Para John Mackey, autor del libro Capitalismo Consciente junto con Raj Sisodia, la metáfora de la "mano invisible" de Adam Smith en La Riqueza de las Naciones debiera complementarse con la "mano visible" del "hacer el bien" intencional.
Mackey, también gerente general y cofundador de Whole Foods Market, plantea que complementar la "mano invisible" con una "mano visible", si se hace a conciencia y en forma continua, contribuiría a hacer avanzar a la humanidad hacia una era de progreso acelerado sin precedentes.
"No está peleado generar riqueza y ganar mucho dinero con hacer el bien a tu entorno".
Es la frase con la que Andrés Fabre, director general de Aeromar, define la iniciativa Capitalismo Consciente.
Conscious Capitalism es un movimiento internacional que busca cambiar la forma en que los negocios se llevan a la práctica y son percibidos.
Desde 2010 la organización apoya a las empresas a instrumentar prácticas más conscientes sobre la base de 4 líneas de pensamiento:
Una visión basada en un propósito superior; un liderazgo consciente con beneficios para todos; una cultura consciente basada en la confianza; y el beneficio para todos los grupos de interés (stakeholders), sin hacer diferencias de énfasis de uno sobre otro.
"Las decisiones no se toman desde el yo, sino desde el nosotros", dice Fabre, quien participa en el proyecto totalmente al margen de su actividad como "capitán" de Aeromar, que también está transformándose para elevar el sentido humano en la aerolínea.
Algunas de las compañías globales que han seguido esa línea empresarial son Whole Foods Market, Amazon, Costco, Patagonia y The Container Store.
Víctor PizEntre ellas, una muy significativa señala que en Japón, las personas, desde su niñez, reciben entrenamiento para la cooperación, lo cual facilita posteriormente su inserción en un equipo de trabajo y permite que los miembros estén dispuestos a dejar de lado el protagonismo y se aboquen a lograr aquello por lo que están ahí.
Los estadounidenses se preparan desde niños para la competencia, por lo que cuando forman equipos de trabajo, éstos se caracterizan por una gran cohesión, misma que les habilita para competir con otros equipos y luchar por ser siempre los primeros.
En México, la mayor parte de la población ha sido entrenada para la dependencia, esto puede deberse a factores culturales y religiosos que conforman con el paso del tiempo un perfil laboral poco adecuado para hacer aportaciones dentro de un equipo de trabajo.
Es común que el mexicano, al entrar a una empresa, "se ponga a las órdenes" de sus superiores, entendiendo con ello que está dispuesto a realizar todo aquello que se le mande o indique, sin cuestionarse acerca de la utilidad o del despropósito de la orden recibida.
De tal manera que al formar parte de un equipo detectará en primera instancia al líder y le seguirá casi de manera incondicional, obedeciendo y "apoyando" las ideas del mismo, pero sin asumir responsabilidades, sin ser proactivo y sin más interés que su propio beneficio.
Un individuo con una personalidad dependiente suele tener una autoestima muy baja que le produce insatisfacción y que le impide contar con el empuje suficiente para participar en la toma de decisiones, lo cual es capaz de poner en riesgo el futuro de todo un equipo.
Otro aspecto fundamental en un equipo de trabajo radica en la confianza que debe existir entre sus miembros, que es otro pie del que cojea mucho el mexicano, puede ser que con fundamento, pero que obstaculiza seriamente la manera en que debe fluir el trabajo. La confianza, a su vez, implica dimensiones fundamentales como la integridad, la consistencia, la lealtad y la apertura, mismas que en nuestro entorno no gozan de una gran presencia debido a la corrupción que se da en muchos ámbitos.
Luisa Fernanda Cuéllar, licenciada en Relaciones Industriales, catedrática universitaria, escritora y consultora especializada en Recursos Humanos.
(v.pág.2A de la sección "Negocios" del periódico Mural del 11 de diciembre de 2004).
Soy hijo de inmigrantes japoneses que en los años 30 tuvieron la gran visión de escoger esta tierra y con moldes japoneses me hicieron. Fabricantes japoneses pero ensamblado en México ¡Y, lo que está hecho en México, dicen que está bien hecho!
El tema que me designaron el día de hoy, "trabajo en equipo", es muy común en Japón. Me llena de mucho orgullo y esperanza que existan jóvenes que traten de luchar por ser empresarios y no estudien para buscar empleo en otro lado, ya que empleo no hay en ningún lado, lo que necesitamos en México es crear empleos.
Japón es un país del tamaño de Chihuahua, con Aguascalientes junto, pero tiene 124 millones de habitantes, tiene los 10 bancos más grandes del mundo, tiene el índice educativo y de longevidad más alto del mundo, tiene el índice de criminalidad más bajo del mundo y su producto nacional es igual a lo que producen Francia, Inglaterra y Alemania juntos. ¿A qué se debe esa gran productividad? Es una gran historia, una gran tradición. Les voy a dar unos "tips" para que sean magníficos empresarios en esta nación.
Analizando las diferencias entre Japón y México, veo tres diferencias importantes. La educación, la religión y la actitud hacia la vida misma y la naturaleza.
Existen 4 pasos para ser un empresario de excelencia. Estos pasos son: el bien ser, el bienhacer, el bienestar y el bien tener.
El "pliego de ofrecimiento" ¿A qué me refiero con esto? Si fabricarnos 1000 Datsun, ofrecemos el año entrante fabricar 1200 ¿Qué ofrece la empresa? Tenemos 5% de errores en la producción, ofrecemos reducirlos al 3% ¿Qué ofrece la empresa? Y en base a esos ofrecimientos, las empresas japonesas han logrado un error "0", "calidad total" y "just in time" o "justo a tiempo".
Con pliegos de peticiones no es posible. Pedimos más días no laborables, más vacaciones, más aguinaldo, que mi cumpleaños me lo paguen triple...
¿Por qué no crean sus propias empresas? Pero no se imaginen su primera empresa con dos hectáreas de largo(sic). ¡No! ¡No! ¿Cómo empezamos todos los empresarios?... Pues tenían capital... ¡No es cierto! Yo conozco, a muchos libaneses, israelitas, españoles, que llegaron a esta nación, a México, con una mano adelante y otra atrás, sin amigos, sin conocer el idioma y las costumbres, pero con una fe en sí mismos, en este México y trabajaron, y trabajaron mucho, y ahora son los empresarios de esta nación. Pero ¿qué pasa en el pueblo? Vean ustedes el comportamiento en el pueblo de Chiconcuac, donde sea, hay la fiesta del pueblo, se celebra San Agustín o Santo Tomás, el patrono del pueblo, y es casi toda la semana la pachanga. ¿Qué hacemos los mexicanos? El bailongo, los cohetes y las "cheves". ¿Y los españoles?... Abriendo desde las cuatro de la mañana sus panaderías hasta las diez de la noche... y vean a los israelitas: trabajando y trabajando. Nosotros no, pues es día de fiesta del pueblo ¡Cómo! Me va a castigar San Francisco. Vean la diferencia del trabajo. Vean un domingo de nosotros, juega el América... las "cheves". Los Anglosajones arreglando el carro, limpiando la pared, engrasando la puerta, podando. El japonés arreglando su jardín, trabajando. Nosotros no. ¡Pues es domingo! Y como hoy es domingo, ¡cómo quieres que trabaje!. Yo hablo con mis trabajadores. Vieran lo que he aprendido de todos ellos: gente que ha vivido en los cinturones de la miseria, gente que después se va superando poco a poco. Cada vida, de cada ser humano, es una enseñanza. La obligación del empresario, los que tuvimos la fortuna de haber estudiado, no es nada más hacer dinero. Es trabajar y trabajar... y dar educación. Soy Director de Yakult. Tenemos 20 años en esta empresa. ¿Qué es Yakult? Hubo un científico japonés al que llamó mucho la atención que los niños, cuando están tomando leche materna nunca se enferman del estómago, y descubrió que la madre en la leche materna produce un lacto bacilo, el cual fue extraído de la leche materna para hacerlo vivir en leche de vaca. En cada frasquito de Yakult tienen más de 8,000,000,000 de lacto bacilos. Actualmente vendemos 1,000,000 de frasquitos diarios. Mis trabajadores son los mejor pagados en el área de Ixtapaluca. El reparto de utilidades que reciben es lo que ganaron en un año de sueldo. Pero, ¿cuánto retira el empresario en estos 15 años que tenemos en México?... Ni un solo centavo. Así es como las empresas de los japoneses crecen. Cuando éstas todavía no cumplen 20 años, " nosotros, no retiramos ni la parte japonesa ni la parte mexicana. Es pura inversión y reinversión. Y quiero que entiendan, futuros empresarios, que cuando están los jóvenes aquí en la universidad pensando: ¿qué vamos a hacer? es como el enamoramiento. Cuando hacen el Plan de Negocios es la concepción. El embarazo cuando construyen la fábrica. Y cuando la inauguran es el nacimiento. Después ya tienen un bebito. Dentro de los tres primeros años tienen que cuidarla a diario, con el único objetivo de hacerla crecer. Pero en México, el 84% de todas las empresas nuevas quiebran los 3 primeros años, porque los papás quieren que el bebito les ponga auto último modelo, que les ponga alfombra, aire acondicionado, muebles de caoba y una secretaria rubia de minifalda... ¡Pues quiebra!. Después viene la adolescencia y después llegan a ser adultos. Es cuando las empresas japonesas empiezan a hacer reparto de utilidades a los socios. Así es como crecen las empresas japonesas, por eso son empresas multimillonarias y empresarios pobres. Y la diferencia de sueldo de un obrero y el presidente de la compañía... son ocho veces lo que gana el obrero de más bajo nivel. En la pirámide de nuestra nación quieren hacerse ricos al segundo año con esa empresa que pueden poner . Váyanse a 20 años de plazo, métanle todo lo que ganen, denle todo a su hijo que es su nueva empresa y verán como crece. Verán como se hace adulto. Si, ¿y de qué vivimos? ¿de un saludo? Pueden tener un salario, pero no la sangren.
Quiero terminar con un cuento que me contó mi padre, dice así: Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente este bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir. Sólo hay un gorrioncito que va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el incendio. Va al río moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y una o dos gotitas de agua deja caer, tratando de apagar el incendio. Pasa un elefante y le grita al gorrioncito: ¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¡No ves que te vas a achicharrar! El gorrioncito se voltea y le dice: ¡No!, este bosque me ha dado todo, familia, felicidad, me ha dado todo y le tengo tanta lealtad que no importa que muera, pero yo voy a tratar de salvar este bosque. Va al río moja sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua. Ante esta actitud los dioses se compadecen de él y dejan caer un tormentón y el incendio se apaga. Y este bosque vuelve a reverdecer y a florecer y todos los animalitos regresan y vuelven a ser felices, más felices de lo que eran.
Jóvenes universitarios, yo comparo este bosque con mi México. Tal vez estemos en un gran incendio, en una gran crisis política, social, económica y moral, pero yo les pido a ustedes que todos los días, dejemos caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo. Si así lo hacen, México se los agradecerá y Dios los bendecirá.
Hablando del aspecto "soñador" del ejecutivo mexicano, en general tiene una mente agilísima cuando se trata de ideas filosóficas y planes complicados, que puede describir gustosamente y con entusiasmo. De estas presentaciones derivan gran placer y satisfacción, aunque tal vez a nadie se le ocurra que, en la práctica, el plan no es viable. En este punto, no se da consideración a la implementación, lo que da por resuñtado que muchas ideas excelentes nunca lleguen a dar fruto. En México, la palabra con mucha frecuencia se emplea como sustituto del hecho.
Debido a la sensibilidad del mexicano su primera preocupación es evitar herir susceptibilidades y no causar confrontaciones, lo cual produce que no siempre se pueda esperar una respuesta totalmente directa. Por lo general no se considera antiético el decir medias verdades o mentiras pequeñas, o el no decir nada para evitar pérdida de prestigio o confrontación, de modo que aquí se ve surgir el tono gris en sus múltiples matices al hablar de la estricta verdad y la ética personal. A veces lo que consideraría antiético un ejecutivo norteamericano en términos de lo que dice, posiblemente no se considere igual en México. En general el ejecutivo mexicano piensa que la diplomacia y un enfoque indirecto y discreto pueden ser más eficaces para la mayor comprensión a largo plazo que la verdad escueta y la confrontación directa.
En los Estados Unidos el individualismo y la competencia son cualidades admiradas.
Como resultado de sus experiencias en el hogar y en la escuela, el joven egresado llega a la organización empresarial con confianza en sí mismo y con la mayoría de las cualidades deseadas, como la independencia, la competitividad, la agresividad y el individualismo. La única cualidad que todavía le falta en ese punto es la capacidad de separar emocionalmente la crítica de su trabajo de la crítica de su persona.
Los grupos de ejecutivos de las empresas norteamericanas provienen de antecedentes religiosos muy diversos, pero dentro de la comunidad empresarial se les fomenta la tradición puritana que valora la honradez, la integridad, el trabajo intenso y la diligencia.
La pedagogía norteamericana es pragmática y concreta, a diferencia de la mexicana que es teórica y abstracta. Se le da gran importancia al desarrollo de destrezas analíticas y todos los aspectos se relacionan con situaciones y objetivos concretos. El aprendizaje de memoria se evita hasta donde es posible y en general no se fomenta la acumulación de conocimientos como tales. Casi todos los estudios se centran sobre los Estados Unidos.
El joven egresado llega al mundo empresarial ya esperando y ya dispuesto al sostenimiento de normas elevadas de conducta ética. Generalmente tendrá una especialidad, pero tendrá también muy poco interés o conocimientos fuera de su país o de su campo profesional.
La sensibilidad y cualquier exhibición de ésta se considera signo de debilidad. La dureza y una actitud general de mano fuerte son cualidades muy respetadas y admiradas.
En México no hay tradición de delegación de autoridad. Culturalmente, la actividad empresarial se funda en la imagen autocrática y autoritaria del padre en la familia tradicional. Por eso, todo el concepto de la delegación es nuevo para el común de las personas. Habiendo crecido en medio de este ambiente, el ejecutivo ha tenido gradualmente que aprender a aceptar la delegación de algunas responsabilidades. Aún así, esto con frecuencia adopta la forma de la asignación de labores específicas, seguida de una estrecha supervisión por parte de sus superiores a cada paso. El subordinado prefiere este método porque teme cometer algún error que pudiera producirle una situación embarazosa y pérdida de prestigio.
A través de su educación y su naturaleza, el mexicano es teórico y hasta se podría uno aventurar a decir en ocasiones que es soñador. Su capacidad de conceptualizar y percibir problemas como conceptos globales está extremadamente desarrollada y visualiza todas las ramificaciones de las diversas influencias.
Básicamente, el ejecutivo mexicano no es competitivo en el sentido de desear rebasar el desempeño de algún colega o persona que trabaja en la empresa. Busca un ambiente amigable y relajado para trabajar, en el que el conflicto con los demás sea soslayado y donde se eviten hasta donde sea posible los enfrentamientos de "ganar o perder". Le desagrada crear molestias como las que resultarían si pisoteara a otros para obtener reconocimiento por un logro superior. Además, de cualquier modo en la mayor parte de las empresas, la ruta hacia el ascenso depende más de las influencias que del trabajo sobresaliente. Por eso la competencia adopta otra dimensión, que es la de la maniobra política. La competencia más bien se manifiesta a través de los intentos por quedar bien con la persona o personas apropiadas, y no por tratar de demostrar logros notables, porque el mérito por sí solo rara vez recibirá reconocimiento.
En general, el joven ejecutivo se da cuenta con rapidez de que su ascenso depende más de las influencias y la politiquería que de sus logros. Entonces, se esmera mucho en complacer a su jefe y a cualquier otra persona que pueda tener influencias, para poder él seguir avanzando. Así, el resultado es que los puestos ejecutivos no son necesariamente ocupados por las personas mejor calificadas, sino por los más hábiles en el maniobreo politiquero. Sin embargo, en la actualidad ya hay muchas empresas grandes que le dan mayor importancia a lo calificado de un profesionista y a los logros demostrados cuando se trata de ascenderlo.
Lo tradicional ha sido que en México el tiempo se considere un concepto muy impreciso. No juega un papel muy importante en el control de las actividades diarias, sino que sirve más bien como una guía general. Es por eso que existe una actitud consistente en dejar las cosas para después. Poca o ninguna conciencia hay de las presiones del tiempo y todavía menos existe un sentido de la urgencia. También, los compromisos referidos a plazos reciben muy poca importancia objetiva.
Los compromisos de tiempo se consideran deseables, pero no promesas firmes y hay muy poca preocupación por el tiempo que el cliente pierde esperando, o por las molestias para él de tener que hacer varios viajes para conseguir una sola cosa. Mañana será otro día.
La despreocupación por el tiempo, o por lo menos el tiempo de los demás, llega a su máximo en las dependencias gubernamentales y en las empresas del sector público, donde la mayor parte de los procedimientos exigen que se llenen complicados formularios, se presenten escritos formales y se cumplan largas esperas formando cola.
En general, se puede afirmar que el ejecutivo norteamericano vive para trabajar en tanto que el mexicano trabaja para vivir. Se percibe en los Estados Unidos al trabajo como algo positivo intrínsecamente y la recreación y el placer se consideran como la recompensa por el trabajo terminado. Por eso, lo común es que se dedique muy poco tiempo a la recreación en la vida cotidiana del ejecutivo norteamericano medio.
La dedicación al trabajo acarrea también una recompensa económica y es ésta la que trae el placer, hasta el punto de que el dinero se convierte en un fin en sí mismo y no en un medio para lograr un fin.
El ejecutivo norteamericano ha crecido en el disfrute de la independencia y en la toma de decisiones propias. Se siente incómodo si tiene que pedir consejo y desea las máximas oportunidades de que se le asignen responsabilidades y autoridad. No teme cometer errores, porque aunque sabe que éstos aparecerán, también siente la confianza de no perder el apoyo de su superior. Se siente muy estimulado cuando ataca nuevos problemas por sí solo y cuando enfrenta el desafío de situaciones nuevas en las que se ponen a prueba sus decisiones. El joven ejecutivo siente desagrado por la autoridad en el sentido de que tiene que obtener aprobación para cada medida que tome. Se siente competente y desearía que se le permitiera tomar la mayor parte de las decisiones por sí solo.
En el medio ejecutivo norteamericano hay ya una larga historia de delegación y los elementos básicos de ésta se han vuelto muy sofisticados. Se acepta que el concepto de la delegación de responsabilidades debe ir aparejado por el de delegación de autoridad. La combinación de ambos produce la exigencia de la rendición de cuentas, cuya aceptación es una de las piedras angulares del desarrollo de cualquier ejecutivo.
En toda su vida escolar, el ejecutivo norteamericano ha tenido la experiencia del enfoque analítico hacia los problemas, de modo que no debe sorprender que al ingresar al mundo del trabajo esto le resulte útil.
Su naturaleza individualista y el énfasis casi exclusivo sobre el logro personal como base para el ascenso hacen que el ejecutivo norteamericano sea leal sobre todo a sí mismo. Trabajará con gran energía en una empresa y mostrará un desempeño sobresaliente, pero estos esfuerzos generalmente no los realiza por la empresa misma, sino únicamente para mejorar sus posibilidades de ascenso y, en consecuencia, de ingresos superiores. Esto conduce a la movilidad entre empresas en los grupos de ejecutivos, incluyendo a los que ocupan muy altos puestos. Cada movimiento generalmente le acarreará más responsabilidad y más dinero, de modo que muchos ejecutivos avanzan muy rápidamente utilizando esta técnica.
El ejecutivo norteamericano disfruta lo que ve como el estímulo de una situación competitiva. Constantemente toma en cuenta la necesidad de lograr éxitos para mejorar su posición y sus ingresos, y si esto implica pisar los callos a alguien, no se preocupa demasiado. La ambición y la independencia comunmente preceden a cualquier otra decisión de su vida personal.
Dado que se considera que "el tiempo es dinero" y el dinero es el dios de la empresa, cada decisión, compromiso o actividad que se realice en el trabajo o en el hogar se controla mediante el reloj. Hay un gran esfuerzo y enormes presiones todas destinadas a cumplir con los compromisos de un plazo y se sacrifica mucho para mantener este ritmo. La falta de puntualidad se considera vergonzosa al igual que el incumplimiento de cualquier plazo acordado. Los convenios verbales se consideran cuestión de honor y tan obligatorios moralmente como los escritos. La vida se mueve según el reloj y cualquier omisión en cuestiones de tiempo tiene repercusiones serias.
La perspectiva gerencial está cambiando con rapidez, en especial en México, porque la presión económica creciente exige eficiencia y productividad por un lado, y por otro se da una joven generación de administradores. Se vuelve también evidente que persiste el deseo, por parte de los ejecutivos mexicanos de mantener sus muy arraigadas costumbres y tradiciones, en tanto que simultáneamente absorven la tecnología y las técnicas administrativas modernas, adaptándolas a su ámbito empresarial y cultural.
Eva Simonsen de Kras
(Cultura Gerencial México-Estados Unidos. Impresora Analco, S.A. Noviembre de 1986).