La página de los adioses


Ennio Morricone 1928-2020.

(V.Paco Calderón del 7 de julio de 2020).


Italia recordó al compositor Ennio Morricone, fallecido a los 91 años en Roma, por su "genio" creativo y sus legendarias bandas sonoras para el cine y agradeció su memorable legado artístico.

La muerte del músico, en la clínica romana donde se encontraba hospitalizado tras una caída, ha suscitado la reacción de las principales autoridades del país.

El jefe del Estado, Sergio Mattarella, lamentó su muerte y reconoció que sus bandas sonoras "contribuyó grandemente a difundir y reforzar el prestigio de Italia en el mundo".

Por su parte el primer ministro, Giuseppe Conte, expresó su "infinita gratitud" al maestro Morricone: "Nos hizo soñar, emocionar, reflexionar, escribiendo notas memorables que quedarán indelebles en la historia de la música y del cine", sostuvo.

El ministro de Cultura, Dario Franceschini, aseguró que este es "un día triste para la cultura".

"Nos deja un músico de refinada competencia que con sus melodías hizo emocionar y soñar a todo el mundo, que le otorgó los mayores y más importantes premios y reconocimientos, como el Oscar".

Numerosas personalidades de la política rememoraron al maestro como "genio universal" u "orgullo nacional" y encomiaron su obra como todo un "patrimonio de la humanidad".

El director de orquesta Riccardo Muti, uno de los más prestigiosos del mundo, elogió a su "amigo" Morricone como un músico extraordinario también por sus composiciones clásicas.

El productor Aurelio De Laurentis afirmó que con su muerte "se va un pedazo del cine mundial" y valoró su música como "un vínculo universal capaz de unir a todos en un abrazo global de amor".

Numerosas instituciones también se despidieron del compositor. El Teatro La Fenice de Venecia rememoró un concierto suyo en la Plaza San Marcos: "Nos deja pero no nos abandona, toda su narración musical es imborrable", indicó esta ópera.

La actriz Monica Belluci, protagonista de "Malena" (2000), de Giuseppe Tornatore, que casi siempre ha recurrido a la música de su amigo Morricone para su cine, consideró que el compositor tenía la capacidad de mejorar el mundo porque sabía "crear belleza".

Su ciudad se despidió también del músico. La alcaldesa, Virginia Raggi, expresó su dolor: "Su ciudad llora hoy la pérdida de un artista muy amado", declaró en sus redes sociales.

Y también su querido equipo de fútbol, el A.S Roma, que publicó una foto en la que se leía: "Gracias por todo, maestro".

Durante sus más de 6

décadas de carrera, Morricone firmó algunas de las bandas sonoras más memorables de la historia del cine, como la "Trilogía del Dólar" de Sergio Leone, protagonizada por Clint Eastwood: "Per un pugno di dollari" (1964), "Per qualche dollaro in più" (1965) e "Il buono, il brutto, il cattivo" (1966).

Entre sus cientos de creaciones destacan la que hizo para "Nuovo Cinema Paradiso" (1988) de su amigo Giuseppe Tornatore, "The Mission" (1986) o "Novecento" (1976), de Bernardo Bertolucci.

En 2006 obtuvo el Óscar honorífico y una década después, en 2016, lo ganó por banda sonora que creó para el western "The Hateful Eight" (2015) de Quentin Tarantino, una composición que le valdría otros reconocimientos como un Globo de Oro.

"Yo, Ennio Morricone, he muerto". Así empieza una carta escrita por el famoso compositor italiano para despedirse de sus familiares y amigos y en la que "renueva" su amor a su esposa, Maria.

Morricone, autor de algunas de las bandas sonoras más famosas de la historia del cine, falleció en la madrugada de este lunes en la clínica romana en la que permanecía ingresado por las complicaciones surgidas tras caerse días atrás y romperse el fémur.

Enseguida las puertas de la clínica Campus Bio Médico de la capital se llenaron de prensa y el abogado y amigo del compositor, Giorgio Assumma, salió para leer una curiosa carta de despedida de Morricone.

"Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto", empieza la misiva.

El oscarizado compositor explica que sólo hay una razón para despedirse de este modo: "no quiero molestar".

Un recuerdo "particular" se lo dirige a Peppucio, el director Giuseppe Tornatore, para quien trabajó en todas sus películas, y a su esposa, Roberta Pacetti: "amigos fraternos muy presentes en estos últimos años de nuestra vida", sostiene.

También cita a algunos amigos y a sus hermanas, Adriana, Maria y Franca; a sus 4 hijos, Marco, Alessandra, Andrea y Giovanni; y a sus nietos, Francesca, Valentina, Francesco y Luca.

Y en último pero especial lugar a su esposa, Maria Travia, con la que compartió su vida desde que se conocieran en 1950.

"A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. Ella es mi más doloroso adiós", termina.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de julio de 2020).

Hace unas semanas, cuando falleció la famosa gorila Koko, yo sentí que había perdido a un ser al que respetaba y quería. Tenía una inteligencia humana.

En el año 2000, el periódico El Mundo sacó una nota necrológica bastante larga y con foto en la sección de obituarios. Hasta aquí, todo normal; lo inusitado es que se trataba de un gorila. Era Michael, el primer compañero de la famosa Koko. Él también aprendió la lengua de signos, aunque estaba mucho menos capacitado. Estuvieron juntos 24 años, si bien no fueron pareja, sólo amigos. A mí me conmovió la naturalidad con la que incluyeron a Michael entre las otras necrologías, esto es, entre nuestros muertos. Hace 3 semanas, cuando la gran Koko falleció a la edad de 46 años mientras dormía, yo sentí que había perdido a alguien cercano, a un ser al que quería, al que respetaba y admiraba. Exactamente lo mismo que cuando han desaparecido otros personajes públicos que yo amaba. Sí, los grandes simios forman parte de nuestros muertos.

Y en vida, de nuestros primos. Estamos tan próximos a los grandes primates que compartimos casi todo el código genético, en especial con los chimpancés y los bonobos, de quienes apenas nos separa un 1% del genoma: incluso podemos intercambiar transfusiones con ellos. Koko nació en un zoológico estadounidense y cuando cumplió un año empezó a ser educada por la doctora Francine Patterson en la lengua de signos. Al morir utilizaba mil signos y podía entender varios miles de palabras en inglés. Le hicieron los habituales test de inteligencia y, como contó el sociólogo Jeremy Rifkin, sacó entre 70 y 95 puntos: si hubiera sido una persona, se la habría considerado de aprendizaje lento, pero no retrasada. Quiero decir que Koko tenía una inteligencia humana.

Uno de los fundadores de la bioética, Joseph Fletcher (1905-1991), elaboró una famosa lista de 15 atributos para definir lo que es un ser humano: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para relacionarse con otros, preocupación y cuidado por los otros, comunicación, control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio, equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex. Los grandes simios cumplen todos estos atributos, como han demostrado numerosas investigaciones científicas. Por supuesto que lo hacen en diferente grado al ser humano: ningún chimpancé es capaz de idear la lista de atributos de Fletcher. Pero también conozco a unos cuantos tipos a los que nuestra Koko hubiera podido dar lecciones de humanidad. Los grandes simios, en fin, son seres afines a nosotros y con ellos hacemos atrocidades: en circos, en zoos, en laboratorios. Además, estamos acabando con su hábitat. Se están extinguiendo. Es un genocidio.

Koko nunca se emparejó ni tuvo hijos, por más que lo intentaron los científicos (no ligó con Michael, y tampoco con Ndume, otro gorila que le buscaron). Siendo muy joven, pidió que le regalaran un gatito. Con algún miedo por la seguridad de los mininos, le trajeron una camada. Koko escogió al único que no tenía rabo (o sea, era como ella) y le bautizó con 2 palabras de la lengua de signos: All Ball, Todo Pelota. Pese a sus enormes manazas, le cuidó con un amor y una delicadeza formidables. Como una madre. Cuando el gatito arañaba, lo colocaba en el suelo frente a ella y con toda paciencia le repetía con signos: "Esto está muy mal, esto no se hace". Fue el primero de muchos otros gatos.

Me apena pensar que Koko vivió siempre encerrada. E intuyo que también muy sola. ¿Por qué no se emparejó con los gorilas? Su inteligencia había sido desarrollada de tal modo que quizá no los sintiera a su altura. Eso sí, era capaz de amar, y de qué modo. En las redes hay un vídeo conmovedor de cuando le comunican que All Ball ha muerto atropellado por un coche; se queda anonadada, y luego, por la noche, se la escucha aullar de dolor. Un gemido de pena escalofriante. Al parecer también aulló durante meses tras la muerte de Michael. Me gusta imaginar que algún día, cuando los grandes primates hayan sido incluidos en el género Homo (como ya reclaman hoy numerosos científicos) y los humanos hayamos aprendido a respetar a los animales, en el mundo habrá estatuas de Koko, como una de las heroínas de su especie.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 8 de julio de 2018).

Más como el encuentro existencial con lo otro en cuanto vida plena, distinta y generosa, te conocí a ti y supe que todo aquello no te sería ajeno desde tu casa en la isla griega de Hidra, donde beberías té con naranjas venidas de la China y tocarías con tu mente el cuerpo perfecto de Susana, mirando al horizonte sin terminar.

Desde entonces has estado conmigo en un proceso de tantos años que parece haber disuelto y coagulado en mí tu música sublime y tus letras trascendentes con esta ilusión biográfica como una sombra, una ficción, donde la vida es sueño y los sueños, según diría el poeta inspirado, solamente sueños son.

Los tiempos oscuros que vivimos atrofian y endurecen. Siempre he llorado poco. Pero las lágrimas me doblaron cuando supe que habías muerto. Me sentí de golpe desamparado. Quedó congelada la ominosa entronización del payaso que viene a clausurar la época ("He visto el futuro", advertiste alguna vez) y un dolor más profundo que cualquier coyuntura histórica me asaltó. Tal vez porque la amarga pena de tu pérdida también eso simboliza.

Espero que me dejes llamarte bodhisattva Cohen, feliz reunión de 2 atributos espirituales que tu genial sincretismo convocó: el linaje genealógico de Aarón, sumo sacerdote hebreo, y la denominación budista que se aviene con los que obran por el bien del prójimo. Tu maestro zen roshi Kyozan te ordenó monje con el nombre de Silencio o Jikan. Y seguirías cantando entonces mejor que nunca: otra paradoja zen.

Dirá Borges, otro poeta para ti tan querido como el divino García Lorca, que la belleza es tan frecuente como la felicidad: no pasa un día en que no estemos un instante en el paraíso. Muchos de esos momentos de mi vida, al cabo de los años, te los debo a ti. Varias veces hablaste de la Canción de Dios contenida en el Bhagavad Gita y citaste aquel pasaje donde Krishna, la deidad, explica a Arjuna, el ser humano, que nunca podrán desenredarse las circunstancias que nos traen a cada momento. Fuiste otro sabio creyente en el como si: "Levántate, eres un poderoso guerrero. Acepta tu destino. Acepta tu suerte. Levántate y haz tu deber".

El espacio de este texto es tan corto como tu condición ahora es ilimitada. La época termina, mientras los asesinos que ocupan los altísimos puestos rezan a todo pulmón. Tocaremos las campanas que puedan tocarse y pagaremos la renta de todos los días en la torre de nuestro vivir.

Y yo diré, cuando llegue la hora, la antífona que You Want It Darker nos enseñó otra vez: "Hinéni, hinéni. I'm ready, my lord". Será una voz tan antigua como el tiempo para decirle a aquello, lo trascendente, "Heme aquí, aquí estoy". Tu última lección es tan esencial como lo fueron todas: una Divina Comedia donde la vida nos vive y el juego nos juega.

Gracias totales, maestro múltiple. Tú no estás muerto, yo ya no estoy vivo. Pero sin duda nos volveremos a ver.

Fernando Solana Olivares
(v.periódico Milenio en línea del 18 de noviembre de 2016).

Leonard Cohen no se murió. Leonard Cohen acaba de morirse. Viajando ligero, dice, cuando la canción comienza. Los poetas más altos no conocen la muerte, y la conocen mejor que nadie. Su voz deja astillas luminosas clavadas por siempre en el corazón de los que los oyen. Astillas de fuego, astillas de hielo. Fragmentos imantados que señalarán por siempre el rumbo, las veredas, las planicies áridas del extravío, las laderas de la amargura, los prados de la difícil dicha. Los cantantes disparan balas de trayectos inesperados, a veces infinitos. Algunas caen sobre el tejado, distrayendo brevemente la hipnosis del naipe destinado a perder; otras derrumban sin ruido a algún transeúnte, súbitamente encendido. Y unas balas más, envueltas en broncas tonadas, en versos encrespados, darán siempre en la diana de la frente, dictarán de por vida las derrotas de los que así fueron heridos.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 13 de noviembre de 2016).

Mariana es, sin duda, uno de esos nombres imantados, inolvidables. Por razones diversas, (ah, la Mariana de los franceses...), y por una razón específica: lo que para varias generaciones ha significado la canción de Leonard Cohen. La historia es vaga: el trovador encuentra hace muchos años, en la mítica y agreste isla griega de Hidra, a una de sus musas definitivas. Siguen las flores, el vino, y las tormentas. Hasta que llega la separación. Uno de tantos pasajes que caben al destino de los hombres, de encuentros, gozos y extravíos fatales; pero un pasaje que para quienes oyeron y cantaron esos versos llegó a ser una celebración y un consolamiento de particulares rupturas, de íntimas derrotas... y a veces de dolorosas, arduas liberaciones. Pero Mariana, las marianas, marcan de por vida, duran, dejan en el alma cicatrices como espuelas, incandescen y alumbran para siempre el camino con su lívida luz.

El caso es que, dice la prensa, Mariana la musa se murió hace unos días en Oslo. Avisado de la agonía, Cohen le escribió una carta, una última despedida. Dicen que se la alcanzaron a leer. Las líneas son ejemplares en su piedad, en su desgarrado cariño: "Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino".

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 7 de agosto de 2016).

Se extraña mucho a Luis [González de Alba]. Sus arrebatos, su inteligencia, su honestidad intelectual, su lógica imbatible, su razón, sus preguntas. El hombre que había sido encarcelado, luego desterrado y muchas veces vilipendiado, no tenía reparo alguno en cuestionar una y otra vez quién tenía la verdad sobre el 68, incluyéndose a sí mismo. Siempre supo que a ese rompecabezas le faltaban muchas piezas y le sobraban muchos símbolos.

Hay que descubrir, en todos los sentidos, a Luis. No sólo para derrumbar mitos del 68, también para que el 2 de octubre no se repita en las calles como una mascarada y la fecha como un mantra. El 2 de octubre es una lección histórica mucho más compleja que el grito contra Díaz Ordaz. Lo rodean la guerra fría, las olimpiadas (en un contexto de guerra fría), la sociedad conservadora, la rebelión de una generación en busca de libertad, un sistema político cerrado, una dinámica latinoamericana de izquierda, una transformación ideológica mundial, una policía incapaz, un ejército al servicio de un partido, un partido nacionalista, un país rural y estados con guerrillas que poco atendieron a la Plaza de las Tres Culturas.

El 2 de octubre es una fecha negra que, 50 años después, no ha sido diseccionada. Muchos la intentan desanudar marchando, otros poniéndola en letras de oro en los espacios legislativos, algunos más quitando placas de Díaz Ordaz para borrar su memoria.

Luis lo intentó siempre con la razón. Que sirva la fecha para descubrirlo, releerlo y, en la medida de lo posible, recrear su método, porque sólo Luis metía lógica donde a veces sólo había dolor, ceguera y ganas de reparación casi religiosa. Lo he escrito ya en otros espacios: Luis no siempre tenía la verdad, pero siempre tenía la razón.

Comercial: "Luis González de Alba, un hombre libre", se presenta el 26 de noviembre en la FIL. Lo pueden comprar ya en Amazon.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de octubre de 2018).

La mayor virtud de Luis González de Alba fue ser políticamente incorrecto. Si bien fue uno de los líderes más importantes del movimiento estudiantil de 1968, y fue detenido el 2 de octubre en Tlatelolco para convertirse en preso político durante dos años, ofreció una visión sobre lo acontecido muy distinta a la que se ha vuelto dogma. Criticó ferozmente el recuento de Elena Poniatowska en La noche de Tlatelolco. Rechazó la posición de quienes hoy insisten en presentar los hechos de Iguala del 26 de septiembre de 2014 o de Nochixtlán del 19 de junio de 2016 como nuevos crímenes de Estado similares al de Tlatelolco. Asumió la causa de la muerte de Gonzalo Rivas, quemado vivo al tratar de evitar una explosión cuando los normalistas de Ayotzinapa prendieron fuego a una gasolinera en Chilpancingo el 12 de diciembre de 2011.

González de Alba rechazó que el 2 de octubre de 1968 se hubiera registrado un "genocidio", como plantearon los grupos que quisieron juzgar por ese delito al ex presidente Luis Echeverría. "La respuesta es no -dijo- y nosotros somos la prueba". Todos los líderes del movimiento, en efecto, sobrevivieron a la balacera del 2 de octubre y a sus tiempos en la cárcel. También descartó las afirmaciones de que el 2 de octubre murieron cientos o miles de personas. A pesar de todos los esfuerzos realizados, decía, sólo hemos podido identificar una veintena de nombres. Si hubo más muertos, no tenían ni familiares ni conocidos. Más que buscar matar a estudiantes, afirmaba este testigo presencial, el Ejército pretendía dispersar el mitin, pero hubo una confusión entre 2 grupos de militares, los miembros del llamado Batallón Olimpia, vestidos de civil, que entraron al edificio Chihuahua para detener a los líderes, y el contingente que ingresó a la plaza. Los 2 grupos se dispararon entre sí.

González de Alba fue un notable activista de los derechos de los homosexuales, pero además lo fue con un gran valor en el estado de Jalisco en que el ex gobernador panista Emilio González Márquez decía que las bodas homosexuales le daban "asquito". Fue también un magnífico divulgador de la ciencia. En ese trabajo encontramos algunos de sus mejores textos.

Si bien se dio a conocer con el movimiento estudiantil del '68, se convirtió en un crítico feroz de los partidos y grupos que se presentan hoy como de izquierda. Sus cuestionamientos a Andrés Manuel López Obrador, Morena y el movimiento de Ayotzinapa fueron constantes. En el sexenio de Vicente Fox renunció al Comité Ciudadano de Apoyo a la Fiscalía Especial para Movimientos Políticos y Sociales del Pasado porque la institución rindió un homenaje a la Liga 23 de Septiembre, la cual cometió homicidios y secuestros. En los últimos años buscó que el Senado otorgara la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas, el héroe de la gasolinera de Chilpancingo.

González de Alba se suicidó este pasado 2 de octubre. Héctor Aguilar Camín describió este hecho como un último gesto de libertad de un hombre que siempre vivió como le dio la gana. Al parecer había estado planeando el acto durante meses. La columna de despedida que se publicó este domingo fue escrita 2 meses antes.

González de Alba era un hombre políticamente incorrecto. En ello radica su importancia. Como periodista, como autor, buscó la verdad sin atenerse a los preceptos y dogmas de la corrección política. Era irreverente, libre y brillante. Así lo recordaré siempre.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Reforma del 4 de octubre de 2016).

Al amanecer de ayer, el admirado y amado Luis lanzó el último tuit de su vida:

Isla de Poros, Grecia, desde Villa Nikki. Yo esperándote en Poros, junto con fotos de sí mismo (joven, guapo, atlético), de su añorada ínsula del Egeo y el hermoso canto hebreo (Salmo 71 de David) No me abandones.

Aún en su cama, en una hora pendiente de precisar, se sorrajó un pistoletazo.

Aguilar Camín define con exactitud el punto final que se puso quien honró tanto a la izquierda racional: cometió "el último acto de su salvaje libertad...".

Carlos Marín
(v.primera plana del periódico Milenio del 3 de octubre de 2016).
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