¡Cómo será bello el futuro!


Es evidente que la raza humana está condenada, tal y como está constituida genéticamente en la actualidad.
A medida que el hombre incrementa sus conocimientos, aumenta la posibilidad de que cualquiera provoque un desastre atómico.

Mario Puzo (La cuarta K)

La extinción es la regla, La supervivencia es la excepción.

Carl Sagan

Vivimos una época muy difícil. El único consuelo es que lo que viene será peor.

Carlos Monsiváis

He visto el futuro, hermanos, y es puro crimen.

Leonard Cohen


Geoffrey Hinton, ganador del Premio Nobel de Física este año, considerado "el padrino" de la inteligencia artificial, llamó a frenar el desarrollo de lo que él fue un impulsor clave, "porque va a escapar de nuestro control y será el fin de la especie humana como la conocemos".

Dijo en sus primeras declaraciones a la BBC de Londres la semana pasada que los sistemas de inteligencia artificial pueden permitir la mentira generalizada en redes sociales o el surgimiento de robots asesinos de conducta autónomos de la voluntad humana.

El año pasado un grupo de científicos -Elon Musk incluido- publicó una carta dirigida a los laboratorios de IA en la que pedía detener el desarrollo de sistemas más potentes, al menos durante 6 meses, por los "profundos riesgos para la sociedad humana".

Por ahora, dijo el nobel, los sistemas de inteligencia artificial "no son más inteligentes que nosotros, pero creo que pronto lo serán y no sólo (podrán) generar su propio código, sino también ejecutar ese código por su cuenta", es decir fuera de control, podrá tomar el control de nuestras vidas.

En síntesis, el padrino de la IA, galardonado con el Nobel de Física, pidió a los principales científicos del mundo que colaboren para desarrollar formas para controlar esta tecnología.

Pablo Hiriart
(v.periódico El Financiero en línea del 18 de octubre de 2024).

Existe evidencia tan sólida del cambio climático, así como sobre las consecuencias alarmantes en la salud de los seres vivos que ya no se puede hacer caso omiso. Hemos sido testigos de los fenómenos asociados con el clima, como los eventos meteorológicos extremos desde lluvias torrenciales hasta sequías. En otras circunstancias, también se han experimentado procesos diferentes en la presentación de enfermedades en la salud humana que van desde las respiratorias, las del sistema circulatorio, alergias e incluso más complejas cómo las neurológicas que se reflejan en las conductas y la cognición de una persona.

En el 2022 la organización United Nations Climate Change publicó sobre la "triple emergencia planetaria". La 1a. es el calentamiento global, los grados centígrados que nos indican un problema han ido en aumento y, al parecer, son pocas las acciones que se están suscitando en el mundo. El aumento de las emisiones que causan el efecto invernadero son sin duda de origen antropogénico, desde la revolución industrial hasta la nula regulación en países que contribuyen de manera negativa a la masiva ambición en el sector económico y productivo nos han llevado al límite encendiendo un foco de alarma ante un problema real.

La 2a. situación de la emergencia es la contaminación continua y progresiva de nuestros elementos ecosistémicos que nos han hecho creer que son infinitos, pero que la ciencia ha mostrado que son recursos finitos. Por mencionar primero lo más visible, la contaminación del aire, con el tiempo hemos visto nuestro cielo cubrirse con una capa gris, el conocido "smog", que definitivamente es ocasionado por la combustión industrial y vehicular de hidrocarburos. Aunado a esto la contaminación del agua que se podría considerar un elemento vital que impacta en los procesos básicos del desarrollo humano y el bienestar. La contaminación y deterioro de los suelos nos lleva a enfrentar una situación complicada al momento de pensar en los territorios y en las comunidades cuya principal fuente de trabajo es la agricultura, de la que depende la alimentación de todas las personas de todas las naciones. Por lo tanto, la conservación de la biodiversidad y la gestión sostenible de los recursos naturales son fundamentales para mitigar el cambio climático y garantizar la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades.

La 3a. situación se suma a la anterior. Se trata de la extinción de las especies, la pérdida del hábitat que nos lleva a considerar un peligro de extinción constante de los seres vivos que habitan el planeta, incluyéndonos.

Es necesario repensar lo que estamos enseñando en las aulas de cada profesión, de cada programa educativo, así como en el desarrollo de las políticas públicas pertinentes para mitigar estos impactos. Hablar de la salud planetaria es indispensable. Las alianzas y la vinculación intersectorial nos puede permitir incidir de manera efectiva para evitar la progresión de una situación que nos pone en peligro a todos.

Dra.Ana Karina García Suárez, médico cirujano con maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, doctorado en Ciencias de la Salud Ocupacional
(v.pág.11 del periódico El Informador del 28 de julio de 2024).

Existen 5 tendencias globales que van a impactar a México de forma inmediata y que moldearán nuestro futuro por los próximos lustros.

La 1a. de ellas es el cambio climático. Cada vez con mayor frecuencia y dramatismo observamos la evidencia del daño que hemos hecho al planeta. De mantenerse, va a cambiarlo todo. El próximo gobierno deberá replantear el modelo económico y social. Revertir la carga sobre energías fósiles y sobre obras que devastan la ecología será una prioridad. Hay con qué. México posee amplias regiones bañadas con energía solar, vientos, costas. Ha faltado voluntad política. Pero el tiempo de las dudas se agotó.

La 2a. es la irrupción de la inteligencia artificial. Vimos esta semana el potencial caos que puede generar un apagón digital.

Pasamos de la ficción novelesca -de Bill Clinton a Almudena Grandes- al temor fundado de la dependencia a un puñado de colosos empresariales que manejan la información, los datos personales, la logística, la innovación y la carrera tecnológica. En los albores de la revolución industrial surgió el Ludismo. Ned Ludd destruía las máquinas que destruían, a su vez, el empleo. Falló en ambas: ni se acabó la industria ni el empleo.

Una política pública de vanguardia debería aprovechar la inteligencia artificial para incorporarla como fuente de bienestar social. Puede ayudar a levantar un sistema de salud pública devastado. A combatir el crimen. A ofrecer mejores servicios públicos. Deberíamos fundar clusters de desarrollo de IA en cada corredor económico que ha propuesto la presidenta electa. Oponerse a esta tendencia es querer parar una ola con las manos. Al contrario: hay que subirse en ella.

La 3a. tendencia es el fin del mundo unipolar. Al caer el muro de Berlín, Estados Unidos se convirtió en la superpotencia hegemónica. Ya no lo es. Volvemos a equilibrios, alianzas, acuerdos, con una potencia dominante pero ya no única. Regresamos a los conflictos armados y a las tensiones regionales. No se irán: al contrario. La política exterior demandará inteligencia y habilidad para insertarnos sobre una geopolítica crecientemente compleja.

La 4a. tendencia es la internacionalización del crimen. El poder de los cárteles y las mafias se extiende por todo el planeta. Se trafican sustancias y personas. Armas. Medicinas. Se ha generado una industria de la extorsión y el fraude. Sus tentáculos se enredan en el sistema financiero que lava billones de dólares. México tiene un problema: no es una potencia cuyo Estado pueda, si quisiera, someter a estas estructuras criminales. No es Japón, Rusia ni China. El Estado mexicano se ha vuelto un queso gruyere, que ha entregado parte del control territorial al crimen. Tenemos otro problema: nuestros vecinos y socios son adictos, pero lo niegan. Los culpables somos sólo nosotros. Vendrán tiempos de tensiones importantes.

La 5a. tendencia será la resolución inmediata de si continuamos con la política de cerrarnos al mundo o buscamos una inserción inteligente.

No es un debate menor ni sólo nacional. Los beneficios de la globalización quedaron en pocas manos. Las democracias no dieron los rendimientos sociales que se esperaban. La representación política perdió sentido. Surgieron los populismos que exacerban la división y parten a la sociedad entre los perdedores -muchos- y los hasta entonces ganadores.

López Obrador tendió a cerrarse al mundo. Trump también. Gran Bretaña. Rusia está aislada. China está acosada y crea su red regional de influencia. Pero aquí debe imperar el realismo: dependemos de Norteamérica de manera aplastante. Tenemos que mantener abiertas las conexiones. ¿Cómo destaparlas, ampliarlas, y promover que tengan mayores beneficios sociales?

El gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá que enfrentar -y probar- de manera rápida y contundente pruebas tempranas.

Plantear con éxito, convicción y hasta audacia una nueva política definirá su legado. Ya no puede, ni debe, continuar con lo que recibe. Tiene una ventaja: posee estudios. Conoce el mundo. Parte de su gabinete también.

Fernando Vázquez Rigada
(21 de julio de 2024).

Desde hace meses, muchas voces en la industria tecnológica han advertido sobre los peligros del desarrollo de la IA, que puede ser utilizada con fines nocivos para la humanidad o que incluso podría volverse autónoma en detrimento del género humano. El debate se ha polarizado entre quienes pugnan por establecer límites legales impulsados por las naciones y quienes defienden la libertad de investigación y desarrollo tecnológico. En Europa ya se han establecido las primeras normas, mientras que en Estados Unidos aún se debate la pertinencia legal, estratégica y moral de una regulación de este tipo.

Para complicar aún más la situación, debemos considerar que las naciones sin regímenes democráticos están decididas a impulsar la tecnología de la IA sin ningún límite, con el propósito de obtener ventajas militares y de influencia global. Occidente, por su parte, se mantiene activo en el desarrollo de IA para no quedar atrás de países como China, Corea del Norte, Rusia e Irán, que buscan convertirse en plataformas de desarrollo tecnológico a gran escala, capaces de disputar la hegemonía en la ciencia aplicada.

La cuestión de fondo es quién tiene el derecho u obligación de regular este desarrollo. Nunca antes había sido tan apremiante responder a una pregunta de este tipo, dado que la sola acción de una nación o bloque no es suficiente. Se requiere la acción coordinada de todas las naciones del mundo para lograr resultados efectivos que brinden tranquilidad al género humano. Esto es especialmente difícil en un contexto de disputas bélicas y polarización económica, financiera y tecnológica. Por otro lado, las empresas tecnológicas, responsables del desarrollo y operación de estos sistemas, tienen un poder creciente que, en muchos sentidos, supera al de los estados nacionales. Entonces, también debemos preguntarnos quién debe regular a estos actores transnacionales que determinan las plataformas sobre las que operan los gobiernos, el sistema financiero, las fuerzas armadas, los satélites y la salud de la población. La respuesta, una vez más, trasciende a los gobiernos nacionales y exige una respuesta global que aún no existe.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 21 de julio de 2024).

No es que estemos convirtiendo en galletas alimenticias a los ancianos, como sucedía en la célebre película "Cuando el destino nos alcance", protagonizada por Charlton Heston. Pero sí habría que atender los signos que revelan una descomposición planetaria que no habíamos conocido. Ciudades de clima templado convertidas en metrópolis tórridas y regiones tórridas devenidas en verdaderos infiernos, aureolas boreales donde no las había, tornados incesantes en el centro del imperio, ciclones cada vez más salvajes, nuevos virus que por 1a. vez en la historia adquieren una dimensión mundial y sobre todo una sequía que no hará más que empeorar.

Las películas de ciencia ficción suelen introducir escenarios de fin del mundo argumentando la implosión de alguno de estos factores; la realidad es menos melodramática, pero tendencialmente igual de trágica, porque todos están sucediendo de manera gradual y alimentándose unos a los otros. Soportar 35 grados en la Ciudad de México o 47 en Mérida remite en última instancia a la alegoría de las ranas colocadas en una olla con agua en la estufa: el empeoramiento es tan micro gradual que terminan calcinadas sin haber intentado escapar; nunca se dieron cuenta de haber estado en peligro de muerte. En algún momento la capital llegará a 40 grados y Mérida a 53, y peor aún, no se detendrán allí.

Pero no es del clima cambiático, como solía decir la abuela de una amiga, de lo que quiere tratar esta columna sino de las historias distópicas que genera. Además de la tragedia detonante (falta de agua, sequía, aumento del nivel del mar, etc.), el otro elemento en común que tienen las películas de fin del mundo es la reacción de los seres humanos: en todas ellas las personas se vuelven unas contra las otras. Algo de eso también está sucediendo justo ahora.

Portada y título de la revista The Economist de esta semana son reveladoras: "El nuevo orden económico o la globalización en reversa". En esencia advierte la creciente fragmentación política y económica del mundo en respuesta a los problemas planetarios. La globalización había operado bajo la lógica de que el intercambio generalizado y la circulación sin fronteras, el debilitamiento de los Estados nacionales y las lógicas del mercado sin restricciones redundarían en beneficio de todos. Unidos éramos más que la mera suma de las partes. Pero no fue así.

La globalización generó una prosperidad relativa, aunque muy mal repartida entre los grupos sociales, entre regiones y entre ramas económicas al interior de los países. En el reparto de ganadores y perdedores, enormes sectores, a veces mayoritarios, sacaron la peor parte.

El resultado es una inconformidad creciente de las grandes mayorías respecto a sus élites, a las instituciones, a los partidos políticos tradicionales e incluso a la democracia como práctica y como concepto. Las expresiones de este descontento se han manifestado de muchas maneras a lo largo de la última década. Desde el brexit en Inglaterra, el proteccionismo de Trump, el nacionalismo de Modi en India, hasta la ola roja en América Latina o la emergencia de la ultraderecha en Europa.

Es decir, en términos políticos está en marcha un movimiento pendular. Debilitamiento de organismos multilaterales y el resurgimiento de nacionalismos, énfasis en las diferencias étnicas, culturales, históricas y religiosas, lógicas de suma cero (lo que gana uno lo pierde el otro, contrario a "juntos somos más que las partes"). Nada lo ejemplifica mejor que el lema America First, que encumbró a Trump en 2016: un aviso al mundo de que frente a los problemas cada uno viera por sí mismo.

A estas tendencias políticas subyace un correlato económico. Los mercados se están fragmentando, los tratados de libre comercio comienzan a ser mirados con desconfianza, los países recurren a un proteccionismo creciente ante las mercancías extranjeras, la inversión foránea está descendiendo en todo el mundo, resurge la necesidad de políticas domésticas para lograr autosuficiencia en áreas estratégicas.

Desde luego esta reacción en dirección contraria a la globalización no es en sí misma mala, ni mucho menos. Párrafos arriba me he referido a los muchos efectos colaterales, algunos de ellos desastrosos, sobre buena parte de las regiones y pobladores del mundo. Era urgente introducir matices, frenos y condicionantes para evitar las aristas más agresivas de este modelo. Como el mercado mismo, la globalización requiere ser regulada para que el aprovechamiento de oportunidades no se concentre en los que poseen más recursos.

El problema de la reacción pendular reside en el riesgo de que se convierta en un bandazo de tipo tribal, en la generalización de una cultura de viejo oeste o incluso de escenario de fin de mundo.

En cualquier otro momento de la historia este proceso dicotómico, de sístole y diástole entre lo global y lo feudal serían capítulos de un estira y afloja tan viejo como el mundo. Tesis, antítesis y síntesis en eterno loop.

Pero hay 3 factores que rompen esa "normalidad" y hacen sumamente peligroso un bandazo irresponsable hacia la fragmentación. 1o., los temas climáticos. Sin una puesta en común el planeta podría volverse muy rápidamente en contra de los seres humanos; comienza a suceder. Los America First y equivalentes en la práctica boicotean cualquier esfuerzo para actuar como especie.

2o., los virus mortales que no respetan fronteras, independientemente de dónde surjan. Prevenirlos, acotar la propagación y neutralizarlos rápidamente solo puede ser efectivo abordándolos de manera global. Es un azar biológico que el Covid haya provocado una mortandad relativa, pues resultó contagiada una buena fracción de la población mundial. La próxima vez, y la habrá según especialistas, podría ser mucho más dañina. Lógicas de "cada uno se rasca con sus uñas", que ahora están en marcha podrían ser devastadoras.

3o., la fragmentación política, el discurso nacionalista y el atrincheramiento generan, entre otras cosas, una escalada armamentista, la hostilidad entre vecinos y potencias y el debilitamiento de los organismos multilaterales o del peso de la comunidad internacional para resolver conflictos. Lo estamos viendo en Gaza o en Ucrania. Los riesgos están a la vista.

Las temperaturas que hoy padecemos no son una anomalía contra la que hay que lamentarse en busca de un culpable (la CFE, la 4T o el gobernador en turno). Son señales de algo mucho más vasto que está en proceso con nuestra complicidad voluntaria o involuntaria. De repente lo que haya o no dicho Claudia sobre López Obrador o la última gracejada de Xóchitl adquieren una importancia minúscula considerando lo que le espera, no a nuestros nietos, sino a cada uno de nosotros mismos en los próximos años. En efecto, el destino parece estarnos alcanzando.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.3 del periódico El Informador del 12 de mayo de 2024).

Puede o no gustarnos lo que está sucediendo, pero es lo que hay, dijo el mismo Putin en la entrevista [con el periodista estadounidense Tucker Carlson], la pregunta es cómo vamos a adaptarnos a ello. Y al final queda otra preocupación en el aire: Putin en Rusia, Xi Jinping en China, Modi en India lo tienen muy claro, mantendrán el control y la estabilidad por años; mientras los presidentes de Occidente viven en sus burbujas y atenazados por sus grupos de interés. Preocupante, interesante, por decir lo menos.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.3 del periódico El Informador del 11 de febrero de 2024).

Numerosos científicos piensan que alcanzaremos la inteligencia artificial general, es decir, comparable a la humana, en algún momento entre 2025 y 2031. Y de ahí, por crecimiento exponencial, a una velocidad vertiginosa que no podemos calcular (¿6 años, 6 meses, 6 segundos?), a la superinteligencia, es decir a algo muchísimo más inteligente que nosotros. A bastantes expertos esto les da miedo.

El neurocientífico Mariano Sigman me hizo una brillante observación el otro día: desde hace apenas algunas décadas, los seres humanos nos estamos planteando por 1a. vez en nuestra historia la idea de que somos capaces de acabar con la humanidad. Primero fue la energía nuclear, luego el calentamiento global, ahora la IA.

Rosa Montero
(v.periódico El País en línea del 21 de enero de 2024).

Saber identificar riesgos es una herramienta básica para la vida, en cualquier ámbito: en lo laboral y familiar, en la esfera pública y en los negocios. Reconocer o advertir posibles daños es fundamental para evitarlos, prevenirlos o aminorar las consecuencias o repercusiones... para tomar decisiones y actuar. El problema es que no se actúe.

Esta semana el Foro Económico Mundial presentó el Informe sobre Riesgos Globales 2024, elaborado con la opinión y expertise de mil 490 especialistas. En este documento advierten un futuro nada prometedor, más bien negativo y con alta probabilidad de catástrofes mundiales en el corto, mediano y largo plazo.

Entre los primeros 5 riesgos que anticipan para los siguientes 2 años, la lista la encabeza la desinformación generada por Inteligencia Artificial (cada vez más sofisticada y con tremendo potencial para su uso indebido); le sigue, en 2o. lugar, el riesgo de eventos de clima extremo, después la polarización social y política, la ciberinseguridad (ataques cibernéticos y violación de datos) y los conflictos armados interestatales.

En el escenario a largo plazo, para los siguientes 10 años, los expertos en riesgos del sector empresarial, académico y gubernamental auguran escenarios peores. En la próxima década la principal amenaza contra la humanidad tiene que ver con el cambio climático.

Son catástrofes que están por estallarnos en la cara, en medio de otras crisis que están enfrentándose actualmente en distintas parte del mundo. Entonces, ¿qué sigue? Primero, y parecería lo más complicado, que existan acciones coordinadas para minimizar estas amenazas. Son problemas que no pueden ser abordados unilateralmente por una o 2 naciones, de forma aislada; se necesita un trabajo global, con el esfuerzo de todos los gobiernos de quienes habitamos este planeta.

Lamentablemente, ya se han intentado acciones coordinadas entre naciones con diversos temas, con resultados pobres o insuficientes. El obstáculo suele ser que cada acción tiene implicaciones o consecuencias económicas, entonces, ya no avanzan; no funcionan porque no existe algo que obligue a países a actuar en consecuencia.

Bastaría voltear a ver de dónde provienen gran parte de las afectaciones al medio ambiente; de ahí que las regulaciones que se requieren para las industrias no avancen. Trastocan intereses. O también podemos ver lo que sucede a diario en las calles con el crimen organizado y lo difícil que ha resultado desarrollar acciones coordinadas por parte de los gobiernos. Ejemplos sobran. ¿Entonces?

En la historia de la humanidad existe una crisis en la que se trabajó simultáneamente en todo el mundo: la pandemia por COVID-19. Sí, esta generó una situación única que afectó a todos los países y obligó a trabajar de manera coordinada, siguiendo las mismas directrices: restricciones sanitarias, el desarrollo de vacunas, la disminución en la actividad económica... No hubo una nación del mundo que no hiciera algo. Pero fue cuando ya se tenía el problema encima... Ojalá no esperemos a eso.

Sería egoísta pensar que en ese futuro tan desolador que anticipan los expertos muchos de nosotros ya no estemos, porque quienes sí estarán son nuestros hijos, nietos y personas a quienes ellos amen. Quizás sean ellos y ellas quienes logren coordinarse y saquen el barco a flote. Ahí está la información, la tecnología, las instituciones y canales de entendimiento.

Vania de Dios
(v.pág.2 del periódico El Informador del 13 de enero de 2024).

El empresario Carlos Slim alertó que el desempleo se va a agudizar especialmente con la Inteligencia Artificial (IA) porque cuando ya esté "en su punto", va a desplazar muchas fuentes de empleo.

(V.pág.3 del periódico El Informador del 13 de enero de 2024).

El principal órgano legislativo de la Unión Europea aprobó la 1a. redacción de lo que puede ser una norma para regular su desarrollo y uso [de la Inteligencia Artificial]. La norma propuesta establece un nuevo punto de referencia mundial para los países que intentan aprovechar la tecnología, y al mismo tiempo tratan de protegerse contra sus posibles riesgos implícitos, como la automatización de puestos de trabajo, (con los despidos que implica), la difusión de información errónea en línea, (con el peligro de alterar procesos democráticos) y la puesta en peligro de la seguridad nacional, (con el uso en las armas más letales). La propuesta debe superar algunos trámites finales para su aprobación, pero se han establecido lineamientos que no tienen precedente.

Los legisladores europeos plantean que los fabricantes de los mayores sistemas de Inteligencia Artificial de uso general, como los del chatbot ChatGPT, enfrenten nuevos requisitos de transparencia. Por ejemplo, se propone que los chatbots y el software que crea imágenes manipuladas, como los "deepfakes", tendrían que dejar claro que lo que la gente está viendo ha sido generado por Inteligencia Artificial. Y el uso de software de reconocimiento facial por parte de la policía y los gobiernos quedaría restringido salvo en determinadas excepciones por motivos de seguridad nacional. Las empresas que infrinjan la normativa podrían enfrentarse a multas de hasta el 7% de sus ventas mundiales.

Pero una cosa es plantear las restricciones y otra distinta aplicarlas con eficiencia, y eso los saben bien tanto las empresas como los gobiernos. El debate está entre el fomento a su desarrollo y el control de las amenazas que implica.

Estamos ante una herramienta de un poder inédito. Un momento que recuerda a aquellas predicciones que se hacían sobre la super carretera de la información antes de la llegada en pleno de la Internet. Ahora la diferencia que la nueva herramienta puede ser llegar a ser un ente paralelo al hombre con capacidad y conciencia. Así que regular quienes y como desarrollan sus potencialidades interesa a la humanidad entera.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 10 de diciembre de 2023).

Desde hace años, se ha advertido del riesgo que significa su desarrollo incontrolado. Algunos de sus desarrolladores hicieron un llamado en el pasado mes de mayo al lanzar una declaración en una sola frase: "Mitigar el riesgo de extinción de [por] la inteligencia artificial debería ser una prioridad mundial junto a otros riesgos a escala social, como las pandemias y las guerras nucleares"; su intención fue llamar a los líderes del mundo a tomarse en serio el riesgo.

Hablaron directamente de extinción; muchos creyeron que era una exageración que alimentó el debate en los círculos de la industria y los gobiernos, elevando la presión para establecer límites que permitieran evitar una catástrofe. Aquel manifiesto suscrito, entre otros, por los CEO de las principales empresas desarrolladoras como Sam Altman, de OpenAI; Demis Hassabis, de Google DeepMind, y Dario Amodei, de Anthropic, así como otras advertencias provenientes de sectores militares resonaron hasta que el pasado 30 de octubre el presidente Biden de Estados Unidos firmó un decreto que obliga a las empresas dedicadas a la IA a notificar a las autoridades cualquier avance que suponga un "riesgo grave para la seguridad nacional, económica o para la salud y seguridad públicas", y creó un nuevo organismo: la Junta de Seguridad de IA, dependiente del Departamento de Seguridad Nacional.

El mandatario usó facultades extraordinarias de origen militar y afirmó tajante: "La tecnología debe ser gobernada, no puede haber discusión". Días después, el 1 y 2 de noviembre en Londres, el primer ministro del Reino Unido convocó una cumbre sobre el tema, que produjo la Declaración de Bletchley, de la que vale la pena resaltar algunas frases (la declaración puede verse en: https://www.safe.ai/statement-on-ai-risk): "Riesgos de seguridad particulares surgen en la 'frontera' de la IA. Pueden emerger riesgos sustanciales debido a un posible uso indebido intencional o problemas de control no deseados relacionados con la alineación con la intención humana".

Estas advertencias implican el riesgo de que la IA pueda, en cuestión de pocos años, sustituir muchas tareas que ahora hacen las personas y superar ampliamente su desempeño, para bien y para mal. La productividad en ciertos campos puede dispararse, generando distorsiones económicas y ampliando las brechas digitales.

Pero una vez que las máquinas saben pensar y tomar decisiones como los humanos, podrían rebasar los límites éticos del comportamiento, si no se establecen regulaciones efectivas. Las máquinas podrían desconectar pacientes, atacar enemigos sin intervención humana, suplantar personas y tomar decisiones financieras, así como influir en los procesos de compra o en las votaciones democráticas mediante comunicaciones falsas. Podrán realizar muchas tareas por las que no cobrarán salarios ni pagarán impuestos, podrán desarrollar cualquier acción sin límites morales. Eso no es ciencia ficción sino aplicaciones ya activas.

Por eso, muchos países han establecido grupos de trabajo en la materia; México debería colocar el tema como prioridad. Es lamentable que nuestro país no asistiera a suscribir la Declaración de Bletchley como sí lo hicieron otros países del continente como Estados Unidos, Brasil, Canadá y Chile. Dada nuestra posición geopolítica, el tema es vital para el futuro porque queramos o no, estamos inmersos en la mayor transformación tecnológica que haya visto la humanidad. Vamos tarde como género humano y en México el tema se toma a la ligera. Mientras todos estamos distraídos, algunos líderes del mundo han decidido regular la herramienta más poderosa que el hombre ha creado, por algo será.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2023).

El multimillonario y dueño de la red social X Elon Musk, mantuvo una conversación con el primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu, en la que describió a la Inteligencia Artificial (IA) como "potencialmente la mayor amenaza contra la civilización". El diálogo de ambos tuvo lugar en una fábrica de Tesla en Fremont, California, y fue transmitido en directo por X, previamente conocida como Twitter. "Queremos asegurarnos de que la tecnología sea algo que beneficie a la humanidad en la mayor medida posible", dijo Musk durante la conversación, que tivo como eje los peligros del rápido avance de la IA.

(V.pág.4 del periódico El Informador del 19 de septiembre de 2023).

Durante una aparición en una conferencia de The Wall Street Journal en Londres la semana pasada, Elon Musk dijo que veía una "posibilidad distinta de cero" de que la IA "se convirtiera en Terminator".

(V.pág.8 del periódico El Informador del 4 de junio de 2023).

Este martes The New York Times publica que "Microsoft afirma que la nueva inteligencia artificial muestra señales de razonamiento humano".

De acuerdo con el reporte de 155 páginas de la compañía Microsoft que diseña y comercializa programas informáticos y dispositivos electrónicos -publicado en una sitio de investigaciones científicas-, después de una serie de experimentos con sistemas de Inteligencia Artificial descubrieron que "una máquina puede hacer cualquier cosa que el cerebro humano pueda hacer. Funciona igual que el cerebro o incluso mejor, podría cambiar el mundo, Pero también podría ser peligrosa". Así de concreto. Y se cuestiona, "¿El sector está construyendo algo parecido a la inteligencia humana, o algunas de las mentes más brillantes de la industria están dejando volar su imaginación sin límites?".

Apenas el pasado 29 de marzo, un grupo de expertos en IA y algunos dueños de compañías de la industria tecnológica -entre los que se encuentran Elon Musk, dueño de Space X, Tesla y Twitter, y Steve Wozniak, cofundador de Apple- en una carta abierta pudieron poner una pausa de 6 meses en los procesos de investigación y desarrollo de los sistemas de Inteligencia Artificial, argumentando que se trata de una potencial amenaza para la humanidad, que pueda todo esto en convertirse "en una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, puedan comprender, predecir o controlar de forma fiable".

Y el martes pasado precisamente, durante un audiencia en el Senado de Estados Unidos, Sam Altman, director de OpenAl, empresa de Inteligencia Artificial que desarrolla el ChatGPT, solicitó la intervención del gobierno para mitigar los riesgos de estos sistemas tan poderosos, al señalar que "a medida que esta tecnología avanza, entendemos que las personas están ansiosas por cómo podría cambiar la forma en que vivimos. Nosotros también".

Muy pocos países -solo las potencias mundiales-, y apenas en sus inicios, se empieza a legislar para poder controlar las investigaciones y aplicaciones de dónde y cómo se puede aplicar con seguridad la Inteligencia Artificial. Así que los riesgos que se corren en estos momentos son muchos con el desarrollo de la ciencia.

...Aunque, pensándolo bien, esta tecnología aquí en México no todo puede ser tan malo en un futuro no muy lejano. Seguramente llegará el momento en que con la Inteligencia Artificial estaremos en condiciones de no recurrir a las 'encuestas internas' de los partidos políticos -como lo propone Palacio Nacional- para escoger a los candidatos a la Presidencia y con los consabidos riesgos que se corren de acuerdo a la experiencia actual, y que sea mediante un sistema operativo de inteligencia digital que nos manejemos, con más posibilidades de un desarrollo ascendente y sostenido, y no vernos envueltos en tantas agresiones, quejas, críticas, lamentos, reclamaciones y mentiras, como sucede todas las mañanas.

Daniel Rodríguez
(v.periódico El Informador en línea del 18 de mayo de 2023).

If the development of artificial intelligence continues at its current pace, the worry goes, catastrophe is likely to follow. Be it a tsunami of misinformation, millions of jobs lost or the apocalypse itself, the AI revolution carries enormous risks.

In March an open letter called for all labs to pause development on AI for 6 months, during which time the government could work on sensible regulation. It was signed by Elon Musk, Apple co-founder Steve Wozniak and, among other tech and academic luminaries, Yuval Noah Harari, the author of the book Sapiens.

"Over the past couple of years, new AI tools have emerged that threaten the survival of human civilization," Harari wrote last month. "AI has gained some remarkable abilities to manipulate and generate language... AI has thereby hacked the operating system of our civilization".

Some alarming words from the guy who literally wrote the book on the human race.

The open letter argues that now's the time to put guardrails in place because AI will soon be too intelligent to constrain. Or in the words of Musk, if we "only put in regulations after something terrible has happened, it may be too late to actually put the regulations in place. The AI may be in control at that point".

But there is another reason why lawmakers should jump on AI now. History tells us there's a limited amount of time where it's politically possible to regulate AI.

The problem is, as always, the culture war; the way in which many important issues are co-opted and made partisan by politicians and online grifters hell bent on weaponizing the sort of tribalism that's been rendered visible every day on social media platforms like Twitter. If AI becomes part of the culture war, thoughtful and extensive regulation will be much harder to achieve.

The process of politicization may have already begun. That Musk quote above? He gave it during an appearance on Tucker Carlson's show, back when Carlson still had a show. This is how the former Fox host introduced one of the Musk segments:

"Longer term, AI may become autonomous and take over the world. But in the short term, it's being used by politicians to control what you think, to end your independent judgment and end democracy on the eve of a presidential election".

The unchecked spread of AI could prelude disaster. But if there's one thing US lawmakers have proven themselves adept at, it's courting disaster for political gain. This is often done via fear mongering. Casting AI as a plot to end democracy, as Carlson did, is one of many ways this could happen. Once the blood-boiling talking points are devised, tempers can prove difficult to calm.

Climate change, and the persistent resistance from governments around the world to adequately tackle it, is perhaps the best example of the culture war stalling action. Compromise becomes difficult when one side says climate change is apocalyptic while the other maintains it's overblown or not real. A similar divide would make regulating AI impossible or, at best, slow. Too slow.

Even on issues where there is a bipartisan consensus that something should be done, Democrats and Republicans often run in opposing directions. Practically everyone agrees that Big Tech should be regulated. Democrats fret that hugely profitable tech companies don't protect data enough and bully smaller competitors. Republicans cry foul over censorship and claim Silicon Valley elites are eroding free speech. No major bill cracking down on Big Tech has passed, ever.

The same inertia could plague AI regulation if the parties, despite agreeing that something should be done, prescribe different solutions.

Comprehensive regulations tackling the possible externalities of AI will take years to develop. But there are some quick-and-easy rules that could and should be applied now. These are called for by the nearly 28,000 people who signed the Musk-backed open letter.

First, regulation should enforce more transparency on the part of AI developers. That would mean transparency about when AI is being used, as in the case of companies using AI algorithms to sort through job or rental applications, for instance. California is already tackling the former issue, with a bill seeking to require companies to notify people if AI-powered algorithms were used to make decisions on a company's behalf.

We also need companies like OpenAI, which is behind ChatGPT, to make available to researchers the data on which chat bots are trained. Copyright claims are likely to abound in the AI age (how do we pay news publications for the stories chatbots like GPT base their answers on, or the photographs AI-art generators use as inputs). More transparency about what data AI systems are trained on will help make those disputes coherent.

Perhaps most importantly, AI should declare that it is AI.

One big worry about artificial intelligence is its ability to sound convincing and persuasive. Dangerous qualities in the wrong hands. Prior to the 2016 elections, Russia used fake social media accounts in an attempt to sow discord around contentious issues like immigration and racial tension. If powered by sophisticated AI, such attempts at rabble rousing would be more effective and harder to spot.

In the same way that Instagram forces influencers to #ad when they're paid for a post, Facebook and Twitter screeds should have to declare themselves AI. Deepfake videos should be tagged in a way that makes them recognizable products of artificial intelligence.

A Democratic congresswoman from New York, Yvette Clarke, suggested such measures in a bill submitted earlier this month. But it was in response to the Republican National Committee releasing an anti-Joe Biden ad created with AI imagery, auguring more AI malarkey to come as the 2024 elections approach.

AI is not yet in the culture war like climate change or even Big Tech companies. But how long will that be the case?

Daniel Van Boom
(v.CNET-News del 16 de mayo de 2023).
El ciclo de vida de la Inteligencia Artificial.

(En Facebook, 8 de mayo de 2023).


Recientemente se dio a conocer que Geoffrey Hinton, quien fue pionero en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), renunció a Google. Fue en una entrevista que hizo para The New York Times, que comentó su preocupación por la forma en cómo avanza la tecnología. Dijo que posiblemente el ser humano esté perdiendo el control sobre ésta.

Hinton externó al diario estadounidense que una de sus mayores preocupaciones es que la IA desinforme a millones de personas en el mundo; pues el internet se llenará con fotos, videos y textos falsos que le impedirán al usuario saber qué es verdad y qué no.

Otra inquietud para el informático británico es que considera que la IA revolucionará el mercado laboral a tal punto que los robots sean capaces de sustituir a los humanos en lugar de complementarlos. "Se quita el trabajo pesado", pero "podría quitar más que eso", indicó.

Asimismo, y aunque pueda parecer un escenario de la película "Yo, Robot", Geoffrey Hinton mencionó que es posible que existan "robots capaces de pensar por sí mismos". Tal como la trama del filme, el experto explicó que los sistemas de IA son capaces de ejecutar un código por su propia cuenta. Además, el científico asegura que también pueden ser capaces de crear objetivos secundarios, como el intentar tener más poder.

"He llegado a la conclusión de que el tipo de inteligencia que estamos desarrollando es muy diferente de la inteligencia que tenemos. Somos sistemas biológicos y estos son sistemas digitales. Y la gran diferencia es que, con los sistemas digitales, obtienes muchas copias del mismo conjunto y todas estas copias pueden aprender por separado, pero compartir su conocimiento al instante", dijo Hinton, según un artículo de la BBC.

No obstante, aseguró que no se considera una persona que piense que los robots dominarán el mundo; pero sí es preocupante saber que podría salirse de control. "Esta tecnología tiene una enorme ventaja, pero es esencial que el mundo invierta fuerte y urgentemente en la seguridad y el control de la IA", dijo.

(V.periódico El Informador en línea del 7 de mayo de 2023).

Para un equipo de investigadores canadienses y franceses, las nubes oscuras en el horizonte son potencialmente de mal agüero y no porque indiquen la llegada de una tormenta: un estudio reciente ha descubierto que transportan bacterias resistentes a los medicamentos a largas distancias.

"Estas bacterias usualmente viven en la superficie de la vegetación como hojas, o en el suelo", dijo Florent Rossi, autor principal del estudio, en una entrevista telefónica este viernes.

"Descubrimos que son transportadas por el viento a la atmósfera y pueden viajar largas distancias, alrededor del mundo, a grandes altitudes en las nubes", explicó.

El descubrimiento fue publicado en la edición del mes pasado de la revista Science of The Total Environment.

Los investigadores de la Universidad Laval, en la ciudad de Quebec, y la Universidad Clermont Auvergne, en Francia, buscaron genes resistentes a los antibióticos en bacterias encontradas en muestras de nubes.

Las muestras se tomaron de una estación de investigación atmosférica situada a mil 465 metros sobre el nivel del mar en la cima del Puy de Dome, un volcán inactivo en el centro de Francia, entre septiembre de 2019 y octubre de 2021.

Un análisis de la niebla recuperada reveló que contenía entre 330 y más de 30,000 bacterias por mililitro de agua de nube, con una media de alrededor de 8,000 bacterias por mililitro.

También identificaron 29 subtipos de genes resistentes a los antibióticos en las bacterias.

La resistencia a los fármacos ocurre cuando la bacteria está expuesta a los antibióticos y desarrolla inmunidad a ellos a lo largo de generaciones.

Las autoridades sanitarias han advertido repetidas veces que estas adaptaciones se están convirtiendo en lo que el estudio describió como una "gran preocupación sanitaria a nivel mundial".

Esto dificulta, en algunos casos imposibilita, el tratamiento de ciertas infecciones bacterianas en tanto el uso de antibióticos sigue en aumento en la atención de salud y la agricultura.

El estudio no arroja conclusiones sobre los posibles efectos sanitarios de la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos, ya que estima que sólo el 50% de estos organismos podrían estar vivos y potencialmente activos.

Pero Rossi sugirió que los riesgos son probablemente bajos.

"La atmósfera es muy estresante para las bacterias, y la mayoría de las que encontramos eran bacterias ambientales", que tienen menos probabilidades de ser nocivas para los humanos, explicó. "Así que la gente no debería tener miedo de salir a pasear bajo la lluvia".

"No está claro si esos genes se transmitirían a otras bacterias", añadió Rossi.

La vigilancia atmosférica, sin embargo, podría ayudar a localizar las fuentes de las bacterias resistentes a los fármacos, de forma similar a las pruebas de aguas residuales para COVID-19 y otros patógenos, "con el fin de limitar su dispersión", dijo.

(V.periódico El Informador en línea del 28 de abril de 2023).

Elon Musk, along with a number of tech executives and experts in AI, computer science and other disciplines, in an open letter published Tuesday urged leading artificial intelligence labs to pause development of AI systems more advanced than GPT-4, citing "profound risks" to human society.

The open letter, issued by the nonprofit Future of Life Institute, counts more than 1,000 signatories, including Musk, Apple co-founder Steve Wozniak, Stability AI CEO Emad Mostaque and Sapiens author Yuval Noah Harari. It calls for an immediate halt in training of systems for at least six months, which must be public, verifiable and include all public actors.

"AI systems with human-competitive intelligence can pose profound risks to society and humanity as shown by extensive research and acknowledged by top AI labs," the letter says. "Should we let machines flood our information channels with propaganda and untruth? Should we automate away all the jobs, including the fulfilling ones? Should we risk loss of control of our civilization?"

The open letter comes a couple of weeks after the public debut of OpenAI's GPT-4, the large language model that powers the premium version of the wildly popular chatbot ChatGPT. The new GPT-4 can handle more complex tasks and produce more nuanced results than earlier versions, and is also less subject to the flaws of earlier versions, according to OpenAI.

To do their work, systems like GPT-4 need to be trained on large quantities of data that they can then draw on to answer questions and perform other tasks. ChatGPT, which burst onto the scene in November, has a humanlike ability to write work emails, plan travel itineraries, produce computer code and perform well on tests such as the bar exam.

OpenAI didn't immediately respond to a request for comment.

But on its website, OpenAI acknowledges the need to ensure that technological systems that are "generally smarter than humans" work toward the benefit of humanity. "At some point, it may be important to get independent review before starting to train future systems, and for the most advanced efforts to agree to limit the rate of growth of compute used for creating new models."

Since the start of the year, a growing list of companies, including Google, Microsoft, Adobe, Snapchat, DuckDuckGo and Grammarly, have announced services that take advantage of generative AI skills.

OpenAI's own research has shown that there are risks that come with these AI skills. Generative AI systems can, for instance, quote unreliable sources or, as OpenAI noted, "increase safety challenges by taking harmful or unintended actions, increasing the capabilities of bad actors who would defraud, mislead, or abuse others."

AI experts are spooked by where all this might be heading, and by companies rushing out products without adequate safeguards or even an understanding of the implications.

"Advanced AI could represent a profound change in the history of life on Earth, and should be planned for and managed with commensurate care and resources," the letter says. "Unfortunately, this level of planning and management is not happening, even though recent months have seen AI labs locked in an out-of-control race to develop and deploy ever more powerful digital minds that no one -- not even their creators -- can understand, predict or reliably control."

Sareena Dayaram
(v.CNET-News del 29 de marzo de 2023).

Uno de los problemas de salud en el mundo que más alarman es la resistencia que muchas bacterias tienen a los antibióticos, lo que las vuelve aún más peligrosas para la salud humana.

De acuerdo a datos de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), existen bacterias resistentes que son más mortíferas que el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Estas bacterias resistentes a los antibióticos causan 1.2 millones de muertes al año, casi el doble que el VIH-SIDA (680,000).

La causa más frecuente de las muertes fueron infecciones comunes que antes eran tratables con antibióticos, principalmente en el sistema respiratorio y en la sangre.

Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) público una lista con las bacterias más resistentes y mortíferas, para las cuales se necesitan urgentemente nuevos antibióticos.

Los 6 patógenos más peligrosos de la lista se identifican con el acrónimo ESKAPE:
- Escherichia coli: Causa infecciones gastrointestinales
- Staphylococcus aureus: Causante de infecciones en la sangre, corazón, piel, pulmones y huesos
- Klebsiella pneumoniae: Causante de infecciones pulmonares severas
- Acinetobacter baumannii: Infecta la piel, las vías urinarias y las vías respiratorias
- Pseudomonas aeruginosa: Causante de infecciones en las vías respiratorias
- Enterococcus faecium: Infecta el tracto digestivo y las membranas que rodean el cerebro (meninges)

La inmunidad que estos patógenos han generado a los antibióticos que antes eran eficientes es una de las principales amenazas para la salud pública mundial, pues se pronostica que la resistencia antimicrobiana causará la muerte de 10 millones de personas en el año 2050, señala la UNAM.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de diciembre de 2022).

Más de 1.2 millones de personas murieron en todo el mundo en 2019 como consecuencia directa de infecciones causadas por bacterias resistentes a los antibióticos, según el mayor estudio sobre este tema hasta la fecha.

Esta cifra equivale a un promedio de casi 3,500 fallecimientos cada día.

Los países más pobres son los más afectados, pero la resistencia a los medicamentos antimicrobianos es una amenaza para la salud global, incluyendo América Latina, según el informe.

Además de los 1.2 millones de muertes causadas directamente por bacterias resistentes a antibióticos, el informe calculó que, en general, esa resistencia jugó algún papel en enfermedades responsables de casi 5 millones de fallecimientos en 2019.

Un estudio referente en el tema de 2014 estimó que la resistencia a los antimicrobianos (RAM) llegaría a causar 10 millones de muertes anuales en 2050, explicó la científica mexicana Gisela Robles Aguilar, investigadora en carga global de enfermedad y resistencia a los antimicrobianos en el Big Data Institute de la Universidad de Oxford en Reino Unido, y una de las autoras del estudio.

"Ahora sabemos que estamos mucho más cerca de alcanzar esa cifra de lo que pensábamos, pues en 2019 estimamos que 4.95 millones de muertes estuvieron relacionadas con la RAM".

En el mismo año, se calcula que el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) causó a nivel global 860,000 muertes y la malaria 640,000.

Los autores del estudio aseguran que es necesario invertir en forma urgente en nuevos medicamentos y usar de forma más responsable los que ya existen.

El uso excesivo de antibióticos para infecciones menores en los últimos años llevó a que se vuelvan menos efectivos contra infecciones graves.

La mayoría de las muertes por bacterias resistentes se debió a infecciones de las vías respiratorias inferiores, como neumonía, y a infecciones en la sangre, que pueden causar sepsis.

La bacteria Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, o SARM, fue particularmente mortal, según el estudio.

Esta cepa de la bacteria Staphylococcus aureus se ha vuelto resistente a varios antibióticos, incluyendo la penicilina y la meticilina.

Escherichia coli y otras bacterias también fueron vinculadas por el estudio a altos niveles de resistencia a los medicamentos.

Los investigadores afirman que los niños pequeños corren mayor riesgo. Aproximadamente una de cada 5 muertes relacionadas con la resistencia a antibióticos se registró entre menores de 5 años.

De 1.2 millones de muertes que fueron consecuencia directa de infecciones por bacterias resistentes, "89,100 ocurrieron en América Latina en 2019", señaló Robles Aguilar.

"La mayor cantidad de muertes se registró en la región central de América Latina, conformada por Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela, con 28,300 muertes directamente atribuibles a la RAM, y 109,000 muertes relacionadas con la RAM".

"Los países de la región andina, Bolivia, Ecuador y Perú, enfrentan también el reto de combatir la resistencia a los antimicrobianos, pues 11% de las muertes por infección en esos países fueron ocasionadas por un organismo resistente a los antibióticos", agregó la científica.

En cuanto al tipo de infecciones, la científica señaló que "el organismo responsable del mayor número de muertes en la región fue Escherichia coli, que ocasionó aproximadamente 1 de cada 6 muertes atribuibles a la RAM en la región".

"Este organismo se encuentra comúnmente en el sistema digestivo, pero la exposición incremental a antibióticos contribuye a que desarrolle mecanismos de resistencia. Así, infecciones comunes, como por ejemplo infecciones del sistema urinario, son más difíciles de combatir", explica.

"Otro organismo que se mantiene bajo vigilancia en la región latinoamericana es Staphylococcus aureus, que fue responsable de 15,300 muertes en la región latinoamericana, ocasionando principalmente infecciones sanguíneas adquiridas en los hospitales".

Para el profesor Chris Murray, investigador del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington y uno de los autores del estudio, los nuevos datos revelan la verdadera escala de la resistencia a los antimicrobianos en todo el mundo.

También son una señal clara de que se requiere una acción inmediata "si queremos mantenernos un paso adelante en la carrera contra la resistencia antimicrobiana", señaló el experto.

El Dr. Ramanan Laxminarayan, del Centro de Dinámica, Economía y Política de Enfermedades, en Washington DC, afirmó que el gasto global para abordar las infecciones resistentes debe aumentar hasta los niveles observados para otras enfermedades.

"El gasto debe dirigirse a la prevención de infecciones en primer lugar, asegurándose de que los antibióticos existentes se usen de manera adecuada y juiciosa, y a llevar nuevos antibióticos al mercado", apuntó.

Sally Davies, experta en resistencia a antibióticos y exasesora principal de salud del gobierno británico, señaló en el pasado que esa resistencia es una "pandemia silenciosa" de la que el mundo debe ocuparse.

Las acciones urgentes y globales durante la actual pandemia de covid pueden mostrar el camino a seguir.

(V.BBC Mundo del 20 de enero de 2022).

Siempre fue un cliché que dentro de las películas de superhéroes o de ciencia ficción en general, el antagonista hiciera uso de una tecnología desmedida como mecanismo de control social. Esta semana se dio a conocer una situación muy parecida aterrizada a nuestra realidad.

El 28 de octubre, por medio de diversas plataformas sociales, Mark Zuckerberg presentó a Meta como el siguiente gran paso tecnológico de Facebook. Meta tiene como propósito juntar a las personas por medio de realidades aumentadas en mundos virtuales. Este proyecto abre paso a un sinfín de posibilidades para crear nuevos mundos con leyes naturales propias que cambiarán nuestro funcionamiento social para siempre.

Mark Zuckerberg mencionó que dentro de las prioridades de Meta se encuentra salvaguardar la privacidad y seguridad de cada usuario. Dentro de muy poco tiempo tendremos el poder para crear nuevos mundos.

Dentro de su presentación de Meta, Zuckerberg mencionó que Horizon Worlds será la plataforma que facilitará la creación de estos espacios. Cada usuario tendrá la capacidad de crear su avatar, sumergirse a un mundo en blanco, y empezar a moldearlo según le parezca, a su vez pudiendo extender la invitación de su mundo a sus contactos. Esto significa que en el momento que empiece a funcionar esta plataforma, podrán haber tantos mundos como usuarios en un principio. A su vez, nada impide que en un futuro se pueda crear inteligencia artificial dentro de estos mundos virtuales que con el paso del tiempo puedan formar sus propios mundos. Esto generará una cadena infinita de mundos dentro de mundos y la noción de lo que es "real" se irá difuminando.

Una de las aristas interesantes del tema es que (si bien no al principio) llegará el momento en el que estos mundos sean indistinguibles de nuestro mundo base. Se podrán comprar terrenos, formar familias y realizar cualquier tipo de actividades cotidianas. Como he señalado en algunos artículos pasados, es interesante ponernos a pensar lo siguiente: si a finales del 2021, con nuestra tecnología, podemos comenzar a crear estos mundos, nada nos asegura que nosotros no seamos el producto de una simulación similar. Dejando a un lado esta especulación y enfocándonos en lo que viene, si bien hacer uso de estas plataformas será emocionante, nuestro acercamiento debe ser cauteloso y moderado.

Cesáreo Escobedo
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2021).

On a regular old day, I'd bet someone has suggested to you that we live in a computer simulation. Whether it be an inquisitive friend or the anonymous writer of an edgy sign outside your local coffee shop, your perfectly peaceful life was interrupted by the outlandish thought.

Elon Musk, CEO of SpaceX, has openly advocated the concept, spurring headlines on it over the past few years. Even astronomer Neil DeGrasse Tyson gave it a 50-50 chance. But on the flip side, some consider it an unscientific, unprovable mental exercise.

Spice up your small talk with the latest tech news, products and reviews. Delivered on weekdays.

What we need to talk about, however, is how the original argument hints that existing in a weird hyperrealistic video game might just be the best-case scenario for us. Perhaps we should hope we're living in a computer simulation.

Existing in a digital reality may mean the world won't fall to some terrible demise, like humans suddenly going extinct or tech advancements reaching a standstill. Musk seems to agree.

Think about it.

Alluded to for centuries, from Plato's allegory of the cave to Descartes' evil demon concept, the simulation theory's grasp on our attention -including Musk's- is most attributed to the argument concocted in 2003 by Swedish philosopher Nick Bostrom.

His entire work is super complex, involving hardcore calculations and symbols that take me back to my days as a philosophy student. But in a nutshell, he says one of the following must be true:

Option A: We reach the point where we can make a simulation indistinguishable from the natural world. So we make one.
Option B: We acquire the technology to make one, but for some reason, no one ever does.
Option C: We never reach that point. (That is, humans become extinct before we can build one.)

Technically, Bostrom believes people will strive for a simulation that'll help us understand our ancestry. But given our unwavering attachment to The Sims and Skyrim, I'd say it could really be anything.

The rise of technology

Let's first talk about the important day Bostrom refers to. That's the theoretical point at which we can finally make a simulation identical to all aspects of our world.

Of course, technology has a ways to go before such a false reality can reach fruition, but it can't be ignored that digital advances have become seemingly unstoppable.

Musk often cites that certitude while discussing the existential theory. At a 2016 conference, he explained that "40 years ago we had Pong -two rectangles and a dot. That's where we were. Now 40 years later, we have photorealistic, 3D simulations with millions of people playing simultaneously, and it's getting better every year".

In fact, Japanese researchers recently created a digital version of the universe for anyone to explore, calling it Uchuu, which in Japanese means "outer space." It doesn't have any people in it, but it's considered the most realistic simulation of the universe to date and is meant to help scientists study how the cosmos evolved.

On top of anecdotal evidence, researchers have even tried to calculate how long it would take to arrive at the moment at which pushing a button leads to simulated life. Massachusetts Institute of Technology computer scientist Rizwan Virk, for instance, wrote a book on the subject.

There's debate about the scale, but barring those who argue it's impossible, experts like Bostrom agree the duration is finite. That means if it happens, whenever that might be, the forsaken day exists somewhere on our timeline.

Congratulations if you've gotten this far -take a breath, because it gets weirder.

Delving into philosophical questions and thought experiments that arise in science and tech is a new thing we're experimenting with -we'd love to hear if this is something you'd like to see more of. If you have any thoughts or philosophical ideas you'd like to see explored, you can email me!

OK, but why would we be in the simulation?

It's a lovely Tuesday morning, you're scrolling Twitter and you see news that simulating life, exactly as we know it, is feasible from this day forward. All we have to do is press a big red LAUNCH SIMULATION button that'll be posted online.

Humanity finds itself at a crossroads: to push or not push the button?

The prospect of not doing so seems a little wishful. At the very least, someone will probably press it out of curiosity, to prove nothing will happen, or maybe accidentally bump into their touchpad and click on it. There are billions of people in the world; the theory suggests it's rather hard to argue otherwise.

That's why Bostrom suggests option B is highly implausible. For the sake of discussion, let's rule it out.

That leaves A and C. Let's say we go with A. The button gets pushed.

In true Inception fashion, a simulated world within ours would possess its own timeline -beginning from whenever the programmers decide. Day 1 could spur a simulated Big Bang, or perhaps some other elusive explosion that the simulation's citizens would one day turn into an entire field of study.

The "people" would have their own technological advancements. They'd make versions of Facebook, iPhones and Xbox games. Eventually, they'd reach the same issue as their "creators": To push or not push the button?

Like us, Bostrom suggests they'd probably poke the irresistible, taunting button.

The saga goes on. That means if humans created even one simulated universe, we can assume an incomprehensible amount of them exist. Who's to say we're in a regular, true-to-the-bone reality?

Also called a based reality, a nonsimulated world might not be in the cards for us.

Well, what's the likelihood of us being in a simulation, you wonder? Studies of that outcome's exact probability are ongoing, such as in this paper from last year. Newer research suggests the likelihood of being in a based reality may be closer to 50-50 than Bostrom's initial, intuitive one-in-a-billion-ish projection.

End of the world?

Remember that last, scarier option, option C? What if we never get to the level where we can make a lifelike simulation?

That would mean something prevented us from reaching the day the shiny button becomes available. Will technology suddenly stop getting better? Or worse, will the world end? Both disheartening, but direct possibilities under the umbrella of C.

Plus, considering how quickly technology is growing in sophistication, the point at which simulated realities have potential to be made is probably closer than we think. That means -saving for the off-chance we're in a based reality- if we aren't in a simulation, humans will be hearing from the frightening option C rather soon.

On the bright side, there are several philosophers and scientists who offer counterarguments to the simulation theory, and if they're right, none of this really matters.

For example, a team of theoretical physicists from Oxford University asserts there aren't enough atoms in the universe to create sufficient computing memory for storing a realistic simulation of consciousness.

That also invites the question of whether we can program consciousness at all, as humans still dispute what it truly entails. The limiting step may not be the tools, but rather the knowledge.

Innovation continues to happen in new directions of the field, as well. A mind-bending hypothesis from last year takes note of how Bostrom's argument relies on the universe being physical. It poses the proposition that "reality" could merely be an expression of our thoughts.

Could the "simulation" just be our imagination?

If he is right, Bostrom makes a pretty solid argument for why option A is the ideal outcome, because the real best option -option B- is incredibly optimistic. Someone would push the button if it were presented to them.

And option C? Option C would mean humans either become extinct relatively quickly on the timeline of life or something tragically ruins all of our technological research momentum, like maybe a killer asteroid or a world-changing pandemic.

After the absolutely catastrophic couple of years we've all been through, I think I know what I'd prefer if these were the options before me.

Monisha Ravisetti
(v.CNET-News del 8 de octubre de 2021).

Aunque, con la que está cayendo, es un mito que cada vez resulta más difícil de aceptar, todavía hay gente que piensa que la historia humana es una flecha que siempre camina hacia delante; que hay altibajos momentáneos en el devenir del mundo y sobre todo diferencias por países, pero que, en conjunto, el progreso existe y es imparable. E incluso aunque no creas en la inevitabilidad del progreso, resulta difícil imaginar una involución radical; que la esclavitud volviera a ser legal en la mayoría de los países, por ejemplo, o que las mujeres perdieran otra vez todos sus derechos. Pues bien, la mala noticia es que los imperios se hunden, las civilizaciones se colapsan y el ser humano es capaz de olvidarlo todo. Hasta quién es o quién fue. Basta con recordar, por ejemplo, el brillo intelectual y cultural de la Grecia de Pericles, en el siglo V antes de Cristo, y el desbarate retrógrado de la Alta Edad Media. En el transcurso de mil años, Europa perdió mucho.

Así que, quién sabe, puede que nuestro futuro se parezca a una de esas tenebrosas distopías tan de moda. Pero lo importante es tener claro que estamos en guerra. Y no hablo de esa nueva Guerra Fría global que se está articulando contra Rusia y China, sino de una Guerra Tibia cotidiana. De luchar día tras día en defensa de unos derechos humanos esenciales que le han costado a Occidente siglos de sacrificios, sangre y sufrimiento, y que ahora mismo están siendo amenazados por diversos frentes. Una avalancha retrógrada se nos echa encima; por un lado está el dogmatismo islámico ultra, en franca expansión, que quiere acabar con la democracia y degollar a los demócratas, y por el otro están nuestros propios fanáticos involucionistas, también muy crecidos y feroces.

Pienso en todo esto a raíz de la restrictiva y bárbara ley del aborto que ha sido aprobada en Texas, una batalla más dentro de la gran guerra. Pero una batalla muy simbólica, visible y ejemplar. Porque, además de poner el límite en las 6 semanas de embarazo (lo cual se calcula que impedirá entre el 85% y el 90% de las operaciones que se hacen en el estado), se decreta, cosa extraordinaria, que el cumplimiento de la ley no sea ejercido por las autoridades, sino que sean los mismos ciudadanos, residan o no en Texas, quienes demanden a cualquiera que "ayude o sea cómplice" de un aborto posterior a las 6 semanas de gestación. Si la demanda triunfa y hay condena, el demandante puede recibir 10,000 dólares de ayuda del estado para pagar sus costes legales. Ni que decir tiene que los acusados no reciben ni un céntimo aunque sean declarados inocentes. Esta ley insólita y salvaje está hecha así, dicen los expertos, para evitar que los tribunales federales la revisen por su flagrante inconstitucionalidad. Pero yo creo que lo de convertir a los ciudadanos en la avanzadilla de la represión, y la sociedad en un sistema de delaciones bien pagadas, forma parte esencial de la estrategia bélica; es una consecuencia de lo que he dicho antes: de la Guerra Tibia, cada día más caliente. Todos los regímenes totalitarios apoyaron su poder en los matones de barrio; todos los populismos ultras hacen lo mismo. Véase a los amigos de Trump que asaltaron el Congreso; y a los antiabortistas que se plantan delante de las puertas de las clínicas a hacer fotos, a insultar y amenazar a las mujeres. Pues bien, tengamos algo claro: esto no se queda en Texas. Esta es una oscuridad que se mueve y crece. Por cierto que esos antiabortistas tejanos tan preocupados por preservar la vida también han aprobado, al mismo tiempo, una norma que autoriza a los ciudadanos a llevar armas de fuego en público sin necesidad de tener permiso. Esta es la medida de su hipocresía y de su belicismo.

Yo, que nací en una dictadura carente de derechos, sé lo que es vivir con las manos atadas. Por ejemplo, hasta mayo de 1975, en España las mujeres casadas no podían comprar un coche, abrir una cuenta en el banco ni sacarse el pasaporte sin el permiso del marido; también necesitaban su autorización para trabajar, y el esposo podía cobrar el sueldo de la mujer. Quiero decir que el ayer está pegado a nuestros talones y puede convertirse con demasiada facilidad en el mañana. Vigilancia, orgullo de lo logrado y resistencia.

Rosa Montero
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 19 de septiembre de 2021).

El problema con los robots es la velocidad con la que los empleadores los introducen en el entorno laboral.

Los economistas no han llegado a un consenso respecto a cuánto y qué tan pronto estas máquinas afectarán al mundo laboral. Sin embargo, varios expertos coinciden en algo: algunos trabajadores tendrán mayor dificultad para adaptarse a ellas.

"La evidencia es contundente: hay muchas menos plazas de producción manual y de ensamble en las industrias que se están robotizando", menciona Daron Acemoglu, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts quien ha estudiado los efectos de la automatización en general. "Eso no significa que la tecnología del futuro no pueda crear puestos de trabajo, pero la idea de que su adopción indiscriminada es compatible con la creación de múltiples plazas laborales es una fantasía deliberadamente engañosa e incorrecta".

Mucha gente teme que las máquinas no se hagan cargo únicamente del trabajo pesado, sino de todas las actividades, o al menos de las más desafiantes, prestigiosas y -lo más importante- bien remuneradas. Al las parsonas también les inquieta que los robots hagan que trabajar resulte más estresante y hasta peligroso.

Dabid Berreby
(v.pág.118 de la revista Selecciones Reader's Digest de marzo de 2021).

La revista Politico Magazine preguntó a más de 30 "macro pensadores" de diferentes sectores y especialidades, lo que consideran va a cambiar o necesitará repensarse, como consecuencia de esta pandemia.

Estos son algunos de pronósticos y cavilaciones: Lo personal se vuelve peligroso. Ahora sabemos que tocar cosas, estar con otras personas y respirar el aire en un espacio cerrado es riesgoso; Volveremos a creer en los expertos serios. La pandemia demostró que los conocimientos y la experiencia importan, y que gobernar es un asunto exclusivo para gente seria. Los gobiernos deberán hacer importantes inversiones en materia de salud y servicios públicos y deberán ser los nuevos farmacéuticos globales invirtiendo en el desarrollo y fabricación de medicinas para emergencias de salud pública. La credibilidad de la verdad y la ciencia habrá de restaurarse. Las instituciones, particularmente las dedicadas al cuidado de la salud, deberán ser operadas por expertos y no por políticos leales.

No hay duda de que la forma de vida que llevábamos hasta antes de la pandemia del Covid-19 no volverá a ser la misma, y creo que muchos de los cambios serán para bien, pero debemos preguntarnos: ¿por qué como individuos y como sociedad necesitamos pasar por crisis extremas y contar millones de muertos para modificar lo que hacemos mal o lo que no funciona?

Pareciera que, para cambiar el estado de las cosas, para dejar atrás malas conductas, malas prácticas y valorar lo verdaderamente importante, necesitamos tocar fondo, como si de dejar adicciones al alcohol y a las drogas se tratara.

Tocar fondo significa hartazgo y desesperación, significa llegar al punto donde nos damos cuenta que no se puede seguir viviendo, trabajando o conviviendo de la misma manera como veníamos haciéndolo.

Y cada situación tiene su fondo, al cual se llega luego de haber traspasado ciertos límites o "líneas rojas", como mentir, manipular, robar, endeudarse, etc., y en algunos casos hasta considerar el suicidio.

Tocar fondo es la oportunidad para pedir consejo, para reconciliarnos con los demás y con nosotros mismos, para terminar con las disputas y las polémicas, con los insultos y el menosprecio.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(5 de marzo de 2021).

Si en los años anteriores no pocos gobiernos habían caído por efecto del manejo que la comunidad, sobre todo joven, estaba haciendo de las redes sociales, como fue el caso de las "primaveras árabes" en Egipto o Libia, el 6 de enero pasado un gobierno intentó hacer el mismo juego, pero a la inversa, es decir, de arriba a abajo, convocando a sus adherentes para poner sitio al capitolio norteamericano. La consecuencia, igualmente paradójica, fue que los controladores de las redes, y no un determinado gobierno, suspendieran la cuenta del presidente Trump. López Obrador criticó la medida, sin duda porque se miró en ese espejo, y advirtió el doble filo que las redes tienen lo mismo para entronizar que para destronar.

Innumerables interrogantes surgieron a partir de estos hechos: ¿existe libertad de expresión en las redes sociales?, ¿o esta libertad es sólo para la comunidad, no para sus instituciones?, ¿quién y de acuerdo a qué criterios o normas, tienen hoy día el poder de controlar las redes?, ¿suspender la cuenta del presidente buscaba defender las conquistas de la sociedad civil, frente a los poderes establecidos? Los gobiernos están más que dispuestos a implementar normativas frente a este novedoso reto ¿de qué manera debería responder la sociedad a este intento?

Sin duda que las redes sociales se convirtieron casi sin pretenderlo, en el más amplio y universal espacio para la libre expresión de las ideas, para el intercambio de conocimientos, experiencias, datos, informes, opiniones, juicios, prejuicios, verdades y mentiras; en medios para la libre convocación de las personas, que ya no están limitadas a invitaciones vertidas por los medios de comunicación tradicionales; y todas estas posibilidades sin más límite que la capacidad técnica del celular empleado.

Pero los hechos mencionados nos han recordado que la vitalidad de las redes depende de las plataformas en que se mueven, y que estas plataformas tienen dueño, y si tienen dueño, tienen igualmente intereses ¿caminamos hacia una nueva era de oligarquías, no-políticas, y en todo caso tecnológicas?

Armando González Escoto
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 21 de febrero de 2021).

La Tierra existe desde hace 45 millones de siglos y sin embargo este que estamos viviendo es único en la historia.

"Es el 1er. siglo en el que una especie, la nuestra, ostenta tanto poder y es tan dominante que tiene el futuro del planeta en sus manos", escribe el prestigioso astrónomo británico Martin Rees en "En el futuro. Perspectivas para la humanidad".

"Lo que está en juego es más importante que nunca; lo que ocurra en este siglo se hará sentir durante miles de años", sentencia en dicho libro de 2018.

En verdad Rees lleva más de 2 décadas repitiendo estas advertencias que, para una amplia mayoría, sonarían interesantes, pero improbables. Quizás en aquel entonces, más que ciencia, parecían propias de ciencia ficción.

De hecho, él mismo reconoció en una charla TED que "nos preocupamos demasiado por riesgos menores: accidentes aéreos improbables, sustancias cancerígenas en los alimentos, dosis bajas de radiación... Pero nosotros y los políticos que nos gobiernan vivimos en negación de los escenarios catastróficos".

Entonces llegó 2020 y cada palabra de Rees pasó a tener una escalofriante vigencia.

Por ejemplo, en esa charla que dio en 2014 afirmaba que ahora "los peores peligros vienen de nosotros: Y no solo está la amenaza nuclear. En nuestro mundo interconectado (...) los viajes en avión pueden propagar pandemias en cuestión de días; y las redes sociales pueden divulgar pánico y rumores literalmente a la velocidad de la luz".

Sin embargo, hubo quienes no necesitaron la pandemia de covid-19 para escuchar a Rees. Desde 2015 un pequeño grupo interdisciplinario de investigadores trabaja bajo su liderazgo en el llamado Centro para el Estudio de Riesgo Existencial (CSER) en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

El centro, que ha contado con el asesoramiento de destacadas figuras de la academia -como el físico Stephen Hawking- y de la industria -como el empresario Elon Musk-, investiga los peligros que podrían llevar a la extinción de la humanidad o al colapso de la civilización y qué hacer para mitigarlos.

Es justamente en este 2o. aspecto que trabaja la bióloga molecular peruana Clarissa Ríos Rojas, quien ingresó al CSER en marzo, poco antes de que el gobierno británico decretara la cuarentena por coronavirus.

"Ya hemos tenido pandemias antes y sin embargo, covid-19 nos agarró desprevenidos", dice Ríos. "Entonces, ¿qué falló? ¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de este experimento y cómo podemos prepararnos nuevamente para el futuro?", se pregunta.

En otras palabras, su trabajo en Cambridge consiste en identificar por qué las predicciones basadas en datos científicos no son escuchadas y, en consecuencia, generar políticas públicas que preparen a la humanidad para la próxima catástrofe global.

Así como la profunda crisis provocada por el coronavirus no fue la 1a., tampoco será la última.

5 áreas de riesgo

Lo 1o. que explica Ríos es que existe una diferencia entre riesgo catastrófico y existencial.

Si bien las definiciones varían levemente entre ellas, en general se entiende que los eventos de riesgo catastrófico son aquellos que, de ocurrir, terminarían con la vida del 10% de la población mundial o provocarían un daño equivalente.

Para tener una referencia, se considera que el evento más letal del siglo XX fue la pandemia de influenza de 1918, más conocida como gripe española, donde murieron entre el 1% y 5% de la población mundial, según distintos estimativos.

En cambio, un evento de riesgo existencial implica la aniquilación de todos los seres humanos o una reducción poblacional tan grande que no permita continuar con los estándares de vida actuales, que menoscabe drástica y permanentemente su potencial.

El CSER estudia este último tipo de eventos, a los cuales divide en 5 grandes áreas: riesgos biológicos, ambientales, tecnológicos, derivados de la inteligencia artificial y de las injusticias sociales.

Algunos ejemplos son muy claros, como las pandemias dentro del área biológica o el cambio climático en la ambiental. De hecho, otros riesgos naturales -como el impacto de un asteroide o la erupción de un supervolcán- están muy presentes en el imaginario colectivo, ya que han demostrado su poder devastador en el pasado.

Pero existen otros riesgos existenciales menos evidentes, como el de la inteligencia artificial.

"El miedo con la inteligencia artificial no es que surja un Arnold Schwarzenegger que nos mate a todos", dice Ríos en referencia al personaje de Terminator en la 1a. película de la saga.

"En realidad puede pasar que, para lograr el objetivo de salvar a la humanidad, se destroce todo el ecosistema porque no se le dieron los parámetros necesarios para guiar a esa inteligencia artificial que sigue aprendiendo por sí sola", explica.

En este caso, la tarea de Ríos sería, por ejemplo, trabajar junto con los gobiernos para establecer protocolos y herramientas de monitoreo de las instituciones del área, o asegurar que los programas de estudios de las universidades vinculadas a la ingeniería tengan una fuerte base de ética.

La injusticia social es otra de las áreas cuyo nivel de riesgo puede no ser tan notorio. Pero existe un ejemplo muy claro en la historia: la conquista europea de América.

Este episodio "derivó en la pérdida potencial de más del 80% de las poblaciones indígenas, el colapso de las civilizaciones azteca, inca y zapoteca, y la muerte, tortura, disrupción cultural y desestabilización política que ocurrieron como resultado de la trata transatlántica de esclavos", afirma CSER en su página web.

Y agrega: "Hasta el día de hoy, la colonización europea continúa teniendo impactos catastróficos a escala mundial, incluida la desatención de las enfermedades tropicales".

Efecto covid-19

Según Ríos, la pandemia de covid-19 -que ya se cobró más de 1 millón de vidas a lo largo del mundo-, está enseñando a los gobiernos y la sociedad qué significa prepararse para lo peor.

"Covid-19 ha mostrado cómo los sistemas comienzan a colapsar uno por uno", dice.

"Uno podría pensar que solamente se vería afectado el sector salud, pero en realidad se vio afectado el transporte, la agricultura, la educación, la economía, el trabajo...", agrega.

De acuerdo con la investigadora peruana, una forma de incorporar estas lecciones a nivel de política pública podría ser crear equipos gubernamentales que analicen potenciales riesgos catastróficos vinculados al país o la región (como el cambio climático en Centroamérica o las armas nucleares en la península de Corea) y generen protocolos de acción.

Pero, como reconoce Ríos, "las políticas pueden ser bellas, pero si la sociedad no quiere aceptarlas y, por ejemplo, sigue saliendo a la calle sin mascarillas, entonces no sirven de nada".

Para lograr el compromiso social, se podría incorporar un módulo sobre qué aprendimos de la pandemia de covid-19 en los programas de secundaria o crear un máster de riesgo global catastrófico, ejemplifica.

"Si queremos poner estos tópicos dentro de la agenda política, tiene que haber un esfuerzo mancomunado y no solo de la Universidad de Cambridge", afirma Ríos. "Necesitamos una mentalidad de ciudadanía global".

(V.BBC Mundo del 8 de octubre de 2020).

Expresiones como "muerte térmica", "gran implosión", "descomposición de vacío" no suenan muy alentadoras. Porque no lo son.

Describen algunas de las teorías que plantean los científicos sobre cómo morirá el universo algún día.

Sin embargo, cuando la cosmóloga Katie Mack piensa sobre el fin de todo, se llena de paz.

"Hay algo en aceptar la transitoriedad de la existencia que te libera un poco", le dijo a la BBC.

Compartir el terror

Mack todavía recuerda vívidamente la 1a. vez que fue consciente de que el universo podría terminar en cualquier momento: se encontraba con un profesor y unos compañeros en la universidad.

"Estaba sentada en el piso de la sala del profesor Phinney con el resto de mi clase de Astronomía durante nuestra noche de sobremesa semanal, mientras el profesor estaba con su hija de 3 años en el regazo", escribe en su nuevo libro, "El fin de todo".

Se enteró de que los científicos no tienen la más remota idea de por qué el universo se expande de la manera en que lo hace -lo que se denomina inflación cósmica- y eso quiere decir que tampoco pueden afirmar que el espacio no empezará a desgarrarse violentamente en cualquier momento.

"Lo convirtió en un asunto personal por esta idea que el universo entero tiene estos procesos que ocurren todo el tiempo, pero que en principio también me pueden ocurrir a mí: me encuentro en el universo y no tengo manera de protegerme de todo esto", cuenta.

"Una de las cosas que busco con este libro es compartir un poco ese terror, que puede parecer mezquino, pero es para ayudar a la gente a tener una conexión más personal con lo que sucede en el universo", agrega.

Lo que está pasando en el espacio ha fascinado a Mack desde que era pequeña. Pero el haber sido empleada doméstica en Los Ángeles no le dio mucho acceso a aquello que la mayoría de astrónomos diría los inspiró a seguir esa carrera.

"Allí no puedes ver la Vía Láctea. A duras penas ves las estrellas", dice Mack, que ha trabajado como investigadora en las universidades de Caltech, Princeton, Cambridge y ahora en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Lo que la condujo por ese camino, en cambio, fueron "todas las cosas raras": "Todas estas cosas que te tuercen el cerebro como agujeros negros y el espacio tiempo".

Cuando supo que Stephen Hawking se catalogaba como un cosmólogo, supo "lo que quería ser".

Debo aclarar que no aprobé mis exámenes de ciencia para el certificado de secundaria, así que bien debe de haber mejores reporteros para entrevistar a una astrofísica teórica.

Pero después de acumular 350,000 seguidores en Twitter, Mack ha perfeccionado su habilidad de hablar con plebeyos y es a las mentes no científicas a las que está dirigido su libro.

No voy a pretender que entendí cada concepto en su libro, pero Mack reconoce que "no es para hojearlo y absorber todo inmediatamente".

"Tomar un momento"

"Sé que muchos escritores científicos tratan de evitar eso completamente y quieren guiarte por cada detalle, pero creo que algunas veces es recomendable tomarse un momento".

Palabras sencillas como "muerte térmica", son fáciles de entender, y esos es bueno porque es la manera más probable en que el universo llegue a su fin.

"Es la idea de que el universo se expande y expande hasta que se enfría y todo se descompone y se desvanece", comenta Mack, reconociendo que no es la "probabilidad más fascinante".

"La que encuentro más divertida es la descomposición de vacío. Tal vez divertida no sea la palabra que debiera usar con respecto a al destrucción del universo, pero el concepto es divertido.

"Alteras algo en las ecuaciones y de pronto encuentras que es posible que algún tipo de burbuja de la muerte se materialice en alguna parte del universo y que se expanda a la velocidad de la luz destruyendo todo".

La ciencia no puede descartar esa posibilidad.

"La única cosa que nos hace dudar que sucedería es que existe en ese ámbito donde no podemos poner a prueba ningún aspecto de la teoría, así que no sabemos si algo teóricamente cambiaría en esta situación de alta energía", expresa.

"Probablemente no va a suceder en los próximos trillones y trillones y trillones de años. Pero técnicamente podría suceder en cualquier momento".

Son pensamientos de este calibre los que Mack sostiene no pueden dar un "sentido de perspectiva".

"Muchos aspectos de la vida moderna están diseñados para tratar de convencernos de que estamos completamente seguros, protegidos y en control de todo lo que nos rodea. Y eso simplemente no es cierto. Evidentemente el mundo atraviesa por una situación que está impulsando ese mensaje".

"Pero también desde una perspectiva cósmica, nosotros estamos dentro de este universo y tenemos que aceptar lo que nos vaya a dar".

Kameron Virk
(v.BBC Mundo del 4 de agosto de 2020).

Hoy en día todos, sin excepción alguna, estamos preocupados por el futuro. Y tras leer la encuesta que le hizo Fortune a los CEO de su lista de las 500 empresas más importantes del mundo, me quedó muy claro que, en lugar de querer regresar a la 'normalidad', necesitamos ir para adelante con el fin de lograr un nuevo y estable equilibrio, dentro de una 'nueva realidad'.

Más de la mitad de los entrevistados (52.4%) piensa que la economía retomará niveles iguales a los que tenía antes del inicio de la pandemia, hasta el 1er. cuarto de 2022. Ante la pregunta: cuándo esperan que al menos 90% de su fuerza laboral regrese a chambear, la respuesta es escalofriante, pues más de la cuarta parte de ellos (26.4%) considera que NUNCA regresará.

Asimismo, plantean que varias situaciones de la forma en cómo trabajábamos NO volverán a ser iguales. Por ejemplo, los viajes de negocios, dice más de la mitad de los CEO (51.1%), no regresarán a los niveles anteriores, además de que la tecnología ayudará a cambiar (y disminuir costos) de las formas antiguas. Es más, 75% piensa que por esta pandemia se acelerarán las transformaciones tecnológicas.

¿Qué país o qué región presenta la mejor oportunidad para invertir para el año siguiente?

Con un abrumador 74.3% ganó EU; le siguió Asia, sin China, con un 11.5%; China, con 9%, y Europa con un 2.6%, empatada con India.

Además de que los viajes de negocios disminuirán, mucho se usará la comunicación por medios electrónicos, también la tecnología estará más presente.

¡OJO!, el nacionalismo se fortalecerá disminuyendo las cadenas globales de producción. Los gobiernos estarán más atentos, aunque la ciudadanía les perderá confianza, y por otro lado, se incrementará la confianza en la iniciativa privada. Al mismo tiempo crecerá la preocupación y la atención a la parte social y, sin duda, por el medio ambiente.

Podría concluir con que la mayoría de estos directivos, encuestados por Fortune, están conscientes y dispuestos a apoyar y proteger a sus empleados y trabajadores porque no ven a sus gobiernos haciéndolo, y que finalmente son éstos (empleados y trabajadores) los que dan vida a sus empresas, pero sobre todo dan vida a la economía.

Sin embargo, debemos ser claros, las empresas pueden apoyar la fortaleza social de un país, pero no sustituir a sus gobiernos; para coadyuvar en eso están sus impuestos y éstos NO son sustituibles.

Lourdes Mendoza
(v.periódico El Financiero en línea del 22 de junio de 2020).

Cuando salgamos de la crisis provocada por esta pandemia, podremos evaluar y juzgar lo que se considere que se hizo bien o mal. Como nunca antes, durante esta contingencia, hemos visto grandes cambios en el discurso, toma de decisiones, aproximación técnica, política e inclusive social en cuestión de horas. Esta velocidad ha inhibido la capacidad de tomar posiciones, sobre todo como colectivo, frente a ciertos dilemas éticos que esta situación ha puesto sobre la mesa.

Muchos futuristas y analistas sociales debaten y hacen predicciones sobre los cambios en la sociedad y la economía una vez que esta pandemia haya pasado. La gran pregunta es ¿Por qué esta vez sería diferente? Ya en el pasado ha habido pandemias que han ocasionado hasta millones de muertes y grandes pérdidas económicas.

En mi opinión, las cosas serán diferentes porque; 1) Nunca antes había habido una pandemia que afectara al mundo de forma simultánea; 2) Que pusiera en riesgo a los tomadores de decisiones (públicos o privados) y ricos y pobres por igual y; 3) Que nos permitiera monitorear su avance e implicaciones en tiempo real a través de las redes sociales y medios de comunicación. Como dice el gran pensador y amigo David Konzevik, este virus podría ser "el gran democratizador". Vendrán cambios de hábitos a gran escala, sea en educación, trabajo, medicina, interacciones sociales, formas de viajar, entre muchos otros. Es difícil creer que estos cambios no implicarán también cambios en las estándares éticos de la humanidad.

Pondré algunos ejemplos. Según Mercy Corps, alrededor de 9 millones de personas mueren de hambre o enfermedades relacionadas con el hambre cada año. Actualmente ante el riesgo de que mueran cientos de miles de personas a causa del COVID-19 se tomó la decisión de detener las economías en el mundo. Esto, con seguridad implicará un incremento importante en la pobreza que ya tenía una tendencia hacia la baja. La pregunta desde la ética sería ¿Es ético intercambiar muertes por hambre que aquellas por la pandemia? ¿Justifica detener la economía para salvar al porcentaje que no resista el virus si eso implica poner en riesgo a millones al agravarse su situación de pobreza? Además, la población en mayor riesgo es la de la 3a. edad, en principio, los jóvenes podrían asumir el riesgo de ser contagiados y regresar a la "normalidad" aun cuando esto signifique incrementar el riesgo para los adultos mayores ¿Es ético? El vicegobernador de Texas en Estados Unidos, Dan Patrick, recientemente twitteo que "los abuelos en Estados Unidos estarían dispuestos a morir por salvar la economía para sus nietos" ¿Es ético? ¿Será que en este contexto se aprobará la eutanasia en los países que está prohibido para los que están sufriendo los embates de COVID-19?

Otro de los temas es la vigilancia. En países como Corea del Sur, Israel, Singapur, Japón y China, hacen uso de los datos en los celulares de sus habitantes para rastrear sus movimientos e interacciones. Esto ha levantado muchas alarmas en cuanto a los derechos de privacidad de las personas, sin embargo, los gobiernos alegan que solo teniendo este tipo de controles pueden reducir el contagio del virus (¿quedarán estos controles permanentes?). ¿Esto es un tema ético o legal? Y de ser competencia también de la ética; ¿Lo consideramos ético?

La complejidad y el alcance de los dilemas éticos en cuestión es grande. La respuesta a algunas de las preguntas que he planteado aquí, podría cambiar nuestro entendimiento de lo colectivo, de lo humano y sobre todo, de lo ético.

Jacques Rogozinski
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 13 de abril de 2020).

Temas como la sustentabilidad alimentaria, la depredación e incendio de selvas y bosques, el abuso de nuestros acuíferos, el gasto en la investigación y fabricación de armas cada vez más destructivas para el sometimiento de aquellos que no coinciden con el pensamiento o los intereses de los poderosos; el reemplazo de la mano de obra por robots y el impacto que tendrá en la economía, la inteligencia artificial, el ejercicio de derechos de las personas para decidir sobre cómo vivir y vestir, la adaptación a las nuevas formas de comunicarse, el agotamiento de las fuentes de energía tradicionales y el riesgo de pandemias son entre muchas, algunas preocupaciones sobre las que tenemos que reflexionar y acordar si no queremos que la realidad nos sorprenda.

Valdría la pena estimular la integración de círculos de reflexión en los que personas de distinto origen, formación, edad y visión de la realidad, incluso con diferencias religiosas e ideológicas, coincidan para construir hipótesis y sugerir medidas sobre el futuro de la sociedad y sus integrantes.

Solo haciendo de la discusión civilizada una práctica cotidiana podremos aprender a construir consensos que nos lleven a acciones que den certidumbre a nuestras vidas.

Los riesgos que entraña el futuro exigen trabajar coordinadamente en términos de complementariedad, aceptando que lo diverso, lo diferente, puede ser el camino para resolver los enormes retos que nos depara el porvenir.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 16 de marzo de 2020).

Artificial intelligence, for all its benefits, needs human oversight. Government reports, and experts all over the world have stressed the importance of keeping a human decision-maker in the loop when using AI.

"Human agency and oversight" is the first key requirement laid out in the EU Commission's white paper on the regulation of AI published earlier this month; and establishing oversight of "the whole AI process" is also a recommendation from the UK's Committee on standards in public life. Only this week, the Metropolitan police chief Cressida Dick reiterated her commitment to having human workers always making final decisions in policing, rather than letting new technologies overrule officers' authority.

In the US, the Pentagon released guidelines last year on the ethical use of AI for military purposes. Among the chief recommendations, the document also features the need for an "appropriate" level of human judgement whenever deploying an autonomous system.

It's all well and good to recommend that humans consistently monitor the decisions made by AI systems, especially if those decisions impact decisive fields like warfare or policing. But in reality, how good are humans at catching the flaws of those systems?

Not good enough, according to Hannah Fry, associate professor in the mathematics of cities at University College London. Speaking at a conference organised by tech company Fractal in London, Fry explained that having a human overseeing an AI system does not entirely solve the problem - because it doesn't do much to overcome innate human flaws. According to Fry, and we place excessive trust in AI systems with consequences that can sometimes be dramatic.

"If there is one thing you can say for sure, it's that you cannot trust people," said Fry. "As humans, we are lazy and we take cognitive shortcuts. Misplacing our trust in machines is a mistake that all of us are capable of doing."

Case in point: a few years ago, 3 Japanese tourists found themselves driving into the Pacific Ocean off the coast of Australia while trying to reach North Stradbroke island, because their GPS system had failed to account for the 9 miles of water lying between the island and the mainland.

The anecdote might be entertaining; but it turns out that people are a lot more like those Japanese tourists than we'd think them to be, said Fry. In this case, the main damage caused by the tourists' over-reliance on GPS technology was the loss of the their rented Hyundai Getz; but our trust in technology can come at a much greater cost, for example when we get to relying on self-driving cars.

In driving, she explained, humans are bad at paying attention, at being aware of their surroundings and at performing under pressure. And yet, she noted, the idea behind driverless cars is that the human monitor should step in at the last possible moment and operate at peak performance, at the moment where it matters the most.

Having a human overrule the automated decision-maker in the car? "That's not something that's going to happen," warned Fry.

That is not to say that algorithms should not be deployed altogether. Quite the opposite: Fry herself is a self-professed defender of artificial intelligence, and of the huge benefits it could bring to fields such as healthcare. But there is one simple rule that should apply to all AI systems, according to the mathematician: we should only use algorithms as long as we can trust humans to overrule them when necessary.

In a research paper published in 2018, think tank Pew surveyed almost 1,000 technology experts to gather their insight on the future of humans in the age of artificial intelligence. One of the main take-aways was a similar concern to that of Fry: that people's growing dependence on algorithms would eventually erode their ability to think for themselves.

The solution, for Fry, lies in adopting a "human-centric" approach when developing new technologies; in other words, an approach that accounts for human flaws. The mathematician advocated for a "partnership" between humans and machines that could combine the best of both - while also ensuring that there is always space for humans to question the algorithm's results.

One particular field where such a partnership could have promising results is healthcare. When diagnosing cancer, for instance, doctors face the imperative of being both sensitive, to not miss any sign of a tumor; as well as specific, to avoid the unnecessary over-flagging of suspicious tissue.

While humans are "rubbish" at sensitivity, Fry said that algorithms are "ultra-sensitive"; and on the other hand, she described specificity as our "human superpower". Combining both sets of skills, she concluded, could have tremendous results for healthcare.

"This is the kind of future I am hoping for," she said. One where we acknowledge, when deploying new technology, that it's not only machines that have flaws; but that humans do too.

Daphne Leprince-Ringuet
(v. ZD Net del 26 de febrero de 2020).

En vez de diseñar robots a nuestra imagen, deberíamos diseñarlos a imagen de los perros, para que sean leales y jamás intenten destruirnos.

@pleatedjeans
(v.pág.21 de la revista Selecciones Reader's Digest de febrero de 2020).

El último informe PISA nos ha dejado bastante atribulados, sólo el 8.7% de los chavales de la muestra total, es decir, menos de 1 de cada 10, es capaz de diferenciar entre lo que es un dato y lo que es una opinión.

PISA ha evaluado a 600,000 estudiantes de 15 años procedentes de 79 países. Lo que significa que a casi 550,000 de esos adolescentes, tiernos brotes del futuro, savia nueva de la OCDE y demás topicazos, les parece lo mismo e igual de creíble decir que en 2018 murieron 47 mujeres en España asesinadas por sus parejas o exparejas, que sostener, pongamos, que muchas de las denuncias por malos tratos son mentiras inventadas por féminas perversas. Puede que una buena parte de esos estudiantes ya haya perdido la virginidad; algunos fumarán y beberán, y, en suma, se creerán mayores y muy listos, con esa tontería propia de la edad que todos conocimos; pero lo cierto es que son incapaces de interpretar y valorar la información más básica. Van ciegos y perdidos bajo el diluvio de datos en el que vivimos, un guirigay gritón y confuso que aturde al más templado y que puede desarbolar por completo a quienes están tan mal preparados como ellos. Eso sí que es un fracaso educativo. Un fracaso que se veía venir, porque estamos hablando de los quinceañeros, pero hay muchos adultos con la cabeza igualmente llena de serrín. No sólo debería crearse una nueva asignatura en los colegios que enseñara a los niños a discriminar las falsedades, a desarrollar espíritu crítico y moverse por la selva de fake news, sino que también habría que poner clases nocturnas de repesca para mayores.

La formidable Nuria Oliver, de la Real Academia de Ingeniería y una autoridad mundial en inteligencia artificial (le acaban de nombrar directora de una unidad de investigación Ellis), viene a decir en un capítulo del libro colectivo Los nativos digitales no existen (Deusto Ediciones) que las multitareas, como por ejemplo "chatear o navegar por Internet mientras se ve la televisión o se escucha música", nos están fosfatinando literalmente el cerebro. Cita investigaciones internacionales que demuestran cosas alucinantes, como una que midió el impacto de las interrupciones en el trabajo de oficina: al parecer se necesitan al menos 25 minutos para recuperarse de una llamada o un e-mail y volver a ser igual de productivos que antes. Pero sobre todo menciona 2 estudios que me dejaron pasmada. Uno fue hecho en 2014 en el University College de Londres sobre la influencia de la multitarea en la estructura del cerebro. Descubrieron que juguetear con el maldito móvil mientras se hace otra cosa nos afecta físicamente la sesera; y, así, cuanto más tiempo pasas chateando y viendo la tele, por ejemplo, menor densidad de materia gris tienes en el córtex del cíngulo anterior, un rincón del cerebro de nombre complicado pero máxima importancia, porque ese córtex es esencial en el procesamiento de la información, así como en la detección de errores y conflictos. Lo cual me temo que resulta muy coherente con los resultados del informe PISA y con el desparrame mental que mostramos los humanos últimamente, más proclives que nunca, se diría, a tragarnos sin dificultad cualquier embuste (yo creía que la edad me estaba reduciendo las entendederas, pero ahora veo que es el móvil el que se está comiendo mi cerebro: esa parte casi es un alivio).

El otro estudio al que me refería no deja de tener su horripilante gracia. Lo hicieron en la Universidad de Londres y encontraron que las personas distraídas por la tecnología experimentaban una disminución de su coeficiente intelectual superior a si hubieran consumido marihuana. Bueno, supongo que depende de la cantidad de hierba que te metas, pero de todas formas los que hemos vivido los años de la psicodelia sabemos de qué abismos de modorrez estamos hablando. Bienvenidos a la civilización del estupor, amigos.

Rosa Montero
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 29 de diciembre de 2019).

Hace 13 años entrevisté a James Lovelock, uno de los científicos más originales y polémicos del siglo XX, creador de la teoría de Gaia, según la cual la Tierra es un todo que se autorregula. Me dijo que la catástrofe ambiental era imparable e inminente: "Antes de que acabe este siglo [el XXI], Londres estará inundado. Y todas las zonas costeras. Imagínese Bangladés, por ejemplo; el país entero desaparecerá bajo las aguas. Y sus 140 millones de habitantes intentarán desplazarse a otros países. Donde no serán bien recibidos. En todo el mundo habrá muchas guerras y mucha sangre". Hoy sus palabras nos despiertan ecos: según los expertos, la crisis siria, que ha demostrado el fracaso de Europa ante los refugiados, ha estado influida por el cambio climático, porque una feroz sequía de 7 años hizo emigrar a millón y medio de campesinos a Alepo y Damasco, creando una inestabilidad social que avivó la inestabilidad política. De manera que Siria sería el comienzo de la lóbrega predicción del padre de Gaia: "Nos veremos reducidos a sólo 500 millones de humanos viviendo en el Ártico. Y tendremos que empezar de nuevo".

Pero la verdad es que no creo que el futuro esté tan perdido como dice Lovelock. Al menos eso opinan numerosos expertos: "No es cierto que estemos en un punto de no retorno respecto al cambio climático. Los científicos no sabemos al detalle lo que sucederá cuando el mundo sea más caluroso", dijo hace unos días Bjorn Stevens, director del prestigioso Instituto Max Planck de Meteorología. Si cito a Lovelock es porque creo que sus palabras podrían cumplirse si no actuamos de manera urgente; y porque me asombra recordar que hace 13 años, cuando publiqué esa entrevista, casi nadie estaba verdaderamente concienciado del peligro.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2019).

Diré, como Luther King pero al revés, que he tenido una pesadilla, una premonición. Veo a la raza humana, dentro de muy poco, con dimensiones ballenato-elefantinas; gordos inmensos de piernas atrofiadas que se pasan el día amorrados a una pantalla sin hablar con nadie, con las posaderas desbordando el asiento de sus sillas reforzadas y masticando pizzas de chorizo artificial hecho con pasta de medusa. 4 científicas de la OMS acaban de publicar un estudio monumental realizado durante 15 años con 1.6 millones de adolescentes de 145 países, y han llegado a la espeluznante conclusión de que el 78% de los chicos entre 11 y 17 años y el 85% de las chicas (las mujeres sacamos peores resultados en todo el planeta) no hacen el ejercicio mínimo recomendado, que no es más que una modesta hora al día de movimiento. No es que no hagan deporte, sino que ni siquiera caminan. Que no se menean, vaya. Que lo único que hacen es estar sentados, por lo general frente a una pantalla.

El mejor resultado mundial lo da Bangladesh, con un 66% total de jóvenes inactivos, y el peor es de Corea del Sur, con un 94%. En España tenemos, qué vergüenza, una abultada diferencia de género: un 69.8% de ellos y un 83.8% de ellas sufren esta epidemia de absoluta pereza. Yo recuerdo que, de adolescente, me daba carreras de pronto en la calle sin ningún propósito, por la pura necesidad de descargar un poco la energía que me bullía dentro (por entonces aún no existía la moda del running y tenías que correr vestida normal y simulando que se te perdía un autobús). Todos los animales jóvenes muestran esas explosiones de actividad: perritos que te destrozan la casa, terneros que brincan y cocean en los prados felices de estar vivos. Pero se ve que los cachorros humanos están mutando en setas. En gelatinas pegadas a una silla.

O más bien en sacos de grasa, porque ya se sabe que la falta de ejercicio, junto con los malos hábitos alimentarios, son los 2 factores principales para sufrir sobrepeso, lo cual, si no se corrige, puede terminar derivando en obesidad. Unir esta epidemia mundial de vagancia juvenil con la también creciente epidemia mundial de gordura pone los pelos de punta: según la OMS, en 2016 había 2,200 millones de personas con sobrepeso en el planeta, 796 millones de ellas obesas, frente a 800 millones de individuos que pasaban hambre. Lo que quiere decir que en los últimos 50 años la alimentación de los seres humanos ha experimentado un cambio radical: en 1970, un tercio de la población mundial sufría hambrunas y sólo había un 10% de gordos. Hoy es al revés: un 11% está desnutrido y casi un 30% tiene sobrepeso. Se calcula que para 2030 la mitad de los habitantes de la Tierra estarán en el sector de los gorditos.

En España es aún peor. Un reciente estudio del Institut Hospital del Mar d'Investigacions Mèdiques vaticina que para 2030, justamente cuando todos esos niños setas se hagan adultos, habrá en nuestro país 27 millones de ciudadanos con sobrepeso y obesidad (un 80% de los hombres y un 55% de las mujeres). En 2016 ya éramos 24 millones de gordos, el 70% de la población, y al parecer cada década se suman 3 millones más.

Me temo que estamos tan malacostumbrados al sobrepeso que ni nos damos cuenta de que nos estamos convirtiendo en unos torreznos. Ahora mismo 7 de cada 10 españoles andan sobrados de kilos, pero yo no tengo la sensación de que el personal esté tan mantecoso. Creo que nos hemos habituado a las barriguillas y las barrigotas, empezando quizá por las carnes propias. Reivindicar la gordura no es liberador: es idiota y suicida. Con un proceso de deterioro físico tan acelerado, acabará matándonos antes el sobrepeso que el cambio climático. Hay que sacar a ese 80% de niños a la calle antes de que sea tarde, por favor.

Rosa Montero
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 8 de diciembre de 2019).

Ya se ha dicho en los medios, pero me parece que hay que repetirlo, porque se ve que el mensaje no cala lo suficiente. Greta Thunberg tiene asperger, un síndrome del espectro autista. La gente suele creer que los autistas no experimentan emociones. Nada más erróneo. Lo que es distinto en ellos es, digamos, su lenguaje emocional. No saben captar y entender los sentimientos de los demás, y gestionan los propios dificultosamente. Y así, pueden parecer fríos como el hielo, o pueden caer en ataques emocionales aparatosos en donde su aguda desesperación y su sufrimiento se manifiestan de manera extrema (muchos niños autistas experimentan estas crisis, para dolor de sus padres).

Precisamente lo que no puede hacer un asperger es fingir, aparentar y mentir. Greta lloró de verdadera y angustiada frustración. La inteligentísima Thunberg (sin duda es una superdotada, como sucede con bastante frecuencia con los asperger) ha debido de estudiarse absolutamente todo sobre el cambio climático, porque este síndrome también implica un carácter obsesivo. Y el caso es que, si realmente te atreves a informarte de lo que sucede, la situación resulta aterradora. Greta no puede entender que, ante la evidencia de una catástrofe en marcha, la gente no actúe en consecuencia. Ella es de una coherencia tan absoluta que a las personas mal llamadas normales, con nuestra moral bastarda y nuestra chapucera manera de vivir, nos parece inhumana. No la comprendemos y por eso pensamos que está fingiendo (que es lo que hacemos nosotros). Pero Greta arde de autenticidad, es un puro aullido de desesperación y de incredulidad ante nuestra ceguera.

Porque estamos ciegos. El cambio climático es algo tan sobrecogedor, tan inmenso e inmanejable que llevamos décadas ignorando las señales. La verdad es que lo entiendo: se trata de un recurso psicológico de defensa ante la angustia (algo que la mente de Greta, por cierto, no puede hacer). Pero el problema es que ya no podemos seguir empleando esta estrategia del avestruz. Como bien dice o más bien grita Thunberg, se nos ha acabado el tiempo. El colapso ambiental está aquí, se nos echa encima como una avalancha, como demuestra de modo espeluznante El planeta inhóspito: la vida después del calentamiento, de David Wallace-Wells, número 1 en la lista de The New York Times. Ya no tenemos más remedio que reaccionar.

Rosa Montero
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 13 de octubre de 2019).

No todo es tan caótico como el clima.

En áreas como la astrofísica o la cosmología, las predicciones del futuro lejano a veces son posibles.

Podemos confiar en que habrá un eclipse solar total en Reino Unido el 23 de septiembre de 2090 porque la Luna, el Sol y la Tierra se mueven en órbitas estables y predecibles con perturbaciones muy leves.

Además, las leyes de la gravedad están completamente probadas.

Del mismo modo, podemos usar el conocimiento en astrofísica para predecir lo que probablemente sucederá en todo el Universo a medida que este se expande.

Este enfoque se puede describir como "escatología física", un término acuñado por el astrónomo Martin Rees para usar la astrofísica y elaborar modelos que indiquen hacia dónde se dirige el Universo.

Rees se inspiró en la teología, dentro de la cual la "escatología" es el estudio de cosas fundamentales como el fin del mundo.

El artículo clásico sobre este tema lo publicó Freeman Dyson en 1979.

En él explica la vida en universos abiertos y describe las posibles catástrofes existenciales que amenazan la vida en el futuro, desde la muerte del Sol hasta el alejamiento de las estrellas dentro de una galaxia.

Entonces, ¿cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad en un futuro lejano si llegamos a sobrevivir?

No podemos decir cómo se pueden superar y si lograremos hacerlo, pero podemos estar seguros de que estas amenazas a nuestra existencia están cada vez más cerca.

Problema 1: sobrevivir mejor que otros mamíferos

La duración de cualquier especie de mamífero en la Tierra es de aproximadamente un millón de años.

Desde la guerra nuclear pasando por las pandemias, la humanidad está claramente amenazada por un tipo de riesgos que necesita reducir con urgencia.

En este momento, el riesgo de extinción natural es mucho menor que el riesgo de la autodestrucción.

Si solucionáramos nuestros problemas actuales de riesgo existencial y de sostenibilidad, aún tendríamos que enfrentarnos a otros desafíos para que nuestra especie perdure.

Para empezar, en unas pocas decenas de miles de años tendremos que hacer frente al final del actual período interglacial: estamos viviendo un periodo que se sitúa en una breve interrupción dentro de una larga edad de hielo.

Nuestros antepasados sobrevivieron a las glaciaciones, por lo que probablemente no sea un gran problema.

Sin embargo, ellos fueron cazadores-recolectores nómadas y no una civilización global.

La humanidad también podría encontrarse con pronunciadas variaciones climáticas entre diferentes épocas geológicas.

En el pasado, la Tierra tuvo períodos en los que fue más fría y otros en los que fue más cálida.

Durante el Eoceno, las temperaturas eran 10°C más cálidas.

En las regiones árticas había palmeras y caimanes mientras que las ecuatoriales eran demasiado calientes para que los humanos pudieran sobrevivir.

Pero también hubo episodios donde casi toda la Tierra estaba cubierta de hielo.

Luego existe el riesgo de supervolcanismo, impactos de meteoritos, explosiones de rayos gamma o perturbaciones ecológicas que aún no han surgido pero que sabemos que han llevado a extinciones masivas naturales aproximadamente una vez cada 100 millones de años.

Finalmente, el Homo Sapiens puede no perdurar como especie porque podríamos evolucionar hacia otra cosa.

Estamos constantemente mutando y sujetos a la selección natural (incluso hoy en día, con buena atención médica, en los accidentes de tráfico mueren personas muy jóvenes), y la biotecnología moderna nos permite modificar deliberadamente nuestros genes.

Sin mencionar las tecnologías que nos permiten fusionarnos con lo artificial.

Es poco probable que sigamos siendo iguales durante los próximos millones de años, a menos que decidamos preservar nuestra genética.

La ironía es que, para sobrevivir más tiempo que las especies de mamíferos que nos rodean, tenemos que convertirnos en algo muy diferente de lo que somos.

Problema 2: sobrevivir al final de la vida útil de la biosfera

En aproximadamente 1,000 millones de años (cientos de años arriba o abajo), el aumento del brillo del Sol condenará a muerte a la biosfera de la Tierra.

El problema es que el calor del Sol causa un mayor desgaste de la roca, lo que a su vez desencadena reacciones químicas que eliminan cantidades significativas de dióxido de carbono del aire como parte del ciclo del carbono y finalmente conducen a la muerte de la vida vegetal.

Además, a la larga el planeta se sobrecalentará como un invernadero incontrolado, emitiendo más y más vapor de agua (un potente gas de efecto invernadero) que se evaporará de los océanos, recalentando aún más la Tierra.

Una solución sería la de tratar de proteger la biosfera con una megaobra de ingeniería durante el mayor tiempo posible.

Podríamos realizar esta geoingeniería agregando aerosoles reflectantes a la estratosfera, construyendo un paraguas entre la Tierra y el Sol, o incluso moviendo el planeta hacia el exterior.

Otra solución es mudar la vida al espacio, si aún no lo hemos hecho cuando la biosfera esté en su etapa final.

Los hábitats espaciales autosostenibles parecen posibles, y hay materiales disponibles de sobra.

Incluso si estas estructuras parecen difíciles de construir, debemos recordar que, literalmente, tenemos 1,000 millones de años para ser más hábiles, más ricos y trabajar en su diseño.

Problema 3: sobrevivir al principio del final de la vida del Sol

En unos 5,000 millones de años, el brillo del Sol comenzará a aumentar más rápidamente porque el helio acumulado en el núcleo lo calentará, convirtiéndolo en una enorme estrella gigante roja.

La temperatura de la superficie bajará, pero la salida total de luz será mucho mayor debido a la enorme superficie.

Esto probablemente se traducirá en el fin de la Tierra, ya que es probable que el Sol se la trague en su proceso de expansión.

Si no es así, se quemará hasta convertirse en una roca sin aire.

"Poco" después (aproximadamente 1,000 millones de años) el Sol expulsará gran parte de su atmósfera como una nebulosa y se convertirá en una enana blanca.

Para sobrevivir a esto, cualquier vida inteligente que quede en el Sistema Solar deberá trasladarse a otros sistemas solares.

Por supuesto, uno puede adaptarse, pero no se obtiene mucha luz ni mucha energía de una enana blanca.

Alcanzar otros sistemas solares requerirá naves espaciales muy rápidas o llevará mucho tiempo.

Pero también podría ser que ningún humano abandone físicamente el Sistema Solar.

En este punto, podríamos preguntarnos si realmente nuestra especie se está propagando o estamos convirtiéndonos en una nueva.

Si nuestros descendientes sobreviven a la muerte del Sol, pasarán a vivir entre las estrellas de la galaxia.

Problema 4: sobrevivir al final de las estrellas

La formación de estrellas en el Universo ya ha alcanzado su punto máximo y en las próximas decenas de miles de millones de años alcanzaremos el "pico máximo".

A medida que las estrellas brillantes se consuman, nos quedaremos con una población de estrellas enanas rojas estable pero longeva.

Pueden brillar por billones de años.

Pero la formación de estrellas disminuirá, y entre 10 y 100 billones de años, incluso las enanas rojas morirán.

Para sobrevivir, la vida necesitará fuentes de energía distintas a la luz de las estrellas.

También puede adaptarse a bajas temperaturas.

La inteligencia artificial y los organismos basados en silicio probablemente prosperarían en un entorno de temperatura casi cero absoluta.

Bien podría ser que a medida que las estrellas mueran, la vida basada en el carbono y la inteligencia se retire a cómodos mundos virtuales mucho más grandes y complejos que el Universo externo.

Si la humanidad sobrevive al final de las estrellas, la materia que dejarán al morir se convertirá en la fuente de energía más grande del Universo.

Problema 5: sobrevivir al final de las galaxias

Los movimientos estelares aleatorios gradualmente hacen que las galaxias se disuelvan: de vez en cuando las estrellas se cruzan y cambian las velocidades al azar.

A veces, esto le da a una estrella una velocidad de escape de la galaxia y desaparece en el gran vacío.

A la larga, en unos 100 millones de billones de años, toda la galaxia se dispersará o caerá en el agujero negro central.

Los planetas alrededor de las estrellas también seguirán el mismo destino.

Para sobrevivir a esto, los seres inteligentes necesitarían llevar las estrellas a órbitas que sean estables a largo plazo.

¡Esto parece físicamente posible!

Al menos en la era actual, uno podría empujar las estrellas colocando reflectores para que su radiación actuara como los motores de un cohete muy débil.

Esto se parece a la manera en que los humanos usamos la gravedad para redirigir y acelerar las sondas Voyager, pero ahora a gran escala.

A medida que las estrellas cambiaran de órbita, podrían usarse para empujarse mutuamente en el juego de billar más grande jamás concebido.

Se necesitarían grandes estructuras alrededor de cada estrella y una planificación a gran escala del proceso, pero la cantidad total de materia necesaria es la de un gran asteroide por sistema solar y la física es relativamente sencilla.

El problema reside en la coordinación de proyectos en escalas de tiempo que abarcan literalmente 1,000 millones de años.

Problema 6: sobrevivir al final de la materia

Nuestro tipo de materia está formada por átomos compuestos de protones, neutrones y electrones.

Se dice que en circunstancias normales los protones y los electrones son perfectamente estables.

Los protones estabilizan los neutrones. Por sí solos se descomponen con una vida media de unos pocos minutos.

Sin embargo, muchas teorías físicas estiman que los protones no son realmente estables y en plazos de tiempo excepcionalmente largos, se deteriorarán.

Hasta ahora, la descomposición de los protones nunca se ha podido observar, pese a algunos esfuerzos heroicos de investigación.

Pero esto solo nos indica que el proceso de descomposición lleva billones de años, si es que sucede.

Esta previsible decadencia significará el fin de la materia tal y como la conocemos.

Las estrellas y los planetas se convertirán lentamente en radiación más electrones y positrones libres, incapaces de formar sistemas habitables.

Las últimas estrellas enanas negras frías se convertirían gradualmente en cristales de helio e hidrógeno que se evaporarían silenciosamente.

Lo único que quedaría sería radiación y agujeros negros en un Universo vacío.

¿Podemos evitarlo?

Como decía la gran computadora en el magistral cuento de Isaac Asimov "La última pregunta": "TODAVÍA NO HAY DATOS SUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA SIGNIFICATIVA".

Anders Sandberg, investigador del Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford
(v.periódico El Informador en línea del 5 de octubre de 2019).

Un reciente informe comisionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial advierte en tono sombrío que "el espectro de una emergencia sanitaria mundial se vislumbra peligrosamente en el horizonte".

El documento señala que el mundo se enfrenta a un creciente brote de enfermedades infecciosas: entre 2011 y 2018, la OMS registró 1483 brotes epidémicos en 172 países.

"Enfermedades propensas a epidemias como la influenza, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el zika, la peste, la fiebre amarilla y otros, son precursores de una nueva era de brotes de alto impacto y propagación rápida que se detectan con mayor frecuencia y son cada vez más difíciles de manejar".

El análisis se hizo con base en el estudio de pandemias que han ocurrido en el pasado y la forma en que se atendieron esas crisis.

"Si es cierto el dicho de que 'el pasado es el prólogo del futuro', nos enfrentamos a una amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera", apunta.

Como ejemplo del riesgo, el documento menciona la pandemia mundial de influenza de 1918 (también conocida como la gripe española), que enfermó a un tercio de la población mundial y mató a unos 50 millones de personas.

Si en la actualidad hubiera un brote similar, podría matar a entre 50 y 80 millones de personas y liquidaría "casi el 5% de la economía mundial", indica el reporte.

Esta catástrofe se vería facilitada en medio de una población que hoy es 4 veces mayor a la de hace 100 años y que puede viajar a cualquier parte del mundo en menos de 36 horas.

Si esto llega a ocurrir, es fácil imaginarse las consecuencias: "Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas", dice el documento.

Y no da tregua en su pronóstico: "El mundo no está preparado".

¿De dónde surge este oscuro panorama y cómo un panel designado por la OMS llegó a esta conclusión?

Pánico y abandono

El informe fue redactado por la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, un panel de expertos, políticos, jefes de organismos y líderes de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, convocado por la OMS y el Banco Mundial.

En este documento, la misión de la junta fue evaluar la capacidad del mundo para protegerse de las emergencias sanitarias, detectar los puntos débiles para atender estas emergencias y proponer estrategias de preparación.

Para su análisis, el grupo revisó lo ocurrido durante la pandemia de gripe H1N1 de 2009, en la que a nivel mundial murieron entre 150,000 y 570,000 personas durante el 1er. año que circuló el virus, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.

También revisaron el brote de ébola de 2014-2016 en África, que a enero de 2016 había causado 11,315 muertes.

Su conclusión fue que muchos de los aprendizajes y recomendaciones que surgieron de esas crisis "se aplicaron de forma deficiente o no se aplicaron en absoluto".

El panel afirma que no haber implementado esas recomendaciones ha llevado a "un ciclo de pánico y abandono".

"Prodigamos esfuerzos cuando surge una amenaza grave y nos olvidamos rápidamente cuando la amenaza remite".

En el caso de una pandemia, colapsarían muchos sistemas nacionales de salud, particularmente en países menos desarrollados, advierten.

"La pobreza y la fragilidad exacerban los brotes de enfermedades infecciosas y ayudan a crear las condiciones para las pandemias", afirmó Axel van Trotsenburg, director ejecutivo interino del Banco Mundial y miembro del panel.

La investigación sostiene que otros factores que podrían empeorar la situación son la falta de confianza en las instituciones que se ve en muchos países y la circulación de información errónea que puede dificultar una comunicación efectiva para controlar la enfermedad.

El estudio también menciona que, si bien los desarrollos científicos y tecnológicos brindan nuevas herramientas que promueven la salud pública, también permiten que los microorganismos causantes de enfermedades sean diseñados o recreados en laboratorios.

"Una diseminación intencional (de los microorganismos) complicaría la respuesta al brote. Además de la necesidad de decidir cómo afrontar el patógeno, deberían entrar en juego medidas de seguridad lo que limitaría la divulgación de información y fomentaría las divisiones sociales", subraya.

La decisiones de cómo atacar la infección implicaría discusiones relacionadas con la seguridad y el intercambio de información, algo que según los expertos fomentaría las divisiones sociales.

¿Hay salida?

El reporte señala que el riesgo de propagación de infecciones crece debido a factores como la falta de acceso a servicios básicos de las comunidades de escasos recursos, el aumento de la población, el cambio climático y las migraciones.

Para mitigar esos riesgos, el panel recomendó una serie de "medidas urgentes" que deben tomarse a nivel global.

Muchos de estas estrategias tienen que ver con que los gobiernos fortalezcan sus sistemas de respuestas y "estén preparados para lo peor" de manera coordinada.

Esto incluye la creación de incentivos y aumentar la inversión para la preparación ante emergencias.

Entre las medidas, el panel menciona:

- que los gobiernos inviertan recursos en la preparación ante la posible llegada de estos brotes;
- el desarrollo de simulacros;
- la creación de vacunas y tratamientos innovadores;
- redoblar los esfuerzos para la preparación de evaluaciones de riesgo económico ante una pandemia;
- y fortalecer los mecanismos de colaboración y coordinación internacional.

"Ha llegado el momento de actuar", insta el panel.

(V.BBC Mundo del 19 de septiembre de 2019).

El "World Artificial Intelligence Conference" tomó lugar en Shanghai a finales de agosto de este año. Dentro de los eventos más esperados se encontraba el debate entre Elon Musk, fundador de Tesla, y Jack Ma, fundador de Alibaba, sobre la inteligencia artificial (IA). Resulta interesante analizar las posturas encontradas de estos dos genios del sector privado.

Elon Musk, por un lado, sostuvo una versión pesimista sobre la inteligencia artificial, al mencionar que la misma superará a la raza humana. Musk considera que más allá de ser benéfico para el ser humano, la inteligencia artificial es una amenaza para todos y por lo mismo se debe regular.

Esto, debido a que la tecnología puede llegar a ser lo suficientemente avanzada como para generar su propio sistema y realidad, sin necesidad del ser humano.

La postura de Musk va de la mano con una teoría denominada la "teoría de la simulación". La misma establece que con la mera presencia de avances tecnológicos, la realidad virtual sería indistinguible de nuestra realidad. Ello nos comprueba que es factible que nosotros estemos viviendo en una simulación y que aquello que consideramos "real" sea parte de un sistema artificial. Esto resulta interesante si analizamos que en realidad nada se puede comprobar y por ende ser considerado "real", por lo cual estamos en una especie de Matrix.

La postura que sostiene Jack Ma, es mucho más optimista respecto de la inteligencia artificial. Ma considera que la inteligencia artificial no superará a sus creadores, los humanos, y que fungirá como una herramienta para explorar al ser humano. Otro argumento interesante que sostuvo Ma es que por medio de la inteligencia artificial las personas podrán trabajar menos para llegar a un óptimo de 12 horas laborales por semana. De esta manera, los trabajadores podrán pasar más tiempo con sus familias y enfocándose en actividades recreativas. El fundador de Alibaba considera a la inteligencia artificial como una ventana para el beneficio del ser humano y su calidad de vida.

Más allá de ser un seguidor de las ideas de Elon Musk desde hace años, considero que sus argumentos y su postura nos deja mucho qué pensar. La inteligencia artificial es una herramienta de doble filo que puede edificar nuestra sociedad o bien, destruirla por completo.

El desarrollo y los avances de la inteligencia artificial son inevitables en este punto.

Si lo que pretendemos es la preservación de nuestra especie, debemos ser muy cuidadosos con este tema. Esperemos que Jack Ma tenga razón.

Esperemos que la inteligencia artificial nos ayude a preservar nuestra especie y a mejorar la condición humana. Esperemos que sigamos teniendo control sobre las máquinas que creamos. No lo creo, pero esperemos.

Cesáreo Escobedo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2019).

En el siglo XX, las masas se rebelaron contra la explotación y trataron de convertir su papel vital en la economía en poder político. Ahora las masas temen la irrelevancia, y quieren usar frenéticamente el poder político que les resta antes de que sea demasiado tarde. El Brexit y el ascenso de Trump muestran así una trayectoria opuesta a la de las revoluciones socialistas tradicionales. Las revoluciones rusa, china y cubana las llevaron a cabo personas que eran vitales para la economía, pero que carecían de poder político; en 2016 Trump y el Brexit recibieron el apoyo de muchas personas que todavía gozaban de poder político pero que temían estar perdiendo su valor económico. Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que ya no la necesita. Esta bien pudiera ser una batalla perdida. Es mucho más difícil luchar contra la irrelevancia que contra la explotación.

[...]

Quizá la revolución tecnológica eche pronto del mercado de trabajo a miles de millones de humanos y cree una enorme y nueva clase inútil, que lleve a revueltas sociales y políticas que ninguna ideología existente sabrá cómo manejar.

[...]

Durante los períodos de automatización anteriores, por lo general las personas podían pasar de un empleo rutinario que exigía poca pericia a otro. En 1920, un obrero agrícola al que echaban a raíz de la mecanización de la agricultura podía encontrar un nuevo empleo en una fábrica de tractores. En 1980, un obrero de una fábrica que se quedaba en el paro podía empezar trabajando como cajero en un supermercado. Estos cambios ocupacionales eran posibles porque el paso de la granja a la fábrica y de la fábrica al supermercado solo requerían un readiestramiento limitado.

Sin embargo, en 2050 podría ser difícil que un cajero o un obrero del sector textil que perdiera su trabajo debido a un robot empezara a trabajar como investigador del cáncer, como operador de drones o como parte de un equipo de banca humano-IA. No dispondrán de la pericia necesaria.

[...]

Dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos, guerras mundiales ni revoluciones sangrientas. Esta vez, los modelos fallidos podrían terminar en guerras nucleares, monstruosidades diseñadas genéticamente y un colapso completo de la biosfera.

[...]

Un nuevo modelo, que despierta cada vez más interés, es la renta básica universal. La RBU propone que los gobiernos graven a los multimillonarios y a las empresas que controlan los algoritmos y los robots, y que utilicen el dinero para pagar a cada persona un salario generoso que cubra sus necesidades básicas. Esto atenuaría la pérdida de empleo de los pobres y sus problemas económicos, al tiempo que protegería a los ricos de la ira popular.

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[...]

Alternativamente, los gobiernos podrían subvencionar servicios básicos universales [...] la educación gratuita, la atención sanitaria gratuita, el transporte gratuito, etc.

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Los sistemas de armas autónomas suponen una catástrofe en ciernes, porque hay demasiados gobiernos que tienden a ser éticamente corruptos o directamente malvados.

El peligro no se limita a las máquinas asesinas. Los sistemas de vigilancia pueden ser igualmente peligrosos.

[...]

Dada la tecnología del siglo XX, era ineficiente concentrar demasiada información y poder en un punto. Nadie tenía la capacidad de procesar toda la información con suficiente rapidez y tomar las decisiones adecuadas [...] La IA hace posible procesar cantidades enormes de información de manera centralizada [...] La principal desventaja de los regímenes autoritarios en el siglo XX (el intento de concentrar toda la información en un punto) podría convertirse en su ventaja decisiva en el siglo XXI.

[...]

En su forma actual, la democracia no sobrevivirá a la fusión de la biotecnología y la infotecnología. O bien se reinventa a sí misma con éxito y de una forma radicalmente nueva, o bien los humanos acabarán viviendo en "dictaduras digitales".

[...]

Si invertimos demasiado en desarrollar la IA y demasiado poco en desarrollar la conciencia humana, la inteligencia artificial muy sofisticada de los ordenadores sólo servirá para fortalecer la estupidez natural de los humanos.

[...]

Las mejoras en biotecnología tal vez posibiliten que la desigualdad económica se traduzca en desigualdad biológica. Los superricos tendrán por fin algo que hacer que valga de verdad la pena con su extraordinaria riqueza. Mientras que hasta ahora podían comprar poco más que símbolos de estatus, pronto podrán comprar la vida misma. Si los nuevos tratamientos para alargar la vida y mejorar las condiciones físicas y cognitivas acaban siendo caros, la humanidad podría dividirse en castas biológicas [...] Una vez que se abra una brecha real en la capacidad entre los ricos y los pobres, resultará casi imposible salvarla [...] La bioingeniería unida al auge de la IA, podrían por tanto acabar separando a la humanidad en una pequeña clase de superhumanos y una subclase enorme de Homo sapiens inútiles [...] La casta superior podría congregarse dentro de una autoproclamada "civilización" y construir muros y fosos que la separaran de las hordas de "bárbaros" del exterior.

[...]

La fusión de la infotecnología y la biotecnología es una amenaza para los valores fundamentales de la libertad y la igualdad. Cualquier solución al reto tecnológico tiene que pasar por la cooperación global. Pero el nacionalismo, la religión y la cultura dividen a la humanidad en campos hostiles y hacen muy difícil cooperar globalmente.

[...]

La xenofobia está en nuestro ADN. La parte difícil del nacionalismo es preferir a veces a extraños antes que a los amigos y los familiares. Por ejemplo, un buen patriota paga sus impuestos de forma honesta, de manera que niños desconocidos en el otro extremo del país tengan una buena asistencia sanitaria nacional, incluso si esto significa que él no podrá tratar a sus propios hijos en un hospital privado y caro. Esto va contra millones de años de evolución. La evasión de impuestos y el nepotismo son cosas que nos llegan de forma natural, pero el nacionalismo dice que son "corrupción".

[...]

La oleada nacionalista que recorre el mundo no puede hacer retroceder el reloj a 1939 o 1914. La tecnología lo ha cambiado todo al crear un conjunto de amenazas existenciales globales que ninguna nación puede resolver por sí sola. Un enemigo común es el mejor catalizador para forjar una identidad común, y ahora la humanidad tiene al menos 3 de esos enemigos: la guerra nuclear, el cambio climático y la disrupción tecnológica. Si a pesar de estas amenazas comunes los humanos deciden anteponer sus lealtades nacionales particulares a lo demás, las consecuencias pueden ser mucho peores que en 1914 y 1939.

Yuval Noah Harari
(21 lecciones para el siglo XXI. Penguin Random House Grupo Editorial. México 2018).

Hemos de reconocer las amenazas que plantean las nuevas tecnologías. Los sistemas de armas capaces de identificar y matar por sí solos están más cerca de hacerse realidad, lo cual es una noticia moralmente repugnante. Los medios sociales se utilizan para propagar el odio y las mentiras. Los terroristas se aprovechan de la tecnología y las redes de la delincuencia organizada acechan en la web oscura, aprovechándose del cifrado de datos y del pago prácticamente anónimo en criptomonedas por trata de personas y tráfico de drogas ilegales.

António Guterres, secretario general de la ONU
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 22 de junio de 2019).

Cuando nos referimos a la capacidad de que las máquinas llegaran a pensar por sí mismas; aparece un instintivo subconsciente recurrente, el binomio reptiliano: Muerte vs. Inmortalidad.

Nuestro miedo a la muerte está, sin lugar a duda, detrás de la imaginación colectiva de robots que pueden reproducirse y que, con su pensamiento omnipotente, traicionarán y destruirán a sus creadores. Tales máquinas parecen mostrar el peligro más espantoso: el de la extinción de todo lo que nos importa. Pero nuestro cerebro reptiliano también vislumbra en los robots del futuro "al salvador"; esperando que las máquinas superinteligentes nos ofrezcan vida eterna y juventud.

Jeremy Bentham definió al hombre como un ser racional, pero sabemos que no lo somos. Todas las personas a veces piensan y actúan de manera irracional debido al poder del cerebro reptiliano, y los impulsos reptiles han sido y siguen siendo el centro de la evolución de la inteligencia. Sentir es lo más profundo del pensar. Por lo tanto, una máquina que crece exponencialmente en su velocidad de procesamiento de datos cada 18 meses, que derrota la inteligencia natural en un juego de ajedrez y que puede diagnosticar enfermedades con precisión, es muy impresionante; pero es un término que es demasiado distante y limitante a lo que significa sentir. Impactante sería que la máquina que ganó en ajedrez, esté consciente de su victoria.

Por lo tanto, al pensar en las máquinas que piensan, deberíamos hacernos preguntas reptilianas, tales como: ¿Arriesgarías tu vida por una máquina? ¿Dejarías que un robot fuera un líder político? ¿Estarías celoso de un robot? ¿Pagarías impuestos por el bienestar de un androide? ¿Pondrías tulipanes en la tumba de tu robot? O aún más importante... ¿Mi robot pondría tulipanes en mi tumba?

Reconocer el poder del reptiliano en nuestro pensamiento acerca de las máquinas que piensan nos ayuda a ver más claramente las implicaciones y la naturaleza de un algoritmo que realmente puede dudar y comprometerse, y el tipo de inteligencia artificial a la que deberíamos aspirar: más inteligencia y menos artificialidad. Si nuestra biología diseñó la cultura como una herramienta para la supervivencia y la evolución, hoy en día nuestra inteligencia natural debería llevarnos a crear máquinas que sean empáticas y coadyuven a la prosperidad incluyente. Bueno, palabras más, palabras menos, esto es lo que yo escribí en el libro editado por John Brockman en el año 2015: What to Think About Machines That Think: Today's Leading Thinkers on the Age of Machine Intelligence? Editorial HarperPerennial.

Andrés Roemer
(v.periódico El Universal en línea del 6 de abril de 2019).

En los tableros de riesgos de diversos centros de observación global, ha surgido la posibilidad de una nueva confrontación entre potencias y bloques de países. Los representantes de esas "instituciones atalayas", que otean las tendencias y tensiones en el juego político internacional, se han referido recientemente en varias ocasiones a este peligro.

No lo advierten como algo inminente pero sí como una indeseable desembocadura de varios conflictos en marcha y de la descabellada demolición del imperfecto pero estabilizador sistema multilateral de instituciones mundiales y regionales creadas en la fase de la posguerra (1945) y posteriormente en la etapa de la posguerra fría (1989).

La 1a. prevención la escuchamos de António Guterres, secretario general de la ONU, durante la apertura del Debate General del 73º Periodo de Sesiones de la Asamblea General (26/09/18). "Los valores universales se están erosionando. Los principios democráticos están bajo asedio... No debemos dejarnos arrastrar sin darnos cuenta hacia la guerra...".

La 2a. admonición la pronunció el Papa en su mensaje anual a los embajadores acreditados ante la Santa Sede (06/01/19). Hizo un balance denso y detallado de la situación mundial.

El Vaticano, como bien se sabe, es un gran recipiente de información de todos los rincones de la tierra, merced a su amplia red de nunciaturas, al numeroso cuerpo diplomático acreditado ante el Pontífice y a su condición de Iglesia presente en la mayoría de los 5 continentes.

A la luz de los datos recabados y analizados en sus diversas instancias, en 1er. lugar, la Secretaría de Estado, el Pontífice sostuvo ante los embajadores: "La comunidad internacional y el sistema multilateral en su conjunto, están atravesando momentos de dificultad, con el resurgir de tendencias nacionalistas que minan la vocación de las organizaciones internacionales. Algunas actitudes evocan el periodo de entreguerras, en el que las tendencias populistas y nacionalistas prevalecieron sobre la acción de la sociedad de naciones... La reaparición de corrientes semejantes está debilitando el sistema multilateral...".

El 3er. apercibimiento lo hizo Eurasia Group, una de las consultorías más prestigiadas en los circuitos financieros. En su análisis de riesgos para 2019, sostiene: los ciclos geopolíticos son de movimiento lento, se necesita mucho para construir un orden geopolítico y por lo regular lleva años, incluso décadas, derribarlo. "Ese proceso de erosión está en marcha en todo el mundo..." Señala que los riesgos de desastre creados por los malos actores infligiendo daños que pueden crear un ciclo en escalada "son los más altos" desde el lanzamiento de la calificadora en 1998.

Los desasosiegos que vivimos ahora en México son hasta ahora de factura local, pero como bien lo señala el aludido, nuestro país se ha colocado ya dentro de los 10 principales factores de riesgo internacional. Los 3 análisis coinciden en que el virus envenenador del sistema global es la polarización procedente de los populismos de izquierda y derecha. Infección ya presente en nuestro país.

Luis Felipe Bravo Mena
(v.periódico El Universal en línea del 17 de enero de 2019).

Si usted pensaba que el gran enemigo de su trabajo era alguien que está allá afuera esperando que usted se equivoque para remplazarlo en su puesto, como amenazaban todos los días los jefes de los departamentos de recursos humanos de las empresas, despreocúpese, ya no será así. Pero hay una mala noticia, quien está allá afuera listo para remplazarlo no es otra persona, es un robot.

El libro "¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización" (Editorial Debate) de Andrés Oppenheimer hace un análisis de todos los oficios que están en peligro de extinción porque podrían ser fácilmente sustituidos por una máquina en los próximos años. No importa si usted es periodista, médico, profesor, trabajador de manufacturas, banquero o incluso deportista, su trabajo ya no será el mismo y lo más probable es que lo realice una máquina.

En el futuro vamos a trabajar menos y eso sería maravilloso, viviremos en un mundo de desempleados, pero traerá consecuencias y desequilibrios, como mayor inequidad, al menos en el corto plazo. La educación se transformará radicalmente y nuestra relación con las máquinas será totalmente distinta.

(V.pág.4-B del periódico El Informador del 25 de noviembre de 2018).

Peter Thiel, cofundador de PayPal, ha confesado recientemente que pretende vivir para siempre. "Creo que, probablemente, hay 3 maneras de afrontar [la muerte] -explicaba-: puedes aceptarla, puedes negarla o puedes luchar contra ella. Pienso que nuestra sociedad está dominada por personas que están por la negación o por la aceptación, y yo prefiero luchar contra ella". Es probable que mucha gente descarte dichas afirmaciones como fantasías de adolescente. Pero Thiel es alguien a quien hay que tomar muy en serio. Es uno de los emprendedores de más éxito e influencia de Silicon Valley, con una fortuna que se estima en 2,200 millones de dólares. Es algo ineludible: la igualdad sale, entra la inmortalidad.

El vertiginoso desarrollo de ámbitos tales como la ingeniería genética, la medicina regenerativa y la nanotecnología fomenta profecías cada vez más optimistas. Algunos expertos creen que los humanos vencerán a la muerte hacia 2200, otros dicen que lo harán en 2100. Kurzweil y De Grey son incluso más optimistas: sostienen que quienquiera que en 2050 posea un cuerpo y una cuenta bancaria sanos tendrá una elevada probabilidad de alcanzar la inmortalidad al engañar a la muerte una década tras otra. Según Kurzweil y De Grey, cada 10 años, aproximadamente, entraremos en la clínica y recibiremos un tratamiento de renovación que no solo curará enfermedades, sino que también regenerará tejidos deteriorados y rejuvenecerá manos, ojos y cerebro. Antes de que toque realizar el siguiente tratamiento, los médicos habrán inventado una plétora de nuevos medicamentos, mejoras y artilugios. Si Kurzweil y De Grey están en lo cierto, quizá algunos inmortales caminen ya por la calle junto al lector..., al menos si éste camina por Wall Street o la Quinta Avenida.

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Su vida no tendrá fecha de caducidad.

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La relación entre los humanos y los otros animales es el mejor modelo que tenemos para las futuras relaciones entre los superhumanos y los humanos. ¿Quiere saber el lector cómo los cíborgs superinteligentes podrían tratar a los humanos de carne y hueso corrientes? Será mejor que empiece investigando cómo los humanos tratan a sus primos animales menos inteligentes. No es una analogía perfecta, desde luego, pero es el mejor arquetipo que podemos observar en la realidad en lugar de simplemente imaginarlo.

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La némesis real de la economía moderna es el colapso ecológico. Tanto el progreso científico como el crecimiento económico tienen lugar en el seno de una biosfera frágil, y a medida que adquieren impulso, sus ondas expansivas desestabilizan la ecología. Para proporcionar a cada uno de los habitantes del planeta el mismo nivel de vida que tienen los norteamericanos prósperos, necesitaríamos unos cuantos planetas más..., pero solo tenemos éste. Si el progreso y el crecimiento acaban destruyendo el ecosistema, el coste será elevado.

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Un apocalipsis ecológico podría tener consecuencias diferentes para castas humanas diferentes. No hay justicia en la historia. Cuando el desastre embiste, casi siempre los pobres sufren más que los ricos, aunque de entrada fueran los ricos los que causaran la tragedia. El calentamiento global ya está afectando más a la vida de la gente pobre que vive en los países africanos áridos que a la vida de los occidentales ricos. Paradójicamente, el mismo poder de la ciencia puede aumentar el peligro, porque hace que los ricos sean complacientes.

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La humanidad es renuente a efectuar sacrificios económicos, sociales o políticos serios para detener la catástrofe.

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Demasiados políticos y votantes creen que, mientras la economía crezca, científicos e ingenieros podrán salvarnos siempre de la catástrofe. Cuando se trata del cambio climático, muchos creyentes convencidos en el crecimiento no solo esperan milagros: dan por sentado que los milagros ocurrirán.

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La mayoría de los presidentes, los ministros y los directores ejecutivos que dirigen el mundo son personas muy racionales. ¿Por qué están dispuestos a jugársela de este modo? Quizá porque no creen que se están jugando su propio futuro. Incluso si lo malo se vuelve peor y la ciencia no puede detener el diluvio, los ingenieros todavía podrán construir un Arca de Noé tecnológica para la casta superior, al tiempo que dejarán que miles de millones de persona se ahoguen. La fe en esta Arca de alta tecnología es en la actualidad una de las mayores amenazas al futuro de la humanidad y de todo el ecosistema. A la gente que cree en ella no se la debería poner a cargo de la ecología global, por la misma razón que a la gente que cree en un más allá celestial no se le debería proporcionar armas nucleares.

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En un mundo capitalista, las vidas de los pobres solo mejoran cuando la economía crece. De ahí la improbabilidad de que respalden ninguna medida para reducir las futuras amenazas ecológicas que se base en desacelerar el crecimiento económico actual.

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El capitalismo ha santificado un sistema voraz y caótico que crece a pasos agigantados, sin que nadie comprenda qué es lo que ocurre y hacia dónde nos dirigimos tan apresuradamente.

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¿Qué le ocurrirá al mercado laboral cuando la inteligencia artificial consiga mejores resultados que los humanos en la mayoría de las tareas cognitivas? ¿Cuál será el impacto político de una enorme clase nueva de personas inútiles desde el punto de vista económico? ¿Qué les ocurrirá a las relaciones, las familias y los fondos de pensiones cuando la nanotecnología y la medicina regenerativa conviertan a la gente de 80 años en las nuevas personas de 50? ¿Qué le ocurrirá a la sociedad humana cuando la biotecnología nos permita tener bebés de diseño y abrir brechas sin precedentes entre los ricos y los pobres?

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A lo largo de las últimas décadas ha habido un avance inmenso en inteligencia informática, pero el avance en conciencia informática ha sido nulo. Hasta donde sabemos, en 2016 los ordenadores no son más conscientes que sus prototipos de la década de 1950. Sin embargo, estamos en el umbral de una revolución trascendental. Los humanos corren el peligro de perder su valor porque la inteligencia se está desconectando de la conciencia.

En la actualidad estamos desarrollando nuevos tipos de inteligencia no consciente que pueden realizar tareas mucho mejor que los humanos, porque todas se basan en reconocimiento de pautas, y los algoritmos no conscientes podrían superar pronto a la conciencia humana en el reconocimiento de pautas y patrones. Esto plantea una nueva pregunta: ¿qué es lo más importante: la inteligencia o la conciencia? Al menos para ejércitos y compañías comerciales, la respuesta es clara: la inteligencia es obligatoria, pero la conciencia es opcional.

Ejércitos y compañías comerciales no pueden funcionar sin agentes inteligentes, pero no necesitan conciencia ni experiencias subjetivas.

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Algunos economistas predicen que, más pronto o más tarde, los humanos no mejorados serán completamente inútiles. Mientras que robots e impresoras tridimensionales sustituyen a los trabajadores en tareas manuales, algoritmos muy inteligentes harán lo mismo con las ocupaciones adimistrativas.

Todavía no hemos llegado ahí, pero es concebible que en un futuro no muy lejano los escáneres fMRI puedan funcionar como máquinas de la verdad casi infalibles. ¿Dónde déjará eso a millones de abogados, jueces, policías y detectives?

Incluso los médicos son el blanco de los algoritmos.

Una IA puede contener en sus bancos de datos información acerca de todas las enfermedades conocidas y todos los medicamentos de la historia. Puede actualizar dichos bancos de datos a diario, no solo con los descubrimientos de nuevas investigaciones, sino también con las estadísticas obtenidas de todas las clínicas y todos los hospitales del mundo.

Puede estar íntimamente familiarizada no solo con todo mi genoma y mi historial médico, sino también con los genomas y los historiales médicos de mis padres, hermanos, primos, vecinos y amigos.

Nunca estará cansada, hambrienta o enferma, y tendrá todo el tiempo del mundo para mí.

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El dilema más importante de la economía del siglo XXI bien pudiera ser qué hacer con toda la gente superflua. ¿Qué harán los humanos conscientes cuando tengamos algoritmos no conscientes y muy inteligentes capaces de hacer casi todo mejor?

A medida que los algoritmos expulsen a los humanos del mercado laboral, la riqueza pordría acabar concentrada en manos de la minúscula élite que posea los todopoderosos algoritmos, generando así una desigualdad social y política sin precedentes. Alternativamente, los algoritmos podrían no solo dirigir empresas, sino también ser sus propietarios. En la actualidad, la ley humana ya reconoce entidades intersubjetivas, como empresas y naciones, como "personas legales". La mayor parte de nuestro planeta ya es propiedad legal de entidades intersubjetivas no humanas, es decir, naciones y compañías.

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En el siglo XXI podemos asistir a la creación de una nueva y masiva clase no trabajadora: personas carentes de ningún valor económico, político o incluso artístico, que no contribuyen en nada a la prosperidad, al poder y a la gloria de la sociedad. Esta "clase inútil" no solo estará desempleada: será inempleable.

El posible que la prosperidad tecnológica haga viable alimentar y sostener a las masas inútiles incluso sin esfuerzo alguno por parte de estas. Pero ¿qué las mantendrá ocupadas y satisfechas? Las personas tendrán que hacer algo o se volverán locas. Una solución la podrían ofrecer las drogas y los juegos de ordenador. Las personas innecesarias podrían pasar una cantidad de tiempo cada vez mayor dentro de mundos tridimensionales de realidad virtual, que les proporcionarían mucha más emoción y comrpomiso emocional que la gris realidad exterior. Pero esta situación asestaría un golpe mortal a la creencia liberal en el carácter sagrado de la vida y de las experiencias humanas. ¿Qué hay de sagrado en holgazanes inútiles que se pasan el día devorando experiencias artificiales?

Algunos expertos y pensadores, como Nick Bostrom, advierten que es improbable que la humanidad padezca dicha degradación, porque cuando la inteligencia artificial supere a la inteligencia humana, sencillamente, exterminará a la humanidad. Es probable que esto lo haga la IA ya sea por miedo de que la humanidad se vuelva contra ella e intente cerrarle el grifo, ya sea en busca de algún objetivo insondable propio. Porque sería muy difícil que los humanos controlaran la motivación de un sistema más inteligente que ellos.

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La tecnología del siglo XXI podría permitir que algoritmos externos acabaran conociéndome mucho mejor que yo mismo, y, una vez que esto ocurra, la creencia en el individualismo se hundirá y la autoridad pasará de los individuos humanos a algoritmos en red. Las personas ya no se verán como seres autónomos que guían su vida en consonancia con sus deseos, y en cambio se acostumbrarán a verse como una colección de mecanismos bioquímicos que está constantemente supervisada y guiada por una red de algoritmos electrónicos. Para que esto ocurra, no hay necesidad de que un algoritmo externo me conozca a la perfección y nunca cometa ningún error: bastará con que un algoritmo exterior me conozca mejor que yo mismo y que cometa menos errores que yo. Entonces tendrá sentido confiar a este algoritmo cada vez más mis decisiones y opciones de mi vida.

En realidad, ya hemos cruzado esa línea en lo que a la medicina se refiere. En el hospital ya no somos individuos. ¿Quién cree el lector que tomará las decisiones más trascendentales sobre su cuerpo y su salud a lo largo de su vida? Es muy probable que muchas de tales decisiones las tomen algoritmos informáticos como el Watson de IBM.

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El liberalismo se vendrá abajo el día en que el sistema me conozca mejor que yo mismo. Lo cual es menos difícil de lo que parece, dado que la mayoría de las personasno se conocen realmente bien a sí mismas.

Un estudio reciente encargado por Facebook ha indicado que ya en la actualidad el algoritmo de Facebook es un mejor juez de personalidades y disposiciones humanas incluso que los amigos, familiares y cónyuges. El estudio se realizó con 86,220 voluntarios que tienen una cuenta de Facebook y que completaron un cuestionario de personalidad compuesto por 100 puntos. El algoritmo de Facebook predecía las respuestas de los voluntarios basándose en sus "Me gusta" de Facebook: qué páginas web, imágenes y vídeos destacaban con la opción "Me gusta". Las predicciones del algoritmo se compararon con las de compañeros de trabajo, amigos, familiares y cónyuges. El algoritmo necesitó un conjunto de solo 10 "Me gusta" para superar las predicciones de los compañeros de trabajo. Necesitó 70 "Me gusta" para superar las de los amigos, 150 para superar las de los familiares, y 300 para hacerlo mejor que los cónyuges. En otras palabras, si el lector ha pulsado 300 veces "Me gusta" en su cuenta de Facebook, ¡el algoritmo de Facebook puede predecir sus opiniones y deseos mejor que su esposo o esposa!

De hecho, en algunos ámbitos, al algoritmo de Facebook lo hacía mejor que la propia persona. Se pidió a los participantes que evaluaran cosas tales como su nivel de uso de drogas o el tamaño de sus redes sociales. Sus juicios fueron menos precisos que los del algoritmo. La investigación concluye con la siguente predicción: "La gente podría abandonar sus propios juicios psicológicos y fiarse de los ordenadores en la toma de decisiones importantes en la vida, como elegir actividades, carreras o incluso parejas. Es posible que estas decisiones guiadas por los datos mejoren la vida de las personas".

Con una nota más siniestra, el mismo estudio implica que en las próximas elecciones presidenciales Facebook podría conocer no solo las opiniones políticas de decenas de millones de estadounidenses, sino también quiénes de ellos son los trascendentales votantes que cambiarán su voto, y en qué sentido lo harán. Facebook podría determinar qué es lo que cada candidato necesita decir para inclinar la balanza. ¿Cómo podría Facebook obtener estos datos políticos inestimables? Se los proporcionamos gratis. Los estamos cediendo a los gigantes tecnológicos a cambio de servicios de correo electrónico y divertidos vídeos de gatitos.

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Hoy en día somos muchos los que cedemos nuestra privacidad y nuestra individualidad, publicamos todo lo que hacemos, vivimos conectados a la red y nos ponemos histéricos si la conexión se interrumpe aunque sea solo unos minutos. La transferencia de la autoridad de los humanos a los algoritmos se está dando a nuestro alrededor, no como resultado de alguna decisión gubernamental crucial, sino debido a una avalancha de decisiones mundanas.

El resultado no será un estado policiaco orwelliano. Siempre nos preparamos para el último enemigo, aun cuando nos enfrentamos a una amenaza totalmente nueva. Los defensores de la individualidad humana hacen guardia frente a la tiranía del colectivo, sin darse cuenta de que la individualidad humana está ahora amenazada desde la dirección opuesta. El individuo no será aplastado por el Gran Hermano: se desintegrará desde dentro.

Algunas personas constituirán una élite reducida y privilegiada de humanos mejorados. Estos superhumanos gozarán de capacidades inauditas y de creatividad sin precedentes, lo que les permitirá seguir tomando muchas de las decisiones más importantes del mundo. Desempeñarán servicios cruciales pera el sistema, mientras que el sistema no podrá entenderlos ni gestionarlos. Sin embargo, la mayoría de los humanos no serán mejorados, y en consecuencia se convertirán en una casta inferior, dominada tanto por los algoritmos informáticos como por los nuevos superhumanos.

Dividir a la humanidad en castas biológicas destruirá los cimientos de la ideología liberal. El liberalismo todavía presupone que todos los seres humanos tienen igual valor e igual autoridad.

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La medicina está experimentando una tremenda revolución conceptual. La medicina del siglo XX aspiraba a curar a los enfermos. La medicina del siglo XXI aspira cada vez más a mejorar a los sanos. Curar a los enfermos fue un proyecto humanitario, porque daba por hecho que existe un estándar normativo de salud física y mental que todos pueden y deben disfrutar. Mejorar a los sanos es un proyecto elitista, porque rechaza la idea de un estándar universal aplicable a todos, y pretende conceder a algunos individuos ventajas sobre los demás.

Los ejércitos del siglo XX necesitaban millones de soldados sanos y la economía necesitaba millones de trabajadores sanos. En consecuencia, los estados establecieron servicios de salud pública para asegurar la salud y el vigor de todos.

Pero la época de las masas podría haber terminado, y con ella la época de la medicina de masas.

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Puesto que tanto el volumen como la velocidad de los datos están aumentando, instituciones venerables tales como las elecciones, los partidos políticos y los parlamentos podrían quedar obsoletas, y no porque sean poco éticas, sino porque no procesan los datos con la suficiente eficiencia. Dichas instituciones evolucionaron en una época en que la política se movía más de prisa que la tecnología. En los siglos XIX y XX, la revolución industrial se desarrolló con la suficiente lentitud para que políticos y votantes se mantuvieran un paso por delante y regularan y manipularan su trayectoria. Pero mientras que el ritmo de la política no ha cambiado mucho desde los tiempos del vapor, la tecnología ha pasado desde la 1a. marcha a la 4a. Las revoluciones tecnológicas dejan ahora rezagados a los procesos políticos, lo que hace que tanto los miembros del Parlamento como los votantes pierdan el control.

¿Votó alguna vez el lector al respecto de la forma del ciberespacio? Decisiones tomadas por diseñadores de webs situados lejos del foco de atención del público suponen que hoy en día internet es una zona libre y sin ley que erosiona la soberanía del Estado, ignora las fronteras, deroga la privacidad y plantea el que quizá sea el más formidable riesgo global de seguridad. Funcionarios histéricos predicen un ciberonce de septiembre inminente.

Para cuando la engorrosa burocracia gubernamental se decida a actuar en la ciberregulación, internet habrá mutado 10 veces. La tortuga gubernamental no puede seguir el ritmo a la liebre tecnológica. Está agobiada por los datos. La Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos podría estar espiando todas y cada una de nuestras palabras, pero, a juzgar por los repetidos fracasos de la política exterior estadounidense, nadie en Washington sabe qué hacer con todos los datos.

Es probable que en las décadas venideras veremos más revoluciones como la internet en las que la tecnología gane la mano a los políticos. La inteligencia artificial y la biotecnología podrían adelantar pronto a nuestras sociedades y a nuestras economías. Nuestras estructuras democráticas actuales no pueden recopilar y procesar los datos relevantes con la suficiente rapidez, y la mayoría de los votantes no conocen lo bastante la biología y la cibernética para formarse una opinión pertinente. De ahí que la política democrática tradicional pierda el control de los acontecimientos y no consiga proporcionarnos unas visiones de futuro significativas.

Precisamente porque la tecnología se mueve ahora tan deprisa, y tanto parlamentos como dictadores están inundados por datos que no pueden procesar con suficiente rapidez, los políticos de hoy en día piensan en una escala mucho más pequeña que sus predecesores de hace un siglo. El gobierno se ha convertido en mera administración. Gestiona el país, pero ya no lo dirige. Se asegura de que a los profesores se les pague puntualmente y que los sistemas de alcantarillado no rebosen, pero no tiene ni idea de dónde estará el país dentro de 20 años.

[...]

El dataísmo amenaza con hacer a Homo sapiens lo que Homo sapiens ha hecho a todos los demás animales. En el decurso de la historia, los humanos han creado una red global y lo han evaluado todo según su función dentro de la red. Puesto que los humanos ejercían las funciones más importantes de la red, nos resultaba fácil adjudicarnos el mérito de los logros de la misma y vernos como la cúspide de la creación. Se infravaloraba la vida y las experiencias de todos los demás animales porque cumplían funciones mucho menos importantes, y siempre que un animal dejaba de cumplir totalmente una función, se extinguía. Cuando los humanos perdamos nuestra importancia funcional para la red, descubriremos que, después de todo, no somos la cúspide de la creación. Las varas de medir que nosotros mismos hemos consagrado nos condenarán a sumarnos en el olvido a los mamuts y a los delfines fluviales chinos. En retrospectiva, la humanidad resultará ser solo una onda en el flujo cósmico de datos.

Yuval Noah Harari
(Homo Deus. Penguin Random House Grupo Editorial. México 2016).

Desde la tumba, Stephen Hawking advierte que la ciencia y la educación están en peligro alrededor del mundo.

Las palabras del científico, que murió en marzo a los 76 años, fueron transmitidas en Londres durante la presentación de su último libro, "Brief Answers To The Big Questions" ("Breves respuestas a las grandes preguntas").

Hawking advirtió que la ciencia y la educación "corren más peligro que nunca". Dijo que la elección de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la votación en Gran Bretaña para salir de la Unión Europa son parte de "una rebelión global contra los expertos, lo cual incluye a los científicos".

(V.periódico El Informador en línea del 15 de octubre de 2018).
Ya no quedan humanos.

I am an It expert, but not Geek
(Facebook, 6 de octubre de 2018).


México es uno de los países más amenazados por la disrupción tecnológica. En riesgo están alrededor de 40% de los trabajos de oficina en el mundo, según un estudio de la Universidad de Oxford. En la mira, todos los empleos que realizan tareas repetitivas.

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2018).
Todavía eres útil para investigación médica.

I am an It expert, but not Geek
(Facebook, 14 de junio de 2018).


Quien diseñó la política de Containment seguida por Washington por más de 40 años, George Kennan, a diferencia del triunfalismo chauvinista de muchos de sus connacionales, con gran honestidad afirmó que nadie ganó la Guerra Fría, pues fue un desgastante conflicto que debilitó a las 2 partes. En stricto sensu, la URSS nunca fue derrotada, sino que colapsó por sus propios problemas internos agravados por la prolongada confrontación. En virtud de que no se aniquiló ni se sometió al enemigo como en los conflictos anteriores, el antagonismo continuó latente entre EU y la nueva Federación Rusa.

Para impedir que dicha federación se convierta en una nueva amenaza, Washington y sus aliados europeos penetraron el antiguo espacio soviético incorporando a la OTAN o a la Unión Europea a las naciones de Europa del Este y del Báltico, lo que Moscú consideró humillante por no cumplirse la supuesta promesa de no ir más allá de la Alemania reunificada. El punto de quiebre fue la intención de Ucrania de hacer lo propio, provocándose un conflicto armado, la absorción de Crimea por Rusia en 2014, la imposición de sanciones contra esa, y el deterioro de las relaciones ruso-occidentales. Resurgieron las tensiones de una Guerra Fría que no había terminado del todo: aunque las circunstancias son muy distintas (ni EUA ni mucho menos Rusia son las superpotencias de antes, el mundo ya es multipolar, no existen las diferencias ideológicas de antes, ninguno busca el exterminio del otro, etc.), sí hay paralelismos. Existe una nueva carrera armamentista, ambos buscan expandir su influencia global, conducen agresivas campañas de propaganda, espionaje y proselitismo, etc., y utilizan las nuevas tecnologías digitales para denigrar al adversario, desinformar y desvirtuar los procesos electorales. La crisis en Siria es otro de esos paralelismos, ya que entre los principales beligerantes figuran Washington y Moscú.

De la misma forma que en la Guerra Fría las superpotencias dirimieron sus diferencias a través de proxies (apoderados o subrogados) en países como Corea, Vietnam, Cuba, Angola, Afganistán, Nicaragua y otros, actualmente manipulan a sus aliados in situ para que el conflicto en esta nación con enorme valor geoestratégico, se solucione conforme a sus intereses. Aunque el poderío de EUA (324 millones de habitantes, ingreso per cápita de 54,000 dólares y gasto militar de 600 mmd) es mayor que el de Rusia (146 millones de habitantes, ingreso per cápita de 13,000 dólares y gasto militar de casi 70 mmd) ambos poseen armas nucleares, lo cual inevitablemente revive el cinismo y la crudeza del "equilibrio del terror". Como el choque directo es imposible porque conduciría a lo nuclear, y ello a la extinción del planeta, sus luchas tienen que librarse mediante proxies en naciones periféricas, sin importar el brutal daño y sufrimiento que inflijan a sus poblaciones.

Walter Astié-Burgos
(v.periódico El Universal en línea del 21 de abril de 2018).

La IV Revolución Industrial puede traer severas implicaciones económicas. Se estima que podría acabar con 5 millones de puestos de trabajo en los países industrializados, y por consiguiente mayor desigualdad en el reparto del ingreso.

Así lo afirmó Francisco Marmolejo Cervantes, Coordinador de Educación Terciaria del Banco Mundial.

Marmolejo señaló que la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas y la integración de robots a distintas tareas, es una de las características de la IV Revolución Industrial.

"La robotización es una realidad. Hay cada vez más robots en el mundo. Se producen rápidamente y se utilizan en tareas cotidianas".

En este panorama, se estima que en 8 años más el trabajo de chofer podría dejar de existir, ya que podría haber maquinas que conduzcan mejor, y en un lapso de 25 a 30 años una cirugía podría ser realizada mejor por una máquina.

En este contexto, se ponen en tela de juicio los supuestos tradicionales acerca de la educación superior, agregó.

(V.pág.5 de La gaceta de la Universidad de Guadalajara del 9 de abril de 2018).

Lo que me tiene más desmoralizado últimamente es la sospecha de que, al paso que van las cosas, no es imposible que la literatura, lo que mejor me ha defendido en esta vida contra el pesimismo, pudiera desaparecer. Ella ha tenido siempre enemigos. La religión fue, en el pasado, el más decidido a liquidarla estableciendo censuras severísimas y levantando hogueras para quemar a los escribidores y editores que desafiaban la moral y la ortodoxia. Luego fueron los sistemas totalitarios, el comunismo y el fascismo, los que mantuvieron viva aquella siniestra tradición. Y también lo han sido las democracias, por razones morales y legales, las que prohibían libros, pero en ellas era posible resistir, pelear en los tribunales, y poco a poco se ha ido ganando aquella guerra -eso creíamos-, convenciendo a jueces y gobernantes que, si un país quiere tener una literatura -y, en última instancia, una cultura- realmente creativa, de alto nivel, tiene que tolerar en el campo de las ideas y las formas, disidencias, disonancias y excesos de toda índole.

Ahora el más resuelto enemigo de la literatura, que pretende descontaminarla de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades, es el feminismo. No todas las feministas, desde luego, pero sí las más radicales, y tras ellas, amplios sectores que, paralizados por el temor de ser considerados reaccionarios, ultras y falócratas, apoyan abiertamente esta ofensiva antiliteraria y anticultural. Por eso casi nadie se ha atrevido a protestar aquí en España contra el "decálogo feminista" de sindicalistas que pide eliminar en las clases escolares a autores tan rabiosamente machistas como Pablo Neruda, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte. Las razones que esgrimen son tan buenistas y arcangélicas como los manifiestos que firmaban contra Vargas Vila las señoras del 900s pidiendo que prohibieran sus "libros pornográficos" y como el análisis que hizo no hace mucho la escritora Laura Freixas, de la Lolita de Nabokov, explicando que el protagonista era un pedófilo incestuoso violador de una niña que, para colmo, era hija de su esposa. (Olvidó decir que era, también, una de las mejores novelas del siglo XX).

Naturalmente que, con ese tipo de aproximación a una obra literaria, no hay novela de la literatura occidental que se libre de la incineración.

Lo explicó muy bien Georges Bataille en varios ensayos, pero, sobre todo, en un libro bello e inquietante: La literatura y el mal. En él sostenía, influido por Freud, que todo aquello que debe ser reprimido para hacer posible la sociedad -los instintos destructivos, "el mal"- desaparece sólo en la superficie de la vida, no detrás ni debajo de ella, y que, desde allí, puja para salir a la superficie y reintegrarse a la existencia. ¿De qué manera lo consigue? A través de un intermediario: la literatura. Ella es el vehículo mediante el cual todo aquel fondo torcido y retorcido de lo humano vuelve a la vida y nos permite comprenderla de manera más profunda, y también, en cierto modo, vivirla en su plenitud, recobrando todo aquello que hemos tenido que eliminar para que la sociedad no sea un manicomio ni una hecatombe permanente, como debió serlo en la prehistoria de los ancestros, cuando todavía lo humano estaba en ciernes.

Gracias a esa libertad de que ha gozado en ciertos períodos y en ciertas sociedades, existe la gran literatura, dice Bataille, y ella no es moral ni inmoral, sino genuina, subversiva, incontrolable, o postiza y convencional, mejor dicho muerta. Quienes creen que la literatura se puede "adecentar", sometiéndola a unos cánones que la vuelvan respetuosa de las convenciones reinantes, se equivocan garrafalmente: "eso" que resultaría, una literatura sin vida y sin misterio, con camisa de fuerza, dejaría sin vía de escape aquellos fondos malditos que llevamos dentro y éstos encontrarían entonces otras formas de reintegrarse a la vida.

¿Con qué consecuencias? El de esos infiernos donde "el mal" se manifiesta no en los libros sino en la vida misma, a través de persecuciones y barbaries políticas, religiosas y sociales. De donde resulta que gracias a los incendios y ferocidades de los libros, la vida es menos truculenta y terrible, más sosegada, y en ella conviven los humanos con menos traumas y con más libertad. Quienes se empeñan en que la literatura se vuelva inofensiva, trabajan en verdad por volver la vida invivible, un territorio donde, según Bataille, los demonios terminarían exterminando a los ángeles. ¿Eso queremos?

Mario Vargas Llosa
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 18 de marzo de 2018).

Entrepreneur Elon Musk has long held the position that innovators need to be aware of the social risk artificial intelligence (AI) presents to the future.

"This is a case where you have a very serious danger to the public, therefore there needs to be a public body that has insight and then oversight to confirm that everyone is developing AI safely -this is extremely important," he said.

"Some AI experts think they know more than they do and they think they're smarter than they are... this tends to plague smart people, they define themselves by their intelligence and they don't like the idea that a machine can be way smarter than them so they just discount the idea, which is fundamentally flawed.

"I'm very close to the cutting edge in AI and it scares the hell out of me."

Pointing to AlphaGo and its predecessor AlphaGo Zero, Musk said AI is capable of vastly more than anyone knows, and said the rate of improvement is also exponential.

In the span of 6 to 9 months, AlphaGo went from being unable to beat a reasonably good Go player, to then beating a string of current and former world champions. AlphaGo Zero then crushed AlphaGo 100-0. It learned by playing itself and can play basically any game after it's fed the rules.

"No one predicted that rate of improvement," Musk said.

Predicting a similar fate for self-driving vehicles, Musk expects by the end of next year, self-driving will encompass essentially all modes of driving and be at least 100-200 percent safer than a human driver.

"The rate of improvement is really dramatic, but we have to figure out some way to ensure that the advent of digital super intelligence is one which is symbiotic with humanity. I think that's the single biggest existential crisis that we face, and the most pressing one," he said.

"The danger of AI is much greater than the danger of nuclear warheads, by a lot and nobody would suggest that we allow anyone to just build nuclear warheads if they want -that would be insane."

"Mark my words: AI is far more dangerous than nukes, by far, so why do we have no regulatory oversight, this is insane."

Musk previously stated that the race for AI could start World War III. Coupled with his SpaceX venture aimed at sending people into outer space, Musk said he's preparing for the possibility that another Dark Ages will hit the Earth.

"If there's likely to be another Dark Ages, which my guess is that there probably will be at some point... particularly if there is a third world war, then we want to make sure that there's enough of a seed of human civilisation somewhere else to bring civilisation back and perhaps shorten the length of the Dark Ages," Musk said.

"A self-sustaining base... ideally on Mars... it's more likely the Mars base will survive than a Moon base. I think a Mars base and a Moon base that could help regenerate life back on Earth would be really important and to get that done before a possible World War III.

Asha McLean
(v. ZD Net del 12 de marzo de 2018).

Cuando vi una demostración de Domino's Pizza para repartir pizzas en autos sin conductor, la primera pregunta fue si los gobiernos van a estar preparados para la pérdida masiva de empleos.

Andrés Oppenheimer
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 8 de marzo de 2018).

En la portada del último número de la revista Scientific American, publicada esta semana, aparece la fotografía de un robot que parece jugar con una pelota mientras mira al lector, con el título "robots autoeducados", haciendo referencia a máquinas que aprenden por sí mismas con base en algoritmos de inteligencia artificial. Las implicaciones sociales de esta tecnología son significativas, el ritmo de avance está sorprendiendo (y tomando por sorpresa) a mucha gente. Justo a principios de semana, The Wall Street Journal publicó un artículo de cómo los robots están desplazando empleos en fábricas de prendas textiles, un área de la manufactura en la cual se pensaba que sería difícil reemplazar labor humana con máquinas, al menos en el corto plazo. Mientras la producción crece, la cantidad de empleos baja estrepitosamente. Y por supuesto, los dueños de las fábricas optan por máquinas que cada vez son más capaces y menos costosas; en estos tiempos las decisiones de automatización son, cada vez más frecuentemente, financieras y no operativas.

El resultado es cientos de personas que pierden sus empleos mientras los dueños de las fábricas (del capital y la tecnología) se vuelven más ricos. La brecha social se amplía.

La innovación tecnológica, aunada a la economía de libre mercado, son a primera vista las responsables de esta situación. Aún más, la libre competencia es precisamente uno de los principales habilitadores de la innovación: los emprendedores buscan soluciones para competir y ganar. No es casualidad que la innovación florezca en economías de libre mercado en países con regulaciones anticorrupción efectivas, es decir, con un Estado de derecho.

Entonces, ¿habría que moderar o limitar la libertad económica y la innovación? ¿Es éste realmente el villano de la película? No tan rápido, esa innovación que hoy quita empleos ha sacado de la pobreza extrema a más de mil millones de personas en los últimos 30 años: de acuerdo con cifras del Banco Mundial, casi 1,100 millones de personas salieron de pobreza extrema entre 1990 y 2013. Por otro lado, fuera de la pobreza, el día de hoy millones de personas tienen acceso a satisfactores que hace algunos años eran exclusivos de altos funcionarios o millonarios: acceso a conocimiento casi ilimitado (Wikipedia, Google), comunicación global (WhatsApp) o chofer privado (Uber), entre otras cosas.

Sin embargo, una persona que pierde su empleo o ve reducido su sueldo indudablemente sufre un impacto inmediato en su nivel de vida. Y la reacción se agrava cuando ve que los ricos son aún más ricos, es decir, una desigualdad social en aumento.

Todo esto favorece el voto hacia propuestas que prometan restablecer empleos y eliminar la desigualdad por la vía de modelos de gobierno populistas, rechazando políticas de libre competencia, lo cual impactará en la motivación de generar innovación y eventualmente en la capacidad de innovar. La posibilidad de que ganen estas propuestas es cada vez más real, su retórica en contra de los principios de economía de libre mercado suena muy atractiva para una parte importante de la población porque además asocia a la corrupción con ese modelo -aunque en realidad no existe una relación implícita, la corrupción puede darse también en sistemas totalitarios y, probablemente, es más fácil de ocultar allí que en una economía abierta-.

Mientras los niveles de población bajan y la economía se ajusta para de algún modo dar empleo a todos, cuestión de décadas, será muy probablemente necesario avanzar en un sistema que otorgue beneficios sin costo a la población desempleada, como el Seguro Popular, tipo "estado benefactor". Pero habrá que balancear muy bien eso con los principios de libre mercado, de otra forma la capacidad de innovar podría caer, junto con la libertad económica, víctima de su propio éxito.

Ernesto Sánchez Proal
(v.pág.11 del periódico Mural del 21 de febrero de 2018).

El ánimo social a nivel mundial está descompuesto. Amplias capas de la población están inconformes ante las decisiones políticas que han hecho a los pobres miserables y a los ricos dueños del mundo.

La política económica que Trump ha propuesto -a partir de la idea conservadora que la riqueza permeará, tarde que temprano, a las clases más comprometidas- ha hartado a jóvenes que, desde sus cuentas de redes, demuestran enojo y frustración.

El enojo de ellos no es para menos. No tienen buenos trabajos, seguridad social, movilidad adecuada y un futuro donde puedan hacer un patrimonio. En algunos casos, el control natal ayudará y heredarán las casas de sus padres. En otros, los pleitos familiares incendiarán a los herederos.

Enojo pues, que es dirigido a los detentores del poder.

Gonzalo Oliveros
(v.pág.17 del periódico Milenio Jalisco del 19 de enero de 2018).

El reconocido profesor Stephen Hawking ha advertido que la Tierra se volverá insoportablemente caliente si el calentamiento global continúa: tan caliente como Venus. Por eso, el físico se aventuró a decir que, a quien siga negando el cambio climático, le pagaría un viaje a ese planeta.

Hawking dijo previamente que la decisión del presidente Donald Trump de retirarse del Acuerdo Climático de París ha condenado a nuestro planeta. Ahora Hawking ha reiterado su predicción, diciendo que un día la Tierra se parecerá al planeta Venus a 460°C si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero.

(V.La Bioguía del 16 de enero de 2018).

Al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago expresó: "Nos fue propuesta una Declaración Universal de los Derechos Humanos y con eso creíamos que lo teníamos todo, sin darnos cuenta de que ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le corresponden. El 1er. deber será exigir que esos derechos sean no sólo reconocidos, sino también respetados y satisfechos. No es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no han hecho en estos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes". Lo que Saramago sostuvo fue la necesidad de una nueva ética. Una en la que los sujetos se alejaran de esa suerte de infantilismo a que lleva la mera exigencia de todo sin asumir nada a cambio. Ese modo de ser muy presente en nuestro tiempo, en donde cada cual cree merecerse algo o mucho por una condición prácticamente innata, sin aportar nada para lograr las condiciones de realización de lo que demanda.

Alentados por las profundas implicaciones que estas ideas pueden tener para la constitución de una ética más seria y determinante, la Universidad de México, la Fundación Saramago y la World Future Society, convocaron en 2016 un encuentro plural para presentar los que podrían ser las obligaciones y los deberes personales, empresariales, sociales y gubernamentales del futuro. El resultado fue una amplia variedad de ideas para comprometerse con uno mismo, el medio ambiente, la salud, los alimentos o la conducción de la cosa pública, por ejemplo. A lo largo del 2017 se redactó una propuesta de Carta Universal, la misma que finalmente suscribimos 15 personas de España, México y Portugal.

La iniciativa consta de una Introducción, en la cual se da cuenta del desbalance que existe entre derechos y obligaciones en los instrumentos internacionales, así como en los problemas técnicos, operativos y morales que ello implica. También se identifican los esfuerzos que se han hecho para introducir un mayor número de obligaciones en el orden internacional, y las razones por las que las mismas no alcanzaron a madurar. Finalmente, se expresan las razones por las que la incorporación de deberes es un elemento central de toda convivencia posible en los años por venir. Un preámbulo consigna de manera sintética los compromisos y las justificaciones de las obligaciones y los deberes que, finalmente, constituyen el articulado de la propuesta de declaración. En 23 artículos, se habla de la obligación de exigir los derechos, de la obligación de ejercer estos responsablemente, de no discriminar, de respetar la vida y la integridad física de los demás, de respetar la autonomía, la libertad y la vida privada de los demás, de respetar la libertad de expresión e información de los demás, de participar en la vida democrática, de educarnos, de proteger la cultura y el patrimonio cultural, de cuidar la salud propia y de los demás, de proteger la propiedad privada y social, de cuidar el ambiente, de contribuir a la buena gobernanza y de combatir la corrupción, entre otras.

La importancia de la propuesta está a la vista. Se trata de un llamado para que cada cual se coloque en situación de hacer algo por los demás y por sí mismo. Si restrinjo mi visión del mundo a la existencia de un derecho propio, supondré que lo único que me corresponde hacer es exigirlo. Si pienso que alguien más debe exigir su derecho, mi visión de las cosas se limitará, en el mejor de los casos, a desearle suerte para que lo logre. Si, por el contrario, pienso mi existencia en términos de deberes de amplio espectro y naturaleza, me veré constreñido a hacer algo por mí más allá de mi mera exigencia y algo por aquél que está tratando de procurarse un bien o evitar un mal. Esta es la idea que está detrás de la Carta. Sería deseable que muchos se adhirieran a ella hasta poder hacerla un instrumento eficaz para mejorar nuestra lastimada convivencia cotidiana.

José Ramón Cossío Díaz
(v.periódico El País en línea del 12 de diciembre de 2017).

La "Advertencia de los científicos a la humanidad: segundo aviso", firmada por 15,372 hombres y mujeres de ciencia provenientes de 184 países y publicada este lunes en la revista "BioScience", ha pasado a ser considerada como la señal de alarma que mayor respaldo mundial haya obtenido en el mundo del saber en un artículo de revista.

La deforestación, la pérdida de acceso al agua dulce, la extinción de especies y el crecimiento de la población humana son las principales causas de la preocupante situación en la que se encuentra la humanidad, se sostiene allí.

"Desde 1992, las emisiones de CO2 han aumentado un 62% y la temperatura global se ha incrementado, mientras que la abundancia de fauna de vertebrados ha caído un 29%", resumió William Ripple, un ecologista de la Universidad Estatal de Oregón y coautor del artículo.

Durante los últimos 25 años se ha detectado una reducción de 26% en la cantidad de agua dulce por habitante, un aumento del 75% de áreas muertas en los océanos, y una pérdida de 120 millones de hectáreas de áreas forestales. "Estas son tendencias alarmantes. Necesitamos los medios proporcionados por la naturaleza para nuestra propia supervivencia", dijo.

En contrapartida, se ha notado un tendencia positiva en la recuperación de la capa de ozono, gracias al protocolo de Montreal, suscrito en las Naciones Unidas en 1987.

El artículo recientemente difundido actualiza el original "Advertencia de los científicos a la humanidad", publicado en 1992, hace 25 años. "Hicimos la actualización porque queríamos que el público supiera dónde nos encontramos hoy", afirmó Ripple.

Los especialistas han advertido que es probable que las emisiones globales de CO2 aumenten luego de mantenerse estables durante los últimos 3 años. Apenas ha habido énfasis en el cambio climático, dicen, e instan a la humanidad a dejar de usar combustibles fósiles.

"El cambio climático está aquí, es peligroso y está a punto de empeorar", señaló Johan Rockström, director ejecutivo del Centro de Resilencia de Estocolmo, un instituto internacional para la ciencia de la sostenibilidad. Se estima que las emisiones de CO2 en Estados Unidos aumenten un 2.2 % en 2018. Las emisiones de China e India también siguen creciendo, aunque a un ritmo más lento que hace unos años.

"Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra trayectoria fallida, y se nos acaba el tiempo. Debemos reconocer en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno que la Tierra es nuestro único hogar", se lee en el artículo.

"Las emisiones de combustibles deben alcanzar su punto máximo pronto y llegar a cero para 2050", dijo Amy Luers, directora ejecutiva de Future Earth, una organización internacional de investigación cientifica de la sostenibilidad.

El artículo enumera una serie de medidas posibles para detener las preocupantes tendencias ambientales, incluyendo la creación de más parques y reservas naturales, frenar el tráfico ilegal de animales, alimentarnos de dietas basadas en verduras, ampliar programas de planificación familiar y de educación para mujeres, y adoptar energías renovables y otras tecnologías "verdes".

"Trabajando juntos podemos hacer un gran progreso por el bien de la humanidad y del planeta", concluye el artículo.

(V.Iniciativa Debate del 14 de noviembre de 2017).

"Soy un optimista y creo que podemos crear Inteligencia Artificial para beneficio del mundo, que puede funcionar en armonía con nosotros", declaró Stephen Hawking.

Sugirió que con un conocimiento de los peligros, podemos crear mejores prácticas y tomar una acción temprana para anticipar los cambios sociales que la IA traerá inevitablemente.

El viejo Hawking reapareció pronto.

"El éxito al crear una IA efectiva pudiera ser el mayor evento en la historia de nuestra civilización. O el peor. No sabemos. No podemos saber si seremos ayudados por la IA, o ignorados por ella y dejados a un lado, o concebiblemente destrudios por ella", explicó.

"A menos que aprendamos cómo prepararnos para los posibles riesgos y evitarlos, la IA pudiera ser el peor evento en la historia de nuestra civilización. La IA trae peligros como poderosas armas autónomas, o nuevas formas para que unos pocos opriman a la mayoría. Pudiera traer un gran desorden a nuestra economía".

Si tenemos severos problemas con la IA, quizá será por un tiempo relativamente corto. Después de todo, Hawking ha insistido que estamos tratando tan mal al mundo que de cualquier forma tendremos que abandonar la Tierra dentro de cien años.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 7 de noviembre de 2017).

La economía del futuro pasará del Capitalismo al Talentismo, augura el gurú de Davos Klaus Schwab, fundador y presidente del WEF, porque lo más escaso no será el capital sino el talento. El siglo XXI será talentoso e igualitario o será un fracaso.

Luis Miguel González
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 4 de noviembre de 2017).

Cuando en octubre de 2006 Corea del Norte llevó a cabo su 1a. prueba nuclear nadie le hizo mucho caso y los científicos occidentales ningunearon aquel experimento ridiculizándolo: tener bombas atómicas estaba fuera del alcance de esa satrapía miserable y hambrienta. Y, en todo caso, si las cosas se ponían serias, China y Rusia, más realistas que su perrito faldero norcoreano, lo pondrían en vereda. En aquella época todavía hubiera sido posible parar en seco a Kim Jong-un mediante una acción militar limitada que pusiera fin a sus sueños de convertir a su país en una potencia nuclear y sirviera de escarmiento preventivo al "Brillante Camarada", como llaman los norcoreanos al amo del país.

Hoy día ya no es posible aquella acción militar, por más que el presidente Trump haya amenazado a Corea del Norte con "una furia y un fuego jamás vistos en el mundo". Y no lo es por la sencilla razón de que, en 1er. lugar, aquella acción ya no sería "limitada" sino de gran envergadura -lo que significa miles de muertos- y, en 2o., porque la respuesta de Kim Jong-un podría causar otra matanza gigantesca en los propios Estados Unidos, o en Corea del Sur y Japón, y quién sabe si desatar una guerra generalizada en la que todo el siniestro polvorín nuclear en que está convertido el mundo entraría en actividad. Perecerían así millones de personas.

Esta perspectiva parecerá absurda y exagerada a mucha gente racional y sensata, que está a años luz de ese joven extremista que goza de poderes absolutos en su desdichado país, y al que, probablemente, la condición de dios viviente a que ha sido elevado por la adulación y el sometimiento de sus veinticinco millones de vasallos hace vivir una enajenación narcisista demencial que lo induce a creer aquello de lo que alardea: que la minúscula Corea del Norte, dueña ahora de una bomba varias veces más poderosa que las que se abatieron sobre Hiroshima y Nagasaki, puede, si lo quiere, herir de muerte a Estados Unidos. Podrá no desaparecerlo, pero sí infligirle daños monumentales si es verdad que su bomba de hidrógeno es capaz de ser acoplada a uno de esos misiles que, por lo visto, ya podrían alcanzar las costas norteamericanas.

La racionalidad y la sensatez llevaron a los países occidentales a responder al desafío nuclear norcoreano con sanciones, que, aprobadas por las Naciones Unidas, han ido aumentado en consonancia con los experimentos nucleares de Pyongyang, sin llegar, sin embargo, por la oposición de Rusia y China, a los extremos que quería Estados Unidos. En todo caso, convendría reconocer la verdad: esas sanciones, por duras que sean, no servirán absolutamente para nada. En vez de obligar al líder estalinista a dar marcha atrás le permitirán, como las sanciones económicas de Estados Unidos a Cuba, que, al igual que lo hacía Fidel Castro, responsabilice a Washington y al resto de países occidentales de la penuria económica que sus políticas estatistas y colectivistas han acarreado a su nación. Pues, gran paradoja, las sanciones sólo son eficaces contra sistemas abiertos, donde hay una opinión pública que, afectada por aquellas, reacciona y presiona a su gobierno para que negocie y haga concesiones. Pero, contra una dictadura vertical, cerrada a piedra y lodo contra toda actividad cívica independiente, como es Corea del Norte, las sanciones -que, por otra parte, jamás llegan a materializarse por completo, pues abundan los gobiernos que las violan, además de los contrabandistas- no afectan a la cúpula ni a la nomenclatura totalitaria, sólo al pueblo que tiene que apretarse cada vez más el cinturón.

Si las cosas son así ¿qué cabe hacer? ¿Mirar a otro lado y, por lo menos los creyentes, rezar a los dioses que las cosas no vayan a peor, es decir, que un error o accidente no ponga en marcha el mecanismo de destrucción que podría generar una guerra atómica? Esto es, en cierto modo, lo que está ocurriendo.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? En muchísimos sentidos el mundo ha ido mejorando en las últimas décadas, dando pasos gigantescos en los campos de la educación, de los derechos humanos, de la salud, de las oportunidades, de la libertad, dejando atrás las peores formas de la barbarie que a lo largo de tantos siglos causaron sufrimientos atroces a la mayor parte de la humanidad. Para una mayoría de seres humanos, el mundo es hoy menos cruel y más vivible. Y, sin embargo, jamás ha estado la humanidad tan amenazada de extinción como en esta era de prodigiosos descubrimientos tecnológicos y donde la democracia -el régimen menos inhumano de todos los que se conocen- ha dejado atrás y poco menos que desaparecido a los mayores enemigos que la amenazaban: el fascismo y el comunismo.

No tengo ninguna respuesta a esa pregunta que formulo con un sabor de ceniza en la boca. Y temo mucho que nadie tenga una respuesta convincente sobre por qué hemos llegado a una situación en la que un pobre diablo seguramente inculto, de inteligencia primaria, que en las pantallas parece una caricatura de sí mismo, haya sido capaz de llegar a tener en sus manos la decisión de que la civilización siga existiendo o se extinga en un aquelarre de violencia.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 17 de septiembre de 2017).

Estamos en una frontera crítica con respecto a nuestra relación con los robots. En 1er. lugar, por la desaparición masiva de empleo que conllevan. Un estudio de la Universidad de Oxford calcula que se destruirán 1,600 millones de puestos de trabajo en los próximos 18 años. La OCDE asegura que un 12% de los empleados españoles pueden ser sustituidos por robots en un plazo breve, y Comisiones Obreras vaticina que en 2020, dentro de apenas una docena de años, el 26% de los puestos de trabajo mundiales estarán desempeñados por máquinas. Y no sólo peligra la mano de obra, sino también el trabajo de mesa: en mayo, una empresa de seguros japonesa montó una plataforma de inteligencia artificial que sustituyó a 34 de sus administrativos. Si googleamos Will robots take my job? (¿Me quitarán los robots mi empleo?) podremos acceder a una página que está teniendo un éxito tremendo y que calcula tu futuro laboral basándose en el estudio de Oxford. Basta con escribir a qué te dedicas (en inglés, eso sí) y enseguida aparece tu porcentaje de riesgo. Impresiona.

Ya ha sucedido antes, por supuesto. Es bien conocida la rebelión ludita, esos artesanos ingleses que se dedicaron a destruir las nuevas máquinas textiles a principios del siglo XIX. Entre ellos sin duda habría retrógrados que se oponían al progreso tecnológico, pero se diría que sobre todo fue un movimiento obrero que intentaba defender los puestos de trabajo. Causaron cuantiosos daños en un millar de fábricas y al final cometieron también graves violencias contra las personas. 30 luditas fueron ahorcados, y todo ese tumulto doloroso no consiguió detener ni un ápice el rugir de las máquinas. Algunos utilizan el ludismo como prueba de que no hay que tener miedo a la automatización, porque destruye empleos, pero crea otros. Seguro, pero esos nuevos empleos, ¿serán suficientes? Porque además se diría que la robotización está sucediendo en un lapso de tiempo menor que la industrialización del XIX: ¿podremos reciclarnos?

Y no se trata sólo del trabajo; como previó Asimov, los robots son una frontera de nuestra humanidad. Pueden convertirse, por ejemplo, en máquinas de matar, una posibilidad espeluznante y tan real que en 2015 más de mil científicos, entre ellos Hawking, firmaron una carta abierta contra el desarrollo de robots militares autónomos que no precisen del control humano (pero Rusia anunció en abril la creación de un Terminator capaz de disparar armas con precisión milimétrica). No menos inquietantes son las máquinas de amar; ya hay varias fábricas de robots sexuales, algunos de ellos muy perturbadores: los hay que imitan niños, y existe una robot adulta que incluye varias personalidades, una de ellas frígida, que mimetiza una violación.

Está claro que no se puede desinventar lo inventado. No podemos olvidar lo que sabemos. Tendremos que encontrar nuestro camino al futuro, y para eso me parece que nos hace falta más debate, más imaginación, más información y más pensamiento.

Rosa Montero
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 30 de julio de 2017).

En riesgo, 52% de empleos en México por robots y automatización.

¿Cuántos de estos empleos desaparecerán? McKinsey hizo una proyección que sirve para trazar un mapa de riesgo laboral: las actividades más vulnerables son rutinarias y se desarrollan en entornos predecibles. En México, el comercio minorista es el sector con más empleos en riesgo, 5.5 millones; le sigue la manufactura, 4.9 millones; actividades agropecuarias, 4.7 millones e industria de la construcción con 1.6 millones.

El futuro está definiéndose ahora y no está predeterminado. Son muchos factores los que definirán cómo será el mercado laboral, por ejemplo, el grado de aceptación social de la interacción con las máquinas, el desarrollo de las capacidades tecnológicas entre la población y las leyes y reglamentos laborales. En cualquier caso, se trata de un asunto que tendrá mucho que ver con asuntos económicos, una de las cuestiones más importantes es la relación entre el precio de las soluciones tecnológicas frente al de los sueldos que reciben los trabajadores.

Imposible hacer pronósticos sobre lo que ocurrirá en nuestro país porque hay muchos Méxicos. La 4a. revolución industrial avanza a pasos gigantes en las zonas industriales más vinculadas al sector exportador: Estado de México, Ciudad de México, Monterrey, Querétaro, Guanajuato y la zona fronteriza del norte. Una cifra deja claro este avance: México es el mayor comprador de equipos de automatización hechos en Estados Unidos, por encima de Canadá y Alemania. Estas compras crecieron a una tasa anual de 10.9% entre el 2009 y el 2015 y llegaron a 2,235 millones de dólares.

Las cifras son un poco alarmantes y, en algún sentido, corresponden al peor de los escenarios posibles. El Instituto McKinsey habla de riesgo de pérdida de estos empleos, pero no implica que seguramente se perderán. No menciona, cuando se refiere a México, cuántos empleos se crearán asociados a las nuevas tecnologías: desarrolladores, encargados de mantenimiento y reparación, por ejemplo. El futuro existe y está mal repartido, pero más nos vale mirarlo de frente, porque puede arrollarnos.

Luis Miguel González
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 23 de julio de 2017).

El crimen y la acumulación de capital por medios ilegales dejó de ser excepcional para transformarse en estructural y estructurante de la política y de la economía. No podemos entender la violencia como nos la presentan los medios, es decir, como dispersa, esporádica y anómala. Tenemos que percibir la sistematicidad de esta gigantesca estructura que vincula elementos aparentemente muy distantes de la sociedad y atrapa a la propia democracia representativa.

Rita Segato
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de julio de 2017).

Él la utiliza. Él la necesita. Pero él le teme.

Ésta podría ser una conclusión razonable de las palabra de Elon Musk en su exposición del sábado ante una reunión da la National Governors Association, sobre el tema de la Inteligencia Artificial.

"Tengo acceso a la IA más avanzada, y pienso que la gente debería estar verdaderamente procupada por ella", declaró el CEO de Tesla y SpaceX. La describió como "el mayor riesgo que encaramos como civilización".

Extrañamente en alguien que exhibe una tendencia libertaria, Musk sugirió que el mejor remedio era la regulación. La regulación proactiva.

"La IA es un caso raro sobre el que pienso que necesitamos ser proactivos en su regulación en lugar de reactivos. Creo que para el tiempo en que seamos reactivos con la regulación de la IA, ya será demasiado tarde", afirmó.

"No podemos esperar a que sucedan cosas malas como pasa regularmente antes de que se pongan regulaciones".

"La IA es un riesgo fundamental para la existencia de la civilización humana, de una forma que los accidentes automovilísticos, las caídas de aviones, los medicamentos defectuosos, o la mala alimentación no lo son", agregó.

Fue más allá para describir sus temores específicos acerca de la IA. Los robots, dijo, podrán hacer cualquier cosa mejor que nosotros.

Él cree que la IA "pudiera iniciar una guerra mediante noticias falsas y robando cuentas de correo electrónico y emitiendo falsos comunicados de prensa. O, también -como algunas empresas aseguran que pueden hacerlo- haciendo que la gente (parezca) decir algo que la máquina quiere".

Musk presentó las realidades comerciales al desnudo. Dijo que los reguladores necesitan tener el poder para pausar ciertos desarrollos de IA, con la finalidad de examinar su seguridad.

"Se requiere que los reguladores lo hagan para todas las partes en juego. De otra manera los accionistas presionarán diciendo, ¿por qué no estás desarrollando la IA más rápido? La competencia lo está haciendo", explicó.

Al dinero no le importa la humanidad... hasta que es demasiado tarde.

El mero hecho de que Musk haya expresado tan fuertes y específicas advertencias muestra lo peligroso que verdaderamente son nuestros tiempos.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 16 de julio de 2017).

Se diría que nos estamos acostumbrando a vivir en la antesala del fin del mundo. Después de un par de siglos de progresiva omnipotencia, de desarrollos científicos que nos infundieron la ilusión de que podíamos controlarlo todo y hacer de la existencia un lugar seguro, ahora resulta que esa misma tecnología parece haberse vuelto en nuestra contra. ¿Que el loco norcoreano y el no menos loco Trump se lían a bombazos nucleares y nos dejan el planeta para el arrastre? Podría ser. ¿Que, como vaticina Stephen Hawking, aparece en cualquier momento un virus resistente a los fármacos que diezma en un soplo letal a los humanos? No digo yo que no. ¿Que el calentamiento global, cada vez más acelerado y evidente, nos conduce a inundaciones, cataclismos climáticos, desplazamientos masivos, hambrunas y matanzas? Bueno, esto no sólo es posible sino probable, y además se diría que está sucediendo ya: expertos mundiales han señalado que la tragedia de Siria se ha visto fomentada por una inaudita sequía de 7 años que hizo que centenares de miles de personas se desplazaran desde el campo hacia Damasco y Alepo, creando una situación de inestabilidad social que favoreció la radicalización y el estallido de la violencia. Por todos los santos, ¡si ni siquiera nos extrañaría mucho que un día, al salir de casa, se nos desplomaran encima de la cabeza los restos de un satélite artificial! En este mundo de postrimerías, del cielo ya no caen rayos, sino tuercas.

Rosa Montero
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 2 de julio de 2017).

Aunque la nanotecnología, la inteligencia artificial, la computación cuántica o el internet de las cosas, traerán mejoras en la calidad de vida de la gente, estas tendencias de la 4a. revolución digital [¿industrial?] pueden conllevar la pérdida de millones de empleos y revoluciones sociales por parte de sectores que se quedarán fuera de estos beneficios.

Así lo analizó John Farrell, actual inversor de capital de riesgo, y ex director de YouTube Latinoamérica y Google México.

El ex directivo de Google considera que la desigualdad ha crecido mucho desde la década de los 701, y la tendencia continuaría con la Cuarta Revolución Industrial. Sucesos como el Brexit (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea) y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, son consecuencia del descontento de una clase media que está desapareciendo. Reducir la desigualdad es otro reto importante de la nueva era tecnológica.

(V.pág.9-A del periódico El Informador del 17 de junio de 2017).

Democracia: para el Siglo XXI se anuncia la victoria de la democracia y su extensión indefinida a todos los ámbitos donde ahora se ve excluida (...) Pero el futuro de la democracia no es tan radiante. El mercado agravará las desigualdades entre los agentes económicos al impedir que muchos de ellos ejerzan sus derechos políticos. La financiación de la vida política será, de forma cada vez más patente, asunto del mercado; la corrupción se convertirá en algo legal.

Dictadura: muchos países experimentarán aún la dictadura. Y no precisamente aquellos en quienes se pensaba ni tampoco la dictadura en que se piensa. La impotencia del político frente a las fuerzas del mercado, la falta de trabajo para todos, la incapacidad de dar un sentido a largo plazo, abrirán, incluso, en las democracias más firmes, es decir, incluso en Europa occidental y en Estados Unidos, un amplio campo para las tentaciones totalitaristas.

Ética: si como parece verosímil, el derecho prevalece sobre la ley y el mercado sobre la democracia, la ética se convertirá en el principal aglutinante social. A falta de moral colectiva, se establecerán ciertas reglas de comportamiento necesarias para vida en sociedad. Cada uno tendrá que ser honrado y transparente para no ser fraternal y solidario.

Violencia: así como el Siglo XX llegó al apogeo de la violencia política con el sacrificio mediante las armas de más de 100 millones de individuos, el Siglo XXI podría llegar al apogeo de la violencia económica con el sacrificio por el hambre y la epidemia de muchos cientos de miles de millones de personas.

Jacques Attali
(Diccionario del siglo XXI, Paidós, 2007).

Hace poco leí acerca de una máquina de recolección de lechuga desarrollada por investigadores asociados a la Universidad de Stanford. Las computadoras del robot, llamado Lettuce Bot, reconocen maleza cuando la máquina pasa por el campo, confrontan las imágenes de la planta con una base de datos amplia y, con eso, el robot decide si aplica una dosis que aniquile a la hierba mala y, al mismo tiempo, alimente a las lechugas buenas. ¿La apuesta siguiente de sus creadores, para sus pruebas piloto? Probarlo para que cuide el mayor cultivo de Estados Unidos -y de México-, el maíz.

El Lettuce Bot tiene una efectividad del 98% para reconocer malezas, mayor que la del ojo humano, dicen sus creadores.

En otra parte del mundo está Ladybird, un robot para grandes superficies agrícolas. La máquina, que ya pasó pruebas piloto en Australia, en una de cuyas universidades fue creada, se maneja de manera autónoma alimentada por celdas solares que le permiten recorrer grandes territorios verificando tanto la salud de las plantas como las condiciones climáticas, las necesidades de nutrición y, como el Lettuce Bot, las malezas riesgosas. A diferencia de aquel, Ladybird ya nació equipada con un brazo robótico para eliminar plantas nocivas que podría permitir también ayudar en la cosecha, reduciendo ya no solo la necesidad de humanos para plantación y cuidado, sino también para recolección.

El Lettuce Bot y Ladybird no están solos: Estados Unidos también realiza pruebas con robots menores para cosecha. Son pequeños (se alzan por debajo de la rodilla) y tienen brazos con terminaciones prensiles para transportar plantas. No usan GPS (que los haría más costosos) sino sensores laser para detectar obstáculos a corta distancia. El operador da al robot las coordenadas de dónde recolectar y depositar, luego la máquina se ocupa del resto.

Según estimaciones privadas, para una industria agrícola como la estadounidense, la automatización podría representar ahorros de al menos un 7% anual en costos laborales. México debe tomar en cuenta que los cambios no solo no se detendrán, sino que continuarán más allá de un presidente que está en contra de la inmigración. Trump puede estar orgulloso: los robots que antes quitaron empleos a los obreros industriales norteamericanos, ahora quitarán del campo a los "bad hombres" latinos. Mientras para nosotros, es tiempo de comenzar a pensar lo obvio: los robots harán más eficiente al agro americano y esto incrementará la presión para la migración inversa; hacia nuestro país. ¿Qué sucedería con estos migrantes si también el agro mexicano decide automatizar su producción?

Jacques Rogozinski
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de mayo de 2017).

Los peligros de las bacterias resistentes a los antibióticos han llegado a las salas pediátricas. Según un nuevo estudio, entre 2007 y 2015 aumentó la cifra de niños hospitalizados con infecciones por algún tipo de bacteria resistente a numerosos tipos de antibióticos. Dicho estudio es el primero que confirma la gravedad de las infecciones por bacterias multirresistentes (MDR) -superbacterias, como las llaman muchos expertos- entre niños de Estados Unidos, y subraya la proliferación alarmante de patógenos bacterianos que ya no podemos tratar con nuestros medicamentos.

Para investigar la prevalencia de bacterias MDR entre los niños, los investigadores de la Escuela de Medicina de Case Western Reserve University estudiaron datos de pacientes de 48 hospitales pediátricos de todo el país. Con base en los diagnósticos y los códigos de reclamación de reembolso, identificaron diagnósticos de infecciones por enterobacterias, grupo de patógenos que incluye la Salmonella, Escherichia coli y Shigella, entre otros. Y entre los diagnósticos precisaron los categorizados como resistentes a múltiples fármacos.

En los cerca de 107,000 diagnósticos de infecciones por enterobacterias identificados en los registros hospitalarios analizados, los investigadores hallaron 724 casos de multirresistencia. Eso significa que menos de 1% de las infecciones fueron resistentes a los antibióticos. No obstante, el estudio, que abarcó un periodo de 8 años y fue publicado este mes en Journal of Pediatric Infectious Diseases Society, reveló una tendencia impactante. Si bien la cantidad total de infecciones por enterobacterias se mantuvo bastante estable año con año, la proporción de infecciones resistentes a los antibióticos aumentó de 0.2% en 2077 a 1.5% en 2015. "Para el público general, un cambio de 0.2 a 1.5% quizá no signifique mucho", dice Sharon Meropol, pediatra y epidemióloga que dirigió el estudio. "Pero para expertos en enfermedades infecciosas, es muy ominoso".

Un análisis ulterior de los registros nosocomiales reveló información adicional inquietante. Casi todos los niños adquirieron las infecciones MDR antes de que se hiciera el diagnóstico, lo que indica que las superbacterias circulan cada vez más en el público general. "Estas solían ser infecciones hospitalarias", dice Meropol. "Ahora los niños se infectan en la comunidad". Fuera del confinamiento de un hospital, esas bacterias pueden diseminarse más lejos y más rápido. Y aunque el análisis no reveló una tasa de mortalidad drásticamente más elevada entre los niños infectados por superbacterias, hubo más muertes en este grupo respecto de otros con infecciones no MDR. Además, la estancia hospitalaria promedio fue de 4 días más (21 contra 17 días) para las enfermedades con resistencia antibiótica, comparadas con otras infecciones por enterobacterias. En otras palabras, su tratamiento es más difícil y costoso.

En gran medida, los expertos atribuyen el origen de las superbacterias al abuso de los antibióticos. Según los Centros para Control y Prevención de Enfermedades, al menos 30 por ciento de los antibióticos recetados anualmente son innecesarios. El exceso de antibióticos facilita la proliferación de cepas bacterianas capaces de resistir estos tratamientos. En consecuencia, una infección urinaria ocasionada por E. coli,que antaño podía eliminarse fácilmente con penicilina o cefalosporina, hoy persiste pese a varias rondas con estos antibióticos. La administración de antibióticos al ganado para acelerar su crecimiento y mantenerlo sano -práctica que representa hasta 80% del consumo de antibióticos en Estados Unidos- también impulsa la proliferación de superbacterias.

Las consecuencias de las infecciones MDR son terribles. Haas señala que, cuando fracasan los antibióticos de 1a. y 2a. elección, algunos de los "fármacos de último recurso" pueden resultar peligrosos para los niños. La escasez de medicamentos eficaces ha orillado a ciertas farmacéuticas a proponer antibióticos descartados hace mucho por considerarlos excesivamente tóxicos. Y como demuestran los hallazgos del nuevo estudio, el problema está escalando. "Es escalofriante", dice Meropol. "Los especialistas en enfermedades infecciosas están asustados".

Meropol conserva el optimismo en cuanto a la posibilidad de detener e incluso, revertir la tendencia. Si se reduce, drásticamente, el uso de antibióticos con el ganado y dejan de recetarse, innecesariamente, en humanos, sería posible ralentizar la diseminación de superbacterias. Ya se han tomado medidas para alcanzar esos fines, como las nuevas reglas que emitió la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, con objeto de controlar el consumo de antibióticos para uso agrícola. La prevención proactiva de enfermedades bacterianas -mediante vacunas o, simplemente, mejorando la higiene- también podría frenar la diseminación de superbacterias, informa Meropol. Además, Smith señala que los médicos deben poner de su parte para detener el abuso. "Si no tienes evidencias convincentes de una infección bacteriana, no debes recetar antibióticos", puntualiza Michael Smith, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Louisville.

Jessica Wapner
(v.Soy SD mx del 18 de marzo de 2017).

La Organización Mundial de la Salud publicó el lunes una lista de 12 familias de bacterias resistentes a los tratamientos actuales y contra las que es urgente desarrollar nuevos antibióticos, debido a su peligrosidad.

El riesgo para la salud es "crítico" en el caso de 3 familias de bacterias, resistentes incluso a los antibióticos más recientes y causantes de la mayoría de infecciones en los centros hospitalarios.

Los llamados "patógenos prioritarios" provocan infecciones en la sangre, los pulmones, el cerebro y también el tracto urinario, que pueden ser mortales.

"La resistencia a los antibióticos está creciendo, y nos estamos quedando rápidamente sin opciones de tratamiento", dijo Marie-Paule Kieny, asistente del director general de la OMS.

"Si dejamos este asunto a las fuerzas del mercado, los nuevos antibióticos que necesitamos urgentemente no se desarrollarán a tiempo", señaló esta experta.

La OMS emplaza a los gobiernos a incentivar la financiación pública y privada para luchar contra estas "superbacterias".

La agencia ha advertido con anterioridad de que si no se actúa, el mundo está abocado a una era de "post antibióticos", en la que infecciones comunes y pequeñas heridas volverán a ser mortales.

Las bacterias pueden volverse resistentes cuando el paciente no toma correctamente los antibióticos. Estas infectan mediante el contacto directo con otras personas, los animales, el agua y el aire.

Cuando los antibióticos más usuales no funcionan, se recurre a otros tratamientos más caros y largos, que a menudo requieren la hospitalización.

Las bacterias destacadas por la OMS fueron seleccionadas, entre otros criterios, según el grado de severidad de las infecciones que causan, la facilidad con que se propagan y cuántos antibióticos eficaces quedan para hacerles frente.

La lista está dividida en 3 categorías, según su prioridad: crítica, alta y media.

La 1a. incluye "superbacterias" resistentes a los antibióticos carbapenémicos, un recurso de última oportunidad para las infecciones potencialmente mortales que a menudo se propagan en los hospitales, asilos y entre pacientes que necesitan respiradores y catéteres.

En enero, una mujer estadounidense murió debido a una infección resistente a los 27 antibióticos disponibles, causada por el germen Enterobacteriaceae, incluido en la lista de la OMS.

La 2a. y 3a. categorías incluyen bacterias que causan enfermedades "más comunes", como gonorrea y salmonella.

La lista será examinada junto a expertos en materia de salud del G20, reunidos en Berlín esta semana.

"Los nuevos antibióticos contra esta lista prioritaria de patógenos ayudarán a reducir el número de muertes debido a las infecciones resistentes en el mundo", dijo Evelina Tacconelli, de la Universidad de Tübingen, en Alemania, que participó en su elaboración.

En septiembre, un estudio británico afirmó que las bacterias resistentes podrían "matar a hasta 10 millones de personas por año de aquí a 2050, es decir, a tantas como el cáncer".

En la lista de la OMS no se incluyó la tuberculosis porque ya existen programas de financiación para desarrollar nuevos antibióticos, afirmó la organización.

(V.periódico El Informador en línea del 27 de febrero de 2017).

Si escudriñamos con atención el año que acaba de terminar en el aspecto fundamentalmente político esa verdad se parece mucho a una mentira. Porque sólo en una serial televisiva se concibe que haya ganado las elecciones presidenciales un señor como Donald Trump que, sin que le tiemble la voz, dice que los mexicanos que emigran a los Estados Unidos son "ladrones, violadores y asesinos", que el Brexit es un ejemplo que deberían seguir otros países europeos, que desdeña a la OTAN tanto como a la Unión Europea y que admira a Vladimir Putin por su energía y liderazgo. ¿Las hazañas del antiguo agente de la KGB en Alemania Oriental y ahora a la cabeza de Rusia, no tienen acaso algo de las proezas terribles e inauditas de esos malos de las seriales? Desde que subió al poder se ha tragado parte de Ucrania, mantiene los enclaves coloniales de Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, amenaza con invadir los países bálticos y, gracias a su intervención armada en Siria, tiene ahora una influencia y protagonismo de primer orden en el Medio Oriente. A diferencia de lo que ocurría durante la URSS, los periodistas y opositores molestos no van al Gulag, sólo mueren envenenados, apaleados o tiroteados en las calles por misteriosos delincuentes que luego desaparecen como por arte de magia.

En Turquía un supuesto intento de golpe de Estado ha dado pie a la represión más salvaje y al retorno del oscurantismo religioso y el despotismo que se creían cosa del pasado. Y Venezuela, potencialmente uno de los países más ricos de la tierra, en el año 2016 llegó, en la frenética carrera hacia la desintegración a que la conduce la pandilla de demagogos e ineptos que la gobiernan, a una especie de apoteosis de la crisis terminal en que la ha sumido el "socialismo del siglo XXI". ¿Será ese el destino de Francia si, como insinúan las encuestas, la señora Marine Le Pen, admiradora desembozada de Trump y de Putin, gana las próximas elecciones presidenciales?

O sea que, después de todo, se diría que el mejor espejo de las cosas horripilantes que pasan a nuestro alrededor en este despuntar del año 2017, no está en la gran literatura, ni en las películas realmente creativas, sino en esas seriales que, como llamaba Flaubert a los "personajes transitables", son meros puentes que se cruza y olvida al instante, durante esos paseos que damos para limpiarnos la cabeza luego de muchas horas de trabajo.

Pues sí, ya que las cosas andan de este siniestro modo, distraigámonos viendo seriales en la pequeña pantalla, en este mundo sorprendente, que, luego de la extinción del comunismo, algunos ingenuos creíamos había emprendido un camino resuelto hacia la libertad y la prosperidad en vez de convertirse nada más y nada menos que en un reality show.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 22 de enero de 2017).

Me gusta mucho la ciencia y soy una alegre y maravillada partidaria de la tecnología. Y, sin embargo... Quizá sea que la dimensión del cambio comienza a ser demasiado abrupta, demasiado grande. O que cada vez soy más consciente de la inmadurez de los humanos, de nuestra falta de rigor, de nuestra irresponsabilidad como especie. O puede que simplemente se trate de un apocamiento de la edad, de mi vejez que empieza. Pero lo cierto es que me preocupa esta velocidad tecnológica que nos lleva en volandas hacia donde no sabemos. Una ignorancia esencial ante nuestros propios descubrimientos que ya hemos mostrado antes, por ejemplo, al inventar la bomba atómica o al desarrollar la energía nuclear, con cuyos letales, longevísimos deshechos no sabemos qué hacer, cosa que no impide que cada año produzcamos otras 10,000 toneladas métricas de basura nuclear de alto nivel que mantenemos en cementerios provisionales, una chapuza tóxica en la que casi nadie piensa. Además el problema no es sólo la fisión del átomo. Por ejemplo: Japón acaba de anunciar que va a empezar a utilizar robots para sustituir a trabajadores de oficina. ¿De verdad tenemos alguna idea de hacia dónde nos dirigimos? ¿Nos preocupa? ¿Hacemos algo para prevenir, para responsabilizarnos, para intentar acercarnos más a un modelo de mundo en vez de a otro? A veces me parece que sólo somos niños intelectualmente inteligentes, pero emocional y moralmente tontos. Y quizá malos.

Rosa Montero
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 22 de enero de 2017).

En un futuro no muy lejano, estamos hablando de 10 años para Estados Unidos, 15 quizás para México, no habrá choferes; ni en el transporte de carga, ni en el transporte público, ni en los taxis ejecutivos. El que maneje será por gusto, pero el verdadero control del auto lo tendrá la computadora. Además, la mayoría de las plantas de manufactura estarán robotizadas. El valor y el desarrollo económico estará, pues, en la industria creativa y en los servicios de calidad. La verdadera tragedia de Estados Unidos es que lo que propone Trump es la defensa de la economía que va de salida y está cerrando las puertas a lo que es la materia prima de la nueva economía de las ciudades: la atracción de talento.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de enero de 2017).

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta dio a conocer en su reporte semanal de morbilidad y mortalidad, el caso de una bacteria que logró resistir a todos los antibióticos disponibles.

Todo inició cuando el pasado 2016, el Distrito de Salud del Condado de Washoe en Reno, Nevada, fue notificado de la muerte de una paciente de 70 años que se encontraba internada dentro de un hospital de cuidados intensivos en una habitación con cuidados de contacto, según dice el informe.

La mujer había ingresado el 18 de agosto con un diagnóstico primario de síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, probablemente como resultado de un seroma de cadera infectado. El paciente desarrolló shock séptico y murió a principios de septiembre de 2016.

La paciente ya había necesitado hospitalizaciones anteriores en la India debido a una fractura de fémur y otra por ostiomielitis de fémur y cadera, la más reciente en junio 2016.

La bacteria, llamada Klebsiella pneumoniae, fue aislada de una muestra de la herida recogida el 19 de agosto de 2016. Las pruebas de sensibilidad a los antimicrobianos indicaron que esta bacteria logró resistir a 26 antibióticos, incluyendo todos los aminoglucósidos y polimixinas probados, y resistencia intermedia a la tigeciclina, menciona el informe.

El caso podría representar un hito en los estudios de antibióticos y bacterias para tomar las medidas necesarias en el control de éstas últimas, ya que los microorganismos adquieren resistencias (totales o parciales) cuando se exponen al medicamento por un tiempo e intensidad insuficiente para que el fármaco actúe, lo cual aprovechan para mutar y adaptarse.

(V.periódico El Informador en línea del 16 de enero de 2017).

Hay que estar conscientes de que las presiones fiscales que observamos este año y que obligaron al incremento de las gasolinas y previamente a los recortes, no constituyen un episodio que vaya a ocurrir de una sola vez.

Más bien se trata de un cuadro que tendremos en el futuro, pase lo que pase con Trump o con las elecciones de 2018.

Más nos vale asumir que en el futuro se va a requerir mayor carga fiscal y menor gasto improductivo (económica o socialmente) simplemente por las presiones que va a imponer el cambio demográfico y la demanda creciente de pensiones y servicios médicos.

Más nos vale discutir ese tema ahora, o el impacto del gasolinazo va a quedar como una broma cuando en el futuro veamos lo que se requiere para estos propósitos.

Enrique Quintana
(v.periódico El Financiero en línea del 16 de enero de 2017).

El científico británico Stephen Hawking llamó a la humanidad a trabajar en conjunto para afrontar los retos globales como el cambio climático y la aniquilación de otras especies, debido a que "estamos en el momento más peligroso para el planeta".

En un análisis sobre la situación mundial el científico alertó sobre los retos ambientales, de cambio climático, producción de alimentos, sobrepoblación, la aniquilación de otras especies, las epidemias y acidificación de los océanos.

"Esto es un recordatorio de que estamos en un momento peligroso para el desarrollo de la humanidad. Tenemos la tecnología para destruir el planeta en el que vivimos, pero no tenemos la habilidad de escaparnos de él", afirmó.

El autor del bestseller "Breve Historia del Tiempo" agregó que "quizá en unos cientos de años podremos establecer colonias humanas entre las estrellas, pero por ahora solo tenemos un planeta y tenemos que trabajar juntos para protegerlo".

Opinó, asimismo, que la reciente elección de Donald Trump en Estados Unidos y el referendo en Gran Bretaña para salirse de la Unión Europea son una manifestación de "enojo" de la gente que se siente abandonada por sus líderes.

"Fue, estamos todos de acuerdo, el momento cuando los olvidados hablaron, encontrando sus voces para rechazar el consejo y guía de expertos y de la élite de todos lados", aseguró el físico.

Hawking, quien en su momento se pronunció en favor de seguir siendo parte de la UE y calificó a Trump de "demagogo", hizo un llamado para cerrar filas en favor del planeta y de trabajar juntos para protegerlo.

"Para hacerlo necesitamos echar abajo y no construir barreras entre naciones. Si queremos tener una oportunidad, los líderes mundiales necesitan saber que han fallado y que les han fallado a muchos", señaló.

El científico, que está confinado desde hace décadas a un silla de ruedas debido a una enfermedad neuromotora, advirtió que con la desaparición de empleos y de industrias completas "necesitamos ayudarle a la gente a capacitarse en un nuevo mundo y apoyarlos financieramente".

"Si comunidades y economías no pueden enfrentar los actuales niveles de migración, tenemos que hacer más para alentar el desarrollo global, y esa es la única forma en que millones podrán ser persuadidos de encontrar un futuro en su propio país".

El científico de 74 años de edad, mejor conocido por su teoría de los agujeros negros, se mostró optimista por la especie humana pero advirtió que "requerirá que las élites desde Londres a Harvard, de Cambridge a Hollywood, aprendan las lecciones del último año".

"Aprender por encima de todo algo de humildad", concluyó el científico de la prestigiada Universidad de Cambridge.

A principios de este año, Hawking lanzó la iniciativa Unlimited World que busca desafiar un mundo crecientemente dominado por máquinas y tecnología y responder a preguntas sobre qué es lo que realmente nos enriquece como sociedad.

(V.periódico El Informador en línea del 2 de diciembre de 2016).

Stephen Hawking, uno de los físicos más respetados en la historia, reveló un dato verdaderamente preocupante en torno al futuro de la humanidad.

Durante una plática en la Oxford Union Society, mencionó y aseguró que los años de la humanidad están contados. El pronóstico que Hawking dio fue de mil años de vida en el planeta.

La predicción del teórico físico no fue una cuestión al azar, debido a que realizó este cálculo con base a el cambio climático radical que hemos estado experimentando y todo el daño que generamos a la Tierra.

Como era de esperarse, la humanidad está en una constante búsqueda por prevalecer y permanecer en existencia, pues hemos visto incontables esfuerzos por habitar otro planeta como Marte, o construir estaciones espaciales.

Por esta razón Stephen Hawking mencionó lo siguiente: "Debemos continuar con nuestros viajes al espacio por el futuro de la humanidad. No creo que sobrevivamos más de mil años si no escapamos más allá de nuestro frágil planeta".

Por otra parte, el físico de renombre a nivel mundial comentó, de manera modesta, que ésta es una época gloriosa para estar vivo y seguir realizando trabajos de física teórica: "Nuestra imagen del universo cambió mucho en los últimos 50 años. Y estoy contento de haber contribuido en algo. El hecho de que nosotros, los humanos, meras partículas elementales de la naturaleza, hayamos sido capaces de entender las leyes que gobiernan el universo es ciertamente un triunfo".

En la exposición, Hawking concluyó su aportación mencionando que el fin de la humanidad también se deberá al constante desarrollo de inteligencia artificial, la cual invariablemente terminará dominando a la humanidad.

(V.unocero del 21 de noviembre de 2016).

El mundo encara la amenaza global que representa la resistencia a los antibióticos y otros antimicrobianos con más preguntas que respuestas, aunque con la certeza de que parte del problema está en la forma de producir alimentos.

La Asamblea General de la ONU acordó hace unos días, por primera vez luchar contra las "superbacterias", resistentes a unos fármacos que antes funcionaban y que cada vez son menos eficaces, lo que dificulta el tratamiento de infecciones comunes y potencialmente mortales como la neumonía o la malaria.

Esta vez los países se comprometieron a adoptar una estrategia coordinada contra la resistencia a los antibióticos, que ha aumentado con el uso y abuso de medicamentos en humanos, animales y plantas, y que constituye "el mayor y más urgente riesgo global requiriendo atención nacional e internacional".

El director general adjunto de la Organización Mundial de la Salud, Keiji Fukuda, recordó que se trata de un problema que "está ocurriendo ahora y en todas partes", y que no depende del nivel de desarrollo.

Se estima que tan sólo en Estados Unidos unas 23,000 personas fallecen al año por infecciones resistentes a los antibióticos y en la Unión Europea otras 25,000.

Según el Banco Mundial, esas enfermedades podrían causar una fuerte crisis económica que arrastraría hasta 28 millones de personas a la pobreza para 2050.

Muchas de las miradas están ahora puestas en el sector primario, donde se suelen usar medicamentos para tratar las enfermedades animales o evitar que se propaguen en granjas y piscifactorías (llegando incluso a dejar residuos en los suelos, cultivos y agua); prácticas que abren la puerta a la aparición de microbios resistentes que después pueden afectar a los consumidores.

Está por ver si los países darán finalmente el paso de prohibir la polémica utilización de antibióticos para estimular el crecimiento de los animales que se realiza a través, por ejemplo, de piensos.

(V.pág.31-A del periódico El Informador del 5 de octubre de 2016).

Los efectos de las infecciones resistentes a los fármacos quizá lleguen a plantear más peligro que el cáncer. Se calcula que las muertes causadas al año por esta resistencia aumentarán de 700,000 en 2015 a 10 millones en 2050, según Review on Antimicrobial Resistance. La población mundial toma cada vez más antibióticos, lo que les resta eficacia, y los laboratorios farmacéuticos producen menos antibióticos nuevos.

(V.pág.21 de la revista Selecciones Reader's Digest de junio de 2016).

En 1970 había en el mundo 1,230 millones de cristianos y 570,000 musulmanes.

En 2015, los cristianos eran 2,017 millones y los musulmanes 1,600 millones. Para el año 2050, según la previsión del World Economic Forum habrá en el mundo 2,920 millones de cristianos y 2,760 millones de musulmanes.

Me temo que no son cifras que presagian lo mejor para el futuro en términos de violencia religiosa.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 8 de abril de 2016).

Desestabilizar un pais, es ya cosa de manual, un manual que se atribuye al americano Gene Sharp. Se trata de un conjunto de maniobras conspirativas aunque no necesariamente violentas que es la manera formal y ya anticuada de golpe de Estado. Ahora las cosas se han hecho más sutiles tal y como nos cuenta la wikipedia en esta entrada.

Aqui por ejemplo hay un manual que sigue las indicaciones del método Sharp y que combina algunas de las estrategias antiguas: huelgas, manifestaciones, propaganda, etc, con las nuevas, mear en lacalle, enseñar las tetas en la iglesia, romper la constitución y llamar facha a todo el mundo.

Al parecer este método fue pensado para ayudar la CIA en las desestabilización de regímenes "enemigos" de America Latina, pero ahora la cuestión se ha emborronado tanto que incluso ciertos regímenes golpistas acusan a sus "enemigos internos" de utilizar los golpes blandos para defender sus posiciones. De manera que al universalizarse el método Sharp ya no sabemos quién es el malo y quién es el bueno. Pues esa es precisamente la función de la propaganda y del "agit prop", confundir al personal si es necesario poniendo el mundo del revés.

Aunque a mi me parece que más que a Sharp habría que leerse a Gramsci y su idea del neolenguaje, aquel comunista italiano que inventó lo de la "coyuntura" idonea en busca del golpe blando cambiando la percepción de la realidad de los votantes, a través del manejo hegemónico de las palabras. De lo que se trata es que los ciudadanos perciban que los alborotadores son en realidad los buenos dándole la vuelta a la tortilla de la razón.

En la actualidad Europa tiene puntos débiles que también pueden utilizarse en favor del golpe:

  1. El terrorismo yihadista. No cabe duda de que el terrorismo con sus bombas y atentados indiscriminados es una fuente de desestabilización muy importante en cualquier territorio, pero en mi opinión el terrorismo por si solo tiene los días contados. Los islamistas son extremistas que tienen prisa y que quizá no saben que el arma más potente que tiene el Islam en Europa no son las bombas sino la demografía y la rendición de los gobiernos europeos a la cultura islamista al tratarla de igual a igual. Ejemplo de esto es que hoy se ha publicado en el BOE la orden que garantiza a los musulmanes el derecho a recibir enseñanza religiosa en los centros docentes españoles.
  2. La crisis de los inmigrantes que cruzan desde Turquia, Libia o Marruecos hacia Europa de forma masiva y descontrolada parece responder más a una estrategia de guerra movida por oscuros intereses que una huida del caos. Llama la atención la escasa ayuda humanitaria de los países adyacentes con esta población y también la enorme cantidad de hombres solteros que huyen hacia Europa. No son simples refugiados de guerra, ellos quieren ir a Alemania, tienen un plan como preconfigurado. Cuando un país está en una guerra civil, los primeros que se reclutan forzosamente son precisamente esos hombres jóvenes. ¿Quién interviene en esa guerra si todo sus hombres están en campos de refugiados?
    Probablemente mercenarios. ¿Pagados por quién?
  3. La emergencia de un populismo de derechas asusta más a los países bienintencionados que los de izquierda. La oposición al proyecto europeo es la misma y calcada tanto en Le Pen como en Podemos y sin embargo Le Pen da mucho miedo. ¿Por qué?

Se trata de amenazas que son en teoría globales para toda Europa, pero si a mí me parecen amenazas no es por lo que representan por sí mismas sino por los objetivos que persiguen o parecen perseguir.

¿A alguien puede habérsele ocurrido que la mejor forma de reemplazo de una población europea envejecida y con poca natalidad podría ser a través de esta inmigración que parece humanamente comprensible?

Volvamos a los gramscianos. Ellos no son árabes, ni terroristas pero no condenan los atentados. ¿Por qué no lo harán? ¿Por qué no hacen piña con sus conciudadanos con independencia de su ideología política?

¿Por qué contribuyen con sus proclamas a hacer sentirnos culpables por una cuestión con la que nosotros los españoles no tenemos nada que ver? ¿Por qué defienden que aquellos millones de personas se instalen en Europa sin condiciones?

¿No será esta una manera de acelerar sus proyectados golpes blandos? ¿Pues quien alimentará a todos esos inmigrantes? ¿Los verán como futuros aliados en los desordenes callejeros? ¿Como mano de obra barata para sus negocios?

Y hay otras cuestiones adheridas: los nacionalismos emergentes en Europa, los discursos de género y el tema de la deuda. ¿A quien le debemos dinero los europeos?

Si supiéramos a quien se lo debemos podriamos entender mejor a quién debemos rendirnos, aunque me temo lo peor.

Paco Traver
(v.La nodriza de las hadas y el rey carmesí del 29 de marzo de 2016).

Moshe Vardi, profesor de Ingeniería Computacional en la Universidad Rice, en una conferencia expuso un futuro que no es más que un montón de espinas.

Vardi cuestiona la idea frecuentemente expresada de que los avances tecnológicos siempre terminan beneficiando a la humanidad.

"Una respuesta típica es que si las máquinas harán todo nuestro trabajo, estaremos libres para realizar actividades recreativas", comenta.

Para Vardi esto no será así.

"Yo no encuentro en esto un futuro promisorio", dice, "así como no encuentro atractivo el prospecto de una vida sólo de recreación. Yo creo que el trabajo es esencial para el bienestar humano".

En 30 años, expone Vardi, las computadoras podrán realizar casi cualquier trabajo humano. Asumo que esto incluye trabajar como profesor de Ingeniería Computacional. Vardi prevé que el desempleo rebasará el 50% para el 2045.

"No creo que se pueda detener la tecnología. El genio ya está afuera de la botella. Lo que necesitamos es empezar a pensar intensamente ahora e invertir en investigar cómo la sociedad puede enfrentar el avance de la automatización".

La línea de tiempo es apretada.

"Si esperamos 25 años, pudiéramos encontrarnos nosotros mismos en un cambio social muy difícil. La Revolución Industrial trajo la Revolución Rusa y la Revolución China, con un costo humano de 100 millones de vidas. Espero que seamos más sabios en esta ocasión".

Las empresas tecnológicas insisten en que todas están "haciendo del mundo un mejor lugar", pero ellas pudieran estar meramente usando el mundo como un laboratorio para sus experimentos.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 14 de febrero de 2016).

"Estamos en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen cultura. Solo se preocupan por conservar su sillón. Pasan el día escuchando la opinión del contrario y pensando en qué respuesta darle. Así no se construye nada. No hay líderes ni hombres de Estado y así nos va: la Unión Europea es un edificio mal construido y se está derrumbando. La situación se hace más desastrosa porque algunos han creído que se podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible".

Giovanni Sartori, de 92 años, uno de los mayores expertos en ciencia política, entre los más leídos y estudiados del mundo -con obras de referencia imprescindibles como "Partidos políticos" o "Teoría de la democracia"-, analiza con lucidez los asuntos de más candente actualidad: inmigración, Europa, islam, multiculturalismo,xenofobia, guerra de religión, etc.

Por sus diagnósticos y severas críticas sus obras fueron recibidas al principio con recelo; pero muchas de sus ideas y pronósticos se han revelado proféticos. Por eso, no le sorprende que, en un exceso de tolerancia que supuso "renegar de nuestra cultura", media docena de estatuas desnudas fueran cubiertas en los Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán, Hasan Rohani. "Fue una payasada, reflejo de un mundo imbécil que hace solamente lo que encuentra útil y conveniente al momento. Uno tiene derecho a que se respeten sus principios y tradiciones".

Puede considerarse una anécdota, pero es un episodio significativo, como otros que se han sucedido en el último mes y que reflejan que están cambiando mucho las cosas en Europa, sobre todo en relación con la inmigración, que desborda las fronteras del continente y pone en evidencia la dificultad de integrar a los inmigrantes musulmanes, por su falta de respeto a valores muy arraigados en la cultura europea, como son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y la mujer.

En Fin de Año se produjeron en Colonia, y en otras 2 ciudades alemanas, agresiones sexuales de casi un millar de jóvenes árabes, en su mayoría marroquíes y argelinos, a mujeres que encontraron en su camino. La noche que inauguraba 2016, en el país que ha abierto generosamente las puertas a casi un millón de prófugos de Oriente Medio y de otras zonas en guerra, quedaba manchada por lo que se ha considerado un gravísimo episodio de enfrentamiento de dos civilizaciones. Se ponía de manifiesto que la relación del islam con las mujeres es un asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable entre la Europa rica y liberal y algunos de países árabes. Los datos lo confirman: según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en 2013, más del 90% de marroquíes y tunecinos piensan que la esposa debería obedecer siempre al marido.

Para comprender mejor lo que representa la mujer en el mundo de Alá y por qué es agredida sexualmente, el escritor argelino Kamel Daoud da esta explicación: "La mujer es negada, velada, encerrada, poseída. El cuerpo de la mujer pertenece a todos, pero no a ella, y no es visto como lugar de libertad".

¿Es posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el profesor Sartori la integración ético-política es imposible: "El islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular".

¿Qué significa integrarse? Angela Merkel lo ha dicho claramente: "Queremos que los inmigrantes absorban los fundamentos culturales de nuestra convivencia"; es decir, el sistema de valores, de reglas y de comportamientos que rigen entre nosotros. Tal proyecto está en contradicción con la idea del multiculturalismo que se ha intentado imponer en Occidente, siguiendo la línea de lo políticamente correcto. Ese multiculturalismo se basa en que en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas. Según Giovanni Sartori, eso es imposible: "El multiculturalismo no existe. En nuestra sociedad tenemos unas normas generales, unos principios. El inmigrante puede hacer en su casa lo que quiera, pero debe aceptar las reglas de el Estado que le acepta".

A este respecto, cabe destacar al imán de Colonia Sami Abu-Yusuf, quien en una entrevista declaró que la responsabilidad de las violencias sexuales de Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes, sino a las mujeres que iban por la calle medio desnudas y perfumadas. El imán lleva decenios en Alemania, pero no ha dado un solo paso hacia la cultura que le ha acogido, mostrándose como un invasor arrogante. ¿Se puede dialogar con un troglodita que ve un demonio en la feminidad? El profesor Sartori lo tiene muy claro: "A quienes no están dispuestos a aceptar nuestras normas, se les debe colocar en la frontera para que se marchen a su casa".

Giovanni Sartori esta considerado como un liberal progresista. Cuando le digo que desde la izquierda le pueden reprochar sus ideas, o verlo como xenófobo o conservador, responde con firmeza: "La izquierda ha perdido su ideología. Utilizan la palabra multiculturalismo como una nueva ideología, porque la vieja ha muerto. Pero no tienen ni idea. No saben lo que es el islam. Son unos ignorantes. A mí no me importa la derecha o la izquierda, sino el sentido común".

La integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado porque, asegura, "el islam no tiene capacidad de evolución". Cita, por ejemplo, a la India, "donde hay 14 millones de musulmanes, muy pobres y maltratados; después de mil años, resisten sin integrase, enemigos eternos de los hindúes". Y ya más cerca, el profesor Sartori recuerda lo que ocurre en los países europeos: "Los musulmanes de 3a. generación no solo no se han integrado, sino que son los más rebeldes. Odian a Occidente porque no tienen trabajo y muchos se sienten atraídos por el islam fanático".

Sartori indica: "No se puede practicar una política de puertas abiertas, como ingenuamente cree alguna izquierda. Está bien hablar de solidaridad, porque los inmigrantes pueden ser un elemento positivo para nuestra economía, pero los flujos migratorios hay que regularlos. Quien entra en Europa debe tener documentos, una identidad segura".

En definitiva, sostiene Sartori que "Occidente y sus valores están en peligro porque no se está dando una respuesta adecuada al fundamentalismo islámico". Hace ya 15 años que, en el Corriere della Sera, Sartori afirmó que estábamos asistiendo a "una guerra inédita con 4 características: terrorista, global, tecnológica y religiosa". Hoy lo reafirma con más fuerza, viendo el terrorismo del Daesh: "En una guerra hay que emplear todas las armas que uno tiene a su disposición. Nosotros, Occidente, somos los agredidos, con un terrorismo de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recuerda. Además, cuando un hombre-bomba, kamikaze por la fe, se hace explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha llegado al máximo".

"Aparte del componente militar, que es importante, pero secundario, es una guerra que se gana o se pierde en casa -añade-. Se vence si sabemos reaccionar ante la pérdida intelectual y moral en que hemos caído. Y se pierde si dudamos o nos olvidamos de nuestros valores que dan fundamento a nuestra civilización ético-política". ¿Y cómo acabará? Su respuesta no es muy reconfortante: "Veremos. Este es un mundo que se está suicidando".

"Yo soy realista y tengo un lema muy claro -explica-: el pesimismo es peligroso si nos lleva o induce a la rendición; el mal lo hace el optimismo o el 'tranquilismo' que conducen a no hacer nada".

(V.periódico ABC en línea del 4 de febrero de 2016).

Hace unos 10 años comencé a leer un libro apasionante, pero abandoné su lectura a las pocas páginas porque era, al mismo tiempo, terrorífico. Lo había escrito un grupo de científicos que, luego de establecer, hasta donde era posible, el número de armamentos nucleares que pueblan el planeta -se debe haber incrementado en el tiempo transcurrido-, explicaba las consecuencias que podría tener para el mundo el que, por un acto de locura ideológica o un mero accidente, esos artefactos de destrucción masiva comenzaran a estallar.

Las cifras eran escalofriantes tanto en número de muertos y heridos como en contaminación del aire, las aguas, la fauna y la flora, al extremo de que, a la corta o a la larga, podía desprenderse de este proceso la extinción de toda forma de vida en el astro que habitamos.

Si esto es cierto, y supongo que lo es, ¿no resulta incomprensible que un asunto tan trascendente -la preservación de la vida- apenas llame la atención del público muy de tanto en tanto, por ejemplo esta semana, cuando Kim Jong-un, el patológico sátrapa de Corea del Norte, anunció que, celebrada por toda la población norcoreana, acaba de hacer estallar su primera bomba de hidrógeno? Los técnicos de Estados Unidos y Europa se han apresurado a decir que este anuncio es exagerado, que la última dictadura estalinista del planeta apenas ha conseguido fabricar hasta el momento una bomba nuclear. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Unión Europea y distintos gobiernos -entre ellos, el de China- han condenado el experimento (cierto o falso) anunciado por Kim Jong-un. ¿Habrá nuevas sanciones de castigo al régimen norcoreano? En teoría, sí, pero en términos prácticos, ninguna, porque ese país vive en un aislamiento total, como dentro de una probeta, y sobrevive gracias al puño de hierro que aherroja a sus infelices ciudadanos-esclavos, al contrabando y a la demagogia delirante.

Oficialmente, hay 6 países en el mundo que poseen armas nucleares -Estados Unidos, Rusia, China, India, Pakistán y Corea del Norte- y sólo 2 de ellos, Estados Unidos y Rusia, han experimentado bombas de hidrógeno, que tienen una capacidad destructiva 7 u 8 veces mayor que las bombas que aniquilaron Hiroshima y Nagasaki. Sólo una décima parte del arsenal nuclear ya acumulado sería suficiente para acabar con todas las ciudades del globo y desaparecer a la especie humana. Debemos estar todos muy locos en este mundo para haber llegado a una situación semejante sin que nadie haga nada y sigamos contemplando, a nuestro alrededor, cómo los arsenales nucleares siguen allí, acaso aumentando, a la espera de que, en cualquier momento, algún fanático con poder encienda la chispa que provoque la gigantesca explosión que nos extermine.

Ya sé que hay organizaciones pacifistas que tratan -sin mucho éxito, por lo demás- de movilizar a la opinión pública contra este armamentismo suicida, y gobiernos e instituciones que, de manera ritual, protestan cada vez que un nuevo país, como Irán hasta hace poco, intenta acceder al club exclusivo de potencias atómicas. Pero lo cierto es que, hasta ahora, el desarme ha sido una mera retórica sin consecuencias prácticas y que, empezando por los de Estados Unidos y Rusia, los planes de desarme no avanzan. Los depósitos de armas de destrucción masiva continúan allí, como anuncio permanente de un cataclismo que acabaría con la historia humana.

¿Hay que resignarse, esperando que esta situación se prolongue, o es posible hacer algo? Sí, es posible, y hay que comenzar por hacer exactamente lo contrario de lo que hice yo hace 10 años con aquel libro aterrador. Hay que enterarse del horror que nos rodea y, en vez de jugar al avestruz, encararlo, difundirlo, alarmar a cada vez más gente con la siniestra realidad a fin de que las campañas pacifistas dejen de ser obra de minorías excéntricas y cobren una magnitud que movilice por fin a los gobiernos y haga funcionar de manera efectiva a los organismos internacionales. Nada de esto es utópico; cuando hay una voluntad política resuelta, es posible sentar a una mesa de diálogo a los adversarios más encarnizados, como ha ocurrido con Irán, que ha consentido detener su programa atómico a cambio del levantamiento de las sanciones que tenían paralizada a su economía.

¿Y si la negociación es imposible? En raros casos esto puede ser cierto y, sin duda, uno de estos casos podría ser el régimen de Pyongyang.

La satrapía de los Kim no sólo ha condenado al pueblo norcoreano a vivir en la miseria, la mentira y el miedo. Con su búsqueda frenética del arma nuclear que, cree, le garantizará la supervivencia, pone en peligro a sus vecinos de la península y a todo el Asia. La comunidad internacional tiene la obligación de actuar, poniendo en acción todos los medios a su alcance para acabar con un régimen que se ha convertido en un riesgo para el resto del planeta. Hasta China, que fue uno de los escasos valedores de la dictadura norcoreana, parece haber comprendido el peligro que representan para su propia supervivencia las iniciativas demenciales de Kim Jong-un. Y la forma de actuar más eficaz es cortar de raíz la posibilidad de que el régimen de Pyongyang continúe con unos experimentos nucleares que constituyen, en lo inmediato, una gravísima amenaza para Corea del Sur, China y Japón. La comunidad internacional puede dar un ultimátum al régimen norcoreano, a través de las Naciones Unidas, dándole un plazo preciso para que desmantele sus instalaciones atómicas so pena de proceder a destruirlas. Y cumplir con la amenaza en caso de no ser escuchada. No creo que haya un caso más evidente en el que un mal menor se imponga por sobre el riesgo de que Pyongyang provoque una catástrofe con cientos de miles de víctimas en el Asia y, tal vez, en el mundo entero.

En uno de esos lúcidos ensayos con los que se enfrentó al mesianismo ideológico al que sucumbieron tantos intelectuales de su tiempo, George Orwell se preguntaba si el progreso científico debía ser celebrado o temido. Porque esos extraordinarios avances en el conocimiento, al mismo tiempo que han creado mejores condiciones de vida -en la alimentación, la salud, la coexistencia, los derechos humanos-, han desarrollado también una industria de la destrucción capaz de producir matanzas que ni la imaginación más enfermiza de antaño podía anticipar. En nuestros días, el avance de la ciencia y la tecnología ha sembrado el planeta de unos artefactos mortíferos que, en el mejor de los casos, podrían devolvernos al tiempo de las cavernas, y, en el peor, retroceder este planeta sin luz a aquel pasado remotísimo en que la vida no existía aún y estaba por brotar, no se sabe todavía si para bien o para mal. No tengo respuesta para esta pregunta. Pero lo que haré de inmediato será buscar aquel libro que dejé sin terminar y leerlo esta vez hasta la última línea.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 17 de enero de 2016).

El ambiente de inquietud que en el hoy hay en Europa es de tensión por cuanto al Islam y la islamización del Viejo Continente se refiere, dada la amenaza permanente de los radicales yihadistas que con atentados y derramamientos de sangre, aunado a la explosión demográfica musulmana, viene alterando temerosamente la cotidianeidad.

Las consecuencias de lo anterior han llegado a grado tal, precisamente en el tiempo navideño, hasta de retirar símbolos cristianos, derivando en una acendrada polémica entre gran parte de los pobladores, ya que es incuestionable que 2 de las tradiciones más representativas a nivel mundial, son tanto el árbol de Navidad, como el montaje de nacimientos, -por allá conocidos como "belenes"-, con los que se conmemora la venida al mundo del Niño Jesús.

¿El motivo?

La "ofensa" a las creencias religiosas de los musulmanes, retirándose los árboles y el belén en varias ciudades, siendo cambiados por otra clase de objetos que no molesten a los seguidores de Mahoma.

Así, bajo el enunciado de Navidad, no; Ramadán, sí... La situación ha tomado un cariz de gravedad, particularmente en naciones históricas de la Unión Europea que han tenido, tienen y posiblemente sigan teniendo una importante por numerosa inmigración de origen musulmán, como son Bélgica y Dinamarca entre algunas otras.

En la ciudad danesa de Kokkedal, en la que más de la mitad son musulmanes, se negó a dar presupuesto para la decoración navideña, aceptando la Junta Ciudadana, destinar el apoyo económico para la organización del Eid al Fitr, festividad con la que se celebra el final del Ramadán.

Para mayor preocupación dado el crecimiento de la población que profesa el Islam, va a que en barrios de la capital Copenhage, como en otras partes del nórdico país, grupos de musulmanes los han declarado bajo vigilancia de la ley islámica, con señalamientos visibles en los que se lee: "está entrando en zona controlada por la sharia..." Control tal lo hace la llamada "policía moral" que patrulla las calles de los sitios, enfrentándose a todos aquellos que acuden a discotecas, a quienes consumen alcohol o que llevan a cabo cualquier actividad contraria al Islam.

Por cuanto a Bélgica, a decisión del ayuntamiento de retirar el tradicional árbol navideño de la Gran Place substituyéndolo por una escultura luminosa que nada tiene qué ver con la época, y todo con el fin de no "ofender" a los musulmanes con un símbolo cristiano, es causa de una polémica de consideración.

Se calcula que dentro de 4 años, Bruselas tendrá 1'300,000 habitantes de los que tan solo cerca del 30% serán belgas de origen; un 50% serán naturalizados, de los cuales una parte grande serán de origen musulmán.

Referente a Francia hay datos que señalan que en un lapso de entre 35 a 40 años podría convertirse en una república islámica, refiriendo que en ciudades galas como Marsella o Niza, el 45% de los menores de 30 años es musulmán de origen.

Y hay que mirar a Gran Bretaña, en donde la población musulmana en las últimas 3 décadas ha crecido de 82,000 a los 2.5 millones, 30 veces, pues, a la cifra original, refiriendo la estadística de que en el hoy en las islas, existen más de mil mezquitas, siendo muchas de ellas antiguos templos de otras religiones.

Y ni qué decir de Holanda, en donde los datos son muchísimo más trascendentes, toda vez que el 50% de los recién nacidos son musulmanes, y en tan solo 3 lustros, la mitad de la población holandesa musulmana será.

Parece que los tiempos de: "al país que fueres, hacer lo que vieres", han quedado atrás, muy atrás; y que habiendo de todo -que hay gente de bien que desea vivir en paz-, hay migrantes y naturalizados que sin adaptación ni respeto a los países que les han acogido, intentan conquistarlos y someterlos desde su interior. Esto es lo que está sucediendo.

Francisco Baruqui
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de diciembre de 2015).

Científicos chinos identificaron una nueva mutación de bacteria, a la que llamaron gen MCR-1, que es resistente al antibiótico colistina.

La colistina es una de las últimas armas para combatir bacterias polirresistentes, por lo que el descubrimiento es considerado por algunos científicos como un indicativo de que el mundo está en el umbral de una "era post-antibiótico".

Según los científicos, que publicaron sus hallazgos en la revista Lancet Infectious Diseases, la bacteria puede anular la efectividad del antibiótico tanto en pacientes como en ganado.

Y expertos consideran que esa resistencia se puede propagar por todo el mundo y aumentar el espectro de infecciones intratables.

El hecho de que las bacterias se están haciendo completamente resistentes a los tratamientos -o que en el mundo de la ciencia se conoce como "el apocalipsis de los antibióticos"- podría, según especialistas, hacer retroceder la medicina a una era en que las infecciones comunes podían resultar mortales.

Cirugías y tratamientos contra el cáncer, que dependen de antibióticos, también podrían verse amenazados.

En el estudio, la bacteria mostró resistencia en un quinto de los animales que se analizaron, en el 15% de las muestras de carne cruda y 16 pacientes.

Y determinaron que la resistencia está esparcida en una gama de especies y cepas bacterianas, incluyendo E. coli, Klebsiella pneumoniae y Pseudomonas aeruginosa.

También hay evidencias de que esta mutación está presente en Laos y Malasia.

El profesor Timothy Walsh, de la universidad de Cardiff en Gales, quien colaboró en el estudio, dijo que "todos los actores clave ya están en su lugar para que un mundo post-antibiótico se haga realidad".

"Si el gen MRC-1 se hace global -un caso de cuándo, no de si ocurrirá- y los genes se alinean con otros genes resistentes a antibióticos, lo que es inevitable, entonces tendremos muchas posibilidades de llegar al principio de una era post-antibióticos", agregó.

"Punto en el cual, si un paciente cae gravemente enfermo, digamos con E. coli, entonces virtualmente no hay nada qué hacer".

El estudio encontró el gen resistente tanto en animales como en pacientes.

Ésta no es la 1a. vez que surge una resistencia a la colistina.

Sin embargo, la diferencia crucial en este caso es que la mutación ha surgido de una forma que es muy fácil de compartir entre las bacterias.

"La tasa de transferencia de este gen resistente es ridículamente alta, esto no se ve bien", señaló el profesor Mark Wilcox, del Leeds Teaching Hospitals NHS Trust.

Cada mes su hospital se enfrenta a múltiples casos en los que tienen "problemas para encontrar un antibiótico", algo que hace 5 años sería "tan raro como dientes de gallina".

Wilcox aclaró que no hay un solo acontecimiento que marque el inicio del apocalipsis de antibióticos, pero que está claro que "estamos perdiendo la batalla".

La preocupación está en que el nuevo gen resistente se conectará con otros que son una plaga en los hospitales, lo que puede hacer que las bacterias sean resistentes a todos los tratamientos.

Wilcox dijo que definitivamente teme que llegaremos una situación de organismo intratable.

Sin embargo, las autoridades chinas parecen estar actuando rápido para atacar el problema y este fin de semana habrá una reunión para discutir si prohibir la colistina para usos agrícolas.

La profesora Laura Piddock, del grupo de activistas Antibiotic Action, considera que no se deberían utilizar los mismos antibióticos para animales y humanos.

"Con suerte la era post-antibiótico todavía no ha llegado. Sin embargo este (estudio) debe servir como llamado de alerta al mundo", dijo.

Piddock señala que el inicio de una era post-antibiótico "en realidad depende de la infección, el paciente y si hay alternativas disponibles" como una combinación de antibióticos que todavía pueda ser efectiva.

Un comentario en Lancet concluye que "las implicaciones (de este estudio) son enormes" y a menos de que se introduzcan cambios significativos, los doctores "se enfrentarán a cada vez más pacientes a los que le tendrán que decir 'lo siento, no hay nada que podamos hacer para curar su infección'".

(V.BBC Mundo del 19 de noviembre de 2015).

La más reciente novela de Michel Houellebecq (Anagrama, 2015) titulada Sumisión, en donde nos plantea de qué manera los musulmanes conquistan Francia no por la fuerza, como sucedió en el 711 cuando las tropas árabes y bereberes cruzaron el estrecho de Gibraltar para conquistar el sur de España y quedarse ahí hasta el año de 1492, cuando los reyes católicos los expulsaron de Granada, el último de sus reductos. Ahora, Houellebecq nos cuenta cómo lo logran esta conquista de manera democrática en pleno siglo XXI.

Narra todo esto como si fuera el oráculo del siglo XXI basado en algunas esas cosas que pueden estar pasando en Francia, tal como nos enteramos en El País o en TV Euronews en donde, poco a poco, se va hartando de su total "libertad", como la que obtuvieron los franceses desde la Revolución en 1789 cuando era una de las banderas del cambio y que ahora parece estar agotada.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de octubre de 2015).

Stephen Hawking ofreció una nueva preocupación en una respuesta acerca del desempleo tecnológico.

"Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyan las cosas", escribió. "Todos pueden disfrutar de una vida de lujoso descanso si la riqueza producida por las máquinas se distribuye, o la mayoría de la gente terminará miserablemente pobre si los dueños de las máquinas negocian exitosamente contra la redistribución de la riqueza".

Algunos pudieran ver esto como una esperanza de socialismo tecnológico. Pero Hawking observó: "Hasta el momento, la tendencia parece ser hacia la 2a. opción, con la tecnología impulsando una inequidad siempre creciente".

Muchos han debatido y seguirán debatiendo acerca de si la tecnología realmente impulsa la inequidad o si la gente se ajusta a las nuevas circunstancias y nuevos inventos que generan nuevos mercados y nuevos empleos, que anteriormente no se preveían.

Algunos no se impresionaron con la economía de Hawking y sus implicaciones políticas.

"Resumido lo que dice Stephen Hawking: 'Por cientos de años, la gente que ha reclamado que las máquinas reducen empleos se ha mostrado necia. ¡Pero ahora será diferente!'", tweeteó el inversionista Marc Andreesen.

Andreesen sugirió que alguien le comprara a Stephen Hawking un texto de Economía 101.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 8 de octubre de 2015).

En el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados godos que buscaban asilo, presionados por el avance de las hordas de Atila. Por diversas razones -entre otras, que Roma ya no era lo que había sido- se les permitió penetrar en territorio del imperio, pese a que, a diferencia de oleadas de pueblos inmigrantes anteriores, éstos no habían sido exterminados, esclavizados o sometidos, como se acostumbraba entonces. En los meses siguientes, aquellos refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos, y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. Así que 2 años después de cruzar el Danubio, en Adrianópolis, esos mismos godos mataron al emperador Valente y destrozaron su ejército. Y 98 años después, sus nietos destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba del imperio romano.

Y es que todo ha ocurrido ya. Otra cosa es que lo hayamos olvidado. Que gobernantes irresponsables nos borren los recursos para comprender. Desde que hay memoria, unos pueblos invadieron a otros por hambre, por ambición, por presión de quienes los invadían o maltrataban a ellos. Y todos, hasta hace poco, se defendieron y sostuvieron igual: acuchillando invasores, tomando a sus mujeres, esclavizando a sus hijos. Así se mantuvieron hasta que la Historia acabó con ellos, dando paso a otros imperios que a su vez, llegado el ocaso, sufrieron la misma suerte. El problema que hoy afronta lo que llamamos Europa, u Occidente (el imperio heredero de una civilización compleja, que hunde sus raíces en la Biblia y el Talmud y emparenta con el Corán, que florece en la Iglesia medieval y el Renacimiento, que establece los derechos y libertades del hombre con la Ilustración y la Revolución Francesa), es que todo eso -Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare, Newton, Voltaire- tiene fecha de caducidad y se encuentra en liquidación por derribo. Incapaz de sostenerse. De defenderse. Ya sólo tiene dinero. Y el dinero mantiene a salvo un rato, nada más.

Pagamos nuestros pecados. La desaparición de los regímenes comunistas y la guerra que un imbécil presidente norteamericano desencadenó en el Medio Oriente para instalar una democracia a la occidental en lugares donde las palabras Islam y Rais -religión mezclada con liderazgos tribales- hacen difícil la democracia, pusieron a hervir la caldera. Cayeron los centuriones -bárbaros también, como al fin de todos los imperios- que vigilaban nuestro limes. Todos esos centuriones eran unos hijos de puta, pero eran nuestros hijos de puta. Sin ellos, sobre las fronteras caen ahora oleadas de desesperados, vanguardia de los modernos bárbaros -en el sentido histórico de la palabra- que cabalgan detrás. Eso nos sitúa en una coyuntura nueva para nosotros pero vieja para el mundo. Una coyuntura inevitablemente histórica, pues estamos donde estaban los imperios incapaces de controlar las oleadas migratorias, pacíficas primero y agresivas luego. Imperios, civilizaciones, mundos que por su debilidad fueron vencidos, se transformaron o desaparecieron. Y los pocos centuriones que hoy quedan en el Rhin o el Danubio están sentenciados. Los condenan nuestro egoísmo, nuestro buenismo hipócrita, nuestra incultura histórica, nuestra cobarde incompetencia. Tarde o temprano, también por simple ley natural, por elemental supervivencia, esos últimos centuriones acabarán poniéndose de parte de los bárbaros.

A ver si nos enteramos de una vez: estas batallas, esta guerra, no se van a ganar. Ya no se puede. Nuestra propia dinámica social, religiosa, política, lo impide. Y quienes empujan por detrás a los godos lo saben. Quienes antes frenaban a unos y otros en campos de batalla, degollando a poblaciones enteras, ya no pueden hacerlo. Nuestra civilización, afortunadamente, no tolera esas atrocidades. La mala noticia es que nos pasamos de frenada. La sociedad europea exige hoy a sus ejércitos que sean oenegés, no fuerzas militares. Toda actuación vigorosa -y sólo el vigor compite con ciertas dinámicas de la Historia- queda descartada en origen, y ni siquiera Hitler encontraría hoy un Occidente tan resuelto a enfrentarse a él por las armas como lo estuvo en 1939. Cualquier actuación contra los que empujan a los godos es criticada por fuerzas pacifistas que, con tanta legitimidad ideológica como falta de realismo histórico, se oponen a eso. La demagogia sustituye a la realidad y sus consecuencias. Detalle significativo: las operaciones de vigilancia en el Mediterráneo no son para frenar la emigración, sino para ayudar a los emigrantes a alcanzar con seguridad las costas europeas. Todo, en fin, es una enorme, inevitable contradicción. El ciudadano es mejor ahora que hace siglos, y no tolera cierta clase de injusticias o crueldades. La herramienta histórica de pasar a cuchillo, por tanto, queda felizmente descartada. Ya no puede haber matanza de godos. Por fortuna para la humanidad. Por desgracia para el imperio.

Todo eso lleva al núcleo de la cuestión: Europa o como queramos llamar a este cálido ámbito de derechos y libertades, de bienestar económico y social, está roído por dentro y amenazado por fuera. Ni sabe, ni puede, ni quiere, y quizá ni debe defenderse. Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. Pero las cosas no son tan simples. Los godos seguirán llegando en oleadas, anegando fronteras, caminos y ciudades. Están en su derecho, y tienen justo lo que Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en desmoronarse.

Eso nos mete en el cogollo del asunto: la instalación de los godos, cuando son demasiados, en el interior del imperio. Los conflictos derivados de su presencia. Los derechos que adquieren o deben adquirir, y que es justo y lógico disfruten. Pero ni en el imperio romano ni en la actual Europa hubo o hay para todos; ni trabajo, ni comida, ni hospitales, ni espacios confortables. Además, incluso para las buenas conciencias, no es igual compadecerse de un refugiado en la frontera, de una madre con su hijo cruzando una alambrada o ahogándose en el mar, que verlos instalados en una chabola junto a la propia casa, el jardín, el campo de golf, trampeando a veces para sobrevivir en una sociedad donde las hadas madrinas tienen rota la varita mágica y arrugado el cucurucho. Donde no todos, y cada vez menos, podemos conseguir lo que ambicionamos. Y claro. Hay barriadas, ciudades que se van convirtiendo en polvorines con mecha retardada. De vez en cuando arderán, porque también eso es históricamente inevitable. Y más en una Europa donde las élites intelectuales desaparecen, sofocadas por la mediocridad, y políticos analfabetos y populistas de todo signo, según sopla, copan el poder. El recurso final será una policía más dura y represora, alentada por quienes tienen cosas que perder. Eso alumbrará nuevos conflictos: desfavorecidos clamando por lo que anhelan, ciudadanos furiosos, represalias y ajustes de cuentas. De aquí a poco tiempo, los grupos xenófobos violentos se habrán multiplicado en toda Europa. Y también los de muchos desesperados que elijan la violencia para salir del hambre, la opresión y la injusticia. También parte de la población romana -no todos eran bárbaros- ayudó a los godos en el saqueo, por congraciarse con ellos o por propia iniciativa. Ninguna pax romana beneficia a todos por igual. Y es que no hay forma de parar la Historia. "Tiene que haber una solución", claman editorialistas de periódicos, tertulianos y ciudadanos incapaces de comprender, porque ya nadie lo explica en los colegios, que la Historia no se soluciona, sino que se vive; y, como mucho, se lee y estudia para prevenir fenómenos que nunca son nuevos, pues a menudo, en la historia de la Humanidad, lo nuevo es lo olvidado. Y lo que olvidamos es que no siempre hay solución; que a veces las cosas ocurren de forma irremediable, por pura ley natural: nuevos tiempos, nuevos bárbaros. Mucho quedará de lo viejo, mezclado con lo nuevo; pero la Europa que iluminó el mundo está sentenciada a muerte. Quizá con el tiempo y el mestizaje otros imperios sean mejores que éste; pero ni ustedes ni yo estaremos aquí para comprobarlo. Nosotros nos bajamos en la próxima. En ese trayecto sólo hay dos actitudes razonables. Una es el consuelo analgésico de buscar explicación en la ciencia y la cultura; para, si no impedirlo, que es imposible, al menos comprender por qué todo se va al carajo. Como ese romano al que me gusta imaginar sereno en la ventana de su biblioteca mientras los bárbaros saquean Roma. Pues comprender siempre ayuda a asumir. A soportar.

La otra actitud razonable, creo, es adiestrar a los jóvenes pensando en los hijos y nietos de esos jóvenes. Para que afronten con lucidez, valor, humanidad y sentido común el mundo que viene. Para que se adapten a lo inevitable, conservando lo que puedan de cuanto de bueno deje tras de sí el mundo que se extingue. Dándoles herramientas para vivir en un territorio que durante cierto tiempo será caótico, violento y peligroso. Para que peleen por aquello en lo que crean, o para que se resignen a lo inevitable; pero no por estupidez o mansedumbre, sino por lucidez. Por serenidad intelectual. Que sean lo que quieran o puedan: hagámoslos griegos que piensen, troyanos que luchen, romanos conscientes -llegado el caso- de la digna altivez del suicidio. Hagámoslos supervivientes mestizos, dispuestos a encarar sin complejos el mundo nuevo y mejorarlo; pero no los embauquemos con demagogias baratas y cuentos de Walt Disney. Ya es hora de que en los colegios, en los hogares, en la vida, hablemos a nuestros hijos mirándolos a los ojos.

Arturo Pérez-Reverte
(v.Patentes de Corso del 14 de septiembre de 2015).


Pithovirus sibericum

Científicos del Centro Nacional Francés para la Investigación Científica encontraron un virus de 30,000 años de antigüedad, el Pithovirus sibericum, en el permafrost ruso. Como se describió en la publicación Proceedings of the National Academy of Sciences el año pasado, los científicos revivieron una muestra del Pithovirus sibericum en condiciones seguras de laboratorio y determinaros que todavía era infeccioso, aunque sólo afectaba a las amibas.

Jean-Michel Claverie, un biólogo evolucionista del Laboratorio de Información Estructural y Genómica en el Instituto Mediterráneo de Microbiología, en Marsella, Francia, coautor del estudio, comentó que el permafrost venía de un terreno que contiene valiosos recursos minerales, como petróleo. Advirtió que la explotación industrial de éste y otros sitios similares es seguro que continúe si el hielo continúa fundiéndose debido al cambio climático, y esto pudiera afectar a patógenos no descubiertos.

Claverie explicó que es posible que partículas de éste y de otros virus desconocidos sepultados en el permafrost "sean suficientes, en presencia de un anfitrión vulnerable, para revivir virus potencialmente patógenos".

Agregó: "Si no somos cuidadosos e industrializamos esas áreas sin colocar salvaguardas en el lugar, corremos el riesgo de despertar virus como el de la viruela que pensábamos que estaba arradicada."

Danny Gallagher
(v.CNET-News del 9 de septiembre de 2015).

Expertos en robótica de todo el mundo han pedido una prohibición de las armas autónomas, advirtiendo que una revolución en la aplicación de la inteligencia artificial a la guerra podría significar un desastre para la humanidad.

La carta abierta, publicada por el Future of Life Institute, ha sido firmada por cientos de investigadores de IA y robótica, así como por personas de alto perfil en el mundo científico y tecnológico incluyendo a Stephen Hawking, el CEO de Tesla Elon Musk y el cofundador de Apple Steve Wozniak. El celebrado filósofo y científico cognoscitivo Daniel Dennett está entre los que han agregado sus nombres a la carta.

Los desarrollos en inteligencia mecánica y robótica están impactando ya el terreno tecnológico -por ejemplo: drones equipados con cámaras están originando debates acerca de la privacidad personal, y automóviles autoconducidos tienen el potencial de revolucionar la industria automotriz. Sin embargo, muchos expertos están preocupados de que el progreso en el campo de la IA pudiera ofrecer aplicaciones para la guerra que tomaran a los humanos fuera de base.

La carta abierta define armas autónomas como aquellas que "seleccionan y atacan objetivos sin la intervención humana". Sugiere que cuadricópteros que cacen y maten gente son un ejemplo del tipo de IA que debería prohibirse para prevenir una "carrera global de armas con IA".

"Las armas autónomas son ideales para tareas tales como asesinatos, desestabilización de naciones, sometimiento de poblaciones y asesinato selectivo de un grupo étnico", prosigue la carta. "Nosotros creemos que una carrera militar de armas con IA no sería benéfica para la humanidad".

El robotista Noel Sharkey, quien ya firmó esta petición, advirtió que los robots asesinos de la vida real estarían muy lejos de las fantásticas descripciones de ciencia ficción que vemos en las películas. "Parecerían tanques", declaró. "Se verían como barcos, se verían como jets de caza".

"Un sistema de armas autónomas es un arma que, una vez activada o lanzada, decide seleccionar sus propios objetivos y matarlos sin intervención humana posterior", explica Sharkey, quien es miembro de la Campaign to Stop Killer Robots -una organización lanzada en 2013 que está presionando por un tratado internacional que haga ilegales las armas autónomas. "Nuestro objetivo es prevenir que la decisión de matar le sea otorgada a una máquina".

La carta abierta menciona ejemplos exitosos de acuerdos internacionales referentes a otros tipos de armas, tales como las químicas, y los láseres cegadores.

Luke Westaway
(v.CNET-News del 27 de julio de 2015).

Un estudio reciente predice que en 2050 unos 10 millones de personas morirán cada año como resultado de infecciones resistentes a los antibióticos. De acuerdo con un nuevo artículo de TIME, el problema es aún más grave.

El autor explica:

El ADN de las bacterias resistentes a los antibióticos que se encuentran en el ganado estadounidense es ahora transmisible por aire, lo cual crea una nueva vía por la que este tipo de bacterias podrían transmitirse a los humanos y obstaculizar el tratamiento de las infecciones que amenazan la vida.

[Los investigadores] encontraron que el aire proveniente de las [granjas ganaderas] contenía antibióticos, bacterias y un número "significativamente mayor" de comunidades microbianas con genes resistentes a los antibióticos.

Las bacterias se liberan en el aire a través de las heces secas de las vacas "que se han convertido en polvo y han sido desplazadas por los vientos que cruzan a través de los corrales". El estudio estima que "la cantidad total liberada por las granjas ganaderas en Colorado, Kansas, Nebraska, Oklahoma y Texas supera los 21,000 kg por día".

¿Suena aterrador? ¡Creemos que sí!

Podemos ayudar a detener la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos al sacar la carne de nuestros platos.

(V.Elige Veg.com del 10 de junio de 2015).

A Christopher Raymundo Márquez, de 6 años de edad, 5 amigos y vecinos le propusieron jugar a "el secuestro". Lo llevaron a un sitio lejos de su casa, lo amarraron, lo apedrearon y le clavaron un cuchillo en la espalda. El niño murió. Fue arrastrado a un arroyo seco, cubierto con hojas y con un animal muerto. Sus agresores resultaron ser 3 niñas y 2 niños, todos entre 11 y 15 años. El hecho sucedió en Chihuahua, no se asuste, pero ¿descarta que esto pueda suceder cerca de su casa?

Es cierto, los atacantes de Christopher Raymundo no tienen valores, pero lo peor es que han crecido sin distinguir lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, muchos niños están creciendo sin conocer que los juegos de manos tienen consecuencias y deben pagarse. El sentido de la ética, del civismo, la dimensión de la realidad, no está siendo depositada en su formación, si a esto sumamos un entorno de familias con escasos ingresos, bajo nivel de estudios y pocas oportunidades de mejorar su calidad de vida, el círculo vicioso es terrorífico, por decir lo menos.

¿Y cómo actúa la autoridad? En Ciudad Juárez crearon el Fondo de Atención a Niños y Niñas Hijos de las Víctimas de la Lucha contra el Crimen, para apoyar con becas, tratamientos médicos y sicológicos a las víctimas. Una autoridad estatal afirmó el año pasado que sólo tenían a 20 profesionales de la salud mental para esto y su apoyo podría alcanzar sólo a 2,500 menores ¿y los demás?

Alguien me decía que los siguientes 15 años vamos a ver las secuelas del clima de violencia y descomposición social que ahora vivimos porque los principales afectados, los niños, llegarán a la mayoría edad sin valores, si parámetros, sin distinción de lo bueno y lo malo. ¿Cuánto nos costará eso por no tomar medidas preventivas y atenderlos ahora?

Gabriela Aguilar
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 19 de mayo de 2015).

El año pasado, el 1er. ministro de Gran Bretaña, David Cameron, designó a Jim O'Neill, ex economista jefe de Goldman Sachs, para que encontrara soluciones a las fallas del mercado que causaron que se secara la producción de antibióticos.

Un informe inicial de su comisión predijo que la resistencia a los medicamentos pueden costarán a la economía global 100 billones de dólares (millones de millones de dólares) en los próximos 35 años y causarán 10 millones de muertes al año para 2050 si no se producen nuevos antibióticos. Cameron advirtió de un regreso "al oscurantismo de la medicina" con infecciones menores que pueden ser fatales.

(V.pág.27 del periódico Milenio Jalisco del 15 de mayo de 2015).

Stephen Hawking declaró: "Las computadoras dominarán a los humanos con Inteligencia Artificial en menos de 100 años. Cuando eso suceda, necesitamos asegurarnos de que tengan objetivos alineados con los nuestros".

Así es, requerimos asegurarnos de que las computadoras tengan objetivos alineados con los nuestros ahora y continuar asegurándonos posteriormente de que esto suceda.

De todas formas, entre más inteligentes se vuelven las computadoras, menos predecibles son las decisiones a las que su supuesta inteligencia las lleva.

El martes Hawking dijo: "Nuestro futuro es una carrera entre el creciente poder de la tecnología y a sabiduría con la que la utilicemos".

Pero si hay algo que sabemos, es que no podemos confiar en nosotros mismos. Existe tanto retorcimiento dentro de nosotros que lo más probable es que tratemos de crear monstruos que nos devoren vivos -sicológicamente primero y físicamente después.

Cuando descubrimos las armas nucleares, tuvimos que lanzar una o dos, sólo para ver qué se sentía. Por ello me pregunto qué pasará cuando aparezca el primer robot dominante y autosuficiente.

Sospecho que no será agradable.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 13 de mayo de 2015).

Steve Wozniak, cofundador de Apple, describió su visión del futuro en tonos sombríos.

Dijo: "Las computadoras van a tomar el lugar de los humanos, no hay duda".

Woz continuó: "Como personas incluyendo a Stephen Hawking y Elon Musk han predicho, estoy de acuerdo con que el futuro es espantoso y muy malo para la gente. Si construimos esos aparatos para que se hagan cargo de todo en nuestro lugar, eventualmente llegarán a pensar más rápido que nosotros y se desharán de los lentos humanos para manejar las empresas más eficientemente".

¿Pero no están ya los (pretendidamente) lentos humanos siendo removidos por aquellos que son (pretendidamente) más rápidos y, me atrevo a mencionarlo, más jóvenes?

Woz tiene la esperanza de que la Ley de Moore deje de funcionar mientras los transistores de silicón se vuelven tan pequeños como un poro en la piel. El teme, no obstante, que nos convertiremos en meras mascotas de nuestras computadoras, igual que los perros son nuestras mascotas actualmente.

Bueno, al menos seremos alimentados con regularidad.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 23 de marzo de 2015).

Túnez ha sido ahora el blanco cobrando vidas y regando sangre de inocentes, 23, de los cuales 20 eran turistas extranjeros y muchos heridos más, el grupo yihadista Estado Islámico ha reivindicado el atentado.

Como es usual en estos casos, las sociedades de occidente repiten de nueva vez, todo el ritual que encierra la expresión de consternación y de condena, como también resulta habitual que las comunidades islámicas pacíficas reiteran que los criminales y asesinos no las representan.

Lo único cierto es que verdaderamente los atentados en diferentes partes del planeta son cada vez más frecuentes y sangrientos, y lo que creo que reviste gravedad mayor, que resultan ciertamente previsibles cuando el campo de batalla de esta guerra se desplaza expandiéndose cada vez más a que los que asesinan vienen desde Afganistán hasta las costas libias en donde hacen degollamientos en masa de cristianos cerca de territorio europeo.

El fondo y la esencia de los atentados revisten el mensaje de los integristas islámicos que rechazan intolerablemente la democracia en los países musulmanes, poniendo claramente de manifiesto con un fanatismo a ultranza, su disposición para atacar con toda fuerza, derramando sangre y segando vidas, cualquier simbolismo que tenga significación de igualdad y libertad con la propuesta definitoria de destrucción de sociedades enmarcadas en estos principios.

Pienso que ante lo que está sucediendo, la comunidad internacional mantiene una inacción gravemente preocupante.

Sí, se consterna y condena, vigila, pero hasta ahí...

Si las sociedades occidentales enmarcadas en la libertad sostienen sus principios tolerantes por cuanto al respeto a la libertad religiosa y a la política de integración, las comunidades musulmanas, por principio las más acendradas y enraizadas en naciones europeas, deben tomar dirección en el mismo sentido repudiando y aislando desde su interior, a los que pregonan y exaltan la violencia y la intolerancia.

Francisco Baruqui
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de marzo de 2015).

Bill Gates tiene una advertencia para la humanidad: Cuidense de la Inteligencia Artificial en las próximas décadas, antes de que sea demasiado tarde.

"Estoy en el campo que está preocupado por la superinteligencia", declaró Gates. "Primero, las máquinas realizarán muchos trabajos para nosotros y no serán superinteligentes. Eso debiera ser positivo si lo manejamos bien. Pocas décadas después, pienso, la inteligencia será lo suficientemente fuerte para ser motivo de preocupación".

"Estoy de acuerdo con Elon Musk y algunos otros y no entiendo por qué alguna gente no está preocupada", agregó Gates.

Nick Statt
(v.CNET-News del 28 de enero de 2015).

El coordinador de la lucha contra el terrorismo en la Unión Europea, Gilles de Kerchove, reconoció que "no se podrá impedir un nuevo atentado" terrorista y por ello habría sido también que, reunidos en la Casa Blanca, el presidente Obama declarara este viernes que "la inteligencia y la fuerza militar no van a resolver este problema por sí solas", al tiempo que el primer ministro británico James Cameron coincidiera en que "la lucha contra la amenaza terrorista extremista en Europa va a ser larga y dura".

Ésta, y no la de "ser o no ser Charlie", es la cuestión. Si reconocemos que desde Afganistán al menos (donde la retirada de los Estados Unidos se parece tanto a la graciosa huida de Inglaterra en la Palestina de 1948), las guerras asimétricas y desiguales están perdidas para los ejércitos y policías, que no podrán evitar jamás que una célula terrorista logre concretar otro atentado en cualquier sitio del mundo (la fotografía de la Torre Eiffel vigilada por las tropas francesas da idea de la fragilidad del modelo de seguridad nacional desplegado, donde el cierre de fronteras digitales y libertades cibernéticas es ya un saldo negativo del combate); que la sociedad abierta y globalizada ha puesto en desventaja a los estados formalmente democrático liberales frente a los capitalismos autoritarios (China y Rusia, ausentes como Estados Unidos de la marcha de jefes de estado en París, a la caza del mínimo error de la OTAN en sus zonas de interés, señaladamente Bielorrusia, Ucrania y Crimea; hackeados los sistemas del Comando Central del Pentágono), califatos totalitarios (esa pesadilla engendrada por el sueño de la Primavera Árabe, ahora con petróleo, territorio y armas, asediando Turquía, frontera con la Unión Europea) y cleptocracias musulmanas (amenazando el frágil equilibrio en medio oriente, Iraq y Siria hundidas en una delicada crisis); las persistentes tensiones entre Palestina e Israel, furioso por la osadía de aquélla de acudir a la Corte Penal Internacional, lo menos que podemos es entender el malestar de "L'Observateur" con el editor de "Charlie Hebdo" y reconocer que éste no tomó nota de los profundos cambios ocurridos en el mundo desde que publicó sus primeras caricaturas incómodas para el yihadismo.

No cabe esperar ahora que ocurra el asesinato de un archiduque en Sarajevo para que se declare la Tercera Guerra Mundial. Son incontables los momentos en que luego de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín, pudo haber ocurrido el detonador de la gran conflagración mundial -diversa, ubicua, cruenta como ninguna otra-, en que estamos inmersos sin querer reconocerlo. Así lo creen el Papa Francisco y el vice presidente Joe Biden.

"La libertad y la búsqueda de la felicidad, pueden no ser del todo compatibles, así como tampoco lo son la igualdad y la fraternidad. De modo que debemos pesar y medir, pactar, conceder y prevenir la destrucción de una forma de vida por quienes se oponen a ella", escribió el mismísimo Isaiah Berlin en 1994.

A menos que queramos ignorar las reacciones organizadas este sábado y el lunes en todo el mundo musulmán, cada vez más indignadas, que replicaron a las occidentales con millones de carteles del irreprochable "Yo soy musulmán, y amo a mi Profeta", para llegar a incendiar banderas y proferir nuevas amenazas de venganza.

Si no queremos que el abigarrado, complejo, perverso y delicado sistema de intereses que sostiene el "nuevo desorden mundial" (cf. el ensayo de Michael Ignatieff así titulado en "Letras Libres", 193, p.8) que se perfila para organizar al planeta Tierra el siglo XXI acabe desmoronándose, y con él un acervo básico de libertades y derechos, más vale que echemos mano de las mejores virtudes democráticas y reformulemos un nuevo código de derechos humanos que destierre el miedo y reconozca garantías en materia de confesiones religiosas a cambio de una paz más duradera. Es una exigencia del progreso y la sobrevivencia de la especie.

José Luis Cuéllar Garza
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 25 de enero de 2015).

La aguja del Péndulo del Apocalipsis, que simboliza la inminencia de un cataclismo planetario, fue adelantada 2 minutos y ahora está a sólo 3 minutos de la catastrófica medianoche, dijeron científicos internacionales el jueves.

El Boletín de los Científicos Atómicos, una asociación que cuenta con 18 premios Nobel entre sus miembros, considera "muy alta la posibilidad de que ocurra una catástrofe planetaria si no se toman medidas rápidamente" contra el cambio climático y la carrera armamentista nuclear que amenazan a la civilización.

El célebre péndulo (en inglés, The Doomsday Clock) fue creado en 1947 por esta asociación para simbolizar la inminencia de un cataclismo nuclear. El péndulo cambió 18 veces desde entonces, registrando variaciones extremas como cuando marcó 2 minutos antes de la medianoche en 1953 y 17 minutos antes de la medianoche en 1991.

La última vez que se desplazó la aguja fue el 10 de enero de 2012, cuando avanzó un minuto y se colocó en las 11:55.

Mientras más cercana a la medianoche está su aguja, más se aproxima el apocalipsis de la civilización, según la metáfora utilizada por los científicos del Boletín, que cada año analizan las amenazas planetarias.

La última vez que estuvo a sólo 3 minutos antes de la medianoche fue en 1983. Ese fue el año más helado de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

"Hoy en día, el calentamiento global incontrolado y la carrera armamentista nuclear como resultado de la modernización de enormes arsenales, son amenazas extraordinarias e innegables para la supervivencia de la humanidad", estimó Kennette Benedict.

"Y los líderes mundiales no han actuado con la rapidez ni la apertura necesaria para proteger a los ciudadanos de una potencial catástrofe", añadió, al justificar la decisión de acercar la aguja del péndulo a la temida medianoche.

(V.La Prensa del 22 de enero de 2015).

Debe considerarse con toda la trascendencia y la importancia que amerita, que buscando el fondo de una guerra "santa", la espiral del terrorismo es una evidencia incuestionable toda vez que los gobiernos de Europa no quieran extremar el alarmismo, cuando la yihad está ya en las calles europeas.

Ésta es una realidad que debe aceptarse para enfrentar al nuevo terrorismo integrista. Y la otra, que el terror islamista fundamentado en el Ejército Islámico, maneja otros tiempos que contrastan con los occidentales, toda vez que el fanatismo musulmán no se fija plazos en sus objetivos de irredentismo, cuando solo estará a la espera del momento propicio para atacar, sin dejar a un lado la evidencia que hay musulmanes ya nacidos en Europa que han sido educados en sus libertades, y que apoyando el Estado Islámico se han reconvertido en terroristas para atacar a los occidentales en sus mismos países.

Tiempos peligrosos, de riesgo los que el terrorismo traerá perjudicando a musulmanes de bien asentados en Europa y América, que serán mirados sospechosos por el rabillo del ojo sembrando la fobia y la desconfianza al asaltar el pensamiento aquel de justos por asesinos...

Francisco Baruqui
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de enero de 2015).

Todos hablan de una "guerra" de la que dependerá el destino del Viejo Mundo. La patria de la Luz choca fatalmente contra el Islam, que dentro de sus fronteras halló refugio y nutrió sus demonios.

Enzo Traverso
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 13 de enero de 2015).

Aún no se le llama por su nombre, ni se le reconoce como tal, pero desde 2003 vivimos la 3a. guerra mundial. Politólogos, periodistas y diplomáticos (y ahora el Papa) hablan de ella. Larry Gatlin, un famoso cantautor de country increpó a Obama en carta abierta titulada "¡La III Guerra Mundial está aquí!" Pretendía sacarlo de su indolencia.

Podríamos referirnos al fenómeno con el elegante título de "Choque de civilizaciones", parafraseando el visionario ensayo de Samuel P.Huntington, publicado hace 20 años en Foreign Affairs. Nadie hablaba entonces de ISIS. El ogro apocalíptico era Al Qaeda, el antecesor que pronto mostró su peligrosidad con atentados a las embajadas americanas en África, y con el más atrevido acto terrorista de todos los tiempos: el ataque a las Torres Gemelas.

A quienes hayan estudiado guerras tradicionales la mención de una "3a. guerra mundial" en las circunstancias de hoy les parecerá descabellado. Y si comparan los acontecimientos actuales con la II Guerra Mundial, concluirán que los verdugos de ISIS están lejos de las disciplinadas tropas del III Reich, marchando arrogantes a paso de ganso por el corazón de un París humillado.

Los críticos advertirán la ausencia de figuras históricas que se han agigantado con los años: De Gaulle, Churchill, Roosevelt, Stalin. Los señores Putin y Obama son remedos lejanos. Pero son los líderes a quienes la humanidad parece haber confiado la 3a. guerra mundial. Ellos, junto con Aymán al-Zawahiri, el médico egipcio que sustituyó a Osama Bin Laden como líder de Al Qaeda, y Abu Bakr al Baghdadi, quien dirigió Al Qaeda en Iraq en vida de Osama, son quienes deciden. Formaron ISIS (Islamic State of Irak and Syria): Estado islámico de Iraq y Siria. No espere declaraciones formales de guerra. Ya no se acostumbran...

La carta abierta de Gatlin pretende sacudir a Obama; hacerlo consciente de que la tercera guerra mundial ya está tocando a su puerta. Se disculpa por interrumpir su juego de golf en medio de un verano que promete más decapitaciones. Gatlin pretende inspirar a Obama con párrafos de Franklin D.Roosevelt, y le exige que declare una guerra sin cuartel a los enemigos de Estados Unidos.

Después de Pearl Harbor, concluye Gatlin, Estados Unidos, "desenfundó y echó a andar la más devastadora maquinaria de guerra conocida hasta entonces". ¿Y qué cree señor presidente?, le pregunta a Obama como despedida: "ganaron los buenos". Ganaron porque el presidente Roosevelt "tuvo los cojones (así, en español) de apretar el gatillo...".

Y luego viene el Papa con el tema, en una misa en el monumento de Redipuglia, donde descansan 100,000 soldados italianos de la 1a. guerra, (algunos Bergoglio, que pudieran estar emparentados con él). El Pontífice mencionó que los crímenes y masacres de hoy pudieran indicar que estamos en una 3a. guerra mundial disputada por episodios aislados.

Jorge Camil
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de octubre de 2014).

La reproducción de musulmanes dentro de países europeos, Estados Unidos, Canadá y Australia supera 1 a 8 la de los infieles. Y han comenzado a aplicar sus leyes dentro de las democracias que habitan.

Una blasfemia contra el profeta produjo conmoción en Dinamarca y los religiosos obtuvieron una disculpa oficial porque un diario, de propiedad privada, publicara dibujos de Mahoma con una bomba en el turbante. En toda Europa se exige respeto para creencias ridículas, como las que niegan educación a las mujeres o que muestren el cabello (los más tolerantes) y ni un centímetro de piel los más intolerantes que exigen hasta velo translúcido sobre los ojos y guantes en las manos.

Es sombrío porque nos hemos acostumbrado, desde la Ilustración, a blasfemar contra Cristo y todos los textos sagrados. Es pecado hacerlo, pero no es delito.

Hemos aprendido a no imponer nuestras reglas sobre los demás.

Aprovecho antes de que la yijad islámica instale el sultanato mundial predicho por el Corán para el Fin del Mundo y nos degüellen a los impíos, como hacía, hasta antes de la Ilustración y la Revolución Francesa, la Santa Inquisición.

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 5 de octubre de 2014).

Compruebo que hay algunos idiotas -a ellos iba dedicado aquel artículo- a los que no gustó que dijera, hace 4 semanas, que lo del Islam radical es la 3a. guerra mundial: una guerra que a los europeos no nos resulta ajena, aunque parezca que pilla lejos, y que estamos perdiendo precisamente por idiotas; por los complejos que impiden considerar el problema y oponerle cuanto legítima y democráticamente sirve para oponerse en esta clase de cosas.

La principal idiotez es creer que hablaba de una guerra de cristianos contra musulmanes. Porque se trata también de proteger al Islam normal, moderado, pacífico. De ayudar a quienes están lejos del fanatismo sincero de un yihadista majara o del fanatismo fingido de un oportunista. Porque, como todas las religiones extremas trajinadas por curas, sacerdotes, hechiceros, imanes o lo que se tercie, el Islam se nutre del chantaje social. De un complicado sistema de vigilancia, miedo, delaciones y acoso a cuantos se aparten de la ortodoxia. En ese sentido, no hay diferencia entre el obispo español que hace setenta años proponía meter en la cárcel a las mujeres y hombres que bailasen agarrados, y el imán radical que, desde su mezquita, exige las penas sociales o físicas correspondientes para quien transgreda la ley musulmana. Para quien no viva como un creyente.

Por eso es importante no transigir en ciertos detalles, que tienen apariencia banal pero que son importantes. La forma en que el Islam radical impone su ley es la coacción: qué dirán de uno en la calle, el barrio, la mezquita donde el cura señala y ordena mano dura para la mujer, recato en las hijas, desprecio hacia el homosexual, etc. Detalles menores unos, más graves otros, que constituyen el conjunto de comportamientos por los que un ciudadano será aprobado por la comunidad que ese cura controla. En busca de beneplácito social, la mayor parte de los ciudadanos transigen, se pliegan, aceptan someterse a actitudes y ritos en los que no creen, pero que permiten sobrevivir en un entorno que de otro modo sería hostil. Y así, en torno a las mezquitas proliferan las barbas, los velos, las hipócritas pasas -ese morado en la frente, de golpear fuerte el suelo al rezar-, como en la España de la Inquisición proliferaban las costumbres pías, el rezo del rosario en público, la delación del hereje y las comuniones semanales o diarias.

El más siniestro símbolo de ese Islam opresor es el velo de la mujer, el hiyab, por no hablar ya del niqab que cubre el rostro, o el burka que cubre el cuerpo. Por lo que significa de desprecio y coacción social: si una mujer no acepta los códigos, ella y toda su familia quedan marcados por el oprobio. No son buenos musulmanes. Y ese contagio perverso y oportunista -fanatismos sinceros aparte, que siempre los hay- extiende como una mancha de aceite el uso del velo y de lo que haga falta, con el resultado de que, en Europa, barrios enteros de población musulmana donde eran normales la cara maquillada y los vaqueros se ven ahora llenos de hiyabs, niqabs y hasta burkas; mientras el Estado, en vez de arbitrar medidas inteligentes para proteger a esa población musulmana del fanatismo y la coacción, lo que hace es ser cómplice, condenándola a la sumisión sin alternativa. Tolerando usos que denigran la condición femenina y ofenden la razón, como el disparate de que una mujer pueda entrar con el rostro oculto en hospitales, escuelas y edificios oficiales -en Francia, Holanda e Italia ya está prohibido-, que un hospital acceda a que sea una mujer doctor y no un hombre quien atienda a una musulmana, o que un imán radical aconseje maltratos a las mujeres o predique la yihad sin que en el acto sea puesto en un avión y devuelto a su país de origen. Por lo menos.

Y así van las cosas. Demasiada transigencia social, demasiados paños calientes, demasiados complejos, demasiado miedo a que te llamen xenófobo. Con lo fácil que sería decir desde el principio: sea bien venido porque lo necesitamos a usted y a su familia, con su trabajo y su fuerza demográfica. Todos somos futuro juntos. Pero escuche: aquí pasamos siglos luchando por la dignidad del ser humano, pagándolo muy caro. Y eso significa que usted juega según nuestras reglas, vive de modo compatible con nuestros usos, o se atiene a las consecuencias. Y las consecuencias son la ley en todo su rigor o la sala de embarque del aeropuerto. En ese sentido, no estaría de más recordar lo que aquel gobernador británico en la India dijo a quienes querían seguir quemando viudas en la pira del marido difunto: "Háganlo, puesto que son sus costumbres. Yo levantaré un patíbulo junto a cada pira, y en él ahorcaré a quienes quemen a esas mujeres. Así ustedes conservarán sus costumbres y nosotros las nuestras".

Arturo Pérez Reverte
(v.Patente de Corso del 29 de septiembre de 2014).

La Yihad es cosa seria. Bajo la jurisprudencia islámica clásica es la única forma de guerra permitida, y sus combatientes se han convertido en la primera línea de fuego del radicalismo islámico. No hay país con conciencia sobre el fenómeno del terrorismo -México no es uno de ellos-, que no vea a los grupos yihadistas con atención. En Estados Unidos, principal enemigo del terrorismo fundamentalista, hay una creciente preocupación en la sociedad -6 de cada 10 así lo dicen- por la forma como está creciendo en el mundo. Una encuesta del Pew Research Center reveló que los estadounidenses cada vez se inclinan más por la seguridad que por mantener las libertades civiles en las políticas contra el terrorismo.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.15-A del periódico El Informador del 22 de septiembre de 2014).

Francis Fukuyama publicó en 1989 su famoso artículo sobre el fin de la historia y, en 1992, el libro en que amplió y argumentó su teoría, explicando que, con la desaparición de la Unión Soviética y del comunismo, la democracia no tendría ya en el futuro alternativas de peso e iría poco a poco integrando al mundo en una civilización global de paz y libertad.

¿Quién se atrevería un cuarto de siglo después a sostener una tesis tan optimista? Donde uno vuelva ahora los ojos, la historia está más viva que nunca, las contradicciones y rechazos violentos a la cultura democrática son el signo de la época y ganan terreno por doquier. La URSS y el comunismo han desaparecido para todos los efectos prácticos y los dos últimos Estados comunistas -Cuba y Corea del Norte- son 2 antiguallas destinadas a extinguirse más pronto que tarde. Pero Rusia, bajo el liderazgo de Vladimir Putin y su cogollo de antiguos agentes del KGB, resucita como una potencia despótica que desafía a Occidente con éxito y va reconstituyendo su imperio ante un Estados Unidos y una Europa que, con el respaldo de su respectiva opinión pública, protestan y amenazan con sanciones pero no van a ir hoy a la guerra por Ucrania, ya medio devorada por el gigante ruso, ni mañana por los estados bálticos que serán probablemente el próximo objetivo del nuevo imperialismo ruso.

La primavera árabe, que despertó tantas esperanzas en todo el mundo democrático, está muerta y enterrada. Sobrevive de milagro en Túnez, pero desapareció en Egipto, donde las elecciones libres subieron al poder a unos Hermanos Musulmanes que comenzaron a instalar una teocracia excluyente y agresiva y han sido echados del gobierno por una dictadura militar vesánica. En Libia, la dictadura paranoica de Gadafi se hizo trizas y su caudillo fue liquidado, pero el país vive ahora en una anarquía sangrienta en la que facciones religiosas y militares se desangran sistemáticamente y en la que, sin duda, terminarán prevaleciendo los fundamentalistas islámicos.

El caso más trágico, sin duda, es el de Iraq. La intervención militar destruyó la tiranía sanguinaria de Sadam Husein pero, luego de un breve paréntesis en que pareció que un régimen de legalidad y libertad podía echar raíces, se declaró una guerra sectaria entre chiíes y suníes, y los terroristas de Al Qaeda y otras organizaciones islamistas extremas se hicieron presentes y han perpetrado verdaderas orgías de atrocidades, clima en el que un movimiento aún más cruel y fanatizado que Al Qaeda, el Estado Islámico, se ha apoderado de parte del país al igual que de Siria e instalado allí un nuevo Califato, en el que imperan la sharia y demás formas extremas de la barbarie, como decapitar, crucificar y enterrar vivos a quienes se niegan a convertirse a la rama fundamentalista del Islam y donde las mujeres son esclavizadas y, aún niñas, entregadas como concubinas a los militantes y futuros "mártires".

El gran movimiento de liberación que se alzó en armas contra la dictadura de Bachar el Asad en Siria, y en la que, en un primer momento, dominaban las fuerzas democráticas y modernizadoras, fue traicionado por los países occidentales, que se bajaron los pantalones ante Putin, proveedor de armas de la dictadura, permitiendo de este modo que los principales protagonistas de la lucha contra El Asad fueran los fanáticos del Estado Islámico. Ahora, la situación en Siria ha llegado a una pantomima grotesca, en que, como la última alternativa es la peor, Estados Unidos y la Unión Europea consideran bombardear a los enemigos del tirano, ya que éste, aunque un asesino genocida de su propio pueblo, resulta un mal menor comparado al Califato.

No menos trágica es la situación de Afganistán, donde los talibanes parecen invencibles. Durante su campaña electoral, Obama criticó al presidente Bush, afirmando que éste se había equivocado dando la primera prioridad a Iraq, cuando el verdadero peligro para el mundo libre lo constituían los fanáticos talibanes. Y, al subir al poder, aumentó el número de efectivos y de armas para combatirlos. Unos años después, ante el fracaso de este esfuerzo, ha retirado las tropas, al igual que el resto de los países de la OTAN, de modo que allí queda sólo una pequeña dotación militar más bien simbólica y no es improbable que el régimen que prohibió a las mujeres estudiar, ejercer cualquier profesión, las encerró en el hogar como esclavas, restauró la sharia, destruyó el patrimonio cultural del país e instaló una dictadura oscurantista medieval, vuelva al poder más pronto que tarde.

La unidad europea ha traído ya enormes beneficios a los países del antiguo continente, entre otros hacerlos vivir el más largo periodo de paz y convivencia de su historia. Pero, en los últimos años, sobre todo a raíz de la crisis económica y financiera, el cuestionamiento de Europa en su propio seno ha crecido con el retorno de los nacionalismos y de fuerzas de extrema izquierda y de extrema derecha que rechazan la Unión, quisieran acabar con el euro y regresar a las viejas nacionalidades. De hecho, la primera fuerza política es hoy, en Francia, el Front National, un partido neo fascista que quiere liquidar la moneda única y la integración de Europa. Todas las encuestas dicen que en el Reino Unido una mayoría de ciudadanos quiere salirse de la Unión y que el referéndum que, al respecto, ha prometido convocar el gobierno, lo perderían los europeístas. Sin Gran Bretaña, Europa nacería baldada.

¿Qué concluir de esta deprimente visión panorámica de la eterna pugna entre la civilización y la barbarie? A diferencia del comunismo, un mito capaz de seducir a mucha gente con su sueño igualitarista, el fundamentalismo religioso islámico, hoy el principal adversario de la civilización, sólo puede convencer a los ya convencidos, pues sus ideas y paradigmas son tan primitivos y cavernarios que se condena a sí mismo a ser derrotado tarde o temprano por agentes exteriores o por descomposición interna. Esa guerra nunca nadie la ganará de manera definitiva; se ganarán y se perderán batallas, y, eso sí, lo realista sería reconocer que, en los últimos tiempos, la causa de la libertad la han estado perdiendo muchas más veces que ganando.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 7 de septiembre de 2014).

Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».

Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».

Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».

A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.

Arturo Pérez Reverte
(v.Patente de Corso del 1o.de septiembre de 2014).

Con la Inteligencia Artificial estamos invocando al demonio. Ustedes conocen todas esas historias donde aparece un tipo con el pentagrama y el agua bendita... Él está seguro de que puede controlar al demonio, [pero] no le funciona.

Elon Musk

Elon Musk, el tecno-optimista milmillonario, fuerza impulsora detrás de Tesla Motors y SpaceX, continúa declarando acerca de lo que él visualiza como los peligros de un futuro lleno de máquinas superinteligentes.

El sábado Musk posteó un tweet recomendando la lectura de un libro que examina ese futuro: "Vale la pena leer Superinteligencia de [Nick] Bostrom. Necesitamos ser supercuidadosos con la Inteligencia Artificial. Potencialmente es más peligrosa que las armas nucleares."

No es la 1a. vez que Musk ha hecho pública su preocupación acerca de la Inteligencia Artificial, la cual otros notables futuristas como Ray Kurzweil de Google ven bajo una luz mucho más positiva e incluso romántica. En junio, Musk declaró a la CNBC que él considera seriamente la posibilidad de que un escenario tipo "Terminator" llegue a suceder, y que ha invertido en empresas de IA para vigilar a dónde se dirige la tecnología.

Eric Mack
(v.CNET-News del 3 de agosto de 2014).

La inversión requerida para desarrollar un nuevo fármaco y pasar por el proceso de pruebas clínicas que exigen las autoridades de salud es enorme, en exceso de 1.3 millones de dólares para cada producto de patente que llega al mercado. Con costos tan altos, las empresas farmacéuticas están obligadas a pensar las cosas no una, sino varias veces antes de lanzar un nuevo proyecto de investigación. Con costos de desarrollo tan altos, conviene a las empresas farmacéuticas invertir en productos cuyo perfil de riesgo sea más favorable. En esta dimensión, los antibióticos salen perdiendo, puesto que las bacterias se reproducen tan rápidamente, que en poco tiempo producen mutaciones que resisten los nuevos productos antibióticos. Esto lo saben las empresas farmacéuticas. El efecto es disuadir inversiones en estos productos, puesto que hay una probabilidad razonablemente alta de que las bacterias desarrollarán resistencias que nulificarán el valor terapéutico de los nuevos productos en un plazo menor al requerido para recuperar las inversiones.

Para colmo, la mayoría de las infecciones se caracterizan por un periodo agudo relativamente corto. Después de ese plazo, normalmente sucede cualquiera de dos cosas: el sistema inmunológico del paciente responde y derrota la infección, o en el caso contrario, el paciente fallece. Por ello, el periodo de tratamiento con antibióticos normalmente también es corto. Esto significa que el plazo durante el cual el producto genera ingresos también es corto. En esta dimensión, las enfermedades crónico-degenerativas salen ganando, puesto que el periodo de aplicación en estos casos puede ser de varios años.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la población más expuesta a las infecciones que causan las bacterias está compuesta de personas de ingresos bajos que no tienen los recursos para adquirir estos medicamentos. Esto limita el tamaño del mercado a servir y la condición se agrava aún más durante el periodo cuando los productos gozan de la protección que les confieren las patentes.

El efecto de todo lo anterior es desincentivar el desarrollo de familias nuevas de productos antibióticos. Estamos ante una falla de mercado que no se resolverá por sí sola. En estas circunstancias, es indispensable que los gobiernos desarrollen nuevas políticas públicas que remedien la falla de mercado.

Roberto Newell G., economista, vicepresidente del Instituto Mexicano para la Competitividad, AC.
(v.pág.2 de la sección "Negocios" del periódico Mural del 12 de junio de 2014).

Los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Center for Disease Control (CDC) del gobierno estadounidense apuntan a que vamos hacia una crisis de salud. La mayor resistencia de las bacterias a los antibióticos disponibles está aumentando la virulencia y mortandad de varias infecciones que hasta hace poco parecían estar controladas. Lo peor del caso es que aun cuando los médicos logren salvar vidas, lo harán usando estrategias más complejas y sofisticadas que encarecerán el tratamiento de las infecciones.

Al iniciar el siglo 20, las principales causas de mortandad eran infecciones contagiosas, entre ellas tuberculosis, pulmonía y enteritis. Sus efectos eran devastadores y pegaban particularmente duro a niños e infantes. Esto cambió durante la primera mitad del siglo debido a cuatro factores principales: mejor nutrición, desarrollo de programas de salud pública e higiene, descubrimiento y aplicación de vacunas, y la aparición de antibióticos para controlar las principales enfermedades infecciosas.

La población más beneficiada por las medidas arriba descritas fueron los niños y lactantes, pero el desarrollo y aplicación de antibióticos aportó beneficios a todos los segmentos de la población. Sumadas, estas medidas causaron que la expectativa de vida al nacer aumentara más de 30 años durante la primera mitad del siglo pasado. En el caso de Estados Unidos y Europa, aproximadamente la tercera parte de ese aumento se debió al desarrollo y uso de antibióticos.

Los antibióticos son tan importantes para la salud de las personas, que conviene preguntar: ¿qué vamos a hacer cuando ya no podamos contar con los beneficios que aporta esta familia de fármacos? La pregunta no es ociosa ni especulativa, puesto que ya existen bacterias que han desarrollado resistencia a todos los antibióticos disponibles. A veces, las resistencias limitan o reducen la eficacia de los medicamentos, requiriendo de productos costosos, mayor estancia hospitalaria y la posibilidad de contagiarse por algún otro microorganismo. Esto inicialmente afecta a personas inmunocomprometidas, pero existen ya infecciones resistentes que pueden afectar a cualquier individuo independientemente de su estado físico. Lamentablemente, estamos cerca del momento crítico cuando los antibióticos ya no cumplirán su función actual. Cuando esto suceda, la medicina perderá una de sus armas más eficaces y las personas dependerán sobre todo de la capacidad de sus sistemas inmunológicos para combatir varias de las bacterias más comunes y malignas.

La OMS, el CDC de EU y la Secretaría de Salud están plenamente conscientes de que se avecina una crisis. Hasta el momento todavía no han encontrado una estrategia de intervención que les permita revertir el problema. En mi opinión, y la de personas mucho más calificadas, las estrategias que proponen suenan rudimentarias e insuficientes: lavarse las manos frecuentemente; aislar a las personas infectadas; fortalecer el control de infecciones en sitios donde se prestan servicios médicos y de salud, y asegurar la aplicación de las vacunas disponibles para evitar la recurrencia de brotes epidémicos.

Las acciones que están al alcance de los individuos también me parecen insuficientes ante el tamaño del problema: evitar usar antibióticos sin receta médica, aplicar la dosis completa recetada por el doctor para evitar que persista la infección que se está combatiendo y, por último, evitar el uso indiscriminado de antibióticos para problemas que en realidad no lo requieren, por ejemplo, una infección viral.

Seguramente, estos remedios servirán de algo, pero me temo que no resolverán el problema. Por ello, recomendaría complementar estas medidas con otras: primero, es urgente que los gobiernos nacionales desarrollen incentivos económicos para estimular la investigación y desarrollo de nuevas familias de antibióticos; no ha habido un descubrimiento nuevo desde 1962, si tomamos en cuenta que los "nuevos" antibióticos sólo son modificaciones estructurales de familias viejas. Segundo, los gobiernos también deben preparar planes de contingencia para enfrentar las crisis que seguramente llegarán. Entre las cuestiones importantes que se deben resolver es qué hacer en caso de una epidemia; cuál debe ser el papel de las instituciones de salud; qué protocolos de acción implantar; cómo identificar y proteger los grupos más vulnerables; así como definir qué acciones se deben implantar para evitar la diseminación de las bacterias.

Parece ser tarde para evitar una crisis de salud, pero no es demasiado tarde para preparar una respuesta inteligente.

Roberto Newell G., economista, vicepresidente del Instituto Mexicano para la Competitividad, AC.
(v.pág.2 de la sección "Negocios" del periódico Mural del 5 de junio de 2014).

La penicilina fue descubierta en 1928 y las primeras dosis no-experimentales en el campo de batalla se aplicaron en 1943, salvando a soldados que estaban a punto de morir. Dos años después, el descubridor del medicamento, Sir Alexander Fleming, advirtió que sus beneficios podrían ser poco duraderos. Al aceptar el Premio Nobel de Medicina en 1945 declaró:

"No es difícil crear microbios resistentes a la penicilina en el laboratorio mediante su exposición a concentraciones insuficientes para matarlos... Existe el peligro de que el hombre ignorante pueda con facilidad autorrecetarse concentraciones insuficientes y mediante la exposición de sus microbios a cantidades no letales del medicamento, hacerlos resistentes".

Cada prescripción inapropiada y dosis insuficiente mataría a las bacterias débiles, pero dejaría sobrevivir a las más fuertes. Las bacterias pueden producir una nueva generación en 20 minutos; con decenas de miles de generaciones cada año buscando estrategias de supervivencia, los organismos pronto sobrepasan a los potentes medicamentos nuevos.

Un estafilococo resistente a la penicilina apareció en 1940, mientras el medicamento todavía se estaba probando en unos pocos pacientes. La tetraciclina fue introducida en 1950, y la shigella resistente a la tetraciclina apareció en 1959; la eritromicina salió al mercado en 1953, y un estreptococo resistente a la eritromicina apareció en 1968. Al aumentar la disponibilidad de antibióticos e incrementarse su uso, las bacterias desarrollaron defensas más rápidamente. La meticilina llegó en 1960 y la resistencia a la meticilina en 1962; la levofloxacina en 1996 y los primeros casos de resistencia el mismo año; el linezolid en 2000 y la resistencia a él en 2001; la daptomicina en 2003 y las primeras señales de resistencia en 2004.

Con los antobióticos perdiendo utilidad tan rápido -y por ello no recuperando el estimado de US$ mil millones por medicamento que cuesta su creación- la industria farmacéutica perdió el entusiasmo por su fabricación. En 2004 sólo había 5 nuevos antibióticos en desarrollo, comparados con más de 500 medicinas para enfermedades crónicas en las que la resistencia no es un problema -y las cuales, a diferencia de los antibióticos, se consumen durante años, no por días. Desde entonces, los bichos resistentes se han vuelto más numerosos y al compartir su DNA entre ellos, se han vuelto más difíciles de tratar con los pocos medicamentos que quedan. En 2009, y otra vez este año, investigadores en Europa y en los Estados Unidos hicieron sonar la alarma sobre una ominosa forma de resistencia conocida como CRE, para la que sólo un antibiótico sigue funcionando.

En septiembre, el Dr. Thomas Frieden, director de los Centros para Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, emitió una fuerte advertencia: "Si no somos cuidadosos, pronto estremos en una era postantibióticos. Para algunos pacientes y algunos microbios, ya estemos allí". La funcionaria médica jefe de Gran Bretaña, Dame Sally Davies -quien califica a la resistencia a los antibióticos como una amenaza tan seria como el terrorismo- recientemente publicó un libro en el que se imagina lo que vendrá después. Ella describe un mundo donde la infección será tan peligrosa que cualquiera con síntomas menores sería confinado hasta que se recuperara o muriera.

La era postantibióticos.

Sin la protección ofrecida por los antibióticos, categorías completas de procedimientos médicos deberán ser repensados.

Al volverse más peligrosas las infecciones, la industria de los cuidados médicos estará menos dispuesta a correr riesgos.

Sin antibióticos, la quimioterapia o el tratamiento mediante radiaciones se volverán tan peligrosos como los cánceres que pretenden curar. Lo mismo pasará con los trasplantes. Las unidades para tratamiento de quemaduras tendrán un problema muy difícil para mantener vivos a sus pacientes.

Estarán fuera las unidades de cuidados intensivos, con sus ventiladores, catéteres y portales, así como las diálisis renales.

Después se irán las cirugías, especialmente las de órganos con grandes poblaciones de bacterias, como los intestinos y el tracto urinario. Y la implantación de protesis que no pueden limpiarse sin antibióticos. Sin antibióticos, uno de cada 6 receptores de una prótesis de cadera morirían.

Sin antibióticos los riesgos de operaciones mayores, como las de corazón abierto, y rutinarias, como las cesáreas y las bipsias de próstata, serían tan riesgosas que la probabilidad de que los médicos las lleven a cabo se modificará. No valdrá la pena correr el riesgo.

Un número creciente de investigaciones científicas relacionan la utilización de antibióticos en animales con la aparición de bacterias resistentes: en el sistema digestivo de los animales, en el estiércol que los granjeros utilizan en sus cosechas o almacenan en sus terrenos. Las bacterias resistentes se mueven de los animales a los humanos a través de los cuerpos de agua y el polvo, a través de las moscas, y a través de la carne en que esos animales se convierten.

Las reses, los cerdos y los pollos -y en algunos países los peces y los camarones- reciben dosis regulares de antibióticos para acelerar su crecimiento, incrementar su peso y protegerlos de enfermedades en el ambiente insalubre en que son mantenidos. De todos los antibióticos vendidos en los EUA, el 80% se utiliza en la agricultura y ganadería.

En su reporte de 2011, la FDA encontró que el 65% de las pechugas de pollo y el 44% de la carne de res tenían bacterias resistentes a la tetraciclina, y el 11% de los cortes de cerdo tenían bacterias resistentes a 5 tipos de antibióticos. La carne lleva esas bacterias a la cocina, donde si no se maneja cuidadosamente y se cocina completamente ocasionará infecciones.

Investigadores y activistas han tratado durante años que la FDA ponga un alto al sobreuso de antibióticos en las granjas con casi ningún resultado.

Una era postantibióticos pondrá en peligra la agricultura tal como lo hace con la medicina.

En los EUA también se utilizan antibióticos para controlar enfermedades de las frutas, pero también esas protecciones están fallando.

En países como Dinamarca, Noruega y Holanda, la regulación del gobierno del uso médico y agrícola de los antibióticos ha ayudado a detener la rápida evolución de las bacterias hacia la intratabilidad. Pero los EUA nunca han tenido la voluntad para instituir tales controles, y la alternativa de libre mercado de pedir a médicos y consumidores que usen conservadoramente los antibióticos se ha intentado por décadas sin mucho éxito.

Maryn McKenna
(Medium.com)

"Aunque el impacto a corto plazo de la Inteligencia Artificial depende de quién la controle, el impacto a largo plazo dependerá de si puede ser controlada siquiera".

Tanto en el corto como en el largo plazo, existen enormes pesadillas potenciales al acecho.

Stephen Hawking, ciertamente, parece no confiar para nada en los llamados expertos en IA.

Él declaró: "Enfrentando posibles futuros de incalculables beneficios y riesgos, los expertos seguramente están haciendo todo lo posible para asegurar el mejor resultado, ¿de acuerdo? Error. Si una civilización alienígena superior nos enviara un mensaje diciendo: 'llegaremos en unas pocas décadas', ¿les responderíamos solamente: 'OK, avísenos cuando estén aquí... dejaremos las luces encendidas'? Probablemente no... pero esto es más o menos lo que está sucediendo con la IA".

En verdad frecuentemente parece que los compromisos de la ingeniería sobrepasan cualquier amenaza que el producto final pudiera tener para la humanidad. Automóviles que se conducen solos son un pequeño ejemplo. A los ingenieros parece no importarles mucho que las personas realmente disfruten conducir.

Hawking aceptó que los roborts y otras máquinas artificialmente inteligentes pudieran traer enormes beneficios. Si así sucediera, explicó, sería "el mayor evento en la historia humana".

De todas formas, él también sugirió que la IA pudiera ser el último evento en la historia humana.

Lamentó el hecho de que relativamente poca investigación se está llevando a cabo para examinar los posibles riesgos y beneficios.

Dijo de la dinámica llegada de la IA: "Enfrentamos potencialmente la mejor y la peor cosa que pudiera sucederle a la humanidad en la historia".

En el pasado, Hawking a tratado de recordarle a la gente que toda la fascinación con la ciencia ficción puede cegarnos. Esta puede enmascarar algunas veces la noción de que las consecuencias pudieran ser un desastre mayor.

La humanidad tiene una tendencia a enamorarse de su propia inteligencia y de alguna manera nunca considerar que algo pudiera salir mal.

Quizá, como Hawking dice, más personas del lado científico de la vida debieran enfocarse en prepararse para las cosas malas.

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 2 de mayo de 2014).
Ya nos lo avisaban los estudiosos: el siglo XXI no sería el escenario de guerras entre las naciones sino que habría de estar marcado por la delincuencia, el terrorismo, los conflictos sociales y la decreciente disponibilidad de recursos naturales. Y, en este sentido, México estaría cumpliendo a cabalidad con las profecías de los sociólogos: se ha convertido en el territorio privilegiado de los enfrentamientos contra unas mafias mundiales del narcotráfico que, por si fuera poco, ya no se limitan meramente a negociar con las sustancias que los Estados se empeñan tercamente en prohibir sino que asumen abiertamente las funciones de la autoridad en muchas comunidades. La especie de que un personaje como El Chapo es una suerte de benefactor que dispensa generosamente mercedes a sus paisanos no sería más que una parte de la ecuación: en ciertos pueblos, las organizaciones criminales cobran tributos a los ciudadanos, hacen justicia por cuenta propia y ejercen un poder tan absoluto como aterrador.

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 16 de marzo de 2014).


Hace 20 años, H.M.Enzensberger escribió un pequeño libro (Perspectivas de guerra civil. Traducción: Michael Faber-Kaiser. Anagrama) tratando de entender un fenómeno que pensaba expansivo luego del final de la Guerra Fría: la multiplicación de expresiones violentas en el marco de las sociedades nacionales. Decía entonces que la nueva violencia tenía algunas características: "se desligaba totalmente de justificaciones ideológicas", a diferencia de lo que habían hecho por ejemplo los "guerrilleros o terroristas de los años sesenta y setenta que creían necesario justificar sus acciones"; era desatada "casi sin excepción por jóvenes" como una nueva forma de "machismo" que desplegaba una enorme "fuerza destructiva"; era marcada por "una reacción radical a la presión modernizadora" y enfrentaba a perdedores con otros perdedores; y carecía de cualquier aspiración de futuro, derivando en una "agresión sin contenido". Escribía: "De este modo, cualquier vagón del metro puede convertirse en una Bosnia en miniatura... Cualquier diferencia -que alguien prefiera otro equipo de futbol- se convierte en un riesgo mortal".

Quienes desencadenaban esa violencia no pretendían ganar algo. "Saben muy bien que sólo pueden perder... (y) hacen todo cuanto está en sus manos para agudizar al máximo su situación. No solo quieren convertir en "una auténtica mierda" a sus contrincantes, sino también a sí mismos". Reproducía parte de un informe de un trabajador social que reportaba que en los suburbios de París "han acabado destruyéndolo todo: los buzones, los portales, las escaleras de las casas. Han arrasado y expoliado la policlínica en la que están tratando gratuitamente a sus hermanos y hermanas...". Sorprendido, a Enzensberger le parecían zombis que habían perdido cualquier esperanza y que incluso tenían atrofiado el "mecanismo regulador de la auto conservación". Encarnaban una especie de utopía negativa: "el protomito de la lucha de todos contra todos".

Enzensberger reaccionaba ante una serie de laberintos interpretativos que le parecían callejones sin salida. Uno de esos, quizá el que más lo irritaba, era el de los que "se erigen como tutores de las ovejas descarriadas, las exculpan con desmesurada benevolencia de toda responsabilidad por sus actos violentos. La culpa jamás la tiene el criminal, siempre el entorno: el hogar paterno, la sociedad, el consumismo, los medios audiovisuales, los malos ejemplos". Parecería que no existen responsabilidades individuales, que hay solo una culpa: la del "sistema". No negaba que el contexto influye en las personas y modela algunas de sus conductas, pero esa forma de interpretar lo único que lograba, en lo inmediato, era relevar de compromisos a quienes desataban la violencia.

Llamaba "guerra civil molecular" a esa ola destructora que se iniciaba de manera imperceptible, sin necesidad de una movilización general. Sus manifestaciones empezaban con grafitis sin gracia ni sentido que llenaban los muros públicos, con la multiplicación de "neumáticos pinchados, teléfonos públicos inutilizados", hasta llegar, en los momentos de máxima exaltación a enfrentamientos ardientes, coches incendiados, policías heridos, agresores "agredidos". El autor de Política y delito no escondía su desaliento, y él mismo decía: "no soy neutral. Estoy contagiado. Siento cómo la rabia, el miedo y el odio se están acumulando en mí". Le parecía una ingenuidad pensar que la cultura era "capaz de proteger a una sociedad frente a la violencia" y la reproducción a gran escala de los sucesos sangrientos en los medios no hacía sino convertirnos en espectadores impotentes. Total, un panorama desolador.

No vislumbraba una salida fácil, pero sabía que la mayoría acunaba todavía la ilusión de una vida civil sin violencia. Escribió al final quizá para darse ánimo: "Tampoco la guerra civil pequeña, molecular, dura eternamente. Tras los combates en las calles llegan los vidrieros; tras el saqueo dos hombres provistos de alicates conectan de nuevo el teléfono de la cabina. En hospitales saturados, los médicos de urgencia trabajan día y noche para salvar la vida de los supervivientes. La perseverancia de esas personas parece un milagro. Saben que no podrán arreglar el mundo. Sólo un fragmento, un techo, una herida...". Son los héroes civiles que con su trabajo y esfuerzo intentan mantener, edificar o reformar algo de lo que sí funciona, porque saben que lo otro sí lleva a alguna parte, a una especie de abismo feroz y sangriento. Sísifo -escribía- es ahora un personaje cotidiano, "obligado a llevar una piedra peñas arriba, una y otra vez. Esta piedra es la paz".

José Woldenberg
(v.pág.7 del periódico Mural del 24 de octubre de 2013).


Capo brasileño habló como un profeta y todo lo dicho es espeluznante y vigente.

Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.

O Globo: ¿Usted es del Primer Comando de la Capital?

Marcola: Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía... ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer", esas cosas...

Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.

O Globo: Pero la solución sería...

Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de "solución" ya es un error.

¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una "tiranía esclarecida" que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta "conference calls" entre presidiarios...).

Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.

O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?

Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay 100,000 hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.

La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.

¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...! Yo leo mucho; leí 3,000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país.

No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una 3a. cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es eso. Es otra lengua.

Está delante de una especie de post miseria.

La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.

O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?

Marcola: Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio... Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y "colocado en el microondas".

Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes.

Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en "super stars" del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos "globales". Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos. (¡MENUDO COMENTARIO WOW!)

O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?

Marcola: Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a "los barones del polvo" (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata?

No tienen dinero ni para comida de los reclutas Estoy leyendo "Sobre la guerra", de Klausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros... solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?

O Globo: Pero... ¿No habrá una solución?

Marcola: Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema.

(V.Diario República del 29 de septiembre de 2013).


Ya hemos visto cómo se han multiplicado, hasta el absurdo, los controles en los aeropuertos luego de los atentados del 11-S. Todos los viajeros deben someterse a las más exhaustivas inspecciones. Resulta, sin embargo, que algunas personas son detenidas en los puestos de inspección por llevar el mismo nombre de un presunto terrorista o, peor aún, de un sujeto que está simplemente bajo sospecha. Y, en este sentido, la información que puedan tener las autoridades sobre cada uno de nosotros es un factor que determina fatalmente el desenlace de la experiencia. Imaginemos, a partir de ahí, que el gobierno sabe cada vez más y que, en el entorno de creciente inseguridad que estamos viviendo (el siglo XXI, a diferencia de la centuria anterior, no va a estar marcado por los grandes conflictos bélicos entre los Estados nacionales, sino por el desbocado incremento del terrorismo y de la actividad de las organizaciones criminales), quiera controlar cada vez más. Las inspecciones que llevaría a cabo se extenderían entonces a las carreteras, los centros comerciales, los museos y las oficinas públicas, entre muchos otros espacios, y los datos a su disposición podrían ser crecientemente incriminatorios. ¿Por qué? Pues, por el hecho de que ciertas informaciones ya obtenidas -las visitas a ciertos sitios de internet, las preferencias sexuales, la simpatías partidistas, las creencias religiosas, etc.- puedan servir para catalogarnos como personas poco confiables, por decirlo de alguna manera, si no es que abiertamente sospechosas. Y, a partir de ahí, la amenaza de que ese antedicho aparato oficial de persecución se ponga en marcha se trasmuta en un peligro real.

Naturalmente, la gran mayoría de nosotros no hemos cometido delitos mayores sino simples faltas administrativas e infracciones de tránsito. Pero podemos, llegado el momento, ser víctimas de esa tentación totalitaria que siempre está ahí, en las entrañas del Estado, y que puede brotar por poco que se aparezcan subrepticiamente los esbirros de turno. Después de todo, ya estamos viendo la aplastante persecución que padece ese muchacho, Edward Snowden, por haber denunciado precisamente esto, lo de la vigilancia a los ciudadanos. No hay, en estos momentos, hombre más desamparado en el planeta. Estamos avisados.

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 7 de julio de 2013).


Crecimiento de la población mundial.

Efectos del crecimiento de la población mundial.

Presentados en la novela "Inferno" de Dan Brown.


Stephen Hawking, uno de los más grandes físicos y cosmólogos del mundo, una vez más está advirtiendo a sus compañeros humanos que nuestra extinción está en el horizonte a menos que encontremos alguna forma de vivir en el espacio.

El razonamiento de Hawking es que la Tierra es un planeta demasiado delicado para aguantar el maltrato humano.

"Por la humanidad, debemos continuar nuestra marcha hacia el espacio", declaró. "No vamos a sobrevivir otros 1000 años sin salirnos de este frágil planeta".

Por años, Hawking ha aconsejado que se busquen nuevos planetas para habitarlos. En 2006 dijo que la supervivencia de la raza humana dependería de su habilidad para encontrar nuevos hogares en otra parte del universo. En 2011 agregó: "Nuestra única oportunidad de sobrevivencia a largo plazo es no quedarnos escondidos en el planeta Tierra, sino diseminarnos en el espacio".

(V.CNET-News del 10 de abril de 2013).


Una de las más celebres mentes científicas del mundo, Stephen Hawking, se pregunta si los alienígenas y los humanos pudieran realmente coexistir.

Según el Times de Londres, Hawking ha hecho un nuevo documental, "El Universo de Stephen Hawking", que se televisará en Mayo. En esta película, que se tomó 3 años para filmarse, Hawking ofrece su punto de vista de lo que realmente pudiera estar allá afuera.

El no pinta un cuadro del todo atractivo. Aunque no duda, por simple deducción matemática, que existan otros seres en la galaxia, no se imagina que pudieran ser especialmente agradables o especialmente brillantes.

No es optimista sobre que muchos alienígenas vayan a ser inteligentes o particularmente peligrosos, pero si los humanos llegan a estar en contacto con ellos, él teme más por nosotros que por ellos.

"Si alguna vez nos visitan aliens, pienso que el resultado sería muy similar a cuando Cristóbal Colón llegó por primera vez a América, lo que no resultó muy bueno para los nativos americanos".

Hawkin agregó: "Me imagino que ellos pudieran existir en naves masivas, después de haber agotado los recursos de su planeta de origen. Esos aliens tan avanzados quizá se convertirían en nómadas, buscando conquistar y colonizar cualquier planeta al que pudieran llegar".

Chris Matyszczyk
(v.CNET-News del 25 de abril de 2010).
Una de las cuestiones que más indignaban a Viviane Forrester cuando escribió un inusitado best seller hace unos años titulado El horror económico, era que una buena parte de la humanidad (y creciendo) estaba ya de más para el poder económico. No les interesan como empleados u obreros. Menos aún como consumidores. El gran capital encuentra caminos cada vez más cortos y estilizados para producir mucho con pocos, y para cada vez más pocos. Los demás sólo incomodan ligeramente la conciencia, y ya. Nada que no pueda resolverse con unos miles en alguna tienda departamental.

Toñecas Punk
(v.pág.2 del suplemento "ocio" del periódico Público del 14 de agosto de 2009).


Tiempo habrá siempre, espacio ya no. Mientras las urbes se extienden hasta alcanzar la meta de lo inagotable, los habitantes se restringen a departamentos y casas pequeñas; los millonarios y los multimillonarios comparten el espacio amplísimo con sus medidas de seguridad y sus guardaespaldas y su certidumbre última: la soledad perfecta de un triunfador exige en el cuarto de al lado veinte personas convenientemente armadas.

Carlos Monsiváis
(v.pág.14 del periódico Público del 21 de junio de 2009).


Vivimos característicamente ya la sociedad del riesgo. Hemos fomentado las condiciones para nuevas formas de riesgo y peligrosidad distintas a lo acostumbrado hasta hace poco. Nos encaminamos hacia una nueva modernidad en la que el eje que estructura nuestra sociedad no es ya la distribución de sus bienes, sino de sus males. No es ya el aprovechamiento de nuestras riquezas, sino la minimización del riesgo y la inseguridad lo que activa hoy a la gente.

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de abril de 2009).


Bienvenidos al siglo XXI. Nos anunciaban ya que no sería un tiempo de grandes guerras nacionales sino de batallas contra las bandas criminales; una época de contrabandistas, narcotraficantes, piratas, secuestradores y tratantes de blancas. Un siglo, también, de atentados terroristas y escaramuzas perpetradas por grupos de agitadores. En estos tiempos, el enemigo no es un ejército uniformado que combate bajo los colores de una bandera sino que está aquí, con nosotros, en la casa de al lado o en ese taller de la esquina donde una pandilla atesora su pequeña colección de armas mortíferas y materiales venenosos. Nos han advertido igualmente de la eclosión de los fanatismos religiosos y de los nacionalismos a ultranza. Nos han avisado de grandes migraciones, de pueblos enteros que, rebelándose contra una vida de pobreza y desesperanza, se buscarán un destino en los países ricos de este mundo. Pero, sobre todo, nos han hablado de un colosal desastre ecológico porque el agua, ese líquido que extraemos irracional y abusivamente de los depósitos subterráneos y que usamos para desalojar nuestras inmundicias, el agua del planeta se está terminando.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 12 de abril de 2009).


Hace años, el director del Instituto de Limnología de la Universidad de Guadalajara me confió, al tiempo que se lamentaba de la torpe manera en que se desperdicia el agua y de la estulticia con la que se busca proveer de más agua a Guadalajara, que al paso que vamos, en 30 años, esta ciudad estará en un desierto, sin bosques alrededor, sin agua potable ni posibilidad de traerla sino de muy lejos y a costos impagables, con noches muy, muy frías y días muy calurosos y con poca accesibilidad para traer alimentos, ya que tendrían que llegar también de muy lejos, dado que no habrá parcelas en los alrededores.

Los que vivan aquí, por más ricos que sean, como los habitantes de los pisos 30 ó 50 de esos altísimos edificios, se les terminará la electricidad y tendrán que bajar y subir las veces que sea necesario los numerosos pisos para salir de compras, ir al trabajo, a la escuela y, por más dinero del que dispongan, no podrán comprar el confort que perdieron cuando todos los habitantes de la llamada "Perla de Occidente", unos abusaron y otros permitieron el abuso de los recursos naturales que una vez la hicieron una habitable ciudad.

Martha González Escobar, divulgadora científica de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2008).


El planeta terminal

El fin del mundo se ha anunciado suficientes veces con anterioridad como para saber que éste no llegará -no al menos en la modalidad de una profecía apocalíptica-. Lo que sí ocurrirá es lo que vienen advirtiendo una serie de reputados científicos, sociólogos, filósofos, historiadores y economistas: nos encontramos viviendo los últimos momentos de la civilización tal y como la conocemos. La marcha forzada de la industrialización -y los efectos que causa en la Tierra, en su intento insuficiente por abastecer a una superpoblación cada vez más disparada-, es insostenible. Según las estimaciones más conservadoras, hacia el 2050 habrá 8,000 millones de habitantes. Pero entonces, los estragos causados por el cambio climático generarán principalmente 2 fenómenos que pondrán a la civilización al borde del colapso: migraciones masivas en busca de lugares habitables y feroces guerras en las que se disputará el control de los recursos naturales cada vez más escasos.

¿Por qué un panorama tan desolador? ¿En verdad los seres humanos no somos capaces de revertir el proceso de destrucción? ¿Qué nos ha puesto ante este sombrío umbral? Según el economista inglés John Gray, autor del libro Contra el progreso y otras ilusiones (Paidós, 2006), enfrentamos tal situación debido a que fracasó la idea de que el desarrollo y la ciencia traerían el bien y la salvación a nuestra especie. "El conocimiento humano crece -apunta Gray- pero el animal humano sigue siendo más o menos el mismo. Los seres humanos utilizan sus conocimientos crecientes para promover sus objetivos confrontados, sean cuales sean".

Como bien señala Gray, uno de los puntos más preocupantes del tema de la devastación del planeta y sus consecuencias en el futuro inmediato, es que aún no ocupa un lugar importante en el debate público. Entre otros motivos, lo atribuye al "arraigado hábito humano de negar el peligro hasta que el impacto del mismo resulta inminente". Como ejemplo de uno de los orígenes de esta grave crisis, destaca la tendencia de los países ricos a ignorar el hecho de la superpoblación. "Su prosperidad depende de su apropiación de una parte enormemente desproporcionada de los recursos no renovables mundiales. Si en algún momento llegan a afrontar esa realidad, tendrán que admitir que su riqueza actual es insostenible".

Hay, sin embargo, quienes han abanderado el tema e intentado ponerlo en la agenda internacional. El exvicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, lleva tiempo montado en una cruzada para alertar sobre los efectos del calentamiento gobal, lo que le ha dejado ya un premio Oscar por su documental Una verdad incómoda (1) y -muy probablemente también- la resurrección de su carrera política. Pero lo criticable de su campaña ecológica, es que está impregnada por una visión hollywoodense: EU se salvará y, a través de ellos, el mundo entero, como si se tratara de algún filme de Roland Emmerich (recordemos El día de la independencia o El día después de mañana) (2).

Resulta significativo que el cineasta mexicano Alfonso Cuarón tenga una aportación mucho más acertada y urgente al respecto, como lo demuestra su documental La posibilidad de la esperanza, que incluyó en los materiales extras del DVD de Niños del hombre (3). Según se desprende de este filme, lo que más puede agravar el de por sí complicado futuro de la humanidad, es la negación de lo que nos espera; el que no seamos capaces de entender la magnitud de los cambios que se avecinan. No bastará con reciclar la basura, ahorrar energía o firmar tratados internacionales, como promueve Gore (4). Además de eso, la tarea básica consiste en preparar a las generaciones que nos siguen para enfrentar lo que les estamos heredando: un mundo que estará regido por el caos que propiciarán los refugiados ambientales y la reestructuración del mapa geopolítico, y donde la eliminación de fronteras será vital para evitar mayores desastres. Un mundo -en pocas palabras y como sugiere el filósofo esloveno Slavoj Zizek en La posibilidad de la esperanza- sin raíces (5).

Volviendo a Gray, éste se refiere a nuestra raza como el homo rapiens. Y no le faltan motivos: las especies están desapareciendo entre 100 y 1000 veces más rápidamente que antes de la llegada de los seres humanos. Y explica: "Para que la población humana pueda seguir existiendo, deberá explotar los menguantes recursos del planeta de un modo cada vez más intensivo. Los seres humanos acabarán convirtiendo el planeta en una extensión de sí mismos a todos los efectos. Cuando miren a su alrededor, no hallarán más que su propio detritus" (6). Para Gray, el homo rapiens es una criatura altamente destructiva, pero aún es mayor su capacidad de autodestrucción.

¿Qué hacer entonces ante esta perspectiva? Llama la atención la conclusión del científico James Lovelock, autor del polémico libro La venganza de la Tierra, en el documental de Cuarón: "Yo tengo 9 nietos. Y no sé qué decirles, salvo la verdad. Lo mejor que puedo hacer es alentarlos para que lo vean en el sentido de que no sólo es terrible, sino también una aventura y una oportunidad para mejorar. Y que ellos deberían continuar teniendo hijos. No deberían decir que no tiene sentido traer niños al mundo ahora con lo que les espera. El sentido de la selección natural se vería arruinado si hicieran eso" (7). Esperanzador y, al mismo tiempo, escalofriantemente conocido: como siempre, sólo los más aptos y fuertes sobrevivirán. Pero también -y aquí está el punto clave de todo esto- los más realistas. La supervivencia de los seres humanos dependerá en buena medida de que nuestro pensamiento evolucione a un realismo práctico. El optimismo terminará por extinguirnos.

Bernardo Esquinca
(v.pág.28 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 13 de octubre de 2007).

Notas del webmaster:

(1) Y medio Premio Nobel de la Paz 2007.
(2) El asunto no es hollywoodense, pues resulta que los gringos consumen el 25% de los recursos mundiales y, a la vez, generan el mismo porcentaje de contaminantes. Entonces, y aunque nos caigan gordos, sin ellos el asunto estará muy difícil. De hecho, ellos solos podrían tener un impacto sensible aun si ningún otro país se les uniera en una campaña para salvar al planeta.
(3) Si lo renta en Blockbuster no viene tal material adicional.
(4) Y así las propuestas de Gore, quien es un hombre práctico y se aboca a lo posible más que a o deseable, se ven difíciles de alcanzar en nuestra sociedad...
(5) ¿Deberemos enviar a nuestros hijos a campamentos donde los enseñen a manejar armas, soportar el dolor, matar a mano limpia y comer raíces? En tal caso los nuevos dirigentes serán egresados de instituciones como los Green Berets o los Navy Seals. Países como el nuestro, donde hasta por portar un cuchillo de cocina lo encarcelan a uno, no se diga por un arma de fuego, están condenados, nuevamente, a salir derrotados.
(6) Parece que nos va a tocar ver la selva amazónica convertida en un gigantesco cañaveral para la producción de biocombustibles que se utilizarán para que las Hummers contaminen menos.
(7) Todo reducido a la sobrevivencia del ADN de algunos sujetos que hayan pasado por los cuerpos militares de elite y tengan acceso al mejor armamento. La serie de películas de Mad Max deberá considerarse como educación básica.


Las noticias son malas para los osos polares... malas para los gorilas de las tierras bajas occidentales... y muy malas para la gente también. Cuando las heladas del invierno se retrasen en China, un caracol de agua, portador de enfermedades, contará con toda clase de nuevas oportunidades para enfermar a la gente. Para 2085, mil millones extras de personas estarán en riesgo de contraer el dengue debido a los cambios en las temperaturas y en las lluvias.

"Tierra, Tierra, cabalgando en tu carrousel hacia la extinción", escribió la poetisa Anne Sexton. ¿Qué tan amenazadores deberán ser los encabezados acerca del mañana antes de que la gente se decida a cambiar sus costumbres hoy?

Nancy Gibbs
(v.pág.11 de la edición internacional de la revista Time del 24 de septiembre de 2007).


Año 2046. Soy un carcamal centenario. Lo sé porque llevo la cuenta, pero nadie lo diría. Sigo siendo fértil gracias a la tecnología biogenética. Hasta el año 2020 mis tratamientos los pagó la seguridad social, pero tras la gran quiebra del 21, los sufrago con un seguro privado. Estoy pensando que quizás debería tener otro hijo, pero el mundo no es un lugar seguro. Si bien mis pechos siguen tan turgentes que parecen a punto de explotar mientras hago el amor fogosamente con mi joven novio de 26 años (reales). Mi tez es tan suave que cuando me toco la cara me confundo con mi tataranieta. Tengo un implante celular de bótox en la base del cuello que derrama toxina botulímica por todo mi organismo con la generosidad del aspersor de agua del césped de mi jardín. Hasta mis intestinos son los propios de un cuerpo de 20 años. Mis cabellos, que nunca fueron largos ni espesos, ahora parecen un anuncio de escobas. No necesito teñirme porque el pelo me crece unos siete centímetros por mes, de un rubio natural. No me queda ni rastro de vello en el cuerpo, salvo en la cabeza y las cejas. Tampoco puedo decir que eche de menos el bello corporal, soy tan vieja que viví en la Era de la Depilación a la Cera Caliente, y puedo asegurar que a veces todavía sueño con ella y me despierto gritando en mitad de la noche. Mi nieta Yamisleidis, por el contrario, pertenece a un nuevo tipo de mujer que ha empezado a surgir. Las mujeres como ella amenazan con convertirse en un movimiento revolucionario: se niegan a implantarse nada en el cuerpo, a retocarse, a aliviar su decrepitud auxiliándose por la ciencia. Mi nieta parece una vieja amargada, y cuando viene a verme me paso todo el tiempo preocupada por si tropieza y se cae. (Para las personas de mediana edad las caídas suelen ser fatales, sobre todo cuando no consienten que la técnica las ayude). Hoy día, las mujeres envejecidas como mi Yamisleideis suelen ser pobres o revolucionarias y, como dice mi novio Whinston Chuong, no se sabe si es peor una cosa o la otra. Mi joven macho de compañía se refiere a que, en nuestro mundo actual, las divisiones sociales se han acrecentado de manera brutal: una ínfima parte de la población vivimos mejor que los reyes del siglo XX, y el resto sobrevive como puede. La esperanza de vida se ha reducido a 35 años con suerte y una ración de proteínas al mes. Estaba claro que con un único planeta no íbamos a tener para todos al ritmo que lo estábamos esquilmando. Hay pocas especies que hayan subsistido a la Gran Depresión de los años 20: algunos insectos, mamíferos de granja, humanos... Nunca se declaró una Tercera Guerra Mundial, pero la hubo: la formada por millares de pequeñas guerras tribales, religiosas y suicidas que acabaron con todo vestigio del antiguo estado de bienestar occidental y arrasaron los cimientos de todas las civilizaciones del mundo. Desde mi refugio en Groenlandia, pienso que soy afortunada. Me miro al espejo digital (conectado con mi cirujano) y le pregunto: "¿Quién es la más bella?". El me responde: "Tú, querida". Aunque siempre evito preguntarle quién es la más joven. O la más sabia. Hay cosas que es mejor no saber.

Angela Vallvey
(v.pág.40 de la revista Tentación del periódico El Informador del 6 de enero de 2007).


De la movida mahometana me quedo con una foto. Dos jóvenes tocados con kufiyas alzan un cartel: Europa es el cáncer, el Islam es la respuesta. Y esos jóvenes están en Londres. Residen en pleno cáncer, quizá porque en otros sitios el trabajo, la salud, el culto de otra religión, la libertad de sostener ideas que no coincidan con la doctrina oficial del Estado, son imposibles. Ante esa foto reveladora -no se trata de occidentalizar el sano Islam, sino de islamizar un enfermo Occidente-, lo demás son milongas. Los quiebros de cintura de algunos gobernantes europeos, la claudicación y el pasteleo de otros, la firmeza de los menos, no alteran la situación, ni el futuro. En Europa, un tonto del haba puede titular su obra Me cago en Dios, y la gente protestar en libertad ante el teatro, y los tribunales, si procede, decidir al respecto. Es cierto que, en otros tiempos, en Europa se quemaba por cosas así. Pero las hogueras de la Inquisición se apagaron -aunque algún obispo lo lamente todavía- cuando Voltaire escribió: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que nadie le impida decirlo".

Aclarado ese punto, creo que la alianza de civilizaciones es un camelo idiota, y que además es imposible. El Islam y Occidente no se aliarán jamás. Podrán coexistir con cuidado y tolerancia, intercambiando gentes e ideas en una ósmosis tan inevitable como necesaria. Pero quienes hablan de integración y fusión intercultural no saben lo que dicen. Quien conoce el mundo islámico -algunos viajamos por él durante 21 años- comprende que el Islam resulta incompatible con la palabra progreso como la entendemos en Occidente, que allí la separación entre Iglesia y Estado es impensable, y que mientras en Europa el cristianismo y sus clérigos, a regañadientes, claudicaron ante las ideas ilustradas y la libertad del ciudadano, el Islam, férreamente controlado por los suyos, no renuncia a regir todos y cada uno de los aspectos de la vida personal de los creyentes. Y si lo dejan, también de los no creyentes. Nada de derechos humanos como los entendemos aquí, nada de libertad individual. Ninguna ley por encima de la Charia. Eso hace la presión social enorme. El qué dirán es fundamental. La opinión de los vecinos, del barrio, del entorno. Y lo más terrible: no sólo hay que ser buen musulmán, hay que demostrarlo.

En cuanto a Occidente, ya no se trata sólo de un conflicto añejo, dormido durante 5 siglos, entre 2 concepciones opuestas del mundo. Millones de musulmanes vinieron a Europa en busca de una vida mejor. Están aquí, se van a quedar para siempre y vendrán más. Pero, pese a la buena voluntad de casi todos ellos, y pese también a la favorable disposición de muchos europeos que los acogen, hay cosas imposibles, integraciones dificilísimas, concepciones culturales, sociales, religiosas, que jamás podrán conciliarse con un régimen de plenas libertades. Es falaz lo del respeto mutuo. Y peligroso. ¿Debo respetar a quien castiga a adúlteras u homosexuales? Occidente es democrático, pero el Islam no lo es. Ni siquiera el comunismo logró penetrar en él: se mantiene tenaz e imbatible como una roca.

"Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia", ha dicho Omar Bin Bakri, uno de sus los principales ideólogos radicales. Occidente es débil e inmoral, y los vamos a reventar con sus propias contradicciones. Frente a eso, la única táctica defensiva, siempre y cuando uno quiera defenderse, es la firmeza y las cosas claras. Usted viene aquí, trabaja y vive. Vale. Pero no llame puta a mi hija -ni a la suya- porque use minifalda, ni lapide a mi mujer -ni a la suya- porque se líe con el del butano. Aquí respeta usted las reglas o se va a tomar por saco. Hace tiempo, los Reyes Católicos hicieron lo que su tiempo aconsejaba: el que no trague, fuera. Hoy eso es imposible, por suerte para la libertad que tal vez nos destruya, y por desgracia para esta contradictoria y cobarde Europa, sentenciada por el curso implacable de una Historia en la que, pese a los cuentos de hadas que vocea tanto cantamañanas -vayan a las bibliotecas y léanlo, imbéciles- sólo los fuertes vencen, y sobreviven. Por eso los chicos de la pancarta de Londres y sus primos de la otra orilla van a ganar, y lo saben. Tienen fe, tienen hambre, tienen desesperación, tienen los cojones en su sitio. Y nos han calado bien. Conocen el cáncer. Les basta observar la escalofriante sonrisa de las ratas dispuestas a congraciarse con el verdugo.

Arturo Pérez-Reverte
(2 de febrero de 2006).
Enlaces relacionados con el tema:

How to Make Yourself Useful to Our Future Robot Overlords
Why the Godfather of A.I. Fears What He's Built


Sólo son felices los más burros.
(V.Ocio del 5 de junio de 2012).
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