajo y que es terriblemente nociva para usted, para quienes lo rodean y para el mundo. La buena noticia es que se quita, pero requiere un largo proceso de reeducación.
La potencia que expresaron los colectivos feministas con las marchas del pasado domingo 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer y el Paro Nacional que realizaron ayer en protesta por todos los tipos de violencia que sufren y por las condiciones de inequidad que siguen padeciendo en todos los ámbitos, desde el familiar hasta el laboral, constituyeron, sin duda, un paso más en la lucha que por años han desplegado en mayor o menor medida estas organizaciones, y que viene muy bien en este año de la conmemoración de los 25 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera como el programa más visionario para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo.
El cuarto de siglo desde que se emitió esta plataforma de acción, creada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing, China, la mayor reunión de defensoras y defensores de la igualdad de género, y las acciones de conmemoración que iniciaron activistas en la materia, tanto de gobiernos como de la sociedad civil desde marzo del año pasado, pueden ayudar a mantener e incrementar el nivel de organización y energía que les ha permitido a las mujeres alzar la voz como nunca para erradicar la cultura machista que, pese a los avances de los grupos feministas en su combate, sigue prevaleciendo en el país.
De hecho, hace justo un año, el 11 de marzo de 2019, inició esta conmemoración con la sesión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer en Nueva York, siguió en abril en Reikiavik, Islandia, con la Conferencia de la Coalición Internacional para la Igualdad Salarial y el Foro Túnez sobre Igualdad de Género, y en junio vino la Conferencia Women Deliver en Vancouver, Canadá. Además, desde mayo iniciaron las reuniones para hacer evaluaciones nacionales y regionales sobre lo logrado de esta plataforma que adoptaron 189 países, entre ellos México, cuyos gobiernos se comprometieron a asumir acciones audaces y estratégicas en 12 líneas a favor de la mujer: pobreza, educación y capacitación, salud, violencia, conflictos armados, economía, poder y toma de decisiones, mecanismos institucionales, derechos humanos, medios de comunicación, medio ambiente, y las niñas.
Estas conmemoraciones se reactivaron justo ayer que en México se celebró el Paro Nacional, en la sede de la ONU en Nueva York con las sesiones que se realizarán hasta el próximo 20 de marzo de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
Estos trabajos llegarán a México el 7 y 8 de mayo próximos cuando se realice en la Ciudad de México el Foro Generación Igualdad, que también se realizará en París el 7 y 10 de julio.
Toda esta dinámica a favor de la agenda Pro-mujer en el mundo puede mantener el vigor del boom feminista en México expresado ayer y antier, y que puede ser una gran palanca para presionar a las autoridades a cumplir con lo pendiente de lo comprometido hace 25 años.
La conmemoración del Día Internacional de las Mujeres del pasado 8 de marzo nos confirma que la poderosa revolución feminista que se expande por el mundo, también se despliega en Guadalajara.
Millones de mujeres en todo el mundo se movilizaron y pararon sus actividades cotidianas para presentar sus demandas de igualdad de género: aborto libre, seguro y gratuito, y especialmente exigir el fin de las distintas violencias machistas que en países como México son extremadamente graves.
La jornada fue histórica en muchos sentidos, con concentraciones masivas que develan la potencia de la revolución feminista: más de 2 millones de mujeres se concentraron alrededor de la Plaza de la Dignidad en Santiago de Chile; cientos de miles más salieron a las principales ciudades de América Latina: Sao Paulo, Bogotá, Lima, Río de Janeiro, Caracas, y Buenos Aires, donde las organizaciones feministas decidieron marchar el lunes 9 de marzo.
En México, la revolución feminista se vivió en una jornada histórica con manifestaciones que superaron por mucho las concentraciones de años anteriores. Ocurrió en la Ciudad de México, donde se congregaron más de 100,000 mujeres y aliados; en Querétaro asistieron 10,000 personas; 5,000 en Colima y otro tanto en La Paz, Baja California Sur.
En Jalisco, la marea feminista se vivió en varios puntos del estado. En Guadalajara, la red de colectivas #YoVoy8deMarzo esperaba 10,000 asistentes y al final en la manifestación en la "Glorieta de los Desaparecidos" había casi 40,000 personas. Si se suman a los mirones que estuvimos al pendiente de la marcha durante su trayecto, la asistencia llega a las 115,000 personas, le dijo una mujer de Protección Civil del Estado al colega Édgar Velasco. La marea feminista llegó también a Tonalá, Zapotlán el Grande, Tamazula de Gordiano, Puerto Vallarta, Lagos de Moreno, San Juan de los Lagos y Atengo.
Autlán: 5 feministas convocaron a manifestarse, 14 lo compartieron en Facebook y logró el interés de 186 usuarios de la red. El domingo 8 de marzo, más de 300 mujeres salieron por vez 1a. en Autlán.
Esas convocatorias aparentemente espontáneas dan cuenta de la potencia de la revolución feminista: ya está extendida una conciencia feminista y la organización de iniciativas de colectivas que han venido trabajando desde hace años, hace posible las manifestaciones históricas como el pasado 8 de marzo.
Detrás de cada gran manifestación, existe un laborioso esfuerzo organizativo asambleario, horizontal y sin protagonismos.
La marea deja de ser una metáfora (o además de ser una metáfora) se convierte en un modo y una forma acelerada de la conciencia feminista en miles de mujeres, especialmente jóvenes, pero también en no pocas madres y abuelas que antes no se aludían feministas. Y ahora sí.
Alejado de los movimientos sociales ortodoxos que pensaban en tomar el poder, el feminismo contemporáneo implica más bien la transformación de conciencias y las subjetividades políticas. Y este cambio de subjetividades ha sido evidente no sólo en las marchas del pasado domingo, sino en meses previos donde se repite el performance de "Un violador en tu camino", pero también se montan tendederos de denuncia o se paran y toman las escuelas.
Así observamos el despliegue de esta revolución feminista. Al constatar que decenas de millones de mujeres adquieren una conciencia contra el patriarcado y las distintas formas en que violentamos los varones, se está ante un cambio revolucionario de las conciencias que implica un cambio revolucionario en las relaciones sociales.
Antes de empezar a escribir este artículo acerca de la valiosa, necesaria y útil manifestación femenina del pasado 9 de marzo (#NueveNadieSeMueve) sentí que debía pedir permiso a las mujeres para expresar mi opinión al respecto. Sentí que el tema les pertenece sólo a ellas y que los hombres debemos respetar el curso que le quieran dar a sus miedos, reclamos, silencios y ausencias.
Sentí que opinar en calidad de hombre era invadir su privacidad, meterme sin permiso a un territorio o casa ajena a la que no fui invitado ni soy bienvenido. Sentí, inclusive, que manifestarme sin el consentimiento expreso de las mujeres me convertiría de facto en una especie de acosador, violador o macho intelectual, que sin respeto o consideración alguna se mete con ellas y se entromete en sus asuntos.
Eso fue lo que sentí, pero luego, además de sentir, pensé.
Pensé que los destinatarios principales de sus reclamos, manifestaciones y protestas somos nosotros, los hombres que históricamente, consciente o inconscientemente, las hemos sometido, usado y moldeado para el consumo, servicio y placeres de hombres machos, quienes en el mejor de los casos las "respetan" y "admiran" (no las tocan ni con el "pétalo de una rosa"), siempre que asumen su inferioridad, abnegación y sumisión.
Pensé que el 9 de marzo será un parteaguas, a partir del cual las mujeres se dieron a sí mismas la oportunidad para desaparecer los patriarcados para siempre, y no para establecer ahora matriarcados, pues saben bien que un error no se arregla con otro error, sino para cambiar las reglas de convivencia.
Pensé que a partir del 9 de marzo, la cocina, las escobas y los pañales ya no serán espacios u objetos cuyo uso y dominio provoquen cierta pérdida de hombría o virilidad.
Pensé que el 9 de marzo servirá para cambiar la idea de que el rol de ser buenas madres, buenas amantes, buenas esposas y buenas hijas, es exclusivo de las mujeres, y para que los hombres entendamos y aceptemos, de buena gana, que las mujeres tienen el derecho a exigir de nosotros el que también seamos buenos padres, buenos amantes, buenos esposos y buenos hijos.
Pensé entonces que lo que debiera escribir en este espacio no es acerca de la marcha o el paro feminista, sino acerca de la obligada reflexión masculina que deriva de esta manifestación y la cual sólo compete a los hombres.
El 9 de marzo fue (y seguirá siendo) un oxímoron feminista en el que las mujeres se ausentaron para que los hombres las viéramos, callaron para que las escucháramos y se inmovilizaron para que nosotros nos moviéramos. Las mujeres se ausentaron para que sociedad y gobierno reflexionemos y maduremos juntos.
El 9 de marzo no debemos verlo ni recordarlo como un día de huelga feminista, sino como un día de reflexión masculina, como el día de la equidad de género; el día en contra del machismo y la violencia sexual.
El 9 de marzo debe ser visto como el día que celebra, conmemora y marca el fin y la abolición del machismo y los patriarcados, que durante siglos equivocada e injustamente han dado predominio y superioridad a los hombres sobre las mujeres.
El 9 de marzo debe servir para acabar de una vez por todas con situaciones de distribución desigual de poder entre hombres y mujeres; para acabar con los privilegios de primogenituras, de libertades o restricciones sexuales desiguales, de dobles morales, de portación de apellidos paternos, de derechos patrilineales, con reglas que impiden la participación de las mujeres en espacios políticos y religiosos, y con la división sexual del trabajo, tareas y responsabilidades exclusivas para las mujeres.
En suma, el 9 de marzo debe ser visto como el fin de la opresión a las mujeres, el fin de la abnegación y sumisión femenina, el fin de los usos y costumbres, tradiciones, normas familiares, ideas, prejuicios, símbolos y hasta leyes que otorgan derechos y facultades superiores a los hombres sobre las mujeres.
Si realmente queremos cambiar la fama mundial del macho mexicano y su larga historia de abusos y violencia contra las mujeres, comencemos por declarar el 9 de marzo como el Día de la Abolición del Machismo y el Patriarcado en México.
El pasado 26 de mayo, el gobierno federal lanzó una campaña con la que pretende dar respuesta al incremento de denuncias por violencia familiar, principalmente contra mujeres, que se ha registrado durante el confinamiento por la pandemia. Aumento que por cierto, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha negado constantemente.
"Antes de que la violencia se apodere de ti, antes de que te enojes con tu pareja, antes de que te desesperes: cuenta, cuenta, cuenta. Cuenta hasta 10 y saca la bandera blanca de la paz". Esa es la línea de los spots que son dirigidos a las audiencias de radio y televisión. Resulta alarmante que en el imaginario de los responsables de la campaña, que fue presentada por el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, la mejor manera impactar a la población fue representando a una mujer que está a punto de perder el control y ser agresiva con su padre.
Esta campaña no sólo es incompatible con los tiempos convulsos que ahora vivimos, pues como ya lo han mencionado especialistas, es un refrito de hace 40 años; carece de creatividad, innovación y, sobre todo, de sensibilidad y empatía con las víctimas directas e indirectas de estos crímenes.
Jesús Ramírez dice que este llamado "antiguo, pero muy sabio" podrá frenar emociones y pasiones de violencia en las familias, lo que nos demuestra por enésima ocasión que desde el gobierno se minimiza el problema, se ignora al 78% de las víctimas de violencia familiar, que son las mujeres; se sigue considerando al tema como un asunto que compete a las familias, a las parejas, y no como un problema estructural, de salud pública, que amerita la participación de todas las instituciones con políticas y programas efectivos, progresistas, con enfoque de género, que garanticen acabar con la impunidad que es la aliada más poderosa de esta otra pandemia.
En una, diría Monsiváis, escrupulosa declaración patrimonial de sus bienes intelectuales, el presidente soltó desde el fondo de su alma una frase lapidaria: "A veces no gusta mucho porque, también con razón, se quiere cambiar el rol de las mujeres y eso es una de las causas, una de las causas justas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres, nosotros los hombres somos más desprendidos". Desde el fondo del auditorio el fantasma de Melchor Ocampo, entusiasmado, aplaudía. ¿Cómo no se me ocurrió antes?, pensó. Ahí en el 2o. párrafo de mi epístola donde dice que la mujer "debe dar y dará al marido, obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende..." podemos agregar una línea que diga: "y fieles a la tradición mexicana, cuidarán a sus padres para que el hombre pueda ser, como es, desprendido". Si se agrega la frase el fantasma Melchor no tiene inconveniente que en lo sucesivo la epístola lleve el nombre Ocampo-López.
López Obrador es, o quiere ser, un liberal del siglo XIX, pero es un conservador del siglo XXI. Más allá del pitorreo, el problema es que esta concepción anacrónica de la familia se refleja en las políticas públicas del gobierno. El presidente apuesta un día sí y otro también a una familia mexicana idealizada que sólo existe en su cabeza y en la de uno que otro obispo. No es la 1a. vez que el presidente hace este tipo de declaraciones. Comenzando el gobierno anuló el subsidio a las guarderías y dijo que lo mejor era que a los niños los cuidaran los abuelos. Luego pidió a las feministas no afectar los monumentos en sus marchas y poco después con su decálogo con el que pretendía reivindicarse escribió que violentar a las mujeres era cobarde y anacrónico, pero nunca dijo que se trata de un delito. "¿Maltrato al interior de las familias? No, no, al contrario...", dijo el 20 de mayo pasado, negando el incremento de violencia intrafamiliar durante el confinamiento. Prometió que mostraría una encuesta donde se demostraba lo contrario. Nunca llegó. Las cifras oficiales de violencia intrafamiliar siguen creciendo y cada reporte mensual es peor.
No tengo la menor duda de que haya familias funcionales, incluso que en la mayoría de las familias el saldo sea positivo, que la estrategia de sobrevivencia en los sectores más pobres de la sociedad se basa en la familia, pero negar o minusvalorar el problema de violencia familiar y que parte esencial de esa violencia es la reproducción de conductas machistas que impone a las mujeres doble o triple jornada, no sólo es retrograda, un retroceso de 2 siglos, sino criminal.
Hay machismo en las alturas y en un gobierno tan personalizado, tan centrado en la persona del presidente, esta concepción no sólo permea el discurso, sino que está detrás del desmantelamiento de las instituciones de protección a mujeres y víctimas de violencia.
El pasado jueves durante la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador en su visita a Jalisco, observé en uno de los monitores de la televisora en la que trabajo, a una reportera vestida de color rosa a la que le tocó el turno de preguntar. No la conocía ni la identifiqué, pero vi a una joven con cara de niña, de aspecto formal para la ocasión, y punto.
Conforme transcurrió ese día la participación de Rubí Bobadilla, quien trabaja para este periódico, fue tomando notoriedad en redes sociales debido a la gran cantidad de insultos, críticas y violencia en torno a su forma de vestir. Para mí fue inevitable pensar en algunos puntos que considero relevantes: por un lado, el machismo y la misoginia continúan ahí, esperando cualquier escollo para hacer su aparición; y por otro lado, la importancia de evidenciar estas acciones y a quienes las ejercen, como una muestra clara de la falta de educación en igualdad de género y respeto hacia todas las personas. Por cierto, la mayoría de los agresores escondidos detrás del anonimato que permite el ciberespacio.
La participación de la mujer en los medios de comunicación no ha estado exenta de la dificultad para obtener un puesto y recibir una remuneración económica igual a la de los hombres, ni ajena a la descalificación con el fin de anular su presencia en una sociedad en la que muchos aún se consideran superiores. Para ejemplo tenemos a las cámaras, grupos, asociaciones y hasta sindicados de la industria de la comunicación, liderados eternamente por hombres.
Pues bien, ese día, esta joven de aproximadamente 25 años, logró colocar a nivel nacional 2 temas de interés para Jalisco: las fosas clandestinas y la conclusión de la Línea 3 del Tren Ligero. Eso fue y es lo relevante de su trabajo, que la ha llevado a obtener el Premio Jalisco de Periodismo en 2017 por su participación en el reportaje "Mitad de empresas fichadas por EU, en Jalisco". Fue la responsable de llevarnos las imágenes en directo de las manifestaciones del 4 y 5 de junio por el caso de Giovanni López, la transmisión en vivo la vieron millones de personas, e incluso algunas cadenas de televisión internacional la reprodujeron. A su cargo está la fuente de seguridad en este diario y le ha dado seguimiento puntual a los casos de asesinatos de policías.
Ella ejerce el periodismo con pasión e inspira no sólo a quienes trabajamos en este medio. Ese jueves también logró unir al gremio para salir en su defensa y respaldo contra la horda que la atacaba.
Rubí me recordó las manifestaciones de odio en esta profesión, esos que tradicionalmente te aconsejan dejar pasar para hacer "lo políticamente correcto". Ella, al contestar a sus detractores, le puso título a este capítulo que se llama: enfocarse menos en lo que otros piensan y más en qué y quiénes somos. Y de pasada, mandarlos al carajo.
Samuel García, senador del partido Movimiento Ciudadano, demostró que la cultura misógina habita en cada espacio de nuestro país. Como servidora pública me decepciona y preocupa. ¿A qué aspiramos si nuestros colegas hombres en la política toman nuestras agendas a broma? ¿Por qué hasta que se les señala piden que se les eduque? Lo mínimo que esperamos de ellos es que se capaciten en perspectiva de género, con sus recursos, sin esperar que nosotras les señalemos alguna violencia.
Analicemos e identifiquemos las agresiones a través del violentómetro, un instrumento creado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reconocer expresiones de violencia ocultas en la vida cotidiana. Mariana hablaba con Samuel, él la interrumpió y señaló en ella una falla. A las mujeres nos interrumpen tan frecuentemente que tuvimos que crear el término "manterrupting", machointerrupción en español. "¿Mucha pierna?", pregunta ella, pero él la ignora -nivel 4-. Su esposo la cela -nivel 5-, culpabiliza -nivel 6- y ridiculiza -nivel 8- cuando le pide que baje la pierna insistentemente y alzando la voz. No olvidemos que la transmisión tuvo miles de espectadores, por lo que la humillación fue pública -nivel 9-. Es alarmante que en menos de un minuto la violencia alcanzó el nivel 11 de los 28 del violentómetro: controlar y prohibir.
La violencia escala, insistimos en la importancia de detectarla desde su inicio y frenarla para prevenir los feminicidios. El contexto nos lo exige. Ustedes y yo sabemos que esta escena es común en México, las relaciones sociales entre hombres y mujeres están atravesadas por la violencia y la desigualdad. Es urgente y necesario que se reconozcan y modifiquen las conductas machistas.
Al día siguiente Samuel pidió disculpas y aseguró que el machismo es el cáncer de nuestro país.
Esto es otra demostración de lo que nos enfrentamos. El patriarcado es histórico y sistemático, es imposible lograr cambios significativos de la noche a la mañana. Ni él ni sus asesores parecen comprenderlo ya que se atrevieron a sugerir que en algunas horas transformó su pensamiento y modificará todas sus acciones.
Sabemos que no es tarea sencilla o rápida pero cada vez estamos más atentas a las agresiones y no nos quedaremos calladas. Señalaremos la violencia hasta vivir libres y seguras.
No podemos replicar la cultura actual, nos toca a todas y todos, incluidos los medios de comunicación, construir día a día una realidad más justa.
Otro chivo de cristalería en la política. De los que están más preocupados por caer bien sin ser empáticos con la gente, no inspira ni conecta, se presenta con traje de progresista para esconder su naturaleza de tipo burgués; muestra los recursos suficientes para comprar likes y construir una imagen en el ciberespacio que le ayude a presentar su preocupación, también fabricada, por ciertas causas. El aparente acceso a todo en su vida, le permite creer que es poseedor de lo que quiere al grado de no medir los resultados de la sobre exposición en sus redes sociales. Día y noche, como un circo, hasta que al senador por Nuevo León del partido Movimiento Ciudadano (MC), Samuel García Sepúlveda, se le ocurrió regañar a su esposa Mariana por enseñar la pierna -según él- de más, en medio de una transmisión por Instagram.
El legislador presentó ese día, mientras hacía gala de su forma "canibalesca" de alimentarse, 3 de los rostros más representativos y gráficos de serios problemas que se han tratado de erradicar: el machismo, la misoginia y la violencia en la pareja. En un instante facilitó la búsqueda de ejemplos de lo que se debe evitar para fomentar la violencia hacia las mujeres.
Y no solo eso, complicó un proyecto político que al interior intenta construir un movimiento mayoritario en contra del machismo con protocolos en contra de la discriminación y violencia política de género con figuras como la senadora Patricia Mercado o la diputada federal Marta Tagle.
Transcurrían las horas de aquel 10 de agosto y a cuenta gotas miembros del partido empezaban a referirse al hecho, discreción y tibieza ante todo para no herir susceptibilidades, otros, cercanos al polémico personaje, de plano optaron por el silencio, ése que termina por convertirse en cómplice.
Una de las reacciones fue: "la culpa no es de Mariana" y en efecto, es de una organización que aloja a esta clase de payasos que denigra la política, traiciona ideologías partidistas y comprueba la falta de dignidad y congruencia, valores escasos en el terreno de los gobiernos y sus representantes.
El vergonzoso capítulo de Samuel nos mostró también la incomodidad que causaron los reclamos de quienes exigieron un pronunciamiento de las militantes, "¿por qué dar la cara por las pen... de otros?", expresaban en cuentas de Twitter.
No reciben premios, ni aparecen en las portadas de las revistas. Son tan invisibles que no se les reconoce por el trabajo no remunerado que realizan: cuidar de otros, limpiar el hogar, cocinar y ahora gracias a la COVID-19, hasta son maestras de sus hijos e hijas.
Si las mujeres mexicanas que realizan estas labores recibieran un salario mínimo por su trabajo, generarían 4.1 billones de pesos al año, equivalente al 17.7% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esto es, incluso, más de lo que generan industrias como las del turismo (9%), la construcción (7.6%) o el petróleo (3.2%).
Pero si consideramos el tiempo que los hombres dedican a las actividades del hogar, solo aportarían el 5.8% del PIB, una tercera parte de lo que producen las mujeres.
Además, si a las mujeres se les pagara un salario mínimo por estas actividades, obtendrían casi 60,000 pesos al año (es decir, en promedio, 5,000 pesos mensuales). Mientras que los hombres ganarían 22,390 pesos anuales (1,865 pesos mensuales), según las estimaciones del INEGI.
Las labores domésticas no están en el ecosistema económico, porque históricamente se asumen como parte de lo que significa ser mujer en nuestro país, invisibilizando su trabajo y justificando que no sea retribuido, nos explica la economista Eufemia Basilio Morales, integrante del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
A pesar de haber sido invisibilizadas por generaciones, estas labores "son el motor que mueve gran parte de la economía del país, y si las mujeres no las hicieran, el Estado tendría que pagar por estos servicios un costo muy alto. Es su obligación valorarlos y reconocer que son un trabajo", nos dice Basilio.
Ahora con la pandemia por la COVID-19, las casas se han convertido en escuelas y oficinas al mismo tiempo, lo que aumenta la carga de trabajo para mantener los hogares limpios y funcionales. Esta carga es asumida principalmente por las madres, hijas y hermanas de cada familia.
Antes, las mujeres trabajaban en las labores domésticas, en promedio 9 horas al día, de acuerdo con el informe Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares en México del INEGI. Ahora, sus horarios aumentaron en más del 50%, lo que hace que estén laborando todo el día, desde que despiertan hasta que se van a la cama, nos dice la Dra. Julia Chávez, coordinadora del Centro de Estudios de Género de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
"A todo esto se suma la presión que significa tener que cumplir con todas las obligaciones", apunta Chávez.
Dado que, con la cuarentena los miembros de la familia pasan más tiempo en casa, ésta se ensucia más y se tiene que limpiar más frecuentemente. Además, hay que sumar la escuela a distancia, que ha sido un dolor de cabeza para muchas, pues se siguen sumando cargas y estrés al día de las mujeres, nos dicen las expertas.
"Estas tareas afectan principalmente los derechos laborales de ellas, pues las empresas no respetan los horarios laborales, y no se toma en consideración los otros múltiples trabajos que las mujeres hacen al cuidado de sus hijos o de su familia", nos explica Angélica Gozález, e integrante de la Campaña Trabajo Digno.
Las mujeres mexicanas son también las que más horas invierten en estas labores, en comparación con los otros países latinoamericanos, de acuerdo con el último análisis elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de 2016.
La falta de reconocimiento de las labores del hogar responde a una cultura machista, que normaliza que las mujeres deben hacerse cargo de estos cuidados y que en plena pandemia fue ratificada desde el cargo público más alto del país: el presidente. "Se quiere cambiar el rol de las mujeres y esa es una de las causas justas del feminismo pero la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres", dijo Andrés Manuel López Obrador recientemente.
En nuestro país, con la pandemia por COVID-19, las personas adultas mayores o con discapacidad también han tenido un doble cuidado, por ser población vulnerable. Por supuesto, quienes cuidan de estas personas también son, en su mayoría, las mujeres.
Y es que ellas atienden alrededor de 42 millones de personas que necesitan de cuidados, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Esta perpetuación de lo que se espera de las mujeres va más allá de un aspecto ideológico o cultura, se traduce en desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
¿Qué se puede hacer para que las mujeres no sean orilladas a sufrir las consecuencias de esta desigualdad?
En Uruguay, por ejemplo, se están impulsando leyes de seguridad social para que las mujeres que estén en la informalidad tengan acceso a los mismos servicios; en Costa Rica se está abriendo el sistema de salud para que sea realmente universal, y en general,medidas que ayudarían las mujeres deberían tener más facilidades para acceder a prestaciones, como las guarderías o estancias infantiles, nos dice la abogada González.
En la CDMX se impulsó, desde hace 2 años, la creación de un Sistema de Cuidados para que existan prestaciones económicas, asistencia en el cuidado en el hogar y centros de apoyo al cuidado para las personas que cuidan de otras personas como adultos mayores o personas con discapacidad, pero hasta ahora no es una realidad.
Las mujeres son quienes cargan las horas extras de trabajo, sin que se les brinden oportunidades económicas ni reconocimiento social o laboral por las tareas que realizan y ahora con la crisis por la pandemia, su situación es más adversa.
Si algo eclipsó la pandemia del coronavirus en su inicio a mediados de marzo pasado fue el clamor de que las autoridades de los 3 niveles de gobierno atendieran la agenda feminista y en especial la prevención de la violencia de género que se expresó con enorme potencia en las nutridas marchas del 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer y el Paro Nacional del día siguiente, en el que se ausentaron en protesta por el alto número de feminicidios y las condiciones de inequidad que siguen padeciendo las mujeres en todos los ámbitos.
Como dijera el nuevo clásico, la emergencia sanitaria "cayó como anillo al dedo" al gobierno federal y estatal que nunca atinaron y mostraron una terrible insensibilidad para responder y empatizar ante los justificados y crecientes reclamos de los colectivos feministas que habían detonado desde principios de año por una ola de crueles feminicidios y otros episodios de violencia contra las mujeres. Lejos de presentar nuevas estrategias, ajustar sus erráticas políticas públicas en la materia y respaldar abiertamente las demandas de este movimiento en pro de la mujer, los gobiernos parecían regatear, evadir el tema e incluso minimizarlo pese a su gravedad.
Las urgencias de la pandemia fueron el mejor pretexto para voltear a otro lado y posponer la respuesta gubernamental a la creciente violencia de género, que sin embargo está nuevamente haciendo crisis por las condiciones de confinamiento que obligó el COVID-19.
Las organizaciones y colectivos feministas al inicio del sexenio tuvieron fuertes encontronazos con el gobernador Enrique Alfaro por la forma en que desapareció el Instituto Jalisciense de la Mujer, y el accidentado inicio de la Secretaría de Igualdad Sustantiva Entre Mujeres y Hombres.
Del 2018 al 2019 crecieron al doble los feminicidios en Jalisco. Hasta julio de este año ya se registraron 150 asesinatos de mujeres y si sumamos los de agosto, hay una tendencia que señala que podrían superarse los 286 registrados el año pasado.
Existen actividades que representan una tarea difícil, silenciosa, invisibilizada, menospreciada por la sociedad y nunca reconocida por la economía: los cuidados domésticos. ONU Mujeres los define como actividades que a diario y por generaciones, regeneran el bienestar físico y emocional de las personas. Nuestra salud, los espacios, nuestros bienes, educación y formación, son ejemplos que necesitan de estos cuidados. En fin, cuidar sostiene la vida. Dichos trabajos han recaído en manos de las mujeres por mandato social.
Se ha hablado mucho sobre cómo este periodo de encierro ha orillado a la fuerza laboral a subsistir, pero poco se habla de lo que este confinamiento representa para las mujeres. Este 14 de septiembre se cumplirán 6 meses desde que dio inicio la contingencia sanitaria por COVID-19 en nuestro estado. Mientras logramos la reactivación de la economía, cada vez es más constante ver a las mujeres haciendo acrobacias para desahogar la carga que tienen sobre sus hombros, pues son ellas quienes mayoritariamente se responsabilizan de los cuidados domésticos. Las clases virtuales de las y los hijos pequeños, las personas enfermas o con alguna discapacidad, las parejas, las y los hijos adolescentes, hacen que las mujeres, ya sea desde su lugar de trabajo o desde casa, estén con un ojo al gato y otro al garabato. No duermen bien, ni se sientan a descansar; el desgaste físico y emocional es por demás notorio.
Esto evidencia que aunque nos sumamos más mujeres al mercado laboral, tenemos triple carga de trabajo, y la participación de los hombres en cuidados domésticos no ha incrementado al mismo ritmo, tal como lo reconoce el Fondo Monetario Internacional. Sobre estas diferencias, Silvia Federici (filósofa italiana) menciona que la división sexual del trabajo genera brechas de desigualdades que nos separan entre géneros y que obstaculizan el acceso a una vida digna para las mujeres.
Dicho esto, no debemos invitar a nadie a que "ayude" con las tareas de cuidados domésticos, ya que son el eje que sirve como centro para que la vida se sostenga. Por eso todas y todos debemos responder a este trabajo de manera equitativa, en igualdad de obligaciones. Solo así podremos dar un paso más para lograr la justicia social que tanto necesitamos.
"No pido ningún favor para mi sexo. Todo lo que les pido a nuestros hermanos es que nos quiten el pie del cuello", citó la activista estadounidense Sarah Grimké en un joven e independiente Estados Unidos 2 siglos atrás.
Y con esa misma visión, Ruth Bader Ginsburg revolucionó a la Suprema Corte de Justicia durante las últimas 3 décadas, la mujer que dedicó su vida a la equidad de género desde el más alto peldaño de la ley, y que el pasado viernes vistió de luto a la sociedad e hizo ondear a media asta las banderas estadounidenses con su partida, a los 87 años. Y es que ella tuvo claro que un pequeño movimiento en la balanza era suficiente para alcanzar la libertad.
Desempeñarse en un mundo masculino sin perder su esencia fue algo que la definió y que le ganó la admiración de los hombres con los que trabajó codo a codo durante décadas, aunque desde cosmovisiones diferentes, como fue el caso del juez Antonin Scalia, quien no dudó en reconocer el valor de una mujer progresista desde la trinchera conservadora que él defendía, ya que Ginsburg tenía la capacidad de eclipsar con sus argumentos, los mismos que le permitieron ser reconocida no sólo por su incidencia en la ley estadounidense, sino por mostrarse sin filtros y sin temor a exponer una postura feminista, pero también crear puentes ideológicos más allá de los votos y que trascendió a las redes sociales.
Fue una mujer de retos. Aunque no salió a las calles en las marchas recientes por los derechos de las minorías, su esencia siempre estuvo presente como estandarte, pues su voz fue aliento en los movimientos de los últimos años en Washington, donde se le consideraba la mujer más poderosa, en una sociedad abiertamente polarizada. Nunca pidió un favor para el género que representaba, por el contrario, luchaba contra el yugo que durante siglos las leyes impusieron a las mujeres, un discurso que las feministas de todos los países defienden hoy en día y las hace exigir respuestas y justicia a los gobiernos, pues en sus propias palabras, una de sus frases más poderosas sintetiza su trascendencia: "Lucha por las cosas que te importan, pero hazlo de una forma que lleve a que otros se te unan". Y las mujeres han probado estar unidas.
Vivir en su propia piel la discriminación laboral la llevó a trabajar arduamente por sus derechos desde los años 70 al fundar el Proyecto de Mujeres de la Unión para las Libertades Civiles en América y comenzar una ruta legal que la dirigió con pasos sólidos a la Suprema Corte de Justicia estadounidense en 1993, y convertirse en la 2a. mujer en ingresar a la institución que hasta la partida de la jueza contaba con 3 mujeres entre los 9 miembros que la conforman.
La ruta que Ginsburg se trazó sobre la equidad incluyó la discriminación de género, académica, salarial, el derecho al aborto responsable, la defensa al voto afroamericano e incluso la abolición de la pena de muerte, entre otros rubros, que le valieron el ojo público al punto de reflejar su vida en el filme "On the basis of sex" (2018) en el umbral de sus 25 años haciendo historia en la Suprema Corte.
La falacia de la supuesta "superhombría" esconde un grave complejo de inferioridad, y ése es, junto con la impunidad, el motivo de que 10 mujeres pierdan la vida diariamente en nuestro país.
La omisión, indiferencia e incluso tolerancia de algunas autoridades de procuración de justicia, ha obligado que contingentes de madres, hermanas, hijas, nietas, sobrinas y amigas salgan a las calles para hacer visible una tragedia que nos cimbra cada día.
Y todo porque el cliché machista plantea volver a las mujeres en objetos a disposición del hombre, quien puede tocar, insultar, menospreciar y disponer de la vida ajena.
Resulta tan evidente lo retrograda de este pensamiento que no ha sido obstáculo para que se enquiste en personas de similar condición. Incluyendo por supuesto el gobierno federal, donde la tragedia que enluta a miles de hogares cada año busca controlarse como estrategia política y no como política pública de solución y de justicia.
"El espacio femenino es como ama de casa, madre, esposa y cuidadora" se ha llegado a escuchar en una clara muestra de la filosofía machista que permea en diversos sectores sociales, en los que a la luz pública se dice ser defensor de los derechos humanos y de la igualdad, pero en privado se pugna por la debilidad, necesidad de protección, inferioridad y caridad con las que se ha pretendido caracterizar a las mujeres.
Ése es el retoque con el que, al igual que con los anuncios publicitarios que crean estereotipos de belleza inalcanzables, se disfrazan vidas y se pretende esconder tragedias.
En lugar de criminalizar al machista, hemos criminalizado a las mujeres que ejercen sus derechos a plenitud y a aquellas que levantan la voz exigiendo justicia.
El machismo no es una condición natural ni mucho menos una virtud, sino una actitud nociva construida con el tiempo a base de malos ejemplos y de prejuicios, por lo que debe desaparecer de todo acto en nuestra vida diaria y ser remplazado por la igualdad y el respeto.
La prevención y atención oportuna de la violencia intrafamiliar debe colocarse en el centro de la prioridad de todos los ministerios públicos y de todos los centros de atención del país, dotándolos de los recursos, personal apto y capacidades institucionales suficientes para atender de inmediato a toda mujer que se presente y señale haber sido víctima de violencia.
México debe hacer un solo equipo en favor de la justicia para las mujeres que habitan este país. Y ante la inacción gubernamental, el PRI está del lado de la sociedad civil organizada, de las universidades y de los contingentes que exigen atención y resultados en contra de los asesinos de mujeres, niñas y adolescentes.
Limpiando cajones me he topado con una campaña de Médicos del Mundo; la lanzaron en 2018, pero hoy resulta siniestramente actual. Se llamaba Virus Eva y sostenía que este virus, que afecta a las mujeres por el hecho de serlo, pone en riesgo la salud de 3,700 millones de personas. Daban datos tremendos, como el de que más de 800 embarazadas mueren cada día por causas prevenibles relacionadas con su estado. El sexismo es una suerte de pandemia selectiva.
Yo añadiría que el sexismo es también una conspiración, otra palabra de moda. Una conspiración milenaria que ha consistido en borrar toda huella de los logros de la mujer y en desdeñar sus aportaciones a la cultura y la historia. Pero ¿saben qué? Esa ignorancia causada por los prejuicios está a punto de recibir un golpe definitivo de manos de una mujer española.
Ana López Navajas es profesora e investigadora y asesora de Igualdad de la Consellería de Educación valenciana. Hace 10 años hizo un estudio sobre los referentes femeninos en los libros de texto de la ESO: sólo se citaba a un 7.6% de mujeres. "Vivimos en un absoluto fraude cultural, porque nos enseñan como universal una cultura parcial que ha prescindido de la enorme aportación de las mujeres". Cierto; hasta hace muy poco todos creíamos que no había casi referentes de mujeres en el pasado porque tuvieron tantas dificultades que habían sido anuladas. Pero la verdad es mucho peor: pese a todas esas trabas, muchísimas hicieron cosas maravillosas que el sexismo se ocupó de suprimir de los anales. Por ejemplo, ¿quién es el 1er. autor literario de la historia de la humanidad? Pues una princesa acadia de hace 4,300 años, Enheduanna, autora de la obra Exaltación a Inanna. Asombra que no hayamos sabido nada de ella.
Ahora hay mucha gente motivada que intenta romper este relato sesgado. Están apareciendo numerosos catálogos de científicas, pintoras y demás disciplinas, pero esto, dice López Navajas, aun siendo muy válido, no es suficiente. "Hay buena voluntad, pero poco sistema. Lo de la igualdad y el 8 de marzo está muy bien, pero yo de lo que estoy hablando es de rigor científico y cultural. Es como el que da clase de ciencias y dice: 'Hoy, que ya hemos acabado, vamos a hablar de Lise Meitner'. Pues no, habla de Meitner cuando toque, cuando expliques la fisión nuclear. O la exposición del Prado del año pasado sobre las pintoras. Pues estupendo, pero, por ejemplo, Fede Galizia fue la iniciadora del bodegón, y Clara Peeters, renovadora del género. ¿Tú crees que se las estudia cuando hablamos de bodegones? Di una charla en Catarroja, un municipio valenciano, y les dije que ahí había nacido una música formidable, Ethelvina Ofelia Raga, compositora y directora de banda, y dijeron: 'Ah, qué bien, pues el 8 de marzo podemos...'. No, no; cogéis las fiestas patronales y el concierto principal lo hacéis con música de ella".
Para que los profesores puedan hablar "cuando toque", Ana lleva 10 años desarrollando un proyecto de una envergadura única en el mundo. Es un banco no sólo de datos de mujeres, sino también de sus obras. "Me dicen: 'Ahora hay que hacer una historia feminista'. No, perdón. Lo que hay que hacer es una historia, y punto. Porque lo que ahora hay es una historia con adjetivo, sesgada, androcéntrica y mal hecha. El feminismo es el que nos ha llevado a poder escribir una historia normal y verdadera". Ese cambio en el relato del mundo no es baladí; el ninguneo milenario de las mujeres nos ha llevado al virus Eva, a la devaluación y el maltrato.
Integrantes de colectivos feministas marcharon para exigir la despenalización del aborto en México. Durante la protesta, exigieron servicios de salud gratuitos y la posibilidad de acceder a clínicas seguras y no obligar a mujeres a perder la vida por abortos mal practicados. "Lo que pasa con nuestro cuerpo o dentro de él es nuestra decisión, no es algo que debe imponerse desde el Estado, la Iglesia o la sociedad", señalaron.
Decenas de mujeres marcharon juntas este lunes por el derecho a decidir, por sí mismas, sobre la interrupción legal del embarazo.
Partieron en punto de las 17:00 horas del Monumento a la Madre, ubicado en la colonia El Retiro, en Guadalajara, y caminaron con pancartas en mano y carteles para exigir al estado y a sus diputados que se discuta el tema desde la legislación.
Entre consignas como "Será legal", "Aborto sí, aborto no, eso lo decido yo" y "Mujer escucha, también ésta es tu lucha" marcharon por la Calzada Independencia con rumbo inicial al Palacio de Gobierno.
Hasta adelante marcharon las mujeres embarazadas, adultas mayores y quienes iban acompañadas de sus hijos e hijas, a continuación caminaron las mujeres en general junto con la batucada feminista, y hasta atrás los hombres que acompañaban a sus hermanas, amigas y parejas, quienes habían sido identificados por los colectivos previo a iniciar.
Fue en el Parque Morelos donde varias de las mujeres se separaron del contingente y comenzaron a intervenir con pinturas en aerosol el Monumento a Morelos, los pilares cercanos y el suelo del parque con frases como "aborto legal y seguro", mientras el resto de la marcha gritaba "fuimos todas".
Luego de esto, con palos, tubos, cinceles y martillos en mano, algunas de las jóvenes comenzaron a quebrar los cristales de anuncios que se hallaban a su paso, similares a los que se encuentran ubicados en los parabuses y los cuales mostraban a personas con cubrebocas.
Pese a que la manifestación estuvo acompañada por elementos mujeres de la Policía de Guadalajara, la Policía Estatal y de la Policía Vial, no fueron reprimidas ni detenidas, y las oficiales solo les pedían que continuaran su marcha.
Así continuaron hasta llegar a la avenida Juárez, vía que tomaron para llegar al Palacio de Gobierno, sin embargo, para su sorpresa, otro contingente en contra de la interrupción legal del embarazo las esperaba mientras "protegía" la catedral con una cadena de personas tomadas de las manos.
Aunque en un inicio no hubo confrontaciones, minutos después los contingentes se hicieron de palabras y para evitar que se agredieran, varias mujeres policías formaron un cerco entre los 2 grupos.
Luego de esto las mujeres a favor de la interrupción legal del embarazo se dirigieron hacia la Plaza Liberación, donde un contingente de mujeres radicales comenzó a hacer pintas en el logotipo de la "marca ciudad" de "Guadalajara, Guadalajara", el piso de la plazoleta y en el monumento a Miguel Hidalgo, pese a que las policías trataron de impedirlo.
Otra parte del grupo se dirigió a las afueras del Congreso del Estado, donde expresaron la necesidad de legalizar la interrupción del embarazo para evitar que este sea practicado de manera clandestina y cobre la vida de las mujeres que lo llevan a cabo.
Además, este último contingente, afuera del recinto legislativo, "aprobó en una voz unánime" que la Plaza Liberación fuera renombrada a partir de este día como la "Plaza Liberación de las Mujeres", pues señalaron, este espacio ha representado a lo largo de los años la liberación de las y los mexicanos de la esclavitud vivida por los españoles, misma que dio paso a la Independencia de México.
La marcha se replicó este día en distintas ciudades del país en conmemoración al Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro, conocido también como el Día por la Despenalización y Legalización del Aborto.
La iniciativa de elegir el 28 de septiembre de cada año para conmemorar este día inició en 1990 en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Argentina, y se extendió así de manera global.
En México, hasta el momento, solo en la Ciudad de México y en el estado de Oaxaca es permitido interrumpir el embarazo de manera legal por decisión propia; en el resto de los estados el delito se castiga según el código penal local, y también en el federal (aunque en este último son muy pocos).
En el caso de Jalisco, de enero a agosto han sido iniciadas 11 carpetas de investigación por el delito de aborto, casi el doble de las registradas en el mismo periodo de 2019, cuando se abrieron 5 indagatorias, de hecho, las carpetas iniciadas permanecieron en esta cifra hasta el mes de diciembre.
Un contingente de unas 500 mujeres a favor del aborto y de su despenalización comenzó a marchar desde el monumento a la Revolución con dirección al Zócalo.
El contingente es resguardado por elementos de la policía de la Ciudad de México, en su mayoría mujeres, con quienes las manifestantes ya sostuvieron enfrentamientos.
Desde el inicio de la marcha, algunas mujeres comenzaron a realizar destrozos en las oficinas del ISSSTE y forcejearon con las policías.
Este lunes se tienen programadas 3 marchas a favor del aborto, que ocurrirán un día después de que el grupo de unas 40 feministas, que mantiene ocupado el edificio de la CNDH en el Centro Histórico, protagonizaron un enfrentamiento con elementos policiales que las encapsularon para evitar su paso.
Las mujeres marchaban también a favor del aborto, pero para evitar que avancen, el Gobierno de la Ciudad de México desplegó 620 policías.
Cientos de feministas salieron este lunes para exigir el aborto legal en todo México pero su marcha fue bloqueada por policías mujeres, lo que derivó en algunos choques con las uniformadas.
Las manifestantes, la mayoría vestidas de negro y con el rostro cubierto, se reunieron en las cercanías del centro histórico de Ciudad de México para marchar hacia Zócalo (plaza central) pero su paso fue impedido por un fuerte dispositivo policial, integrado con mujeres equipadas con escudos.
"Tenemos algunas personas lastimadas, con lesiones menores" entre las policías, dijo Arturo Medina, subsecretario de Gobierno de Ciudad de México.
Las manifestantes exigen que el aborto sea despenalizado en todo el país ya que ahora sólo está permitido hasta las 12 semanas en Ciudad de México, desde 2007, y en Oaxaca, desde 2019.
"¡Queremos llegar al Zócalo, estamos aquí por el aborto, legal, seguro y gratuito para todas las mujeres!", clamó una manifestante.
Los choques con la policía empezaron desde el inicio de la marcha, cuando las manifestantes hicieron pintas y destrozos en mobiliario público y monumentos que se encuentran en el camino hacia el centro de la capital.
Las policías respondieron por momentos con gas pimienta a las manifestantes. Algunas que tuvieron que lanzarse al suelo para recuperarse.
Sin embargo, finalmente se consiguió parar al contingente con una barrera policial más sólida.
"Necesitamos avanzar aunque sea encapsuladas. ¡Nos están gaseando!", reclamó una manifestante.
La estrategia de la policía cuando se presentan actos violentos en manifestaciones es cercar a los agresores para que avancen encapsulados entre uniformados o en su caso detener su marcha.
En medio de un recrudecimiento de la violencia contra las mujeres y de repetidas desapariciones, feminicidios y violaciones, la mayoría impunes, algunos grupos feministas han endurecido sus acciones de protesta.
Según cifras oficiales, la ola feminicida en México arroja 10 asesinatos de mujeres por día, muchos de los cuales permanecen impunes.
El tema de la despenalización del aborto, ni es nuevo ni es cuestión de "enchílame otra"... aunque el tono de las "exigencias" planteadas en las manifestaciones del lunes pasado en varias ciudades del país sugiera lo contrario...
En México ("La Despenalización del Aborto en México"; Marta Lamas; Revista Nueva Sociedad, marzo-abril 2009), los primeros afanes en ese sentido datan de 1936, cuando la Convención de Unificación del Código Penal intentó subsanar las diferencias entre los ordenamientos de los estados y el entonces Distrito Federal. En esa ocasión se presentó, infructuosamente, la ponencia intitulada "Aborto por causas sociales y económicas".
En 1976, en ocasión de la Primera Jornada Nacional sobre Aborto, la Coalición de Mujeres Feministas llevó un proyecto de ley sobre la despenalización del aborto a la Cámara de Diputados. En 1978, mujeres enlutadas, cargadas de coronas fúnebres, hicieron una marcha hasta el Monumento a la Madre, en la Ciudad de México, en memoria de las madres muertas por abortos mal practicados. En 1979, el Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres (FNALIDM) se sumó a la lucha por la despenalización del aborto. La Iglesia replicó con una campaña cuyo lema fue "Estos son los asesinos", en que se desplegaron carteles con las fotos de los diputados impulsores de esa lucha, así como de las feministas y de médicos que practicaban abortos. Ante la falta de una respuesta social positiva, la iniciativa fue desechada.
En 1990, el Congreso de Chiapas, con mayoría priista, planteó que el aborto no fuera punible "si lo solicita una pareja con el fin de planificación familiar, si lo pide una madre soltera o por razones económicas". A los pronunciamientos a favor de la despenalización, la Iglesia Católica reaccionó con una manifestación de protesta en Tuxtla Gutiérrez, por lo que el congreso local, finalmente, congeló la nueva iniciativa.
Las conferencias de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la de la Mujer (Beijing, 1995), auspiciadas por la ONU, resucitaron el tema. En México, el entonces secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, declaró que el aborto era un serio problema de salud pública que debía ser revisado por el conjunto de la sociedad. Norberto Rivera, a la sazón arzobispo primado de México, aseveró que hacerlo "va a dividir y confrontar a los mexicanos", e impulsó marchas "a favor de la vida" a la Basílica de Guadalupe.
El debate sobre la despenalización del aborto en México se abrió hace más de 80 años. En los códigos penales de los estados hubo mínimos retoques, hasta que, en 2003, la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal (ALDF) incrementó el castigo a quien hiciera abortar a una mujer sin su consentimiento, y reformó la Ley de Salud estableciendo que las instituciones públicas debían, "en un plazo no mayor de 5 días y de manera gratuita, realizar la interrupción legal del embarazo". Además, el aborto se despenalizó en los casos de "grave riesgo para la salud de la mujer, violación, inseminación artificial no consentida, malformaciones graves del producto e imprudencia de la mujer".
En 2007, la misma ALDF redefinió el aborto como "la interrupción del embarazo después de la 12a. semana de gestación"; así, únicamente podría penalizarse a partir de la semana 13, y serían lícitos los abortos consentidos o procurados dentro de las primeras 12 semanas (artículo 144 del Código Penal del DF).
Mientras los grupos conservadores y la jerarquía católica insistían en que "la vida del producto de la concepción debía prevalecer sobre los derechos humanos de las mujeres", la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y la Procuraduría General de la República (PGR) interpusieron una acción de inconstitucionalidad. Tras un año y 4 meses de intensas deliberaciones y audiencias públicas sobre el tema, la Suprema Corte de Justicia resolvió que la despenalización del aborto legislada en el DF, interpretada como un avance en el esfuerzo por disminuir la mortalidad materna provocada por el aborto inseguro, era constitucional.
En Jalisco, el Código Penal define el aborto, no como la interrupción accidental o deliberada del embarazo, sino como (Art. 227) "la muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez", e impone (Art. 228) "de 4 meses a un año de prisión a la madre que, voluntariamente, procure el aborto o consienta en que otra persona la haga abortar (...), y que el aborto se efectúe dentro de los primeros 5 meses del embarazo". Además, duplica la pena "si el aborto se efectúa después de los primeros 5 meses de embarazo". El párrafo 4o. del mismo artículo, sin embargo, faculta al juez para sustituir las sanciones previstas, "por un tratamiento médico integral; bastará que lo solicite y ratifique la responsable (...), siempre y cuando no se presente reincidencia de su parte".
El aborto en México está penalizado cuando es consecuencia de las lesiones que alguien infiere a una mujer embarazada, o cuando lo causa un médico o cualquier otra persona sin el consentimiento de la mujer. Cuando el aborto es procurado por la propia madre, el Código Penal Federal (Arts. 333 y 334) la exime de responsabilidad "por imprudencia", cuando el embarazo sea producto de una violación, cuando la madre o el feto corran peligro de muerte, o cuando el feto presente daños físicos o mentales que comprometan su propia sobrevivencia.
Según el Consejo Nacional de Población, El Colegio de México y el Instituto Guttmacher (datos de 2006), en México se realizaban 875,000 abortos anuales. Según la Organización Mundial de la Salud, 95% de los 4.4 millones de abortos que cada año se practican en América Latina, son "inseguros"; 800 mujeres mueren diariamente por causas relacionadas con el embarazo y el parto.
Ahora bien: ante tal incidencia de abortos, y de las alrededor de 2,000 denuncias anuales por violencia sexual que se presentan en Jalisco (y de las que se estima que el 20% podrían redundar en embarazos), apenas entre 6 y 12 mujeres al año solicitan en clínicas del Sector Salud la interrupción del embarazo; la Procuraduría de Justicia, por su parte, abre apenas entre 7 y 11 carpetas de investigación anuales por el delito de aborto.
De todo lo anterior se infiere, de entrada, que la penalización del aborto, en la realidad, es insignificante; que el debate social sobre el tema remite, fatalmente, a criterios religiosos; que omite la parte de responsabilidad del embarazo que debería corresponder a los hombres, y soslaya que en todas las especies de los mamíferos, las consecuencias de la maternidad recaen principalmente en las hembras.
No queda claro, por lo demás, qué debe entenderse por "despenalizar el aborto" en términos absolutos. Si se trata de que el Estado, en las clínicas del Sector Salud, atienda en forma gratuita y diligente todas las solicitudes que en ese sentido se presenten, no se tomarían en cuenta solo los embarazos resultantes de violaciones, sino también de relaciones consentidas.
Al final de cuentas, probablemente aplica al caso la máxima de que la libertad de hacer lo que se quiere es una demanda generalizada... aunque no siempre dicha demanda esté acompañada por la intención de asumir que su ejercicio implica responsabilidad, entendida como disposición para enfrentar las consecuencias de nuestros actos.
El fin de semana pasado los feminicidios de Alondra, Carmen, Jessica y Nayeli nos recordaron dolorosamente que la violencia contra las mujeres en México no cesa. Mientras el presidente López Obrador sigue en el intento de desacreditar nuestra lucha llamándonos infiltradas, nosotras vamos tejiendo redes para exigir justicia por las que ya no están.
El verdadero infiltrado es el machismo que se le ha colado hasta las venas a nuestro presidente y no quiere reconocer que las mujeres organizadas somos la más fuerte y consolidada oposición a su gobierno. Su declaración es una prueba de que no nos considera un movimiento político y social capaz de articular consignas y peticiones claras. Su negación lo convierte en el típico macho que nos quiere sumisas y nos llama locas si levantamos la voz.
La experiencia de ser mujer en México está atravesada por la violencia. Todos los días hay nuevos casos de acoso, violaciones, desapariciones y feminicidios. Por eso el feminismo tiene tanta fuerza, porque nos identificamos con las demandas por una vida libre de violencia, porque queremos vivir sin miedo.
Estamos convencidas de que es urgente cambiar nuestra realidad y luchamos desde los espacios que ocupamos. Rompemos el silencio para reclamar lo que nos corresponde. Buscamos que se respeten los principios de equidad, igualdad y libertad, que se nos reconozca como ciudadanas más allá del voto y que nuestros derechos nunca más sean atropellados.
El presidente se equivoca, no somos las infiltradas, nos estamos organizando para lograr que las que aquí seguimos podamos seguir estando, para hacer justicia por las que ya no están y cuidar a las que vienen, queremos construirles una realidad diferente, en donde encuentren la vida menos convulsa y más digna. Luchamos por que se respete nuestro lugar en la sociedad y exigimos que el gobierno federal asuma su responsabilidad.
Pasaron 471 años desde la fundación de Guadalajara y, finalmente, en 2015, una mujer fue electa para gobernar uno de los municipios más importantes de Jalisco: Tlaquepaque. 3 años después, otra mujer ganó la elección en Juanacatlán y hoy son 2 las alcaldesas en el área metropolitana de Guadalajara: María Elena Limón y Adriana Cortés González, respectivamente.
A pesar de que ha crecido la presencia femenina en la esfera pública y en cargos de poder, las mujeres aún tienen que enfrentar condiciones de inferioridad y violencia política, pues se les juzga por su apariencia física, su manera de hablar, su estado civil o su atuendo, dejando de lado su formación profesional.
En la elección pasada hubo casos notorios en contra de legisladoras, presidentas municipales y consejeras electorales, entre otras mujeres que aspiraron a cargos públicos. Por ello, combatir este delito [violencia política] de cara a los comicios de 2021 se mantiene como el reto principal.
A pesar de que existe una legislación que obliga a que haya 50% de mujeres en el Senado y en los congresos, todavía son muy pocas las presidentas municipales, gobernadoras, ministras y magistradas en México, dijo Alejandra Cartagena, vicecoordinadora del Comité para América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem).
En su opinión, esto es grave porque quienes sí llegan a ocupar un cargo importante sufren violencia política de género. "Vivimos en una sociedad completamente machista, patriarcal, donde se cree que las mujeres debemos estar en el espacio privado, en nuestras casas. Entonces, cuando salimos a trabajar y alcanzamos estos puestos tan importantes de tomas de decisiones, por supuesto que nos hacen a un lado", destacó.
En Jalisco, añadió, sólo hay 24 alcaldesas de un total de 125 municipios, lo que demuestra que "a las mujeres nos siguen negando esos espacios de toma de decisiones que son tan importantes, y en donde podemos estar de manera efectiva. La violencia política es muy clara".
De hecho, recordó que se han registrado ciertos procesos en donde si bien se postula a una mujer, cuando ella triunfa se le obliga a renunciar. "Queda su esposo, su compañero, su amigo... incluso hasta sus hijos, pero las quitan a ellas. Solamente es una simulación para decir que están cumpliendo con la cuota de paridad".
La senadora del Partido Acción Nacional, Xóchitl Gálvez, compartió que cuando fue candidata a gobernadora de Hidalgo, una plaza pública de esa entidad amaneció repleta de propaganda que hacía referencia a su vida sexual. "Entonces no supe qué hacer, como tampoco supe qué hacer cuando, en el 1er. semestre de la ingeniería, un maestro me tocó las piernas sin mi consentimiento. Sólo pude decir que tendrían a una gobernadora con una vida sexual sana", recordó.
No sólo lo que está dentro de la lógica del mercado y del capital se puede llamar trabajo. El trabajo doméstico no produce un bien económico o un producto sino algo más valioso e inmaterial: bienestar familiar y una predisposición anímica más favorable hacia la vida (lo que eso signifique para cada quien). Un centro laboral se mide en horas de trabajo y rendimiento económico. La economía doméstica se mide en calidad de vida. Y este trabajo no remunerado lo realizan mayormente las mujeres.
El INEGI publicó su Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT, 2019) que realiza cada 5 años y por 1a. vez aterriza información a nivel entidad. En México, las mujeres trabajan en promedio 6.2 horas más a la semana que los hombres. En Jalisco, esa brecha es ligeramente menor: las mujeres laboran 5.6 horas más a la semana en promedio.
Sin embargo, la diferencia se ahonda aún más si separamos el trabajo remunerado y no remunerado. En promedio, a nivel país las mujeres dedican 24 horas más a la semana al trabajo doméstico en comparación con los hombres.
Aunque no encontré una relación directa en Jalisco entre productividad y trabajo en el hogar, hay un hecho irrefutable: en general los hombres dedican más tiempo al trabajo para el mercado; casi en la misma proporción adicional que las mujeres dedican al trabajo doméstico no remunerado. En la preparación de alimentos, limpieza del hogar y ropa, la mujer dedica más del doble de tiempo que el hombre. Esto habla de que el trabajo doméstico, en apariencia improductivo para el mercado, es una parte fundamental de la economía. Y asignarle su valor social y económico es una deuda que tenemos con las mujeres.
Mientras a una mujer se le exige igualdad de competencia en el mundo laboral, en el hogar mantiene un reparto desigual de las cargas de trabajo. Y de la brecha salarial, en Jalisco una mujer gana hasta un tercio menos cuando sólo tiene la educación primaria; la diferencia se reduce a mayor escolaridad: a nivel doctorado, una mujer gana en promedio sólo 7% menos. Un hogar se mide también en horas, recurso no renovable, pero su producto es una forma determinada de vida que también es motor del país.
Lo que demuestran estos datos es que los roles de género aún influyen grandemente en las dinámicas del hogar. La transformación tecnológica y económica del país, además de la inserción de la mujer en el mundo competitivo y laboral, no la han alejado del modelo de familia tradicional y de la desigualdad. El cliché de que la mujer tiene que trabajar "el doble" (y sin paga) nunca fue más cierto y demostrable.
"Por supuesto que ha habido obstáculos, exclusión; yo ni siquiera podía entrar al grupo, bloqueada totalmente... es brutal, el tema y el reto", reveló la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, tras un análisis sobre la construcción del patriarcado ancestral, en el que reconoció que en el gabinete federal "hay temas de misoginia considerables".
¿Cuántas mujeres nos sentimos identificadas de inmediato con esa confesión? Prácticamente en cualquier ámbito profesional ocurre lo mismo. Tenemos que enfrentar y padecer la organización social tradicional, que ha sido reservada para los hombres y heredada de generación en generación, probablemente de manera inconsciente, pero que se niega a ceder espacios. Porque, digámoslo claro, los enfrenta con sus inseguridades y con el terror al cambio. Por ello, la paridad ha tenido que imponerse por ley en la política y ha sido forzada, la mayoría de las veces, en los medios de comunicación. En esos casos, cumplen con la cuota que les obligan las circunstancias y el contexto social, es decir, para evitar señalamientos.
Así como han masculinizado la política, en los medios de información nos han impuesto una serie de obstáculos y barreras a las mujeres.
Y para muestra, podemos hablar de la omisión en un hecho concreto. En febrero de 2016 el grupo interdisciplinario que trabajó en las acciones urgentes y preventivas de la Alerta de Violencia de Género en Jalisco incluyó una recomendación puntual a las autoridades: coordinarse con las empresas de comunicación para trabajar en la apertura de más espacios para las mujeres. En este como en otros casos, la petición fue como los llamados a misa.
Radiodifusoras y Televisoras de Occidente (Rato) o la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión en Jalisco son ejemplos de grupos consolidados, encabezados e integrados por hombres desde su origen, sin la mínima intención de mostrar su disposición a un cambio. Lo mismo ocurre con los sindicatos de los medios; el STIRTT, tiene solo dos delegadas, mientras que el SITATYR ninguna.
En casi 50 estaciones de radio y por lo menos 6 canales de televisión la tradición es colocar a hombres al frente de los espacios informativos. Incipientemente, las jefas de noticias se están abriendo paso en el medio, pese al estereotipo de que las mujeres en los medios son buenas para las ventas, el departamento de continuidad y la asistencia en general. La paridad en medios de comunicación no existe y no se trata de poner a las mujeres en puestos importantes, sino en espacios de toma de decisiones y donde tengan la oportunidad de contender por el poder real.
Y mejor no profundizo en lo que ocurre con 2 prácticas muy arraigadas en los medios, que también expuso Olga Sánchez Cordero: la 1a., conocida como manterrupting, que sucede cuando una mujer habla y un hombre la interrumpe constantemente sin esperar a que ella termine, y la 2a., denominada mansplaining, cuando un hombre siente la necesidad de explicar algo a una mujer sin que ella se lo pida.
A nosotras las mujeres nos exigen el doble y nos perdonan la mitad.
Aunque en su niñez y adolescencia la palabra feminismo no era entendida y prácticamente imposible de pronunciar sin ser objeto de persecución y prejuicio, para Isabel Allende la lucha feminista siempre estuvo presente, ya sea desde el seno familiar hasta su encuentro con la literatura y los conflictos sociales que la llevaron a entender el mundo desde las protestas en la calle.
"El feminismo es una revolución, creo que es la más importante que hemos tenido en la historia desde que la conocemos, porque implica a la mitad de la humanidad. Es una revolución de valores, de forma de vida, que va mucho más allá del género, es una postura ante la vida, es irreversible".
El diálogo que Isabel Allende tiene hacia el patriarcado es directo, no duda en enlistar las diferentes trincheras desde las cuales la opresión se ejerce en mujeres desde las decisiones del poder, pero también recalca el estancamiento que los hombres y sectores vulnerables tienen bajo este mismo sometimiento latente en todos los ámbitos.
"Creo que el feminismo se puede definir como una postura filosófica ante la vida, una sublevación contra la autoridad del hombre, contra el patriarcado que es un tema operante de opresión política, económica, cultural, social, religiosa, eso le ha dado privilegio al género masculino, no a todos, porque en este sistema de opresión no solo están las mujeres, sino cualquiera que no está en el círculo de poder, es un sistema excluyente".
Isabel Allende puntualiza que las libertades y sensibilidades al momento de escribir desde la mirada femenina siendo hombre, son las mismas con las que las mujeres pueden explorar sus inquietudes masculinas.
"Creo que la forma de hacer esto desde el punto de vista de una escritora es, primero, encontrar un modelo, alguien que te inspire, con quien puedas hablar, que lo puedas observarlo cuidadosamente y darte cuenta que hay diferencias, pero también hay similitudes. Yo me puedo poner en el papel de un hombre y sentirlo, quizá no completamente, y un hombre puede hacer lo mismo conmigo".
Las mujeres son el mayor porcentaje de personas que tendrán el derecho a participar con su voto en los próximos comicios. Según datos oficiales del INE, el Padrón Electoral cuenta con 90'036,367 ciudadanos que tienen credencial para votar, de los cuales 46'646,871 son mujeres, por lo que serán un factor determinante en la decisión de composición del poder público en 2021.
Pero este gobierno no tiene empacho en mostrar una naturaleza machista por más que se quiera vender como feminista.
Basta recordar que en marzo de 2020 miles de mujeres salieron -salimos- a las calles a protestar contra la violencia machista y para exigir igualdad de oportunidades frente a los hombres. La protesta en la CDMX con motivo del Día Internacional de la Mujer fue una de las más multitudinarias que se recuerda en los últimos años en todo el país, a pesar de que Claudia Sheinbaum no nos quiso contar bien. El aumento de casos de feminicidio, la violencia sexual, el persistente acoso hacia las mujeres y la pobreza que crece entre la población femenina, son algunos de los motivos que pueden afectar el proceso en contra del actual gobierno y sus plataformas electorales.
Consejeros del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana y dirigentes de algunos partidos políticos de Jalisco eliminaron la propuesta de incrementar la representación de mujeres en los 10 municipios más poblados de la entidad. Lo calificaron como una ventaja, un avance.
La situación es así de simple: si el poder continúa en manos principalmente de hombres, ningún gobierno puede representar la diversidad de sus gobernados.
Unos cuantos, aquellos que evidentemente se aferran a lo que tienen y a la continuación del poder en un futuro inmediato, quedaron satisfechos con lo aprobado el pasado sábado en el IEPC, criterios que por cierto, se aprobaron después de varios días de tensión e incertidumbre por el supuesto cabildeo de algunos partidos políticos que ya es algo tradicional. Ocurrió además en un fin de semana largo. Sí, habrá paridad, pero a medias, justo en un año fundamental que expuso como nunca la gran necesidad en el mundo de dar pasos firmes, sin sesgos ni titubeos en la lucha contra la violencia política hacia la mujer.
El preámbulo de la aprobación marcó una inédita unión de un importante bloque de mujeres agrupadas en institutos políticos, asociaciones y organismos que hicieron el llamado al Instituto Electoral de Jalisco para que se apegara a los lineamientos que emitió recientemente el Instituto Nacional Electoral, que obliga a los partidos políticos a postular al menos a 7 mujeres a las 15 candidaturas a gubernaturas para el 2021.
Y entonces, como parte de esa construcción "artificial e interesada" del patriarcado -diría el legista- las voces principalmente masculinas se alzan para justificar su negativa a que eso se materialice porque, dicen, se trata de buscar los mejores perfiles indistintamente del género. Lo que nos regresa otra vez al terreno de la simulación y la buena voluntad, que justamente fue lo que obligó a la reforma constitucional de 2014 que da paso al principio de paridad.
Se trata de representación, no de resistir ni buscar candados con fórmulas forzadas, así como define el sociólogo belga Bérengère Marques-Pereira en un estudio realizado a finales de la década de los 90: la paridad debe ser una práctica ciudadana porque pareciera que el gobierno representativo sigue siendo de élites ajenas a la población, en esta perspectiva, "la paridad es la expresión de una feminización de las élites, que no modifica el principio distintivo de la elección". Total, nos siguen debiendo.
Lo que pasó el sábado en la sesión del consejo general del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC), en la que se cerró el paso a la paridad de género en la postulación de candidatos y candidatas en los 10 municipios más poblados de Jalisco, ya se veía venir.
Ese punto en particular era, lo que podríamos decir, la joya de la corona del documento sobre los lineamientos para garantizar y evolucionar hacia una verdadera paridad sustantiva en la participación política en Jalisco, que se empezó a trabajar desde junio en la Comisión de Género del IEPC para poner fin al escamoteo que los partidos políticos hacen cada proceso electoral de este derecho constitucional de repartir equitativamente las candidaturas para cargos de elección popular entre hombres y mujeres.
Si algo se propusieron los partidos políticos, desde el gobernante Movimiento Ciudadano hasta el debilitado PRI, fue retardar y posponer lo más posible la llegada de ese dictamen al pleno del IEPC, para ganar tiempo y presionar a las y los consejeros electorales para modificar los términos originales de ese acuerdo que les complicaba la operación política interna marcada por una profunda visión machista.
Se conspiró así este nuevo tropiezo hacia la paridad política de género que mantendrá la simulación que se ha venido dando, dejando a las mujeres los municipios o los distritos menos importantes o con nulas posibilidades de triunfo para cumplir con la equidad en el número de postulaciones.
Desconcertante caso por partida triple. La 1a. por el hecho de que las y los consejeros del IEPC se doblaron ante las presiones partidistas y del poder, degradando así su independencia, autonomía y credibilidad como árbitro electoral. La 2a. porque este atropello ocurre en un órgano colegiado integrado mayoritariamente por mujeres. En ese sentido, mal debut para las 3 nuevas consejeras electorales, Claudia Alejandra Vargas Bautista, Silvia Guadalupe Bustos Vázquez y Zoad Jeanine García González, quienes asumieron apenas en octubre. Y la 3a., porque en las presiones partidistas participaron también las mujeres con cargos de dirección en esos institutos políticos.
Así pues, poco ayudaron las congéneres empoderadas a modificar en las elecciones que vienen el mapa macho de género político que hoy tiene en Jalisco a sólo 29 mujeres como alcaldesas entre los 125 municipios, y sólo una en la zona metropolitana.
Partamos de un hecho: si el mundo, la política, la cultura cotidiana no fueran tan machistas no sería necesario hacer políticas públicas de paridad de género. Si hablamos de obligar a los partidos a postular mujeres en las candidaturas a gobernadora, presidencias municipales y diputadas es porque se requieren acciones afirmativas que desbloqueen el camino de las mujeres hacia el poder.
He citado ya varias veces aquella reflexión de la filósofa catalana Victoria Camps que en una entrevista -1989 en Guadalajara- nos dijo que mientras la lógica machista, obsesa y violenta, siguiera dominando la política, problemas como el de la inseguridad seguirían en aumento. Cada uno de los 30 años que han pasado desde entonces no hago sino pensar que tenía y tiene razón.
Los argumentos machistas para oponerse a las políticas de paridad de género son siempre los mismos: el acceso al poder no es una cuestión de género sino de capacidad. El resultado de los gobiernos recientes demuestran lo contrario: los hombres que han llegado al poder en los últimos años no ha sido por su capacidad y han resultado, por decir lo menos, tan malos como la peor de las mujeres. Y lo mismo podemos decir a la inversa: salvo excepciones, las mujeres en el poder no son mejores que los hombres. Esto es un falso argumento: que una mujer o un hombre gobierne en un territorio específico no hará diferencia por motivo de género. Pero si muchas mujeres gobiernan y son al menos el mismo número que los hombres, entonces lo que cambiará será la lógica política: los hombres en el poder tendrán que ser menos machos y las mujeres empoderadas de verdad podrán al fin cambiar la lógica en la toma de decisiones.
La paridad de género no se trata, como lo ha planteado, desde mi punto de vista erróneamente, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Jalisco de que exista en mismo número de candidatas y candidatos en los municipios y distritos donde los partidos tienen posibilidades de ganar, sino de asegurar que las mujeres tengan acceso a los puestos de decisión. La fórmula por la que optó el Instituto (no quisiera pensar que fue para allanarle al camino a los candidatos del gobernador, pero eso parece) va a provocar que en los municipios de la zona metropolitana siga imperando el machismo político. El resultado de esta decisión la veremos después de las elecciones, pero desde hoy podría apostar que en la zona metropolitana de Guadalajara las mujeres quedarán borradas del mapa de las decisiones y el Instituto y los partidos echarán la culpa a los electores y no a la falta de una política afirmativa eficiente.
Abrir el camino a las mujeres hacia el poder no es una moda o una concesión graciosa, sino reconocer que el machismo político ha fracasado, pero de eso es de lo que los hombres, por miedo a perder el poder, no queremos hablar.
Hace una semana el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Jalisco presentó los lineamientos para garantizar la paridad de género en las próximas elecciones. Una vez más quedó demostrado que la igualdad de género en la política es mera simulación y que en pleno 2020, ni los partidos, ni las instituciones electorales han entendido que nuestros derechos políticos están sobre cualquier interés.
El patriarcado siempre buscará perpetuarse en cualquier escenario, incluso en aquellos que por obligación deben garantizar la pluralidad e igualdad de género en los espacios. Los bloques de competitividad y poblacionales de acuerdo al porcentaje de votación establecidos para la postulación de candidaturas dados por el IEPC, dan pie para que los partidos políticos sigan burlando su compromiso con la paridad.
De acuerdo con el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG), 51.2% de la población en el estado somos mujeres y 69% de las personas que lo habitamos nos concentramos en 10 municipios. Por eso, afirmar que sin mujeres no hay democracia no es una metáfora, sino una realidad. Al excluirnos a las mujeres de la vida política y limitarnos el acceso a puestos de elección popular, se contradicen y neutralizan todos los principios que dan sustento al proyecto democrático: la igualdad política, la tolerancia, la inclusión, el respeto hacia las diferencias y la deliberación como mecanismos para lograr acuerdos.
Para cambiar las condiciones de vida que tanto nos duelen como país es necesario conocerlas y entenderlas. La representación importa porque nuestra experiencia nos lleva a comprender los entornos y las desigualdades sociales por las que atravesamos. De ahí que restringirnos el acceso a los municipios de mayor población es violencia política y limita nuestra capacidad de transformar la realidad de las jaliscienses.
Esto no va a cambiar si sigue habiendo mayoría de hombres en el poder porque solo nosotras podemos salvarnos unas a otras, como la historia lo ha demostrado.
NUNCA MÁS UN JALISCO SIN MUJERES, así, en mayúscula porque estoy alzando la voz.
Seguiremos exigiendo al estado que asuma su responsabilidad de garantizar el ejercicio pleno de nuestros derechos político-electorales. El proceso electoral 2021 es una oportunidad para ver reflejados los pasos que vamos dando, estaremos vigilantes para evaluar, repensar y seguir organizándonos hasta que la dignidad de las mujeres se haga costumbre. Estamos juntas y fuertes.
Todos tenemos mucho que aprender del potente movimiento feminista que en apenas unos años ha logrado las movilizaciones políticas independientes, autónomas, no pagadas, más importantes de la historia de la lucha social en Jalisco.
Detrás de cada marcha el 8 de marzo o cada 25 de noviembre, de cada performance, de cada iniciativa desplegada como los tendederos o el MeToo en escuelas y universidades, o el acompañamiento a víctimas de violencia machista o desaparición revela una capacidad de organización, de trabajo, discusión y producción de iniciativas y acciones políticas de parte de las distintas colectivas que conforman esta red en movimiento.
Más allá de incidir con fuerza en el espacio y las discusiones públicas, uno de los logros más visibles del movimiento feminista es el cambio ya inmediato, presente, actual en la subjetividad política de miles de mujeres en Jalisco. Gracias al movimiento feminista miles de jóvenes tienen otra actitud frente al patriarcado, frente a la violencia machista y todos los "microachismos" cotidianos, desde los piropos, hasta los acosos públicos y privados.
Militantes de la lucha de las trabajadoras de la industria electrónica han contado que encontraron en el feminismo lo que en el movimiento obrero independiente no le pudo dar y no iba a encontrar: un sentido de afirmación y seguridad gracias al feminismo.
La mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados fue realizado por las mujeres, con el 74.8% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividades; asimismo corresponde al 73.6% si se habla en términos del valor económico, revelan los datos de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, 2019 publicados por el Inegi.
En 2019 el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados fue de 5.6 billones de pesos, equivalente al 22.8% del PIB del país; de esta participación las mujeres aportaron 16.8 puntos y los hombres 6 puntos.
De acuerdo con la función desempeñada y con relación al PIB a precios corrientes, la actividad de brindar "cuidados y apoyo" a los integrantes del hogar representó el 6.6% del PIB, le siguió "alimentación" con 4.9%, y "limpieza y mantenimiento a la vivienda" con 4.5%, "compras y administración del hogar" 2.8%, "ayudar a otros hogares y trabajo voluntario" 2.2%, y por último la "limpieza y cuidado de la ropa y calzado" con el 1.8% restante.
Los resultados en cifras netas per cápita mostraron que cada persona participó en promedio con el equivalente a 44,507 pesos anuales por sus labores domésticas y de cuidados. Al desagregar este valor según el sexo de quien realizó estas actividades, se observó que el trabajo de las mujeres tuvo un valor equivalente a 62,288 pesos, mientras que el de los hombres fue de 24,289 pesos durante el mismo año.
Al observar el valor del trabajo doméstico y de cuidados por decil de hogar según el ingreso corriente, las mujeres del decil I (con menores ingresos) contribuyeron con 68,041 pesos en promedio al año; mientras que aquellas que pertenecen al décimo decil (con mayores ingresos) lo hicieron con el equivalente a 56,507 pesos en el mismo periodo. Por su parte, la contribución de los hombres presentó, para los mismos deciles (I y X), niveles de 25,607 y 26,132 pesos, respectivamente.
Con relación a las labores realizadas por los menores de entre 5 y 11 años, durante 2019, las niñas aportaron 5,712 pesos y los niños lo hicieron con 5,395 pesos.
Por siglos, el mundo giró en torno del hombre, asignándole a la mujer un papel secundario en el que su participación se realizaba intramuros, circunscrita a las labores del hogar y el cuidado de los hijos; básicamente la preparación de las mujeres para el matrimonio y de los jóvenes para el trabajo. Bajo esa lógica, las instituciones fueron creadas privilegiando el género masculino. Si bien es cierto que hoy las cosas son distintas, realmente, el machismo fue y sigue siendo un fenómeno persistente hasta nuestros días. Para decirlo sin tapujos, existen 2 mundos: el del privilegio y el del mérito y, en ese escenario, los varones hemos sido favorecidos. El cambio no es fácil. La superioridad del hombre es una narrativa creada por las religiones que debe ser modificada. Substituir dominio por complementariedad, subordinación por colaboración y mutismo por comunicación no es tarea que se pueda lograr de un día para otro.
En su columna del día 23 de noviembre titulada "El miedo a las mujeres en la política", Diego Petersen visibiliza un tema que puede ser amplificado prácticamente a cualquier actividad. En términos generales, el mexicano es inseguro, tiene miedo a todo tipo de competencia, más aún si se trata de hacerlo contra la mujer. Tiene pánico de ser superado por alguien que no sea de su género y resulta que las mujeres son altamente competitivas. Hoy, las universidades están llenas de mujeres jóvenes con muy altos desempeños, lo mismo que en el trabajo y en el activismo. El nuevo rol de las mujeres es impresionante y, como algunas lo manifiestan, llegaron para quedarse.
Ahora mismo, 4 de los 5 cargos políticos más importantes en el gobierno de los Estados Unidos de América serán o pueden ser ocupados por mujeres: Kamala Harris será, a partir del 20 de enero, la vicepresidenta del gobierno norteamericano; Nancy Pelosi, presidirá por 2a. vez el Congreso de los EUA; Janet Yellen ha sido propuesta por Biden para dirigir el Departamento del Tesoro, y Michelle Flournoy, se especula, es la candidata del presidente electo para ocupar la Secretaría de la Defensa. ¿Qué tienen en común estas extraordinarias mujeres que las hace diferentes a la mayoría de quienes ejercen la noble profesión de la política? Son universitarias brillantes, profesionistas honorables con carrera propia, madres de familia intachables, así como activistas por los derechos de la mujer. La lección es que llegaron porque se prepararon y tuvieron el valor de enfrentar y superar la adversidad. Nadie les dio nada, se lo ganaron. No nos extrañe que mañana tengamos presidentas en USA... y en México... ¿Por qué no?
La creciente participación femenina en la vida política ha seguido caminos de muy diversa índole.
Uno de ellos fue el que aquella extraordinaria periodista llamada Margarita Michelena definió como "a la Cámara por la recámara". Otro ha sido el de la cuota de género, que ha dado lugar a rellenar con elementos que estaban a la mano, aunque a veces la poca capacidad resulte evidente y contraproducente. Un 3er. camino ha sido el de las testaferro -llamadas "juanitas"- elegidas para dejar el cargo de inmediato a su suplente, que es el mero mero petatero.
Las hay, por supuesto, muchas, que se valen de sus indiscutibles méritos, y han enriquecido sobremanera la vida política nacional. No es necesario dar nombres, porque la lista es ya enorme y más larga que en la mayoría de los países del orbe, por más que los y las malinchistas de rigor digan lo contrario...
Si hubo un movimiento que inició con una potencia inédita en el 2020 ese fue el movimiento feminista. Muchas organizaciones de mujeres con años de lucha por la equidad de género se agruparon como nunca para pedir un alto a la violencia contra la mujer, y su expresión extrema como son los feminicidios crecientes en todo el país. Las marchas del Día de la Mujer del 8 de marzo y el paro nacional de mujeres del día siguiente mostraron la fuerza y la legitimidad de las demandas de su agenda. Ni el gobierno federal ni el estatal empatizaron con las peticiones y la pandemia les vino como anillo al dedo para voltear a otro lado. Sin embargo, las medidas de confinamiento agravaron los casos de violencia contra las mujeres y se visibilizaron más los procesos judiciales sin perspectiva de género, como en Jalisco donde liberaron a feminicidas sentenciados. Por eso aquí resurgieron sus demandas en noviembre pasado que quedaron materializadas en el "antimonumenta" en memoria de las víctimas de la violencia contra la mujer y la exigencia de ajustar las políticas públicas para su combate.
En materia de permisividad, México es pues uno de los países con mayor rezago en cuanto a derechos de la mujer sobre su cuerpo, aun cuando algunas entidades, como la Ciudad de México, han atenuado estas restricciones. No obstante, en este momento la única causal legal de aborto que se contempla en todo el país es el embarazo producto de una violación sexual, e incluso en tales casos en regiones conservadoras el margen de interpretación de jueces y doctores puede convertirse en un obstáculo insalvable.
Más allá de consideraciones éticas o religiosas, y el respeto que tendría que merecernos la opinión de cada cual, no puede ignorarse la existencia de un problema real. Por más que algunos consideren que se trata de un crimen a la vida y asuman que su deber es asegurarse de que su práctica siga siendo ilegal, la experiencia muestra que lejos de resolverlo, ello termina por agravarlo, como suele suceder con la censura. A pesar de las prohibiciones cada año se realizan en México varios cientos de miles de abortos. Puesto que la mayoría son clandestinos, se trata de cifras negras sobre las cuales únicamente podemos especular. Las estimaciones van desde 100,000 a 1.5 millones anuales, pero los expertos han consensuado la existencia de alrededor de medio millón de casos en nuestro país.
Y por desgracia la realidad poco tiene que ver con la normatividad: prohibirlo o no tiene escaso efecto sobre la recurrencia. Parecería ser un fenómeno que tiene que ver más con la falta de información y la educación, el acceso a los anticonceptivos o la ausencia de ellos. Lo que está fuera de duda, en nuestro país o en el resto del mundo, es que el grado de letalidad que desencadena entre las madres es mayor allá donde se practica de manera ilegal. La autoinducción, la clandestinidad, la ausencia de profesionalismo, cobran una cuota infame en número de mujeres, más allá de cualquier otra consideración moral.
Con el antecedente de que la corriente lopezobradorista había propiciado en la Ciudad de México una apertura significativa en los derechos de la mujer en los últimos lustros, muchos consideraron que la conquista del poder federal propiciaría un cambio significativo a nivel nacional; pero en los primeros 2 años de gobierno la 4T prácticamente ignoró el tema. Más aún, las ambiguas reacciones de López Obrador respecto a la agenda feminista o a la movilización de las mujeres en pro de sus derechos, parecería indicar que las creencias del presidente estaban más cerca de los sectores conservadores en esta materia. Sus reiterados elogios a la estructura familiar tradicional y la invocación frecuente a la biblia y a la moralidad cristiana no hacían sino confirmarlo.
Sin embargo, el viernes pasado, en la última mañanera del año, y a pregunta expresa, López Obrador hizo un planteamiento extraordinariamente sensato. Palabras más, palabras menos, dijo que este es un tema en el cual los mexicanos están divididos y en tal caso lo mejor sería una consulta y que esa consulta debía ser vinculante para que se modifiquen las leyes. Pero una consulta que debería hacérsele a las mujeres en particular; "que no sea un asunto de gobierno o de los poderes o de las iglesias, sino que sea un asunto de las mujeres, porque ellas son las afectadas".
El presidente incluso mencionó la vía para conseguirlo: "la Constitución nuestra lo establece en el artículo 35, se reúne un número determinado de firmas, se solicita una consulta y esa consulta puede ser vinculante y lleva a que se modifiquen las leyes o no, dependiendo de la opinión de las mujeres".
Desconozco la posición personal de López Obrador sobre el aborto. Hasta donde sé, nunca ha respondido puntualmente a ese tema. Y mientras no lo exprese carece de sentido especular. Pero encuentro muy sano que, al margen de sus creencias personales reconozca que se trata de un tema que divide a los mexicanos y sobre el cual deben ser los involucrados en primera instancia, en este caso las mujeres, quienes deben tener la última palabra.
Hay muchas acechanzas y riesgos en el camino de una consulta en la que tendría que participar la mitad de la población, pero me parece que es una sugerencia en la dirección correcta: no imponer una decisión de la autoridad o una manera de pensar simplemente porque se detenta el poder.
Allá por 2017-2018, en la eterna campaña de Andrés Manuel López Obrador por la presidencia, los del El Weso entrevistaron varias veces al tabasqueño. En una de esas ocasiones, recuerdo perfectamente, al abordar temas de género y matrimonio igualitario, AMLO desdeñó esas agendas olímpicamente, dijo con su cortesía formalista que entendía la preocupación, pero que lo prioritario eran los pobres y el combate a la corrupción, y luego -en un luego que se puede extender al infinito de los nunca- lo demás.
Los entrevistadores, con su habitual expresividad, no ocultaron el desencanto por el desdén del candidato de "la izquierda", pero López Obrador ni se inmutó. Él se aferró a su cantaleta.
Años después, Andrés Manuel ha cambiado muy poco o nada. Luego de que Argentina, con un gobierno peronista amigo de Morena, aprobara hace unos días una ley que permite la interrupción del embarazo, el presidente mexicano dijo en una mañanera que aquí, en el mejor escenario, se hará una consulta al respecto. No era la 1a. vez que proponía una consulta en temas de derechos, como tampoco fue la 1a. vez que activistas -mujeres y hombres- salieron a contestar que los derechos no se ponen a consulta.
Las activistas están en lo correcto, qué duda cabe. Pero ojalá tengan presente que tener la razón no sirve de mucho frente a López Obrador, para quien el deber ser no existe.
Andrés Manuel es, sobre todas las cosas, un político. Por sus dichos pareciera que él cree que es un estadista. Sólo desde la política entiende la dinámica cotidiana: no desde la urgente necesidad de corregir derechos largamente conculcados a las mujeres ni desde ningún otro lado.
López Obrador contestó lo de la consulta porque, como político, solo le interesa ganar poder o enfrentar los menores costos posibles. Declarará que es la hora de las mujeres si y solo si le da más poder del que le cuesta. Si no, pateará el bote con cualquier declaración, así sea humanamente aberrante (vervigracia derechos a consulta).
Es irrelevante si AMLO en lo personal cree o no en el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo. La única aritmética que influirá en sus decisiones será binaria: si me da más, juega; o visto en términos problemáticos, si es la opción que menos me quita, entonces esa abrazamos.
En 2006 no fue presidente no porque le hayan hecho fraude. Su verdadero pecado fue no haber previsto que sus alianzas eran menos fuertes que las de los adversarios. Así, en aquella campaña desdeñó a otros partidos o a personajes como Elba Esther Gordillo. En 2018 abrazó a tránsfugas panistas, a verdes chiapanecos, a cristianos, a cercanos a la maestra, etc. etc.
Y sí, mete más mujeres que nadie a nivel de gabinete... de un gabinete sin nivel. Y sí, tuvo a una exministra en campaña apostando su vida por la agenda de género (exministra que ya en el gobierno está básicamente de adorno. ¿O en esta coyuntura sí se va a jugar el todo por el todo?). Y sí, el presidente sabe torear para la galería con el tema de feminismo para ver cuántas a pesar de que en estos 2 años les ha dejado en la cuneta le siguen dando votos.
Porque AMLO sabe que este año hay elecciones. Y que como en 2018 tiene que tener alianzas más fuertes que sus adversarios. Y esas no son con las mujeres activistas de la interrupción del aborto. Esas son con las iglesias, grupos a los que solo les interesa el poder (y las limosnas, claro) y que, por cierto ¿alguien ha oído que se quejen en estos 2 años de pejismo? Si no lo hacen es claro el por qué: están a gusto compartiendo el poder con ya saben quién. Y él con las iglesias, que son la quintaesencia de cuanto grupo discriminador de las mujeres en sus derechos haya.
Quizá lo único que reste es recordar que ante ese panorama, solo quedaría tomarle la palabra al presidente. No, no en lo de la consulta. Sino en otra cosa que también ha dicho sobre los derechos. Eso de que estos no se mendigan, sino que se ejercen.
El feminismo suele asustar porque parece muy radical o se interpreta como odio al hombre, por eso antes de continuar debo aclarar esto para alguna de mis lectoras. Empecemos por el término "patriarcado".
Mi definición del término "patriarcado" tal vez difiere un poco de Wikipedia o el diccionario de la Real Academia. Originalmente significaba supremacía absoluta del hombre sobre la mujer, sobre otras especies y sobre la naturaleza, pero el movimiento feminista ha socavado ese poder absoluto en algunos aspectos, aunque en otros persiste igual que hace miles de años. A pesar de que han cambiado muchas de las leyes discriminatorias, el patriarcado sigue siendo el sistema imperante de opresión política, económica, cultural y religiosa que otorga dominio y privilegios al sexo masculino. Además de misoginia -aversión a la mujer-, este sistema incluye diversas formas de exclusión y agresión: racismo, homofobia, clasismo, xenofobia, intolerancia hacia otras ideas y hacia personas que sean diferentes. El patriarcado se impone con agresión, exige obediencia y castiga a quien se atreva a desafiarlo.
¿Y en qué consiste mi feminismo? No es lo que tenemos entre las piernas, sino entre las dos orejas. Es una postura filosófica y una sublevación contra la autoridad del hombre. Es una manera de entender las relaciones humnas y de ver el mundo, una apuesta por la justicia, una lucha por la emancipación de mujeres, gais, lesbianas, queer (LGTBIQ+), todos los oprimidos por el sistema y los demás que deseen sumarse.
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En mi juventud bregaba por la igualdad, quería participar en el juego de los hombres, pero en la madurez comprendí que ese juego es una locura, está destruyendo el planeta y el tejido moral de la humanidad. No se trata de replicar el desastre, sino de remediarlo. Por supuesto, este movimiento de enfrenta con poderosas fuerzas reaccionarias, como fundamentalismo, fascismo, tradición y muchas otras. Me deprime comprobar que entre esas fuerzas opositoras hay tantas mujeres que temen el cambio y no pueden imaginar un futuro diferente.
El patriarcado es pétreo. El feminismo, como el océano, es fluido, poderoso, profundo y tiene la complejidad infinita de la vida, se mueve en olas, corrientes, mareas y a veces en tormentas furiosas. Como el océano, el feminismo no se calla.
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Pertenezco a la generación de transición entre nuestras madres y nuestras hijas y nietas, la que imaginó e impulsó la revolución más importante del siglo XX. Se podría alegar que la Revolución rusa de 1917 fue la más notable, pero la del feminismo ha sido más profunda y duradera, afecta a la mitad de la humanidad, se ha extendido y tocado a millones y millones de personas y es la esperanza más sólida de que la civilización en que vivimos puede ser reemplazada por otra más evolucionada.
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A los quince años me alejé de la Iglesia para siempre, no por falta de fe en Dios -eso vino más tarde-, sino por el machismo inherente a toda organización religiosa. No puedo ser miembro de una institución que me considera persona de segunda clase y cuyas autoridades, siempre hombres, imponen sus reglas con la fuerza del dogma y gozan de impunidad.
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Me ha tocado participar en la revolución femenina, que a medida que se consolidad va cambiando la civilización, aunque a lento paso de cangrejo. Mientras más vivo, más contenta estoy de pertenecer a mi género, sobre todo porque di a luz a Paula y Nicolás; esa experiencia trascendental, que hasta ahora los hombres no tienen, definió mi existencia.
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Resulta que a la mayoría nos gusta ser mujer, a pesar de todo. La alternativa nos parece peor. Por fortuna está creciendo el número de aquellas que logran vencer las limitaciones que se les imponen.
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Las entrevistadas dijeron que les gustaba ser mujer porque tenemos capacidad de empatía, somos más solidarias que los hombres y más resistentes. Como parimos hijos, estamos por la vida, no por la exterminación. Somos la única salvación posible de la otra mitad de la humanidad. Nuestra misión es nutrir; la destrucción es masculina.
No faltó quien rebatiera esa aseveración con el argumento de que hay mujeres tan malas como el peor de los hombres. Cierto, pero los grandes depredadores son los hombres. El 90% de los crímenes violentos son cometidos por hombres. En toda circunstancia, tanto en la guerra como en la paz, en el entorno familiar y laboral, ellos se imponen por la fuerza, son responsables de la cultura de codicia y violencia en que vivimos.
Una mujer de unos cuarenta años se refirió a la testosterona, que genera impulsos de agresión, competencia y supremacía. Contó que su ginecóloga le recetó esa hormona en forma de una crema que se frotaba en la barriga para aumentar su líbido, pero tuvo que dejarla, porque le salió barba y daba vueltas en el automóvil con intención de atropellar al primer peatón que se le pusiera por delante. Concluyó que prefería vivir con menos líbido a tener que afeitarse y andar furiosa.
Hay una cierta soltura en la feminidad, dijeron. A los hombres los entrenan para reprimir las emociones, están limitados por la camisa de fuerza de la masculinidad.
[...]
La objetivación de la mujer es tan predominante que no la percibimos y en la juventud nos esclaviza. El feminismo no nos ha salvado de esa esclavitud. Solo nos libramos con la edad, cuando nos convertimos en seres invisibles y ya no somos objeto de deseo, o cuando alguna tragedia nos sacude hasta los huesos y nos confronta con lo fundamental de la existencia.
[...]
Las fuerzas del oscurantismo, especialmente las religiosas y las de la tradición, le niegan a la mujer el derecho a ejercer su sexualidad y al placer. Hay muchos ejemplos de esto, desde la obsesión por el himen y la fidelidad femenina, hasta la mutilación genitaly la burka. La mujer sexual asusta al hombre.[...]
En Occidente, esas fuerzas del oscurantismo han tenido que retroceder, pero siguen acechando. Crecí en un tiempo de machismo rampante en que el deseo sexual y la promiscuidad eran privativos de los varones. Se suponía que la hembras son naturalmente castas y deben ser seducidas. No podíamos contribuir a nuestra seducción, debíamos fingir que cedíamos por cansancio para que no nos tacharan de "sueltas".
[...]
El indicador más determinante del grado de violencia de una nación es la que se ejerce contra la mujer, que normaliza otras formas de violencia. En México, donde la inseguridad en las calles y la impunidad de los carteles y pandillas del crimen organizado es notoria, se estima que asesinan un promedio de diez mujeres al día; es un cálculo conservador. Son víctimas en su mayoría de novios, maridos y hombres que ellas conocían. [...] Esto provocó una protesta masiva de mujeres en marzo de 2020. Declararon un día de paro general, huelga de brazos caídos, en que no fueron a trabajar, no hicieron tareas domésticas y salieron a desfilar en las calles. Veremos si esto tuvo algún impacto en las autoridades.
La República Democrática del Congo, con su historia de inestabilidad y conflicto armado, tiene el vergonzoso título de "capital mundial de la violación". [...] Mientras más hipermasculinidad y polarización de género. más violencia sufren las mujeres.
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La violencia contra las mujeres es universal y tan antigua como la civilización misma. Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. [...] Hay países donde matar a una niña o una mujer por una cuestión de honor ni siquiera se denuncia. La Organización de las Naciones Unidas calcula que cinco mil mujeres y niñas son asesinadas anualmente para salvar el honor de un hombre o una familia en Oriente Próximo y Asia del Sur.
Según estadísticas, en Estados Unidos una mujer es violada cada seis minutos; esos son los casos reportados, en realidad, el número es por lo menos cinco veces superior. Y cada noventa segundos una mujer es golpeada. El acoso y la intimidación se dan en el hogar, la calle, el sitio de trabajo y en redes sociales, donde el anonimato fomenta las peores manifestaciones de misoginia. [...] Esta violencia es inherente a la cultura patriarcal, no es una anomalía.
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Ser mujer significa vivir con miedo. Toda mujer lleva impreso en su ADN el temor al macho. [...] No se espera que los varones cambien su conducta, más bien se permite y hasta se celebra la agresión sexual como derecho del hombre y característica de la masculinidad. Afortunadamente, esto está cambiando de forma rápida, al menos en los países del primer mundo, gracias a #MeToo y otras iniciativas feministas.
Una expresión extrema de lo anterior son las mujeres que viven enterradas en burkas que las cubren de la cabeza a los pies para no provocar deseo en los hombres, que aparentemente sienten impulsos bestiales a la vista de unos centímetros de piel femenina o de un calcetín blanco. Es decir, la mujer es castigada por la debilidad o el vicio del hombre. Tanto es el temor al hombre que muchas mujeres defienden el uso de la burka porque se sienten invisibles y por lo tanto más seguras.
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No digo que todos los hombres sean abusadores o violadores en potencia, pero el porcentaje es tan alto que debemos considerar la violencia contra la mujer como lo que verdaderamente es: la mayor crisis que confronta la humanidad. Los agresores no son excepciones, no son psicópatas, son padres, hermanos, novios, maridos, hombres normales.
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Se requieren cambios profundos en la sociedad y nos toca a nosotras, las mujeres, imponerlos. Acuérdense de que nadie nos regala nada, tenemos que conseguirlo.Debemos crear consciencia a nivel global y organizarnos. Ahora más que nunca eso es posible, porque contamos con información, comunicación y capacidad de movilizarnos.
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La guerra es la máxima manifestación del machismos. La mayoría de las víctimas no son combatientes, sino mujeres y niños. La violencia es la principal causa de muerte de las mujeres entre los catorce y los cuarenta y cuatro años, más que la suma de cáncer, malaria y accidentes. Mujeres y niñas constituyen el 70% de las víctimas de tráfico humano. Se puede decir que hay una guerra no declarada contra las mujeres.
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La violación se ha convertido en un arma de guerra. Las mujeres son las primeras víctimas de los ejércitos de invasión y ocupación, de grupos paramilitares, guerrillas y movimientos militantes de cualquier tipo, incluso religiosos, y pos supuesto de gupos terroristas y pandillas.
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La violación destruye los cuerpos y las vidas de esas mujeres y niñas y el tejido mismo de la comunidad. Es tan profundo el daño que ahora también violan a los hombres. De esa forma las milicias y los ejércitos quebrantan la voluntad y el alma de la población civil.
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No hay feminismo sin independencia económica. [...] Las mujeres necesitamos disponer de ingresos propios y manejarlos, para eso se requiere educación, capacitación y un ambiente laboral y familiar adecuado.
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En 2015 se estimaba que dos tercios de los adultos analfabetos del mundo son mujeres; la mayoríade los niños sin escolaridad son de género femenino. Las mujeres reciben menos paga que los hombres por el mismo trabajo; los empleos que tradicionalmente tienen las mujeres, como maestras, cuidadoras, etc., son mal pagados y las labores del hogar no se valoran ni se pagan. Esto resulta aún más irritante en estos tiempos en que ellas trabajan fuera del hogar, porque el sueldo de muy pocos hombres alcanza para mantener a una familia, y vuelven cansadas a ocuparse de los hijos, la comida y las labores domésticas. Debemos cambiar las costumbres y las leyes.
Vivimos en un mundo muy desequilibrado. En algunos lugares la mujer goza, al menos en teoría, de autodeterminación y en otros está sometida al hombre, a sus exigencias, deseos y caprichos.
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Una de las formas más eficaces de tener un impacto positivo en el mundo es invirtiendo en las mujeres. En las regiones más necesitadas, las madres utilizan sus ingresos en la familia, mientras que los hombres sólo le destinan un tercio de los suyos. En pocas palabras, ellas se ocupan del alimento, salud y escolaridad de sus hijos, mientras ellos gastan en sí mismos, ya sea en divertirse o en adquirir algo que les dé cierto prestigio, como un celular o una bicicleta.
He aprendido que con un poco de ayuda, se puede hacer mucho. Si la mujer tiene poder e ingresos propios, la situación de su familia mejora; si prosperan las familias, progresa la comunidad y por extensión, el país. Así se rompe el ciclo de la miseria. Las sociedades más atrasadas son aquellas en que las mujeres están sometidas. Sin embargo, esta verdad evidente es a menudo ignorada por los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro. Por suerte esto está cambiando en la medida en que más mujeres tienen poder de decisión política o recursos para la filantropía.
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Las mujeres necesitan estar interconectadas. Según Adrienne Rich, poeta americana feminista, "las conexiones entre mujeres son las más temidas, las más problemáticas y la fuerza potencialmente más transformadora del planeta". Esta interesante observación explicaría la incomodidad que sienten muchos hombres cuando las mujeres se reúnen. Creen que estamos confabulando y a veces tienen razón.
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Hay que darle una oportunidad a ese inmenso recurso natural y renovable que es la energía femenina.
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Hemos obtenido mucho, pero no falta mucho más por hacer. Con cualquier pretexto nuestros derechos, cuando los tenemos, son aplastados: guerra, fundamentalismo, dictadura, crisis económica o cualquier catástrofe. En Estados Unidos en este milenio se discute no solo el derecho al aborto, sino también a los anticonceptivos femeninos. Claro que nadie discute el derecho del hombre a una vasectomía o condones.
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Respeto a las personas que rechazan el aborto por razones religiosas o de otra índole, pero no es aceptable que se imponga ese criterio a quienes no comparten ese punto de vista. Es una opción que debe estar al alcance de quienes la necesiten.
Los anticonceptivos deberían ser gratuitos y estar disponibles para toda joven desde que empieza a menstruar. Si así fuera, habría menos embarazos sorpresivos, pero la realidad es que son caros, a menudo requieren de receta médica, no están cubiertos por el seguro de salud y pueden tener efectos secundarios muy desagradables. Además, no siempre garantizan resultados.
El peso de la planificación familiar le toca a la mujer -muchos hombres rehúsan usar condones y eyaculan sin medir las consecuencias-, y ellas resultan culpables si quedan encintas "por haberse descuidado". [...] Quienes se oponen al aborto no responsabilizan al hombre, sin cuya participación la fecundación no es posible.
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Durante siglos las mujeres podían manejar su fertilidad con conocimiento de ciclos menstruales, hierbas y métodos abortivos, pero ese conocimiento fue extirpado de raíz. Como consecuencia de la desvalorización de la mujer, los hombres se arrogaron en dominio del cuerpo femenino.
¿Quiénes deciden sobre el cuerpo de una mujer y el número de hijos que puede o quiere tener? Hombres en la política, la religión y la ley, que no experimentan en carne propia el embarazo, el parto ni la maternidad. A menos que las leyes, la religión y las costumbres pongan la misma responsabilidad del embarazo en el padre que en la madre, los hombres no deberían opinar sobre este asunto, no les incumbe para nada. Esa es una decisión personal de cada mujer. Tener control sobre la propia fertilidad es un derecho humano fundamental.
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Las mujeres quieren tener control sobre sus vidas, tanto como sobre su fertilidad, pero eso no es posible si sufren violencia doméstica y su suerte está en manos de un abusador.
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A veces no hay maltrato físico, pero la tortura psicológica y el abuso emocional pueden ser igualmente dañinos.
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La violencia contra la mujer ha existido durante milenios, tanto así que automáticamente evitamos ponernos en situación de riesgo. Eso nos limita mucho. Lo que la mayoría de los hombres hace sin pensarlo, como andar por la calle de noche, entrar en un bar o pedir un aventón en la carretera, a nosotras nos enciende una alarma en la mente. ¿Vale la pena arriesgarse?
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Según Rebeca Solnit en su libro Men Explain Things to Me (Los hombres me explican cosas): "Feminismo es el empeño de cambiar algo muy antiguo, generalizado y de raíces profundas en muchas culturas del mundo, tal vez en la mayoría, en innumerables instituciones, en casi todos los hogares de la Tierra y en nuestras mentes, donde todo comienza y termina. Es asombroso que tanto haya cambiado en solo cuatro o cinco décadas. El que todo no haya cambiado en forma permanente, definitiva e irrevocable no significa fracaso".
Desmantelar el sistema en que se fundamenta la civilización es muy difícil y toma tiempo, pero poco a poco lo estamos logrando. La compleja y fascinante tarea de inventar un nuevo orden para reemplazarlo es larga. [...] Hay momentos de terrible desencanto y otros de gran ímpetu, como ha sucedido con el movimiento #MeToo y las marchas multitudinarias de mujeres en muchas ciudades del mundo. Nada puede detenernos si compartimos una visión del futuro y estamos decididas a hacerla realidad todas juntas.
El patriarcado no ha existido siempre, no es inherente a la condición humana, es impuesto por la cultura. [...] La historia la escriben los hombres y según su conveniencia exaltan y omiten los hechos; la mitad femenina de la humanidad es ignorada en la historia oficial.
Antes del movimiento de liberación femenina ¿quién desafiaba los postulados del machismo? [...] Se suponía que la división de género era imperativo biológico o divino y que el poder naturalmente correspondía a los hombres.
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Antes que nada, debemos acabar con el patriarcado, esta civilización milenaria que exalta los valores (y defectos) masculinos y somete a la mitad femenina de la humanidad. Debemos cuestionar todo, desde la religión y las leyes, hasta la ciencia y las costumbres. Vamos a enojarnos en serio, enojarnos tanto que nuestra furia haga polvo los fundamentos que sostienen a esta civilización. La docilidad, exaltada como una virtud femenina, es nuestro peor enemigo, solo les conviene a los hombres.
El respeto, la sumisión y el temor que nos inculcan desde la cuna nos hacen tanto daño que ni siquiera tenemos consciencia de nuestro poder. Ese poder es tan grande que el primer objetivo del patriarcado es anularlo por todos los medios a su alcance, incluso las peores formas de violencia. Estos métodos dan tan buenos resultados que con demasiada frecuencia las grandes defensoras del patriarcado son la mujeres.
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Ya es hora de que las mujeres participemos en la gerencia de este patético mundo en los mismo términos que los hombres.
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Los hombres fueron muy hábiles al pintar a las feministas como brujas histéricas y peludas...
Parte del motivo por el que el capitalismo parece tener éxito es que siempre ha contado con mucha mano de obra esclava, la mitad de la población. Lo que las mujeres hacen -fuera del mundo laboral- no cuenta para nada.
Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, las protestas contra Félix Salgado Macedonio, inminente candidato a la gubernatura por Morena en Guerrero, son parte de una campaña de sus adversarios.
"Ya chole", dijo el presidente y recomendó preguntar siempre "de parte de quién" venían los ataques. ¿En verdad cree AMLO que las morenistas, colectivos y mujeres en general que rechazan a un presunto violador como candidato lo único que buscan es raja política?
Quizá el presidente no alcance a verlo, pero el feminismo en esta elección podría tener un rol central que incline algunas balanzas. Es evidente que el presidente no lo entiende.
Hace casi un año, tanto el gobernador Enrique Alfaro como el Presidente Andrés Manuel López Obrador se vieron lejos de ser empáticos ante la agenda feminista, que por la escalada de violencia contra la mujer aglutinó, como nunca, a los movimientos que luchan por que paren estas agresiones y feminicidios, y por la equidad de género.
Aquel clamor feminista detonó con una potencia inédita en las marchas del pasado 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer y el Paro Nacional del día siguiente en el que se ausentaron en protesta por la violencia y las condiciones de inequidad que siguen padeciendo las mujeres en todos los ámbitos.
En esas estábamos cuando llegó la emergencia sanitaria por el coronavirus, que, citando al ya clásico, "cayó como anillo al dedo" al gobierno federal y estatal para evadir esta problemática y las demandas de las organizaciones feministas que no acababan de entender.
A la vuelta de casi un año, parece que Alfaro avanzó más en el tema y no sólo hizo ajustes y cambios en la Secretaría de Igualdad Sustantiva y ha reconocido como uno de los grandes pendientes en materia de seguridad pública en Jalisco el combate a los feminicidios, sino que ante el escándalo del alcalde acosador de Tototlán, postulado por su partido Movimiento Ciudadano, Sergio Quezada, se ha pronunciado al menos en 2 ocasiones por su renuncia al cargo, al que el edil se sigue aferrando, pero el que tarde o temprano tendrá que dejar para ser enjuiciado.
El que de plano no ha entendido nada sobre la emergencia y creciente fuerza de la agenda feminista es el Presidente, cuya insensibilidad ante esta causa propia de los gobiernos de izquierda y liberales a los que dice pertenecer, ayer hizo crisis con la expresión "ya chole" que soltó desde su púlpito presidencial mañanero cuando, por 2o. día consecutivo, se le cuestionó su postura ante el registro del senador con licencia, Félix Salgado Macedonio, como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, pese a estar acusado de abuso sexual y violación.
Pero la defensa del Presidente al impresentable candidato morenista no sólo quedó en el "ya chole" con el que quiso detener los cuestionamientos hacia Salgado Macedonio, sino que insistió que eran acusaciones propias de las contiendas electorales, que debían dirimirse en tribunales y que se tenía que respetar la decisión de la gente de Guerrero que lo había elegido como candidato.
Por el repudio antipresidencial leído en los hashtags #YaChole y #UnVioladorNoPuedeSerGobernador que ayer se volvieron tendencia en las redes sociales, AMLO y su partido Morena podrían pagar un alto costo político si siguen sosteniendo a Félix Salgado como candidato a Guerrero, por no sé qué inconfesables motivos.
Una muy peligrosa apuesta será la del Presidente si ignora el llamado de activistas, artistas, escritoras, colectivos feministas y hasta políticas de Morena a "romper el pacto" con el candidato guerrerense. Porque como ya advirtieron: si no lo hace, "se podrían romper muchas otras cosas" en México.
Y ahí viene el próximo 8 de Marzo.
La pandemia puso el freno de mano a los movimientos civiles de denuncia y protesta contra el abuso, la violencia y los feminicidios que habían encontrado en manifestaciones como las del 8 y 9 de marzo pasado un espacio de reflexión a la realidad que vivimos; la pandemia sacó de las calles y del ojo público las voces de miles de mujeres que buscaban y todavía esperan respuestas y acciones para sus desaparecidas. Sin embargo, abrió una ventana de comunicación para unir a los colectivos feministas y las activistas que no están dispuestas a aceptar cualquier decisión que ignore un acto de justicia.
Y en un país donde el apoyo y la protección se vieron afectados en la disolución de institutos de la mujer, estancias infantiles para las madres trabajadoras y refugios para las víctimas de violencia, parece que la incongruencia impera al apoyar que ciudadanos como el senador con licencia Félix Salgado Macedonio, quien al menos cuenta con 3 denuncias de abuso sexual en su contra, representen al partido oficial en su aspiración por la gubernatura de Guerrero.
Decisiones como ésta abren el cuestionamiento sobre el perfil de ciudadanos que pueden dirigir un estado, o sobre la asertividad en las entrañas de un partido para permitir que un presunto violador se considere honorable para llegar a las urnas en las próximas elecciones.
La indignación es general. Activistas, intelectuales, periodistas, actores y ciudadanos en general reprochan una decisión como ésta; cuestionan el férreo nexo que puede haber entre el presidente del país y el senador, pues es incomprensible que alguien que ostente la presunta responsabilidad sobre los delitos de abuso sexual conserve la libertad y el derecho a cargos de elección popular.
En respuesta surgieron tendencias como #UnVioladorNoSeraGobernador o Presidente rompa el pacto, que abren el debate social, pero no parece relevante en al ámbito político, pues no se han ejercido acciones al respecto.
Al parecer, carece de importancia para el partido oficial, pues aunque la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena haya iniciado una investigación por las acusaciones contra Salgado Macedonio, bien puede enfrascarse en tramitología y no actuar de manera contundente como sucediera con Sergio Quezada Mendoza, alcalde de Tototlán, quien presentara en días recientes la licencia para dejar su cargo tras la evidencia de acoso sexual en su contra y del director de Padrón y Licencias del municipio jalisciense.
Lo relevante aquí es reconocer qué clase de sociedad se está formando en un momento histórico de alternancia, en el que la equidad y la defensa a los derechos de las mujeres es un tema que no en todas las agendas políticas tiene cabida, en el que la violencia de género sigue en el tintero y en el que un presunto violador puede gobernar un estado.
El costo político puede ser alto, pero es mayor el costo social de tener claro que un año después de que de las mujeres generaran movimientos tan importantes en la defensa de sus derechos, la impunidad, a su vez, sea un derecho de algunos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una virtud: cuando se trata de feminismo, siempre se supera a sí mismo.
Sus recientes declaraciones sobre "romper el pacto" (patriarcal), lema de los movimientos de mujeres que rechazan la candidatura de Félix Salgado Macedonio, ejemplifican que le faltan algunas categorías de análisis para entender el tema.
El mandatario se dio tiempo hasta de bromear con que Beatriz, su mujer, le explicó qué era romper el pacto. Y que él ya lo había roto, pero el "Pacto por México" y el pacto de silencio.
Lo suyo, lo suyo, no es el feminismo, señor presidente.
La idea de que la política de género y el pacto patriarcal son conceptos "importados" que se quieren imponer desde algún lugar del universo complotista y se alinean en el equipo de Masiosare (el extraño enemigo), es común a muchos grupos conservadores. Su exponente principal ha sido el obispo emérito de Guadalajara, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien desde 1995, tras la 4a. Conferencia Mundial sobre la Mujer que convocó la ONU en Beijing (donde la naciones se comprometen a impulsar los derechos de las mujeres y adoptar el concepto de género e igualdad de género) ha insistido que se trata de un complot universal, de ideas "de fuera" que nada tiene que ver con la realidad de México.
Con la declaración de que el "pacto patriarcal" es una idea importada, el presidente hizo, parafraseando a Monsiváis, una declaración patrimonial de su nivel de conservadurismo. Si ya advertíamos una matriz conservadora en el pensamiento de López Obrador, esta declaración lo pone al lado de los grandes moralistas de este país. Que el presidente no entienda los movimientos feministas, que le sea ajeno el discurso de género, que no sea capaz de distinguir por qué hay que hablar en específico de las mujeres y no de los seres humanos en general, no debería de asombrarnos, lo sabemos desde el año pasado cuando, en torno a las marchas y manifestaciones del 8 de marzo, ligó una serie de torpes declaraciones sobre el tema. Pero que se sume al coro que canta de que estas son ideas que vienen de fuera, y por tanto deben ser descalificadas, es una preocupante novedad que hermana a los conservadores de izquierda y derecha.
Todas las ideas crecen dentro de un marco ideológico y la forma de pensar de cada uno de nosotros no está exenta de ello. Pero una cosa es que seamos conscientes de en qué contexto dialogan las ideas y otra muy distinta es pensar que existen ideas "importadas", que nos son ajenas como país o como cultura y, peor aún, que por ello no merecen ser escuchadas. Lo que sigue en esta lógica es la búsqueda de "la autosuficiencia conceptual" que no es otra cosa que el intento de toda voluntad autoritaria por imponer una visión del mundo única y anclada en el nacionalismo. Resulta más que curioso que los únicos pactos que tienen derecho a llamarse mexicanos, según el presidente, son los que él define como tales: el pacto por México del sexenio de Peña Nieto y el pacto de silencio en torno a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa (donde, por cierto, participa el Ejército, su gran aliando).
El pacto patriarcal comienza por negar que exista una discriminación histórica de las mujeres que está en el cimiento mismo de la cultura y, particularmente, de la cultura política. El pacto patriarcal va más allá de las fronteras, ni se exporta ni se importa, simplemente está en las decisiones que reproducen el machismo en general y los micromachismos cotidianos. El pacto patriarcal es no reconocer que hay una demanda de justicia de las mujeres, y que ésta es más fuerte y trascendente que el gobierno y la voluntad de un presidente, por legítimo o popular que sea. El pacto patriarcal es pedirle a tu esposa que te explique por qué las mujeres se enojan de que tu partido presente un candidato acusado de violación y no entender la respuesta.
Tiempos hubo, señor Don Simón, en que era factible que las mujeres reinaran -los cuentos de Andersen y Perrault en que las monarcas virtuosas se alternan con las perversas son pródigos en ejemplos que lo demuestran-... pero no que gobernaran. Las admoniciones veterotestamentarias del profeta Isaías y las neotestamentarias de San Pablo, entre otras, descalificando a las mujeres para encomiendas y menesteres que por siglos fueron privativos de los hombres, son rotundas.
El discurso de un diputado español, en la Regencia de María Cristina de Borbón a la muerte de su marido Fernando VII en 1833, fue lapidario: "¡Malditos sean los pueblos gobernados por mujeres...!". Más modernamente, mediado el Siglo XX, cuando a sus oídos llegó el barullo ocasionado por las mujeres que, tomándose por las muñecas, habían rodeado el Parlamento, exigiendo que se les concediera el derecho al voto, el entonces primer ministro británico, Sir Winston Churchill, se opuso a que la fuerza pública disolviera la manifestación.
-Déjenlas -dispuso-. Tienen el mismo derecho que tendríamos los hombres a manifestarnos alrededor de un sanatorio de maternidad... para exigir que se nos concediera el derecho de dar a luz.
Viene lo anterior al hecho de que 29 de los 125 municipios de Jalisco -que en tiempos de María Canica se jactaba de ser "tierra de machos"- tienen alcaldesas, y durante los próximos 4 meses, por licencia de los titulares, Tlaquepaque, Zapopan y Guadalajara tendrán alcaldesas interinas.
Más allá de la anécdota, el hecho es que en México ha habido ya varias gobernadoras; que varios países europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos han tenido presidentas, y Estados Unidos tiene actualmente una vicepresidenta... y el mundo sigue dando vueltas como si nada.
De las mujeres que han gobernado, muchas han merecido la calificación aprobatoria de sus conciudadanos e incluso han conseguido la reelección. Otras, en cambio, han sido depuestas y aun encarceladas por irregularidades e incluso actos de corrupción en el ejercicio de sus cargos.
Cabe subrayar, pues, que el tema no se limita a cumplir de cualquier manera con la "paridad de género" contemplada en la Ley Electoral -que obliga a los partidos a designar un máximo de 60% de candidatos del mismo género y exige 2 mujeres por cada 5 aspirantes a diputaciones plurinominales-, sino a partir de la premisa, demostrada por la historia, de que no es el sexo lo que determina la aptitud, la probidad o la capacidad de las personas para desempeñar cargos públicos.
Lo único que vence al presidente Andrés Manuel López Obrador es el desprecio sostenido y creciente de la gente. Pero en el caso de Félix Salgado Macedonio, que su candidatura haya sido tirada a la basura en principio, el viernes pasado, es una derrota directa para el presidente, que durante más de 2 semanas tomó la defensa de su escogido para gobernar Guerrero, menospreciando a las 5 mujeres que lo acusaron de abuso sexual y violación, insultando a miles de mujeres que, respaldándolas, exigieron a López Obrador rechazo a la violencia de género, y tratando de vincular una demanda histórica y genuina con sus obsesiones primitivas. Los machos perdieron, arrastrando la tozudez presidencial. Pero no es algo definitivo. López Obrador no se ha dado definitivamente por vencido, y ordenó al líder de Morena, Mario Delgado, aclarar que sigue siendo su candidato, que las acusaciones son infundadas y que habrá nuevas encuestas en Guerrero. Con letras de cinismo, aún se está escribiendo el último párrafo de este bochornoso espectáculo presidencial.
López Obrador se ha ido hundiendo junto con Salgado Macedonio, quien no ha rendido cuentas ante la ley, pero fue exonerado por Morena. El blindaje del presidente está abollado por la voz de la gente que repudió su persona. Los escuchó en Iguala la semana pasada, donde lo alcanzó una protesta feminista exigiéndole romper el pacto patriarcal. Su respuesta fue peor que quedarse callado. No sabía qué era el pacto patriarcal, pero su ignorancia lo envolvió en su tramposa narrativa para volver a despreciar a las mujeres. Para él y su historia de misoginia, comprender la discriminación y la violencia contra las mujeres está fuera de su ecuación.
El presidente entiende las cosas diferente, con un pensamiento fragmentado e inconexo. Hace un par de semanas, el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, le llevó a Palacio Nacional los casos de Alonso Ancira, quien vendió a Pemex la planta de Agronitrogenados, y de Mario Marín, el ex gobernador de Puebla, acusado de tortura de la activista Lydia Cacho. López Obrador le dijo que le bajara la pena a Ancira, pero que lo mantuviera en la cárcel el resto del sexenio, para dar una señal a los empresarios que no hay intocables. Sobre el caso de Marín, ni siquiera quiso hablar de ello con Gertz Manero, pero el trato sería totalmente distinto porque, argumentó, si no aplicaban la mano dura contra el ex gobernador, la señora Cacho no dejaría de confrontarlo por el resto de su gobierno.
López Obrador le tiene miedo a las críticas de Cacho y de las mujeres que le reclamaran su laxitud con Marín, pero esa decisión pragmática no lo fue con Salgado Macedonio, a quien respaldó hasta la ignominia. ¿Por qué no aplicó la misma receta? La única explicación es que Marín no representa nada electoralmente para defenderlo, y es desechable. Salgado Macedonio ha sido su imposición en la candidatura para la gubernatura, y forma parte de su estrategia electoral. No podía permitirse, porque todo lo ve bajo el prisma electoral, que una rebelión en su granja encabezada por los hermanos Sandoval, Irma Eréndira y Pablo, a quienes les tenía cariño por el respeto a su abuelo, fuera más poderosa que sus deseos y necedades. Su análisis, como el de todas las cosas, fue reduccionista.
El problema de Salgado Macedonio no era la lucha interna meramente, aunque es cierto que fue Pablo Sandoval quien reclutó al abogado Xavier Olea, ex procurador de Guerrero, para que recordara en una entrevista de radio con un periodista cercano, que había denuncias contra el senador por acoso sexual y violación. López Obrador congeló su pensamiento en ese estadio, y todo lo que vino después era consecuencia de lo mismo: el ataque al candidato era un ataque a él. La victimización, que siempre le ha funcionado, por encima de todas las cosas. Las mujeres estaban siendo manipuladas, era su convicción, y formaban parte de la caricatura que siempre hace sobre el conservadurismo, etiqueta que pone a todo lo que no se ajusta a su pensamiento. Su condición de macho y su cultura misógina lo llevaron al barranco junto con su defendido.
Ese pensamiento cerrado de López Obrador, producto de su formación cristiana y un entorno donde la mujer valía menos, sin haber evolucionado con el paso de los años, es tan sólido que es inverosímil que después del movimiento feminista en el 1er. bimestre de 2020, que sólo la pandemia detuvo en las calles pero no en la protesta, su aprendizaje haya sido nulo. Peor aún, tuvo regresiones, porque no pueden ser entendidos de otra manera sus insultos y agravios a las mujeres que protestaban contra la violencia de género, minimizando los abusos, las violaciones y la discriminación, y convertirlas en enemigos ideológicos. Sigue sin entender que la demanda histórica de las mujeres no corre por líneas político-ideológicas, y que no comprender el fondo de la problemática porque su cabeza sólo tiene espacio para los temas político-electorales, lo único que genera es un ensanchamiento de la protesta social que lo ahoga y desespera.
Lo que sucedió con Salgado Macedonio ya lo había vivido con los padres de las niñas y niños a quienes les quitó el medicamento para el cáncer, porque según su política, había que ser austeros. Si morían, parecía su racional, la patria de la 4T era primero. Le pasó con las madres que le recriminaron que cancelara las estancias infantiles. Le sucedió con los padres de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. La fuerza que lo derrotó en el caso de Salgado Macedonio obedeció -algo que tampoco diagnosticó y previó- a que la violencia y discriminación de las mujeres no afecta a un grupo delimitado, sino cruza por completo a la sociedad, con un movimiento feminista empoderado por la justa defensa de sus derechos, en un mundo que no es decimonónico, como es el que habita López Obrador.
El mundo dio un giro de casi 365 días desde que las mujeres hicieron un paro de labores, de que el 9M demostrara que los ideales unidos podían generar acciones y que las redes de comunicación entre las activistas y los colectivos podían llegar a buen puerto. Hace un año, el movimiento feminista en México dejó en claro que las mujeres pueden avanzar sin quitar el dedo del renglón en la lucha por una vida libre de violencia.
Mientras la defensa por los derechos de las mujeres busca progresos en las comisiones de los congresos estatales, el gobierno federal le da un lugar de segunda al movimiento feminista, con un menor o nulo apoyo a las instancias que velan por las víctimas de la violencia de género.
¿Qué se puede esperar al respecto si lo que se escucha de voz del líder de un país es el descrédito continuo, la desaprobación a las críticas o la validación de ciudadanos impresentables como candidatos del partido oficial para dirigir un estado?
Las mujeres y los movimientos han avanzado como nunca en el último año, y lo probaron enmarcando uno de los más notables desaciertos del presidente en semanas recientes con el #UnVioladorNoSeráGobernador o #RompaElPacto, que en sólo unos días obligaron a retirarle la candidatura a la gubernatura de Guerrero a Félix Salgado Macedonio. El procedimiento de la Comisión de Honestidad y Justicia hizo lo propio y lo apartó de la contienda, pero no restringió sus derechos políticos; sin embargo, lo sorprendente es el ímpetu mostrado por el ejecutivo para desestimar los movimientos, otra vez, con calificativos como "copias" o "expresiones importadas" a las críticas surgidas en todos los ámbitos.
¿Es posible seguir jugando a la "gallinita ciega" en un país donde la mayoría de ciudadan@s se han quitado la venda de los ojos y en donde ha quedado claro que exigir derechos no es un delito?
Las ideas generan acciones, de eso no hay duda, pero falta mucho para alcanzar el reconocimiento necesario y que la violencia de género sea un rubro de primera línea en la agenda del gobierno federal, pero ya es momento de que lo sea, porque un año después de que la pandemia obligara al confinamiento, los índices de violencia doméstica, desapariciones y feminicidios se dispararon para elevar la curva en una estadística que no ha descendido.
Feminismo no es luchar contra los hombres, no es vandalizar edificios públicos, no es pintar las calles de un solo color; es poner la lupa sobre un problema al que se ha preferido mirar de lado, o simplemente no mirar, un sesgo en la seguridad pública, una herida en la sociedad y, pese a ello, las mujeres seguimos aquí, en pie de lucha, con una palabra adelante para no dar un paso atrás.
Ya son muchos años de lucha y, la verdad, aunque no puedo decir que no se ha avanzado, los logros son lentos, pocos, se han ido dando con cuentagotas, se regatean o se autorizan como concesiones graciosas, como si nos hicieran el favor. Y las resistencias e inercias son poderosas. Y pasa que, ante el más mínimo avance, llueven reclamos, burlas, desdén o reconocimientos disfrazados.
Arrastramos como humanidad usos y costumbres, en todas las culturas, en mayor o menor medida, que sí dejan en desventaja a las mujeres, la minimizan, la segregan, la nulifican, la agreden. Es una realidad. Y están las desventajas, pero también las violencias motivadas por todo y por nada, por apreciaciones y percepciones que nacen de lo más profundo de las herencias patriarcales que aún se resisten a que el orden de las cosas cambie, de una vez y para siempre.
Es claro que no ha sido fácil, ni lo será lo que falta, pero ojalá el avance acelerara la marcha porque, en el ínter, los feminicidios, las violencias de todo tipo, los retrasos y la discriminación, no cesan. En muchos casos, al contrario, se recrudecen. Lamentablemente el ejemplo más cercano es el incremento en la violencia contra las mujeres en los hogares, durante este año y medio de confinamiento intermitente en el mundo por la pandemia.
Los mecanismos para el adelanto de las mujeres, los marcos legales tendientes a defender y proteger a las mujeres, a mejorar las condiciones laborales, de estudio, de vida, de desarrollo, de interrelaciones familiares, profesionales y sociales, son desiguales con marcadas diferencias entre un país y otro, pero no se puede claudicar ni bajar la guardia; al contrario, hay que imprimir velocidad.
En el contexto de la pandemia las mujeres han desempeñado un papel fundamental en todos los ámbitos y podría ser la ocasión para que el reconocimiento se dé sin resistencias en una acción fundamental y necesaria para emprender un nuevo camino juntos todos los seres humanos, un camino armonioso y productivo, benéfico para unas y otros, especialmente para la niñez, porque crecerán bajo otros códigos y nacerán nuevas costumbres, donde la equidad sea natural, tan natural y normal que ni siquiera será necesario nombrarla o pedirla o pelear por ella.
Con todo y lo que se puede cuestionar de la ONU y sus filiales, para el 8 de Marzo de este año me llamó particularmente la atención el tema que eligieron porque realmente refleja que se logró detectar, con una gran sensibilidad, justo el papel de las mujeres en el contexto de la pandemia: "Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19".
Durante la emergencia sanitaria han quedado en evidencia los liderazgos femeninos en el manejo de la pandemia, por ejemplo, hablando de estadistas y mujeres gobernantes; pero también en lo cotidiano, en el día día; en el lento y complejo proceso de adaptación a las circunstancias para combinar los cuidados y el encierro, con la lucha por la vida, el trabajo, la familia, la escuela y las actividades de los hijos, la protección de los abuelos, el desempeño de funciones dobles y triples en el trabajo y/o en el hogar. Incluso, y de manera muy relevante, en la contribución a las dinámicas económicas por todos los productos, básicos y no que consumimos las mujeres y que mantienen en pie a negocios de todos los tamaños, pero particularmente los pequeños, muy pequeños o hasta individuales.
ONU Mujeres lo reconoce: "Las mujeres líderes y las organizaciones de mujeres han demostrado sus habilidades, conocimientos y redes para liderar eficazmente los esfuerzos de respuesta y recuperación ante la COVID-19. Actualmente se acepta más que nunca que las mujeres aportan experiencias, perspectivas y habilidades diferentes y que contribuyen de manera indispensable en las decisiones políticas y leyes que funcionan mejor para todas y todos". Es real, es lo que es, en todo el mundo. Con los recursos que han tenido a la mano y las circunstancias y entornos que las envuelven, son más los casos de éxito a la hora de enfrentar la emergencia sanitaria, que los fracasos.
Y precisamente por esas acciones que no han pasado inadvertidas, es que ONU Mujeres eligió el tema del 8 de Marzo y lo vinculó con el tema prioritario del LXV periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer: "La participación de las mujeres y la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de la violencia, para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas". ¿Qué más?
Es claro que las capacidades, la sensibilidad, las experiencias, el sentido de cuidado y la toma de decisiones de las mujeres sustentadas en una cada vez más sólida preparación en distintos ámbitos y disciplinas, pueden aportar y contribuir ahora más que nunca, a enfrentar esta crisis y salir adelante en mejores condiciones, desde lo cotidiano y desde el gobierno. #YaEsHora.
La exposición de los problemas de género está clara, está en la conversación política y en la conversación cotidiana; sin embargo, la narrativa del presidente, Andrés Manuel López Obrador, sigue siendo muy resistente a reconocerlos y actuar en consecuencia, con políticas claras y contundentes para solucionarlos, planteó Friné Salguero.
La directora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir afirmó que no se puede tener un proyecto de transformación social ignorando a 51% de la población y los problemas que les atañen. "Hay que reconocer que lo que afecta a las mujeres, tiene un impacto muy grande en todo lo que pasa en la población en general", expuso en entrevista con El Economista.
-¿Este 8 de marzo, cuál debería ser la reflexión en México sobre la agenda pública de las mujeres?
-La 1a. es poner sobre la mesa que la violencia contra las mujeres sigue aumentando. Vemos los casos de feminicidios, mientras que no se tienen protocolos claros de atención a las víctimas. En muchos casos las víctimas habían puesto denuncia y, por falta de un protocolo de atención a las denunciantes de violencia, algunos casos terminan en feminicidio.
Si bien, en el Senado recientemente se aprobaron nuevas medidas para atender a las víctimas de violencia, que tiene que ver con darles recursos para que puedan ir a un albergue o para que puedan abandonar la casa donde son violentadas, seguimos viendo recortes presupuestales en programas que tienen un fuerte impacto en la vida de las mujeres. También hemos visto recortes a las escuelas de tiempo completo y la desaparición de guarderías.
Por otra parte, el Estado, al dar apoyos, lo cual nos parece bien, eso no le quita la obligación de ser garante que haya instancias y un sistema de cuidados que permita a las mujeres salir a trabajar.
Otro es la deuda de derechos sexuales y reproductivos y la despenalización del aborto, que había sido una promesa de campaña en algún momento y resulta que no estamos viendo que se dé y, peor aún, vemos que se está queriendo llevar a consulta los tipos de penalización para las personas que abortan, cuando creemos que ese debiera ser un derecho universal. No debemos poner nuevamente los derechos a consulta.
-¿Qué tan fácil es hacer visibles los problemas sociales que afectan a las mujeres y colocarlos en la agenda de quienes tomas decisiones de política pública?
-Las mujeres y los colectivos de mujeres han sido muy claros y contundentes en salir a la calle, una y otra vez, a poner sus demandas sobre la mesa. Demandas sobre violencia de género, legalización del aborto, entre otros, pero hay una clara tendencia hacia el cierre de espacios cívicos, donde cada vez es más complicado que las organizaciones de la sociedad civil puedan tener una injerencia real en la política pública. Además, las narrativas confrontativas del ejecutivo federal han sido claras, no solo en términos de confrontarse con las organizaciones de la sociedad civil, sino también con el movimiento feminista.
Las narrativas tienen un toque de desdén sobre los problemas que atañen a las mujeres.
La agenda está más que visible en el espacio público, pero la narrativa del ejecutivo federal sigue siendo muy resistente a reconocer que tienen este tipo de problemáticas y a sacar leyes, políticas claras y contundentes que muestren que se está dando solución a los mismos.
No se puede tener un proyecto de transformación social ignorando a 51% de la población y los problemas que le atañen. Hay que reconocer que, lo que le afecta a las mujeres, tiene un impacto muy grande en todo lo que pasa en la población en general.
-¿La narrativa del presidente tiene un peso importante para que se atiendan o no los problemas que afectan a las mujeres?
-Esperábamos que no, pero tampoco ha habido un contrapeso de las instancias públicas, ni locales, ni federales, que nos demuestren que, a pesar de las narrativas del presidente, se está trabajando en construir mejores políticas públicas que incluyan a las mujeres en igualdad de condiciones o que atiendan estos problemas de género.
-¿Si no es el gobierno, la solución a los problemas de las mujeres, la alternativa son las organizaciones de la sociedad civil organizada?
-El gobierno tiene la obligación. Es ineludible la responsabilidad del gobierno. El gobierno tiene la responsabilidad, las atribuciones y la obligación de cumplir con todas estas demandas. Es el Estado quien debe proveer un piso de derechos suficiente y eficiente para las mujeres.
Las organizaciones de la sociedad civil podemos ir señalando lo que hace falta, otorgar expertise de los protocolos, de cómo construir planes y programas de política pública, pero quienes tienen la obligación de llevarlo a cabo, ejecutarlo y garantizar estos derechos, son los 3 niveles de gobierno.
-En los últimos años se ha logrado paridad de género en las legislaturas y hay gobiernos que buscan paridad en integración de gabinetes ¿Cuál ha sido el beneficio de eso en la agenda de las mujeres?
-No es menester de las mujeres diputadas y senadoras avanzar en la agenda de género. Es obligación de todos los tomadores de decisiones. No podemos volver a poner en manos de las mujeres la solución de la agenda de género. Es una cuestión compartida.
Lo que hay es un desconocimiento y perpetuación de los estigmas de género en la gente que está tomando las decisiones. Mientras la gente que está en el poder no tenga y no conozca qué es y qué significa avanzar en esta agenda de igualdad de derechos, no lo vamos a lograr y, por otro lado, también tenemos que haya paridad, pero no hay igualdad sustantiva.
Entonces, las mujeres todavía no están en igualdad de condiciones en los congresos locales que los hombres en la toma de decisiones.
Vivimos los tiempos en donde se hace historia antes de hacerla. En donde todo se bautiza antes de que suceda. Escuchamos hablar de la 4a. Transformación y la realidad nos entrega un continuismo desesperante. Escuchamos hablar de la Refundación de Jalisco y, a pesar de ello, todos los días nos enfrentamos a los mismos dolores. La historia por decreto tiene mucho de marketing y muy poco de sustancia. El cambio parece imparable y ambicioso hasta que se topa con una verdadera revolución: la feminista.
México arriba al Día Internacional de las Mujeres con un feminismo ampliamente movilizado en el país. Movilizado en las calles, en las redes, en los tribunales y en los parlamentos. Se dice que frente a una oposición muerta, el feminismo se ha convertido en la única oposición legítima a quienes nos gobiernan actualmente. Me cuesta ver al feminismo como una ola opositora. Es mucho más que eso. Al criticarlo todo -el lenguaje, la cotidianeidad, el trabajo de cuidados, la representación política, los roles sociales-, las feministas forman un auténtico bloque histórico. Un bloque histórico, en el sentido que teorizó Antonio Gramsci, que busca alterar las relaciones de dominio y subordinación. El bloque histórico necesita alianza entre clases sociales y transversalidad. El feminismo lo tiene: mujeres de todas las edades, todos los segmentos socioeconómicos y todos los niveles educativos.
Se ha descrito al feminismo de innumerables maneras. Lo que hace algunos años observábamos como un movimiento puramente reivindicativo se ha transformado en una gran alianza de mujeres con voluntad de poder. Las mujeres en política ya no quieren ser floreros. No quieren encargarse de las "áreas rosas" de los gobiernos. No quieren el papel de primeras damas o encargadas de la beneficencia. Por ello, Jalisco es testigo de la construcción de organizaciones que trascienden las fronteras de los partidos políticos como "las paritaristas". Porque en el fondo ya no hay un reclamo por una inclusión casi folclórica de las mujeres. De fondo hay una auténtica disputa por el poder. Paradójicamente -por ser visto históricamente como un poder conservador- los tribunales han sido un camino más directo que el legislativo. Sin embargo, para que los tribunales fallen en un sentido, antes debe haber organización y estrategia.
La coyuntura política es espejo del hartazgo del feminismo con las simulaciones. El hartazgo que genera un discurso supuestamente conciliador con las demandas de colectivos de mujeres y la práctica en donde se reproducen la imposición del dominio del hombre en la política. Desde las "Juanitas", pasando por la paridad horizontal en municipios o distritos poco competitivos, hasta las alianzas partidistas para darle la vuelta a las reglas de paridad. El resultado es que muchas mujeres han sido integradas en cabildos o en el congreso, pero la toma de decisiones está en manos de un mismo grupo de hombres.
El presidente no se compromete con las feministas. Ignora sus demandas en materia de interrupción del embarazo o del combate al feminicidio. No obstante, protege a esa gran porción de votante masculino conservador que lo catapultó a la presidencia. Si a eso le sumamos la incapacidad de la oposición para tejer un discurso creíble frente a los grupos feministas, el presidente sabe que las críticas ante su falta de sensibilidad en temas de género no se traduce en pérdidas de popularidad o capital político. Por supuesto que hay mucho de ideológico en las posturas de AMLO, es un conservador; pero no debemos perder de vista el cálculo electoral. Hasta hoy no está pagando costo político por sus pifias. Aunque, si su partido sigue obstinado en postular impresentables, más temprano que tarde va a pagar un alto costo político.
López Obrador no es el único político incapaz de entender la profundidad de los planteamientos feministas. El gobernador de Jalisco no canta mal las rancheras. Movimiento Ciudadano fue incapaz de condenar a un alcalde golpeador, Héctor Álvarez de Zapotlanejo. Es una vergüenza que un presidente municipal violento siga en su puesto por los mismos pactos que denunciamos en casos como el del presunto violador, y candidato a Guerrero, Félix Salgado Macedonio. Me da gusto que MC haya decidido negarle el apoyo político al alcalde de Tototlán luego de las denuncias de acoso, pero eso no quita que Álvarez haya gozado de una impunidad intolerable.
Decía Gramsci, muy citado en la actualidad, que "la ideología es el campo de batalla de la política". El feminismo ha pasado de ser una identidad reivindicada por unas cuantas mujeres a convertirse en posicionamientos que construyen grandes consensos. Pasó de ser una ideología marginal a ser una exigencia de sentido común para millones de mujeres. Dicho cambio, aunque parezca menor, es una auténtica revolución ideológica. Las mujeres no han vencido -aunque también-, han convencido. La transición de una serie de demandas desarticuladas a un auténtico sujeto político que reclama cambios y poder de decisión. No recuerdo una sacudida tan profunda del poder en siglos.
El muro que separa Palacio Nacional de la plancha del Zócalo es un símbolo de gran (im)potencia. El rey va desnudo, reza una vieja frase castellana. El muro es el símbolo de la impotencia, de un presidente que se esconde en Palacio y defiende a Salgado Macedonio aunque su partido quede dividido. ¿Qué miedo existe? ¿Qué atemoriza tanto? Algún amigo me dijo: "el reclamo más doloroso proviene de aquél que tiene la razón". El muro de Palacio Nacional es un símbolo de cerrazón, pero sobre todo de miedo. Curioso gobierno progresista y de izquierda.
El hecho de que en la cosmogonía judeocristiana la mujer haya sido creada de la costilla de un hombre señala un nivel de dependencia y subordinación contra el que han tenido que luchar por los siglos de los siglos. Su papel e influencia, aunque en algunas ocasiones haya sido muy importante, siempre apareció como algo excepcional. La Reina de Saba, Cleopatra, las Reinas Isabel y Victoria de Inglaterra, Catalina la Grande en Rusia, científicas como Madame Curie, escritoras como Aurora Dupin, quien firmaba como George Sand (sobrenombre masculino utilizado para ser aceptada en los círculos intelectuales) o Sor Juana Inés de la Cruz, son mujeres que superaron los desafíos de sus tiempos.
Hoy, por su propio esfuerzo, las mujeres han logrado alcanzar mejores condiciones para el desarrollo de sus capacidades: Golda Meyer, Indira Ghandi, Margaret Thatcher, Ángela Merkel e innumerables políticas, científicas, empresarias, profesionistas, intelectuales, universitarias, artistas y deportistas ocupan espacios antes reservados solo para varones. Sin duda, la transformación de nuestra realidad es consecuencia del impulso de millones de mujeres.
El mundo del futuro es inimaginable sin el concurso de las mujeres en condiciones de equidad, sin embargo, no debemos olvidar que a lo largo de la vida, y es sobre lo que quiero llamar la atención, muchas han sido capaces de enfrentarse, solas, a la adversidad. Pienso en las jóvenes que se levantan a las 5 de la mañana para trasladarse a sus escuelas o a la universidad, en las mujeres trabajadoras, las que son padre y madre. Pienso en las miles de migrantes que abandonan su tierra original; pienso en aquellas para las que no existe corresponsabilidad, sino abuso; en las niñas que piden limosna en las esquinas y en la injusticia de sus vidas que apenas inician. Pienso en aquellas que dan todo sin esperar recompensa y en quienes nos enseñaron a amar a la patria y dar la mano al necesitado.
Pienso en todas aquellas que no van a los mítines ni a las marchas de protesta porque tienen que ganarse el pan cada día, pienso en esas mujeres que, en el anonimato, sueñan y trabajan y aman y odian y abrazan sus ilusiones en el frío de una casa tan precaria como sus vidas y, también, admiro a las mujeres que son capaces de gritar en la plaza pública por la hija, la hermana y la amiga violentada, desaparecida o asesinada: 8 de marzo, ¡todos los días!
El presidente levantó un muro frente a las mujeres para conmemorar el 8 de marzo. No midió (o sí) las consecuencias de esa barrera frente a demandas que no entiende (o sí). Hay un muro entre las mujeres y el mandatario. El Palacio es ahora parte de su investidura presidencial, esa que nadie debe mancillar con reclamos, desacuerdos o preguntas incómodas. Hoy es día 8M, con M de muro.
No molestar, el macho está tomando decisiones por el bien de ustedes las mujeres que no entienden que el proyecto es más importante que sus demandas (eso dicen sus agoreros), que los feminicidios se van a terminar cuando los abrazos acaben con la violencia, que la violencia familiar terminará cuando las familias sean felices porque todas reciban al menos una beca de bienestar, que la violencia política en razón de género terminará cuando los machos terminen de arreglar el mundo tan descompuesto que nos dejaron los de atrás. Sólo el macho alfa sabe lo que necesitan las mujeres de este país. Hoy es día 8M, con M de machos.
Pero enfrente no está una mujer, un partido o un enemigo construido. Enfrente están las mujeres, así, en plural, los feminismos, así, en plural con sus demandas igualmente plurales. Lo único que se conjuga en singular es el hartazgo que es uno: ni una desaparecida más, ni un feminicidio más, ni una golpeada, ni una violentada más por su forma de vestir, por su forma de pensar, por su forma de amar o desamar, o por decidir sobre su cuerpo. Ni un violador más al poder, ni un cura o ministro de iglesia que culpe o se atribuya derechos sobre las mujeres, ni un padre, tío, primo o padrino que abuse de ellas en medio del silencio cómplice de la familia. Hoy es día 8M, con M de mujeres.
Hoy es día internacional de las mujeres y el Pacto Patriarcal tiembla. Todos los hombres y mujeres que consciente o inconscientemente sostienen (sostenemos) y reproducen (reproducimos) el pacto, piden que se manifiesten con orden, sin violencia, con la dulzura que corresponde al rol que el pacto les ha asignado. Pero no, nadie les puede decir qué hacer, cómo comportarse, qué rayar y qué no rayar porque las mujeres han dicho nunca más y romperán lo que tengan que romper para acabar con el pacto. Hoy es día 8M con M de marzo, la primavera de las mujeres.
El miedo de Palacio Nacional con su mega valla se replicó desde la semana pasada en Palacio de Gobierno [de Jalisco] y Casa Jalisco.
En verdad, ¿tanto miedo le tienen a las mujeres?
En un país donde en promedio 11 mujeres son asesinadas al día, lo mínimo que se les pide a las autoridades en todas sus esferas de gobierno y a quienes integran y dirigen partidos políticos, es no utilizar la causa feminista para su beneficio. A ponderar estrategias y acciones transversales antes que los discursos vacíos y desconectados de la realidad de las mujeres, en plural.
Tan condenable es el señor que todos los días por la mañana utiliza el reflector que su propia investidura le otorga para descalificar el reclamo de justicia, igualdad y dignidad para todas, como lo es el dirigente de un partido que menosprecia la lucha por la igualdad política y se aprovecha de esta con la pretensión de acotar las aspiraciones de un candidato. Las mujeres no somos moneda de cambio, no estamos aquí para que nos utilicen como una estrategia más de mercadotecnia política o como parte de un vil cálculo electoral.
De acuerdo con ONU Mujeres, "para que el poder compartido se convierta en una realidad, la violencia contra las mujeres en el ámbito público debe eliminarse y las normas sociales, el acceso a la financiación y los marcos legales e instituciones deben transformarse, de modo que apoyen la participación y la toma de decisiones de manera igualitaria. Esto es fundamental, ya que, al ritmo actual de progreso, la paridad de género en las legislaturas nacionales no se alcanzará a nivel global antes de 2063, ni entre las jefaturas de gobierno antes de 2050".
¡Antes de 2050! Así que no, no nos digan que en 2024 podría haber una candidata mujer a la gubernatura cuando ni siquiera postularon candidatas mujeres en este 2021 para los municipios más poblados de la zona metropolitana [de Guadalajara].
Hasta ahora nos han demostrado que todos son iguales. El tiempo se acabó.
De manera paulatina, pero constante, las mujeres han venido alcanzando el éxito en prácticamente todas las actividades del mundo académico, laboral, social y político -en el familiar, desde endenantes, dicen en mi pueblo-, al grado de que la primer y última palabra la dice una mujer hasta en los ámbitos menos imaginados. Su empoderamiento social es cada vez más evidente, y aunque aún hace falta mucho por lograr, todos sabemos que si no fuera por su participación, el mundo ya habría terminado.
De acuerdo con información del Instituto Nacional Electoral (INE), en el terreno gubernamental y de representación popular hoy día existen 1,385 mujeres en cargos que van desde gobernadora, senadora, diputada y alcaldesa, algo nunca visto en nuestro país, y para las próximas elecciones de junio del presente año, el registro de candidatas seguramente aumentará de manera prioritaria, gracias a la llamada ley de equidad de género que obliga a que 50% de las candidaturas deben de ser para el género femenino, ya de ahí veremos qué decisión tomamos los votantes y podremos conocer el nuevo número de mujeres gobernantes.
De acuerdo con la misma fuente, la presencia de mujeres en cargos de elección aumentó en 71%, lo que nos puede dar una idea del importante avance que han ido logrando. Por supuesto que habrá que tomar las cosas con toda la madurez posible, pues si bien es cierto que el 53.3% de la población corresponde -desde hace un buen rato- al sector femenino y es muy similar a los porcentajes mundiales, también lo es que existe una gran brecha entre lo que se puede entender como un movimiento feminista y la irracionalidad que un pequeño grupo de ellas trata de imponer, hasta llevar a la exasperación a la población, incluyendo, a quienes les brindamos el respaldo.
Como un ejemplo del empoderamiento de las mujeres me gusta mencionar el reconocimiento mundial entregado ya hace un par de años a nuestra compatriota Daniela Soto Innes, como la mejor chef del planeta (según The Wold's 50 Best Restaurant). Y también podemos encontrar mujeres destacadas en la política como Ángela Merker.
Felicidades a todas con motivo de la celebración del "Día Internacional de la Mujer"... en la contienda por el Gobierno del Estado de Guerrero se puede decir que Félix Salgado Macedonio, precandidato a la titularidad de aquella bella entidad por el partido de Morena, va ganando la pelea a las mujeres en el 1er. round, pero de aquí al 6 de junio muchas cosas habrán de pasar, y el día de la votación sonará la campana para definir al vencedor.
Coincido con el presidente: "Los conservadores se disfrazan de feministas porque vieron la oportunidad de atacarnos". Hemos visto en estos últimos días, efectivamente, que muchos representantes tradicionales de posiciones conservadoras se han convertido en feministas de conveniencia porque advierten que el tema de las mujeres es un punto débil del mandatario que aborrecen.
No pienso, sin embargo, que López Obrador sea "el presidente más feminista de la historia contemporánea", como afirmó el 23 de febrero de 2020 su secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. El simple hecho de que AMLO esté sosteniendo a Félix Salgado Macedonio, acusado de violación y acoso, como candidato de Morena al gobierno de Guerrero, revela su insensibilidad ante un reclamo del movimiento feminista.
Marta Lamas, feminista de toda la vida, me dice: "López Obrador no es un personaje típico machista. Puede que sea conservador, religioso, pero no es machista... Se puede no ser machista y al mismo tiempo no feminista". AMLO no solo tiene un gabinete con una participación importante de mujeres, y una secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que ha defendido posiciones feministas en muchos temas, sino que ha dado a Nadine Gasman, una feminista reconocida desde hace mucho tiempo, el cargo de presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres.
El problema es que el gobierno de la 4T no ha mostrado hasta este momento inclinación por impulsar políticas que realmente ayuden a resolver los problemas de las mujeres. Entiendo que el mandatario no es personalmente responsable de cada muerte violenta de una mujer en el país, como no lo eran tampoco sus predecesores, pero su gobierno no ha tomado medidas que mejoren la seguridad de las mujeres, ni siquiera después de que presentan denuncias de violencia familiar. No es un problema fácil de resolver, pero el gobierno sí puede tomar medidas para cuando menos ofrecer una mayor protección a las mujeres que denuncian estos actos.
Varias de las medidas de "austeridad" del gobierno de López Obrador, por otra parte, han afectado de manera importante a las mujeres. La cancelación de apoyos gubernamentales al programa de estancias infantiles es un ejemplo. El gobierno de López Obrador también trató de detener los apoyos a los refugios para mujeres víctimas de violencia, aunque decidió echarse para atrás por la presión pública que provocó. Por otra parte, la suspensión de clases, que ha durado ya casi un año, ha afectado principalmente a las mujeres trabajadoras, que hoy no tienen con quién dejar a sus hijos para salir a laborar.
Siempre hay que separar las exigencias de las activistas de las de las mujeres. Las primeras demandan cuotas en cargos políticos o el retiro de las vallas que protegen monumentos públicos durante las manifestaciones. Las mujeres piden mejores oportunidades de trabajo, estancias infantiles que les permitan trabajar, escuelas abiertas y de calidad, refugios para protegerse de esposos y parientes abusivos, seguridad pública que impida la violencia contra ellas y ministerios públicos que les hagan caso cuando presenten denuncias.
El feminismo actual, es cierto, se ha convertido en una forma de buscar ventajas políticas. Originalmente partía de la idea que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. No hemos logrado todavía este objetivo, pero algunas activistas no persiguen ese fin. Su propósito es ventilar una ira quizá legítima, pero que no resuelve nada.
La sociedad se encontró con una respuesta predecible por parte de las autoridades, pues recibió el 8M protegiendo edificios con metal. Una imagen medieval sin duda. Sin embargo, la resiliencia, otra vez, hizo acto de presencia y lejos de condenar esa bofetada hacia las mujeres, ellas lo convirtieron en un marco de expresión para evidenciar la ineficacia de las autoridades en el freno a la violencia de género y los feminicidios. El miedo materializado.
Y es que el metal no puede frenar las ideas. En sólo unas horas esas placas que protegían al palacio federal se cubrieron de nombres, rostros, fechas, flores y reclamos. Pasión pura. Ésa que le falta a un líder, incapaz de darse cuenta que la sociedad se transformó ante sus ojos y que con cada desacierto para proteger a las mujeres brindó una herramienta crítica con todos los argumentos posibles. En las manifestaciones, en ese muro, estuvieron también las desaparecidas y la imagen dio la vuelta al mundo.
El presidente perdió otra vez la oportunidad de ser el hombre que transforme a un país, o que al menos tuviera la convicción de hacerlo. Probó con cada afirmación mañanera desafortunada su visión machista, pese a jactarse de ser el "presidente más feminista" al incluir en su gabinete de gobierno a más mujeres que los sexenios anteriores. De nada sirve una nómina con más nombres femeninos si no brinda garantías a las mujeres que representa.
¿Qué hace falta para admitir un error y replantear? ¿Cuál es la estrategia para pagar la deuda en el rubro de seguridad y protección a las mujeres?, este apartado tan importante, el que sí habría hecho la diferencia con respecto a los sexenios anteriores, ha sido ignorado a 3 años de gobierno. El tiempo se acaba, y a medio camino en su gestión el presidente tiene un duro oponente: el feminismo, pues el movimiento social, ideológico y cultural ha probado más fuerza de la que él puede frenar, una legítima cohesión pese a las muchas líderes que lo conforman.
El feminismo en México ha vivido un año extraordinario, en el que dado no uno sino muchos pasos adelante, sólo falta el acompañamiento de las autoridades para lograr el cambio social que marcará la diferencia de cara al futuro. La historia se sigue escribiendo.
Este proceso [electoral] tendrá una particularidad que debemos vigilar: la causa feminista, que va más allá de ponerle un pañuelo morado a un águila. Se trata de observar con detalle a mujeres y hombres que piden el voto simulando ser promotores de la causa que sacó a las mujeres a marchar a las calles. Dicho de otra forma, saben que el mensaje feminista puede generar mayor aceptación sin que necesariamente estén convencidas y convencidos de lo que implica el feminismo como movimiento político e intelectual, que busca la transformación de las relaciones de poder y la subordinación entre hombres y mujeres. Esa pretendida transformación es utilizada en apariencia y no en un cambio interno que se refleje de forma genuina en la construcción de la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres.
En el libro "Dolor y Política" de la antropóloga mexicana Marta Lamas, se describe muy bien estas formas de ser feminista: "estos procesos no han estado exentos del oportunismo político de unas cuentas que, con la bandera de 'soy mujer', han aprovechado las acciones afirmativas o la paridad para la autopromoción, sin asumir las causas del feminismo o, incluso, con posturas antifeministas", y justo en esta publicación el capítulo dedicado a las identidades a la hora de hacer política se inicia con una frase clave: "hacer política es algo necesario, aunque decepcionante".
Incidir en los cambios que merecemos requiere sin duda alguna hacer política. Nuestra responsabilidad como ciudadanas y ciudadanos es conocer y vigilar lo que de nueva cuenta nos proponen, para en su caso, identificar si son proyectos ficticios disfrazados de causas en común, pero que solo buscan defender y representar los intereses de unos cuantos que forman parte de una estructura llamada partido político, que opera como una empresa más que como un medio que influya en las políticas públicas y decisiones legislativas a favor de las personas.
Es importante reconocer algunos avances derivados de la unión de mujeres políticas y funcionarias identificadas como feministas "institucionalizadas" que, como señala Marta Lamas, distingue "a las verdaderamente comprometidas de las arribistas".
Así que no permitamos que se confundan: las y los que ahora piden el voto necesitan un esfuerzo mayor y muy, muy alejado de sus historias de Instagram y de sus campañas de promoción que intentan cuidar cualquier indicio de falsedad para legitimar las causas de las mujeres. No permitamos que la lucha feminista se oferte.
La tasa de participación laboral de las mujeres en Jalisco disminuyó 2.5% en el último trimestre de 2020 con respecto al mismo periodo de 2019. Esto con base en datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica del Estado (IIEG). Lo anterior representa 43,000 mujeres menos en el mercado.
Además, los niveles de ingreso también se redujeron para ellas. Por ejemplo, bajó el porcentaje de las que ganaban más de 5 salarios mínimos de 3.2% a 2.6%.
El IIEG indicó que la brecha salarial continúa, pues en todos los niveles las mujeres ganan entre 33% y 38% menos, sin importar la escolaridad, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Apoyo. Así respondió la sociedad luego de que se diera a conocer el video en el que una docente de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) fuera agredida por su pareja la semana pasada mientras impartía una clase virtual.
El momento fue crítico. Bastó con ver a la mujer frente a la computadora para que el sujeto, identificado por grupos feministas como Octavio Alonso G, la agrediera. A través de la pantalla sólo se escuchaban palabras altisonantes y golpes. La voz de la mujer evidenciaba pánico; suplicaba que le permita terminar la clase y el hombre no la escuchaba. La agresión continuó. Mientras tanto, un desconcertado grupo de alumnos preguntaba a su maestra si se encontraba bien. La respuesta fue el silencio.
Sin embargo, tras ese lamentable episodio se puso un alto a la violencia, pero no lo hizo la profesora, fue la indignación de sus alumnos, quienes hicieron público lo sucedido y pidieron ayuda por ella. La institución académica hizo lo propio, y las manifestaciones no se hicieron esperar. El plantel, que no reporta actividad escolar desde hace un año, se vistió de púrpura con las muestras de apoyo recordándole que no estaba sola. Y no lo está.
Han pasado 13 meses desde que inició el confinamiento en México y pese a que la sociedad ha encontrado nuevas formas de regresar a la normalidad algunas actividades no han cambiado por indicación oficial, por lo que la estadía en casa obliga a las familias a realizar todas las actividades diarias bajo un mismo techo: escuela, trabajo, familia y las fricciones crecen. La violencia doméstica que tantos titulares ganó en 2020, ésa por la que el gobierno pidió contar hasta 10, no cesa.
De acuerdo con el informe sobre incidencia delictiva y llamadas de emergencia al 911 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en su corte de marzo 2021, se registraron en México 61,876 llamadas de emergencia por violencia contra la mujer en el 1er. trimestre del año, y en marzo se contabilizaron 23,560 de ellas; sólo en el Estado de México se respondieron 10,229 y ninguna fue de la maestra Jacqueline.
El año pasado se reportaron más de 260,000 enlaces a la línea de emergencia. Sin embargo, por cada llamada concretada, por cada reporte hecho, hay decenas de mujeres que no denuncian los abusos en casa.
El de Jacqueline fue uno de esos casos en donde el destino jugó sus cartas y una conexión con sus alumnos, como muchas que tuvo antes, evidenció el infierno que vivía. La profesora cuenta con el apoyo de la institución para la que trabaja y así dar continuidad al proceso legal y psicológico que se requiere, pero ¿cuántas mujeres allá afuera carecen de él? Sobre todo si los programas de protección en este rubro sufrieron un escandaloso recorte en el presupuesto federal.
La violencia asciende y se normaliza, más todavía cuando se vive con el agresor y no se tiene independencia económica. Lamentablemente los casos de violencia de género son directamente proporcionales a los de feminicidio que, en lo que va del año suman ya 359 de ellos en México, un país en el 12 mujeres son asesinadas cada día impunemente.
De acuerdo con el Censo de 2020, 51.2% de los mexicanos, 64.5 millones, son mujeres. Y según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, alrededor de 10 millones de mujeres son cabeza de familia, de manera que se ven obligadas a poner en 2o. plano, no siempre por decisión propia, la formación de sus hijos.
Sin embargo, no todas las mujeres forman parte del mundo laboral. Hay quienes permanecen en casa, pero su trabajo se valora escasamente. Las tareas del hogar y la educación de la familia son igual o más demandantes que cualquier empleo.
Creo que es justo que, por este esfuerzo, aquéllas que decidan estar en casa para ocuparse del desarrollo emocional e intelectual de sus hijos reciban una compensación que refleje el valor que agregan en el hogar y a nivel agregado en la sociedad.
Si algo nos ha enseñado el feminismo contemporáneo es que hay una profunda transformación en las visiones que se tiene de las mujeres, pero, sobre todo, en la forma en cómo diversos segmentos se perciben a sí mismas en la sociedad. Y particularmente, en lo que respecta a la maternidad, se está gestando un cambio radical en lo que significa y sobre los estereotipos que se le han asociado.
Desde esta perspectiva, la idea de la maternidad como destino inevitable para todas las mujeres, y también como decisión obligada para arribar a la "plena realización femenina", ha sido cuestionada desde hace varias décadas y hoy amplios grupos de mujeres lo entienden como una determinación opcional, que se toma en función de otros factores como la trayectoria escolar o el desarrollo profesional, por citar solo a los más evidentes.
Lo que podría llamarse, "la cuestión de la maternidad", no puede pensarse hoy de manera ajena a la legítima demanda del cumplimiento universal, integral y progresivo de los derechos de las mujeres, y sin considerar desde luego, todos los rezagos y pendientes que se tienen en la construcción de una sociedad de igualdad entre mujeres y hombres.
En cuestión de ingreso salarial, el Gobierno de la República es una pirámide donde es cierto que mujeres ocupan la titularidad de secretarías de estado como nunca antes, pero esa supuesta equidad de género se difumina conforme se analizan los sueldos y los cargos de ellas en la Administración Pública Federal. Spoiler: en los mejores niveles del escalafón la presencia femenina es sustancialmente menor, y sus sueldos más bajos.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) dio a conocer este martes un detallado estudio donde se analizan sueldos y puestos de mujeres en 290 dependencias del gobierno en tiempos de Andrés Manuel López Obrador. Los hallazgos son nada alentadores.
El actual presidente ha presumido que su administración tiene una política de equidad de género, y es innegable que ha hecho un esfuerzo si hablamos de la titularidad de las secretarías de estado: 9 de 19 ministerios son ocupados por mujeres. Inédito.
Sin embargo, y luego de revisar puesto y nivel de ingreso de 168,000 integrantes de la burocracia, el IMCO detecta que persisten vicios de desigualdad.
"La presencia de mujeres al interior de las secretarías de estado disminuye conforme se eleva el puesto y el nivel de ingresos", señala el estudio. "Solo 30% de las direcciones generales son ocupadas por mujeres, mientras que este porcentaje disminuye a 28% para las jefaturas de unidad, el 3er. puesto de mando más alto". Todo eso sin mencionar otra disparidad: incluso en los puestos de mando medio y superior "las mujeres ganan, en promedio, 10% menos que los hombres". O sea, llegan pocas a las alturas y las que logran eso están peor pagadas.
El estudio, que puede consultarse aquí (https://imco.org.mx/la-desigualdad-de-genero-en-la-administracion-publica-federal-persiste/), destaca otros hallazgos, por no llamarlos deudas o de plano aberraciones: "Aunque las mujeres tienen mayor nivel de escolaridad, persiste la desigualdad en los puestos. El 43% de las servidoras públicas cuenta con una licenciatura, en contraste con el 35% de los servidores públicos. Sin embargo, hay 33% menos mujeres en los puestos de mando".
"En la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, y en la Secretaría de Educación Pública no hay mujeres al frente de las jefaturas de unidad. Existen 3 puestos y ninguno lo ocupa una mujer".
"Por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer percibe, en promedio, 74 pesos. (...) A pesar de que el gobierno federal cuenta con un tabulador de sueldos, este no compensa la desigualdad de género que existe en los puestos directivos. Una menor participación de las mujeres en los cargos jerárquicos más altos tiene un impacto en la brecha salarial".
"Solo el 6% de los puestos de jefatura de unidad en el mayor nivel de ingreso (154,472 pesos) es encabezado por una mujer".
En el estudio, de 33 páginas, se puede revisar secretaría por secretaría, de esa manera que es posible armar el siguiente cuadro de horror: Las 6 secretarías que tienen más brecha salarial son Turismo (-27%) y Relaciones Exteriores (-18%); les siguen Trabajo (-14%) y Función Pública, Gobernación y Economía, con una diferencia negativa de 12% entre lo que ganan hombres y mujeres. Las últimas cuatro, por supuesto, presididas por mujeres.
Estudios como este levantan el telón y permiten ver que la disparidad salarial está lejos de haberse desterrado.
Menos discursos feministas, menos fotografías del presidente de la república con un gabinete presidido a la mitad por mujeres pero que más allá de ese nivel la terca realidad salarial contra ellas persiste.
La supremacía masculina legislativa será parte del pasado en Jalisco. Este lunes se aprobó la distribución de la representación popular en el Congreso del Estado, lo que significa que, de las 38 diputaciones, tanto de mayoría relativa como de representación proporcional, 24 serán para mujeres y 14 para hombres, una composición inédita en la historia de la política en la entidad y del poder legislativo.
Esa tradicional hegemonía es uno de los muchos ejemplos de cómo permea en distintos ámbitos públicos el temor a reconocer los derechos políticos de las mujeres. A los partidos políticos de México se les tuvo que obligar a aceptar la participación de las mujeres y, aunque las resistencias continúan, los resultados y la nueva normalidad política están aquí.
Las recientes elecciones intermedias demostraron, entre otras cosas, que a la mayoría de las dirigencias partidistas les incomodó registrar perfiles que se apegaran a las reglas de paridad; "tuvimos que", dijeron algunos líderes que, aprovechándose de vacíos legales, le dieron la vuelta a escenarios que les permitieran cumplir sin alejarse de sus intereses. Es el caso de las candidatas a presidentas municipales del área metropolitana de Guadalajara, que fueron "palomeadas" en municipios donde una derrota no fuera tan dolorosa. Hicieron sus ajustes pensando en las demarcaciones que ya veían perdidas y donde calcularon un menor impacto negativo, sin embargo, se toparon con sorpresas como la de San Pedro Tlaquepaque. Ahí, por ejemplo, ni interés mostró el partido Movimiento Ciudadano (MC) en realizar encuestas de salida durante la jornada del 6 de junio. ¿Y quién lo diría?, su abanderada Citlalli Amaya continuará la tradición de las alcaldesas al frente de ese municipio.
Acostumbrémonos a la presencia de más mujeres representándonos, pero también vigilemos que no desaprovechen la oportunidad y coloquen la agenda feminista al centro, que atiendan las demandas ciudadanas y no a sus jefes del partido; que asuman la responsabilidad de dignificar la labor legislativa, que hasta hoy ha sido vergonzosa, y finalmente, que se atrevan a formar una bancada de mujeres que deshaga de una vez por todas la disciplina partidista.
En un interesante estudio que realizó el sociólogo francés Alain Touraine, documentado en su libro "El Mundo de las Mujeres", habla de cómo se perciben las mismas mujeres y cómo a algunas de ellas les inquieta e irrita la referencia a un feminismo que consideran parte del mundo político: "La mayoría (de las que participaron en la investigación) tenían una opinión negativa del feminismo por entenderlo como una forma de acción política".
Pero los principales cambios y transformaciones en la vida de las mujeres se han logrado principalmente gracias al trabajo y empuje de otras mujeres, incluidos colectivos feministas.
Los movimientos feministas son parte de la transformación en la vida de las mujeres, porque son quienes han logrado cambiar leyes y que se otorguen a otras mujeres los mismos derechos que a los hombres. Touraine las describe como actores sociales que están totalmente en contra del antiguo modelo de la mujer, pero sin oponerse a los hombres porque "la conciencia de ser mujer no va contra los hombres y sí contra ciertas formas de relaciones entre hombres y mujeres".
"Esas mujeres que a menudo critican con dureza a las feministas viven en una sociedad que ha sido transformada por las feministas, y no sueñan ni con volver a la situación anterior atacada por las feministas ni con invocar el 'eterno femenino'", dice tajante Touraine, que igualmente aplicaría para aquellos a quienes les genera incomodidad o desazón este tipo de medidas.
En el arduo debate entre el feminismo y sus alcances, la vía legal ha sido uno de los principales mecanismos para que haya piso parejo. Sólo así. Si no, ¿de qué otra manera?
A nivel nacional, las mujeres dedican 59.5 horas a la semana al trabajo, incluyendo el pagado o para el mercado y la labor doméstica no remunerada. Esto representa 6.2 horas más respecto a los hombres (53.3 horas).
Debido a la pandemia del nuevo coronavirus, es probable que la carga laboral para el sexo femenino se haya incrementado más durante el año pasado, afirmaron Julio Santaella, titular del Inegi, y Nadine Gasman, presidenta del Inmujeres.
La emancipación de las mujeres de Afganistán fue una prioridad para gobiernos y para muchas organizaciones de la sociedad civil occidentales. Faltó mucho por hacer, aunque se avanzó notablemente. Pero Estados Unidos se rindió. El aeropuerto abarrotado, la gente retacando los aviones o colgándose de ellos si no alcanzó lugar, dejan la sensación de que la potencia traicionó el futuro por el que les animó a jugarse la vida.
Pero al mismo tiempo, encuentro una monumental presión internacional (desde la sociedad) para defender a las mujeres de Afganistán. Para exigir que no se les abandone a merced de los talibanes. Y eso es un poquito de aliento en medio de la preocupación brutal porque el reloj de la historia regrese, no digamos 20 años, sino 5 siglos.
Esa presión internacional debe transitar de buenos deseos a compromisos concretos. Sacar a unas miles de mujeres y darles una vida en Occidente no resuelve la situación para la inmensa mayoría. ¿Está todo perdido? ¿Si Estados Unidos logró sentarse a negociar con los talibanes un pacto de no agresión a sus tropas en el aeropuerto de Kabul, no le alcanza a Occidente para demandarles respeto a las mujeres? ¿De ese tamaño la pequeñez de tantos gobiernos ante un grupúsculo de extremistas mal armados? Porque hasta ahora, una cosa es que los talibanes digan en rueda de prensa que van a ser incluyentes, y otra que a los 3 días ya empezó el retroceso.
Independientemente de que una invasión militar se lleve a cabo como respuesta a un ataque terrorista o por cualquier otro interés económico o político en una región del mundo, para mí, la sola esclavitud sexual o la violación sistemática y masiva de los derechos humanos es razón suficientemente válida para invadir un país y derrocar a su gobierno.
En estos casos, el principio de no intervención se transforma en la obligación moral, ética y humana de intervenir.
Esto pasa hoy en otros países y lo vemos como problema ajeno. Pero nosotros tenemos acá nuestras propias historias de abusos y sometimiento de mujeres que son tratadas como seres inferiores, objetos sexuales o esclavas de servicio doméstico. Allá se llaman talibanes, acá se llaman machos.
Ha sido un agosto acongojante, sobre todo, por la sobrecogedora tragedia del triunfo de los talibanes. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, allí, en esa tierra que nos parece remota, la gente está y estará sufriendo de una manera atroz. Muchos hombres, pero, en especial, muchísimas mujeres, esclavizadas y humilladas bárbaramente por un régimen demencial. Recordemos que las niñas tienen prohibido estudiar (a Malala le metieron una bala en la cabeza por eso) y que a las mujeres ni siquiera se les permite salir a la calle si no van con un varón. ¿Puede haber algo peor? Pues sí: "Los talibanes no han cambiado", declaró a la BBC Freshta Karim, fundadora y directora de una biblioteca móvil en Kabul: "Nos consideran un botín de guerra, así que allá a donde van, fuerzan a las mujeres a casarse con ellos, y creo que esa es la peor venganza que ejercen contra nosotras".
A muchas de esas mujeres profesionales e independientes, como Freshta, las van a ejecutar. O las apresarán, las azotarán, las mutilarán. En realidad ya las llevan matando mucho tiempo: una de las estrategias de estos fanáticos en los últimos meses fue asesinar a las funcionarias afganas. Ha sido una masacre anunciada, en fin, a la que no hemos prestado ninguna atención. Siempre sucede así cuando las víctimas son femeninas. Una atrocidad tan enorme como la existencia de un régimen genocida en razón del sexo nunca parece ser una prioridad diplomática mundial. Contra el aberrante apartheid de Sudáfrica, por ejemplo, se impusieron bloqueos, se tomaron medidas. ¿Cuándo se ha hecho algo semejante por las mujeres?
El 29 de febrero de 2020, el gobierno de Trump firmó un acuerdo de paz con los talibanes que ahora ha desembocado en estos lodos. Lo que me deja atónita es que la única contrapartida que exigía EU era cortar lazos con grupos terroristas, reducir la violencia bélica en el país y negociar con el gobierno afgano. De las mujeres, ni una palabra. Todos sabemos lo que hacen los talibanes con las mujeres, pero no se consideró digno de mención. Y lo peor es que ese ninguneo criminal no tuvo repercusiones en la opinión mundial. Aunque, claro, estábamos sumidos en la 1a. ola del coronavirus. Qué pronto se nos olvida la empatía y la ética cuando tenemos miedo.
La tortura, aniquilación, violación marital y bárbaro maltrato de la mitad de la población de un país no es razón suficiente para molestarse. ¿Derechos de la mujer? ¿Pero de qué tontería estamos hablando?
No [se hablará] de la agonía de las mujeres. Salvo que todos nosotros, ciudadanos de a pie, organicemos un clamor con el tema y seamos capaces de sostenerlo en el tiempo, porque esta tragedia va a durar. Propongo que se organice un corredor humanitario, controlado por fuerzas de la ONU o de la OTAN, que permita sacar de allí a las víctimas. Las afganas son los negros del apartheid de hoy, los judíos del nazismo. No podemos olvidarnos de ellas.
"Después de una larga espera, a las mujeres de Jalisco nos toca decidir", con estas palabras la diputada electa del partido Futuro, Susana De la Rosa, inició el discurso con el que dio a conocer sus compromisos sobre el aborto legal, seguro y gratuito. En nuestro estado, por presiones de grupos de poder ya sea religiosos o de la iniciativa privada, legislatura tras legislatura los y las diputadas han negado el reconocimiento del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, y por lo tanto, han impedido que se les garantice el acceso a una vida digna y segura.
Mientras tanto, las mujeres jaliscienses han sido estigmatizadas y criminalizadas por exigir el pleno respeto y la garantía de sus derechos, tareas a las que el Estado, les ha dado la espalda, incluida la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que en los últimos 19 años ha sido administrada por hombres para quienes el derecho a decidir nunca ha sido una prioridad.
Para muchas personas el anuncio de De la Rosa puede constituir una estrategia política y, efectivamente, ante la sequía en los últimos tiempos de hombres y mujeres valientes que se atrevan a hacer frente a estos poderes fácticos y a ser congruentes con las causas que electoral y políticamente les han redituado, como la agenda feminista o de igualdad sustantiva, este posicionamiento también puede generarle buenos dividendos, pues resulta una luz de esperanza ante la llegada a los congresos y gobiernos de quienes representan los intereses de unos pocos.
Con el movimiento que propone, la también presidenta del partido Futuro se ha ganado el respeto de académicas, estudiantes y activistas feministas que han impulsado la agenda y que reprocharon que al líder moral del movimiento que inició como Wikipolítica, Pedro Kumamoto, le faltara convicción para pronunciarse al respecto.
Por mucho tiempo se ha pensado que Jalisco es un estado conservador, que luchar por estas agendas y por el reconocimiento de todos los derechos para todas las personas es un suicidio político, lo cual no es más que un discurso que niega las realidades diversas que convergen también en la tierra del mariachi y el tequila. Un discurso que invisibiliza las problemáticas que enfrentan día con día los y las jaliscienses.
Susana de la Rosa tiene frente a sí una gran oportunidad para reconciliar a Futuro con el electorado que se decepcionó por la falta de contundencia y claridad del partido y de su "líder moral", pero sobre todo, tiene la oportunidad de legislar y de defender desde la tribuna los temas de vital importancia que han sido menospreciados históricamente. Sí, es una gran tarea, pero no estará sola, habrá un gran número de mujeres en la próxima legislatura a quienes hemos visto en marchas y con pañuelos verdes, que sin duda acuerparán la propuesta. Si su trabajo es auténtico y congruente, seguramente también la sociedad civil, que por años ha sostenido esa lucha, estará de su lado.
Si los hombres se pudieran embarazar, el aborto sería un sacramento.
En los momentos de crispación social es la Suprema Corte quien termina siendo el gran legislador. Esto sucede no solo en México sino en todas las democracias. En aquellos temas que tienen una carga ideológica importante, y por lo mismo un impacto electoral, los poderes sujetos al voto popular, el ejecutivo y el legislativo, prefieren no correr riesgos. Por eso son los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que no están sujetos a los tiempos políticos y tienen un nombramiento por un tiempo definido, quienes terminan resolviendo esos asuntos complejos que los políticos no quieren tocar.
Al igual que sucedió con la despenalización del uso lúdico de la mariguana, lo que revisó la Corte esta semana es si penalizar a las mujeres por la interrupción voluntaria de un embarazo en los primeros meses de gestación es o no constitucional. Dicho de otra manera, si dicha prohibición contradice los derechos fundamentales de las personas, en este caso particular de las mujeres.
El gran avance de esta sentencia está en el reconocimiento de que penalizar el aborto o limitar los casos en que éste pueda llevarse a cabo atenta contra los derechos de las mujeres y estigmatiza el ejercicio libre de su sexualidad. Reconocer a la mujer como el sujeto pleno de los derechos y de su sexualidad pareciera una obviedad, pero no lo es. El discurso y en la práctica, no solo de ProVida o los grupos conservadores, sino en políticos de izquierda y grupos progres, sigue existiendo una clarísima diferenciación en los derechos y las obligaciones del hombre y la mujer, desde las cosas más básicas del trabajo del hogar hasta la sexualidad. Todos, principalmente los hombres, tenemos que reeducarnos.
Lo mejor de la sentencia de la Corte es que no es solo sobre el derecho a la libre interrupción del embarazo, sino que es consecuencia de algo mucho más profundo: el reconocimiento de las mujeres como sujetas plenas de derecho a decidir respecto a su cuerpo, su vida, sus relaciones. No se despenaliza el aborto, se descriminaliza a las mujeres.
Falta mucho tiempo y muchas batallas para que esta decisión se convierta en derecho con plena vigencia en la vida cotidiana, para que el machismo subyacente en nuestra cultura sea erradicado en las familias, las escuelas y los centros de trabajo. Pasarán años, habrá resistencias, manifestaciones de un lado y otro, pero el paso dado esta semana es enorme.
La decisión unánime y contundente que el martes pasado tomaron las ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para declarar inconstitucional penalizar el aborto, a partir de una ley de Coahuila que consideraba delito la interrupción voluntaria del embarazo, allanará sin duda el difícil camino que se contemplaba para Susana de la Rosa, 1a. diputada del partido Futuro para que en el congreso local se alcance también este avance en la agenda de libertades para las mujeres, como se lo ha propuesto.
No sólo la coincidencia en la Corte de señalar que se trata de un asunto jurídico y no de moral, y que no se trata del falso debate de quién está o no a favor de la vida, sino del respeto a la dignidad y los derechos de las mujeres (a la salud, a la autonomía, al libre desarrollo de su personalidad, de la libertad reproductiva e igualdad jurídica), sino el paquete de acciones con que vino acompañada esta reforma histórica como igualar la pena de violación a parejas o concubinos, la instalación de una red de defensores de oficio para liberar a las casi 5,000 mujeres presas hoy en México por haber abortado y asesorar a los familiares de víctimas de feminicidios, así como las licencias de paternidad en el poder judicial por 3 meses, deben establecer una base legal suficiente para que las fuerzas políticas en el congreso local dejen de evadir este tema como lo han hecho siempre, por considerar que es un asunto que polariza y les resta simpatías políticas en un estado que mayoritariamente rechaza este derecho de las mujeres.
Prueba de ello son las fuertes resistencias y dilaciones que siempre han existido aquí, por ejemplo, para discutir la interrupción legal del embarazo para combatir el grave problema de los embarazos en niñas y adolescentes que ampara la Norma Oficial Mexicana 046 que nunca atendió debidamente la Secretaría de Salud argumentando ambigüedades legales en cuestiones de causas y temporalidad, y como consecuencia de ello, asuntos presupuestales.
Las y los diputados locales de Jalisco nunca ayudaron a dar certeza jurídica y eliminar el absurdo legal de que la cópula con una menor de edad no era considerada violación, porque en nuestro Código Penal en el artículo 175 establece que debe ser por violencia física y que sea con una mayor de edad. En el caso de menores de edad, según el artículo 142 del mismo Código, lo considera sólo abuso sexual infantil y no violación.
Ojalá pues el gran antecedente que dejó marcado la SCJN el martes pasado, y por el que ya ningún juez o jueza podrá castigar con cárcel a ninguna mujer que aborte, destrabe omisiones como las que se dieron en este caso en Jalisco, y en el congreso la norma jurídica se alinee a este nuevo enfoque de ver la interrupción legal del embarazo como un tema de libertades de la mujer y de salud pública, para que los gobiernos actúen en consecuencia y asignen los presupuestos necesarios para hacerlo realidad.
La historia de Nath Campos, la joven influencer agredida sexualmente por un "amigo" youtuber cuando estaba tomada, puede ser la que han padecido miles de mujeres en México, de cualquier edad, de cualquier lugar y condición social.
Para ellas significa despertar después de una noche de fiesta, donde se te pasaron las copas y no sabes qué sucedió, estás desorientada y únicamente recuerdas pequeños fragmentos, como flashazos de una escena en donde abusaron de tu cuerpo, de tu vulnerabilidad y tu confianza.
No es culpa del alcohol o porque tomaste demasiado. ¡No! Tampoco es que tú te lo hayas buscado por exponerte. ¡No! ¡La víctima no tiene la culpa, carajo! Estar tomada no significa darle autorización al otro a que se te acerque, a que te toque, a que te agreda, a que te viole. No es dar consentimiento, porque no estás consciente.
Nath compartió abiertamente lo sucedido 3 años después de aquella vez porque no es fácil hablarlo, porque primero necesitó entender y procesar lo que pasó, porque temía ser juzgada como suele juzgarse tantas veces a las víctimas... porque se necesita valor para hacerlo público, porque emocionalmente estás destrozada.
En un video narró cómo en junio del 2017, Ricardo Arturo González -popularmente conocido como "Rix"- la acompañó a su departamento. Esa noche habían salido de antro con un grupo de amigos y ella tomó mucho, estaba muy borracha. Recuerda que esa noche vomitó, que la acompañaron a su departamento, que entró para irse a su cuarto a dormir. Cuando Nath abrió los ojos vio a Rix encima, pero a ella su cuerpo no le respondía. Por la mañana despertó, le gritó, lo echó de ahí.
Nath Campos vivió todo un proceso desde el día siguiente que buscó cobijo en gente cercana, en amigos y amigas que en un principio minimizaron lo sucedido o, incluso, lo vieron como algo "común" o "normal". Pero abusar de alguien porque se encuentra tomada o tomado NO es normal, no podemos ni debemos normalizarlo porque lo "normal" sería ayudar y poner a salvo a la persona que bebió de más, a la persona que está en situación vulnerable o expuesta a cualquier tipo de peligro.
Es ejemplar lo que hizo Nath Campos porque no se calló, porque al denunciar generó una red de apoyo que no minimizó lo que pasó, que la acompañó y cuidó, que siguen a su lado, porque son procesos que no pueden llevarse sola, porque se necesita más que valentía para poder afrontarlos y entender que no eres culpable de lo que te sucedió. Señalar a la víctima es ponerse del lado del agresor.
Por fin, y además por unanimidad como debió ser, la Suprema Corte declaró que en México es inconstitucional penalizar el aborto voluntario.
Así dice la sentencia: "La libertad reproductiva, en su vertiente específica del derecho a decidir, implica que no corresponde al Estado conocer o evaluar las razones para continuar o interrumpir su embarazo ya que pertenecen a la esfera de intimidad de la mujer y que pueden ser de la más diversa índole, lo que comprende razones médicas (físicas y psicológicas), económicas, familiares, sociales, entre otras".
Siempre me pareció un cruel despropósito obligar a una mujer a tener un hijo, negarle apoyo médico y llegar al extremo de encarcelarla si, por la razón que fuere, decidió interrumpir su embarazo.
En varias ocasiones en este espacio he expresado mis opiniones al respecto y, para los que se rasgan vestiduras por esta decisión de la Corte, considero necesario repetirlas.
Tal como quedó establecido en la sentencia, la decisión de abortar o no abortar, y de vivir con las consecuencias que esta decisión pudiera tener, inclusive frente a Dios si se es creyente, corresponde sólo a la mujer.
Una mujer que por la razón que fuere decide abortar, en lugar de recibir una andanada de reprimendas y advertencias, debería recibir toda la ayuda posible del Estado y de la sociedad para que lo que decida hacer lo haga sin poner en peligro su propia vida y sin ser estigmatizada.
Quien prohíbe, y más aún, quien castiga a quien decide abortar, no lo hace en realidad para beneficio de la mujer en cuestión, sino para tranquilizar su propia conciencia.
Me pregunto, ¿qué pensarán todas las personas que se oponen a la despenalización del aborto y proponen, hasta por objeción de conciencia, negar atención médica a las mujeres que deciden abortar? ¿Qué pensarán lo miembros de los movimientos mal llamados "pro-vida" (quienes para dramatizar sus posturas llaman a los cigotos y embriones: bebés) cuando se enteran que una mujer murió porque le practicaron un aborto en condiciones inadecuadas, o que encontraron muerto a un recién nacido abandonado, o un feto en el drenaje? La verdad es que prohibir y castigar abortos no los evita.
Nadie puede obligar a una mujer a tener un hijo. Y si la preocupación de los creyentes religiosos es que las mujeres que abortan cometen un grave pecado, corresponderá juzgarlo a la justicia divina, no a la terrenal.
Las cosas de la vida no son blancas o negras. Hay colores y matices. Cada persona y cada circunstancia es única, individual y diferente a la otra. Cada caso es un caso.
¿Qué derecho tiene cualquier persona a inmiscuirse en las vidas y decisiones de otros?
Lo digo porque es muy fácil y cómodo opinar y dar consejos con el sufrimiento ajeno. Por eso cuando los embarazos premaritales, los abortos, los divorcios y demás ocurren en el seno familiar de los que critican y se oponen a todo esto, terminan tragándose sus propias palabras y escondiendo la realidad.
Le pido, amable lector, como si se tratara de una novela basada en hechos reales, que imagine lo siguiente: una adolescente embarazada luego de haber tenido relaciones sexuales con un imberbe y alcoholizado novio, o a una joven mujer embarazada luego de haber sido golpeada y violada por un asaltante, por un pariente o un sicópata. Imagine la vergüenza y el miedo que sienten y las dudas que tienen acerca de las decisiones que deben tomar y en medio de opiniones de todo tipo.
Imagine todo lo que significa tener un hijo no deseado y que una joven se vea obligada a decidir en unas cuantas semanas y bajo presión el futuro de la vida entera.
Imagine ahora que si decide abortar le negarán ayuda médica hasta por objeción de conciencia, y que, si es creyente, vivirá con la amenaza de un castigo eterno por haber violado la ley de Dios y podría terminar en la cárcel por violar la ley del hombre. Imagine ahora que la adolescente está pensando en suicidarse.
Por último: imagine que esa joven... es su hija.
Ahora, con el corazón en la mano, diga si está de acuerdo en que otros opinen y decidan sobre lo que su hija debe hacer, y que, si su decisión no coincide con la de los demás, la metan a la cárcel y la manden al infierno.
"En las democracias, los votos no deben ser devotos".
El camino todavía es largo, estamos a años luz de que esta decisión que emitió SCJN sea abrazada en respeto dentro de nuestra sociedad. El estigma, el juicio, la "obligación" de ser madre, subsisten al mismo nivel que el machismo en México tan enraizado en los hogares y sus prácticas. No se despenalizó el aborto, no se criminalizará más a la mujer y esta para mí es una victoria de altos vuelos. La maternidad será deseada, elegida o no será. Celebro por todo lo alto como madre, hija, tía, amiga, hermana y mujer.
En una capacitación sobre violencia, una amiga a la que invité a participar empezó a llorar. Mientras explicaban que había distintas formas de ejercerla, que las víctimas no sólo eran aquellas a las que golpeaban u ocasionaban daños físicos, no pudo contener las lágrimas.
La expresión de su rostro cambió. En segundos pasó del asombro a la tristeza, como si acabara de recibir una noticia dolorosa. Era como si estuvieran hablando de ella en cada ejemplo que daban de lo que era la violencia económica, emocional y psicológica.
"Tengo años viviendo violencia, y no me había dado cuenta... o no quería verlo. Lo que hace mi marido es violencia", me dijo en apenas un murmullo, como si hablara para sí misma. Yo lo sabía. Yo lo había visto. No había golpes, pero había muchas otras cosas más.
En México, 4 de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia por parte de su pareja actual o última a lo largo de su relación, según datos del Inegi. Todos y todas conocemos a alguien que es o ha sido una de esas 4 mujeres.
La intimidación y el miedo a "hacerlo enojar"; el total control financiero de los gastos en casa y las amenazas de dejarla en la calle; los insultos y el sometimiento... es algo que muchas han estado padeciendo desde hace años, como parte de la cotidianeidad. Uno de los grandes problemas es ese, cómo se "normaliza", se vuelve algo del día a día, y muchas veces termina aceptándose, tolerándose, padeciéndose.
Hoy cada vez hay más nombres para describir eso que pasa en miles de hogares y relaciones de pareja. "Gaslighting" es como también se le conoce al abuso emocional que se caracteriza por manipular a la víctima, para hacerle dudar de su percepción de las cosas. Ese tipo de violencia se presenta de manera más sutil, no sólo en una relación amorosa o de pareja, también en amistades, en el trabajo o dentro de la propia familia.
La manipulación que se ejerce genera confusión en la víctima, inseguridad, ansiedad y depresión... El término "gaslighting" o "luz de gas" se tomó una película de 1944, con ese mismo nombre, que trata de un hombre que le hace creer a su pareja que está loca para poder quedarse él con la casa.
Este tipo de violencia es mucho más común de lo que pudiera creerse. En una discusión de pareja, por ejemplo, donde las respuestas más comunes son frases como "Ya enloqueciste, estás loca", "Estás exagerando todo", "Deja de imaginarte cosas", "Fue tu culpa"... y la víctima termina por someterse al manipulador.
Sin importar el estrato o condición social, el noviazgo es una etapa desde donde puede vislumbrarse si la pareja es violenta. Siempre hay señales: están en las respuestas agresivas, en las reacciones violentas ante ciertos estímulos, en el carácter explosivo, en lo que hace. Las señales están ahí y necesitamos aprender a reconocerlas y no permitirnos entrar en ese tipo de relaciones, porque la violencia no debe ser ni podemos permitir que sea algo "normal".
La próxima bancada del partido Hagamos en el Congreso de Jalisco anunció su respaldo a la reforma para armonizar las leyes estatales con la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que despenalizó el aborto.
La diputada, Mara Robles Villaseñor, que se mantendrá en el cargo en la 63 Legislatura, sostuvo que es un asunto de derechos humanos que no debe mezclarse con temas religiosos o pretender someterlo a referéndum.
"Es un problema de derechos humanos, la Corte sintetizó años de lucha para finalmente decir que no puede ir a la cárcel ninguna mujer por ejercer su derecho a decidir si quiere ser madre o no. Para nosotros este no es un problema ideológico, ni religioso; los derechos humanos no pueden someterse a votación. Esperamos que el tema se toque de manera sobria en medio de un estado laico y respetuoso", comentó.
La legisladora dijo que trabajan en la elaboración de la iniciativa que presentarán y apuntó que esperan caminar en conjunto con otros partidos como Futuro, que ya se pronunció a favor de legislar sobre el asunto.
Valeria Ávila Gutiérrez, vicepresidenta de Hagamos, afirmó que el poder legislativo estatal debe tomar postura a favor de las mujeres y analizar el tema de la interrupción legal del embarazo desde todas sus aristas. Subrayó que Jalisco se encuentra entre los primeros lugares de mujeres que viajan a la Ciudad de México para realizarse abortos seguros.
"Las mujeres necesitamos esta legislación para tener la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos, entendiendo que hay diversas aristas como la salud pública, pues es un riesgo y sobre todo que las mujeres tengan el derecho a decidir sobre su propio cuerpo".
Inés Martínez, Integrante de la colectiva "Morras ayudando Morras", afirmó que la legalización del aborto es un avance en favor de los derechos de las mujeres y pidió a los legisladores locales que trabajen en el tema y las incluyan en la elaboración de iniciativas.
"Esto no sólo nos libera de leyes misóginas, sino que implica un gran avance en pro de nuestros derechos", dijo.
La interrupción del embarazo fue un delito para las mujeres que decidían practicarlo y para quienes las asistían, con hasta 6 años de prisión, pero el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del pasado 7 de septiembre cambió el escenario despenalizando dicha práctica en las 32 entidades del país, pues hasta hace un mes sólo 4 estados de la república autorizaban el aborto electivo: Ciudad de México (2007) y una década después en Oaxaca, Hidalgo y Veracruz.
Con una resolución como ésta, México se suma a la lista de países latinoamericanos en despenalizar el aborto y crear una ruta de libertad para las mujeres que hasta hace no mucho se veían obligadas o bien a dar término a un embarazo no deseado, incurriendo incluso en tortura por parte del personal médico, o poner en riesgo su vida con prácticas clandestinas. Y es que el aborto legal no significa un aumento en las prácticas del mismo, significa un derecho a decidir y reducir el índice de mortalidad en aquellas mujeres que no reciben atención médica durante o después de un procedimiento y que entre 2010 y 2018 registró más de 90,000 defunciones en el país.
Finalmente, las mujeres pueden celebrar este 28 de septiembre un Día Internacional por la Despenalización del Aborto luego de 31 años de lucha. De hecho la Secretaría de Gobernación recién emitió un comunicado en el que los sistemas penitenciarios del país donde se identificaron casos de personas sentenciadas por interrupción del embarazo inician procesos para trabajar en su liberación.
Sobre la mesa se pondrán cualquier cantidad de teorías, pero la determinación de la Suprema Corte refleja que además de respetar la vida, está observando a la sociedad actual, que tiene claro que la salud reproductiva y los derechos de la mujer han avanzado y las leyes deben ir a la par tomando acciones al respecto, es por ello que a diferencia de países como Argentina, que aprobó la ley en diciembre pasado, en México el fallo fue unánime.
En este momento, despenalización del aborto no es igual a garantías sobre una práctica libre y segura de la interrupción del embarazo en los sistemas públicos de salud, es igual a no criminalización; sin embargo, es un paso adelante en concepto de derechos, una prueba superada para todas las mujeres que a lo largo del tiempo han luchado para defender la libertad de decisión sobre su propio cuerpo. Somos una sociedad con posibilidades que sigue caminando hacia el futuro.
En México sólo 1'327,484 trabajadores tienen ingresos superiores a 5 salarios mínimos diarios (21,255 pesos por mes) y de este pequeño mundo de trabajadores con los mejores ingresos sólo 29% son mujeres.
La brecha de género es una de las problemáticas laborales más persistentes en el mercado nacional: las mujeres ganan menos, son discriminadas con mayor frecuencia, tienen trabajos de alta vulnerabilidad y encuentran más obstáculos para llegar a los puestos de dirección o liderazgo.
Al corte de agosto del 2021, se registró que en términos absolutos son sólo 388,193 las mujeres con un trabajo que les da ingresos superiores a los 21,255 pesos mensuales, lo que representa apenas el 2% del total de la población femenina que trabaja, de acuerdo con cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) del Inegi.
La igualdad de género está lejos de alcanzarse en el rango de empleos con las mejores remuneraciones y la mayoría de las mujeres que trabajan tienen remuneraciones que como máximo alcanzan el salario mínimo diario.
El 38% de las mujeres ocupadas se ubicaron en rangos de ingresos que van desde cero hasta un salario mínimo diario; en otras palabras: 4 de cada 10 trabajadoras gana menos de 4,252 pesos al mes.
Esta situación implica que este 38% de las mujeres que trabajan estaría apenas en los límites o tendría problemas para adquirir la canasta básica, que al corte de agosto del 2021 registró un costo de 3,776 pesos en regiones urbanas, de acuerdo con cifras del Coneval.
Las brechas salariales o la poca representación femenina en los empleos de dirección no son las únicas problemáticas que producen alta vulnerabilidad laboral. Otra de las desigualdades se presenta en el trabajo del hogar y los cuidados, así cuando es remunerado como cuando se lleva a cabo en la propia vivienda sin pago.
Las mujeres representan el 88% del total de los empleados del hogar, una de las ocupaciones más precarias en este país, la mayoría no tiene contratos, prestaciones, seguridad social, acceso a instituciones de salud y en muchos casos ni siquiera jornadas establecidas de trabajo.
De acuerdo con las cifras de la ENOE al corte de agosto del 2021, en México hay 1'893,656 mujeres ocupadas en esta actividad, que fue también una de las más golpeadas por la pandemia COVID-19.
Adicionalmente estas cifras reflejaron que a pesar de que el mercado laboral ya ha recuperado parte de los empleos que se perdieron por la crisis, en el mundo del trabajo remunerado en hogares la recuperación ha sido mucho más compleja.
El poder distorsiona la visión de la realidad: nada genera tantas alucinaciones como el ejercicio del poder. Desde su amlocentrismo el presidente es incapaz de ver otra cosa que no sea ataques en su contra. Todo existe solo en referencia a su persona; antes de él, la nada. Decir que los movimientos feministas son conservadores, que antes no había violencia en las marchas, que hay que sospechar de las manifestaciones porque su única motivación es atacar a su gobierno, es una burda lectura de los acontecimientos o una vulgar manipulación de la realidad, que para el caso es lo mismo.
Una vez más los movimientos de mujeres se le atoraron al presidente en la garganta. No puede con ellas, no las traga porque no están en su esquema mental maniqueo de pueblo bueno contra corruptos abusadores; de liberales contra conservadores; conmigo o contra mí. Su ideal de mujer no grita, no pinta monumentos, no destroza, no reclama sus derechos, solo acompaña al movimiento, a su movimiento o los que él decide que merecen respeto.
La violencia que vimos en la marcha de ciudad de México -una mujer golpeando gratuita y brutalmente a una mujer policía- es absolutamente reprobable, como lo es toda violencia, da igual si procede de una mujer o de un hombre, pero las marchas fueron mucho más que eso. Incluso en algunas ciudades como Guadalajara hubo manifestaciones a favor y en contra del derecho a decidir. Lo importante de las marchas, y eso es lo que el presidente se niega a ver, es que las mujeres han encontrado su propia voz y han decidido cómo y cuándo usarla.
Si algo ha caracterizado a los movimientos feministas es su performance, la capacidad para generar un discurso simbólico más fuerte que el del presidente. En apenas 3 años las mujeres han logrado colocar el reconocimiento de sus derechos a pesar de la oposición de grandes poderes fácticos, como las iglesias, o de poderes constituidos como el congreso federal, los congresos estatales, gobernadores o la propia Presidencia de la República.
Las mujeres siguen rebasando al presidente por la izquierda, y eso no le gusta nada. Cada vez que ellas salen a las calles le recuerdan que el conservador es él, dejan claro que el país es mucho más que las mañaneras y el Palacio Nacional, que hay otras agendas que no pasan por su escritorio y que él no controla.
La peor tragedia para el narciso es que el espejo de la historia no lo refleje a él, sino a otras, así en femenino y en plural.
Ante la imposibilidad de resolver un tema controversial [el aborto] con una resolución que deje satisfechas a todas las partes, y en el entendido de que el ejercicio de la libertad -que tanto y con tanta vehemencia se reclama- debería llevar implícita, siempre, la responsabilidad, quizá la conclusión sea -como indicaba otra de las pancartas exhibidas ayer en alguna de las marchas- que "La mujer decide, la autoridad protege y la sociedad respeta".
Los expertos resaltan que la prevalencia de la violencia sexual en los varones es tremenda; el neurocientífico Eagleman habla en su libro Incógnito de 442,000 agresiones sexuales anuales cometidas por hombres en EE UU y sólo 10,000 por mujeres. Por fortuna, la gran mayoría de los varones no son así, pero las cifras son lo suficientemente elevadas como para comprender que ahí hay un problema. Un conflicto que engorda por las pautas sociales y el prejuicio sexista.
Simone de Beauvoir tenía razón: el machismo no es un problema de las mujeres. Es un problema de los hombres con las mujeres. Y de la sociedad que ampara y calla.
"¿Y tu marido sí te da permiso de trabajar?", me preguntaron un par de veces en entrevistas laborales. "¡¿Cómo?!", respondí la primera vez, moderando mi asombro y tratando de asimilar todo lo que vi detrás de esa pregunta. A varias amigas y colegas, en distintos ámbitos, les han preguntado lo mismo antes de contratarlas.
Detrás de esa pregunta se asoman siglos de estereotipos y la concepción arcaica del rol de la mujer únicamente dentro del hogar; décadas de lucha por lograr una participación equitativa en cargos públicos y de toma de decisiones, con piso parejo e igualdad de oportunidades, donde se garanticen sus (nuestros) derechos.
Pero también está esa dura batalla que día a día millones de mujeres enfrentan en lo privado, dentro de casa, en la vida en pareja, para poder tener voz y decisión sobre su vida, libertad de elegir, de hacer y de crecer, de desarrollarse y ser quienes ellas quieran... sin tener que pedir permiso.
La pregunta resulta tan arcaica e inverosímil como la Epístola de Melchor Ocampo, que hasta hace un par de años solía recitarse para los matrimonios al civil. Un discurso de 1859 que habla de la abnegación como una de las principales dotes de la mujer, quien debe dar obediencia al marido y tratarlo con veneración. Algo que parece permanece aún la psique de miles, que está enraizado en costumbres, donde las relaciones de pareja son de sometimiento y no de iguales.
Este 25 de noviembre millones de mujeres, asociaciones y colectivos salieron a alzar la voz por aquellas que fueron calladas, por las 11 mujeres que en promedio son asesinadas a diario en México. Ayer tomaron las calles para gritar: ¡No estás sola! ¡Ni una más!
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el 25N, busca visibilizar lo que se vive en la calle y los espacios públicos, pero también dentro de miles de hogares y en las relaciones de pareja. Esa violencia que se incrementó y se convirtió en "la otra pandemia" durante el confinamiento por COVID-19.
Uno de los problemas es identificarla, detectarla desde los primeros indicios, en sus primeras formas. Porque la violencia también suele llegar disfrazada de amor, silenciosa, sin que la víctima se dé cuenta de que está siendo víctima.
"Fue cuando pensé: ¿por qué una persona es capaz de hacerme sentir tan mal? ¿Por qué me siento como cucaracha? Si yo sé que no lo soy, y es por todo lo que él me decía", me compartió una amiga sobre cómo descubrió que era víctima de violencia psicológica, "siempre me decía que estaba loca, que yo era de lo peor, pero tampoco se iba ni me dejaba ir".
Como diría el sociólogo Alain Touraine: "La conciencia de ser mujer no va contra los hombres y sí contra ciertas formas de relaciones entre hombres y mujeres". Una relación entre iguales, de respeto, donde salir a trabajar o hasta cenar con amigas sea parte de la comunicación en pareja, no un asunto de pedir permiso.
Las medidas de aislamiento para prevenir contagios por la pandemia de COVID-19, trajeron como consecuencia un repunte de las labores domésticas y de cuidados en los hogares, en particular las llevadas a cabo por las mujeres quienes asumieron la mayor parte de este tipo de responsabilidades.
En 2020, el valor económico de las labores domésticas y de cuidados realizadas por la población de 12 y más años de edad pasó de 22.9% del PIB en 2019 a 27.6% en 2020, el nivel más alto desde 2003, año en que inició su registro el Inegi.
De este monto, las mujeres contribuyeron con 73.3%, mientras que los hombres lo hicieron con 26.7%, es decir, las mujeres aportaron 2.7 veces más valor económico que los hombres, de acuerdo con los resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2020, publicados por el instituto.
Esta publicación permite dimensionar de manera más precisa el aporte que los hogares y, en especial las mujeres, hacen a la economía nacional, al presentar la producción de los servicios del hogar no medidos en la contabilidad nacional.
Las actividades que presentan la mayor contribución al valor económico del trabajo no remunerado de los hogares corresponden a los cuidados y apoyo con 27.9%, seguido de la actividad de proporcionar alimentos con 21.8% y las actividades de limpieza y mantenimiento de la vivienda que contribuyen con 20.7%. La participación cambia respecto a la que se presenta en el número de horas, debido a que el costo utilizado para la valoración de las actividades de cuidados es mayor al utilizado en las actividades de proporcionar alimentos.
Qué pronto lo olvidamos todo. ¿Dónde está nuestra preocupación por las afganas? Entiéndeme: sé que la angustia que sentiste cuando los talibanes arrasaron era real (también la mía). Luego pasan las semanas, las noticias se amontonan, el estremecimiento pierde filo, el horror se almacena en algún lugar de la trastienda mental y ya no horroriza. Nuestros cerebros y nuestros corazones se agitan fácilmente, pero son inconstantes y perezosos (también los míos). Apenas han transcurrido 4 meses y ya no pensamos en Afganistán.
Hace algunos días vi el vídeo de la lapidación de una mujer por los talibanes. Bueno, no lo vi, apenas me asomé: era demasiado atroz, insoportable. Fue grabado en 2021 y en Afganistán. Ya no está en las redes: lo retiró la misma persona que lo había colgado, Noor Ammar Lamarty, por miedo a que despertara un interés morboso. Noor nació en Tánger y a los 18 años se vino a España a estudiar Derecho. Ahora tiene 23; trabaja por una perspectiva feminista del Derecho, es periodista especializada en temas de mujeres y ha fundado la revista jurídico-social WomenByWomen. Es una hacedora de futuros, una guerrera en la frontera del mundo árabe, la avanzadilla de las nuevas generaciones que están heredando la Tierra.
En colaboración con un despacho legal español, Noor estuvo pidiendo solicitudes de evacuación para juezas y fiscales afganas en riesgo de muerte. Algunas habían encarcelado a talibanes y ahora tenían que cambiar clandestinamente de domicilio cada 2 o 3 días. Una había perdido a todos sus colaboradores. Los habían asesinado a todos salvo a ella, que había logrado permanecer escondida (pero ¿por cuánto tiempo?). Mientras gestionaba estas ayudas, Noor cayó en la cuenta de que había muchas más mujeres afganas aún en peor situación, como las periodistas y las artistas, por ejemplo, que salieron públicamente sin velo en los medios de comunicación y cuyos rostros son conocidos. Están en gravísimo peligro. Hay que sacarlas de ese infierno.
El problema (y el escándalo) es que en el Derecho Internacional no existe un supuesto de persecución basado en el sexo para pedir asilo. Se puede solicitar por raza, religión, nacionalidad o pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas. Hay alguna directriz que habla de persecución por motivos de género, pero resulta ambigua y no es vinculante. Puro papel mojado. De manera que, para poder sacar a las mujeres de Afganistán que son perseguidas sólo por el hecho de querer controlar sus propias vidas, hay que recurrir a alambicadas artimañas legales, como sostener que su ambición de ser igual de libres que los hombres es una opinión política, en vez de un problema sangrante y esencial de derechos humanos, o como argumentar que estas mujeres pertenecen a un grupo social (que más de la mitad de la población mundial constituya un grupo social tiene bemoles). Todo este disparate legal tiene un origen: el rutinario sexismo, el desdén hacia las mujeres, la consideración de que somos seres secundarios. Porque además reconocer la persecución por sexo no implica que automáticamente todas las mujeres de un país puedan reclamar asilo, sino aquellas en riesgo por haberse significado. No sé cómo lo consentimos, maldita sea. Como he dicho antes, somos más de la mitad de la humanidad: ocupemos nuestro lugar, abramos la boca y reclamemos a voz en grito nuestros derechos.
Los asilos no se tramitan en Afganistán, así que primero necesitan conseguir un salvoconducto para poder ir a Pakistán; pero, incluso si logran ese papel, no pueden hacer el viaje solas, porque los talibanes lo prohíben; para poder salir a la calle necesitan ir acompañadas por su guardián legal: el marido, si lo tienen, o, si no, el padre o un hermano. Así que por cada salvoconducto difícilmente conseguido hay que desperdiciar otro, que podría salvar a una mujer, para dárselo al varón que la acompaña. Y esto sólo las lleva a la ratonera paquistaní de Islamabad, en donde las mujeres languidecen en penosas condiciones durante meses a la espera de un asilo que sólo se concede a cuentagotas y, como he dicho, sin reconocer la clamorosa causa que lo origina, la discriminación por sexo. No podemos permitirnos olvidar la indefensión descomunal de las afganas. Hermanas dragonas, abramos la boca y escupamos fuego.
En uno de los tantos pleitos de pareja que tuvieron, su marido la amenazó con dejarla en la calle y que, si se separaban, no le daría "ni un quinto". Me contó que estaban casados por bienes separados; ella se había dedicado al hogar y todo lo que tenían estaba a nombre de él. Mi amiga tenía miedo tan sólo de pensar lo que significaría un divorcio.
Su historia bien puede ser la de miles de mujeres que han vivido enfocadas a las tareas domésticas no remuneradas, que histórica y culturalmente han sido asignadas o asociadas con el rol de las mujeres. Son labores por las que no perciben ingreso alguno, mucho menos prestaciones y ni se diga contar con algún sistema de ahorro.
Dedicarse al hogar no es asunto menor. Al encargarse de las labores domésticas y de cuidado, la pareja también está aportando y no sólo al proyecto de familia sino también a la economía nacional; son servicios que tienen un valor y pueden cuantificarse.
De acuerdo con datos del INEGI, en el 2020 las tareas como cocinar, lavar, limpiar, planchar, cuidar y abastecer la casa, así como el cuidado de otros miembros de la familia, tuvieron un valor económico de 6.4 billones de pesos, equivalente a 27.6% del PIB del país. Las mujeres contribuyeron con 73.3% de ese monto y los hombres con 26.7%. Es decir, son más mujeres que hombres quienes se dedican al hogar sin alguna remuneración.
Este escenario, en pleno siglo XXI, ya no puede pasar desapercibido. Incluso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sentó las bases para divorcios más justos: determinó el año pasado que al cónyuge que se dedicó preponderantemente al hogar y la crianza de las hijas e hijos se le pague una compensación económica. Esto, independientemente de que se hayan casado bajo el régimen de separación de bienes y aunque la legislación local no lo prevea expresamente.
Los divorcios suelen estar ligados a procesos desgastantes y las separaciones venían siendo históricamente ventajosas para quienes sostenían económicamente el hogar; es decir, en perjuicio de las mujeres. Basándose en el principio de igualdad entre cónyuges, la SCJN estableció que la indemnización económica sea de hasta el 50% de los bienes adquiridos durante el matrimonio.
Se trata de una decisión que impactará en cientos de familias, para remediar situaciones de desigualdad o desequilibrio económico, donde las mujeres han sido desde hace siglos las más desfavorecidas. Polémico o no, disminuirá la incertidumbre y vulnerabilidad económica de quién estuvo colaborando con las tareas del hogar porque, al fin, estos temas están sobre la mesa.
Las mujeres probablemente nos tenemos que rebelar más contra la religión, no pensada como un acto de fe, porque una puede tener fe en el Dios que le parezca. Pero dentro de las distintas religiones, hay hombres en las jerarquías eclesiásticas que van poniendo normas y que a las mujeres nos han complicado la vida a lo largo de los años y en muchas cuestiones.
Decir que las mujeres víctimas de violencia son culpables es estar del lado del victimario... Necesitamos dejar de culpar a la mujer de ser agredida por cómo viste, por ir a fiestas, por andar sola de noche o beber, por abrir la puerta de su casa, por haber confiado... Dejemos de juzgar. La violencia contra las mujeres muchas veces comienza en el hogar, y más que alguien que las señale, buena falta hace el trabajo en prevención y educación, así como en su atención para que no siga perpetuándose.
Uno de los postulados sustantivos de la democracia es la igualdad: todos los seres humanos somos iguales, predica. Sin embargo, aun cuando las condiciones de la mujer han mejorado, están lejos de ser óptimas: prevalece la violencia en su contra y continúan los feminicidios; los salarios de las trabajadoras siguen siendo inferiores a los de los hombres y las oportunidades laborales o de representación política, con frecuencia, se encuentran manchadas por la "solicitación de favores", el "moche", el "diezmo" y otras prácticas humillantes. En resumen, continúa infravalorándose la inteligencia y capacidades femeninas.
Desde principios del siglo XX, básicamente por razones de orden económico, el rol de las mujeres ha venido modificándose. Las Guerras Mundiales obligaron a sustituir la mano de obra de los hombres por la femenina y la necesidad de cuadros directivos intermedios propició su ingreso a instituciones educativas medias y superiores. El resultado ha sido que la mujer dejó solo de ser cuidadora de pequeños para transformarse también, en un factor importante para el desarrollo. La sociedad se abrió.
Cierto, las cosas no son como deberían, pero tampoco es el vaso medio vacío. Existe un mundo sin límites en el horizonte; el reto es perseguir nuestras ilusiones. No solo es el señalamiento de la injusticia, también es la suma de nuestras manos y corazones para combatirla. Siempre he creído en la complementariedad. Juntos, los seres humanos de cualquier condición social, creencia, género y preferencias, podemos reducir las distancias que nos separan y, corriendo el riesgo de que me señalen de sexista, creo, irreflexiva y ciegamente, que el ser más hermoso, inteligente y noble de la creación es la mujer.
Recuerdo cuando fui a mi 1a. marcha por el #8M, éramos pocas mujeres apenas reconociéndonos entre nosotras, no imaginé que un año después, en 2020, seríamos 35,000 mujeres tomando las calles de nuestra ciudad. Ahí estábamos todas unidas por el mismo hilo transparente e incómodo, con el corazón acelerado y la mano temblando al escribir en cartulinas los nombres de las mujeres que ya no pudieron estar, con la voz vibrando lo más fuerte posible, con el miedo escapándose de nuestros cuerpos a cada paso que dábamos, ¡es que ahí fue donde muchas despertamos! El miedo se fue y nos subimos a la ola que años atrás venía creciendo del otro lado del mundo.
Luego vino la pandemia, y así, de un año a otro, dejamos de encontrarnos. Si usted creía que en esa pausa nuestro movimiento también se iba a detener, ya vio usted que no fue así. Esa semilla germinó. Ni una pandemia nos pudo detener, nos mudamos a las redes sociales, las conquistamos, hicimos grupos de difusión para compartir nuestras experiencias, pues en esta lucha, es importante recordarnos entre nosotras que nuestros pasos no son los que están mal dados, que es el camino el que no está diseñado para nosotras.
Nos la hemos ingeniado para que este movimiento que exige igualdad, siga creciendo, y confirmo que es así cada que las mujeres ocupamos espacios donde antes no estábamos, cuando nos veo orgullosas de nombrarnos feministas, cuando veo a miles de mujeres atreviéndonos a romper el silencio denunciando a nuestros agresores. Pero aún falta mucho por hacer. Aún sigo viendo noticias todos los días de mujeres asesinadas por quien dijo amarlas alguna vez, aún seguimos encabezando las listas de los primeros lugares en embarazos adolescentes y abuso sexual infantil.
Deseo que llegue el día en el que entendamos que lograr la igualdad es un asunto en el que hay que jalar parejo hombres y mujeres. Ya que por cada mujer violentada, hay un hombre violento, por cada niña violada, hay un violador, por cada mujer asesinada hay un feminicida. Tengo la esperanza de que cada vez haya más hombres atreviéndose a cuestionar y desmontar este sistema patriarcal que tanto nos daña como sociedad, pues cuando eso suceda habremos entendido que el feminismo nomás viene a dejarnos libres e iguales.
Por lo pronto en este nuevo 8 de marzo, nosotras nos volvemos a encontrar en las calles para seguir emparejando el camino para las que vienen detrás. Estamos juntas y fuertes.
El acoso y el hostigamiento sexual han tenido históricamente la función de desalentar la presencia de las mujeres en el espacio público, explicó Guadalupe Ramos Ponce, coordinadora del Comité de Latinoamérica y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem).
"Las mujeres fuimos confinadas al espacio privado, al ámbito doméstico, y los hombres al espacio público, al ejercicio de gobierno, a trabajar y estudiar. Cuando las mujeres irrumpen en el espacio público en trabajos, escuelas, en las calles de distintas maneras, la forma de desalentarlas es a través del acoso y del hostigamiento sexual y laboral. Es una forma de decirles tú no perteneces aquí, vete porque vas a estar viviendo estas violencias".
Dijo que el hecho de que no haya un número importante de detenidos y sentencias y resoluciones por acciones de acoso sexual es porque la justicia en México no lo toma en serio como algo que sea sancionable, algo que pueda constituir un delito.
"Cuando hacemos un análisis de las violencias contra las mujeres, lo último en tener jurisprudencia es el acoso y el hostigamiento sexual. Los propios jueces consideran que no es una conducta sancionable, seguramente porque ellos también la cometen", opinó.
Agregó que el combate al acoso sexual queda en simulación porque la normativa en sí misma no basta, "no es suficiente sobre todo cuando se trata de un tipo de violencia tan normalizada, tan naturalizada socialmente, que habría que buscar primero su deslegitimación social y no solamente la jurídica".
"Cuando ando en la calle sola no uso faldas ni shorts porque no me siento segura, ya cuando salgo con mi esposo sí me doy esa libertad", cuenta Karla. A la joven le subieron la falda cuando abordaba el camión en Guadalajara. Un hombre se aprovechó de que ella estaba pagando su pasaje para intentar tocarla. Y a pesar de que fue a la vista de todos, nadie dijo nada, nadie la ayudó. Se quedó de pie todo el trayecto con el susto y el coraje hasta que llegó a su trabajo.
Pese a los avances que ha concretado Jalisco para contener la violencia de género, que incluyen reformas legislativas, la puesta en marcha de dos Centros de Justicia especializados e incluso cambios reglamentarios a nivel municipal, el combate al acoso sexual contra las mujeres sigue siendo una simulación.
7 de cada 10 mujeres han reportado acoso sexual en el estado, de acuerdo con la encuesta elaborada por la organización Jalisco Cómo Vamos (2018). La calle, el transporte público y las paradas de camión son los lugares donde dijeron que son acosadas más frecuentemente.
Desde 2008, el Código Penal de Jalisco describe que se castiga con hasta 4 años de prisión a quien "con fines o móviles lascivos asedie o acose sexualmente a otra persona de cualquier sexo".
Pero la batalla en contra de este delito es solamente una simulación si se revisan los resultados de las autoridades. Aunque en la última década 2,589 víctimas (93% son mujeres) han denunciado ante la Fiscalía de Jalisco hostigamiento y acoso sexual, solamente reportan 3 sentencias entre 2011 y 2021.
Los datos mencionados se obtuvieron por medio de respuestas de información vía ley de transparencia, en las cuales también se da a conocer que al menos 372 de las víctimas eran menores de edad.
Ni siquiera el Centro de Justicia para las Mujeres, que depende de la Fiscalía de Jalisco, informó el número de mujeres atendidas por acoso sexual, pues respondió por Transparencia que sólo registran los casos de violencia sexual en general, ya sean violaciones, acosos, abusos, hostigamientos, entre otros delitos.
Las movilizaciones realizadas ayer en diferentes ciudades del país, ya estaban marcadas por la advertencia presidencial desde la mañanera, que acusaron el uso de marros, picos y bombas molotov. "Eso no es feminismo", sentenció el presidente, y en 2 segundos se inclinó por la percepción negativa, desacreditante.
¿Pero cuál es la realidad? Vayamos al extremo más grave: los feminicidios. En este sexenio, según las cifras oficiales, se registraron 973 en el año 2019; 978 en 2020 y 1,004 el año pasado. Siempre en ascenso, durante el gobierno de la 4a. Transformación. ¿De nuevo hay que explicarlo por la herencia neoliberal?
Como es sabido, la problemática está perfectamente diagnosticada. A pesar del discurso político basado casi siempre en percepción y proyectos de grupo, existen estudios más serios y realistas que razonan la situación de la mujer mexicana.
¿Cuándo desaparecerán las marchas del 8M? Cuando las demandas de las mujeres sean atendidas. Pero, ¿cómo resolverlo si no destinan recursos económicos para ello? Ejemplos: en el DIF Guadalajara, para la atención a las mujeres violentadas y en situaciones de precariedad, destinan alrededor de 6 millones de pesos este año.
La Secretaría de Igualdad Sustantiva, dependencia del gobierno estatal más visible para el sector, tiene un presupuesto total de 370 millones de pesos, y un porcentaje no mayoritario atiende programas específicos para ellas. Sí, se impulsan políticas transversales para que otras dependencias de gobierno destinen recursos a beneficio de las mujeres, pero siempre son mínimas.
Importa decirlo: si mejoran las condiciones de la población femenina, en automático nos rescatamos todos. Pero falta que nos demos cuenta.
El 12 de abril de 2019, el Ayuntamiento de Guadalajara aprobó sancionar con 36 horas de arresto o multas que van de las 30 a los 60 Unidad de Medida y Actualización (hasta 5,080 pesos) a las personas que acosen sexualmente a otras en las calles.
Desde entonces, y hasta febrero de este año, la Policía de Guadalajara ha detenido a 34 personas por acosar sexualmente a alguna mujer en las calles del municipio, según información obtenida mediante Transparencia.
Un total de 19 hombres fueron sancionados con el arresto de 36 horas, 12 más prefirieron pagar una multa de miles de pesos, uno de ellos era menor de edad y fue entregado a sus familiares, uno más hizo trabajo social y el último tomó un curso de concientización.
La multa más alta, hasta el momento, la pagó un joven de 20 años de edad por 4,348 pesos, tras haber sido señalado de acoso el 25 de marzo de 2020 por una mujer de 36 años.
También el Ayuntamiento de Zapopan hizo modificaciones a su Reglamento de Policía para multar o arrestar hasta por 36 horas a los acosadores, pero el municipio no ha aplicado ninguna sanción desde esa fecha, contestó el área de Transparencia. "La Dirección de Juzgados Municipales no tiene datos de algún juez municipal o algún detenido o retenido por la falta administrativa de acoso sexual callejero", informó.
Sin embargo, como delito de acoso sexual, estipulado en el Código Penal del Jalisco, sí dio cuenta de 52 reportes y un detenido en 2020.
El acoso sexual callejero es una agresión a la mujer que la pone en situaciones de vulnerabilidad que afectan su estado de ánimo, sus emociones y su rutina, remarcó Giovana Cortés Campos, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
"Se experimenta una especie de estrés post traumático que tiene que ver con la normalización del acoso callejero. Se les hace sentir a las víctimas que es su culpa", explicó. Señaló que lo anterior impacta directamente en la autoestima de la mujer, pues en muchos casos las víctimas se vuelven inseguras de mostrar su cuerpo.
También dijo que se vuelven más vulnerables o susceptibles a recibir actos de acoso sexual.
Comentó que la gravedad del daño varía mucho en la frecuencia o el tipo de apoyo que tenga la persona. "No es lo mismo la mujer víctima que llega a casa y lo narra, y recibe esa protección o seguridad de hacerle entender que no es su culpa, a que llegue a casa y sea una familia machista donde la mamá o el papá le digan que ella sabe que no debe vestirse así".
Con el fin de analizar posibles ajustes en la ley para prevenir y erradicar el acoso a usuarias del transporte público, se instaló en el Congreso del Estado una mesa para revisar el asunto.
La diputada Mónica Magaña, presidenta de la Comisión de Movilidad, explicó que la intención es generar condiciones de seguridad en la movilidad ordinaria de las mujeres. Argumentó que el tema se toca solamente en un artículo de la ley, por lo que debe ampliarse para incluir la visión de las mujeres. "A través de la ley podemos influir en la vida de las mujeres para que andemos sin miedo en las calles, poder usar el transporte público de una forma segura y no ser víctimas de acoso al ir al trabajo o a la escuela", comentó.
Añadió que las principales problemáticas que identifica son el acoso a las mujeres en el transporte, por lo que anticipó que políticas públicas como Puntos Púrpura pueden ampliarse y quedar en ley. El secretario de transporte, Diego Monraz Villaseñor, sostuvo que han trabajado con la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres (SISEMH) en campañas de información y promoción de la denuncia ante cualquier situación de acoso en el transporte público.
Sobre este tema, apuntó que realizaron campañas de sensibilización entre usuarias y usuarios del Tren Ligero y agregó que capacitaron a operadores del Peribús, quienes recibieron un curso. Además de que tuvieron campañas informativas con los usuarios.
"No está sirviendo de nada que el acoso sexual sea un delito en Jalisco, las autoridades deberían preguntarse qué está fallando, si las formas de reaccionar o que hay mucha burocracia para denunciar y seguir los procesos". - Laura
"En el transporte público los hombres se me pegan y busco la manera de cubrirme o moverme y ninguna persona me ayuda a detener eso". - Viridiana
"Nadie hace nada, las personas en el transporte público ven que te acosan y no te ayudan. No me siento segura caminando en la calle ni de día ni de noche. A cualquier hora ves personas que te gritan, te miran muy feo. No puedo estar vestida de la manera que yo quiero libremente porque te dicen de cosas". - Cristina
"En una ocasión me pasó que saliendo del trabajo afuera de un mercado, cuatro señores me empezaron a gritar de cosas. Tengo que estar acompañada para salir después de las siete de la noche y trato de usar pantalones y no faldas". - Nitzia
"Cuando voy en la calle los hombres se me quedan viendo y me empiezan a decir cosas. No me siento segura en la calle y la autoridad no le toma importancia". - Nancy
"Mamá, ya sé que están muy molestas, pero ¿por qué pintan y destrozan las cosas?", me preguntó mi hijo mientras cenábamos y empezamos a hablar de las marchas del #8M.
Pensé contestarle que a diario son asesinadas 10 mujeres en el país y que todos los días son agredidas miles más, en su casa y en la calle; que hay quienes salieron a la escuela, a trabajar o a una fiesta, y que jamás volvieron, que desaparecieron y su familia está muerta en vida sin poder encontrarlas... o que muchas otras, niñas y grandes, son halladas, pero ya muertas. ¿Cómo explicarle a un pequeño lo que parece una pesadilla?
La pregunta de mi hijo refleja la visión de un niño, que -sin el cruel y crudo contexto de violencia de género que se vive en el país- se centra en los destrozos de una manifestación. Una visión infantil que también comparten algunos adultos. Pero una marcha que convoca y une a miles de mujeres no puede quedarse únicamente en el "cómo" fueron las protestas, cuando lo importante y lo de fondo es el "por qué" salen y toman las calles para alzar la voz.
Más allá de los destrozos (y sin justificarlos) las marchas del #8M en el país fueron pacíficas, con hechos aislados de violencia, a diferencia de otros años donde hubo severos enfrentamientos. Este año, el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, fue punto de encuentro para colectivos, familias y diversos contingentes, que se unieron en una sola voz: la que exige un alto a la violencia, no más feminicidios, no más miedo de salir a la calle.
En la Ciudad de México hubo cerca de 80,000 mujeres manifestándose. A las imágenes de bardas y pisos grafiteados de verde y morado, también se sumaron aquellas de feministas que fueron regalando flores a las policías y acercándose a abrazarlas, pidiéndoles disculpas si alguna otra las agredió. Me quedo con lo que vi en esos videos donde las policías capitalinas fueron recibidas entre gritos y aplausos cuando se unieron a la marcha; mujeres uniformadas de negro, levantando el puño y gritando: "¡Policía presente, se une al contingente! ¡Policía consciente, se une al contingente!".
Yo me quedo con esas imágenes, porque eso refleja muchísimo más de lo que somos. Porque en todas las marchas hay diversas expresiones, pero siempre con un mismo motivo. Porque son mujeres que alzan la voz y salen a tomar las calles en nombre de todas. Porque eso que a diario sucede en nuestro país un día me puede tocar a mi, a una hermana, a mi mamá, a una amiga...
Mi hijo seguirá preguntando y tratando de entender lo que sucede en el mundo de los adultos. Ojalá sepamos hacer un buen trabajo para que las niñas y niños de su generación logren mejorar el mundo que hoy le estamos dejando y mañana ya no sea necesario salir a marchar para que dejen de asesinar mujeres.
En ese mosaico viviente que recorrió las avenidas y se manifestó en los centros históricos del país la semana pasada coincidieron muchas mujeres, de todas las edades, que al unísono mostraron el valor y el poder de la sororidad, un concepto para muchos indiferente y que en el diccionario de la Real Academia Española se incluyó apenas hace 4 años, pero que cada vez tiene más peso en las mesas de diálogo como amalgama política que une consciencias en las sociedades.
Y es que la sororidad que existe entre madres e hijas, entre hermanas o entre mujeres desconocidas que se ven en el espejo de otras y permiten que esas otras se vean en el suyo es el resultado de saber que tienen un objetivo común y que, sin conocerse, pueden crear vínculos y alianzas para hacerse escuchar, para clamar justicia, para crear colectivos, para buscar desaparecidos, para mostrarle al mundo que no importa cuánto tiempo pase, cuando ellas hablan los gobiernos callan y tiemblan.
Esa sororidad que gana los titulares el 9 de marzo, luego de las manifestaciones, de los discursos y de los estragos, es la que debemos fomentar bajo nuestro techo, a nuestras hijas e hijos, para hacerles saber que esas mujeres que salen a las calles buscan un cambio también para todas aquellas que no lo hacen, que sus consignas son el resultado de las deudas que las autoridades tienen pendientes durante los 365 días anteriores. Es por ello que año con año los estragos son menos aunque las cifras de feminicidios sean más alarmantes.
Quizá esa sororidad en movimiento deje de ser noticia cuando las manifestaciones se apaguen, cuando las respuestas en las fiscalías sean una obligación mañanera, cuando los feminicidas, los agresores y los depredadores reciban la sentencia correspondiente y las víctimas y sus familias dejen de tomar las calles recordándole al gobierno su indolencia.
Quizá el país deje de teñir sus calles de colores cuando llegue la transformación anunciada, la que haría el cambio que México esperaba y que está en marcha desde el mismo 2018 en que la sororidad llegó al diccionario; sin embargo, mientras llega ese día, el feminismo se afianza como una fuerza política que se manifiesta los 365 días del año y que no dará un paso atrás en su camino hacia una equidad cada vez más cercana.
Todavía me emociona recordar la manifestación del 8 de marzo de 2019 en Madrid, una de las más grandes marchas feministas de la historia y del mundo. Participamos 370,000 personas, según la policía, y tal vez un 30% o más eran hombres. Había muchísimos jóvenes: me sentí como si mi generación estuviera pasando el testigo. Fue una inmensa fiesta de reafirmación que reivindicaba a todas las mujeres que el machismo oprimió. Fue una explosión de fuerza y de luz.
Y ahora henos aquí, 3 años después, con el feminismo dividido y 2 marchas convocadas al mismo tiempo en Madrid. La oficial y la alternativa (50,000 y 6,000 participantes respectivamente, según la delegación de gobierno). La alternativa, ya saben, era la que defendía la abolición de la prostitución y estaba en contra de la ley trans. Dos posiciones que no comparto. Todos queremos que la prostitución acabe, pero para eso hay que llevar a cabo un esfuerzo educativo colosal y un profundo cambio social que no afecta sólo a las prostitutas. Porque me resulta chocante que la gente diga: ¿acaso son libres las mujeres para escoger la prostitución? Cierto, probablemente 999 de cada 1,000 no desean ser meretrices, pero creo que tampoco se escoge libremente trabajar en un matadero, por ejemplo, dicho sea con todo respeto hacia los matarifes (el mismo respeto que tengo hacia las prostitutas). Esto es, hay un problema de explotación laboral que es mucho más amplio. Pero repito: todos queremos que la prostitución acabe, en lo que diferimos es en la vía. Y para mí es obvio que, si prohíbes a las mujeres ofrecer sus servicios libre y directamente, estás fomentando al intermediario. Es decir, a los proxenetas. Pasó lo mismo con la ley seca. Las prohibiciones engordan a las mafias.
En cuanto a los trans, los opositores a la ley han aportado críticas interesantes, como los posibles conflictos en las competiciones deportivas, pero tengo la sensación de que la mayoría desconoce lo que es la transexualidad. La confunden con el travestismo (que es muy lícito, pero no tiene nada que ver) y creen que es un capricho de personas de aspecto muy llamativo y pechos siliconados y reventones. Ignoran que la mayoría de los transexuales son discretísimos y aspiran al anonimato (estoy segura de que todos conocemos personas trans sin saberlo); que no es un capricho, sino una necesidad biológica, y que además hay un 25% de transexuales que nacen mujeres pero se sienten hombres. De esos nunca hablan.
No escribo este artículo para combatir el abolicionismo o defender la ley trans. Sólo he dado un par de pinceladas para mostrar que disiento y que tengo argumentos. Pero, aunque estuviera del todo equivocada, estas ideas mías y esta discusión siguen siendo necesarias en el movimiento feminista, como me parece esencial que permanezcan dentro de él las más radicales abolicionistas, aunque yo crea que están erradas. Por eso este año no he acudido a ninguna de las manifestaciones, aunque compartiera los valores de la convocatoria oficial. Pero no podemos permitirnos partir el feminismo. Es prioritario que logremos mantener al mismo tiempo la unidad y el debate. Una de las abolicionistas dijo en Twitter: "Nadie es marxista si no está de acuerdo con los principios del marxismo (...) Nadie puede decirse feminista si defiende cosas contrarias a la agenda feminista" y, de no ser por la pena que sentía, me hubiera partido de risa, porque no ha habido más cismas, enfrentamientos y peleas por ver quién es más puro que entre los mil y un grupúsculos marxistas. Mal ejemplo, querida. Pero, además, es que el feminismo no es una ideología, por fortuna. No es un sistema cerrado de ideas, sino un grandioso movimiento cultural y social que está cambiando el mundo. Por eso hablamos de los feminismos, porque es una revolución plural en construcción desde hace siglos, desde la querelle des femmes o querella de las mujeres, que comenzó Christine de Pizan en 1405 con su libro "La ciudad de las damas", o incluso desde antes, desde el amor cortés del siglo XII y las poderosas abadesas medievales. Opinar distinto sobre la prostitución o los trans no es algo malo. El problema es que algunas se sientan dueñas absolutas de la verdad y las únicas con legitimidad para decidir quiénes son feministas o no. Eso, amigas, no se llama feminismo. Se llama dogmatismo.
Ni todas las protestas, ni todos los "destrozos", ni todas las mujeres que nos faltan han podido erradicar el discurso de "también a los hombres los matan y los desaparecen".
Qué tan arraigado está el machismo en esas personas que ni siquiera se han puesto a pensar que tuvieron una madre, posiblemente tienen hermanas, hijas y amigas que, al igual que Debhani, Quimberly o Vanesa Gaytán, quien el lunes cumplió 3 años de haber sido asesinada afuera de Casa Jalisco, podrían ser víctimas de la violencia feminicida.
Me pregunto si también a ellas se les desestimaría y juzgaría como desestiman cada caso de alguna mujer que es desaparecida o asesinada. ¿Qué pasará por la cabeza de las personas que, aun cuando la ley tipifica los delitos de género (delitos manifestados cuando el hombre ejerce poder sobre la mujer), siguen justificando que "también a los hombres los matan", y por ello minimizan el tema?
El caso de Debhani, de Quimberly, de Vanesa, de las 10 mujeres que en México son asesinadas cada día de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, no son casos aislados, y cada uno representan la realidad que vive el género en el país, y pese a ellos, todavía hay quienes buscan minimizarlo.
Dolió ver todo lo que ocurrió detrás del caso de Debhani, pero más dolió el juzgamiento a la víctima, a los padres, a las amigas. ¿Por qué hay personas que están más preocupados por señalar a las amigas que la dejaron al salir de la fiesta, que por los hombres que estuvieron involucrados en el caso, que no la ayudaron, la violentaron y dejaron que el cuerpo la joven, de solo 18 años, terminara dentro de una cisterna?
Eso es lo que debería de doler, que son ellos mismos quienes están ocasionando la violencia feminicida contra la cual lucha cada mujer desde su trinchera, por la cual salen a marchar y manifestarse, porque ellos, al justificar lo injustificable siguen replicando la cadena que pareciera no tener fin.
Porque no se trata de prevenir que una mujer salga, que no vaya de fiesta, que se vista de tal o cual manera para no correr riesgo, sino de que existan las condiciones de seguridad para que puedan hacerlo y regresen con bien a casa. El "prevenir" no está en poner en pedestales y cajas de cristal a las mujeres, sino de reeducar, de ser más sensibles, de callar cuando no se tiene nada bueno por decir.
No, no es que sea una utopía que una mujer pueda ejercer su libertad de manera segura por la situación que se vive en México, sino porque la violencia feminicida impera desde que una persona se niega a entender que no es lo mismo un asesinato de un hombre que el de una mujer por ser mujer, que incrimina qué hizo mal la víctima para terminar siendo violentada, que busca contraponer opiniones para que sean ellas quienes terminen siendo mal vistas.
¿Cómo comenzar a reeducar? Sí desde las infancias erradicando micromachismos, pero también comenzando a cobrar conciencia al pensar: ¿Qué pasaría si la siguiente víctima fuera alguien de mi familia o alguien cercano a mí? ¿Me gustaría que la juzgaran o preferiría que los violentadores sean castigados por el daño hecho?
No será posible comprender qué es lo que ocurre y cómo lo viven las víctimas directas y sus seres queridos sino hasta que comencemos a ser más empáticos y nos pongamos en los zapatos del otro. No es qué hicieron ellas mal, es qué estoy haciendo yo para cambiar la situación.
No me cuadra quejarse del machismo, criar hijos machos y decirles que te levante el plato tu hermana, que te haga la cama tu hermana. Esto me mata. Para mí el machismo empieza ahí y muchas dicen, es que es "machín", él va a trabajar. Nosotras también trabajamos,
Hace unos días vi una entrevista que me dejó helada. El cardenal Juan Sandoval Íñiguez llamando "alcancía" a una mujer. Sin descontextualizar la entrevista que le realizó Hernán Gómez para el programa "El Octágono" y en la que se abordaron muchos tópicos de manera breve y a regañadientes, en un fragmento se enfocaron en el tema de la homosexualidad, la cual por supuesto reprueba el arzobispo emérito y señala tajante que: "(...) Si trae pene es un varón y si trae alcancía es una mujer, punto".
Más allá de desacreditar la ideología de género, y la diversidad que conlleva, con esas palabras redujo a las mujeres a un objeto que, por definición, es una vasija cerrada, con sólo una hendidura estrecha por donde se introducen monedas que no se pueden sacar sino rompiendo la vasija. Así, sin más.
¿Cómo llegaremos al cambio de esquema si la historia ha alimentado al machismo con grandes mentes que han forjado las sociedades durante siglos? Desde un Platón que definió a la mujer como la transformación del hombre a su estado más vil; o un Aristóteles quien la definió como un "varón mutilado", teoría que arropó Freud más tarde al mencionar que las niñas sufren toda la vida al darse cuenta que están anatómicamente "incompletas" al no poseer un pene.
Es muy difícil revertir siglos en los que se ha promovido la sumisión y la obediencia de la mujer hacia los varones; pero se necesitan acciones en defensa de todas esas niñas que en un país como el nuestro todavía son vendidas para convertirlas en esposas, así como leyes que defiendan a todas aquellas mujeres trans que deciden reasignar su género y además de sufrir discriminación también son víctimas de crímenes de odio.
Afortunadamente las mujeres no dejan de marchar hacia el cambio de esquema, y lo hacen junto a los hombres que creen en su potencial pese a todos los estigmas.
Si analizamos, los factores que explican la violencia feminicida en Ciudad Juárez hace más de 20 años no son muy distintos para entender la situación actual. Sin embargo, una observación de Guadalupe Morfín Otero, quizá marginal para ella, llamó mi atención.
Cuando los feminicidios en Juárez, las maquilas jugaron un papel central, pues sólo contrataban mujeres, lo que generó un "mercado feminicida". Pero al mismo tiempo, el boom de las maquilas dio acceso a miles de mujeres que por esa vía ganaron autonomía económica.
Parece menor el dato, pero la violencia de género en Juárez se dio también en ese contexto de cambio sociocultural en el rol emancipado de la mujer.
Y aquí planteo mi hipótesis, un poco aventurada quizá. Como varones aceptemos que el movimiento feminista ha sacudido las prácticas sociales y valores en los años recientes. No digo que en todos los estratos ni en todos los ámbitos, pero sí en algunos más que otros.
La consciencia feminista en las universidades, por ejemplo, ha sacudido a la Universidad de Guadalajara. En las relaciones de pareja, las mujeres jóvenes con mayor grado de acceso a esta literatura feminista plantean condiciones de igualdad que no reclamaron generaciones anteriores.
Y eso, hay que reconocerlo, genera temor y resistencia en los varones. "Esa autonomía asusta", me comentó Morfín Otero.
No insinúo que la 3a. ola feminista en nuestros días ha creado per se condiciones que se reflejan en mayor violencia, pero es otro ingrediente que genera una atmósfera hostil y peligrosa para la mujer.
Lo que sí resulta evidente es que vivimos un cambio de época en donde los patrones de convivencia y la supremacía de hombres sobre mujeres, desde lo doméstico hasta lo político, están recalibrándose.
El 26 de junio del 2020 al presidente López Obrador le llovieron las críticas por su posición machista cuando afirmó que el hecho de que las mujeres se hayan quedado en casa para cuidar a los mayores de familia fue clave para combatir el coronavirus. "La tradición en México es que las hijas son las que cuidan de sus padres. Nosotros los hombres somos más despegados".
No era la 1a. vez que el presidente expresaba declaraciones carentes de empatía hacia las mujeres.
En aquel entonces la abogada y activista Martha Tagle hizo una interpretación a la posición del mandatario, del que dijo, "cuando dice que los hombres son más despegados, quiere decir que son más irresponsables; cuando dice que las hijas cuidan de sus padres, se refiere a trabajo no remunerado; cuando dice tradición, quiere decir machismo; cuando dice que el feminismo quiere cambiar roles, quiere decir verdadera transformación". MIentras que la psicóloga Claudia Costello en Twitter -#AmloMachista- dijo que el mandatario "insiste en enviar a las mujeres a hacer de cuidadoras, pero tenemos noticias para él: somos ciudadanas y somos feministas que no vamos a tolerar más la misoginia del presidente".
Recientemente el presidente ha cambiado el discurso y tratado de 'componer' las posiciones y mejorar las percepciones. El pasado 8 de marzo dijo que se está luchando desde su administración para cambiar "la cultura autoritaria y machista, y que no haya violencia y no haya feminicidios". Y quiso usar como ejemplo, que en los programas sociales, "las mujeres son las que más se benefician con las pensiones" (?) , aunque el beneficio de las mismas nada tiene que ver con la mentalidad machista que prevalece en muchos nichos de nuestra sociedad.
Pero la mentalidad machista no es propia de México. El pasado fin de semana en Colombia, Rodolfo Hernández, quien va a la 2a. vuelta electoral en busca de la presidencia del país sudamericano, fue calificado por muchos sectores como "el candidato que representa a la Colombia machista", por señalar que "el ideal sería que las mujeres se dedicaran a la crianza de los hijos", pero que no se vieran involucradas en la política, además que no se puede concebir a una mujer para ocupar un cargo público o fuera del hogar.
En el contrapeso hay mujeres que abiertamente luchan en contra de esa enfermedad de mentalidad machista. Un ejemplo de esta semana, es la jefe de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum, quien al referirse a la importancia de las mujeres de la jornada electoral de este fin de semana en nuestro país, dijo que la jornada será para demostrar "un avance importantísimo" por el número de candidatas que aparentemente ganaran posición de poder. "Y todavía falta más", estableciendo que las mujeres están preparadas para ocupar no solamente cargos públicos, sino también para desarrollar cualquier actividad que se propongan.
A la posición machista de muchos, las realidades de la capacidad y participación de la mujer provocan un contrapeso que habla con sus propios argumentos y que ponen a cada quien en su lugar.
"Durante años nos han enseñado a las mujeres a ser enemigas de otras mujeres, a competir, a pelear, a ver quién está más buena, ni siquiera quién es más inteligente", me decía hace poco Renata Reyes, de la colectiva 'Mujeres informadas, mujeres poderosas en la Ciudad de México'. "Quiero rodearme de personas, de mujeres sobre todo, que estén pensando otras cosas, que estén tratando de ser equipo, de ser amigas, de ser aliadas. De ser el lugar seguro para otras mujeres".
Son esos grupos de mujeres quienes han hecho propia la lucha de otras mujeres, no importa si la conocieron o sólo vieron su nombre en internet o un periódico: si tocan a alguna mujer, es seguro que miles más responderán (responderemos). Detrás del crimen de una mujer seguro habrá colectivos y feministas alzando la voz por ellas. Y si no fuera así, es hora de hacerlo.
Una nueva regresión a políticas sociales conquistadas por las mujeres está cocinando el presidente Andrés Manuel López Obrador, que inspirado por el reciente voto en la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos que revierte 50 años de historia en Roe vs. Wade, está consultando si con argumentos similares podría empezar a desmantelar el derecho al aborto en México. Nada extraño. López Obrador es un conservador en muchos sentidos, y su concepto de las mujeres, como se ha demostrado por años, es que son inferiores.
En las 2 últimas semanas López Obrador conversó con un poderoso ministro de la Suprema Corte de Justicia y con un abogado de la Fiscalía General de la República, para que le explicaran los argumentos del juez Samuel Alito, quien hizo la ponencia que revierte Roe vs. Wade, y explorar las posibilidades que pudieran revertir en México las leyes de despenalización del aborto, sin olvidar las implicaciones sociales y políticas que podría tener una acción de tal envergadura.
El tema de la conversación quieren mantenerlo secreto, por lo explosivo que resultaría que trascendiera en este momento de examen preliminar, y porque de iniciar ese camino, tendría que prepararse para la confrontación, al iniciar la destrucción del andamiaje legal producto de décadas de luchas feministas y de la izquierda, que comenzaron a dar frutos este siglo.
Para quien lo conoce o ha observado sus políticas sociales, entiende que López Obrador es muy conservador. El presidente es misógino, lo que muchos negaban hasta que vieron su reacción frente al movimiento de las mujeres contra el feminicidio y decir sandeces, como el que el feminismo fue un invento neoliberal. Como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, en colaboración con el cardenal Norberto Rivera, que era arzobispo primado de México, trabajó para impedir que una iniciativa de ley en la Asamblea Legislativa capitalina presentada por el PRD, que era su partido, para la despenalización del aborto, fuera aprobada. Lo más que se logró durante su gestión fue en 2004, cuando se descriminalizó el aborto bajo circunstancia de riesgo para la salud de la mujer, violación o malformaciones graves del producto.
Pero una vez que dejó el poder y el PRD mantuvo el gobierno, la legislatura en la Ciudad de México aprobó en 2007 la despenalización del aborto. Desde entonces, otras 20 entidades caminaron en el mismo sentido en el país, y gradualmente se fueron federalizando las leyes.
En 2017 la Suprema Corte de Justicia determinó que el aborto consentido dejaba de ser un delito. En septiembre pasado, los ministros de la Corte invalidaron por unanimidad la legislación de Coahuila que imponía de 1 a 3 años de cárcel a la mujer que voluntariamente practicara su aborto o a la persona que le hiciera abortar con el consentimiento, sentando un precedente para todo el país. Y apenas en mayo, refrendó la Norma Oficial Mexicana 46 que garantiza el aborto por violación en todas las instituciones de salud privadas y públicas, con lo cual las menores pueden abortar sin necesidad de autorización de sus padres o tutores.
Revertir las leyes federales y que la despenalización del aborto sea analizado por cada estado, es un brinco muy grande hacia atrás. Desde su descriminalización en la Ciudad de México, más de 2 decenas de iniciativas se han presentado en el congreso para revertirlo, sin éxito. El PAN siempre ha estado en contra del aborto, y el PRI ha procurado quedarse en un terreno política y electoralmente no conflictivo, sin tomar posición nacional clara y dejarlo al albedrío regional. Empero, el presidente Enrique Peña Nieto, católico y no creyente en el aborto, firmó la Norma 46 que entró en vigor en vísperas de la elección para gobernador en Aguascalientes, acción a la que se le atribuye la derrota del PRI en el estado.
Electoralmente, ir contra el aborto da un pequeño margen de ventaja con la gente, como mostró una encuesta en El Financiero en octubre del año pasado, pero aún una mente anclada en los votos, como la de López Obrador, tendría que analizar sus espacios de maniobra. No lo frena la ideología, porque tiene un discurso de izquierda y un corazón de derecha. Pero procesarlo en la sociedad, donde enfrentaría fuerte oposición, deberá ser algo que medite mucho. Su decisión no tendría que ser sobre lo que quiere y lo que cree, sino sobre qué es lo más conveniente para la paz social.
La fracción de Movimiento Ciudadano en el Congreso de Jalisco presentó un exhorto al Senado de la República para solicitar que apruebe una iniciativa de reforma que busca suprimir los sobreprecios a productos dirigidos a las mujeres.
La propuesta de modificación a la Ley Federal de Protección al Consumidor fue presentada por los senadores emecistas Clemente Castañeda y Verónica Delgadillo García. Plantea prohibir los sobreprecios entre productos con características similares cuando la única diferencia radique en estereotipos en función de sexo o género. Se pretende proteger a las consumidoras de prácticas discriminatorias y darle atribuciones a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) para aplicar sanciones.
"Es el mismo producto con las mismas cualidades, mismo diseño y materiales, las mismas funciones, pero sólo por tener un diseño basado en estereotipos, enfocados hacia el consumo femenino, cuesta más caro. ¿Por qué las mujeres debemos pagar más por lo mismo?, ¿sólo por ser mujeres?", cuestionó la senadora Delgadillo García.
Por su parte, Clemente Castañeda argumentó que, en la práctica, el sobreprecio en productos dirigidos a las mujeres opera como un "impuesto sexista".
"Urge una legislación firme y enérgica orientada a eliminar los sobrecostos basados en razón de sexo o género. El impuesto sexista es una expresión de las desigualdades entre hombres y mujeres".
Quirino Velázquez, presidente de la fracción emecista en el congreso estatal, refirió que el exhorto va dirigido al Senado y a la Cámara de Diputados para que lleguen a los consensos necesarios para la aprobación de la Iniciativa que está pendiente. Por su parte, la diputada Dolores López Jara, titular de la Comisión legislativa de Igualdad Sustantiva, subrayó que México es uno de los países con los más altos "impuestos sexistas" de América Latina.
Pamela Paul ha señalado en el New York Times: "La extrema derecha y la extrema izquierda han encontrado una cosa en la que coinciden: las mujeres no cuentan".
Hay de piropos a piropos. Son una muestra de afecto o de cariño cuando vienen de alguien a quien conoces y aprecias. En cambio, cuando los dicen desconocidos y además tienen que ver con el físico son molestos y llegan a ser hasta vulgares; esos están lejos (muuuy lejos) de ser un halago.
En pleno siglo XXI aún hay quienes creen que son expresiones de galantería cuando, al contrario, son un tipo de violencia. Son frases que han ido pasando de la calle a las redes sociales. Pero ahí, en la vida virtual, con mayor descaro e impunidad; detrás de la pantalla hay gente escribiendo y mandando mensajes, dando opiniones del cuerpo de mujeres u hombres a quienes ni siquiera conocen.
Expresiones como "Chiquita preciosa" hasta "¡Qué piernotas!" o "¡Qué sabrosa estás!" (y frases por muchísimo peores) son todo, menos un piropo halagador; es incómodo y bastante molesto. No conozco alguna mujer a quien no le hayan faltado al respeto, en la calle o en internet. ¿Cómo alguien puede atreverse a decirle algo así (o cosas peores) a una desconocida o desconocido?
Y son precisamente en espacios como la calle, el parque y el transporte el 2o. ámbito donde mayor violencia sufre la mujer. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2016, 38.7% de las mujeres fueron víctimas de actos de violencia por parte de desconocidos en el ámbito comunitario. Es el llamado acoso callejero y, junto con lo que sucede en el mundo virtual, está relacionado con la violencia sexual.
"Mi ropa no es razón de acoso". No, no existe ninguna justificación para el acoso y la forma de vestirse jamás será pretexto, no tiene por qué dar pie a recibir vulgares comentarios. Se trata de respeto y educación.
"A eso se arriegan", dicen. Pero no; usar una falda, short o pantalón ajustado nunca será motivo para que alguien le falte al respeto a otra persona. Vestirte como a cada quien le plazca no tendría por qué ser riesgoso, no es autorización de que algún pelafustán opine sobre tu cuerpo o se sienta con derecho a decirte algo.
Tampoco se trata de satanizar los piropos. Hay algunos que de verdad se agradecen y que no tienen que ver con el cuerpo; la caricaturista Pedrita Parker, en una de sus publicaciones en internet, ponía algunos ejemplos, como decir: "Te admiro", "Ojalá hubiera más gente como tú", "Me inspiras", "Me divierto a tu lado", "Se te ve feliz" o "Tengo suerte de tenerte en mi vida".
La próxima vez antes de soltar algún piropo, primero hay que preguntarse si es alguna frase relacionada con el físico de la otra persona, sea hombre o mujer. Son situaciones que lamentablemente pasan en cualquier ámbito, en cualquier estrato social y que ha ido haciendo eco en internet con el mayor descaro. Para erradicarlo hace falta visibilizarlo. El acoso jamás debe ser normalizado.
Qué caro es ser mujer. Y no lo digo en sentido figurado. Tampoco como una banal manera de evidenciar que somos una gran inversión. Lo somos. Debemos invertir más en nuestro perfil profesional para ocupar puestos que a los hombres les confían con mayor facilidad y competir así por empleos mejor remunerados; sin embargo, esa competencia mantiene una brecha de género que, al menos en México, registra que por cada 100 pesos ganados por un hombre una mujer percibe 86 pesos, de acuerdo al Centro de Investigación en Política Pública (IMCO). ¿Qué podría hacerle considerar a las empresas que el desempeño de una mujer vale menos?
Una vez que se observa este fenómeno habría que pensar no en estadísticas y en números abstractos, sino en la vida diaria, pues teniendo claro que muchas familias mexicanas son encabezadas por una mujer trabajadora el coste de la vida de esas familias se ve más afectado. En pocas palabras: alcanza para menos.
De acuerdo a los resultados del Índice Global de Brecha de Género publicados en el Foro Económico Mundial la semana pasada, la brecha global se cerró 68% este año, eso significa que alcanzar la paridad le tomaría al mundo nada mas y nada menos que 132 años. Aunque el número es escandaloso, porque definitivamente no lo verían nuestros ojos al ritmo que vamos, la brecha puede acortarse poniendo énfasis en lo importante; se redujo 4 años de 2021 a 2022, pues estaba en 136 años, lo que significa que es posible revertir los números con mayor velocidad si se trabaja en los 4 aspectos que se analizan: Participación y oportunidades económicas, Logro educativo, Salud y supervivencia y Empoderamiento político.
De los 146 países analizados ninguno alcanzó la paridad, es una asignatura global pendiente; sin embargo, por 13er. año consecutivo Islandia ocupa el 1er. puesto con 90.9 puntos; Alemania, la economía más grande de Europa se encuentra en la 10a. posición y México ocupa el sitio 31 con 76.4 puntos de 100, ubicándose en la 4a. posición de Latinoamérica.
La constante entre los primeros 10 puestos fue un incremento en la participación política de la mujer, un aumento en la educación y sobre todo un mejor reconocimiento económico en el desempeño laboral.
Guardando todas las distancias posibles, habría que iniciar por lo urgente en lo que corresponde al empleo de las mujeres, pues luego de la pandemia donde fueron en mayor porcentaje encargadas del cuidado en casa y acompañamiento académico durante el confinamiento, el regreso a la fuerza laboral se registró sobre todo en el comercio informal y en el sector formal con menos horas de trabajo, lo que deriva en menor ingreso. Es tiempo de que las oportunidades entre hombres y mujeres cierren la brecha de género, que sea la capacidad la que hable por nosotras en cada rubro. Ojalá que las próximas generaciones tengan oportunidad de disfrutar la paridad económica que merecemos y alcancen a verlo nuestros ojos.
La Fiscalía estatal ha detenido a 7 mujeres por violencia familiar por orden de un juez. Conocí a una de ellas: Anel Villasana, 45 años.
Necesitas mucha mala suerte para que, de entre 42,000 denuncias por este delito, la mayoría contra hombres, seas una de esas 7 mujeres. Necesitas mucha mala suerte o dinero e influencias para "torcer" la ley, como denunció Anel.
Anel pasó de una vida cómoda, gracias al negocio farmacéutico que fundó con su ex marido, a trabajar como cajera, mesera y lavaplatos en un restaurante por 1,200 pesos a la semana. Pasó de vivir bajo el mismo techo con sus 2 hijos, a no verlos desde hace 545 días.
Anel se separó tras 7 años de matrimonio. Víctor M, su ex marido, le quitó a sus 2 hijos menores y la dejó en la calle. Me contó que en 2021 la denunció por violencia familiar, pero el MP clasificó la carpeta de investigación 3141/2021 como "no judicializable". De forma irregular, en enero pasado, "revivieron" la carpeta, ahora con el número 6069/2022.
Por eso 2 policías investigadores aprehendieron a Anel y pasó una noche en Puente Grande: "Me llevaron a la zona gris, para mí es la cárcel, pero es el lugar en donde te guardan antes de que te condenen", me relató, "te quitan la ropa para revisarte". Seguramente sólo querían darle un "calambre"; con esa hipótesis consoló una custodia a Anel mientras lloró toda la noche.
"Ya leí tu expediente, estos te están montando todo un evento", le dijo la funcionaria de Derechos Humanos Jalisco. Días después, la CEDHJ emitió medidas cautelares a favor de Anel por violencia vicaria y recientemente un pronunciamiento sobre el tema.
Se trata de un tipo de violencia machista en donde el agresor usa a los hijos para lastimar a la víctima, valiéndose del poder económico o sus influencias, y a menudo la acusa de violencia familiar. En el país, sólo 5 entidades, entre ellas la CDMX, han tipificado esta forma de violencia de género.
Todo esto se mezcla con otras violencias: psicológica, económica, patrimonial y física. Las frases que ha escuchado Anel de su ex marido lo ejemplifican: "Te voy a dar la oportunidad de tu vida: ya no te voy a depositar un quinto"/ "Tú andabas con tu jefe, por eso tenías el puesto que tenías"/ "Todo este año su papá les ha dicho que a mí sólo me interesa el dinero"/ "Hija de la chin..., ya te quedaste sin hijos y sin nada"/ "Me decía que tenía un video conmigo desnuda"/ "Los empieza a influenciar (a sus hijos): mi papá tiene razón, no importa lo que tú digas".
"Lo que este señor quiere es suprimirme en todos los aspectos", me dijo Anel.
Esta semana, otro caso, el de Ángela María Barba, se ha difundido en redes sociales. Se repite el patrón: violencia, amenazas, influyentismo. En un país en donde la justicia se "tuerce" con dinero y poder, la violencia vicaria empieza a salir a la luz.
El Frente Nacional contra la Violencia Vicaria atiende a 70 mujeres en esa misma situación en la entidad y 900 en todo el país. En sus redes, hacen un recuento de casos: Jenn, 454 días sin sus hijos. Sayra, 62 días sin su hija. Celia, 229 días sin sus hijos. Liz, 913 días sin sus hijos... La lógica del agresor es pegarle en donde más le duele a la madre.
Le puede pasar a cualquiera. "Yo, la señora Villasana, la licenciada, la nutrióloga, que le encanta leer, ¿cómo llegué a este punto?".
Cuidar a personas enfermas es una tarea extenuante y desgastante. En mi familia hemos tenido que pasar por el proceso de cuidado de mi madre y mi padre en sus periodos previos a su fallecimiento. En mi casa fuimos 10 hermanos (4 mujeres y 6 hombres) y durante la convalecencia de mis padres la labor de cuidado fue llevada a cabo la mayor parte del tiempo por mis hermanas. Mi madre estuvo convaleciente en 1989; sus últimas semanas las pasó en coma por lo que requería cuidado permanente. Por lo general eran mis hermanas las que hacían esa labor de vigilancia las 24 horas del día. Mi padre convaleció 2 años hasta que falleció en enero de 2011. En ese caso nos organizamos todos los hermanos para hacerle vigilia cada noche. Pero aún cuando hubo más participación de los varones, fueron mis hermanas las que hacían turnos completos de cuidado a mi padre. Y con mayor dedicación.
Recuerdo mi experiencia familiar solo para constatar lo que ya sabemos: las tareas de cuidado y protección a los más enfermos, niños o mayores de nuestras familias recaen mayoritariamente en las mujeres.
Mujeres como Luz Raquel que se dedican de tiempo completo a las tareas de cuidado, que deberían ser una tarea colectiva, tanto de mujeres como de hombres, y de toda la sociedad. Cuidar a otras personas exige un esfuerzo extenuante para brindar bienestar físico y emocional a las personas vulnerables o con una enfermedad permanente. Parece ser que en la actual sociedad se da por sentado que las tareas de cuidado corresponden a las mujeres, cuando son tareas de todos.
El feminicidio de Luz Raquel Padilla abre nuevamente el debate sobre las tareas de cuidado en la sociedad mexicana, un tema que hace años han reclamado movimientos como el feminista y el de cuidadoras.
Ahora ante el feminicidio de Luz Raquel Padilla, la organización en la que participaba, Yo Cuido MX, ha lanzado en duro reclamo al gobierno y al sistema político para brindar apoyos a las personas cuidadoras.
Escribieron en un pronunciamiento el pasado 20 de julio. "Exigimos sistemas de cuidado integrales, que contrarresten la vulneración estructural de las personas cuidadoras con cargas intensas y extensas de cuidado. Exigimos y luchamos por el fin de un sistema socioeconómico donde el tiempo, la salud, el cuerpo y la vida de quienes brindan cuidado es el único sostén para poder proveer el cuidado que requieren otras personas y que requiere la sociedad mexicana para sostenerse día a día. Estamos hartas y cansadas de un sistema que nos explota, 24 horas al día, 7 días a la semana, y que nos desecha mediante la violencia feminicida que hoy arrancó la vida de nuestra compañera Luz Raquel Padilla".
Hartas y cansadas de un sistema que las explota, dicen las cuidadoras. Que el feminicidio de Luz Raquel no quede impune y que el reclamo de las cuidadoras sea escuchado.
¿Qué se oculta bajo un hiyab? En Irán, una "tradición" que oprime la libertad de ser mujer en el siglo XXI, ya que dicha prenda no es obligatoria para los hombres. Sin entrar en debates religiosos, el velo que muchas mujeres musulmanas utilizan por elección para cubrir el cabello como dicta el Corán, para las iraníes es una obligación supervisada incluso por la policía de la moral, la misma que hace un par de semanas sometió brutalmente a Masha Amini, una joven de apenas 22 años, por no portar "adecuadamente" el hiyab, mostrando parte de su cabello. La joven paseaba con su hermano por las calles de Teherán el pasado 13 de septiembre cuando fue detenida para recibir una "lección" sobre el uso correcto de la prenda. Tras su arresto fue llevada de emergencia a un hospital por una "insuficiencia cardíaca repentina"; la chica cayó en coma durante 3 días y murió el pasado 16 de septiembre.
La historia de Amini convulsionó a las mujeres de Irán, que no tardaron en tomar las calles como respuesta y la convocatoria no la esperó ni el mismo Ebrahim Raisi. Las 31 provincias del país mostraron su repudio al sistema y las imágenes de los disturbios llegaron a todos los rincones del mundo. La muerte de la joven no fue un homicidio cualquiera. Miles de mujeres queman sus velos y cortan sus cabelleras en la vía pública en señal de luto desde el mes pasado. Una imagen tan poderosa y desgarradora que ha dado la vuelta al mundo y desde todos los rincones del orbe otras mujeres se solidarizan cortando su cabello y documentándolo en redes sociales, una onda expansiva en señal de que las mujeres deben tener la libertad de elegir sobre sí mismas sin importar la religión que profesen o la geografía en la que vivan, evidenciando que así como hay ciudadanas que pueden alcanzar todos sus objetivos, hay otras que no tienen siquiera la libertad de caminar por las calles en un país que destina recursos a un cuerpo de seguridad cuya única tarea es reprimirlas y sancionarlas por mostrar su cabello. ¿Dónde queda la línea que divide el régimen religioso y el del Estado? ¿Dónde quedan las garantías para sus ciudadanos?
La oficina de Derechos Humanos de la ONU solicitó una investigación a Irán, misma que sigue sin respuesta, tanto por la muerte de Amini como por la detención de una veintena de periodistas que han cubierto los disturbios. Las universidades cerraron sus puertas y la resistencia en las calles se ha mantenido por 3 semanas pese a que las fuerzas de seguridad han respondido con fuego a las protestas y la continúa desconexión de las redes de comunicación oculta las cifras reales de detenidos, que se estiman en aproximadamente 1,200 y más de 50 decesos identificados, además de aquellos desaparecidos. Este es quizá el movimiento social más significativo desde 1979 y lo encabezan las mujeres contra un sistema represor.
Los analistas no se muestran optimistas frente a la posibilidad de un cambio como ocurriera con la revolución iraní hace 4 décadas, sin embargo, la presión social no será ignorada por los organismos internacionales ni lo efectos que esto conlleve, pero el velo que cubre a Irán y sus mujeres tendrá otra connotación a partir de ahora.
Todos los países tenemos nuestros propios "hiyab", tenemos nuestras propias Amini.
La vida siempre será valiosa, pero también el derecho a elegir, eso que forma parte de la tan frágil libertad. Hace un año en este mismo espacio escribía sobre la despenalización del aborto finalmente aprobada por la Suprema Corte en México luego de 3 décadas de lucha; sin embargo, un año más tarde no han terminado de legislarse los términos en los que se encuentran las mujeres que decidan interrumpir un embarazo, tampoco quién pueda apoyarlas en ello de forma segura.
Tras la despenalización del aborto inició un movimiento de grupos civiles a favor de la vida, y este fin de semana salieron a las calles en varias ciudades del país. En Guadalajara el contingente lo hizo el pasado sábado, se sumaron a la llamada "Marcha por la vida", en la que se hace un llamado para proteger la vida desde la concepción y generar leyes a favor de la mujer en situación vulnerable. Sin embargo, aunque el propósito es valioso, porque respetar la vida siempre lo será, se debe observar la imagen completa de esta problemática.
Al final del día, restringir el acceso a una práctica segura del aborto no reduce el número de abortos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), por el contrario, la problemática de la práctica clandestina sigue poniendo en riesgo la salud de las mujeres. El director general de la OMS, Tedros Adhanom, explicaba que limitar el acceso al aborto seguro cuesta vidas y tiene un gran impacto sobre todo entre las mujeres de las comunidades más vulnerables. De acuerdo con el organismo internacional, negar la posibilidad de dicha práctica de manera segura es como negarle a alguien un medicamento que puede salvar su vida.
Mientras países como el nuestro y otros en Latinoamérica apenas ven la luz respecto al tema, hay países que han retrocedido, como Estados Unidos, donde la legalización llegó hace medio siglo y en el que hace unos meses la Suprema Corte anuló el fallo Roe vs. Wade y eliminó un derecho constitucional.
El aborto legal es un tema muy complejo, pero muy importante. Posturas al respecto habrá todas, y todas respetables, pero sobre la mesa se debe colocar el derecho de las mujeres, a veces niñas, a elegir sobre su vida y su cuerpo. Marchar por la vida visibiliza una postura destacable, aunque valdría la pena comenzar a marchar para exigir condiciones de salud para las mujeres que se ven en la encrucijada de interrumpir un embarazo; por aquellas víctimas que tienen que lidiar con los efectos físicos y psicológicos de un abuso; por las que no encontraron justicia y deben caminar solas con las consecuencias de la impunidad. Habrá que hacer que los legisladores caminen también, para que no sean marchas en vano.
Actualmente 3 de cada 4 países establecen sanciones legales para quienes solicitan o realizan un aborto, y con ello se orilla a la práctica clandestina de aproximadamente 25 millones de abortos no seguros al año en el mundo, de los cuales se estima una consecuencia de aproximadamente 39,000 defunciones y varios millones de mujeres hospitalizadas por las complicaciones.
Hay que abrir los ojos al problema de salud pública que conlleva y, en el camino, encontrar las estrategias para fomentar una educación sexual en la que niños, niñas, hombres y mujeres sean igualmente conscientes y responsables al respecto, para que tengamos una sociedad donde la prevención del embarazo reduzca la interrupción del mismo, que camine por la vida, la tolerancia, el respeto y la libertad de elegir.
En Qatar practican la corriente del Islam denominada wahabismo, una doctrina que se apega a una interpretación relativamente estricta del Corán.
Para las mujeres existe la figura de la "tutela masculina". Significa que deben pedir permiso a un hombre para casarse, estudiar en el extranjero, trabajar en el gobierno o recibir atención en materia de salud reproductiva. Tienen prohibido acudir a ciertos eventos y a bares.
La Ley de Familia de Qatar obliga a la mujer a obedecer a su esposo y puede perder el "financiamiento" si trabaja, viaja sin su permiso o se niega a tener relaciones sexuales. El hombre ostenta el derecho unilateral del divorcio; ellas sólo vía un tribunal por motivos muy limitados y en ningún caso fungen como tutoras principales de sus hijos. La policía puede regresar a una mujer a su hogar si lo abandona.
El adulterio se castiga con flagelación, pena de muerte o cárcel para hombre o mujer, pero ante un embarazo no deseado ellas son las más afectadas.
¿Has sufrido algún episodio de violencia? Ojalá tu respuesta rápida sea NO. Piénsalo 2 veces... Lamentablemente la violencia en todas sus formas está tan normalizada que ya no la identificamos en el comentario sarcástico del compañero de trabajo, en el silencio o el grito de tu pareja, en el acoso ya sea en el transporte, en la escuela o en la calle; en la diferencia en la exigencia entre hombres y mujeres en el ámbito laboral o en la remuneración económica, tampoco en la carga de actividades en casa.
Qué peligroso es normalizar las agresiones. 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sido víctimas en alguna de sus expresiones, de acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares del Inegi, publicada en agosto pasado. La violencia psicológica alcanzó el 51.6%, la sexual un 49.7, la física un 34.7 y la económica el 27.4%.
La mayoría de las agresiones suceden en el círculo inmediato al que se denomina comunitario con un 45%, bajo el mismo techo o el de algún familiar, ya que el 39% sucede en la relación de pareja, luego pasa a los entornos escolares y laborales con un 32 y 28%, respectivamente.
No hay lugar seguro. De nosotros depende crearlo, cultivarlo o exigirlo. Trabajar en conjunto para que cada vez más políticas públicas miren hacia la fragilidad de la seguridad de las mujeres. No es que ignoremos la seguridad de los hombres, somos madres, hermanas, hijas y esposas, pero las mujeres por su condición sufren una mayor incidencia. Y eso sin considerar los feminicidios, la trata de personas, el secuestro, corrupción de menores o lesiones y homicidios culposos. Esa es una historia de terror aparte, todos los días un feminicidio o desaparición gana los titulares, pues en lo que va de este año se registran más de 700 feminicidios, uno de los delitos con mayor impunidad en el país.
México se sitúa en el lugar 31 a nivel global con mayor incidencia de violencia de género entre 146 países y ocupa la 4a. posición en América Latina y el Caribe. ¿Cómo vamos a revertir estas cifras? ¿Será que los gobiernos y sus representantes van a sorprendernos este viernes 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, con alguna reforma o algún presupuesto destinado al apoyo a las víctimas? Ojalá que sí, pero no lo creo.
La violencia es silenciosa y cuesta identificarla, pero se manifiesta siempre. Se somatiza a través de la ansiedad, la culpa, la depresión o las deficiencias físicas que cobran la factura con la salud o incluso con la vida. Es vivir en una carrera de obstáculos en el entorno, pero también contra sí mismo. En México el 19.5% de las mujeres sufre depresión, casi el doble que los hombres con una tasa del 10.7%; mientras que el 56% de las mujeres experimenta ansiedad, a diferencia del 44.4% de los hombres. En ambos casos, el género sí importa y está por encima de la media nacional que se ubica en el 15.4% en los trastornos de depresión y el 50.7% en la ansiedad.
¿Eres víctima de violencia? Piénsalo 2 veces, pero actúa a la primera. Este viernes quizá no recibamos la respuesta para erradicarla, pero como mujeres, hagamos un pacto personal para ayudar y no agredir, hagamos nuestro propio círculo positivo como un acto de sororidad.
El confinamiento por la pandemia provocó un repunte de las labores domésticas y de cuidados en los hogares, en particular las llevadas a cabo por las mujeres, quienes asumieron 2.6 veces más este tipo de responsabilidades, revelaron datos del Inegi.
La revista "Time" nombró a las mujeres iraníes como las "Heroínas del 2022", al protagonizar duras protestas en su país, desatadas por la muerte de Mahsa Amini, asesinada por la policía por infringir el código de vestimenta establecido.
¿Cómo sería la vida de las madres en México si las leyes las protegieran para no sufrir violencia vicaria? ¿Estamos acostumbrados a escucharla? Quizá porque no lo estamos pasamos por alto las múltiples violencias a las que están expuestas las mujeres que día a día tienen que "malabarear" una vida en la que son piedra angular para el desarrollo de sus hijos y lidiar con la ausencia del padre, ya sea porque se alejó de ellos o porque nunca quiso reconocerlos.
Hace apenas unos años que el concepto se incluyó en la agenda pública e ingresó a los congresos estatales de la mano de 2 leyes que poco a poco se han abierto camino: la Ley Sabina, que promueve la activista Diana Luz Vázquez Ruiz, en primera instancia pensando en el bienestar de su hija y el reconocimiento del padre de su pequeña Sabina, y a su vez para proteger a las infancias en México para que el Estado garantice que los padres cumplan con la manutención que por ley les corresponde a los menores.
Tocar las puertas en los congresos no ha servido de mucho hasta ahora, pues no es una ley obligada en todas las entidades del país y cuando mucho se ha logrado abrir un Registro Estatal de Deudores Alimentarios Morosos; sin embargo, al no ser un registro público y que como tal los lleve a un buró de crédito, por ejemplo, o que congele cuentas y bienes, es susceptible de ignorarlo, se mantiene en bajo perfil. Pero para visibilizar esa situación están las activistas que a través de los "tendederos colectivos" han logrado mejores resultados que los juzgados, pues evidencian el incumplimiento de los padres. ¿Se imaginan salir a la calle y encontrar a todo color la imagen de un vecino evidenciado como un padre irresponsable y deudor? La exhibición pública surte efecto inmediato.
Lamentablemente el proceso que garantiza la pensión alimenticia para los infantes suele ser muy desgastante, ya que revictimiza la condición de las madres quienes, en muchos casos, desisten del mismo por el deterioro emocional y la inversión en concepto legal que no pueden solventar, pues no siempre se observan con perspectiva de género los casos y terminan desestimándose, desprotegiendo a los niños.
Con mayor gravedad se incluye dentro de la violencia vicaria la sustracción de los menores por parte del padre por el simple hecho de poder hacerlo, arrebatarlos de los brazos de su madre, para generarle dolor a su ex pareja; es por ello que la Ley Camila vigila la integridad de los niños en su primera infancia y pugna para que ninguna madre sufra una violencia como la que vivió Cynthia, a quien le arrebataron a su pequeña cuando tenía sólo 4 meses, y 8 años después el retorno de Camila, por quien la ley lleva el nombre, seguía en pugna.
Cabe mencionar que la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes no ignora la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, reconociendo el derecho a la maternidad y paternidad; sin embargo romper el vínculo entre un niño y su madre es el más alto grado de violencia vicaria.
Olimpia, Sabina, Camila... ¿Cuántas mujeres que han sido víctimas de violencia nos hacen falta para que las autoridades vean las deficiencias en los códigos penales para protegerlas a ellas y a sus hijos? Espero que no muchas más y que la perspectiva de género permita que cada caso vele por ellas y por las infancias en México. Pero para muestra un botón: considerando que sólo una ínfima parte del presupuesto de 348,000 millones de pesos, asignado para fomentar la igualdad entre mujeres y hombres se destinará a refugios y programas de prevención y atención a las violencias machistas, el panorama no se vislumbra muy positivo este 2023, menos aun si el Plan B de la reforma electoral deja a consideración interna de los partidos el principio de paridad, por lo que no será obligatoria la postulación de mujeres a sus candidaturas. Es por ello que este año que inicia augura una alta actividad de las colectivas para incidir en las agendas públicas.
El viernes pasado Viri Ríos publicó en El País una tesis a tomar en cuenta. Ríos argumenta que la popularidad de las mujeres en la política es mucho más frágil que la de los hombres. "La sociedad mexicana tiene un fuerte sesgo inconsciente en contra de las mujeres poderosas y, por tanto, es muy susceptible... La mujer comete un error sencillo, una nimiedad como no vestirse acorde a un evento o un desacierto como dar una declaración inadecuada. En ese momento comienza... la 'mujerización', una forma de apedreamiento público moderno. El desliz de la mujer da rienda suelta al machismo y a la misoginia que yacían expectantes ante su error. La tormenta se desata con una ira desenfrenada, y con ello surgen reacciones desmedidas y desproporcionadas al error que cometió la mujer. Su caída en popularidad es estrepitosa".
Esta semana se presentó la "Ley Malena", una iniciativa para castigar con hasta 30 años de prisión a quien agreda a una mujer con ácido o con sustancias químicas o corrosivas. La propuesta busca que este tipo de agresiones no se consideren "sólo" como una agravante en el delito de lesiones, sino que se eleve a feminicidio o tentativa de feminicidio (si la mujer logra sobrevivir).
Más que una ley, se trata de una serie de reformas para tipificar la llamada "Violencia Ácida", una de las peores que existen en el mundo, con repercusiones devastadoras para las víctimas: desde los daños físicos y psicológicos de por vida hasta los serios problemas económicos para costear las decenas de cirugías y tratamientos que requieren.
En 9 de cada 10 casos de mujeres atacadas con ácido, los agresores son hombres a los que conocen, parejas o ex parejas sentimentales, de acuerdo con datos de Acid Survivors Trust Internacional (ASTI), una organización fundada en 2002 para ayudar a las sobrevivientes. Este tipo de violencia es premeditada y busca desfigurar o marcar a sus víctimas, atacadas también con gasolina, con alcohol o hasta con cables de alta tensión. Atroz.
El nombre de la "Ley Malena" es por la saxofonista María Elena Ríos, atacada con ácido en la cara y medio cuerpo, en septiembre de 2019; su agresor habría sido el ex diputado y empresario Juan Antonio Vera Carrizal, con quien tuvo una relación sentimental. El ex legislador es señalado como autor intelectual y está preso desde 2020.
En los últimos días el caso de la joven mixteca ha sido nuevamente noticia porque el juez del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, Teódulo Pacheco Pacheco, le concedió prisión domiciliaria a Vera Carrizal; dicha medida fue suspendida, pero sólo temporalmente, por lo que podría salir de prisión en cualquier momento.
Sin tener un registro oficial de las víctimas, las organizaciones y las propias sobrevivientes estiman que hay más de 35 mujeres agredidas con ácido. Ana Elena Saldaña señaló que no se tomó en cuenta a todas las que han sufrido ese tipo de ataques y que hace 4 años ya se había presentado una iniciativa similar en la Ciudad de México, para atender los casos de "violencia ácida", sin que haya pasado nada.
"La ley internacional establece la obligación de parte del estado de prevenir estos ataques, proteger a las víctimas, castigar a los responsables y proveer una indemnización a aquellos afectados", sentencia la organización ASTI.
Esta es la 2a. iniciativa de reformas que lleva nombre de mujer, antes fue la "Ley Olimpia" para tipificar y castigar la violencia digital, por la publicación de fotografías y vídeos íntimos. Tienen nombre de mujer (al margen del nombre que se le ponga) porque son mujeres quienes las impulsan, son mujeres quienes han sido mayormente agredidas. ¿Cuántas víctimas más se necesitan para que se garantice su protección?
Llegó el día y con él la invitación a reflexionar sobre si celebramos, conmemoramos o recriminamos en este día. El Día Internacional de la Mujer es nuestro y ha costado décadas avanzar sin llegar aún a la meta de la equidad. Quizá nunca lleguemos. Quizá sólo debemos cambiar la ruta o el destino.
Muchas mujeres definitivamente tendrán un reclamo válido hacia quienes no han sabido brindarles la justicia necesaria, otras podrán celebrar los avances alcanzados en los últimos años en participación política y social, por ejemplo, o el incidir en el cambio en las leyes que protejan a otras mujeres de las violencias que sufrieron y a las que todas estamos expuestas.
Violencias, sí, muchas, todo el tiempo, pero lamentablemente ha costado tanto clasificarlas y a cada una asignarle un sentido y una sanción que todo se resume a "violencia", tan lamentablemente normalizada.
Este día es de lucha, de sororidad, de acompañamiento, de visibilizar: evidenciar los feminicidios, las desaparecidas, la violencia doméstica, el abuso, la tortura, la trata, la brecha salarial, la discriminación, la impunidad en todos y cada uno de los delitos.
La ONU propone que este día unamos los esfuerzos por un mundo digital inclusivo. "Innovación y tecnología para la igualdad de género" ese es el lema. ¿En serio? ¿En un país que reduce los recursos para la prevención de la violencia y apoyo a las víctimas? ¿Acaso tenemos plataformas de denuncia eficiente y un equipo especializado de reacción inmediata en los casos de emergencia? Y si lo tuviéramos, ¿tenemos los recursos para que cada mujer, adolescente o niña pudiera acceder a ellos? La información nos brinda herramientas, de eso no hay duda, pero una vez que se tiene, que comprendemos lo que sucede, que se pone un alto al abuso, que salimos vivas de la situación -las que podemos- y se llega a una denuncia, ¿el engranaje camina a nuestro favor con las autoridades para hacer justicia? Para muchas mujeres no.
En México, el año pasado aproximadamente 3,500 mujeres fueron víctimas de homicidio, 850 se investigaron como feminicidio. Seguramente muchas de ellas fueron víctimas por oportunidad, otras tuvieron al depredador en casa hasta que fue demasiado tarde. Y las cifras este año no son alentadoras.
¿Hasta cuándo las autoridades harán del 8M un día de mesas de diálogo en lugar de un día de contención de manifestantes? Las mujeres no dejarán de salir a las calles, y lo hacen de manera pacífica, tan pacífica como es posible sabiendo que las impulsa una investigación sin salida, el que una hija sigue desaparecida, que un feminicida sigue prófugo, que un padre vive sin responsabilizarse de sus hijos delegando el 100% del trabajo a la madre. Las mujeres marchan con esas historias a cuestas, se lo permiten un día al año, pero viven con esa realidad los otros 364, muchas veces en silencio y resolviendo su propio universo.
La lucha por la igualdad lleva más de un siglo. El reconocimiento de este día internacional está por cumplir 5 décadas, y las mujeres siguen saliendo a las calles por los mismos motivos que hace 100 y que hace 50 años. No es que no haya avances, es que no son suficientes. ¿Celebramos, conmemoramos o recriminamos? Todo es válido. En esta feria todas contamos una historia diferente.
Tanto para el gobierno federal como para el gobierno estatal, las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer que se vienen realizando desde inicios y hasta finales de este mes de marzo, y que tienen en las marchas del #8M a realizarse hoy su expresión más visible, vuelven a coincidir con desencuentros y dificultades para entender y atender las principales demandas de la agenda feminista, en la que destaca, por su gravedad, el combate a la violencia contra las mujeres.
Por lo que toca a Jalisco, las manifestaciones que saldrán hoy de 3 frentes con distintos itinerarios coincidirán con uno de los inicios de año con mayor número de feminicidios que además de no recibir la atención debida de las autoridades para tratar de combatirlos, también han sufrido la falta de empatía en el discurso oficial con el que tratan de eludir su responsabilidad para enfrentar este lastre.
Además de las aterradoras cifras de la escalada de casos de violencia contra la mujer, y su expresión más radical como son los feminicidios, en este inter se registraron casos emblemáticos de la gravedad de la tragedia y que coloca en toda su dimensión las fallas institucionales para atacar este fenómeno y la degradación social que lo provoca, como lo ocurrido en Poncitlán el último día de enero, cuando Alondra y su madre Liliana fueron asesinadas en las oficinas del Ministerio de la Fiscalía de Jalisco, a donde acudieron a denunciar por 2a. vez a su ex marido que fue a impedirlo a balazos para luego huir. Contrario a la inercia de impunidad que engendra más agresiones contra las mujeres, en este caso el feminicida fue detenido días después en el Estado de Nayarit. Se registraron también casos paradigmáticos de la casi nula procuración de justicia con perspectiva de género e incluso de complicidad patriarcal del poder, entre los que sobresale el del magistrado con licencia José de Jesús Covarrubias, quien lleva un año prófugo acusado de abuso infantil y a cuya denunciante, su ex pareja sentimental, en el Poder Judicial le han hecho la vida de cuadritos.
En el caso del gobierno federal, a la falta de empatía y comprensión a las demandas del feminismo que ha exhibido a lo largo de su gestión presidencial, ahora llega con 2 delicados frentes abiertos. Por un lado, la impugnación que hizo Morena y la bancada legislativa de la 4T a la determinación del Tribunal Electoral de la Federación de que la próxima presidencia del Instituto Nacional Electoral (INE) sea ocupada por una mujer; y por el otro, las delicadas acusaciones que desde la tribuna presidencial mañanera ha lanzado Andrés Manuel López Obrador contra la 1a. presidenta mujer de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña, que ya provocó que en desplegados públicos mujeres del ámbito judicial, social y académico pidan al Presidente que cese la violencia verbal contra la ministra presidenta.
Así el #8M 2023 que hoy vuelve a incomodar, y ojalá haga reaccionar al poder para parar los feminicidios, pero también los miles de casos de acoso callejero, laboral y escolar que siguen padeciendo en México las mujeres.
La antropóloga Rita Segato cuenta que en 2002 un par de mujeres indígenas acudieron a la Fundación Nacional del Indio, órgano indigenista de Brasil, para exigir políticas de género inexistentes en ese momento. Un año después, con la llegada de Lula Da Silva al poder, se implementó un gran programa de equidad de género en las aldeas indígenas.
En ese momento, cuenta la escritora y antropóloga, Segato se preguntó sobre la reacción de los hombres ante el cambio de paradigma en la vida comunitaria eminentemente patriarcal. Vale la pena leer su respuesta después de trabajar 10 años en esas comunidades:
"Pasa que, junto a todo eso, aumenta la violencia. Gran signo de interrogación. ¿Por qué sucede esto? Es un fenómeno totalmente convocante para pensar. ¿Por qué junto con el frente estatal y sus alianzas empresariales, mediáticas y cristianas aumentan también las formas de agresión a la mujer indígena? Esto es observable, es un dato de la realidad. Hay una mujer a quien su marido le cortó un brazo con un machete, otra que quedó renga de los palazos, de los golpes, etc. Esas formas de violencia doméstica, esas formas de crueldad contra las mujeres, de odio hacia la mujer, no eran propias de la estructura comunitaria previa".
Los hechos este año en Jalisco. Las arrollan con su taxi. Las mutilan y encierran en una maleta o un tambo. El acero y el plomo cruel exhiben sus cuerpos jóvenes como despojos de guerra. Acaban con sus vidas mientras esperan el camión, cuando huyen o atienden una cita con su agresor. Frente a sus hijos y en compañía de su madre. En la vía pública, en un predio desolado o en una agencia del Ministerio Público. En Guadalajara, Poncitlán o Ameca. Sin cita ni lugar definido, la muerte las espera a todas horas en cualquier lugar.
Sostiene Segato que en la concepción patriarcal, la jerarquía tiene que ser mantenida y reproducida por métodos violentos.
Pienso en Alondra y Liliana, su madre. Acudieron a denunciar violencia doméstica. Esperaban en el mostrador de servicio al público cuando Christopher disparó: "¿Cómo te atreves a rebelarte? Si no eres mía, serás nadie". ¿Represalia? ¿Resistencia violenta del colonizador del espacio doméstico que ve amenazada su hegemonía? ¿Interpelación a la masculinidad fuerte, victoriosa, vencedora y dominante?
Esto no exculpa al estado cuyo ejecutivo local se comunica a estornudos cada vez que explica la violencia de género. Por el contrario, demanda instituciones más fuertes y más comprometidas.
Sólo señalo que existe una resistencia social ante los nuevos paradigmas del feminismo. Resistencia de machitos y machitas. Eso ha elevado la "temperatura" porque esa resistencia adopta formas sutiles, pero también extremas de violencia contra las mujeres.
8 de marzo de 2023. Un feminicidio en Morelos en las primeras horas del día. En México son asesinadas 10 mujeres al día. Desde 2015 que inició el registro, ha habido más de 6,500 feminicidios. Solamente el año pasado fueron casi mil. En 2023 ya llegamos a 70. El 45% de las mexicanas ha sufrido algún tipo de agresión o acoso sexual en su vida. En este país se resuelven sólo 4 de cada 100 casos de violación. México necesita alrededor de 37 años para incorporar al medio millón de mujeres que faltan para cerrar la brecha de género en las carreras vinculadas a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. En 2022 la brecha de ingresos fue de 14%: por cada 100 pesos que recibe un hombre por su trabajo al mes, una mujer recibe 86. Desapareció el programa de estancias infantiles que apoyaba a las madres trabajadoras. Para 2023, los recursos que se entregan para este propósito tendrán una reducción de 4.5% y serán menos de la mitad de los que se destinaron en 2018. Las guarderías del IMSS tendrán una disminución para 2023 de 534 millones de pesos de 2023. Sólo 27% de las mujeres que necesitan integrarse al mercado laboral están cubiertas por los programas gubernamentales, es decir, 7 de cada 10 mujeres no tienen apoyo del gobierno. De los 97 programas que atienden a las mujeres, el 87% no son específicos para ellas. La prisión preventiva justificada se impone en el 47% de los casos para las mujeres, mientras que en los hombres en el 41% de los casos. Más del 50% de las mujeres privadas de la libertad en 2021 no tenía una sentencia. Hay 35 millones de padres ausentes. En 7 de cada 10 divorcios no se cumple con la pensión alimentaria.
Esta es la realidad de ser mujer mexicana. Sin juicios, sin opiniones, los puros datos. Pero hay quien piensa que "mejor vamos a cuidar el Palacio", no vaya a ser que se logre el propósito de que "nadie hable del narcoestado, del conservadurismo". "Mejor vamos a cuidar el Palacio... imagínese si logran quemar el Palacio". "Mejor vamos a cuidar el Palacio" y que ellas se cuiden solas. Al fin que yo tengo mi acto dentro de ese bien cuidado Palacio en donde las mujeres de mi gobierno -que son unas cuantas comparadas con las de afuera- corean mi nombre en el 8M. Las consignas de afuera no se escuchan. No importan. No marchan por ellas, marchan contra mí.
Las de afuera sólo marchan por sus vidas: por conservarlas, por mejorarlas y por la libertad de poder decidir sobre ellas. Sin más.
Hay quienes aún se incomodan con las marchas feministas, se molestan y cuestionan las formas de protestar (¿cuándo han funcionado las manifestaciones totalmente pacíficas?), pero estas no terminarán hasta que deje de pasar lo mismo cada año: cuando salir por la noche o subirse a un auto de alquiler no sea un riesgo, cuando compartir la ubicación no sea por miedo a no regresar. Además, ¿quién no saldría a gritar, a quemarlo todo, si a quien desaparecieron, golpearon o violaron es su hija, esposa, amiga, mamá o hermana? Porque la próxima podríamos ser alguien que conozcamos o cualquiera de nosotras, y porque ellas que salen a marchar y manifestarse nos representan a todas, aún sin conocernos.
El miércoles 8 de marzo, durante la marcha en protesta que se celebró en esta ciudad, fui testigo una vez más de la herida viva que todavía vivimos las mujeres en esta sociedad. Los cánticos que reclaman la lucha común son repetidos año con año por un mar de mujeres llenas de indignación que han sido violentadas en distintos niveles por un sistema en el que se sigue privilegiando y protegiendo a la figura masculina.
Y sí, es obvio que el coraje y la furia de ese exabrupto colectivo tiene un propósito clarísimo, el de visibilizar, seguir comunicando por todos los medios y formas posibles que el camino al feminicidio es uno, y que si bien muchas "la cuentan", muy pocas de nosotras libramos el empedrado de la violencia de género.
Dentro del "violentómetro" que han emitido algunas autoridades, en el que van dejando clara la ruta macabra del violentador, según me entero por amigas, conocidas y el día de la marcha, muchas más desconocidas que más de una ha sido víctima de manipulación, control, intimidación y han sido amedrentadas tanto en público como en privado. Algunas de otras han sido encerradas y luego humilladas bajo la protección de cómplices silenciosos que temen ser evidenciados porque, como dice el dicho, tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata.
En un mundo ideal, la construcción del feminismo no solo tocaría hacerlo a las mujeres, víctimas o no, de un sistema patriarcal que, por supuesto, ha hecho mucho daño a ambos géneros. Aún hoy, los estragos de este sistema han convertido en pugna y en algo personal a la lucha por la equidad de oportunidades y trato que tanto reclamamos las de mi género.
Por fortuna y desgracia, no solo sucede en Jalisco, pero lo que aquí nos toca vivir es muy particular. Hombres con olor a colonia y estudios finísimos siguen actuando como los más recalcitrantes machos de antaño y, con una mano "apoyan" y se condecoran legitimándose en lo profesional con mujeres a su lado, y con la otra y en lo oscurito, amedrentan y violentan desde el control y la manipulación. El miedo, poco a poco, como leí en tantos muros el pasado miércoles, va cambiando de lado y sin que me parezca una apuesta común dentro del movimiento feminista, pienso que ese empoderamiento del que se habla es más un compromiso con la seguridad tanto física como psicológica de la integridad de una mujer, de todas las mujeres.
En un mundo ideal, a las mujeres se les podría felicitar por ser mujer ese día, se debería dar por sentado que son dueñas y señoras de sus cuerpos, se podría ensalzar a la que es madre y del mismo modo a la que no decidió serlo; no se cuestionaría un jefe en pagar exactamente el mismo salario o se lamentaría el patrón de que haya quedado embarazada su empleada. En un mundo ideal, no se habrían tenido que encostalar a los monumentos ni a las esculturas de Timo que por un momento pensé que de tanto reflexionar públicamente de ellas ya las estaban alistando para llevárselas a la bodega.
En un mundo ideal, nadie debería esconderse ante la discusión pública y privada de lo que históricamente ha sido el papel de una mujer en cualquier sociedad. En un mundo ideal, ese exabrupto colectivo no sería cantado cada 8 de marzo por nosotras, las llamadas con tirria, feminazis.
Quienes hemos acumulado décadas de juventud (ja, ja, ja) somos testigos de la profunda transformación de la sociedad en los últimos 50 años y de la relevancia cobrada por la mujer en todos los escenarios. Fue otra época. Las oportunidades formativas de la mujer eran pocas, se les preparaba para ser maestras, enfermeras o secretarias. Algunas ingresaban a la universidad. Sus objetivos de vida eran diferentes a los de la mujer contemporánea. Hoy, el número de alumnas en los centros de formación académica hacen mayoría. Su incorporación a la vida económica ha sido un factor determinante para detonar su nuevo rol. La mujer es piedra angular de la sociedad del futuro. La marcha del pasado miércoles era inimaginable hace algunos lustros. A pesar de las expresiones de violencia de algunas manifestantes, es muy recuperable la civilidad con que se condujeron la gran mayoría de quienes, en uso de su libertad, expresaron sus demandas, deseos y aspiraciones. Fue emocionante ver a madres e hijas, e incluso abuelas, caminar juntas.
Desde los años juveniles aprendí, en la Centenaria Escuela Normal de Jalisco y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, que el género es un accidente, que hombres y mujeres somos complementarios. Nadie, con 3 dedos de frente, podrá decir seriamente que los hombres son más inteligentes que las mujeres, que su tenacidad es mayor, que su tolerancia al dolor y su resistencia física son superiores o que uno está mejor calificado para amar que el otro.
Cuando Sor Juana escribe sus "Redondillas"; la Corregidora conspira contra el régimen virreinal; Leona Vicario financia con recursos propios la causa de la Independencia, y "Adelitas" y "Valentinas", fusil en mano, hacen la Revolución; cuando Frida Kahlo llena de color y dolor sus lienzos; Rosario Castellanos y Griselda Álvarez sueñan poesía; Alondra de la Parra dirige a la Sinfónica Nacional; Irene Robledo funda instituciones y, ahora, la ministra Norma Lucía Piña se convierte en el símbolo de la lucha por un México más democrático, lo hacen por su talento, capacidad profesional, virtudes personales y compromiso social.
El feminismo se solidifica en Jalisco. Las manifestaciones del 8M antes de la pandemia reportaban aproximadamente 30,000 asistentes en la ciudad, aun así era superior la denuncia de las mujeres que la afición en las calles celebrando un campeonato. Ahora son más, han duplicado la cifra y sigue en aumento. Ya no marchan hacia las autoridades, los edificios oficiales no son el objetivo, exigen desde otro escenario, uno que no las rechaza con vallas metálicas y antimotines.
En Guadalajara fueron 70,000 almas exigiendo justicia, en CDMX reportaron 90,000 caminando hacia el Zócalo, sólo 20,000 más en una ciudad que junto al Estado de México triplica nuestra población. ¿Qué nos dice eso? Ha cambiado el enfoque. Pero no todas las ciudades pueden presumir lo mismo. Nuevo León irrumpió con golpes a las manifestantes a las afueras del Palacio de Gobierno. El recuento en Chihuahua fue de daños a edificios más que de mujeres unidas. "¡Me cuidan mis amigas!", gritaban las manifestantes que fueron recibidas por antimotines que les arrojaron gas para evitar el vandalismo en el Palacio de Gobierno, inmueble que terminó con pintas y ventanas ardiendo.
El pasado 8M no fue otro día, de otro año, como todos los anteriores. Las mujeres demostraron que "#JuntasSomosMasFuertes". En Jalisco la Ola Morada ahora está mejor organizada; desde que les arrancaron el miedo, a las mujeres les crecieron alas y ahora ya saben volar.
Las madres asumen casi todo el cuidado de los hijos. En E.E.U.U. los padres varones dedican un promedio de 1.6 horas diarias al cuidado de los menores de 6 años; ellas, casi 2.8 horas. También les dedican más tiempo de ocio.
En países en vías de desarrollo como el nuestro, el feminismo cayó sobre ciertas clases sociales de sopetón hace muchas décadas.
Cuando las familias dejaron el campo y llegaron a vivir a la ciudad, conforme 'el progreso' fue llegando, las mujeres tuvieron que seguir sosteniendo el trabajo de casa siendo madres y encargándose de la administración del hogar, y duplicaron la jornada laboral yendo también a la calle a ganarse algunos pesos haciendo lo que encontraron posible.
Pasó la vida y poco a poco las oportunidades para muchas se fueron abriendo en uno u otro sitio sin dejar de lado nuestra enorme chamba en el hogar.
Con todo y carreras sólidas, es extraño ver un hogar en el que las labores con los hijos se dividan -sin sentimentalismos- por igual. Así que no es extraño que, con todo y carreras sólidas, las mujeres -así provengan de cualquier estrato social-, busquen algún trabajo con el que se sientan cómodas ofreciendo una posibilidad de ingreso económico al hogar sin dejar de estar al pendiente de lo primordial, lo que dicta la norma para el género, la familia.
He visto de todo, algunas dan asesorías y sólo trabajan la mitad del día, otras administran negocios de la industria restaurantera de manera remota, algunas hacen ediciones y trabajan mientras sus hijos duermen, amigas mías se maquillan y encierran en cuartos decorados para dar terapia a distancia, mientras que para algunas más es mucho más sencillo simplemente vender a través de las redes sociales.
Venden, hay que dar un par de clics para llegar ahí, de todo: roscas de jícama y zanahoria, roscas de comida oriental, botanas convencionales y botanas sanas, quesos que traen de Los Altos de Jalisco, galletas hechas por ellas, zapatos que les maquilan en León, café que entregan a domicilio, playeras que diseñan con las primas, sudaderas que vieron en alguna tienda gabacha, pinta uñas, vestidos de Zapotlanejo, tratamientos para la piel y el cabello y una enorme y larga lista infinita.
Tengo pues a mi alrededor un círculo enorme de mujeres que venden todo el santo día porque nos sentimos y nos sabemos responsables de ese ingreso, para nosotras y para nuestras familias.
En estos tiempos, veo de manera muy entusiasta a un enorme grupo de mujeres que hacemos lo que sea necesario para cumplir nuestros sueños y los de nuestras familias.
Señor Presidente, señora Ana Gabriela Guevara, autoridades todas: venderemos Avon, calzones, Tupperware, Yakult, trajes de baño y lo que se nos ponga en frente para que aun con ustedes en contra lleguemos a donde el ideal y el trabajo arduo lo permita porque la dignidad y el sueño son más grandes que una mala administración.
A las mujeres que buscan, a nuestras sirenas campeonas a las que nada las detiene, estamos con ustedes, desde siempre.
Cada quincena le da 1,500 pesos y la deja a su suerte. Desde que se separaron esa es su "aportación", lo que -según él- va alcanzar para que sus hijos coman, tengan que vestir, en casa haya agua, luz, gas y lo que necesitan para ir a la escuela; obvio, ni pensar en que pudieran tomar alguna clase extracurricular o llevarlos al cine o por una nieve alguna vez. El internet es un lujo. "Es lo que hay, no te puedo dar más", es y sigue siendo su frase.
No es que ella sea "una mantenida" -como vilmente hay quienes suelen tildarlas-. Ella trabaja vendiendo cosas por catálogo, ese dinero le sirve no para "completar" el gasto sino para cubrir todo lo que implica mantener una casa y a un par de infantes, con lo mínimo indispensable. ¿Un trabajo fijo? Imposible, porque además ella se encarga completamente sola de la crianza (a su papá lo ven lo sólo algunos fines de semana). Él (el papá) trabaja en una dependencia de gobierno, y ahora ella podrá demandarlo para que se haga responsable de lo que le corresponde respecto a sus hijos o no podrá seguir como servidor público.
Este 29 de mayo se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la llamada reforma #3de3ContraLaViolencia, promovida por organizaciones y colectivos feministas, para evitar ningún deudor alimentario, agresor sexual o persona que haya ejercido violencia familiar llegue al poder ni ocupe cargos públicos. El objetivo: ¡Ningún agresor al poder!
Se trata de modificaciones a la Constitución, para adicionar al artículo 38 la fracción VII, que específica los casos en que se suspenden los derechos ciudadanos, impidiendo que las personas que se encuentren en dicha situación no puedan registrarse a candidaturas de elección popular ni ser nombrados para empleos, cargos o comisiones en el servicio público.
"Los derechos o prerrogativas de los ciudadanos se suspenden [...] VII. Por tener sentencia firme por la comisión intencional de delitos contra la vida y la integridad corporal; contra la libertad y seguridad sexuales, el normal desarrollo psicosexual; por violencia familiar, violencia familiar equiparada o doméstica, violación a la intimidad sexual; por violencia política contra las mujeres en razón de género, en cualquiera de sus modalidades y tipos. Por ser declarada como persona deudora alimentaria morosa", puntualiza la reforma.
Estas reformas habían sido aprobadas en la mayoría de los congresos locales, pero ahora que el Congreso de la Unión declaró su constitucionalidad y se publicó en el DOF ya es aplicable en todo el país. Y esto no es cosa menor. Están en puerta las elecciones del 2024, en donde además de elegir quién ocupará la Presidencia de México también habrá elección de 9 gubernaturas, congresos estatales y presidentes municipales. Y no tener sentencia por alguno de estos delitos ni ser deudor alimentario será un nuevo requisito para aspirar a alguna de las candidaturas.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de los divorcios judiciales registrados en el 2021, se asignó entregar la pensión alimenticia a las hijas e hijos únicamente en 47.9% de los casos y tan sólo en 0.7% se asignó la obligación de darle dicha pensión a alguno de los padres.
La llamada ley #3de3ContraLaViolencia no sólo es un logro histórico o un triunfo más para todas las mujeres (que son quienes mayor violencia enfrentan), es también un paso gigantesco para ir purgando de agresores los espacios de poder. Aunque ahora para llegar a eso hará falta llevarlos a juicio y tener la sentencia firme... y esa es otra historia.
Gracias a Erika Loyo aprendí que no sólo existe el techo de cristal, ese límite real para el crecimiento de las mujeres en la política, en las empresas, en las universidades, sino algo más que metafóricamente se llama el piso pegajoso: esa realidad espesa y chiclosa que impide que las mujeres avancen con agilidad y velocidad porque hay algo que las ata, que las detiene y les impide avanzar.
El piso pegajoso de las diputadas naranjas está plasmado en la fotografía que se tomaron con el gobernador. No, ellas no deciden su futuro. Ellas están ahí para cumplir una cuota, para llevar la voz del gobernador al Congreso del Estado porque así conviene a los intereses del partido, no a los intereses de las mujeres.
Tener mayoría de mujeres en el Congreso de Jalisco no ha servido para que ellas tomen control de la agenda femenina, para que exista una paridad real más allá de la voluntad del macho alfa en turno. El piso pegajoso, lo saben ellas, es que su futuro político depende de lo que decidan los hombres que toman las decisiones en los partidos y en la vida pública.
La pregunta no es si ya es tiempo de que una mujer gobierne, o sea rectora, o presida alguna de las cámaras empresariales. Esa es una falsa disyuntiva planteada desde la condescendencia masculina. La pregunta es a qué hora los hombres vamos a entender que gran parte de los problemas que tenemos hoy son producto de la lógica machista con la que vemos el mundo y por lo tanto con la que tomamos las decisiones.
Toca a las mujeres romper, a pedradas si es necesario, el techo de cristal. A los hombres nos toca trapear el piso pegajoso que hemos dejado nuestro paso.
En México las tareas del hogar y el cuidado de los hijos han recaído totalmente en las mujeres (aun cuando ambos padres laboren).
Desde que nacen, los bebés han estado a cargo de la mamá, con quien -de manera natural y también por cuestiones biológicas- establecen el principal vínculo. Pero, ¿y el papá? En México, además de la licencia por maternidad (42 días antes y 42 días después de la fecha de parto para la mamá), a los varones se les otorga un permiso de paternidad: 5 días con goce de sueldo, para que el papá no vaya a trabajar y colabore en casa con los cuidados del recién nacido.
No, no son mini vacaciones para el papá. Con las licencias parentales remuneradas se busca involucrarlos en la crianza y educación de sus hijos, y (¿por qué no) también en los asuntos domésticos; es decir, fomentar la corresponsabilidad. Son roles que se alejan del modelo patriarcal, donde no se concibe que el varón deje de trabajar para cuidar a los hijos, donde las tareas del hogar -por cuestión de género y arcaicos estereotipos- se han asignado exclusivamente a las mujeres, afectando sus oportunidades de desarrollo y crecimiento económico y profesional.
Las licencias parentales en México datan de noviembre del 2012, pero siguen siendo limitadas. Mientras en países como Islandia o Suecia el hombre puede tomarse hasta 3 meses o incluso 480 días, aquí la ley les otorga apenas 5 días y hay quienes desconocen ese derecho (en países de América Latina los padres pueden tomar entre 5 y 20 días de licencia de paternidad remunerada).
Hay investigaciones internacionales que demuestran beneficios significativos entre quienes ejercieron esa alternativa. Por ejemplo, mayor participación del papá en el cuidado del niño y una mayor satisfacción con su relación con el infante, con su trabajo y con su vida en general; para los infantes hay registros de mejor desarrollo cognitivo y emocional a largo plazo, además de menor probabilidades de ser hospitalizados en los primeros meses de vida.
"Ayuda a los padres a establecer vínculos con sus hijos, contribuye al desarrollo saludable de los lactantes y los niños, reduce la depresión materna y aumenta la igualdad de género", según un estudio realizado por Unicef en 41 países.
Reconocer la importancia de que los varones se involucren en la crianza y las labores del hogar es entender que existen distintas maneras de ejercer la paternidad y llevar la vida en pareja, con familias más consolidadas y con responsabilidades compartidas. Porque el mundo inclusivo comienza desde casa, con hombres cuidando a sus hijos e hijas y participando en las labores del hogar.
Hay que tener en cuenta que toda reacción empieza con un ataque contra las mujeres e, inmediatamente después, contra las sexualidades alternativas, ya que los cavernícolas siempre aspiran a reinstaurar el machismo más arcaico.
En una declaración de antología, digna de pasar a los anales de la historia al lado de la de Santiago Creel, que se dijo discriminado por ser güerito, el presidente López Obrador, enojado porque alguien le recordó que también él tiene límites y normas que acatar espetó: "Una pregunta: todo lo que me dicen a mí, ¿no hay violación de género o el género es nada más femenino?". Ni "Ken", cuando descubrió la existencia del patriarcado en la película de "Barbie", lo hubiera dicho con semejante estulticia.
Ya sabíamos que en temas de género el presidente tiene un déficit, que su matriz cultural respecto al rol de las mujeres es profundamente conservadora (aunque él se sienta liberal) y que ha tropezado, una y otra vez a lo largo del sexenio, con la misma piedra: las mujeres. Ya sabemos que no entiende, pero, montado en su macho, él insiste en su superioridad moral porque hay más mujeres en el gabinete, muchas de ellas, por cierto, abiertamente desautorizadas y ninguneadas por subsecretarios, ellos sí hombres, que son los que operan.
Más patético es que, en un intento por quedar bien con su jefe, la presidente del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadim Gasman, una doctora inteligente y preparada, haya pedido hace unos días a las mujeres que participan en la política que "aguanten vara", pues "la política es pinche" y hay que "dejar los casos de violencia a lo que son violencia, porque hay que diferenciar lo que es violencia de lo que es cambiar las formas de hacer política". Así.
La forma de hacer política del presidente, si le entendí bien a Gasman, es "pinche" y es "pinche" entre otras cosas porque es violenta y particularmente violenta en razón de género. Su recomendación, por contradictorio que suene, es que hay que aguantar vara para curtirse como los hombres. De acuerdo a la página del propio Instituto, en su muy útil y atinado glosario para la igualdad, la violencia política consiste entre otras cosas, cito, en el "ejercicio del poder contra las personas opositoras, para que se abstengan de dirigirse contra el sistema o (la) política imperante". Descalificar desde la más importante tribuna del poder a una opositora porque es "la botarga" de los hombres poderosos que deciden por ella es, desde donde se vea, violencia política de género.
El presidente, la 1a. víctima de la nación, no soporta que digan que él es el victimario. Ya que parece que Nadim Gasman no está dispuesta a hacerlo, alguien le tiene que explicar de qué va la violencia de género. Y, sólo como una idea al vuelo, darle una tarde libre para que vaya a ver "Barbie" que, si bien a mi gusto como película es bastante menos buena de lo que dicen, es una gran lección sobre el machismo con mucho sentido del humor.
Las expertas dicen que uno de los factores que explican la brecha salarial es la diferencia en el número de horas que las mujeres dedican a labores no remuneradas dentro del hogar. Son 42 horas por semana, de parte de las mujeres a cuidar menores, adultos mayores y personas enfermas. A hacer, además, tareas domésticas. De parte de los hombres, son alrededor de 19 horas.
¿Cómo es que las horas dedicadas a trabajo familiar no remunerado ensanchan la brecha salarial? Muchas mujeres tienen doble jornada, pero sobre todo, tienen un conflicto en el que con frecuencia deben sacrificar su desarrollo profesional para mantener "a flote" el hogar. Esto las hace más vulnerables a despidos y les complica competir por altas posiciones. La brecha crece a lo largo de la vida profesional para las mujeres que tienen más carga de trabajo en el hogar.
Para salir a crecer laboral y económicamente, las mujeres primero tienen que resolver el trabajo del hogar. Mientras el varón suele salir a trabajar sin preocuparse por preparar la comida o si hay leche, tortillas o queso, si la ropa está limpia o hay detergente para lavarla, si las criaturas hicieron la tarea, se tomaron la medicina o los abuelos están bien... Esas son tareas de un alto valor agregado, pero que se tienen infravaloradas.
La gran pregunta es cómo generamos un cambio de visión, donde involucrar a los varones en esas labores no signifique ayudar a la mujer sino asumir que son corresponsables.
Porque hoy, para que haya más mujeres incursionando en lo profesional y lo político, gobernando, encabezando organismos y dirigiendo proyectos, se requieren cambios en las dinámicas dentro del hogar, donde las tareas no son cuestión de género.
El país está listo para ser gobernado por mujeres. Lo que habría que cuestionarse es si como sociedad estamos preparados para que las tareas del hogar y cuidados no remunerados sean corresponsables.
Este histórico fenómeno se explica desde la desigualdad natural marcada por la naturaleza que dio más fuerza física al hombre que a la mujer, y perduró mientras la civilización estuvo sujeta a la fuerza física, tanto en el trabajo como en la guerra.
Las reinas y las emperatrices, que las ha habido desde hace siglos, fueron siempre una excepción a la regla común del dominio varonil, pese a que la mayoría de estas mujeres pasaron a la historia como magníficas gobernantes a quienes la fuerza física no les hizo falta.
La industrialización y el dominio de la máquina, que no ha parado hasta el presente, dejó la fuerza física humana en un 2o. plano, toda vez que se había por fin dominado el uso de fuerzas generadas primeramente por el vapor, después por la electricidad y por todo tipo de combustibles, de tal manera que levantar enormes pesos ya no era cuestión de fuerza humana, sino del manejo adecuado de palancas y después, botones. Lo mismo sucedía en el campo de la guerra, donde armaduras, espadas, lanzas o pesados arcabuces se fueron sustituyendo por armamentos cada vez más ligeros y más eficaces. El paso civilizatorio de la energía muscular a la energía cerebral abrió a las mujeres un mundo de oportunidades antes impensables, que no puede desligarse del nuevo dominio que la mujer obtuvo sobre su maternidad.
En el campo académico ha sucedido algo similar, pero de mayor significado. Luego de una lucha de siglos, la mujer fue accediendo a niveles educativos cada vez más altos, en un espacio donde lo que compite no son los brazos, sino los cerebros, con el resultado de que están siendo las mujeres quienes alcanzan los mejores logros, echando abajo una civilización colmada de prejuicios en este y en tantos otros puntos.
En México estaríamos pasando de la política gestionada por hombres y partidos dominados por ellos, con los resultados que conocemos, a una política gestionada por mujeres cuyos resultados ya se han visto en aquellas entidades o municipios liderados por ellas.
No se trata tampoco de magia, el género no basta ni en política ni en ningún otro campo, pero sí que puede aportar nuevas posibilidades, nuevos estilos, nuevas maneras, sobre todo si nuestras candidatas están tomando en serio valores tan importantes como la honestidad, la veracidad, la capacidad de unir e integrar fuerzas, la sensibilidad ante los problemas de la gente, la inteligencia administrativa, la tenacidad para alcanzar metas, el ingenio para resolver enredos, la fortaleza para enfrentar desafíos, todo lo cual ha caracterizado siempre a las mujeres.
Múltiples estudios muestran que las sociedades donde las mujeres participan más activamente en la economía nacional son las más prósperas. En el pináculo se encuentran naciones como las escandinavas y en el fondo se encuentran países donde las mujeres, por razones religiosas o culturales, se ven impedidas de participar.
Por ello, la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, en condiciones paritarias con los hombres, es la mejor forma de propiciar el desarrollo económico.
Así lo debieron pensar quienes otorgaron el Premio Nobel de Economía a la economista neoyorquina, Claudia Goldin.
Se trata de la 3a. mujer en recibir el premio, aunque la 1a. en recibirlo en solitario. Licenciada en Economía por la Universidad de Cornell y doctora por la Universidad de Chicago, Goldin ha estado asociada a la Universidad de Harvard, lugar privilegiado que le ha permitido estudiar las razones que han ocasionado la brecha salarial que separa a hombres y mujeres.
Sus estudios son de largo aliento y su investigación más importante da luz sobre cómo han participado las mujeres en el mercado laboral a lo largo de los siglos. Su explicación sobre las causas de la diferencia de salarios entre hombres y mujeres es multifactorial y se refiere a diversos fenómenos como el impacto de la píldora anticonceptiva, las decisiones que los 2 géneros toman en lo que se refiere a sus profesiones y a su papel en el hogar, el hecho de que las mujeres tardaron tiempo en transitar del trabajo en el hogar al más amplio de la producción para el mercado, así como la necesidad biológica de las mujeres de dedicar tiempo a la maternidad, entre otros.
En su obra, Goldin también demuestra que en los últimos 200 años la participación de la mujer en la economía disminuyó en el siglo XIX, sólo para acelerarse en los siglos XX y XXI. Goldin continúa enriqueciendo y poniendo al día sus investigaciones. Recientemente escribió sobre el impacto de la pandemia en la carrera de las mujeres y cómo ha afectado las relaciones de pareja.
El otorgamiento del Premio Nobel a Goldin ha sido recibido con entusiasmo por tirios y troyanos, pero en particular por las mujeres y los amigos de la causa del feminismo. Es de agradecer que las investigaciones económicas con una perspectiva sociológica sean impulsadas, ya que, durante algún tiempo, se privilegió sólo a las aproximaciones cuantitativas.
En México, la Coparmex y otros grupos empresariales han insistido, desde hace tiempo, en tomar en cuenta las necesidades de las mujeres en los contratos de trabajo y ha impulsado políticas que tiendan a la reducción de la brecha salarial entre los géneros. Recordemos que en esto no vamos muy bien, pues de acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género, en 2023 México retrocedió 2 posiciones en el índice respecto al 2022.
Lo sabemos: México no podrá ingresar a un mayor nivel de desarrollo si no incorpora de manera más intensa a las mujeres al mercado de trabajo, pero tomando en cuenta la perspectiva de género.
Seguramente el premio otorgado a Claudia Goldin contribuirá a poner en el centro de atención este tema de vital importancia.
La economista Claudia Goldin analizó cómo ha sido la vida laboral de las mujeres durante los últimos 200 años, y encontró que en la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres hay 2 factores clave: el nivel educativo y el nacimiento del primer hijo.
Con su investigación, la profesora de Harvard planteó que el surgimiento de la píldora anticonceptiva fue determinante para el acceso de las mujeres a la educación universitaria; además, expuso cómo la maternidad ha sido crucial en las opciones que tienen las mujeres para ocuparse laboralmente (con empleos que les permiten estar disponibles en casa y que a menudo pagan menos); sugirió también que la llegada del 1er. hijo es un factor subyacente en la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres, sino también en el salario entre las mismas mujeres.
Con su análisis histórico, que aborda la contribución de la mujer en la economía y los problemas para encajar o compatibilizar trabajo y familia, la estadounidense ganó el Premio Nobel de Economía de 2023. En esa categoría han sido galardonadas 93 personas, Goldin es la 3a. mujer que lo recibe (en 2009 se entregó a Elinor Ostrom y en 2019 a la francesa Esther Duflot).
A la par, en la misma semana se anunció el Premio Nobel de la Paz para la ingeniera Narges Mohammadi, una activista iraní que ha sido encarcelada 13 veces y sentenciada a un total de 31 años de prisión por luchar en favor de los derechos de la mujer y contra la pena de muerte.
La periodista iraní fue liberada en el 2020 después de cumplir 8 años y medio en prisión, pero fue encarcelada nuevamente en el 2021 y condenada a 16 años más en la cárcel. A pesar de las detenciones y la orden de aplicarle 154 latigazos, Mohammadi, de 51 años, mantiene su activismo a favor de los derechos de las mujeres, en un país donde son brutalmente discriminadas y acosadas legal, social y económicamente.
"Este Premio Nobel de la Paz es un homenaje a todas aquellas mujeres que luchan por sus derechos poniendo en riesgo su libertad, su salud e incluso su vida", declaró en un comunicado el secretario general de la ONU, António Guterres. Mohammadi es la 2a. mujer iraní a la que se entrega ese galardón (en 2003 lo recibió la activista de derechos humanos Shirin Ebadi).
En Irán las mujeres tienen restringida sus libertades de expresión y movimiento, se controla cómo visten obligándoles a usar el hijab, violando su derecho a la igualdad e, incluso, su dignidad humana; quienes se rebelan se enfrentan al riesgo de ser asesinadas, encarceladas u obligadas a huir del país.
En septiembre del 2022 se desataron las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini, quien falleció bajo custodia policial tras ser arrestada por presunta violación de la ley de uso obligatorio del velo islámico en público.
Ambos Premios Nobel ponen el foco en temas que no pueden sernos indiferentes como sociedad: la participación de las mujeres en la economía laboral y la garantía de sus derechos en cualquier parte del mundo. Todas las mujeres, todos los derechos.
Una serie de conquistas sociales y descubrimientos científicos como las píldoras anticonceptivas, abrieron la posibilidad a que las mujeres, que así lo quisieran o pudieran, se incorporaran también al mercado de trabajo. Esto, que pudiera parecer una forma de la emancipación, en muchos casos contribuyó a una mayor infelicidad de las mujeres, que ahora tenían que tener, de hecho, una doble jornada laboral: la del hogar y la profesional. Esta situación se ha considerado manifiestamente injusta, ya que una parte del trabajo de una de las partes en un matrimonio no se pagaba.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reiterado en sus sentencias que en el caso de una disolución del vínculo matrimonial, una de las partes -generalmente una mujer, aunque no siempre- que haya realizado una "doble jornada" de trabajo, en el sentido arriba explicado, podrá reclamar una compensación debido a la pérdida de oportunidades de desarrollo personal que la "doble jornada" desempeñada le pudo haber ocasionado. Además, la Suprema Corte llegó a la conclusión de que la parte afectada gozará de la presunción "de haberse dedicado preponderantemente a las labores del hogar o al cuidado de los hijos".
En un comunicado de prensa, la Suprema Corte de Justicia de la Nación cita a la organización Oxfam, que en estudios realizados concluye que el trabajo en el hogar no remunerado es en realidad el "motor oculto" del desarrollo económico que, sin embargo, afecta negativamente a las mujeres.
Indudablemente, este es un paso en favor de corregir una injusticia ancestral y manifiesta. Pero más pasos deben seguir en el futuro si queremos que la justicia se imponga.
Actualmente México tiene una representación del 23% de alcaldesas, 10 de los 32 estados es una gobernadora quien los encabeza y posiblemente el próximo año podríamos tener a la 1a. presidenta en el país, sin considerar la fuerza del 51.94% del padrón electoral que las mujeres representan en las votaciones del próximo año de acuerdo al reporte del INE de este mes.
Sin embargo, ahora, al igual que hace 7 décadas, se sigue desestimando a las mujeres en la política, incluso, luego de ganar por derecho un cargo de elección popular, han vivido un escrutinio superior de su vida personal para justificar su quehacer político, lo que no sucede en el caso de los hombres. De ahí que la violencia política contra las mujeres en razón de género es un fenómeno común que, aunque ya está tipificado, parece caer -como muchos otros delitos en materia de género- en la impunidad.
No por nada se dice que las mujeres deben esforzarse el doble aunque sólo sea para que se les reconozca la mitad. ¿Será que este año la perspectiva comienza a cambiar? Hemos visto que es un problema histórico y la diferencia estará en cómo formemos a las nuevas generaciones. Merece la pena que demos valor al voto que las mujeres ganaron no por derecho -aunque lo fuera- sino por la lucha.
Mujeres secuestradas, asesinadas, paseadas como carne desnuda y muerta, trofeos que una turba enloquecida de gozo -turba masculina, detalle básico-, grababa con teléfonos móviles al grito de Alahu Akbar: Dios es Grande, o Alá es el más Grande. Pese a la censura imbécil de las televisiones que pixelaron las imágenes -el horror también es educativo-, las redes sociales permitieron verlo todo con la claridad necesaria. E insisto en eso: necesaria.
Entre las imágenes que, hace unas semanas, se dieron en la frontera entre Israel y Gaza, hubo unas que se me quedaron especialmente en la cabeza: ese enfervorizado Alahu Akbar ante una joven con los pantalones ensangrentados a la que arrastraban sujeta por el pelo, o ante el cuerpo desnudo -hermoso hasta momentos antes- de otra joven malherida, mientras barbudos milicianos, sentados encima, la paseaban como trofeo para solaz de quienes voceaban Dios es Grande, Alá es el más Grande, con fanática saña (me entristece que los combatientes palestinos que conocí en los años 70 y 80, tipo Al Fatah, revolucionarios y laicos, hayan dejado espacio a los fanáticos de Hamás, manejados a distancia por los siniestros ayatolás iraníes: aquellos que, cuando la caída del Sha, pese a las advertencias de quienes andábamos por allí contando aquello, fueron aplaudidos por una izquierda europea que no tenía ni puta idea de lo que traía Jomeini bajo el turbante).
No es la primera vez, ni siempre está Alá de por medio, aunque suele estar Dios. También lo hace el nacionalismo, otro cáncer de la Humanidad bajo el que tanta rata se ampara. El pasado abunda en ejemplos, desde Susana y los viejos en la Biblia hasta el inquisidor que tortura a la hereje o la bruja, y también la Historia reciente. Lo destacado es que esa chusma se ceba especialmente en las mujeres: aceite de ricino, asesinatos y violaciones en la Guerra Civil, sacerdotes señalando desde el púlpito a las pecadoras, colaboracionistas rapadas y violadas en la Segunda Guerra Mundial. Pero no hace falta mirar atrás: ortodoxos judíos escupen hoy a unas monjas o acosan a una mujer que viste poca ropa, desde un cafetín moruno se insulta a una joven de falda corta llamándola puta, chicas jóvenes son apaleadas en Irán por no llevar bien puesto el velo... Lugares sombríos cerrados a la razón, donde a las mujeres libres se las desprecia y daña, como a la viuda de Zorba el Griego. Como a las adúlteras afganas apedreadas por los varones felices de participar en el castigo, también al grito de Dios es Grande.
Todo eso, en mi opinión, responde a una vieja pulsión muy masculina: insultar, infamar, mancillar a la mujer que no puedes conseguir. Y más si es hermosa. Lo he visto tanto en el mundo que llamamos civilizado como en lugares desdichados de la tierra. Y los peores son los regidos por quienes dicen actuar, y obligan a hacerlo, bajo mandato divino. En Europa -derechos y libertades hoy en regresión- costó mucha lucha y sacrificio liberarnos de sacerdotes y dioses. Por eso detesto el velo de las mujeres musulmanas y lo que simboliza. Países y pueblos regidos por un Islam que no es sólo religión sino también dictadura social caen con frecuencia en ese extremo. En esa infamia.
En el mundo del extremismo islámico, en las dictaduras teocráticas, azuzados por los obispos de allí y por la podredumbre que muchos de éstos tienen bajo sus pestilentes sotanas, hombres frustrados y condenados a la soledad, la represión, la insatisfacción sexual y la exclusiva compañía social de otros hombres estallan, cuando se presenta la ocasión, bajo formas de violencia camuflada de religión que, como en el reciente caso de Israel y Gaza, son pretextos para pasear, fotografiar, manosear y destruir, si pueden, el cuerpo de mujeres a las que sus curas prohíben acercarse de otra manera. Los de Hamás las vejaban en Gaza no sólo por ser judías, sino por ser mujeres libres, poco vestidas, sin velo, ofensoras de Dios. Por eso el grito Alahu Akbar era esclarecedor, pues traslucía todo el fanatismo, hipocresía, represión sexual, bajeza de que es capaz el ser humano, varón en este caso: masturbación mental -y no sólo mental-, ante mujeres antes inalcanzables y ahora indefensas, deseo insatisfecho que al fin se venga disfrazado de piadosa, farisaica moralidad. Por eso el Islam, excelente en tantas cosas -familia, dignidad, disciplina, respeto- es tan sucio en ésta: hombres llamando putas a mujeres a las que se follarían si pudieran. El problema es que ni a ellos ni a ellas sus curas se lo permiten. Unos curas que probablemente también se las follarían si pudieran: basta con verles la cara, los ademanes, el hipócrita dedo índice alzado hacia Dios. No hay más que escuchar sus sórdidas razones y sus cochinas palabras.
Algunos analistas señalan que la desigualdad de género empieza con las tareas de la casa, por lo que es importante revisar cómo nos comportamos en México en materia de reparto en las labores domésticas entre hombres y mujeres.
Según el Centro de Estudios Legislativos para la Igualdad de Género del Congreso de la Ciudad de México, de cada 10 personas que realizan trabajo de cuidados y doméstico, sin remuneración, 6 son mujeres.
Además, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ofrece información relevante:
¿Qué tanto y cómo participan los hombres en las tareas del hogar en México?
- Dedican, el promedio, 16 horas semanales al trabajo no remunerado (limpieza, cocina, cuidados), mientras que las mujeres dedican 40 horas.
- Su trabajo no remunerado equivale casi 2 billones de pesos, lo que representa 28% del total generado en 2022.
- Los roles de género persisten en la distribución de las labores del hogar, por ejemplo, los hombres aportan casi 7 veces más valor económico que las mujeres en tareas de mantenimiento.
Otros datos interesantes:
- Los trabajos de cuidados y doméstico guardan relación estrecha con los ciclos familiares, por lo que las familias con hijas e hijos menores de 6 años, son las que más tiempo le dedican y se asume en mayor medida el trabajo de las mujeres para el cuidado y atención de estos.
- Por otro lado, en relación con los niveles de instrucción educativa, muestran que a medida en que los hombres aumentan su nivel educativo, la participación en las actividades del cuidado y domésticas se incrementa.
- Por el contrario, las mujeres con grado en educación media o superior participan menos en las actividades de cuidados, frente a las mujeres que registran sólo niveles de secundaría completa o trunca, pues estas son las que más participan o se dedican en su totalidad a estas actividades.
Con información del IMCO
Ha sido una enorme lucha contra lo que llaman usos y costumbres. La medida más reciente ha sido la aprobación por el Senado, este 13 de febrero, de una enmienda al Artículo 2o. constitucional.
El artículo sigue reconociendo que los pueblos y comunidades indígenas pueden "aplicar sus propios sistemas normativos..., sujetándose a los principios generales de esta Constitución". Mantiene también la disposición de que deben hacerlo "respetando las garantías individuales, los derechos humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres". La nueva enmienda, sin embargo, añade: "y el interés superior de niñas, niños y adolescentes, sin que pueda justificarse práctica en contrario por el ejercicio de sus usos y costumbres".
La enmienda, que todavía debe ser ratificada por 2 terceras partes de los diputados federales y por la mayoría de los congresos locales, fue presentada por los senadores como una prohibición del matrimonio infantil en comunidades indígenas. La verdad es que no lo es, ni siquiera lo menciona. Sí señala, en cambio, que los derechos de los menores no pueden ser violados al amparo de los usos y costumbres.
No dejan de asombrar las maromas que están haciendo nuestros políticos tras haber convertido en 2001, con Vicente Fox, los usos y costumbres indígenas en un "derecho" constitucional. Nadie puede objetar que cualquier comunidad -indígena, mormona, católica, islámica, gay- adopte sus propias formas de vestir o expresarse. Esta libertad, sin embargo, no puede justificar violaciones a las garantías individuales. Los usos y costumbres han sido un pretexto para negar los derechos políticos de las mujeres, para expulsar de la comunidad a quienes profesan religiones distintas, para castigar a los homosexuales. Se han empleado también para forzar a las niñas a casarse o simplemente para venderlas. Por eso los liberales del siglo XIX, que como Benito Juárez lucharon contra los usos y costumbres de las comunidades indígenas, sostenían: "Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie".
La frase inicial del Artículo 1o. constitucional debió haber sido suficiente para asegurar el respeto a las garantías individuales: "Todas las personas gozarán de los derechos reconocidos en esta Constitución". Sin embargo, un espíritu conservador disfrazado de progresismo ha hecho que se viole este artículo de la Constitución de 1917 al inventar derechos distintos para personas de etnias diferentes. En contra del principio liberal de que todos somos iguales ante la ley, hoy tenemos una Constitución racista que asigna derechos según el origen étnico.
Los derechos humanos deben gozarlos todos los seres humanos. Los usos y costumbres pretenden crear derechos solo para miembros de un pueblo, una etnia o una cultura. Si no violan los derechos humanos, los usos y costumbres están cubiertos por las garantías individuales que todos gozamos. Para quienes tienen el control de las comunidades indígenas, sin embargo, son un útil instrumento para despojar de derechos a las mujeres, a las niñas o a quienes tienen creencias distintas.
Hoy los senadores quieren remediar los males que ellos mismos han provocado al reconocer los usos y costumbres con nuevos pegostes a la Constitución. Hay que aplaudir, por supuesto, una enmienda que aclara que los derechos de las mujeres y las niñas no podrán violarse bajo la justificación de los usos y costumbres. Mucho mejor habría sido, empero, regresar a una carta magna con derechos humanos para todos, porque las mujeres y las niñas indígenas también son humanas.
Me lastima el abuso de poder QUE TODOS, efectivamente todos, perpetramos en lo que el maravilloso periodista Ricardo Rocha llamaba "el pequeño poder"; sí, ese que ejercemos cada vez que tenemos en nuestras manos la posibilidad de facilitarle la vida a alguien y en lugar de eso, lo tratamos, como decimos en México "con las patas".
En toda mi vida profesional, tengo más de 30 años trabajando, mi peor jefe, quien más mal me trató, me humilló, hasta el grado de enfermarme físicamente -todavía guardo el recuerdo físico de una lesión que me dejó- fue una mujer, porque a veces entre nosotras nos despedazamos y hacemos de ese "pequeño poder" del que hablábamos, una ruin plataforma de borrado de competidoras. La miseria humana no tiene género. Todos nos convertimos en la parte que alimentamos de nosotros mismos.
En el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), este viernes 8 de marzo, vale la pena recordar los datos que revelan la situación laboral y económica que viven en México. Una situación de injusticia y desigualdad frente a los hombres.
De acuerdo a datos que comparte el IMCO, "México es el 4o. país con menor participación económica de las mujeres en América Latina. Las mujeres están subrepresentadas en el mercado de trabajo a nivel mundial y ningún país ha logrado alcanzar la igualdad de género en los centros de trabajo".
En México habitan 53.3 millones de mujeres, de 15 años y más. De ese total, 24.7 cuentan con un trabajo remunerado y 28.5 millones no participan en el mercado laboral.
De la cifra de mujeres que no participan en el mercado laboral, el 69% se dedican exclusivamente a las tareas de cuidados y del hogar. Lo que significa que "17.2 millones de mujeres se dedican exclusivamente a las tareas del hogar, en contraste con 992,000 hombres que se dedican a estas labores de manera exclusiva. Es decir, hay 17 veces más mujeres que hombres en esta situación".
"Además del trabajo de cuidados, las mujeres también dedican más tiempo a realizar otras tareas indispensables para el sostenimiento del hogar y sus miembros, como la limpieza, las compras o la preparación de alimentos. El trabajo no remunerado tiene un valor económico para el país, el cual el Inegi estima que asciende a 7.2 billones de pesos. Es decir, si el trabajo no remunerado fuera una industria, tendría una equivalencia a 24% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, cifra por encima del valor de sectores económicos como la industria manufacturera (22%) o el comercio (22%)".
"Si se suma el valor de las tareas del hogar y de cuidados, las mujeres aportan 2.6 veces más valor económico que los hombres por el trabajo no remunerado que realizan. Esta distribución desigual limita el tiempo disponible que las mujeres pueden invertir en su desarrollo y crecimiento profesional. De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del Inegi, 9 de cada 10 personas que abandonan el mercado laboral por realizar tareas de cuidados son mujeres".
Crecer escuchando: "estudien, trabajen; necesitan tener una carrera y ganar su propio dinero para que no dependan de nadie", es algo que te marca la vida, sobre todo cuando eres mujer y desde niña quien te lo dice amorosamente es tu papá. En un contexto donde las condiciones económicas, políticas y sociales de las mujeres son visiblemente inequitativas respecto a los varones, esas son palabras que pueden hacerte toda la diferencia en tus decisiones, para impulsarte y recordarte que tienes alas y hay que abrirlas sin miedo... y que también existen hombres que llegan a ser grandes aliados.
Hoy por hoy los principales cambios y transformaciones en la vida de las mujeres se han construido por la voz, el trabajo y empuje de ellas y otras mujeres, y en ocasiones teniendo a hombres como aliados. Y no me refiero únicamente a un enfoque desde la política. Hay padres que impulsan, motivan y orientan a sus hijas a prepararse, crecer, saberse capaces. Hay familias donde entienden que el desarrollo de las mujeres es igual de importante que el de los varones, y que evitan perpetuar arcaicos roles anclando a unas con labores domésticas y deslindando a otros de ellas. Existen parejas que saben caminar al lado, entendiendo que se trata de hacer equipo, de ser equitativos y que eso incluye intercambiar labores de cuidados y dentro del hogar. Hay hombres que levantan y enarbolan plenamente la lucha feminista... desde su trinchera, aunque lo hagan en silencio.
Una mujer en Guadalajara debe esforzarse para formar parte de ese 27% que alcanza un grado universitario. Porque la mitad sólo terminará la secundaria y el resto apenas la preparatoria.
Sin duda esta mujer trabaja igual que 6 de cada 10 féminas en la metrópoli. Actividad que combina con labores no remuneradas en el hogar.
Si está casada, como el 41%, seguramente se ocupa también de los hijos. Su pareja, si es varón, también trabaja, pero sólo 1 de cada 10 dedica tiempo a labores del hogar.
Seguramente esta mujer hace de comer como el 83% frente a sólo el 10% de los varones. También hace el aseo en casa como el 77% frente al 12% de hombres que lo realizan. Cuida a niños, enfermos y adultos mayores en proporciones similares. Ella carga con una doble o triple jornada.
Sobre esta mujer en Guadalajara sería incorrecto decir que vive en la desdicha doméstica, pero el 63% de los varones están satisfechos o muy satisfechos con su relación de pareja frente a sólo el 55% de las mujeres.
Es curioso pero esta mujer lidia más a menudo con sentimientos negativos como enojo, tristeza, insomnio y angustia a diferencia de su contraparte masculina. La discrepancia es pequeña, pero existe.
En el ingreso del hogar los hombres tienen un papel históricamente preponderante. Pero esta mujer seguramente es proveedora del mayor porcentaje de ingresos familiares como ya ocurre en el 30% de los casos. Ella gana más y aporta más (aunque sé de casos en donde ella gana menos y aporta más).
Es casi seguro que si se ha subido al transporte público ha sufrido acoso principalmente con presión genital contra su cuerpo, tocamientos, acercamientos intimidantes y miradas lascivas. En general en la vía pública, en un parque o en su colonia se siente más insegura que un hombre.
Hoy más que nunca esta mujer puede ser víctima de violencia familiar, violación, acoso o feminicidio, todos delitos al alza en aumento en esta gestión.
Hoy sin duda esta hipotética mujer marchará en Guadalajara al lado de miles de tapatías reales, diversas en gustos, intereses e historias. Lo harán para reivindicar en el 8M una desigualdad histórica y una violencia sistemática que apenas esboza el estudio "Ser Mujer en GDL" de Jalisco Cómo Vamos cuyos datos utilicé para esta columna.
Las mujeres casi duplican a los hombres en las horas dedicadas a las tareas de cuidado en los hogares de México, una situación que el gobierno federal está en camino de revertir con un "sistema nacional de cuidados", advirtió la directora ejecutiva de Oxfam, Alexandra Haas.
Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2022, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las mujeres en el país dedican a esta tarea 54.3 horas semanales, frente a las 30.2 horas de los hombres.
"La idea es que haya corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, los hombres y las mujeres y que los hombres cuiden más allá de las licencias de paternidad de 5 días", añadió Haas.
La opinión de la experta se alinea con la propuesta de ONU Mujeres y la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que en 2021 presentó el documento "Hacia la construcción de sistemas integrales de cuidados en América Latina y el Caribe. Elementos para su implementación", con un marco orientador para personas e instituciones que buscan promover el desarrollo de sistemas integrales de cuidados.
De acuerdo con el documento, la creación de sistemas integrales de cuidados, supone una contribución fundamental en términos del bienestar y una recuperación transformadora con igualdad.
Vivimos en una época marcada por el cambio social más profundo de nuestra historia: la búsqueda incansable de igualdad de género. Esta transformación, de relevancia global y de justicia innegable en términos morales, jurídicos y políticos, se manifiesta de manera admirable y apasionante en México. En un país que alguna vez estuvo impregnado de estereotipos machistas, presenciamos un avance firme hacia la igualdad de género. Sin embargo, las amenazas actuales se ciernen desde el norte.
En el inminente noviembre, nos enfrentamos a la posibilidad de que un hombre, acusado por más de 25 mujeres de violencia sexual o conducta inapropiada, asuma la presidencia de los Estados Unidos. Este líder, único en el mundo libre, está señalado por ser legalmente responsable de abusos sexuales y ser protagonista de controvertidas ofertas a una actriz porno para un programa de televisión. Más allá de sus cuestionables acciones, se dice que no odia a las mujeres, sino que le irrita que no se sometan a sus deseos. Este hombre se perfila para encontrarse con la próxima presidenta de México.
Aunque este escenario podría parecer anecdótico, su relevancia se acentúa al considerar la actitud previa de este hombre hacia nuestro país. En otras partes del mundo, decisiones cruciales se toman con cautela. Por ejemplo, en el seno de la OTAN, se barajaba la posibilidad de que Ursula von der Leyen liderara la alianza, pero ante la perspectiva de una victoria de Trump, los socios parecieron desistir y optaron por elegir a un hombre. En nuestro caso, la designación del encargado de negociar la siguiente etapa del Tratado de Libre Comercio es vital, no sólo por las condiciones singulares del posible presidente estadounidense, sino también por su visión anti-globalización y su perspectiva de colocar a su país por encima de todo.
En este momento en el que las mujeres alzan la voz para defender sus derechos, se presenta la posibilidad de enfrentar un verdadero retroceso desde la nación hegemónica en el continente. Resulta anticlimático que, mientras las mujeres luchan por la igualdad, se vislumbre la amenaza de un líder cuestionado en este aspecto.
Sorprende la disposición de algunas mujeres en Estados Unidos a votar por Trump. Grupos activos respaldan sus posiciones conservadoras y se oponen a la perspectiva de género, buscando eliminar la tendencia a la igualdad promovida por los sectores liberales. En México, la suerte está echada: habrá una presidenta, respaldada por candidatas comprometidas con las posiciones liberales del feminismo.
Resulta llamativo observar la afinidad entre Trump, Putin, Orban de Hungría y Milei en Argentina en el tratamiento del tema feminista. Todos consideran amenazas a muchos movimientos feministas y han combatido sus avances. En México, la primavera feminista ha florecido en todos los ámbitos, recordándonos la deuda moral y política que tenemos con las mujeres. Su lucha es más trascendental que cualquier batalla electoral.
Aunque México parece ser una nación culturalmente conservadora, ha experimentado un vuelco hacia posiciones más liberales en los últimos años, en gran parte gracias a las mujeres. Reconocemos y agradecemos la entrega de todas aquellas que han dado su vida en favor de los demás, de sus hijos y ahora, en busca de una sociedad más abierta y justa. Es momento de rendir un tributo merecido a estas pioneras de un cambio histórico.
Querido lector del género masculino:
Si usted no se siente identificado con nada de esto, por favor, lea como pasa el agua en un río que no se detiene y corre con naturalidad. Si en cambio a usted le hace sentir incómodo o le hace ruido algo en estas líneas, ojalá pueda sentarse en calma (habiendo pasado ya la posible irritación) a reflexionarlo con las mujeres que le rodean y claro, sería maravilloso que lo hiciera también con los de su género. Aunque últimamente no estoy muy entusiasta y no veo que entre muchos hombres existan este tipo de reflexiones y si bien he sido testigo de unas cuantas, noto que no ven, que no ven. Los famosos puntos ciegos, pues.
No quisiera que tampoco se sintiera obligado a nada, pero es importante que en este 8M que recién pasó, no se pierdan de vista, como sucede tan a menudo, el efecto que provocan los micromachismos que nos persiguen todo el año, todos los días, en todas sus versiones y en todas las profesiones, relaciones sentimentales, generaciones y familias. No se preocupe, quizá incluso ni siquiera los tiene en mente, ni los ha visto ni sea consciente de que usted también haya podido ejercerlos en detrimento de las féminas que le rodean y de usted mismo, porque el machismo, aunque sea micro, nos daña a todos. Y si usted es un hombre de la modernidad, viajado y estudiado que ve a las mujeres a los ojos y defiende la causa feminista, de mi parte todo el agradecimiento, y no es que dude -no me lo tome a mal-, es que hasta de hombres de la modernidad ilustrados no, ilustradísimos, no nos libramos las mujeres. Así que aquí voy, le dejo la lista que he elaborado con especial atención de ejemplos personales y que me han compartido, a ver si chicle y pega. Todos ellos, escuchados por hombres a nuestro alrededor.
1. "Los hombres no podemos dejar de ver a las mujeres que entran por la puerta en un restaurante. Es normal que lo hagamos, además algunas hasta se visten para eso. Asúmanlo y ni se molesten mejor, va a pasar".
2. "Yo soy un hombre fiel y amo a mi mujer, jamás la dejaría porque me ha dado muchísimo y le debo lo que soy en la vida. Tengo un arreglo con ella porque el sexo no me es suficiente y además necesito una dosis de adrenalina, así que claro, tengo mis asuntos por otro lado. Bueno, no es un arreglo porque ella no lo sabe pero seguro que así estamos mejor".
3. "Maestra, al niño le encantó su clase de prueba, pero la verdad a mi esposo le preocupa que, pues, esté en un entorno tan femenino como el ballet".
4. "Entre mi mujer y yo tomamos la decisión de que ella no trabaje y se dedique al hogar, para ella es muy importante estar al pendiente de nuestros hijos. Sí, claro que renunció a su carrera pero de todos modos la verdad es que nunca supo muy bien hacia a dónde iba. Y también, casi ni dinero ponía en casa. Nomás ojalá encuentre algo con qué entretenerse, una 'vieja' entretenida no da lata".
5. "Por supuesto que estoy a favor de la causa feminista, pero no es necesario que destrocen la ciudad".
6. "Si ya pasan de los 18 años y todo fue consensuado, no veo ningún mal en ello. Además, seguro hasta lo disfrutó, ahora sale con el cuento de que se sintió usada, nomás es por fregar y hacer quedar mal a fulano".
7. "Se ponen como locas cuando les baja, ni te les acerques; y luego la cosa va a peor, se vuelven unas histéricas menopáusicas. Total, no hay descanso".
8. "No tienes por qué sentirte amenazada de que vea pornografía y comparta con mis amigos fotos de mujeres desnudas, ni que te fuera a poner el cuerno con una de ellas. Con mi deseo no te metas, mejor deberías de armarte un chat así con tus amigas".
9. "Que una mujer se muera no necesariamente es feminicidio. Tantos hombres que se mueren y ni investigan bien. ¿Qué tal que también los mató una mujer?".
10. "Yo nunca la he tratado mal, claro que si me enojo, pues grito, pero eso no necesariamente es tratar mal a alguien y además, cualquiera se puede salir de sus cabales y mucho más si ella fue la que provocó todo".
11. "¿Quieren igualdad? Venga, pues paguen la mitad de todas las cuentas a ver si les sigue conviniendo".
12. "Yo necesito tener todo el sexo que mi cuerpo necesita, soy hombre, la vida es corta, y uno tiene que gozar, que vivir. Si tú no das lo que yo requiero, ten por seguro, que tarde o temprano, voy a satisfacerlo con alguien más. Pero no te agobies, por ahora estoy bien".
13. "Sé perfectamente que me estás explicando lo que sientes, pero la verdad, yo creo que exageras y no es para tanto. Deberías ver las cosas desde otro lugar, estás siendo muy dramática".
14. "Qué gordas se pusieron varias de la generación, como que se comieron a sus hijos o a su marido. O baja de peso, o la va a acabar dejando 'perengano', debería de cuidarse porque así a nadie se le antoja".
15. "Claro que ahora que nos divorciamos va a tener que trabajar. Sí, estuvo al cuidado de los hijos y por eso se merece una liquidación, es la madre de mis hijos y no la voy a dejar en la calle".
16. "Se fue con otro, faltaba más que yo sostuviera ahora también al pobretón con el que se fue la muy...".
17. "Mal se van a sentir cuando ni un albañil les chifle".
18. "Yo jamás lo dije con esa intención, tú te sentiste así porque quieres. Malinterpretas siempre todo a tu antojo".
19. "Yo te hago el favor de no traer a la casa los problemas de mi vida o del trabajo, deberías de actuar igual. ¿No puedes dejar de lado el drama? Yo no soy tu amigo, mejor recurre a tus amigas para estas cosas".
20. "Si sabes que no estoy en un buen momento, ¿por qué vienes a pedirme cosas de la relación? También tú, tienes que aprender a medirle. Y si me equivoqué, pues ya, déjalo pasar, aprende a perdonar. En cambio lo que tú hiciste, no tiene perdón, pero estoy aquí porque te quiero demasiado y nadie te ha querido como yo".
Ojo, ninguno de estos ejemplos y la lista interminable con la que se podría publicar un libro (uno más sobre el tema), generalmente se sienten como amenaza en ese momento. Pero para ambos géneros, presenta, al tiempo, una desconexión de su propia existencia y lugar que ocupa en el mundo. Todos somos víctimas del machismo, todos somos víctimas también de estos micromachismos, ojalá pudiéramos hablar de ellos con la misma vehemencia con la que atajamos otros temas. La reconstrucción de un nuevo sistema donde ambos géneros coexistan desde la equidad es posible. Me queda la esperanza, si no para mí, para las futuras generaciones.
Queda de tarea...
Las marchas de las mujeres en todo el país volvieron a sorprender. No sólo por el número de participantes, que se multiplicó por 10 en una década, sino por la fuerza de sus demandas. Las niñas que hoy tienen 5 o 6 años tienen esperanza de sufrir menos acoso, menos discriminación laboral, pueden aspirar a un poco más de seguridad y certeza sobre su propio cuerpo gracias a las mujeres que los últimos años han salido a marchar, han levantado la voz, unas a grito pelón, otras con el marro en la mano golpeando con furia lo que encuentran a su paso, pero todas con un mismo objetivo: destruir una asfixiante cultura patriarcal para construir una nueva forma de ser y estar en el mundo para las mujeres de las próximas generaciones.
No deja de sorprender que la represión a las marchas se haya dado en estados como el de México o Colima, donde gobiernan mujeres, o en Zacatecas, donde el gobierno ha sido incapaz de tocar con el pétalo de una declaración al crimen organizado. El mismo gobierno zacatecano que pide a las madres que recen para acabar con la violencia no tienen empacho en gasear a las mujeres que protestan.
Las vallas rodeando Palacio Nacional, poniéndolo a salvo de las mujeres que protestan, son también una metáfora de la distancia entre el presidente y la agenda femenina. Fueron 5 años de gobierno y otros tantos de marchas y López Obrador nunca entendió que esa causa, la de las mujeres, iba más allá de su entender. La 4a. transformación será feminista o no será, decía en 2019 el presidente después de la 1a. manifestación que lo descolocó y le rompió su discurso totalizador. Hoy, 5 años después, habrá quien defienda la transformación, quien vea en el nombramiento de Claudia Sheinbaum un triunfo de las mujeres (sin duda lo es); sin embargo, cada día es más evidente el abismo entre la agenda de las mujeres de clases medias urbanas y la visión paternalista y condescendiente del presidente.
Quien quiera leer en las marchas una reivindicación política de cara al 2 de junio se va a equivocar. Lo que pasó en Ciudad de México, Guadalajara o en Tijuana no prefigura un escenario electoral. Nada tienen que ver las demandas expresadas en el 8M con las preferencias electorales.
"¿Preferirías estar atrapada en un bosque con un hombre o un oso?", es una pregunta evidentemente hipotética. Se cuestiona sobre una situación ficticia, poco probable y quizás hasta absurda, pero se convirtió en la pregunta del millón... del millón de reacciones, de comentarios y de likes. Y le dio la vuelta al mundo por sus respuestas.
Un medio digital de Londres fue el primero en lanzar la interrogante; salió a entrevistar aleatoriamente a mujeres en la calle y les dio a escoger entre uno de estos 2 escenarios imaginarios. En el pequeño vídeo publicado en la cuenta de Tik Tok @screenshothq, de 8 chicas ¡7 eligieron estar atrapadas con un oso!
La pregunta se hizo tendencia y se replicó en distintas plataformas de redes sociales, cuestionando ya no sólo a mujeres de Europa sino también de América Latina. Y las respuestas y el razonamiento fueron similares: la mayoría preferirían toparse con el oso. ¿Por qué?
"El oso me mata sin intentar hacerme nada más"... "Si el oso me ataca, no me preguntarían que qué llevaba puesto"... "Si digo que el oso me atacó me van a creer y si me mata es más probable que sí busquen y encuentren mi cuerpo"... "Si el oso me ataca, no me dirán que yo lo provoqué"... "El oso, él me mataría por instinto animal, no por placer y satisfacción"... se lee en los comentarios al vídeo de @screenshothq.
La pregunta hipotética resultó más que reveladora, y una situación tan poco probable y absurda evidenció el gran temor que existe entre las mujeres, de todo el mundo, a ser atacadas por un hombre. Y al margen de la cantidad de memes que surgieron por preferir al oso, las respuestas plantean una seria reflexión y análisis de la violencia de género, los riesgos inherentes a ser mujer y la recurrente práctica de culparlas de ser víctimas de las agresiones.
Pero esta terrible realidad no sólo es percepción: una de cada 3 mujeres ha sido víctima de violencia al menos una vez en su vida, según cifras de ONU. Una situación que tampoco es ajena a los caballeros, y para muestra la misma pregunta, pues a ellos también se les comenzó a cuestionar sobre qué preferirían, ¿que su pareja o su hija se topara con un hombre o un oso? Las respuestas fueron similares: ¡eligieron al oso!
"¿Preferirías que nuestra hija se quedara atrapada en el bosque con un oso o con un hombre?", le preguntó la influencer Meredith Steele a su marido, en un vídeo compartido en su cuenta @Babiesofsteele. "¿Que tipo de hombre?", le replicó.
"Es todo lo que sabemos: hombre o un oso", le responde Steele. Y ante lo dudoso de su marido, le planteó: "¿Y si fuera una mujer o un oso?"; de inmediato le respondió: "Una mujer". Finalmente y después de dudarlo, el hombre también eligió el oso, esperando que este fuera amigable.
El papel civilizador de lo femenino sigue siendo subestimado.
Histórica y culturalmente, hasta el siglo pasado, había únicamente 2 roles al interior del hogar: uno productivo y otro reproductivo; los varones como proveedores y las mujeres con labores asociadas a la maternidad y los cuidados (de menores, de enfermos, de personas con discapacidad y de la tercera edad), sin remuneración alguna, ni prestaciones y mucho menos algún sistema de ahorro. Son modelos que, por las condiciones económicas y sociales, resultan cada vez más obsoletos, además de inequitativos.
En México y el mundo, las mujeres cada vez tienen mayor protagonismo fuera del hogar, lo que ha transformado la dinámica familiar. En el 2010, en nuestro país 1 de cada 4 hogares estaba encabezado por una mujer, una jefa de familia; en el 2020 se incrementó a 1 de cada 3 hogares. Es decir, en una tercera parte de los hogares de México hay una mujer como principal proveedora y sostén económico (datos del Censo de Población y Vivienda del INEGI, 2010 y 2020).
La participación de las mujeres con roles remunerados ha permitido su desarrollo, pero también ha implicado que terminen realizando dobles jornadas, una fuera de casa y otra de labores domésticas. O que, cuando son responsables de los cuidados, lo hagan sin que reciban alguna compensación económica ni se tome en cuenta el valor que implican dichas tareas, impidiéndoles muchas veces un desarrollo pleno.
La deuda con las mujeres es histórica porque desde hace siglos han sido las más desfavorecidas. Remediar las situaciones de desigualdad y desequilibrio económico será una de las principales tareas a las que se enfrentará la nueva Secretaría de la Mujer, que recientemente anunció la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum.
Esta nueva dependencia sustituirá al Instituto Nacional de las Mujeres, un organismo descentralizado creado en el 2001, y que venía impulsando una agenda de perspectiva de género, pero que, sin embargo, poca o nula presencia tuvo en la agenda pública de la presente administración.
Elevar esta dependencia de instituto a secretaría implicaría destinarle más recursos a la agenda de género, lo que estaría enviando una señal del peso y la relevancia que podría tener este tema durante el mandato de Claudia Sheinbaum. Colectivos y grupos de mujeres y feministas ya comenzaron a alzar la voz para darle seguimiento a los programas que impulse la próxima titular de la dependencia, la senadora y secretaria general de Morena, Citlalli Hernández. El trabajo requerirá mucho más que repartir cartillas para que las mexicanas conozcan sus derechos.
En la agenda está garantizar un sistema de cuidados y políticas públicas efectivas para que las mujeres ejerzan plenamente sus derechos, tanto económicos como laborales y sociales. Seguramente se pondrá sobre la mesa el funcionamiento de guarderías y los horarios extendidos en las escuelas (escuelas de tiempo completo), programas que fueron suprimidos este sexenio. Urge recuperarlos, por el bienestar de las mujeres.
¿Por qué alguien que no sea la propia mujer debería tener el poder de determinar lo que hace con su propio cuerpo? El derecho fundamental de una mujer a la libertad individual, a su propia vida, le otorga la autoridad para interrumpir su embarazo si así lo desea. Restringir el derecho de una mujer a elegir si interrumpe un embarazo no deseado es lo mismo que negarle el control sobre su propio cuerpo.