Para todos es sabido que la burocracia representa un enorme costo operativo en cualquier país. En el caso de México, el sistema político la había logrado controlar de tal manera que ésta aceptaba bajos sueldos ya que de una manera u otra, existían otras compensaciones o acceso a ciertos medios de presión a la ciudadanía para complementar sus ingresos. Este esquema funcionó por décadas sin mayores problemas porque tanto el Gobierno como la población los aceptábamos, sin embargo, cuando el año pasado los legisladores aceptaron que se dejara de conceder cualquier otra remuneración a los burócratas más allá de su sueldo y prestaciones, no se tomaron medidas para compensar sus bajos ingresos nominales.
Como ciudadanos comunes hemos sido testigos de una lección magistral de lo inútil que resultan nuestras leyes. Si ya dudábamos de las formas tan erráticas en que se aplica la justicia en México, ahora nos debe preocupar que además de que ésta se ejerce ineficazmente, las leyes en que se basa pueden pasarse por alto o modificarse según convenga. La gravedad en materia de confianza de este hecho se explica por sí misma.
Como contribuyentes, nos debe preocupar que tendremos que pagar un renglón que el presupuesto de este año no contemplaba y aunque se nos diga que los ingresos que el petróleo ha generado permitirán solventarlo, queda en evidencia que pudo más la presión para obtener recursos del erario que el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Ha sucedido algo similar al FOBAPROA: ha sido tal la presión, que lo más fácil fue abrir la certera de la nación para resolverlo pronto. En el caso del FOBAPROA los beneficiados fueron los deudores que quedaron mal sin que los cumplidos recibieran premio alguno; con el bono sexenal se premia a los trabajadores más corruptos y menos eficientes del país y los demás pagaremos la cuenta.
Finalmente, otro preocupado ha de ser Vicente Fox ya que aunque ahora se argumente que se ha actuado de esta manera para no heredarle problemas, es evidente que su tarea no sólo será la de encontrar la manera de remunerar a los burócratas por su productividad como él soñaba en campaña, sino desenmarañar los hilos que le permitan tratar razonablemente con ellos. Además, la mella hecha con esto al sistema legal y a la confianza en México no es sutil y ahora deberá transitar por los caminos de la política cuesta arriba ya que el desprecio con que los burócratas le han gritado en Los Pinos a Zedillo ha puesto en evidencia las condiciones en que se encuentra la institución presidencial.
Pregunta: ¿Si nos convocamos los contribuyentes a un bloqueo del periférico para que nos condonen los impuestos también nos lo van a permitir? ¡Somos más que los burócratas!