¿Alguna vez se ha preguntado cómo le hace un analfabeta para saber, y más aún, interpretar lo que dicen los señalamientos de tránsito?
Prácticamente es del conocimiento de todos nosotros la inmigración que han venido sufriendo las ciudades grandes de la República. Eso de por sí no debe de sorprendernos, pues muchas ciudades del mundo experimentan lo mismo. Lo malo del asunto y que nos pega directamente a nuestras ciudades, es el nivel bajo de cultura en general y de educación vial en particular, de gran parte de los que fluyen a la ciudad desde otros estados, por lo general de regiones muy pobres o marginadas.
Algunos llegan a la ciudad manejando algún tipo de vehículo en pésimas condiciones y así los vemos circulando, principalmente en los alrededores de las ciudades y/o en sus zonas marginadas y con frecuencia en la carreteras ignorando las normas de conducción y no sabiendo el significado de los mensajes que pretenden comunicar los señalamientos viales.
Importando problemas
El permiso de introducción de vehículos viejos ha venido a sumarse a los problemas viales que ya teníamos. Estos "nuevos conductores", introducen vehículos en mal estado, algunos destartalados, que no cumplen con las mínimas normas de seguridad, muchos sin experiencia, ni habilidad, en muchos casos hasta sin licencia para manejar en ciudades grandes entre tráfico pesado y agresivo. El gobierno junto con las plantas automotrices han hecho esfuerzos para lograr sacar al mercado vehículos con precios accesibles, pero muchos ni ese nivel pueden alcanzar.
Transporte colectivo
Mientras no fortalezcamos el transporte colectivo con unidades buenas, limpias y económicas, el problema no desaparecerá en perjuicio de la seguridad en la vialidad en nuestras ciudades y carreteras. Como ven, el problema es sencillamente complicado.
Ahora bien, las autoridades viales no solo deben de cuidarse de los "analfabetas viales", sino también de la población alfabeta y educada que también juegan a los "ignorantes viales" y a los "irresponsables viales". Los primeros que mencioné al principio no leen ni acatan los señalamientos porque no pueden. En cambio los últimos no lo hacen porque no quieren. ¿Quién es más culpable, el que no puede o el que no quiere?
Símbolos
Gran parte de los señalamientos, principalmente los de carretera, se basan más en símbolos que en letras o escritos, precisamente para "obviar" el problema de los que "no pueden". Obviamente que la lista de los que no pueden no nada más incluye a los analfabetas, sino también a otros tipos de conductores como los que mencionaré a continuación.
Los niños que van en el regazo de papá o mamá, mientras ellos van manejando, "no pueden" ni leer ni medir el peligro. Sus papás "no quieren" acatar las leyes, y al no hacerlo, están poniendo la vida de sus pequeños en el máximo grado de riesgo, alerta roja diría yo. No se imaginan o no se quieren imaginar de que la vida de su bebé o de su niño está "peligrosamente" en sus manos. ¿Quién es culpable aquí? Los padres obviamente. Y las autoridades de tránsito, ¿estarán haciendo algo para prevenirlo? Igual peligro corren los niños y/o menores de edad que viajan en el asiento delantero, muchos de ellos parados sobre el asiento.
Las personas de la tercera edad. Ellos ya tienen pobre visión. Por ende, aunque sepan leer y escribir, ya en el caso de ellos es que "ya no ven bien". En Estados Unidos ya están diseñando e instalando señalamientos con caracteres y símbolos de tamaño más grande para facilitarles su lectura.
Los irresponsables. Aquéllos a quienes les vale todo lo que se relacione con autoridad. "El carro es mío, yo pago impuestos para que se construyan y mantengan las calles. Yo con mis impuestos pago el sueldo del policía de tránsito. No tienen nada que venirme a decir". Los jóvenes adolescentes caen en esta categoría, no tanto por su irresponsabilidad, sino por su juventud. El joven no piensa en el peligro, en que puede perder la vida. El adulto responsable es más cauto, más temeroso.
Las autoridades de tránsito [y de cualquier otra clase, agregaría el webmaster], cuando manejan sin cinturón, pasándose los altos, estacionándose arriba de las banquetas y rebasando en lugares peligrosos manejando patrullas defectuosas en su interior y exterior. Hemos visto cientos de unidades nuevas que han sido entregadas a las autoridades viales recientemente. Eso es lo bueno. Lo malo es que si no se les da capacitación en el manejo y cuidado de estas caras unidades a los conductores (agentes u oficiales de tránsito), esta unidades, en menos de un año ya dejarán mucho que desear. Mi nieto de tres años es gran admirador de las patrullas y de los policías. ¿Pensará igual cuando sea adulto? ¿Igual verá patrullas que hay que empujar para que enciendan?
Finalmente Podríamos concluir con lo siguiente (entre otras medidas):
En los señalamientos viales, usar más simbología que letras y palabras. Así garantizamos de que todos puedan interpretarlos. No conceder licencias de conducir sin prueba escrita y práctica previas. Incrementar el tamaño de los señalamientos viales, sobre todo en su contenido (símbolos y letras), dirigido a todos, principalmente a las personas de la tercera edad.
Establecer un límite en la "antigüedad" de los vehículos para que puedan circular, principalmente en las ciudades del país. No permitir (por parte de las autoridades viales), la circulación de vehículos en mal estado mecánico y de seguridad.
Por ejemplo, los que ni defensa traen y los que por luces, traen faros amarrados con alambres para que no se caigan ( y no me estoy refiriendo exclusivamente a algunas de las patrullas que vemos por ahí, principalmente en los municipios con poco presupuesto destinado a la vialidad).
Es hora ya de combatir y vencer al analfabetismo vial. ¿Lo habrá incluido alguno de los candidatos en su plataforma política de trabajo? No recuerdo haberlo visto. Con el poder de la lectura (de los señalamientos viales), podremos incrementar nuestra seguridad.
Publicado en el periódico Mural el 5 de julio de 2003.
La falta de cultura vial de la mayoría de nosotros, parece solo ser superada por el poco conocimiento que tenemos de la conducción misma de un automóvil y de su mantenimiento. Durante varios días me propuse a usar las redes sociales para hacer preguntas a los seguidores sobre esos temas, y como cada vez que vienen a superficie, la cantidad de gente que tiene convicciones equivocadas es mayor no solo a la esperada, sino que es tan amplia que asusta que tantos circulen al lado nuestro pensando que un auto debe ser conducido y mantenido de forma, por decir lo menos, equivocada.
Hay algunos errores que no son tan graves, pero igual dañan los bolsillos de muchos. Uno muy común es pensar que una gasolina con más octanos es mejor que una con menos. El octanaje es el tiempo de detonación del combustible, no un número mágico que mientras más alto, mejor. Los motores están diseñados para una determinada gasolina y poner otra, con más o menos octanos, no es bueno, salvo en casos en los que el motor fue hecho para usar digamos, gasolina con 87 octanos o superior. Por cierto, la gasolina usada en México se mide bajo el estándar AKY, no RON.
Otra equivocación frecuente es inflar los neumáticos como si hubiera una presión estándar para todos: "Ponga 28" aún se escucha decir en las estaciones de servicio. Pero lo correcto es seguir lo que dice el manual del propietario, la calcomanía ubicada en el marco de la puerta del conductor o llenar las llantas con la presión equivalente a 80% de la máxima admitida impresa en la lateral de los neumáticos. El aceite es otro blanco de errores frecuentes. Muchos hacen lo mismo que la gasolina y por un ímpetu irresistible de "consentir" a su coche, quieren ponerle aceite sintético cuando éste no es necesario. Esto equivale a tirar el dinero tanto como al cambiar el lubricante antes del tiempo, pero muchos siguen cayendo en el cuento de los fabricantes de aceite que hay que cambiarlo cada 3,000 kilómetros, o 5,000, siempre y cuando compres más frecuentemente su aceite, mejor.
Errores peligrosos
Pero hay errores que son mucho más complicados que otros. Uno de ellos es pensar que los autos sin el sistema antibloqueo de frenos, el llamado ABS, frenan mejor que con ese sistema. Esa creencia se debe al hecho de que en algunos autos es sensible en el pedal la vibración producida por la obediencia de los frenos ante las órdenes de la computadora para aplicar y soltar las balatas alrededor de 12 veces por segundo. Pero un auto con frenos ABS no solo nos permite maniobrar mientras frenamos (algo imposible sin ABS) sino que mantiene la distancia de frenado en piso seco o mojado. Además, al evitar que los neumáticos patinen, los conservan mejor por no permitir que una parte se raspe contra el piso y las llantas queden "cuadradas".
Me sorprende mucho la cantidad de personas que conduce en neutral en carretera, para supuestamente ahorrar gasolina al dejar el motor "libre". Nada más peligroso al volante que conducir sin tracción. Cuando surge una emergencia, el tiempo perdido en poner una velocidad antes de reaccionar puede ser suficiente para producir un accidente grave.
El más común de los errores, probablemente, sea el que impulsa a muchos a poner dos llantas nuevas en el eje delantero, cuando lo correcto es ponerlas atrás. Su espanto ante esta afirmación es tal, que parece que estamos ofendiendo a alguien de su familia. Pero el hecho es que un problema, llámese pinchaduras, es mucho más fácilmente controlado en las ruedas delanteras, gracias a que es posible maniobrarlas, que en el trasero, donde el efecto latigazo de la parte trasera sin control puede ser fatal.
Muchos aprendieron sobre autos con sus padres y éstos con los suyos, pero el hecho es que cosas que parecían lógicas en la época del abuelo hoy ya fueron estudiadas y su secreto develado. A los que seguimos aquí y manejando, nos va mejor si estudiamos un poquito más antes de cuidar del coche y, más que nada, de conducirlo.
Sergio Oliveira